HITORIAS DE CARLOTA
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EL GIMNASIO
Carlota es mi mujer, una chica morena de 30 a�os. Un cuerpo
proporcionado, una cabellera que le llega hasta la mitad de la espalda, y una
carita de �ngel. Cuando sonr�e, sus ojos marrones chisporrotean mientras muestra
en su boca una expresi�n picarona. Sus pechos son de un tama�o medio, ni muy
grandes ni muy peque�os. Sus pezones son peque�itos y sonrosados, y al tocarlos
crece la puntita dejando reducida su aureola a la m�nima expresi�n.
A Carlota le gusta leer, hacer deporte, salir de marcha...,
pero sobre todo le gusta follar.
Llevamos cuatro a�os casados. El primer a�o de matrimonio fue
grato descubrir nuestra sexualidad compartida. Noches en vela, experiencias
nuevas, caricias debajo de la mesa cuando �bamos a comer a casa de nuestros
padres...
Pero el ritmo de nuestras relaciones fue disminuyendo poco a
poco, como una vela que se va consumiendo. A nuestra falta de apetito le
siguieron innumerables horas de discusiones, depresiones, apat�a y aburrimiento.
Creo que a esto lo llaman los terapeutas "rutina".
Un buen d�a, despu�s de una ardua discusi�n, decid� echarle
un par de huevos y poner soluci�n a nuestro problema. Era un plan que llevaba
maquinando durante tiempo y no me atrev�a a coment�rselo. Estaba claro que el
car�cter de Carlota estaba cambiando debido a su falta de pr�cticas sexuales, lo
mismo que el m�o. Ya hab�amos probado de todo y tanto ella como yo �ramos de los
de antes, de los que s�lo hab�amos follado con un hombre o una mujer en los 30
a�os de nuestra vida.
As� que me lanc� a la piscina y decid� no medir las
consecuencias. Le propuse lo que llamar�amos "el comod�n". El uso del mismo se
correspond�a con el derecho a ser infiel y al deber de contarlo posteriormente.
Esto romper�a nuestra rutina y nos permitir�a probar a practicar el sexo con
otras personas.
Lo que voy a relataros es el d�a en que mi mujer hizo uso de
su comod�n, hace aproximadamente tres a�os. Bueno, ser�a el primero, ya que las
historias de Carlota est�n hechas a base de comodines.
Carlota suele ir al gimnasio los martes y los jueves, de ocho
a nueve de la noche. A las nueve y media llega a casa, me da un beso, se cambia
y nos sentamos en la mesa a cenar. Ella devora la comida recuperando las
calor�as perdidas haciendo bicicleta o abdominales. Aquel martes de invierno, mi
mujer lleg� a casa m�s tarde de lo habitual, a eso de las once de la noche. Yo
estaba hambriento y ten�a que ir a trabajar al d�a siguiente, as� que decid�
cenar s�lo y acostarme, dej�ndole la mesa preparada con media tortilla de patata
y un poco de ensalada. Estuve leyendo en la cama esperando su llegada. No pod�a
conciliar el sue�o debido a mi preocupaci�n ya que, aunque vivimos en una ciudad
peque�a, la inseguridad ciudadana est� de actualidad en cualquier punto del
pa�s.
O� como mi mujer abr�a la puerta. Vino al dormitorio y me dio
un beso. En su cara se dibujaban dos coloretes sonrosados y una sonrisa
picarona. No s� si los coloretes fueron dibujados por el fr�o de la noche
castellana, lo que si se es que su sonrisa ocultaba algo m�s. Yo no quise
preguntar, prefiriendo que ella libremente me contara lo que hab�a sucedido. Se
quit� el ch�ndal, se puso el camis�n y se fue a cenar. Despu�s de cepillarse los
dientes se vino a la cama conmigo. Permanecimos en silencio durante un rato,
mirando la bombilla del techo. Y al rato me lo dijo: "Paolo, he hecho uso del
comod�n".
Carlota normalmente va al gimnasio a �ltima hora, para evitar
las multitudes y compaginar el deporte con su vida laboral. Deja para el final
diez minutos de bicicleta est�tica y acaba a las nueve para ir a ducharse.
Aquella tarde llevaba sus mallas azules ajustadas y un top que dejaba entrever
su bonito ombligo, a la vez que marcaba sus proporcionados pechos. En el
gimnasio s�lo quedaba ella y tres fornidos jovenzanos que hac�a musculaci�n en
los aparatos. Las gotas de sudor ca�an por su cara y empapaban su top. Entre
pedaleada y pedaleada compart�a miradas c�mplices con los muchachos, de unos
veinticinco a�os de edad, que le respond�an con sonrisas.
Llegaron las nueve y Carlota dej� la bicicleta para acudir a
ducharse al vestuario de las damas, el cual estaba vac�o ya que no quedaban m�s
mujeres en el gimnasio. Abri� su taquilla, se desnud� y cubri� su cuerpo con una
toalla. Cogi� el gel y se dirigi� a la ducha. Al llegar vio que estaba toda
inundada y ley� un cartel escrito a bol�grafo que dec�a: " Duchas averiadas, no
pasar". Carlota gru��, e incluso pens� en poner al d�a siguiente una reclamaci�n
al director del gimnasio. Pero estaba empapada y no soportaba ponerse sudorosa
el ch�ndal para irse a casa, as� que se arm� de valor y se fue al vestuario de
los hombres.
Golpe� t�midamente la puerta y uno de los j�venes le abri�.
Era el m�s alto de los tres. Llevaba una toalla atada a la cintura. Carlota le
cont� el incidente y �ste le invit� a que usara las duchas de los hombres, ya
que s�lo estaban �l y sus amigos. As� que entr� en el vestuario de los
caballeros y se dirigi� a la ducha. Comprob� con desagravio que en este
vestuario las duchas eran comunitarias, pero desapareci� su decepci�n al ver a
los otros dos atletas desnudos y empapados en jab�n. Les salud� y Javi, que as�
es como se llamaba el que le hab�a abierto la puerta explic� a sus amigos,
V�ctor y Carlos, la causa de su intromisi�n.
V�ctor y Carlos no pusieron ninguna objeci�n, es mas, estaban
entusiasmados con la idea. Carlota se quit� la toalla, la dej� colgada de un
gancho y abri� el grifo de la ducha que estaba junto a V�ctor, el peque��n de
los tres. De la alcachofa comenz� a salir una cortina de agua c�lida y relajante
que empap� por completo el cuerpo de mi mujer. Mientras esta se frotaba su
cuerpo observaba de reojo el pene de V�ctor, el cual iba adquiriendo poco a poco
volumen y tama�o. A ella no le import�, era la sensaci�n m�s er�tica que hab�a
tenido en toda su vida. Luego lleg� Javi y se puso a su lado, le sonri� y le
dijo: "Estas muy buena ni�a, c�mo te llamas". Carlota le dijo su nombre,
agradeci� el cumplido y entabl� una conversaci�n superflua con los tres nuevos
amigos. "Vosotros tampoco est�is nada mal", a�adi� al final.
Carlota se percat� de que se hab�a dejado el champ� en la
taquilla, as� que le pidi� un poco a Carlos, que era el que estaba m�s alejado
de ella. Carlos ya estaba completamente empalmado, y con un poco de rubor le
pas� el bote a V�ctor. Este �ltimo se ofreci� para echarle un poco de champ� en
su cabecita y ella accedi�. Mientras V�ctor derramaba el l�quido por su pelo, y
debido a su proximidad y su erecci�n, not� la puntita de su glande rozando su
culito. Carlota ya no pod�a m�s. Estaba muy excitada y la temperatura de su
cuerpo era superior a la del agua de la ducha. Por el rabillo del ojo comprob�
que Carlos estaba comenzando a hacerse una paja. Entonces Javi se ofreci� a
echarle jab�n por el cuerpo y Carlota asinti� con la cabeza.
Mientras el erecto pene de Javi golpeaba suavemente su monte
de venus, sus fornidas manos distribu�an el gel por el torso de mi amada.
Primero fue el cuello, los brazos, las piernas... Luego pas� a los pechos
acarici�ndolos con suavidad. El contacto del gel con sus pezones, ya en punta,
hizo que Carlota no pudiera m�s, as� que le dijo a Javi: "F�llame, por favor".
Javi le puso el dedo en la boca para silenciarla y lo apart�
para sustituirlo por sus labios. Mientras se besaban con gran pasi�n Carlos
termin� de correrse. Su semen se mezclaba con el agua de las duchas, diluy�ndose
en el rebosadero. V�ctor atac� por detr�s, poniendo su pene entre las piernas de
mi chica y abraz�ndole los pechos. Javi comenz� a tocarle el cl�toris con
movimientos r�tmicos y bien acompasados. Carlota acompa�aba ese ritmo con sus
caderas, lo que provocaba un gozoso roce en el pene de Victor.
Javi termin� de limpiarse su pene lleno de semen mientras
observaba el espect�culo. Dos hombres y una mujer debajo del agua de la ducha.
Javi quit� la alcachofa de la ducha de la pared y aument� su caudal. Luego, con
una mano la dirigi� al cl�toris de Carlota mientras introduc�a el dedo anular de
la otra en su vajina ya empapada y de mayor volumen debido a la excitaci�n. Ella
termin� de masturbar a V�ctor con la mano, lo cual no le fue nada dif�cil debido
a la excitaci�n de este y a la facilidad de movimientos que le permit�a su mano
llena de agua y jab�n. Carlota lleg� a su primer orgasmos al contemplar el semen
de V�ctor y gracias al er�tico masaje de la ducha y el dedo de Javi que hab�a
localizado su punto G.
V�ctor se retir� del ring dejando a la pareja "follando bajo
la ducha". Javi agarr� a Carlota por las piernas, la levant� y la penetr�
mientras apoyaba la espalda de esta sobre la embaldosada pared de la ducha. Sus
fuerte brazos acompasaban el cuerpo de Carlota mientas ambos se besaban
compartiendo sus lenguas. El agua de la ducha formaba riachuelos sobre sus caras
y peque�os regueros lograban entrar a rega�adientes entre sus bocas sofocando
levemente la calidez del momento.
Javi concluy� un poco antes que Carlota, pero sigui�
penetr�ndola hasta que ella alcanz� su segundo orgasmo tras un alarido de
placer.
Carlota concluy� su historia. Mi supuesta reacci�n ser�a la
de c�lera, enojo, celos..., pero no era as�. Estaba m�s excitado que nunca, as�
que la mir�, le sonre� y le ped� que me la contara de nuevo mientras me hac�a
una pajica.
Pero esto no fue un caso aislado de supuesta infidelidad
concertada, sino el principio de una nueva vida, llena de placeres compartidos y
fantas�as hechas realidad. Fue una liberaci�n del cuerpo y de la mente que nos
llev� a lugares hasta ahora inalcanzados.