REUNI�N DE CERDOS (3)
Molaba c�mo estaba saliendo la reuni�n, se notaba en las
caras de todos nosotros. En la cocina, que es toda alargada y que tiene una
ventana que da a un parque all� abajo, est�bamos todos muy juntos, los cinco
hechos unos cristos, con los rabos tiesos debajo de la ropa y con un olorako a
sudor que tiraba para atr�s. Lo mejor de todo es que ten�as libertad total para
tocar la polla del primero que tuvieras al lao, o agacharte y olerle el paquete,
escupirle en la boca..., �lo que fuera!, y todo ello mientras habl�bamos con
total naturalidad.
Apagu� la luz y traje un par de velas. En la nevera hab�a
comida a punta pala, adem�s de cervezas y otras bebidas (que ocupaban la mitad
de los estantes; me encargu� de meter otra caja de doce para que nunca faltaran
fr�as).
-La cocina es vuestra, amiguitos �les anunci�-. Pod�is pillar
lo que se os ponga en la punta del nabo...
-Jajajaja, eso ser�a un buen juego �dijo Cerdo2-, jugar a
adivinar sabores desde la punta de la polla.
-Son las once y diez, mamonazo, eso est� prohibido todav�a.
-Bah, pues esperamos, comemos a las doce... jejeje.
Cerdo5 hab�a abierto uno de los armarios. Ten�a en su mano un
tarro de algo.
-Eh, t�os, qu� os parece si nos embadurnamos de cosas, mola
mogoll�n cerdear con la comida �propuso. Todos dirigimos nuestra mirada a Cinco.
Lo que estaba abriendo era un bote de mayonesa. Meti� el hocico en el tarro y
luego nos mir� a todos sonriendo como un payaso.
-�Qui�n me limpia la napia? T�, ven p�ac� �le orden� a
Cerdo2, que era el m�s alejado de �l-. A ver si adivinas a qu� saben mis mokos.
Dos se fue a su lao despacio y, cuando estuvo a diez
cent�metros de �l, abri� los labios lentamente para abarcar todo el napi�n con
la boca. Los dem�s aplaud�amos y Cinco murmuraba de placer y se re�a un poco.
Cuando se la dej� limpia, Dos nos sorprendi� con una osad�a mayor. Al principio
no sab�amos qu� pretend�a, pero Cinco nos sac� pronto de dudas.
-�Qu� cabr�n, me quiere arrancar con los dientes unos cuantos
pelajos de la napia! �A ver si puede el maric�n! �exclam� Cinco.
Cerdo3, por su parte, se llev� instintivamente dos dedos a la
nariz y se puso a arrancarse pelillos. Me mir� dando a entender que yo hiciera
lo mismo con mi napia para darle m�s pelos a Dos. Cerdo1 no se qued� atr�s y se
arranc� otros tres o cuatro. Cuando Dos termin� de arrancarle pelos a Cinco y
nos los ense�� en la lengua, le dijimos que ten�amos m�s para �l, que no se los
tragara todav�a. Uno, Tres y yo apret�bamos en nuestros dedos un racimillo de
pelillos cada uno que fuimos depositando en su lengua. Cuando ten�a los diez o
doce pelos en la puta lengua no hizo falta obligarle a tragar, lo hizo con mucho
gusto, los estuvo masticando un rato y luego se los trag�. Tres dijo que para
que no se le atragantaran le traer�a algo de beber. Se fue a la piscinilla con
un vaso vacio y vino al momento con el vaso medio lleno de meada (de la que a�n
quedaba de que hab�a echao Uno horas antes). Dos se pimpl� el contenido del vaso
y nos premi� con un erukto oloroso.
-�Y ahora qu� hacemos? �pregunt� acarici�ndose la barriga.
-Yo seguir�a en el sal�n viendo pelis �dijo Uno.
-Y comer �cu�ndo? �inquiri� Cinco, que andaba olisqueando en
la nevera.
-M�s tarde, cuando estemos en bolas �respondi� Uno-. Aunque
tambi�n me molar�a comer directamente de sobaco o relamiendo zapa. Lo que
quer�is.
Para entonces ya est�bamos entrando en el sal�n y alguien
estaba ya d�ndole al play. T�citamente aplazamos la hora de cenar. Nos
dispon�amos a ver el cuatro DVD de la tarde. En lugar de sudor, parec�a que las
gotas que nos ca�an de la frente y de los sobacos eran de aguas pestilentes.
Ol�amos como verdaderos cerdos a esas alturas y todos los colchones estaban ya
un poco h�medos de babas y meaos. Como no nos hab�amos quitao las zapas, los
colchones y las s�banas que los cubr�an adem�s de humedad presentaban un tono
negruzco y un poquillo de tierra incluso, mezclada con ceniza de cigarros y
porros. Los ceniceros se colmaron pronto, pero, en lugar de limpiarlos, les
permit� a mis amigos apagar las colillas donde les diera la gana, siempre que no
sali�ramos ardiendo. Al principio levant�bamos las s�banas y los apag�bamos en
el suelo, pero poco a poco nos animamos a apagarlos en las s�banas. Les asegur�
que eran viejas y que no importaba agujerearlas y destrozarlas.
-Por m�, como si os las quer�is meter por el culo... las
s�banas y las colillas, jejeje �les dije
As� que, cuando comenzaron los cr�ditos del cuarto DVD, las
s�banas estaban ya en un estado lamentable, llenas de agujerakos. Y, puesto que
todos fumamos, hab�a un humo del cop�n, que cargaba guay el ambiente.
El cuarto v�deo era de jugadores de rugby... muy cerdos. La
acci�n se desarrollaba en los vestuarios de un campo de rugby, con diez o doce
mamones protagonistas, casi todos un pel�n gordillos, lo que nos desilusion� al
principio. Pero cuando empezamos a ver las guarradas que hac�an y lo brutos que
eran los cabrones (parec�an ingleses), nos excitamos todos de forma incre�ble y
no pod�amos estarnos quietos. Yo ped� que alguien se sentara en mi boca, que
ten�a ganas de oler pedakos buenos y de retorcerme la napia con el culo de
alguno. Cerdo3 acudi� para darme gusto y me tuvo un buen rato calent�ndome el
aliento, sentao con sus vakeros sudaos aplast�ndome la cara. Cuando se apart�
todos se rieron de mi aspecto, que era como de reci�n incorporao de una almohada
de esparto.
Los t�os de la pel�cula se met�an en una especie de piscina y
all� hac�an de todo, mearse, escupirse, follar entre ellos como bestias y sobre
todo darse muchos ostiones por todo el cuerpo, patadones y pu�etazos, aunque sin
que llegaran a sangrar. Molaba mucho la peli, ten�a muy buen sonido y los t�os
eran unos salvajes desquiciados... como nosotros. Obtuvo puntuaciones notables
por parte de todos.
Cerdo1 propuso entonces otra cosa que obtuvo el benepl�cito
de todos. Siempre que nos movi�ramos o nos levant�ramos, lo har�amos andando a
cuatro patas, como buenos cerdos que �ramos. �C�mo no se nos hab�a ocurrido
antes! Pero acordamos no instaurarlo como una obligaci�n, sino como un derecho
de cada uno, a pesar de que, hasta que la reuni�n acab�, casi siempre hicimos
uso de �l. Nos sent�amos m�s c�modos as�.
En ese primer momento, y con la peli en pause, todos nos
pusimos a cuatro patas haciendo un corro. Se trataba de poner el hocico en el
culo del de al lao y andar como ponies en una feria. Estuvimos as� cinco
minutos, descojon�ndonos de lo lindo, y luego volvimos a darle al play.
Cuando termin� la peli eran pasadas las doce. Hab�a llegado
el momento de sacarse los nabos. Aunque no iba a ser el �nico, se trataba de uno
de los momentos m�s emocionantes de toda la reuni�n. Por fin �bamos a poder oler
polla fresquita, comer huevos sudaos, lamer el reques�n del culo, masticar las
pelotillas de mierda de los pies...
-Bueno, �y c�mo lo hacemos, coleguitas? �Alguna propuesta?
�pregunt� Cerdo2.
-S�, yo �dijo Cerdo1-. Que cada uno se despelote para los
dem�s durante un rato y que se monte el espect�culo que quiera para deleite
nuestro. �Tienes una mesa resistente, Cuatro?
-La traemos de mi habitaci�n. Ay�dame, Tres �resolv�.
-No, co�o, en una mesa no, que es muy inc�modo, colegas,
mejor en el suelo �corrigi� Cinco. Nos miramos y asentimos. S�, iba a ser mejor
en el suelo.
-Bueno, �qui�n es el primer cerdo? �Alguno se ofrece
voluntario?
-Yo mismo, hijos de puta �dijo Cinco separando los colchones
con los pies. Lo v�is a flipar con mi poll�n, nenazas.
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