Relato: El profesor y la ducha
Diez de la noche. Despues de un buen rato en el gimnasio de la universidad en la que dicto clases de historia me dirig� a las duchas. Ya solo quedabamos el encargado de los vestuarios y otro hombre al que yo hab�a visto antes en varias ocasiones en el gimnasio y de quien solo sab�a que era profesor de otra facultad. Nunca hab�a hablado con el, y, en mi condici�n de macho, nunca se me hab�a pasado por mi mente observarlo desde un punto de vista f�sico. Ya en los vestuarios me quit� rapidamente la camiseta empapada en sudor, me sent� para quitarme los tenis y en ese momento entr� Silvio, el encargado. Casi siempre yo sal�a de �ltimo, por lo que frecuentemente Silvio entablaba conversaci�n conmigo mientras recog�a el desorden y limpiaba el lugar. Muchas veces me desnud� completamente frente a el, y me duchaba en su presencia sin importarme, y esta vez no fu� diferente. Silvio deb�a tener unos 47 o 48 a�os, un tipo sencillo, acostumbrado a servir. Yo ten�a 41 y me encantaba hablar con la gente como el. Un par de veces habiamos hablado de mujeres, de que tal cual est� buena y de que la otra tiene tetas grandes, etc., t�pica conversaci�n de hombres. Esta vez el tema fu� sobre autos. Las duchas son completamente abiertas, sin mamparas de por medio y est�n separadas del vestier por un muro bajo sobre el cual casi todo el mundo deja la toalla mientras se ba�a, de tal modo que no hay barreras visuales. Mientras yo abr�a la llave del agua caliente, Silvio me contaba sobre el auto que hab�a comprado otro profesor. El agua moj� mi cuerpo y me dispuse a disfrutarla son prestar mucha atenci�n a mi interlocutor. Ya me hab�a olvidado del otro profesor cuando el ruido de la puerta del vestuario al abrirse me sobresalt� un poco. Era el, y tambi�n ven�a sudando a chorros despu�s del fuerte ejercicio.
Pasado el sobresalto inicial continu� ba�andome normalmente. La presencia del otro hombre no me inquietaba en lo absoluto. Silvio, por el contrario se call� y pareci� ponerse un poco nervioso, al momento sali� con la excusa de buscar algo.
El profesor anonimo se desnud� rapidamente, sin embargo al entrar a la zona de las duchas lo hizo con los pantaloncillos puestos. Eran blancos, cl�sicos, y parec�an nuevos. Esto me caus� curiosidad y, por un momento me qued� mirando como se marcaba su paquete dentro de ellos. A los pocos segundos reaccion� y segu� ba�andome, pero sent� una leve punzada de excitaci�n que me confundi�. El hombre salud� con una inclinaci�n de cabeza y procedi� a abrir la llave del agua.
Una vez alcanzada la temperatura adecuada, el profesor se meti� bajo el chorro y observ� como el agua mojaba su cuerpo y sus calzoncillos volviendolos casi transparentes y marcando una buena verga. Como dije anteriormente, nunca habia sentido ning�n tipo de atracci�n f�sica hacia otro hombre, y me hab�a ba�ado miles de veces frente a tipos desnudos, pero ver ese paquete transl�cido, medio oculto y medio a la vista me excit� irremediablemente.
Trat� de voltearme un poco para que el hombre no notara como mi verga crec�a. Tom� el jab�n y comenc� a frotarlo rabiosamente sobre mi cuerpo, como castigandome por lo que me estaba sucediendo, pero cada vez que ve�a de reojo a mi compa�ero de ducha me excitaba a�n mas.
El hombre, tambi�n en sus cuarenta y tantos a�os, cerr� la llave del agua y procedi� a enjabonarse. Lo hizo met�dicamente, de arriba hacia abajo, y cuando lleg� al resorte de sus calzoncillos procedi� a levantarlo con la mano izquierda, metiendo la derecha con el jab�n y, de manera lenta llen� de espuma su miembro, cerrando los ojos y disfrutando el momento.
Yo estaba a mil. Y, la verdad, nada pod�a ocultar mi excitaci�n. Y justo, en ese maldito momento, el hombre me mir�, abri� de nuevo la llave del agua, dej� el jab�n sobre el muro bajo y, con las dos manos tom� el resorte de sus calzoncillos mojados y se los quit�.
Vi una verga que salt� timidamente, a�n no estaba parada totalmente, pero si se notaba su buen tama�o. Yo temblaba de la excitaci�n y los nervios. Vi como el hombre me miraba, serio pero con un leve rictus de camarader�a. Fingiendo que se ba�aba se acariciaba una y otra vez. Yo hac�a lo mismo, y en un momento vi como ya estabamos con las vergas duras, vergas de hombres, vergas acostumbradas a entrar en co�os de mujeres, pero que hoy se ponian como un riel por otro macho.
No s� porqu�, pero en ese instante me decid� a acercarme y, timidamente, tom� por primera vez en mis manos una verga ajena. Esper� un pu�o, un empujon, pero lo que sent� fu� la mano de otro hombre en mi propia verga. Tom� confianza y comenc� a masturbarlo, lo palp� y lo apret�, el hac�a lo mismo con mi miembro r�gido. Nos fuimos acercando y perdiendo el temor. Estabamos mojados, el agua a�n sal�a de las llaves y los dos nos masturbabamos mutuamente.
En un momento dado sent� como el l�quido preseminal sal�a de su verga. Cuando estoy con mujeres, y mi verga comienza a lubricar, siempre se las pongo en la boca para que me la mamen, eso me arrecha mucho. En esta ocasi�n yo fu� el que quise mamar. No s� porqu�, simplemente me agach� y me met� su verga en la boca. Sent� como el profesor se tensionaba de placer y me decid� a chuparla completamente, sin asco, como lo hacen las mujeres con mi verga.
Y, mientras estaba mamando por primera vez otro miembro viril, de reojo v� como Silvio, medio oculto por el armario de las toallas nos ve�a y se pajeaba encima del pantal�n de dril caqui del uniforme. El vi� que lo hab�a descubierto y se asust�, pero al ver que yo continuaba, sin sacar de mi boca ese hierro caliente, sali� de su escondite y, abiertamente se sac� su propio miembro y comenz� a masturbarse sin pudor.
El profesor no se hab�a dado cuenta de la situaci�n y, mojado como estaba, me tom� la cabeza y comenz� a moverse fren�ticamente, metiendo completamente su verga enorme en la boca. Hasta que se derram�. Yo solo sent� un chorro caliente de semen en la cara, un chorro espeso, blanquecino, delicioso. Mi primer bocado de leche de otro hombre.
El profesor, con una �ltima contracci�n abri� los ojos y en ese momento vi� a Silvio. Se asust� un poco pero inmediatamente se calm�, me levant� suavemente y, con un gesto de la mano lo hizo acercarse a nosotros. En ese momento entend� que ellos ya hab�an tenido sus encuentros y que Silvio se imaginaba lo que iba a pasar, por eso su nerviosismo inicial. Lo que yo no imaginaba era que el profesor se arrodillar�a y comenzar�a a mamar las dos vergas al tiempo. Eramos tres hombres, disfrutando de otros hombres. Esto fu� demasiado para mi y comenc� a derramarme sobre la cara del profesor y la verga de Silvio, y el hizo lo mismo. Sent� su leche en mu verga y como el profe la esparc�a con sus labios sobre los dos miembros.
La excitaci�n di� paso a la confusi�n, me ba�e rapidamente, me vest� y sali con la cabeza dando vueltas.
Las siguientes veces en el gimnasio no le dirig� la palabra a Silvio, el miraba y bajaba la cabeza. Poco despues se termin� el semestre y me sali� una mejor oferta laboral, por lo que me retir� de esa universidad. Nunca los volv� a ver, sin embargo, ahora cada vez que una mujer me mama la verga me acuerdo del sabor del semen del profesor an�nimo, de esa arrechera en las duchas, y eso me excita a�n mas.