EL RODAJE
Capitulo 1: ZOO/F, V (mono)
Empezare diciendo que me llamo Raquel, tengo algo menos de
treinta a�os y que, sin ser ninguna belleza, soy bastante atractiva, aunque
reconozco que a los hombres siempre los he atra�do mas por mi exuberante f�sico,
dotado de unas firmes curvas, algo mas que generosas, que por mi cara.
Y, hasta hacia muy poco, viv�a con mi novio en la ciudad.
Pero una tarde, al regresar a mi casa unas horas antes desde
el trabajo, por culpa de una repentina y molesta jaqueca, me lo encontr� d�ndose
el lote con una de mis mejores amigas en nuestra propia cama, ambos medio
desnudos y la mar de divertidos al parecer.
Ni que decir tiene que desde ese momento me quede sin novio y
sin amiga.
Debido a este inesperado y desagradable incidente decid�
adelantar unos d�as mis vacaciones de verano y marcharme en julio en vez de en
agosto, como hab�a previsto, para tratar de olvidar lo cerdos que pueden llegar
a ser algunos hombres.
Cuando llame a mi anciana madre para decirle lo que hab�a
pensado hacer me comento que mi hermano se hab�a trasladado hacia poco mas de
una semana, a la vieja casa que tenia nuestra familia en el pueblo, y que pod�a
pasarme a verle antes de ir al extranjero.
He de confesarles que he sido una ferviente admiradora de mi
hermano mayor desde que era una ni�a, admiracion que seguia profesandole. Pues
no en vano Lucas es el aventurero de la familia y, desde que se marcho de mi
casa, ha desempe�ado mil y un oficios diferentes.
Ha sido bailar�n, electricista, m�sico, fontanero,
representante, acr�bata, actor, instalador de videos de seguridad, ayudante de
veterinario y, la ultima vez que me escribi�, me contaba que era ayudante del
domador de animales de un peque�o circo de provincias que actuaba en el
extranjero.
Como lo cierto es que tenia muchisimas ganas de volver a
verlo, no me lo pense dos veces, y me fui hasta el peque�o pueblo donde hab�an
nacido mis padres, pues all� estaba la vieja casa del abuelo. Esta se encontraba
en las afueras, algo alejada de la poblaci�n, pero en perfecto estado de uso;
pues mis padres, o mis t�os, sol�an pasar por la localidad alguna que otra vez,
a lo largo del a�o, para mantenerla habitable y en buen estado.
Cuando llegue, sin avisarle, me lo encontr� hecho un
autentico desastre.
Estaba mucho m�s delgado que la ultima vez que lo hab�a
visto, un par de a�os atr�s, y presentaba un aspecto general de desali�o y
cansancio que me hizo pensar que se encontraba enfermo.
Me preocupo tanto su mal aspecto y semblante que casi no
repare en el peque�o monito que se escond�a juguet�n entre sus piernas. Este era
un chimpanc� joven, muy gracioso, que llevaba una serie de raros aparatos atados
en la cabeza, los brazos y la cintura.
Lo cierto es que el animalito era muy cari�oso y, en cuanto
mi hermano Lucas lo solt�, se me echo encima, loco de alegr�a, para abrazarme
efusivamente, mientras jugaba con mi larga melena morena, de la que siempre me
he sentido bastante orgullosa.
Yo no entiendo nada de animales, aunque me gustan mucho, as�
que pense que su gran pene, si consideramos su peque�o tama�o, era normal. Por
lo que procure no fijarme mucho, ni darle mayor importancia de la que tenia,
aunque he de confesar que atra�a la mirada con su gracioso pendular, golpeando
sus muslos a cada paso que daba.
Mientras Lucas me contaba algunos detalles de su azarosa vida
pasada, y se preocupaba por la m�a actual, Brutus, que as� se llamaba el mono,
dejo de interesarse por mi pelo y, sent�ndose en mi regazo, empez� a jugar con
mis grandes pechos, toquete�ndolos con sus peque�as manitas.
Como mi hermano no le daba la menor importancia y el animal
los apretaba con bastante cuidado y suavidad, decid� tratar de ignorarlo yo
tambi�n.
Pero cuando al fin se me endurecieron los sensibles pezones,
marc�ndose de un modo llamativo en la ropa y Brutus empez� a lamerlos y
mordisquearlos delicadamente a trav�s de la fina tela de la camisa, decid� que
hab�a llegado el momento de quit�rmelo de encima.
Iba a hacerlo cuando Lucas me susurro que me estuviera quieta
y que no me moviera, no supe porque me lo dec�a hasta que me fije en que el
monito estaba intentando soltar uno de los grandes botones de la camisa. Me
quede tan absorta como mi hermano viendo los encomiables esfuerzos que realizaba
el h�bil animal por soltar el bot�n en cuesti�n.
Parec�a que el pobrecillo iba a desistir de lograrlo cuando,
al fin, consigui� soltar uno de ellos.
El monito enseguida aprendi� como deb�a hacerlo y, en breves
instantes, me hab�a desabrochado otros dos botones m�s; los justos para poder
meter los dos bracitos dentro de mi camisa, y tratar de liberar uno de mis
grandes senos de la opresi�n del sujetador.
Como el que llevaba puesto ese d�a era de fino encaje cedi�
enseguida a sus fren�ticos tirones, dejando uno de mis abultados senos
completamente a la vista del osado animal.
Mi grueso fres�n endurecido atrajo pronto su inter�s. Pues el
glot�n, pellizc�ndome suavemente el gordo pez�n, intento met�rselo dentro de la
boca, sujet�ndose con la otra manita a mi pecho para entrar de cabeza por el
amplio escote de mi camisa entreabierta.
Yo, bastante sofocada, no sabia como reaccionar ante su
s�bito ataque, pero por suerte fue justo en ese momento cuando Lucas, loco de
alegr�a, me lo quito por fin de encima, y se lo llevo a la cocina, para darle un
par de pl�tanos como recompensa a su esfuerzo.
Cuando se le paso la euforia me cont�, bastante abatido, cual
era su problema.
En primer lugar me llevo a ver a otros dos animales, un
precioso pastor alem�n llamado Atila, y un enorme orangut�n al que llamaba
Cesar. Estos tambi�n ten�an esos curiosos chismes atados en la cabeza, y en la
barriga, adem�s de en las manos del orangut�n.
Seg�n me ense�o Lucas un rato despu�s lo que ten�an puesto en
sus cuerpos eran unas peque�as c�maras de v�deo que mandaban la imagen a diez
peque�os televisores, uno por c�mara, que estaban acoplados a un aparato de
v�deo que pod�a poner en marcha cuando quer�a, gracias a un control remoto, y
grabar de esta manera todo lo que se ve�a a trav�s de ellas.
Seg�n me cont� mi hermano todo empez� cuando el domador de
monos del circo quiso sacrificar a Brutus. Ya que los padres se quejaban de que
su exuberante miembro no era lo mas apropiado para los ni�os, pues se fijaban
demasiado en el, y poco en la actuaci�n.
Lucas, que le hab�a cogido mucho cari�o al animal, ideo lo de
las c�maras en la cabeza y en las manos, para ver si as� le sacaba alguna
utilidad cient�fica y no lo sacrificaban, pero a nadie parec�a interesarle el
proyecto.
Hasta que un d�a, en una ciudad alemana, conoci� a un
promotor de pel�culas pornogr�ficas, que estaba interesado en saber si Brutus
pod�a servirle como partenair para la filmaci�n de alguna de sus pel�culas.
Estuvieron bebiendo y charlando durante toda la tarde, hasta
que a Lucas se le ocurri� que si pod�a a�adirle una de sus c�maras en la cintura
conseguir�a un rodaje muy original de todo el coito.
Al productor alem�n le pareci� una idea realmente magnifica y
le presto, aparte del dinero necesario para comprar todos los �tiles para el
rodaje, a Atila, un perro que hab�a sido entrenado desde que era un cachorro
para hacer el amor con mujeres; y, por su gran aparato, y su gran habilidad con
la lengua, se hab�a convertido en una estrella porno muy conocida.
Gracias a las influencias del alem�n tambi�n pudo sacar a
Cesar del viejo zoo en que estaba recluido. Ya que tambi�n su enorme miembro le
hab�a producido algunos problemas al director del mismo, ordenando por ello su
encierro en una celda aparte.
Mi hermano se trajo a toda la trupe a la casa de nuestros
abuelos, para poder trabajar en paz.
Y, con muchisima paciencia, hab�a conseguido que se
acostumbraran a llevar las c�maras bastante antes de lo que hab�a previsto;
pero, cuando cre�a haber conseguido lo m�s dif�cil, empezaron realmente sus
problemas con los animales.
Como el presupuesto de que dispon�a no daba para mucho Lucas
se hab�a tenido que contentar con utilizar maniqu�es comprados de segunda mano y
unas mu�ecas hinchables para que sus animales practicasen, y lo cierto es que
as� no adelantaba nada.
El perro estaba tan acostumbrado a hacer el amor con mujeres
desnudas, y dispuestas, que no se quer�a molestar ni siquiera lo mas m�nimo para
obtener su dulce recompensa.
Pues Lucas recompensaba a todos los animales con comida cada
vez que hac�an las cosas bien, como hac�an en el circo, pero Atila lo mas que se
dignaba era a olfatear, y a veces incluso lamer, las bragas, a la espera de que
su due�a se las quitase voluntariamente.
Y eso no le interesaba ni a mi hermano ni al productor. Pues
la idea era que se viera bien a las claras, gracias a las minic�maras ya
mencionadas, como los tres animales usaban sus habilidades innatas para desnudar
y poseer a las actrices de forma natural y espontanea.
Y no le iba mucho mejor con los simios.
Brutus hab�a aprendido r�pidamente a bajar sujetadores,
bragas y cremalleras para obtener su recompensa, que sol�a ser una especie de
pasta de pl�tano que Lucas untaba en los r�gidos senos de los maniqu�es y que al
monito le gustaba con locura. Acab�bamos de ver que tambi�n pod�a soltar botones
y, quiz�s, con un poco de practica, hasta aprender�a como abrir los broches y
corchetes.
Pero el simp�tico Brutus no quer�a saber nada de las mujeres
en el aspecto sexual, mucho dinero tuvo que tirar mi hermano en contratar
prostitutas hasta que se convenci� de que el ap�tico animal no sent�a el menor
inter�s en hacer el amor con una hembra humana.
Y con Cesar, el orangut�n, ni siquiera llego a intentarlo,
pues ninguna se quiso acercar a �l, a pesar de lo tranquilo y pacifico que era
el pobre animalito; aunque eso s�, mi hermano aun no hab�a conseguido que
soltara ninguna prenda sin romperla primero.
Yo misma vi como rasgaba rudamente la gruesa blusa que
llevaba puesta uno de estos maniqu�es, sin hacer ning�n esfuerzo, para saborear
despu�s, con toda tranquilad, la pasta de pl�tano, con una delicadeza que no
parec�a corresponder, en lo mas m�nimo, a su fiero aspecto.
Y a Lucas estaba apunto de acab�rsele el dinero de que
dispon�a, por eso estaba tan abatido, porque no sabia como iba a poder no solo
devolver lo que le hab�an dado, sino mantener despu�s a los dos simp�ticos
monos, que ya eran de su exclusiva propiedad.
A m� la verdad es que dinero no me sobra, pero si coraz�n,
as� que decid� usar el dinero que iba a emplear en el viaje para ayudar a mi
hermano en todo lo que pudiera, a ver si logr�bamos salvar su curioso proyecto,
aunque tuviera que hacer de cobaya para �l.
Solo le puse dos condiciones. La primera es que no me dejar�a
poseer por ning�n animal, pues era una experiencia que no me apetec�a tener en
absoluto. Y la segunda es que todo lo que se grabara durante las pruebas seria
borrado antes de que yo me fuera de la casa.
Mi hermano, ilusionado de nuevo, lo acepto todo sin dudar un
momento, y me instale en una de las habitaciones disponibles, con la esperanza
de que mi querido Lucas volviera a ser, muy pronto, el alegre compa�ero de
diversiones que era antes.
Capitulo 2: ZOO/F, V (mono, perro)
Al d�a siguiente empezamos las practicas con el peque�o
Brutus, pues era el que menos miedo me daba. As� que me unte un poco de pasta de
pl�tano en los pezones y me puse un top de cuero con cremallera, sin sujetador,
para ver como abr�a la cremallera.
El monito se me hecho encima, gozoso, nada mas verme, y
despu�s de alborotarme un poco el pelo se lanzo de lleno a jugar con mis
abultados pechos. Como el cuero no le permit�a acariciarme con comodidad no
tardo apenas nada en bajarme la cremallera y llegar hasta mis enormes pechos
desnudos. De los cuales se adue�o en breves instantes.
Yo lo ve�a todo, al igual que Lucas, a trav�s de las peque�as
c�maras que llevaba, y me sent� un poco incomoda al ver como las diminutas y
potentes luces que llevaban acopladas todas las c�maras permit�an observar, con
excesiva nitidez, como el monito lam�a y saboreaba mis gruesos pezones,
limpi�ndolos de la capa de pasta a base de lametones, hasta hacerlos endurecer.
Pero lo cierto es que mi hermano solo parec�a estar atento a
las h�biles maniobras de Brutus, as� que llegue a calmarme lo suficiente como
para disfrutar con la r�pida y �spera lengua que se enroscaba en mis r�gidos
pitones. Cosa que en verdad no me esperaba.
Mi hermano, como me hab�a prometido, nada mas terminar la
prueba se dedico a borrar toda la grabaci�n bajo mi intranquila y atenta mirada,
para despu�s dedicarse a trastear en sus complicados instrumentos, mientras yo
me daba una ducha r�pida con agua bien fr�a. Pues, para mi sorpresa, el monito
me hab�a excitado bastante mas de lo que hubiera cre�do posible.
Lo que yo no pod�a saber era que, en ese mismo instante, el
espabilado de Lucas estaba ultimando los detalles para acoplar su v�deo con otro
v�deo que tenia de repuesto, y que escondi� dentro de los otros aparatos, para
que ambos grabaran a la vez. As�, aunque borrara las cintas de v�deo en mi
presencia, aun le quedar�a otra copia en su poder.
Al final de mi relato sabr�n como he llegado a averiguar lo
que hizo el muy truh�n con todo lo que se grabo en las mencionadas c�maras a
partir de ese momento.
La primera grabaci�n que obtuvo de esa manera fue esa misma
tarde, con Atila.
El perro, metiendo su cabeza por debajo de la camisa, apenas
se digno a darme un par de rudos leng�etazos en mis senos, los justos para
limpiarme los pezones de mermelada.
Pero cuando Lucas, comprensivo, se fue del cuarto para
dejarnos solos y le ense�e mi intimidad, desnuda bajo la breve minifalda, se
convirti� en un autentico torbellino.
Les puedo asegurar que ning�n hombre hab�a conseguido jamas
hacerme alcanzar tanto gozo solo con la lengua, pues tuve que morder la camisa
para que mi hermano no oyera mis gritos de placer desde el comedor. Me corr� al
menos en tres ocasiones antes de que me diera cuenta de que el animal estaba
buscando ya la mejor posici�n para penetrarme.
Con las piernas temblando me aparte de �l como pude. Pues, a
pesar del enorme placer que me hab�a proporcionado, no estaba dispuesta a
dejarme poseer por un animal. As� que le deje solo en la habitaci�n, jadeando y
aullando de deseo insatisfecho, mientras me marchaba de nuevo a la ducha, para
intentar apagar el fuego que hab�a encendido en mi interior.
Creo que el dejar a Atila con las ganas de poseerme fue una
buena idea pues, en los d�as sucesivos, mejoro de forma prodigiosa su habilidad
para deshacerse de mis bragas.
Si estas me quedaban flojas se contentaba con introducir la
habilidosa lengua por uno de los laterales para alcanzar mi h�medo trofeo, al
que no me hacia falta untar de pasta para atraer su atenci�n; pero cuando me
quedaban ajustadas las rasgaba, con un seco tir�n de los dientes, para que nada
le impidiera saborear mi gruta todo el tiempo que pod�a soportar el placer.
Pero con los pantalones no hab�a manera, pues no sabia por
donde atacar.
Al final, tras muchos esfuerzos, conseguimos que, si le
dejaba abierta la bragueta, y me abr�a lo suficiente de piernas, metiera el
h�medo hocico hasta lo mas hondo, rompi�ndome las braguitas para saborear mi
dulce intimidad. Pero, aunque el placer fuera el mismo, la grabaci�n sal�a
fatal, ya que la c�mara no consegu�a enfocar correctamente. Lucas apenas
insist�a en comprobar la calidad de las grabaciones mientras ve�a el progreso de
los animales, pues se hacia cargo del apuro que yo pasaba, y que no disminu�a
hasta que borraba las cintas.
Pero eso si, �l pod�a ver las copias, a su antojo, cada noche
en su cuarto, todas las veces que le daba la gana; contemplando, c�modamente,
como disfrut�bamos todos.
Capitulo 3: ZOO/F, V (orangutan, mono)
En poco tiempo me hice una gran amiga de Cesar, pues todo lo
que tenia de grande lo tenia de bueno. Me pasaba las horas acomodada en su
regazo, dejando que buscara bichos imaginarios por mi larga cabellera, mientras
le�a alg�n libro.
Solo se interesaba por el resto de mi cuerpo cuando se lo
ped�amos; y entonces si que no hab�a quien le parara. El muy bestia, con solo
unos zarpazos, me dejaba con los dos senos al aire, para saborear, con mucha
parsimonia, y con mucho cuidado, la pasta de pl�tano que all� hab�a.
Me sent�a totalmente indefensa desnuda frente al enorme
animal, mientras sus grandes manazas se apoderaban de mis globos, rode�ndolos
casi por completo.
No me quedaba tranquila hasta que limpiaba mis senos de la
pasta a leng�etazos; ya que entonces, como mis lindos pezones le dejaban
indiferente, me dejaba marchar de su lado sin problemas.
A decir verdad, estos solo le interesaban al peque�o monito,
pues cada vez que lo solt�bamos me persegu�a por toda la casa, con la esperanza
de poder apoderarse de ellos.
En cuanto perfecciono la t�cnica de soltar botones no tardo
en aprender la manera de abrirme cualquier clase de camisa, o vestido, para
llegar en un pispas hasta el sujetador.
Una vez all� solo tardaba unos segundos en dejarme con ambos
pezones al aire, para poderlos mordisquear tanto rato como le dejara. Ya no
hacia falta que me pusiera nada en ellos, pues parec�a que su sabor le gustaba
mas que la mermelada que us�bamos.
Recuerdo con agrado aquella tarde en la que, aprovechando la
ausencia de mi hermano, me tome la libertad de deambular por la casa ataviada
tan solo con el pantal�n corto del pijama. Y este tan solo para evitar que Atila
hiciera de las suyas. Pues bien, Brutus paso toda la velada colgado de mis
globos, balance�ndose de uno a otro mientras me los lam�a ebrio de placer. No
solo se lo permit� sino que incluso me masturbe en un par de ocasiones al tiempo
que lo hacia.
Una noche Lucas se olvido encerrarlo en la habitaci�n de los
animales, o al menos eso cre�a yo entonces. Y, a la ma�ana siguiente, cuando me
despert� por la ma�ana, me lo encontr� durmiendo, acomodado entre mis opulentos
senos desnudos, aferrado a uno de mis pezones mientras chupaba del otro como si
fuera un bebe. Como tengo el sue�o bastante pesado no tengo forma de saber
cuanto tiempo estuvo jugando con mis pechos, pero mis irritados pezones me hacen
suponer que fueron muchas horas de degustaci�n.
Capitulo 4: ZOO/F, ZOO/f, V (mono, orangutan, perro)
Por todo lo narrado se har�n una idea aproximada de lo bien
que iban las cosas, hasta el d�a en que vinieron mis t�os a pasar la noche.
Ellos iban camino de la casa de sus suegros y pararon, como de costumbre, en
casa de mis abuelos, para que mi t�o pudiera descansar antes de seguir el viaje.
Como no ten�amos tel�fono su llegada nos pillo de improviso,
y no tuvimos tiempo de alojar a los animales en otro lugar mas id�neo.
Por suerte no sospecharon nada raro, y se dejaron convencer
de que las c�maras eran unos sensores m�dicos, y que el resto de los aparatos
eran para poder seguir con un experimento de veterinaria que mi hermano estaba
realizando esos dias. Como conocen el car�cter bohemio y estrafalario de mi
hermano mayor no insistieron mas en el tema y, cuando Lucas les aseguro
reiteradamente que no le importaba lo mas m�nimo dormir en el comedor, para que
yo pudiera usar su habitaci�n, se quedaron bastante conformes.
Ante la insistencia de mi peque�a prima, pues apenas acaba de
cumplir los quince a�os, Lucas tuvo que dejarle jugar con Brutus.
Y aunque ambos nos tem�amos que el monito vendr�a enseguida a
aprovecharse de mis pechos, nos quedamos sorprendidos al ver que no se separaba
de mi primita; pues, por mas caranto�as que le hici�ramos, solo asomaba su linda
y peluda cabecita de debajo del amplio peto de su pantal�n de granjera cuando
esta lo sacaba a la fuerza.
Dado que mi prima es tan escasa de pecho como mi t�a no
entend�a que inter�s pod�a encontrar Brutus en ella, hasta que mi hermano me
dijo, al o�do, que mirara lo que estaban grabando las c�maras. En cuanto lo hice
entend� lo que pasaba.
Resulta que mi prima escond�a un curioso secreto debajo de su
blusa, sus pezones, en relaci�n con sus senos, eran descomunales. Estos eran
casi tan gruesos como los m�os, y bastante mas largos; parec�an dos peque�os
dedos me�iques rosados, de los que Brutus parec�a haberse enamorado.
El animalito solo abandonaba uno para apoderarse del otro, y
as� estaba todo el rato, chupando y mordisqueando sin descanso, loco de
contento.
Con todo, lo mas sorprendente era el perfecto dominio que
ejerc�a mi prima sobre sus expresiones; pues, si no llegamos a ver la grabaci�n,
no nos hubi�ramos enterado de lo bien que se lo estaban pasando ambos, pues su
cara apenas reflejaba los escalofr�os de placer que deb�a sentir mientras Brutus
se amamantaba incansable de sus largos pezones.
Pero la verdad es que tenia una buena maestra, su madre, como
pudimos comprobar poco despu�s.
Durante la cena, que realizamos todos juntos sentados
alrededor de la gran mesa del comedor, mi t�o, gran amante de los perros, dejo
salir a Atila de su encierro forzoso, para que pudiera comer las sobras del
asado que mi t�a, y yo, hab�amos preparado.
Cuando vimos que Atila se met�a debajo del largo mantel nos
temimos lo peor, pues la amplia falda que llevaba puesta mi t�a esa velada, a
diferencia de los pantalones que llev�bamos el resto, permitir�an al animal
hacer de las suyas. No tardo mucho, ya que al poco rato pudimos escuchar el
caracter�stico ruido que hacia Atila mientras rasgaba sus bragas.
Su repentina rigidez me hizo suponer que el animal hab�a
logrado su objetivo, como de costumbre.
Pero ah� quedo todo, pues mi t�a sigui� cenando como si no
hubiera sucedido nada, no delatando por su imp�vida expresi�n que pasara algo
raro bajo la mesa.
Como el ruido que hac�amos al comer amortiguaba los que se
pudieran producir bajo el mantel, aproveche que tenia que ir a la cocina a por
unas viandas para acercarme, en una carrerita, al cuarto de mi hermano, y
quitarme las dudas que tenia.
No me equivocaba en mis suposiciones, pues all� pude ver, en
un clarisimo primer plano, como unas bragas destrozadas enmarcaban su rosada
cueva, donde la �spera lengua de Atila entraba, una y otra vez, para saborear
sus jugosos l�quidos mientras la llevaba al borde del orgasmo.
El resto de la cena me lo pase admirando la incre�ble sangre
fr�a que ten�an, madre e hija, para satisfacer sus mas �ntimos deseos sin que
nadie se percatara de sus l�dicos actos.
Pero eso no era nada comparado con lo que sucedi� luego,
cuando nos fuimos a dormir.
Dado el car�cter fr�volo de mis familiares, y el
apasionamiento de Atila, decid� llevarme al perro a mi habitaci�n, para que
pasara la noche conmigo, y evitar que mi ardiente t�a pudiera armar alg�n
alboroto si decid�a visitarlo en su cuarto, como le�a en su mirada.
Antes de acostarme decid� revisar las c�maras de Brutus, que
dormir�a con mi prima, como era su deseo, y de esta manera fui testigo de los
libertinajes de la peque�a.
Pues la muy picara se acost� completamente desnuda con el
h�bil monito.
As�, mientras el animal segu�a divirti�ndose a costa de sus
curiosos pezones puntiagudos, pod�a masturbarse en la soledad de su habitaci�n,
meti�ndose los deditos en la intimidad como yo hab�a hecho tan solo unos dias
antes.
Eran unas escenas tan er�ticas las que se estaban grabando en
el v�deo que termine por despojarme de las braguitas, para que Atila calmara mi
creciente ansiedad con su larga y �spera lengua, mientras yo me acariciaba mis
sensibles pezones endurecidos. Creo que ambas alcanzamos el violento orgasmo
liberador casi a la vez. Creyendo que ya hab�a acabado todo, borre las cintas,
apague los televisores, y me dispuse por fin a dormir.
Perdi�ndome as� el resto de los sucesos de aquella noche, y
que hubiera debido saber.
Para no tener mas problemas con Atila, que se hab�a excitado
mas de la cuenta durante la velada, decid� dormir con los pantalones cortos
puestos, pues en la reducida habitaci�n no hab�a ning�n sitio donde atarlo.
La mejor prueba de su tremenda excitaci�n estaba en que no
dejo de lamerme los pechos desnudos en ning�n momento hasta que me quede
dormida, les confieso que de puro agotamiento, mientras �l segu�a lamiendo mis
gruesos y duros pezones sin descanso; siendo esta la primera vez que lo hacia
voluntariamente y sin est�mulos.
Durante la madrugada so�� que hab�a hecho las paces con mi
exnovio, y que ambos nos devor�bamos a besos en el parque al que sol�amos ir de
vez en cuando, para celebrarlo.
En ese raro estado de vigilia en el que no distingues la
realidad de los sue�os me pareci� que no era mi novio, sino Atila el que
introduc�a su afilado hocico dentro de mi ansiosa boca abierta; enredando su
larga lengua en la m�a, mientras saboreaba y lam�a mis labios.
Quiero creer que fue solo eso, una vulgar pesadilla, pues
despu�s so�� que le hacia a mi exnovio una espectacular mamada, de las que a �l
tanto le gustaban. Chup�ndole a fondo hasta tragarme el abundante semen que
mano.
Y no quiero ni pensar que el raro sabor de boca, con el que
me despert� al otro d�a, se debiera a otra cosa distinta de lo que cene.
Lo que Lucas si pudo ver, y grabar, fue lo que hicieron mi
viciosa t�a y su no menos viciosa hija, cuando todos dorm�amos. Pues mi prima
logro por fin que Brutus se interesara por los espesos fluidos que tan
abundantemente hab�an manado de su gruta.
La forma en que lo hizo fue de lo mas natural y l�gica.
En vista de que el monito no prestaba la menor atenci�n a la
h�meda abertura que hab�a desnudado en su honor la jovencita, ni corta ni
perezosa se apodero de su grueso cipote.
Una vez en su poder se dedico a restregar la sensible punta
por su hendidura una y otra vez, hasta que por fin Brutus reacciono. As�, con un
poco de ayuda de su parte, consigui� que el inteligente monito la penetrase por
su virginal abertura rosada. Pero no deb�a ser lo suficientemente estrecha, pues
este al poco rato decidi� cambiar de agujero, y buscar otro mas peque�o.
Por fortuna la posici�n de mi prima era la adecuada y
localizo su abertura mas estrecha enseguida.
Su pasividad y permisividad ante esta inusitada intromisi�n
dejo bien patente que no le importaba demasiado por donde la hicieran feliz...
mientras lo hicieran.
Yo no conoc�a los progresos de Brutus en el aspecto sexual,
ni tampoco los de Cesar.
Pues mi lujuriosa t�a, cuando aquella noche entro
sigilosamente y medio desnuda en el cuarto de los animales, en busca de Atila, y
no lo encontr�, decidi� probar fortuna con el orangut�n.
Al ver que Cesar permanec�a indiferente ante los escasos
encantos que hab�a desnudado para �l, por mas que se los mostrara e insinuara,
decidi� estimular su grueso miembro con sus ardientes labios gordezuelos, como
seg�n dicen sol�a hacer con su ap�tico marido, para pod�rselo introducir a
continuaci�n, cuando estuviera en plena forma. Como de costumbre.
Pero le sali� el tiro por la culata, pues al orangut�n le
gusto demasiado sentir su h�meda lengua degustando su enorme y r�gido cilindro;
y, sujet�ndola firmemente por la cabeza, le impidi� levantarse de su entrepierna
hasta que hubo eyaculado, en su interior, en tres ocasiones sucesivas, como
m�nimo.
Mi t�a se marcho frustrada de la habitaci�n, habiendo
ense�ado a Cesar bastante mas de lo que deb�a saber acerca de las virtudes de la
felaci�n.
Capitulo 5: ZOO/F, V (mono y perro)
La ma�ana siguiente fue bastante ajetreada, pues ayude a mi
despechada t�a a ordenar y limpiar gran parte de la casa, antes de que, por fin,
se fueran.
Lucas, que hab�a tenido ocasi�n de ver, y guardar, todo lo
que se hab�a grabado durante la pasada noche, empez� a mirarme de un modo
extra�o, aunque en ese momento yo no me diera cuenta de nada en absoluto.
Despu�s de comer estaba tan cansada que decid� dormir la
siesta, y como hacia bastante calor decid� aprovechar la soledad de mi
habitaci�n para dormir completamente desnuda.
Mirando hacia atr�s sospecho que tuvo que ser mi espabilado
hermano el que ayudara a Brutus a colarse por la ventana entreabierta de mi
dormitorio, supongo que para poder grabar aun mejor mi cuerpo desnudo, gracias a
la abundante luz del d�a que se filtraba.
Solo que, como supondr�n, en su d�a no ca� en ello.
Lo �nico que recuerdo claramente es que tuve un dulce
despertar, mientras le murmuraba, en sue�os, a mi exnovio, que no entrara por
ese agujerito, que usase el de siempre, mientras meneaba de vez en cuando
inutilmente el trasero para incitarlo a salir del estrecho t�nel en el que se
hab�a alojado tan c�modamente.
Sin embargo fue el fuerte orgasmo el que me termino de
espabilar, y entonces si que me di cuenta de que el que me estaba poseyendo
fogosamente por tan incomoda entrada era el osado monito.
Este, firmemente aferrado a mis amplias caderas entraba y
sal�a con una rapidez endiablada, perforando mi estrecho conducto a conciencia
con su muy aceptable aparato.
Aprovechando, por lo visto, la involuntaria separaci�n de mis
piernas para hacer de las suyas.
Por suerte para el monito, el placer domino finalmente la ira
que me embargaba, y le permit� que siguiera penetr�ndome, hasta que su c�lida
eyaculaci�n me produjo el tercer orgasmo.
Luego ya no tuve valor para pegarle, pues hab�a disfrutado
tanto o mas que �l.
As� que separe aun mas las piernas y le deje hacer en paz.
Mi pasividad se vio premiada por una nueva enculada, que me
produjo varios orgasmos antes de que lograra obtener el su segundo.
Desde ese d�a Brutus se divert�a el doble conmigo, pues
adem�s de seguir disfrutando horrores con mis senos siempre buscaba la ocasi�n
propicia de meterse dentro de mis bragas, para intentar el acoplamiento. Eso si,
centr�ndo sus atenciones en mi orificio mas estrecho.
Lucas consigui� hacerse con unas grabaciones de lo mas
interesantes. Pues, aunque solo consigui� poseerme en algunas ocasiones, estas
fueron realmente memorables.
Una de ellas fue cuando Brutus logro introducirse dentro del
amplio mono de mec�nico que sol�a utilizar cuando limpiaba la casa.
Estaba limpiando los muebles en ese momento, as� que decid�
dejar que me lamiera los pechos tranquilamente, pues no me estorbaba y me daba
bastante satisfacci�n.
Y eso hizo, ayud�ndose con el arn�s de mi sujetador para
desnudar y apoderarse de mis sensibles pezones. Con los cuales jugo y lami�
durante un buen rato arranc�ndome apagados suspiros y gemidos de placer de vez
en cuando.
Hasta el momento en que, desliz�ndose por mi cintura, se
introdujo en la parte trasera de mis braguitas. Fue todo tan r�pido que no me
dio tiempo a reaccionar ni a quit�rmelo de encima antes de sentir su afilado
dardo haciendo las veces de supositorio, y despu�s me dio igual, pues el enorme
placer que sent�a bien val�a la molestia de su intromisi�n.
Otra ocasi�n fue cuando me sorprendi�, bastante excitada por
cierto, mientras fregaba los platos en la cocina, sola en la casa.
Esta vez, a pesar de saber lo que se propon�a, consent� que
trepara por mis piernas hasta alcanzar mi trasero, baj�ndome las bragas de un
tir�n hasta medio muslo no solo para que no le estorbaran durante el coito sino
para que le sirvieran de apoyadero.
Despu�s me tuve que agarrar al fregadero para no caerme, pues
las fren�ticas embestidas que efectuaba el monito por mi estrecho conducto con
su adorable bast�n, deliciosamente aferrado a mis caderas, me hicieron flaquear
las piernas.
Estaba tan enfrascada en mi propio placer que no me di cuenta
de que Atila se acercaba a nosotros hasta que lo tuve debajo.
Supongo que los espesos fluidos que manaban de mi fuente
deb�an de saberle a gloria al chucho libertino, pues se acomodo r�pidamente para
lamer a fondo mi desprotegida intimidad.
Estuve tanto rato recibiendo placer por ambos orificios a la
vez que termine por recostarme sobre el m�rmol, dado que mis piernas se negaban
a sostenerme ni un solo orgasmo mas. Aunque ellos siguieran abusando de mi
durante muchisimo mas rato.
Supongo que mi hermano guardo como oro en pa�o aquella
ocasi�n en la que, despu�s de ducharme, me acomode en el sof� con mi batin
entreabierto, para ver la tele.
Como Brutus ya me hab�a pose�do hacia unos minutos en el
aseo, antes de la ducha, estaba lo suficientemente desfogado como para saborear
mis pezones tranquilamente mientras yo com�a palomitas viendo la interesante
pel�cula.
Atila, con la cabeza sepultada entre mis piernas separadas me
lam�a el conejo met�dicamente, degust�ndolo con laxitud. El motivo de su apat�a
no era otro que el ba�o que le hab�a dado antes de ducharme. Pues, en vista de
que su nerviosismo no me permit�a lavarlo con facilidad hab�a optado por cogerlo
por su parte mas sensible. Dio el resultado apetecido, pues se quedo r�gido al
momento.
As�, mientras lo lavaba con una mano, usaba la otra para
masturbarlo con habilidad.
Cuando acabe mi trabajo manual estaba yo tan excitada como el
desfogado, por lo que permit� que entrara Brutus en el aseo para calmar mi
ansiedad.
Y, como ya iba siendo costumbre, lo hizo perforando mi
orificio mas estrecho, aquel que cada vez disfrutaba mas con sus visitas.
Por eso, a pesar de lo er�tico de la escena que describ�a al
principio, estabamos todos tan relajados.
Tanto que termine por quedarme dormida tal y como les he
descrito.
Cuando me despert� estaba arropada y acostada en mi cama,
aunque desnuda del todo.
Por lo que, en mi est�pida inocencia, supuse que mi hermano
hab�a echo de buen samaritano. Lo cierto es que aun no se que vio, o que hizo,
pero ahora me temo lo peor.
Capitulo 6: ZOO/F, V (mono y perro y orangutan)
Pero la mejor de todas las grabaciones la realizo mi hermano
el d�a que se llevo a Brutus al veterinario y me pidi� que diera de comer a los
otros dos animales en su ausencia.
Como hab�amos decidi� no contar ya con Cesar, en vista de lo
nervioso que se hab�a vuelto desde que se marcharon mis familiares, yo llevaba
casi una semana sin acercarme demasiado a �l, pues mi presencia le pon�a
fren�tico, y aun no sabia porque.
Esa ma�ana llevaba puesta solo una fina camisa de tirantes y
una minifalda, ya que quer�a aprovechar la ausencia de Lucas para hacer algunas
pruebas con Atila. Pues, aunque ya sabia, por propia experiencia, que estaba
listo para el rodaje, quer�a sentir su lengua por ultima vez.
Mientras el perro devoraba su comida me acerque al orangut�n,
para darle tambi�n la suya.
Supongo que fue un error.
Pues este, en cuanto me tuvo a su alcance, me tumbo sobre su
entrepierna y, sujet�ndome la cabeza, me introdujo el grueso miembro dentro de
la boca.
Como mi cabeza era muy peque�a para sus dos manazas solo uso
una para obligarme a chupar, mientras con la otra aferraba uno de mis enormes
senos, para que mi inmovilidad fuera total.
Tuve que aplicar toda la habilidad bucal de que dispon�a para
intentar que el rudo animal se corriera cuanto antes, pues no me atrev�a a hacer
ning�n movimiento brusco, para no irritarlo; y por que sabia que, arrodillada
como estaba a los pies del orangut�n, era muy vulnerable a cualquier tipo de
ataque por parte de Atila.
El perro, como si me hubiera le�do el pensamiento, pronto se
desentendi� de su comida y, con un simple mordisco, desgarro la d�bil protecci�n
de mis finas braguitas.
Aunque el enorme miembro de Cesar casi me asfixiaba intente
succionarlo lo mejor posible para que me soltara cuanto antes.
Pero no hubo forma.
Atila, experto en estas lides amorosas, pronto acomodo sus
patas en mis caderas y me posey�, gozoso, cuantas veces quiso.
Pues debido a los continuos e intensos entrenamientos que
hab�amos tenido estaba tan excitado que tuvo que eyacular varias veces en mi
interior antes de calmarse por fin.
Si he de ser sincera les dir� que pronto olvide el asco que
deb�a experimentar, pues el desconocido placer que sent�a al estar siendo
pose�da por dos gruesos miembros a la vez me hizo olvidar a que seres
pertenec�an. Por lo acabe entreg�ndome al acto con frenes�.
Al final, como no, alcanzamos m�ltiples orgasmos los tres,
acopl�ndonos en perfecta armon�a, mezclando nuestros sonidos guturales de placer
como si form�ramos parte de un incre�ble coro sexual de la selva.
Fue el coito mas salvaje que hubiera podido imaginar
Luego, mientras me duchaba, limpiando a fondo los restos del
combate, me arrepent� de haberme dejado enredar en semejante proyecto.
Pero la gran alegr�a del traidor de mi hermano cuando se
llevo, por fin, los animales, y las cintas grabadas a escondidas, me compenso de
los remordimientos que pudiera albergar por todo lo sucedido esos d�as.
De esto que les estoy contando hace ya mas de dos a�os, y yo
habr�a seguido manteniendo las buenas relaciones con mi hermano, que esta ahora
en un pa�s centroafricano, ayudando en un proyecto humanitario, de no haber sido
por los dudosos gustos sexuales de mi jefe en la empresa.
Yo no sabia nada de su vida privada hasta que el otro d�a, a
su regreso de unas gestiones en Alemania, me llamo para proyectarme un v�deo
pornogr�fico en su oficina.
La voz no era la misma, y aparec�a siempre con una banda en
negro sobre los ojos; pero, ni �l, ni yo, dudamos por un solo instante acerca de
la identidad de la protagonista de la pel�cula.
El traidor de Lucas hab�a consentido que el avispado
productor empalmara las mejores escenas de sus grabaciones hasta obtener una
pel�cula porno de zoofilia de primera a mi costa.
Mi jefe, como no, a cambio de su silencio me a convertido en
su esclava y amante.
Y lo peor de todo es que el muy cochino disfruta mas viendo
como me poseen la media docena de perros de caza que tiene en su chalet que
haci�ndolo �l mismo.
Casi todos los fines de semana me obliga a acompa�arle hasta
all�, para someterme a toda clase de perversiones y abusos, oblig�ndome a hacer
cosas inimaginables.
Y as� me veo ahora, como esclava de un depravado por intentar ayudar a un
ingrato.