Cap�tulo 3
Sonia corri� y corri� sin pararse ni un segundo. Estaba
aterrorizada y desesperada. Lo que m�s miedo le daba ahora era que se encontrara
con uno de esos seres. Al cabo de un rato los chillidos de los cazadores y los
disparos cesaron; s�lo se o�an las hojas de los altos �rboles movi�ndose al son
de la brisa y el canto de los grillos. La chica se par� un momento, poni�ndose
las manos en el est�mago, con la respiraci�n acelerada. Estaba casi agotada y no
pod�a correr m�s. Entonces, en uno de los intervalos en que la luna aparec�a
entre las nubes, pudo ver a mano izquierda y a unos veinte metros una vieja
caseta cuya puerta estaba entreabierta. Se acerc� decidida a buscar alg�n sitio
donde esconderse, almenos durante la noche, y pens� que podr�a resguardarse en
la casa.
As� pues, con paso decidido, se acerc� a ella. La temperatura
ambiete hab�a bajado considerablemente y el fr�o se le enganchaba terriblemente
en las piernas; la chica empezaba a estar tambi�n helada.
Ya en la entrada de la casa, empuj� la puerta despacio,
abri�ndose �sta sin dificultad pero emitiendo un chirrido. No se ve�a nada en el
interior, estaba completamente oscuro. Sonia, todo y saber que podr�a llamar la
atenci�n de los vampiros, abri� su bolsa, �nica cosa que pudo coger antes de
escapar, y rebuscando en ella sac� una peque�a linterna. La encendi� apuntando
al suelo y luego dio una r�pida repasada al interior de la caseta. Hab�a varios
muebles viejos dispuestos a lo largo de la pared junto con una mesa vieja a la
que le faltaba un canto. Encima de uno de los muebles hab�a dos candelabros con
velas puestas y medio gastadas. Por el suelo hab�a arena y pod�an verse varias
pisadas. En otra de las paredes pudo ver una ventana con los marcos de madera
arrancados y los cristales rotos. Del techo colgaba una bombilla rota de la que
sal�a un largo y retorcido cable que, despu�s de un corto recorrido, desaparec�a
por dentro de la pared. Al fondo se ve�a otra puerta que daba acceso a una
peque�a habitaci�n. Sonia se acerc� lentamente y despu�s de entrar vi� que en el
suelo hab�a varios tablones de madera y al final una plancha tambi�n de madera y
con los bordes reforzados con un oxidado metal colocada de forma que tapaba una
especie de agujero.
En el exterior de la casa el viento continuaba soplando, esta
vez con m�s fuerza. A lo lejos varios lobos aullaban. Sonia, al oirlo, se
estremeci� y saliendo de la peque�a habitaci�n se sent� en un rinc�n, apag� la
linterna y rode�ndose las rodillas con los brazos, agach� la cabeza y se puso a
llorar en silencio. Estaba desesperada y ten�a mucho miedo.
Poco despu�s le vino a la cabeza algo en lo que no pensaba:
-El m�vil! �exclam�. Y buscando de nuevo en la bolsa sac� su
tel�fono, lo encendi� e intent� llamar. Pero por desgracia la cobertura en aquel
lugar era totalmente nula y aquella pizca de esperanza que tuvo en encontrar
ayuda desapareci� por completo.
-Joder! Y ahora que hago? �se dec�a mientras se frotaba las
l�grimas de la cara.
De repente, en la habitaci�n adyacente se oy� un ru�do, era
de maderas golpeando unas con otras. Sonia se qued� muy quieta y callada
pensando en la plancha que hab�a visto y en el agujero que posiblemente hab�a
debajo. Fuera, el canto de los grillos ces�, oy�ndose �nicamente el chocar de
las copas de los �rboles movidas por el viento. En la habitaci�n se segu�a
oyendo ese ru�do de tablones movi�ndose. A la chica se le hizo un nudo en la
garganta y se mor�a de miedo, sobretodo cuando pudo divisar una sombra que
apareci� justo delante de ella, en la entrada de la habitaci�n.
Estaba temblando de p�nico mientras segu�a con dificultad a
la sombra, que empez� a moverse hacia la derecha, en direcci�n a los muebles.
Entonces, se oy� el abrir de un caj�n. Aquella sombra, fuese lo que fuese,
estaba manipulando algo peque�o; entonces, de repente, la caseta se ilumin�
vagamente con la luz de una cerilla.
Sonia vio entonces, enfrente de ella y de espaldas, a un
individuo grande, de 1.80 m m�s o menos. Llevaba unos pantalones tejanos
desgarrados por abajo y una camiseta de tirantes negra que le dejaba al
descubierto unos brazos que aparentaban estar muy musculados. En la cabeza, una
larga cabellera despeinada y negra, le ca�a hasta los hombros.
El personaje dirigi� la cerilla hacia los candelabros y una a
una fue encendiendo las velas ante la aterrada mirada de Sonia, que permanec�a
en el suelo temblando. Pocos segundos despu�s, el ser se gir� y la mir�. Su
rostro era igual de terror�fico que el de los otros; era sin duda, otro vampiro!
-Mmm... Hola preciosa. Bienvenida a la entrada de nuestra
guarida. Es todo un placer para mi que hayas venido a visitarnos �le dijo con un
tono dulce y amable. Entonces sonri� ense�ando los dientes y Sonia pudo ver los
largos y afilados colmillos que ten�a.
La chica se levant� de un salto y mir� hacia la puerta.
Quer�a salir de all� corriendo. Pero entonces, la puerta se abri� de golpe y
entraron dos vampiros m�s, que se la quedaron mirando con ojos penetrantes.
Sonia dio un grito de terror. Estos �ltimos llevaban el rostro manchado de
sangre.
-Mmm! Aqu� est� la zorrita que nos faltaba! �gru�� uno
relami�ndose un colmillo. Y se acercaron a ella lentamente.
-Basta! Apartaos! Esta presa es m�a! Vosotros ya os hab�is
alimentado! �murmur� el vampiro de las gre�as. Entonces, los otros dos, haciendo
caso del que parec�a ser su jefe, se apartaron hacia un lado, aunque sin
quitarle la vista de encima a la chica.
Sonia se lanz� de golpe hacia la puerta para escapar, pero el
vampiro jefe, por llamarlo de alguna manera, la agarr� del cuello con una
extraordinaria rapidez y habilidad y la empuj� contra la pared, sin soltarla.
Sonia tosi� por la presi�n que ejerc�a aquella fr�a mano en su garganta.
Entonces le agarr� con ambas manos la mu�eca al vampiro intentando soltarse.
Pero fue del todo in�til.
El vampiro la mir� entonces fijamente a los ojos. Los suyos
brillaron moment�niamente con un color rojizo. Sonia, que por una extra�a raz�n
no pod�a apartarle la mirada, sinti� que las fuerzas la abandonaban y a
continuci�n, aquella sensaci�n de terror y dolor fue desapareciendo y la chica
empez� a sumirse en un total estado de bienestar: el vampiro hab�a conseguido
hipnotizarla. �ste la solt� finalmente del cuello. La chica se aguantaba de pie
con dificultad, le temblaban las piernas, y era totalmente consciente de lo que
pasaba pese a no tener ya miedo.
-Mmm... que bien hueles peque�a �le dijo cogi�dole del ment�n
y acerc�ndosela a la cara. Despu�s de esto, baj� una mano y, pas�ndosela entre
las piernas, empez� a acariciarle el interior de un muslo y sigui� ascendiendo,
subi�ndole a la vez la minifalda, hasta que contact� con las bragas, que
presion� con los dedos hasta hundirlas entre los labios vaginales. Sonia dej�
caer la cabeza sobre el hombro del vampiro y emiti� un largo suspiro, notando
aquella mano entre sus piernas.
Despu�s de haberle acariciado durante unos segundos el sexo,
y ante la mirada de los otros vampiros, el jefe la tom� por la cintura y
levant�ndola del suelo la puso tumbada sobre la mesa, con las piernas colgando.
-Mmm... Hoy vas a experimentar algo que nunca olvidar�s
peque�a �le dijo acerc�ndose de nuevo a su cara. Entonces le gir� la cabeza y
empez� a chuparle el cuello, lentamente, pas�ndole la lengua de arriba abajo.
Hasta que levant� los labios superiores, mostrando los colmillos, dispuesto a
clav�rselos en la yugular, pero prefiri� esperar a tan dulce bocado. En lugar,
pues, de morderla, le cogi� el cuello del chaleco y de un fuerte tir�n le
arranc� todos los botones. Despu�s clav� una de sus largas u�as en el jersei
negro y tambi�n de un tir�n se lo desgarr� de arriba abajo, quedando la chica
con los pechos �nicamente cubiertos por el sujetador, una prenda que el vampiro
no tard� en quitarle. As� qued� pues, medio desnuda de cintura para arriba.
Ya con aquellos redondos pechos a su entera disposici�n, el
vampiro se dispuso a cogerlos y a manosearlos, hasta que acerc� la boca a uno y
empez� a chuparle el pez�n, haciendo c�rculos con la lengua, succion�ndolo de
vez en cuando. Sonia empez� a suspirar de nuevo. Aunque estaba sumida en un
estado confuso, la chica pod�a sentir placer. Poco despu�s, el vampiro abandon�
los pechos y fue bajandole la lengua por el vientre, hasta hundirla en el
ombligo; finalmente lleg� a la cintura de la minifalda. Se dispuso a
arranc�rsela tambi�n, pero vio que era m�s pr�ctico abrirle las piernas hasta
que la prenda roja le qued� toda subida. Lo que si acab� tambi�n en el suelo
hecho trizas fueron las braguitas rosa que llevaba, que le quit� facilmente de
un tir�n.
Y as�, Sonia qued� con las piernas abiertas, a total
disposici�n de aquel ser. Los otros vampiros emitieron un gru�ido de excitaci�n
viendo aquella maravilla de cuerpo, dese�ndolo tambi�n para ellos. Pero era del
jefe, y bien sab�an que no era aconsejable acercarse.
Momentos despu�s, el vampiro coloc� la cabeza entre las
piernas de la chica y empez� a separarle los labios vaginales con la lengua,
hasta acceder a su cl�toris, que lami� golosamente sin parar, tambale�ndolo de
un lado a otro. Sonia gimi� de placer. La chica estaba excit�ndose cada vez m�s,
todo y que en el fondo sab�a que estaba en peligro.
Uno de los otros dos vampiros acab� march�ndose en busca de
alguna otra presa para calmar su sed de sangre, pero el otro se qued� all�,
mirando con excitaci�n. El jefe no paraba de chupar el sexo de la chica mientras
iba acarici�ndole las piernas. La respiraci�n del vampiro era cada vez m�s
r�pida, hasta que en un momento dado se par� y alz� la mirada hacia el techo.
Entonces volvi� a ense�ar los dientes y empez� a gru�ir. Los ojos, que parec�a
que se le fueran a salir de las �rbitas, estaban inyectados en sangre, era como
si estuviera haciendo mucha fuerza. A los pocos segundos, los colmillos le
crecieron un par de cent�metros, qued�ndo mucho m�s largos y puntiagudos como
agujas. Finalmente mir� a Sonia y bajando la cabeza de golpe la mordi� en un
muslo, cerca de la ingle.
La chica dio un bote sobre la mesa y grit� de dolor al notar
el mordisco. Poco a poco su sangre estaba siendo succionada por aquel ser,
sediento de ella. El otro vampiro, tambi�n sediento y excitado a la vez, se
atrevi� a acercarse a�n m�s. El jefe no dijo nada, pues estaba como extasiado
bebiendo del muslo de Sonia. La pobre, sintiendo c�mo le vaciaban su l�quido
vital, perd�a cada vez m�s las fuerzas y se sent�a cada vez m�s d�bil, aunque la
cosa no terminar�a all�.
Pocos segundos m�s tarde, el jefe dej� de succionar y le sac�
los colmillos. De las heridas que le provoc� sali� sangre, y la chica se habr�a
desangrado de no ser por las medias, que hac�an m�s o menos la funci�n de
compresi�n. A continuaci�n, el vampiro jefe la mir� mientras se desnudaba de
cintura para abajo. Sonia, muy debil pero con las suficientes fuerzas para girar
la cabeza, mir� al vampiro y esta vez asustada vi� lo que le colgaba entre las
piernas: un pene que empezaba a ponerse erecto. El cuerpo del miembro estaba
todo cubierto por un entramado de gruesas venas de color oscuro, y al final, el
glande, tambi�n de color oscuro, cubierto en toda su superficie por una especie
de bultos que terminaban con un agujero.
El vampiro volvi� a poner los mismos ojos de antes mientras
se le pon�a la polla cada vez m�s dura y erecta. Finalmente se acerc� a la chica
y le separ� bien las piernas. Se cogi� el miembro y la penetr� de golpe,
cogi�ndole las caderas.
Sonia dio un grito seguido de un largo y fuerte gemido al
notar la violenta penetraci�n. Arque� todo el cuerpo y tir� la cabeza hacia
atr�s, apretando los ojos y gimiendo con la boca abierta. Entonces, el otro
vampiro, aprovechando que el cuello de la chica se hab�a puesto tan a tiro, se
avalanz� sobre ella y le mordi� en la yugular, clav�ndole los colmillos hasta el
fondo.
El jefe, ajeno a su monstruoso s�bdito, segu�a penetr�ndola
con r�pidas y fuertes embestidas. Sonia, que ten�a los ojos desorbitados, empez�
a tener palpitaciones, notando dolor en el cuello y sinti�ndose penetrada.
Entonces le pas� algo indescriptible, algo que parec�a imposible: entre aquella
sensaci�n dolorosa y desagradable empez� a sentir el enorme placer de un
orgasmo, recorri�ndola de arriba abajo.
Al cabo de unos minutos as�, el jefe, sin dejar de
foll�rsela, agarr� del pelo al otro vampiro y entre dientes le dijo:
-D�jala ya! No quiero que muera. Si nos bebemos toda su
sangre acabar� como todos los dem�s. Esta chica es especial, y he decidido
dejarla vivir, aunque a�n no he saciado mi sed.
El otro ser la dej� sin estar demasiado conforme y d�ndose la
vuelta desapareci� por la peque�a habitaci�n. As� pues, Sonia qued� sola con el
jefe vampiro, que segu�a embisti�ndola una y otra vez. Finalmente la penetr� a
fondo y se qued� parado as� durante unos segundos. Entonces se acerc� a su
cuello y le lami� las heridas ba�adas en sangre que le hab�a dejado el otro.
-Mmm! Est�s deliciosa! �exclam� -. Y diciendo esto los ojos
se le volvieron a inyectar en sangre y soltando un fuerte gru�ido se agarr� con
fuerza a las caderas de la chica, manteni�ndole el pene en una profunda
penetraci�n.
A continuaci�n el cuerpo de la chica volvi� a convulsionarse.
De nuevo not� una fuerte sensaci�n dolorosa. Pero esta vez no ven�a de otro
mordisco del vampiro, ven�a del interior de su vagina! De los agujeros
repartidos por todo el glande del vampiro salieron una especie de agujas que se
clavaron en ella, y mediante las cuales se pod�a tambi�n succionar la sangre,
como si se tratara de agujas hipod�rmicas. De esta manera el vampiro sigui�
tomando sangre. Sonia, al borde del desmayo, notaba como aquel pene en su
interior se estaba haciendo cada vez m�s grande y c�mo estaba cada vez m�s
caliente gracias a su propia sangre. Volvi� a gemir con fuerza, con las �ltimas
fuerzas que le quedaban; hasta que se desmay�.
A la ma�ana siguiente un grupo de rescate del pueblo encontr�
a la chica, casi muerta, tirada en un rinc�n de la caseta. Un helic�ptero la
llev� r�pidamente al hospital m�s cercano. Sonia estuvo una semana en coma y al
despertarse no se acordaba de nada. Max y los cazadores fueron encontrados sin
vida en el bosque y respecto a Philip, nunca encontraron su cuerpo... FIN