La vida junto a mi difunto esposo fue muy buena y nos
acostumbramos a una vida c�moda, no con tantos lujos pero si muy relajada. Sin
embargo el destino quiso separarnos tr�gicamente y me qued� viviendo sola con mi
hijo.

Mi marido se dedicaba a sus negocios en forma particular, y
como nunca pens� en que algo a si le pudiese pasar, sus cotizaciones las hac�a
por un sueldo muy bajo, por o que nos dej� una pensi�n muy miserable. Es por eso
que me vi en la necesidad de trabajar.

Un d�a al volver a mi casa, me encuentro con una carta que me
cambi� la vida completamente. Por razones comerciales, mi marido hab�a comprado
la casa a mi nombre y no estaba pagada. Aun faltando muy poco para completar el
monto, el banco la estaba lanzando a remate.

Busque por todos lo medios la forma de reunir el dinero, pero
para cualquier banco o casa financiera no era una persona rentable para que me
facilitaran el monto que necesitaba.

Estaba desesperada, la fecha ya se ven�a encima y no hab�a
podido encontrar a nadie que me ayudara. Al ir caminando por la calle, veo que
pasa un tremendo auto Mercedes Benz, y al mirar a su conductor veo que es
Rodolfo, estacion�ndose un poco m�s all�.

Rodolfo fue un amigo de mi marido. El ten�a una, mas que
excelente situaci�n econ�mica, con varias casa, y empresas propias.

Hace a�os atr�s tuvimos, digamos una buena relaci�n con el y
su se�ora, �bamos a su gigantesca casa, a la piscina, o asados, en fin
compartimos muchas veces y yo me hice en ese tiempo amiga de su se�ora. Sin
embargo esa relaci�n se acabo estrepitosamente cuando un d�a, su se�ora lleg� a
mi casa, llorando por que tenia muchas sospechas que su marido la enga�aba y yo
�. Que sab�a de las infidelidades de su marido, termin� por confirmar sus
sospechas, gan�ndome el odio de ese hombre.

Me trague mi orgullo y comenc� a caminar hacia donde el se
hab�a estacionado, sin saber que decirle. Afortunadamente fue el, el que me vio
y se acerc� a saludarme. Ya hab�an pasado varios a�os de eso y pens� por un
momento que eso ya hab�a quedado en el olvido.

Me salud� muy afectuosamente y me pregunt� como estaba. Le
dije que la verdad, no estaba muy bien y antes que le comenzara a contar mis
problemas, me invit� a tomarme un caf�. Entramos a una cafeter�a y nos sentamos
en un lugar apartado. Comenzamos a hablar mi problema.

Mientras yo hablaba, sent�a como ese hombre estaba pensando
en algo. Pens� en que llevaba a ese hombre a estar escuchando mis problemas,
despu�s de haberlo perjudicado tanto y todo me llevaba a que el de alguna forma
quer�a vengarse, mas, la presi�n que llevaba por detr�s me obligaba a seguir
hasta las �ltimas consecuencias, aunque tuviese que acostarme con ese hombre
para salvar nuestra casa.

El me miraba fijamente y despu�s de escucharme muy
detenidamente, y sonriendo seguramente al verme tan desesperada, me hablo. Por
su sonrisa yo sabia que el me ten�a a su disposici�n, pero no me importaba,
estaba dispuesta a todo, como se lo plante� disimuladamente en nuestra pl�tica.

Me dijo que el, era un hombre muy poderoso y que el dinero no
era problema para el. Que el pod�a tener la soluci�n a mi problema, pero a
cambio de algo, obviamente. Esperaba que me propusiera que me ten�a que acostar
con el, o algo parecido, pero su propuesta me dej� helada.

Me dijo que el me odi� mucho, ya que por mi culpa, su
matrimonio hab�a fracasado, y que estaba muy alegre de ver que al fin su
venganza estaba por llegar. Yo, sin poder evitarlo, se me sal�an las l�grimas
mientras lo escuchaba.

Fr�amente me dice que el esta dispuesto a cancelar el total
de la deuda a cambio de verme a mi mantener relaciones con otro hombre y el
estar ah� presente tomando fotograf�as. La idea me no me pareci� tan
descabellada, y se acercaba a lo que yo hab�a pensado, adem�s no ser�a la
primera vez, ya que en muchas ocasiones mi marido incluso hasta nos filmo
teniendo relaciones y en fin, todo ser�a por mi casa, adem�s que hac�a tiempo
que yo no estaba con nadie y pens� que un buen sexo no me vendr�a mal.

Sin embargo, cuando el se dio cuenta que yo acced�a, me dice
que el hombre con el que yo ten�a que tener relaciones �. Era con mi hijo.

Lo trat� de degenerado, depravado y no se cuantas cosas mas,
el solo me miraba y sonre�a. A la finales me levante y cuando estaba a punto de
irme, el me dijo que si cambiaba de parecer, sab�a donde encontrarlo.

Me fui a casa, y al llegar me puse a llorar
desconsoladamente. Mi hijo que estaba en su habitaci�n sali� a consolarme. El
estaba al tanto de nuestra situaci�n y se lamentaba de no poder hacer nada para
remediarla.

Ya un poco mas tranquila seguimos conversando, hasta que sin
darme cuenta le termin� contando de mi encuentro con Rodolfo y su depravada
petici�n.

Mi hijo no dijo nada, solo me abrazaba y me acariciaba el
cabello. A la noche siguiente, me sentada en el living de mi casa, tom�ndome un
trago, para pensar, cuando llega mi hijo. Al ver mis ojos llorosos, nuevamente
se sienta a mi lado y me consuela. Yo no me pude contener y romp� en llanto.

Permanecimos abrazados en el sill�n, yo con la cabeza apoyada
en su falda y el acarici�ndome la cabeza. De repente el me dice que hab�a
pensado todo el d�a tratando de buscar una soluci�n a nuestro problema y que no
encontr�, salvo cumplir a propuesta de ese hombre.

Nos quedamos callados un largo rato, sin hablar, pensando
ambos en esa propuesta hasta que el rompe el silencio y me pregunta si yo
estar�a dispuesta hacerlo. Me demor� mucho en responderle, pensando 1000 veces
en que pasar�a, hasta que ya vi�ndome sin ninguna escapatoria y viendo que mi
hijo tambi�n lo hab�a pensado, y estaba sufriendo al verme a mi sufrir, le
respond� que si.

Hablamos un poco del tema, tratando de convencernos de que lo
har�amos por amor, que esto nadie tendr�a que saberlo, en fin una serie de
ideas, llegando en com�n acuerdo que lo har�amos.

Esa misma noche llame a Rodolfo y le dije que est�bamos
dispuestos. Cerramos las condiciones de pago, que se har�a en efectivo antes de
hacerlo y el qued� de pasarnos a buscar al otro d�a.

Eran las cinco de la tarde, me encontraba en mi casa fu ando
un cigarrillo, cuando siento la bocina del auto de Rodolfo afuera de nuestra
casa. Mi hijo estaba en su habitaci�n, lo llam� y ambos salimos, sent�ndonos en
el asiento de atr�s del auto.

Rodolfo r�pidamente se dirigi� a las afueras de la ciudad,
donde se encontraban los moteles mas privados. Mientras avanz�bamos, mil cosas
daban vueltas en mi cabeza, mientras mi hijo, sin decir nada, solo me tomaba de
la mano, d�ndome su apoyo.

Entramos los tres a una caba�a, mientras Rodolfo cancelaba la
habitaci�n, yo y mi hijo nos mir�bamos, pensando en lo que vendr�a.

El saca de su auto un portafolio y lo coloca sobre la cama.
Se sienta en un sill�n, prende un cigarrillo, mientras yo contaba el dinero.

Estaba todo, el total que yo le hab�a comentado.

El le dice a mi hijo que se acueste en la cama y el obedece
sin oponer ninguna objeci�n. Mientras que a mi me pide que me saque la chaqueta
que llevaba. Luego me pide que comience acariciar el pene de mi hijo, por sobre
el pantal�n y tuve que hacerlo. A mi hijo le ordena que le toque los pechos. Yo
sent�a verg�enza de estar tocando a mi propio hijo, y trataba de no mirarlo.
Cuando escucho la orden que le da a mi hijo, y siento la mano de mi hijo sobre
mi pecho, un escalofri� recorre mi cuerpo.

Rodolfo continuaba en el sill�n mirando el fruto de su poder.
Se excitaba al ver como el dinero era capaz de hacer que una madre y un hijo,
pudiesen llega a una situaci�n como esa.

Le ordena a mi hijo que se desnude y a mi me pide que me
saque mi blusa y mi brasier. Mientras lo hac�amos, el continuaba fumando su
cigarrillo, de ves en cuando tomando algunas fotograf�as, y sin perder ning�n
detalle de nuestro actuar. Me sent� sucia desnud�ndome delante de mi hijo, y mas
aun cuando el me orden� que le tomara su verga entre mis manos. Sin embargo, me
llev� una gran sorpresa al ver como mi hijo se hab�a desarrollado durante todos
esos a�os. Esa peque�a cosita que tenia entre sus piernas, se hab�a transformado
en una gruesa verga, que seguro cualquier mujer desear�a.

Las instrucciones siguieron y siguieron, mientras yo con mi
hijo, segu�amos al pie de la letra cada una de ellas.

Aun sent�a algo de verg�enza al verme desnuda ante mi hijo,
pero parte de mi lo estaba disfrutando. Sent�a como su boca succionaba
fuertemente mi pecho, sintiendo el roce de mi pez�n contra su lengua, el
contacto de su mano contra mi pecho me hacia estremecer.

Rodolfo le ordena a mi hijo que me termine de desnudar
completamente. Trataba de no mirar a mi hijo, ocultando mi verg�enza, que poco a
poco se estaba transformando en placer, placer que mis genitales ya empezaban a
acusar, cuando siento sus manos deslizando mi calz�n hacia abajo, sintiendo la
humedad que ah� se generaba al dejar mi sexo al desnudo.

La siguiente orden no se hizo esperar. Esta vez me fue dada a
mi, orden�ndome introducirme la verga de mi hijo en la boca. Al verme entre las
piernas de mi hijo, con su verga entre mis manos y con mis labios semi abiertos,
vi en el rostro de mi hijo, como sus ojos se cerraban y se entregaba al placer.

Debo reconocer que para mi era una sensaci�n deliciosa,
comenc� a sentirme muy excitada al sentirme observada y esta con esa verga en mi
mano, gruesa, dura, ese olor a hombre, a verga que hace tiempo no sent�a, y mas
aun siendo la de mi hijo.

Suavemente la introduje en mi boca, suavemente, sintiendo
cada pliegue, cada cent�metro de esa hermosa herramienta penetrar en mi boca.
Con mi mano la sosten�a desde la base y la acomodaba ,, bajando hasta meterla
completamente , para luego sacarla suavemente.

El sabor era delicioso y ya no lo hacia forzada, era un
manjar en mis labios que degustaba palmo a palmo, luchando conmigo misma para no
comenzar a gemir como una perra en celo, tratando de guardar la poca dignidad
que me quedaba.

Rodolfo en su sill�n se hab�a sacado su verga y se masturbaba
suavemente viendo como la madre se engull�a la tranca de su hijo, y como el , ya
completamente excitado, comenzaba a gemir y hacer fuerzas para no terminar
eyaculando en la boca de su madre.

Estar ah� en cuatro patas, con la verga de mi hijo sumergida
en mi boca era exquisito, pero ya mi entrepierna, jugosa ped�a a grito que le
brindaran un poco de atenci�n. Pod�a sentir como unas peque�as gotas de ella
escurr�an por las partes interiores de mis muslos, estaba deseosa de verga y
esperaba ya desesperada la nueva instrucci�n de Rodolfo.

Afortunadamente no se hizo esperar y Rodolfo me ordena que me
siente sobre mi hijo. Trate de poner una cara de molesta , pero me fue
imposible, mi hijo claramente se dio cuenta que yo lo estaba disfrutando al
igual que el.

Ya con una pierna a cada lado de su cuerpo, tom� su verga con
mi mano y la dirig� a mi h�medo sexo a punto de explotar. Al sentir la punta de
su verga rozando mis genitales fue el cielo y al sentarme sobre esta, haciendo
que se introdujera hasta el fondo de mi ser, sintiendo como esta se alojaba en
lo mas profundo de mi, me mat� y no aguant� mas y comenc� a acabar, descargando
una enorme cantidad de gusgos sobre mi hijo. El se debe haber dado cuenta por mi
mirada y agarr�ndome con sus manos mis nalgas comenz� a moverse mas fuertemente
regal�ndome uno de mis mejores orgasmos de mi vida.

Sent� como mi hijo se esforzaba por no acabar y prolongar su
goce. Tal como para comenz� a ser un placer, me di cuenta que el tambi�n estaba
disfrutando enormemente al igual que yo y decid� hacer que ese momento, un
momento inolvidable.

Casi olvidando que Rodolfo nos observaba y sin recibir
ninguna instrucci�n de el, me baje de mi hijo y me recost� a su lado, subiendo
una pierna por sobre el para que me penetrara por detr�s. El tambi�n ya no
segu�a �rdenes y tom�ndome de las caderas, me penetr� por detr�s.

Su verga entro sin ning�n esfuerzo en mi mojada concha y una
y otra vez se introduc�a hasta el fondo. Ya no fing�a y sent�a como sus gemidos,
acusaban una gran erupci�n de semen. Por mi parte la calentura y morbo del
momento se apoderaron completamente de mi , y olvidando que era mi hijo, y al
sentir que como su semen golpeaba las paredes interna de mi vagina, comenc� a
gemir como un perra y a tener mi segundo y h�medo orgasmo, al mismo tiempo que
Rodolfo, ya con los pantalones completamente abajo, tambi�n acababa
estrepitosamente.

Luego de eso, salimos los tres del motel y Rodolfo nos dej�
en la casa. En todo el trayecto, ninguno de los tres dijo nada, sin embargo mi
vida cambiar�a para siempre.

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