Relato: Mujer al fin: primera vez Mi primera experiencia
En la escuela, en tercer grado mis amigos eran mas adelantados que yo.
Nos sentabamos en las carpetas del fondo y en los recreos hablaban de sexo, no eran expertos ni bien informados pero hablaban, y yo escuchaba. Se dec�a que �cachar�(copular) era meter la pinga en el poto y cuando alguno me pregunto si me �hacia la paja�(masturbaba) no supe que decir, no sabia que significaba eso.
Sin embargo yo si me masturbaba, y me gustaba mas cuando me ponia ropa de mujer. Hab�a visto algunas revistas con fotos de parejas teniendo sexo y una de ellas me impresion� particularmente donde la femina penetrada en cuatro patas mord�a sugestivamente su labio inferior mostrando en el rostro inconfundibles signos de gozo y placer.
Imaginaba que era yo esa mujer, y en cuatro patas me masturbaba ansiando sentir el mismo placer que producir�a un extasis similar en mi rostro.
En la escuela, las cosas se pusieron mas picantes. Algunos amigos accedieron a ser �cachados� por los mas adelantados. Consist�a en sentarse con ropas encima de otro y se realizaban movimientos coitales. Siempre con la ropa puesta. Al maximo, el que estaba abajo extraia el pene del pantalon pero nunca hubo una real penetraci�n o al menos yo no la vi o no me enter�.
Se hac�an competencias por quien se movia mejor, se hacian cambios de parejas y hasta se acariciaban los pechos simulando que alguno tuviese verdaderos senos de mujer.
Yo no participaba de estos juegos, no me parec�a correcto, pero lo deseaba.
En mi casa, pas� de querer ser la mujer de la foto a imaginarme como uno de mis amigos que era montado, y en especial ser montado por Alberto, que era mi compa�ero de banca y quien me atra�a mas, era flaco y mas alto que yo y sin duda era el mas ardiente de todos.
Alguna vez jugando, uno me propuso hacer el caballito; es decir yo parado se montaba encima mio y me cabalgaba como jinete y yo caminaba imitando un corcel. Un juego inocente. Mientras lo hizo, descendi� un poco por el movimiento y tambi�n un poco por su peso y sus partes quedaron encima de mis nalgas. Me di cuenta de ello e hice como si nada sucediera, mas bien intencionadamente no lo sujetaba bien acomodandolo para sentir mejor sus partes encima mio y moviendome como una yegua propiciando este dulce roce que yo empec� a disfrutar. Por un momento sent� cosquilleos y revoloteos de mariposas en mi estomago, hasta que Alberto se di� cuenta de ello y me pidi� hacer lo mismo con �l a lo que yo me rehus�, quizas por pudor, quizas por miedo a que me descubriera.
Pocos dias despues, durante un recreo en que nos quedamos en el salon me dijo:�Te cacho�
Y yo acced�, un poco por curiosidad, un poco por que me tomo desprevenida y mas que nada por que yo lo deseaba.
Me sent� encima suyo, siempre con la ropa puesta, y volv� a sentir las mariposas y el cosquilleo, sent�a sus partes duras entre mis nalgas y mi excitaci�n se acrecentaba. Alberto me tomo de la cintura y empez� a moverse adelante y atras, mi cabeza se balanceaba al compas de sus movimientos y una senzaci�n de vertigo y abandono me invadi�, por un momento me sent� perdida y con mis caderas acompa�� a Alberto en sus movimientos, frotando y disfrutando del pene erecto y duro que Alberto empujaba contra mi.
En un momento, Alberto pretendi� extraer su pene del pantalon y frotarlo desnudo contra mi, yo no quise y este momento m�gico lleg� a su fin. Me repuse y me sent� recatadamente en mi carpeta pidiendole que mantuviera lo sucedido como secreto. No lo hizo y algunos compa�eros me propusieron hacerlo y yo no acced� a ninguno.
En mi casa, disfrutaba a solas recordando mi fugaz experiencia con Alberto. Me hab�a procurado un par de medias de nylon, una tanga diminuta robada a una de mis primas cuyo hilo posterior se introduc�a divinamente en la linea que separaba mis nalgas, una mini tambien robada que me quedaba cortisima y que mostraba la redondez de mis carnes. Mis senos, por alguna maravilla de la naturaleza hab�an crecido un poco y mis pezones se hab�an hinchado y con la peque�a blusa blanca transparente robada tambien para variar, mi apariencia era la de una adolescente desvergonzada que me encantaba mirar en el espejo.
Un d�a, a solas en casa y vestida as�, tocaron a la puerta con insistencia, me puse una bata para cubrir mis ropas femeninas y abr�: Era Alberto que me venia a buscar para pedirme prestado un cuaderno de la escuela. Lo hice pasar y le dije que estaba por meterme a la ducha ( por eso la bata), fu� a mi cuarto a buscar el cuaderno que me hab�a pedido y se lo llev�.
Alberto se hab�a percatado que estabamos solos, y acercandose me dijo: �Quieres que te cache ahora que estamos solos?�. Me abraz� por detras y pego su pelvis contra la mia, sujetandome de la cintura con sus largos brazos. Yo me mor�a de verguenza que me viera vestida como estaba as� que me negu�: - �Estas loco� - le dije. Pero �l no me solto y en el forcejeo mi bata cedi� un poco mostrando mis piernas con las medias puestas y la minuscula falda que no cubr�a nada.
Alberto me mir� con ojos de alegr�a y me dijo: �pero si eres una ni�a o al menos quieres serlo!�
No sab�a que hacer, asi que le propuse que me dejaria �cachar� si el no comentaba nada en el colegio ni con ninguno. Sonriente me asegur� que mi secreto quedaria seguro con �l y me pidi� que me quitara la bata para poder admirarme.
Insegura acced�, con un poco de verguenza, era la primera vez que alguien me veia as�.
Alberto abri� los ojos asombrado y me dijo: �Estas riquisima� - mientras lascivamente se relamia los labios con una expresi�n por demas cachonda.
Se acerc� a mi y me abraz�, empez� a lamerme el cuello con su humeda lengua y con sus manos me atra�a hac�a el mientras jugueteaba con mis nalgas casi desnudas. Tir� mi cabeza hacia atras y lo deje hacer disfrutando del momento, me estaba excitando y me daba cuenta que mis fantasias a solas estaban a punto de hacerse realidad. Alberto se fij� en mis incipientes senos y desatando la blusa inici� a besarme los pezones y a tirar de ellos con los labios y hasta con los dientes, me encantaba lo que hac�a y algunos gemidos escapaban de mis labios. Esta vez fu� yo a abrazarlo por la cintura y a atraerlo a mi para sentir la dureza de su miembro en mi estomago, mientras �l no dejaba de amasar mis nalgas y mis piernas.
Alberto se despoj� de sus ropas, no me pidi� mi consentimiento, no hacia falta. Admir� su falo erecto que me apuntaba. - �Chupa� - me dijo y yo no me pude resistir. Me arrodill� delante a �l como hab�a visto en peliculas y me llev� a la boca aquel mazo de carne. Inexperta, me vinieron arcadas, pero quer�a disfrutar este momento as� que insist� hasta que me acostumbr� a esta presencia en mi boca y en mi garganta. Con mi lengua saboreaba el glande y los liquidos que brotaban en abundancia y con mis labios jugueteaba en toda la extensi�n del viril musculo.
Mi Alberto disfrutaba y me instaba a continuar y yo obedec�a hasta que inesperadamente se vino en mi boca. Sorprendida no supe que hacer, pero instintivamente atin� a seguir succionando y mamando como queriendo extraer todo el liquido blanco que me inundaba, que chorreaba por la comisura de mis labios y que habia tragado disfrutando por primera vez de su dulce sabor.
Sent� perderse la rigidez entre mis labios, excitada y conforme por haber hecho gozar a mi macho me alc� pero Alberto quer�a mas, me despojo de mi falda y ante la vista de mi diminuta tanga y de mis carnosas nalgas, la flacidez di� paso casi de inmediato a una nueva erecci�n.
-Ponte en cuatro � me orden�.
Si, yo tambi�n quer�a mas y obedec�. Hizo a un lado el hilo que cubr�a mi raja y apunt� su verga a mi virginal agujero. Empuj� y el dolor se hizo presente.
-Espera- le dije � hazlo despacio, soy virgen-
Esta vez con mas cuidado, coloc� la punta de su falo en mi orificio, y con suave presi�n empez� a penetrarme. Lubricado por sus propios jugos, esta vez el dolor de la defloraci�n era mas soportable, cerr� los ojos y me concentr� en percibir cada milimetro de musculo que me invad�a hasta que su pelvis entro en contacto con la mia. Estaba totalmente ensartada y sus vellos pubicos cosquilleaban en mis partes intimas. Mis contracciones involuntarias me producian placer y la idea de haberme entregado totalmente me hac�a volar de ilusi�n.
Alberto comenz� a moverse tomandome de la cintura y bamboleandome a su ritmo se repiti� en mi la senzaci�n de vertigo y vacio que habia experimentado dias atras, pero esta vez con el gozo de sentirme perforada y el placer generado por el movimiento de este mastil en mis entra�as.
Infinitos minutos estuvimos as�, �l penetrandome y yo soportando estoicamente estas embestidas. Le ped� cambiar de posici�n, se sent� en el sof� y al verle el falo asi erecto me dieron ganas de saborearlo una vez mas, lo mam� con pasi�n dejandolo impregnado de una mezcla de saliva y liquidos seminales. Acto seguido me coloqu� encima de �l, tome su miembro con una mano, lo acomod� en posici�n y me dej� caer clavandome yo misma. Empece a cabalgarlo a mi ritmo, tratando de extraer el maximo del placer con cada arremetida, Alberto se ech� en el sof� y yo con una mano le acariciaba el pecho y con la otra jugaba con sus testes induciendolo a que me penetrara mas profundamente. Me tom� de los hombros y me atrajo a �l, mi espalda se pos� sobre su pecho, sus manos acariciaban mis pezones y sus dedos los presionaban como queriendo orde�arme, un hilo de placer comunicante entre mis tetas y mi esfinter se iba acrecentando con cada presi�n y con cada penetraci�n, incontrolables gemidos lujuriosos emanaban de mi ser, Alberto besaba mis oidos y a cada lenguetazo propinado desde el cuello hasta las orejas sucedian nuevas contracciones en mi hasta hace poco virginal agujero. Mi voz entrecortada suplicaba y mis caderas se movian freneticamente para alcanzar el orgasmo tan deseado, minutos interminables de desenfreno y de pasi�n ocurrieron hasta que Alberto con un formidable abrazo presionandome contra �l estall� dentro mio propiciando en mi el climax esperado. Repetidas contracciones involuntarias de mi anillo se estrellaban con la dureza de acero del musculo que me penetraba prolongando el extasis del momento y arrancando al mismo tiempo exhalaciones de placer en mi macho semental.
Al final, la voragine de la pasi�n di� paso a la paz de la satisfacci�n, las agitadas respiraciones se calmaban, los musculos se distendieron, el viril miembro se desliz� fuera con un �ltimo destello de placer, nuestros ardientes cuerpos se abrazaron, un tierno beso uni� nuestro labios, el mundo se detuvo por un momento y le fu� ofrecido el nacimiento de una nueva mujer.
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Relato: Mujer al fin: primera vez
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