Relato: Arwen... Luego de la marcha de la comunidad del anillo de Rivendel, Arwen tendr� su propia aventura con Orcos y un Troll aunque un poco mas cachondos...
Arwen Galopaba distra�damente y sin rumbo por los lindes de Rivendell, sumida en sus pensamientos. La partida de Aragorn con la comunidad del anillo la hab�a dejado triste y necesitaba despejar su cabeza observando la naturaleza.
Estuvo vagando unas horas, absolutamente abstra�da de todo intentando no pensar en nada, cuando un ruido unos metros delante de ella la devolvieron a la realidad. Un r�pido vistazo fue suficiente para darse cuenta que se hab�a alejado mas de lo debido de su hogar, hacia el Este, lo que en esos tiempos significaba peligro. Clav� su aguda mirada para determinar el origen de aquel ruido. Era un quejido lastimoso de un cervatillo que parec�a sufrir alguna herida grave.
Se acerc� cautelosa prestando atenci�n a sus alrededores, pero todo parec�a estar bien. El animal yac�a tendido unos metros delante de ella y sufr�a una herida bastante grave en una de sus patas delanteras. Se baj� de su caballo para intentar ayudar al pobre animal y cuando estuvo a menos de un metro de �l not� que la herida estaba claramente hecha por una espada de Orco. Intent� sacar la suya porque imagin� que los atacantes deb�an estar cerca, pero fue demasiado tarde, una red mal tejida y pesada cay� sobre ella sorprendi�ndola antes de que pudiese siquiera acercar su mano a la empu�adura.
- Mir� lo que tenemos aqu�! � Dijo una voz �spera � Este d�a de caza ha sido muy productivo! � Una carcajada horripilante retumb� entre los �rboles a la cu�l se sumaron muchas mas.
Comenzaron a aparecer unas seis figuras deformes de entre la vegetaci�n, acerc�ndose a la indefensa Arwen que intentaba en vano liberarse de la red. Eras seis orcos sucios y deformes, de sus bocas brotaba una saliva sanguinolenta y sus ojos llenos de odio se fijaban en la pobre elfa.
Uno de ellos se acerc� al cervatillo y abri� r�pidamente un tajo en el cuello del desdichado animal que se sacudi� unos instantes antes de quedarse inm�vil. Lami� la hoja de su espada saboreando la sangre de la cu�l se hab�a impregnado y le dedic� una sonrisa macabra a la elfa que observaba con espanto.
- Eso es lo que te espera a t� tambi�n, tengo ganas de saborear sangre �lfica en la cena. � Le dijo el que parec�a el l�der de aquel grupo.
Los otros orcos que se hab�an acercado a Arwen, tomaron la red en la cu�l estaba envuelta. Comenz� a gritar con desesperaci�n, esperanzada de que alguien pudiese oirla. Pero la realidad es que se encontraba lejos de Rivendell y las posibilidades de que pudiese llegar ayuda eran pocas.
- Nadie te va a oir desde aqu�, est�s muy lejos de casa � Dijo el que llevaba la voz mandante. � Haz que se calle, no soporto los alaridos de los elfos, lastiman mis oidos. � Orden�.
Antes de que pudiese girar para ver, uno de los orcos que estaban rode�ndola, agit� su mazo y le asest� un golpe contundente en la cabeza a la pobre Arwen que cay� inconciente a la hierba. El delicado y sedoso cabello moreno comenz� a te�irse levemente de la sangre que comenzaba a manar de su cabeza.
Los orcos liberaron de la red a la elfa inconsciente, le sujetaron pies y manos y la ataron a un tronco cercano, dej�ndola tirada sobre la tierra humedecida.
Se dedicaron tranquilamente a trozar y comer al cervatillo crudo, mientras re�an despreocupadamente. Cuando hubieron terminado su almuerzo, hicieron un fuego y se recostaron con sus est�magos llenos de carne tierna.
Un l�quido tibio, amargo y desagradable que ca�a sobre la cara y boca despert� a Arwen de su inconciencia. Su cabeza le lat�a y dol�a insoportablemente, abri� sus ojos y el l�quido entr� en ellos por lo que comenzaron a arderle insoportablemente.
- Creo que el peque�o ba�o a despertado a nuestra princesa � Dijo uno de los orcos mientras orinaba en la cara a la alfa que todav�a yac�a en el suelo. � Todav�a tengo punter�a, primero en la boca, luego en sus ojos!! � Re�a mientras sacud�a su miembro para descargar las ultimas gotas de su or�n sobre la elfa.
Arwen tosi� con repugnancia sacando de su boca el amargo l�quido. Jam�s hab�a sentido un sabor tan desagradable en su vida. Sus ojos le ard�an y no pod�a ver. Por un momento dese� que los orcos terminasen con aquella tortura y humillaci�n, la muerte parec�a un pl�cido destino, mucho mejor que lo que estaba viviendo en ese momento y el que se imaginaba que llegar�a en cualquier momento.
- No me arruines la comida de esta noche! � Dijo el que parec�a ser el l�der desperez�ndose de su siesta, repudiando a su compa�ero que orinaba sobre Arwen.
- No creo que nos comamos su linda carita, tenemos todo el resto! � Le contest� enfadado.
El que hab�a orinado, sac� su navaja y cort� las ropas de Arwen, dej�ndola completamente desnuda y las tir� para avivar el fuego que hab�an hecho.
- Creo que es un cuerpo que ser�a una l�stima no aprovechar antes de que termine en nuestros est�magos, hab�an visto alguna vez una piel tan limpia y perfecta? � Dijo sorprendido el orco mientras pinchaba con su navaja uno de los gl�teos de Arwen haci�ndole una peque�a herida. � Es tan limpia que me da asco, no s� si podr�a comerla en este estado.
- Creo que tienes raz�n � Dijo el l�der � No nos vendr�a mal un poco de diversi�n antes de la cena.
Se acerc� al cuerpo inm�vil de Arwen mientras liberaba su miembro sucio, maloliente y lleno de ampollas con pus y llagas de entre sus pantalones. Se arrodill� cerca de su cara y comenz� a refregarlo contra ella.
Arwen que a�n no pod�a ver por el ardor de sus ojos pudo sentir el hedor amargo de aquel miembro putrefacto que le caus� nauseas y estuvo a punto de desfallecer nuevamente.
- Nunca hab�as tenido algo as�. No princesa? � Le dijo con una sonrisa entre dientes � Ahora lo vas a sentir en tu garganta!
Dicho esto, empuj� aquel putrefacto miembro dentro de la boca de Arwen traspasando su garganta. Pod�a sentir las protuberancias de aquella inmundicia y un sabor nauseabundo que cre�a insoportable.
El orco agarr� fuertemente los pelos de la elfa y comenz� a tirar de ellos para poder llegar mas profundo dentro de ella con violencia.
El que hab�a orinado sobre ella, se acomod� detr�s de la elfa y sin pre�mbulos le penetr� el inmaculado orificio vaginal.
- Que bien se siente la concha de esta cerdita �lfica, la voy a taladrar hasta que no pueda m�s! � Le dijo mientras arremet�a con violencia y velocidad.
Arwen solo pudo liberar un sordo ruido con su boca llena del miembro del orco unos instantes antes que una de las embestidas atraviese su garganta ahog�ndola temporalmente.
El miembro ampollado y sucio entraba y sal�a de su vagina en un frenes� casi desquiciado, mientras el otro empujaba su miembro en su boca una y otra vez.
El ruido de aquello despert� a los otro cuatro orcos del grupo que a�n dorm�an su siesta.
- Eh! Comenzaron la diversi�n sin nosotros! � Dijo uno de ellos que ya se sacaba las inmundas ropas y dejaba al descubierto su cuerpo deforme, horrendo y maloliente.
Lo mismo hicieron los otros y se acercaron al cuerpo de Arwen que segu�a recibiendo los falos violentamente.
Uno de ellos se coloc� al lado del lider que penetraba la boca de la elfa.
- Dejame un espacio aqu�, compartamos esta linda boquita de elfa! � Le dijo a su jefe mientras acercaba su miembro a la cara de Arwen.
El l�der que sosten�a los pelos con fuerzas, forz� la cabeza de Arwen para colocarla en medio de los dos, y as� pudieron enterrarle los dos miembros dentro de la boca.
Arwen sent�a como sus labios parec�an llegar al l�mite. Dentro de su boca, sent�a la rugosidad de las ampollas de esos miembros hediondos en su garganta y un olor penetrante y fuerte que proven�an de los cuerpos de los inmundos orcos.
Los tres restante observaban la escena con excitaci�n, masturb�ndose con desesperaci�n, esperando su turno.
- Ahora vas a saborear la leche de orco! � Dijo el l�der del grupo sintiendo que su orgasmo estaba cerca.
- Vamos a llenarle la boca entre los dos! � Grit� el otro apurando su embestida en se�al de exitaci�n.
Los dos comenzaron a taladrar la boca �lfica con rapidez y violencia, y casi simult�neamente los dos orcos descargaron toda su eyaculaci�n putrefacta dentro de ella. El l�quido tibio y asqueroso llen� por completo la boca de Arwen que se vi� forzada a tragar porque los miembros segu�an entrando y saliendo de su garganta. El sabor era peor a�n que sus orines y por primera vez en su vida sinti� n�useas y ganas de vomitar. Los dos orcos sacaron sus inmundos penes ensalivados y un resto de semen amarillento y putrefacto corri� por las comisuras de los labios de la elfa que denotaban una cara de asco que quedaba extra�a en una princesa de su estirpe.
El que a�n penetraba la vagina de Arwen le levant� la cadera apoy�ndola de rodillas sobre el suelo, mientras el l�der coloc� su pi� sobre la cabeza de la elfa y usando casi todo su peso la hundi� contra el suelo. Su mejilla se apretaba contra la tierra y una peque�a piedra parec�a abrirse paso a trav�z de su piel.
- Quien quiere enterrar la verga en ese hermoso agujero trasero de elfa? � Pregunt� el que la hab�a acomodado.
Todos los orcos gritaron positivamente al un�sono e hicieron una fila detr�s de �l mientras segu�an masturb�ndose con desesperaci�n.
- Pero primero voy yo! � Continu� mientras colocaba la punta de su miembro sobre el peque�o orificio de Arwen.
Con violencia viol� aquel virgen orificio sin piedad. El miembro inmundo apenas pudo abrirse paso en tal estrecha cavidad y algunas ampollas reventaron por la presi�n derramando pus dentro de ella y sobre su piel. El orco y Arwen gritaron de dolor lo que hizo que este comience a arremeter con una violencia descomunal, reventando mas de las ampollas.
Al cabo de unos minutos que a Arwen parecieron una eternidad, el orco sac� su miembro putrefacto para dejarle lugar al siguiente en la fila. Del agujero dilatado y ahora rosado por la violenta penetraci�n de la elfa chorreaba un hilo de pus hediondo. El siguiente continu� con la misma violencia del anterior, empujando a�n m�s su cara contra la tierra por los embistes, rasp�ndole su mejilla que comenzaba a sangrar.
As� fueron pasando uno a uno los orcos, penetrando violentamente a la elfa mientras los dem�s observaban masturb�ndose. El dolor era insoportable y la elfa solo esperaba la muerte para terminar con su tormento.
En ese momento los orcos se detuvieron sorprendidos ante un sordo ruido que proven�a de detr�s de la vegetaci�n. Quisieron correr a tomar sus armas, pero no hicieron a tiempo, un gran Troll de mas de cuatro metros de altura apareci� sorpresivamente agitando su gran mazo revent�ndoselo en la cabeza del que a�n estaba penetrando a Arwen y fue disparado dos metros por la fuerza del golpe. Lo mismo pas� con el que estaba pisando la cabeza de la elfa cuando intentaba huir con desesperaci�n.
Nada pudieron hacer los dem�s orcos que fueron cayendo uno a uno por los contundentes mazazos del enorme Troll.
- Cena! � Grit� el Troll con una voz profunda, mientras juntaba los cuerpos inertes de los orcos y los amontonaba.
Arwen permanec�a inm�vil, aterrorizada y sumamente dolorida en la misma posici�n, con su cara sobre la tierra, apoyada de rodillas.
Cuando termin� de recolectar los cuerpos, la mirada del Troll se pos� sobre Arwen. Al observar la posici�n en la que se encontraba la elfa el taparrabos comenz� a elevarse en una erecci�n descomunal. Un hilo de baba corri� por la boca del Troll que pas� su mano sobre su descomunal miembro.
Se acerc� a Arwen por detr�s para observar mas detenidamente y acerc� su nariz al dilatado y maltrecho orificio de Arwen que a�n derramaba la puz de los miembros inmundos de los orcos. Aspir� tres veces olfateando aquella adolorida cavidad y sonri� ampliamente. Con una mano rode� la cintura e introdujo un dedo en su ano. El tama�o de aquel dedo era casi el doble que los penes de los orcos que hab�a tenido minutos atr�s. La piel rugosa del Troll le produjo un ardor insoportable en su ya castigado orificio. Estuvo unos minutos jugando con la cavidad castigada de Arwen y luego se coloc� detr�s de ella. Con una mano agarr� su cabeza, la cu�l cubri� completamente como si fuese una pelota de b�isbol, casi ahog�ndola y con la otra mano acomod� su descomunal miembro y en una fuerte y violenta embestida le enterr� sus mas de cuarenta cent�metros en las entra�as de la elfa desgarrando por completo su cavidad, cuyos gritos de dolor se vieron ahogados por la mano que le rodeaba la cabeza por completo. Arwen llena de dolor sinti� tambi�n como algo se romp�a dentro de ella, pues hab�a sido penetrada mas all� de lo que su fisonom�a permit�a.
La piel rugosa del enorme miembro se te��a de rojo mientras embest�a una y otra vez con violencia. Al cabo de unos minutos, cuando sinti� que su orgasmo estaba cerca, sac� su miembro que chorreaba con una sangre espesa y oscura proveniente de las entra�as de Arwen, la elev� por los aires, la gir� y le introdujo el miembro ensangrentado en su boca. Los labios de Arwen cedieron ante el tama�o de aquella carne y le produjeron una herida en la comisura de sus labios. La elfa pudo sentir como ese miembro traspasaba su es�fago. En unas sacudidas violentas, el Troll lleg� a su ogasmo y derram� su eyaculaci�n en la boca de la elfa que ya no ten�a fuerzas para resistir y solo esperaba la muerte. El semen comenz� a derramarse de la boca, mezclado con su propia sangre, pues sal�a en cantidades grotescas. Para no ahogarse tuvo que tragar grandes cantidades de aquel l�quido que parec�a que nunca terminaba de salir.
Feliz por su descarga, el Troll deposit� suavemente a Arwen sobre la hierba h�meda, sangraba preocupantemente por la boca y trasero, su cara estaba toda cortada y raspada por la tierra, pero eso no pareci� importarle al Troll que recogi� los cuerpos de los seis orcos que hab�a matado minutos antes y se alejaba tranquilamente por el bosque.
- Cena! � Escuch� decir al Troll cuando ya no pod�a verlo.
Cuando estaba a punto de desfallecer, d�bil por la hemorragia, dolorida hasta mas no poder, pudo divisar una figura montada en su caballo que adivin� habr�a ido en busca de ayuda. Era su padre, Elrond.
Fin.
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Relato: Arwen...
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