Relato: El Inquilino (3)





Relato: El Inquilino (3)

EL INQUILINO (3)



Por: Incestuosa




Cap. V



Con el paso de los d�as fueron desapareciendo poco a poco
aquellos sentimientos de culpa por la inesperada sesi�n mamatoria que hab�a
practicado con el viejo Rodrigo despu�s de habernos saciado en la contemplaci�n
de los incre�bles momentos de intimidad entre mi inquilino y su mu�eco.



Pero a la semana siguiente, ya por la tarde, mi amigo lleg�
de nuevo a visitarme. Vi que tra�a consigo una peque�a maletilla negra. Despu�s
de saludarnos con un fraterno abrazo, lo hice pasar a la estancia. Acerqu� la
botella de co�ac y las copas y ambos nos pusimos a beber los primeros tragos en
silencio.



Por alguna raz�n, ninguno de los dos quer�a tocar el
consabido tema de lo sucedido en nuestro �ltimo encuentro. Fue Rodrigo quien
comenz� a hablar, seguramente impulsado por el rico calorcillo que el licor
ejerc�a sobre su mente.



-Bueno�creo que es hora de pedirte una disculpa, viejo
carcam�n. �me dijo sonriendo-


-Oh, nada de eso, amigo m�o�nada de disculpas. Los dos
tuvimos mucho que ver en lo que ocurri�. �le respond� en seguida-


-Si, eso s�. En f�n, qu� le vamos a hacer. Sucedi� y ya no
hay remedio. �me dijo-


-As� es, Rodrigo.


-Y dime Mart�n. �Has vuelto a las andadas viendo al tipo ese?
�me pregunt� de pronto-



Beb� un sorbo de co�ac y le contest� con franqueza:



-�Pues qu� pensabas? Por supuesto que lo he hecho.


-Mmmm�.s�, ya lo creo que s�. Tienes a tu disposici�n el
espect�culo m�s grandioso para parar viejas pollas �me dijo echando una sonora
carcajada-



Yo me re� tambi�n por su comentario. Lo cierto es que
Rodrigo, con el paso de los d�as, hab�a recobrado su confianza y volv�a a ser el
mismo viejo humorista de siempre. De modo que le dije en tono festivo:



-Querido amigo� en realidad no he dejado de espiarlo cada vez
que puedo. Y te vuelvo a confirmar que ese hombre es insaciable. Cada vez se
ingenia alguna cosa nueva para practicarla con su mu�equito.


-Oh s�, te creo. Despu�s de verlo aquella noche ya no tengo
ninguna duda de eso.



Volvimos a servirnos de nuevo. Mi amigo Rodrigo me hizo la
pregunta:



-Y dime, Mart�n �Se encuentra hoy tu cachondo vecinito?


-Si. Lo vi salir por la ma�ana a su trabajo. No debe tardar
en regresar.


-Oh, qu� bueno. �Ser� que podamos volver a deleitarnos con
esas fant�sticas visiones? �me dijo con la mirada vidriosa por el deseo-


-Ah viejo caliete�.�Quieres volver a ver eso, no es as�?


-�T� que crees? �Acaso t� no te has seguido deleitando con el
divino platillo? �me contest� sonriendo-


-Si, desde luego. No puedo desaprovechar esas oportunidades,
amigo m�o.


-Pues yo tampoco quiero desaprovecharlas. Aunque sea de vez
en cuando.


-Si, te entiendo perfectamente. Y sabes que cuando quieras,
puedes venir a tu funci�n gratis de cine porno. �le dije sin poder evitar
carcajearme-


-Vas a ver, viejo rabo verde. �me respondi� en el mismo tono-



Volvimos a beber lentamente de nuestras copas. Rodrigo me
mir� fijamente antes de decirme:



-Quiero comentarte algo, amigo m�o.


-Si, claro.


-He estado pensando en estos d�as en la posibilidad de poder
cambiar las cosas en torno a tu inquilino.


-�Cambiar las cosas? �Qu� es lo que tramas ahora, viejo
pelapollas?


-�Ja!�nada del otro mundo, te lo aseguro. S�lo que despu�s de
ver que a tu vecino le encanta gozarse con la verga de su mu�eco, no veo por qu�
no desee tambi�n hacerlo con una verdadera.



Me qued� silencioso y tenso. En el fondo, no alcanzaba a
comprender las intenciones de Rodrigo, quien ahora me insinuaba hacer una cosa
nueva aprovech�ndose de las circunstancias. Fue por ello que le pregunt�:



-�Podr�as explicarte mejor, cascarrabias impotente?


-Si, por supuesto. Lo que quiero decir es que si tu cachondo
vecinito se da gusto meti�ndose la verga de hule de su aparatito, por l�gica
debe ser un perfecto devorador de pollas humanos. �No lo crees?


-Bueno�.francamente no hab�a pensado en eso. �le respond�
dudoso-


-Pues estoy seguro de ello. Ahora solo es cosa de manejar un
buen plan para poder gozarnos con �l y su mu�eco, pero en vivo.



La sutil astucia de mi viejo amigo no ten�a l�mites. Ahora me
daba cuenta que Rodrigo no solamente hab�a logrado despertar a su pito dormido
con las visiones en oculto, sino que tambi�n hab�a yo despertado en �l, de
manera indirecta, al caliente y lascivo monstruo homosexual que se escond�a en
su persona.



Y no es que yo fuese un espantado en aquellas cosas.
Simplemente me parec�a una audaz locura todo lo que me estaba diciendo. Fue por
eso que le coment�:



-Espera, amigo�creo que la cosa no va por all�. Pi�nsalo bien
y te dar�s cuenta de ello.



Rodrigo volvi� a beber en silencio un sorbo de co�ac y me
respondi�:



-Mira, Mart�n. Yo s� que te debe extra�ar todo lo que te
estoy diciendo, sobre todo a mis a�os�.pero pi�nsalo bien. Piensa en que nada
perder�amos con probar. Y yo digo que hay muchas cosas que podr�amos
experimentar ahora, despu�s de viejos. Por otro lado, la cosa no ser� tan
directa. Lo manejaremos de una manera en que no tengamos nada qu� lamentar.
�Quieres seguirme escuchando? �me dijo con pasmosa tranquilidad-


-Bueno, est� bien. Te escucho.


-Lo qu� pienso es esto. Podr�amos actuar de dos formas. Una
de ellas es que lo filmemos en plena acci�n. Si lo logramos sin �l que se de
cuenta, eso ser� suficiente para poder chantajearlo.


-Oh, ya entiendo. �le dije sorprendido-


-Est� bien, pero d�jame que termine. La segunda cosa es
haci�ndole saber que estamos enterados de todo lo que �l hace en secreto.


-Pero�.�De qu� manera podr�a hacerse eso?


-Oh, muy f�cil. Es cuesti�n de que le dejemos una cartita
bajo la puerta con todos los detalles de lo que le hemos visto hacer. Cuando �l
sepa eso, seguro estar� m�s que dispuesto a cooperar con nosotros.



Me lo qued� pensando por un buen rato, mientras los dos
volv�amos a beber de nuestras copas. Despu�s de luchar conmigo mismo, le
coment�:



-Bueno, la idea no es mala�pero creo que ser�a poco �tico
hacer eso, viejo caliente.


-No pienses en eso, mi arrugado pelagallos. Mejor piensa en
los beneficios sexuales que eso podr�a traernos a ambos. S�lo recuerda que a
nuestra edad, ser� muy dif�cil que volvamos a encontrar una oportunidad como
�sta para volver a revivir las olvidadas calenturas de nuestra juventud.



La consideraci�n que rodrigo hizo me estremeci�. En el fondo
yo sab�a que �l ten�a raz�n, aunque a�n guardaba ciertos vestigios de pudor que
me imped�an aceptar del todo su genial propuesta. Pero �l volvi� a la carga
dici�ndome:



-Debo confesarte algo sin ninguna pena.


-Si�.dime.


-No tienes idea de cu�nto disfrut� aquella noche que lo
hicimos en tu cuarto. Yo hab�a dado por muertos mis instintos sexuales, pensando
que nada har�a volver a la vida a mi viejo y arrugado p�jaro. As� que ahora que
he encontrado la forma de recrear lo que consideraba perdido, no tengo la menor
intenci�n de dejarla escapar.



La �ltima aseveraci�n de mi viejo amigo me hizo comprender
que no hab�a por qu� desechar su atrevida propuesta. Para ser sincero, yo me
reflejaba igualmente en el mismo espejo que �l, sabiendo que para m� era
igualmente una oportunidad de oro. De modo que le dije convencido:



-Est� bien, Rodrigo. Cuenta conmigo. Aunque debo decirte que
yo me arriesgar� mucho m�s que t�, pues si las cosas no salen bien perder� a mi
inquilino.


-Oh, mi viejo amigo. T� no te preocupes por eso. Las cosas
caminar�n. Pero en el remoto caso de que no sea as�, yo te ayudar� a encontrar
en pocos d�as otro inquilino. Cuenta con ello.



No pod�a negar que el viejo Rodrigo era un hombre
inteligentemente atrevido, y que su audacia no ten�a l�mites. R�pidamente y con
gran facilidad hab�a utilizado los argumentos m�s convincentes para que yo
aceptara su idea.



-Est� bien, amigo m�o. �asent�- Ahora dime cu�l de las dos
propuestas es para ti la mejor.


-Cualquiera de ellas. Me parece que las dos son buenas.
Aunque me parece que nos asegurar�amos mejor si lo filmamos.


-Si�si�creo que tienes raz�n. �le contest�- Pero�.�Con qu�
c�mara lo har�amos?


-Jajajaja�.hombre preparado vale por dos �me respondi�
ri�ndose- mientras me mostraba la maletilla negra que hab�a dejado a un lado del
sill�n.


-No me digas que�.


-Si, mi perplejo amigo�la traje conmigo por si las dudas.


-Vaya, viejo cabr�n�.t� si que me resultaste todo un maldito
pat�n.


-jajajajja�.ya ves que mi vieja mente a�n puede pensar en
todo.


-Sin duda alguna. Pues siendo as�, mi querido Rodrigo, creo
que esta misma noche podremos filmas las primeras escenas.


-As� es�pero antes, tenemos que preparar muy bien el
escenario. �me dijo contento-


-S�. S�lo dime que se te ocurre.


-Necesitamos primero hacer algo importante. Agrandemos el
agujero un poco y aprovechemos su ausencia para acomodar la c�mara. El tipo
jam�s se dar� cuenta de que lo estamos filmando.


-Est� bien...vamos.



Cogiendo la maleta que conten�a la c�mara de video, Rodrigo
me indic� que me llevara el cuchillo y una silla de madera, y caminamos hacia el
cuarto desocupado. Despu�s de hurgar un poco sobre el fresco mastique de la
juntura de tablas, mi amigo me hizo la se�al de que era m�s que suficiente.
Acomodamos la c�mara detr�s del agujero agrandado y Rodrigo, queriendo
asegurarse de la visi�n, se coloc� tras el objetivo observando hacia el interior
del cuarto de mi inquilino.



Luego de comprobar el objetivo de la lente, me pidi� que
hiciera lo mismo. Cuando mis ojos se posaron tras el visor, pude constatar que
el panorama era m�s que perfecto. Dentro de poco tendr�amos sin duda la mejor
pel�cula de onanismo homosexual que nunca hubi�ramos imaginado.



Contento de saber que nuestro plan dar�a resultado, estrech�
emocionado la mano de Rodrigo, como celebrando de antemano la futura conquista
de mi caliente inquilino. En esas est�bamos cuando alcanzamos a o�r de pronto el
ruido de la puerta que se abr�a. R�pidamente Rodrigo encendi� la c�mara y
comenz� a filmar los pormenores que se suced�an en el otro cuarto.



Ansiosos por ver al menos parte de las secretas peripecias
nocturnas de nuestro vecino, ambos nos arrodillamos sobre el otro agujero con la
intenci�n de ver hacia dentro. Fue hasta entonces que nos dimos cuenta que no
podr�amos compartir el orificio al mismo tiempo.



Mi viejo amigo me dijo en voz baja que fuese yo quien viera
primero, y que despu�s le dejara ver a �l. As� lo hicimos y fui a pegar de
inmediato mi ojo al hoyo de la pared. Para mi sorpresa me di cuenta que Juan
esta vez no estaba solo, sino que hab�a llegado acompa�ado por otro hombre.
Calcul� en seguida que su acompa�ante deb�a tener m�s o menos su misma edad.



No tardaron mucho en comenzar a quitarse la ropa, mientras
jugueteaban entre ellos con sus prendas, tir�ndoselas uno al otro en una suerte
de escarceo preliminar, mientras los dos sonre�an con los ojos brillantes por el
deseo. Aquel nuevo descubrimiento me impuls� a abandonar mi posici�n para
decirle a Rodrigo en voz queda:



-Anda, viejo�mira esto�parece que hoy tenemos una agradable
sorpresa.



Haci�ndome a un lado con premura, mi viejo amigo se acerc� al
agujero y se puso a observar ansiosamente la escena. Voltee hacia la c�mara y
fue entonces cuando comprend� que, en nuestro apresuramiento, ni �l ni yo
hab�amos notado la particular circunstancia de poder ver a trav�s de la lente,
sin necesidad de estarnos alternando tras la oquedad.



Me acomod� tras el aparato y retom� el hilo de las visiones
que los dos hombres me ofrec�an detr�s de la vieja pared de tablas. Ahora, el
compa�ero de mi inquilino se complac�a en ver c�mo �ste hab�a bajado ya la caja
que conten�a el juguetito y la depositaba sobre la cama.



Entre risas y cuchicheos de alegr�a, los dos se entregaron a
la placentera labor de sacar el objeto inanimado, y a poco, comenzaron a inflar
juntos al mu�eco de goma. En breves minutos hab�an preparado al tercer
acompa�ante nocturno, a quien ya pod�a verle la parada polla de hule duro
sobresaliendo erguida en su parte frontal.



Antes de entregarse a la lujuria, Juan se dio a llenar de
leche el dep�sito testicular del artefacto, acomod�ndolo despu�s de tal manera,
que pens� que esta vez ser�amos testigos de una nueva aventura salida de su
cachonda mente.



Mi inquilino puso al mu�eco boca abajo y le escanci� un poco
de l�quido l�cteo en el agujero del culo. Luego, abriendo con sus dedos el breve
orificio del conducto trasero, le fue insertando su parada polla mientras se iba
dejando caer sobre el gui�ol.



Cuando su pito se hundi� en el pasadizo anal del mu�eco, Juan
le hizo una se�al a su compa�ero, quien con su verga en ristre, fue a colocarse
justo tras las nalgas de mi vecino, despu�s de haberle ensalivado profusamente
su hendidura anal.



Ansioso por meterle la polla a Juan, su amigo de juegos
empuj� con fuerza sus peludos muslos sobre su grupa, comenzando a introducir su
tolete endurecido en el culo del caliente inquilino.



La visi�n era tan fant�stica como inesperada. Unidos en
aquella triple cadena, iniciaron la fren�tica danza que produce el gozo,
movi�ndose con lascivia en aquel trepidante acto sexual que hizo las delicias de
nuestros viejos penes.


Como el mu�eco inflable hab�a quedado debajo de los dos
cuerpos humanos, les serv�a ahora como cama neum�tica ante las ansiosas
embestidas que los dos amigos efectuaban entre s�. El visitante y amigo de Juan,
por haber quedado encima de los otros dos, empujaba con fuerza salvaje su polla
dentro del culo de mi inquilino, al tiempo que �ste, impelido por la fuerza del
otro, hac�a lo propio con el inflado culo de su mu�eco.



Por dem�s est� decir que, al cabo de una media hora de
permanecer entrelazados de esa forma, fue el propio Juan quien le anunci� a su
compa�ero la urgencia que sent�a por derramarse, dici�ndole con voz estremecida
por la brama:



-M�s r�pido, Ra�l�.m�s r�p�do�.m�temela toda y mu�vete m�s
r�pido, que casi me corro.



El otro, al o�r la s�plica de su pasivo amante, arreci� las
embestidas dentro del culo de su compa�ero, mientras el sudor cubr�a los cuerpos
de ambos cogedores. A poco pudimos escuchar los tremendos lamentos de lujuria
que los dos hombres comenzaron a emitir, mientras se ven�an en intensos
orgasmos.



V� como mi inquilino, deleit�ndose con los torrentes
calientes del semen de su amigo y cogedor, mov�a su trasero como toda una puta,
al tiempo que insertaba con salvaje furia su propio pito dentro de la cavidad
anal del mu�eco.



Por largos instantes gozaron los dos del antinatural
ayuntamiento, hasta que habiendo pasado los estertores de la pasi�n, se quedaron
quietos bajo el silencio de la noche. Por unos instantes pude o�r claramente el
casi inaudible ruido de la c�mara, que segu�a filmando las candentes escenas del
cuarto de mi inquilino.



Volv� la vista un momento para ver a mi amigo, d�ndome cuenta
que su mano ya estaba hundida bajo la bragueta de su pantal�n, toc�ndose la
pija. Imitando su lascivo accionar, baj� la cremallera y me puse a frotar mi
tolete endurecido de la misma forma, sintiendo que la lujuria se iba apoderando
poco a poco de mi viejo cuerpo.



Regres� a mi punto de observaci�n y vi que los amantes se
dispon�an a desatar el nudo terciado que acababan de gozar. Fue Ra�l quien se
despeg� primero de Juan, sac�ndole lentamente el pito del culo.



Casi en seguida, mi inquilino hizo lo mismo, separ�ndose del
hoyo de las nalgas de hule de la pasiva marioneta. Era obvio que despu�s de
semejante venida, las pollas de los dos amigos se mostraran fl�cidas y lechosas
ante nuestros ojos. De modo que pens� que quiz�s tardar�an un buen rato en
lograr recuperar su vigor antes de iniciar el segundo encuentro de la noche.



Pero como siempre, yo me hab�a equivocado de nuevo en mis
suposiciones, ya que los dos, dejando al inanimado gui�ol tendido temporalmente
sobre la cama, fueron a fundirse en un tierno abrazo, mientras sus bocas se
desbordaban en un fren�tico beso lingual.



Sin que el tiempo les importara en lo absoluto, los dos
amigos permanecieron goz�ndose en aquel beso homosexual, al tiempo que sus manos
bajaban al mismo tiempo en la b�squeda de sus protuberancias peniles, con la
clara intenci�n de procurarse lo m�s pronto posible una nueva erecci�n.



Con las pijas agarradas con una de sus manos, cada cual
comenz� a prodigarle al otro las suaves caricias que suelen proporcionarse en
esos casos, sin que sus ansiosas bocas se separaran ni un momento.



Por dem�s est� decir que, ante la sutileza con que ambos
contendientes se manipulaban sus pollas, �stas pronto comenzaron a crecer de
nuevo en un patente y manifiesto ardor por repetir el gozo sexual.



Sin esperar m�s tiempo, los hombres se separaron y fueron a
sentarse sobre la cama. Haciendo a un lado al mu�eco, fue Ra�l quien le indic� a
su amante y compa�ero que se recostara boca arriba. Juan obedeci� presto, sin
dejar se tocarse su parado pene.



Su amigo, mont�ndose con las piernas abiertas sobre su cara,
le puso el culo abierto sobre la boca a Juan, quien no deseando desaprovechar ni
un solo instante, comenz� a chupar goloso el esf�nter de su amante.



Mientras se recreaba en aquella fant�stica mamada anal, mi
inquilino cogi� la verga de Ra�l y comenz� a frotarla con suavidad, movi�ndole
el pellejo con las manos. El otro, al sentir la ardorosa manipulaci�n de su
compa�ero, alarg� el brazo y tom� el pito de Juan, correspondiendo generoso a
sus c�lidos tocamientos.



Por un buen rato ambos amantes estuvieron goz�ndose
mutuamente en esa forma hasta que,


considerando que era hora de acrecentar la intensidad de su
mutua brama, intercambiaron con rapidez sus posiciones. Yo ve�a ahora a mi
inquilino con su culo puesto sobre la cara de Ra�l, que le lengueteaba el hoyito
trasero con una gula inconfesable.



Habiendo alcanzado los dos las previas sensaciones de la
segunda venida, y demostr�ndonos con su callada actitud que no era aquella la
primera vez que se entregaban a la lujuria, a juzgar por las silenciosas
maniobras que con tanto arte ejecutaban, se separaron de repente para ir a
ponerse uno sobre el otro.



Esta vez la verga de Juan qued� a disposici�n de la boca de
su amigo, y la pija de �ste frente a la de mi inquilino, en un magn�fico sesenta
y nueve que les llev� a degustar los brotes de savia que pronto comenzaron a
salir de la punta de sus vergas.



Vimos con extremo deleite como los dos amantes se dieron a
beber los torrentes lechosos que brotaban sin cesar de sus calientes pitos, y
c�mo cada cual tragaba extasiado aquel el�xir pegajoso que tanto les hac�a
gozar.



Los quejidos y lamentos eran tan fuertes, que tuve que
alejarme en un acto reflejo de la pared, como si hubiera sido yo quien los
profer�a. Tal circunstancia me permiti� observar a Rodrigo, quien no cesaba de
tocarse su pito con la mano inserta bajo la tela de su pantal�n de gabardina.
Yo, por supuesto, no me quedaba atr�s, ya que mi mano acariciaba ansiosamente mi
parado pito, que segu�a manteniendo su dureza provoc�ndome las m�s altas
sensaciones de placer.



Sin poder sustraerse a las ansias que su cuerpo le exig�a,
sent� la presencia de Rodrigo junto a m�. Sin pronunciar una palabra, mi viejo
amigo me mir� con ojos de deseo, como indic�ndome qu� era lo que deseaba.



Yo, para ser honesto, hab�a estado pensando en el momento en
que �l me insinuara todo aquello, por lo que s�lo alcanc� a decirle en voz baja,
temblando de la brama:



-Pero�.si nos vamos, nos perderemos de lo que sigue.


-No �me dijo al o�do- La c�mara se encargar� de eso. Luego
podremos ver la pel�cula entera.



Entend� al punto la verdad de lo que me dec�a, y poni�ndome
de pie, me alej� hacia mi dormitorio mientras mi amigo me segu�a.



Si he de declarar la verdad, esta vez ya no experiment�
ning�n sentimiento de culpa ante lo que �bamos a hacer. Lo �nico que deseaba era
entregarme con delirio a Rodrigo, al tiempo que mis ansias se volcaban por poder
hacer lo mismo con su viejo cuerpo.



Lo que sigui� despu�s vino a convertirse en la experiencia
m�s candente de mi vida. Ambos nos desnudamos con velocidad inaudita, intentando
aprovechar al m�ximo el magn�fico momento de nuestras estupendas erecciones
peniles.



Mi viejo amigo, tomando entre sus manos mi parada polla,
comenz� a pu�etearla con suavidad y cadencia, en tanto yo correspond�a de la
misma forma con la suya. Estaba m�s que claro que vez no habr�a ya impedimentos
para que ambos di�ramos rienda suelta a nuestros escondidos deseos, y s�lo
ansi�bamos endurecer completamente nuestros viejos penes para entregarnos sin
rodeos a la salvaje pasi�n del momento.



Cuando nuestros toletes alcanzaron su m�xima abducci�n, los
dos nos dispusimos a probar por primera vez las mieles de nuestra mutua
homosexualidad reprimida. Demostr�ndole a mi amigo que yo tambi�n pod�a mostrar
una actitud tan abierta como la suya, me sub� a la cama y me puse en cuatro.



Como es l�gico, Rodrigo aprovech� la circunstancia y fue a
colocarse de inmediato tras mi levantada grupa. Sent� cuando sus calientes manos
me abrieron las nalgas y, escupiendo abundantemente sobre mi esf�nter, me coloc�
la punta de su pito en la entrada de mi arrugado culo.



La sensaci�n que experiment� fue tan excitante y genial, que
relaj� mis nalgas para recibir por primera vez una verga de hombre en mi
interior. Mi amigo no se hizo esperar y dio el primer empuj�n sobre mi trasero,
hundiendo la cabeza de su tolete de un solo tajo.



Una segunda y m�s furiosa embestida me abri� los pliegues
anales, sintiendo c�mo se deslizaba hacia dentro la verga de mi amigo. Rodrigo,
m�s caliente que nunca, empuj� por tercera vez y me hundi� por completo su pija,
mientras yo exhalaba angustiosos gemidos de brama.



Cuando me hubo penetrado totalmente, Rodrigo comenz� a
moverse con velocidad, al tiempo que su pito entraba y sal�a de mi conducto anal
caus�ndome inconfesables sensaciones de deleite.



M�s pronto de lo que yo esperaba, mi amigo me anunci� su
pr�xima venida, y sin poder aguantar m�s, se derram� dentro de mis intestinos en
furiosos brotes lechosos, los cuales sent�a resbalar por mis paredes
provoc�ndome sensaciones tan sublimes como desconocidas.



Agotado por el esfuerzo, mi amigo se dej� caer sobre mis
nalgas, y yo, sin poder soportar su peso, fui a dar con mi cuerpo sobre el
coch�n. Al sentir que su polla se ablandaba r�pidamente, y la m�a a�n permanec�a
tiesa y deseosa, le inst� en silencio a que se bajara de m�.



R�pido como el rayo y no deseando que la briosidad de mi pito
disminuyera, coloqu� yo mismo a Rodrigo en la misma posici�n y as�, teni�ndolo
en cuatro patas, ensaliv� la peluda entrada de su culo y le acomod� la punta de
la cabeza de mi verga.



Estimulado por la regia sensaci�n en mi parado glande,
arremet� con furia sobre el agujero de su esf�nter y me fui dejando caer sobre
su grupa alzada. De dos enviones m�s al fin le hund� mi daga en el interior de
su culo, comenzando a moverme de adentro hacia fuera sin detenerme ni un
instante.



Comprend� que era m�s que l�gico que mi eyaculaci�n se
presentara de manera estrepitosa, y lanzando un grito de lujuria, me derram�
dentro del laberinto trasero de mi viejo amigo, quien me correspondi� con creces
moviendo su grupa y apretando su culo ante mis febriles embestidas.



Al igual que �l lo hab�a hecho, las fuerzas me abandonaron y
mi cuerpo se derrumb� sobre la humanidad desnuda de Rodrigo, quien tuvo que
soportar el peso sobre sus espaldas. Instantes despu�s y cansado de tenerme
encima, Rodrigo me hizo una se�al para que me hiciera a un lado.



Permanecimos tendidos sobre la cama en un extasiamiento
fenomenal, que los dos hab�amos olvidado con el paso de los a�os. S�lo que esta
vez, al haber desaparecido de nuestras mentes los culposos pensamientos
experimentados de la �ltima ocasi�n, nos pusimos a platicar animadamente,
sonrientes y satisfechos.



As� permanecimos por largo tiempo, olvid�ndonos por completo
de mi inquilino y su amigo de juegos. En el fondo sab�amos que de todas formas
podr�amos deleitarnos con la totalidad de sus andanzas, cuando vi�semos juntos
la pel�cula.



Entre charlas y risas de complicidad nos quedamos
pl�cidamente dormidos.




CONTINUAR��..




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Relato: El Inquilino (3)
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