Era un largo viaje en autob�s, pero estaba tan embebida en la
idea de ver otra vez de nuevo a mi padre, que apenas preste atenci�n al tiempo.
Ya llevamos varias semanas de separaci�n, por cuestiones de trabajo, hoy cumplo
veinte a�os y cinco de ser su amante, su esposa, su mujer, los deseos carnales
son muy fuertes. La masturbaci�n es un paliativo, pero mi gran deseo, es
entregarme en sus brazos, sentir su cuerpo entre sus brazos, entrar en contacto
con su caliente piel, casi puedo sentirlo dentro mi movi�ndose al ritmo de mis
caderas, siempre que pienso en ello, las piernas me tiemblan y mi cuca se
comienza a humedecer.

Juan Carlos mi padre, se reuni� conmigo en el terminal de
pasajeros. Despu�s de un prolongado y dulce beso de bienvenida, lo mantuve
apretado contra mi pecho, alegre de sentir sus labios, brazos, su calor, su
incipiente erecci�n.

En mi cara se dibujo, una mueca muy cercana a la decepci�n,
mis pensamientos de pasar varias horas a solas con su compa��a, en nuestra cama,
haciendo al amor para reponer los d�as que estuvimos separados y en lugar de
ello, hab�a buscado una masajista.

Sin embargo, con la mejor de sus sonrisas, me explic�

Mi primera reacci�n fue una rotunda negativa, pero mientras
�bamos para la casa, mi mente comenz� a divagar. Siempre me han gustado los
masajes y en mis mas encendidas fantas�as ve�as a la masajista que dejaba que
sus dedos resbalaran por m� entre pierna........ Tan s�lo este pensamiento
bastaba para humedecerme.

Llegamos a la casa, situada a las fueras de la ciudad de
Caracas, una zona residencial muy tranquila, donde instalamos nuestro nido de
amor, luego que fuimos descubiertos por mam� haciendo el amor, la comida fue
ligera, desempacando mis pertenencias, en eso llego la masajista.

Era joven, de no m�s de veinticuatro a�os, alta, e incluso a
trav�s de su uniforme alcanzaba a ver sus senos afilados que oprim�an con fuerza
la delgada tela. Estaba vestida de modo muy oficial, bata blanca, medias y
zapatos del mismo color.

Mi pap� le dijo

Comprendiste que deb�an haber hablado de antemano sobre un
masaje sexual, pero no dio ninguna indicaci�n de que fuera a hacerlo.

Me desvest� con rapidez y sent� fr�o, la habitaci�n estaba
fresca a consecuencia del aire acondicionado. La joven me condujo hacia una mesa
port�til para masajes, que ella hab�a llevado consigo. Al acostarme, la
masajista cubri� mi cuerpo desnudo con una sabana, Mi padre bajo las persianas
dejando el cuarto sumido en una semi penumbra, dando una sensaci�n muy
acogedora.

Comenz� el masaje, mientras yo permanec�a quieta,
tendida boca arriba. Sus manos eran firmas y fuertes. Comenz� en el rostro, lo
cual hizo que me relajara por completo. La semi penumbra contribu�a a dar la
sensaci�n de intimidad, cerr� los ojos dejando vagar mi mente, me importaba un
bledo que el masaje fuera sexual o no, porque de todas maneras mi cuerpo
responde a cualquier contacto, claro si el roce es mi padre, me lleva al limite.

Mientras bajaba las manos hacia mis turgentes tetas y brazos,
o� un sonido suave, especie de chasquido y entend� que mi pap� trataba de
persuadirla que me masajeara directamente los senos.

Debi� aceptarlo, porque sent� que sus dedos se mov�an en
c�rculos en torno a mis senos, hasta que finalmente toco mis pezones. Al
principio apenas los rozaba, como si temiera romperlos, luego se volvi� m�s
osada. Me oprimi� los pechos con suavidad, pero con firmeza, recre�ndose por
unos instantes en el masaje. Su punto de enfoque cambio de pronto y descendi�
por mi cuerpo. El masaje continuo por la parte interior de mis muslos, dej�ndome
la sensaci�n de que sus dedos rozaban el vello p�bico, (quiz�s, fue mi
imaginaci�n, quien sabe) mi cuerpo deseaba responder... sobre todo porque hacia
varias semanas que no lo tocaba nadie.

Sent� nuevamente que mi padre intentaba animarla para fuera
m�s lejos y todas las veces le dijo que no, explicando que se sent�a muy a
disgusto con todo ello.

Pregunto si ten�amos marihuana, por que quiz�s eso la hiciera
perder sus inhibiciones, No ten�amos, tenia la impresi�n de que la chica estaba
molesta y le ped� a mi pap� que dejar� la presi�n.

Cuando termino el masaje, me sent� maravillosamente relajada.

Era el turno de mi padre, se desnudo y se subi� a la camilla.
La joven comenz� su tarea, mientras la chica se entregaba a su labor, no me
resiste a la tentaci�n de tocarlo, me dirig� a un extremo de la camilla,
comenzando a sobarle las piernas, luego sus muslos, tus manos se acercaban al
pene, el cual comenz� a ponerse r�gido, mi mirada la dirig� a la cara de la
masajista, ella sonr�o, lo cual me indicaba que mi presencia no la molestaba, de
modo que me apodere del adorado falo, cuando te inclinaste para llev�rtelo a la
boca.

Tu padre le pregunt� a la masajista.

Sus mejillas comenzaron a ruborizarse y comenzaba a rechazar
la oferta, cuando mi padre se bajo de la mesa, tom�ndola de la mano la condujo
suavemente hacia la camilla.

Me pareci� que le di la confianza, que necesitaba, porque se
quito toda la ropa. Todo excepto las pantaletas. Se tendi� en la camilla y
proced� a quitarle la diminuta prenda, tirando de ella hacia abajo. No opuso
resistencia alguna, es m�s su mirada era de complacencia.

Tenia un cuerpo verdaderamente voluptuoso. Sus senos eran
firmes y grandes, con enormes pezones. Tenia una cintura peque�a, que acentuaba
sus caderas bastantes desarrolladas. Su estomago era completamente plano en esa
posici�n, tendida sobre sus espaldas, solo los huesos prominentes de las caderas
interrump�an la l�nea recta. El bello p�bico era de un negro intenso, con un
crecimiento vigoroso que apenas dejaba ver los gruesos labios vaginales, sus
piernas aunque un poco voluminosas, no ten�an carnes sueltas. Ten�a una cicatriz
borrosa, aparentemente de una operaci�n ces�rea, en cierto modo, eso la hacia
todav�a m�s atractiva...

Mi padre y yo iniciamos nuestro masaje de aficionados. Al
cabo de unos minutos la mujer se tranquilizo, confiando en nosotros, gozando del
masaje. Desplace mis manos por sus senos, abarcando sus tetas plenamente,
amas�ndolos suavemente pero con firmeza, tal como lo hab�a hecho ella,
insistiendo en mi caricia en sus ya erectos pezones.

Mi padre estaba dejando correr las palmas de sus manos a lo
largo de sus piernas, las yemas de sus dedos rozaban en forma insistente el
frondoso vello p�bico. La masajista cerr� los ojos y su boca se relajo
involuntariamente, era evidente que respond�a a las manipulaciones de mi padre.

Cambie de lugar con mi padre, torn�ndome m�s agresiva con mis
dedos, dejando que resbalaran por la parte externa de los labios vaginales de la
masajista. Sus piernas se abrieron en forma complaciente mientras la frotabas en
forma insistente, la resistencia si alguna vez hab�a existido, esta se
extingui�, ahora colaboraba con suaves movimientos de sus caderas.

Mi padre me hizo una se�a silenciosa y comenc� a morderle
suavemente los pezones. Segu� lamiendo sus pezones y acariciando el interior de
su vagina con mis dedos, estaba muy h�meda, las piernas se abrieron aun m�s para
recibir con comodidad mis lujuriosas caricias en los pliegues flojos de su �vida
cuca.

El desplazamiento de la mesa de masajes al piso fue muy
r�pido y los tres cayeron en un ayuntamiento carnal fant�stico, totalmente
natural y autom�tico, como si hubieran conocido desde siempre.

La masajista busco tus senos con su boca y comenz� a
chuparlos, tan �vidamente como un ni�o reci�n nacido, por mi parte contin�e
acarici�ndole la h�meda cuca, luego me desplace tomando sus erectos pezones
entre mis labios, lamiendo con gran fruici�n. Mi pap� le separ� a la masajista,
los pliegues externos de la complaciente vagina, enterrando su cara entre las
abiertas piernas. Eso le gusto mucho a la masajista, que comenz� a suspirar y
murmurar casi en forma inaudible, indicando lo maravilloso que era todo ello. Al
mismo alargo sus manos hacia mi rostro y las dos nos dimos un beso apasionado y
prolongado, me desplace para colocar mi jugosa cuca sobre su cara, apoyando mis
labios vaginales sobre su boca.

La chica se activo inmediatamente y me lami� como si de ello
dependiera su vida, trataba de absorber todos los jugos que brotaban de mi
voluptuosa cuca. Comenc� a elevarme y descender en forma r�tmica, me acercaba
r�pidamente a un inmenso orgasmo, as� que de manera renuente me baje de ella, no
quer�a tener un cl�max tan r�pido.

Al hacerlo, mi pap� abandono un instante a la masajista, se
coloco a mis espaldas, enterrando su endurecido guevo, sin preludios, sin
preparaciones, es decir sin aviso y sin protesto. Eso es lo que hab�a estado
esperando durante todas estas semanas que estuvimos separados. Que sensaci�n tan
maravillosa, el amado pene dentro de mi, movi�ndose al un�sono de mis caderas.

Me voltee y comenc� a chupar la rica hendidura de la
masajista, que estaba bajo mi cara, perdimos la noci�n del tiempo, segundos,
minutos, horas, a quien le importa.

Eventualmente mi padre se sali� de mi y volvi� a incrustar su
erguido guevo en la jugosa cuca de la masajista, mientras yo me quedaba un poco
al margen. La masajista estaba a punto de tener su orgasmo, tenia el rostro un
poco contorsionado por la frustraci�n, puesto que no parec�a soltarse
completamente. Segu� jugueteando con mis tetas y mi cuca, mientras la masajista
se acercaba cada vez m�s a su cl�max.

Sin advertirle nada, me volv� a trepar sobre su boca, sus
labios con gran avidez devoraron mi cuca en toda su extensi�n, incrustando su
lengua entre mi vagina, apoder�ndose de mi cl�toris, masajeandolo en forma
magistral. Cuando su lengua lami� tu cl�toris la masajista exploto violentamente
en un fenomenal orgasmo, sus caricias y lamidas me colocaron sobre la misma cima
del volc�n, mi cuerpo ard�a en placer, mi cuca hacia erupci�n.

Te bajaste de la cara de la masajista, las dos sonre�mos con
calor, abraz�ndonos, con gratitud, por el placer vivido, por el placer
compartido.

Finalmente separamos nuestros labios y como si estuvi�ramos
de acuerdo, volteamos hacia mi padre, que hab�a sido tan poco ego�sta durante
todo este tiempo. Era su turno ....... y que turno.

Este relato lo escrib� a instancias de mi padre, me alent�,
me ayudo a recordar, pero se neg� de plano a escribir, por eso, esta lectura
quedo en primera persona.

Como punto de aclaraci�n, entre este episodio y el anterior
han transcurrido cinco gloriosos a�os de convivencia, entre mi padre Juan Carlos
y esta servidora Carolina, el se divorcio y estamos viviendo en concubinato, ah,
se me olvidaba tengo tres meses embrazada.