Relato: Vacaciones en la sierra (08)





Relato: Vacaciones en la sierra (08)

Como pocas veces, seg�n llegu� a casa esa
noche, me qued� dormido como un bendito nada m�s meterme en la cama. Y es que,
como suele decirse, y en esta ocasi�n nunca mejor dicho, estaba follado.
Follad�simo, vaya. A la ma�ana siguiente fue mi hermana la que me despert�.
Abrir los ojos tras 8 horas de sue�o y encontrarse con el escultural cuerpo de
Laura ataviado tan s�lo por el famoso bikini naranja, era un despertar cojonudo.
Estaba visto que su iniciaci�n a los vecinos en el mundo del incesto la hac�a
levantarse a�n m�s temprano de lo habitual, y prepararse para el ataque
exhibiendo sus encantos para recibir su buena raci�n de placer diario.


- �Vamos, remol�n, lev�ntate de una vez,
que nos est�n esperando estos!


Joder, qu� prisas. Le dije que fuese ella
yendo a casa de los vecinos que yo me pasar�a por all� en la buena media hora
que necesitaba para despabilarme del todo, que si bien a mis buenos 16 a�os uno
pod�a estar d�ndole todo el d�a (con el aliciente de contar con dos bellezas de
la talla de Laura y Alicia), la novedad de vaciar las pelotas unas cuantas veces
en el mismo d�a a costa de mi hermana y la vecina me exig�a regresar al mundo de
los despiertos con las pilas cargadas por lo que, impepinablemente, ir�a a
ocurrir.


Una vez despierto, despejado, bien
desayunado, aseadito y equipado con el uniforme oficial de las vacaciones
(ba�ador, camiseta, chanclas y toalla al hombro), enfil� para la casa de los
vecinos.


All� estaban los tres, tirados sobre las
toallas en el c�sped, bien resguardados del sol de mediod�a a la sombra de uno
de los �rboles del jard�n. Tras los buenos d�as y los pertinentes "dormil�n" y
"vaguete", estir� mi toalla junto a las suyas y me tumb� cual largo era.


-Est�bamos hablando de lo de anoche -me
dijo mi hermana. La sonrisa con lo que lo dec�a, junto con las miradas de
complicidad de Alicia y Manu me alivi� de que la conversaci�n no derivase en
algo del tipo "ha sido un error y no habremos de repetirlo jam�s".


- Tenemos que repetirlo cuanto antes
-apostill� Manu con la mirada encendida como ley�ndome el pensamiento.


- Adem�s, Alicia tiene un regalito para t�
-dijo melosamente Laura, pasando su mirada de m� a su amiga.


- Ya ves -solt� Laura sonriendo con
iron�a-, la guarrilla de tu hermana, que es una mala influencia...


- Ens��aselo, ens��aselo -la anim� Manu.


Joder, yo no sab�a que iba a encontrarme,
cuando incorpor�ndose lo justo, Alicia desliz� el borde del bikini que cubr�a su
sexo hacia un lado y me ofreci� una fugaz vista de su co�ito totalmente
rasurado, visi�n que me dej� de piedra y le otorg� a mi miembro la misma dureza
al alcanzar la primera, y brutal erecci�n del d�a. Sab�a que no era cuesti�n de
abalanzarme sobre ella y, si no regalarle un generoso lamet�n, acariciarlo para
sentirlo al tacto, pues a esas horas sus padres deambulaban entre la casa y el
jard�n. Me qued� sin palabras.


- �Te gusta? -inquiri� con un susurro
cargado de algo m�s que erotismo.


- Joder que si me gusta... logr� decir
totalmente alucinado.


- Pues agrad�ceselo a mi hermano, esta
ma�ana se ha levantado con esa idea y hasta que no lo ha conseguido no me ha
dejado en paz -prosigui� Alicia.


- Pues anda que no te ha debido gustar
-protest� Manu en broma-, sobre todo la lecha hidratante que te he dado
despu�s...


Todos estallamos en risas, por lo visto,
la vecina le hab�a recompensado a su hermano con una mamada de campeonato, seg�n
sus propias palabras. La conversac�n deriv�, l�gicamente, en las coartadas que
nos deb�amos inventar para, si no esa misma ma�ana, ponernos a follar como locos
cuanto antes. He de confesar que es una suerte incre�ble compartir las mismas
ganas de sexo con alguien que siente la misma imperiosa necesidad de aplacar sus
m�s bajas pasiones a base de orgasmos, y m�s a�n cuando Alicia y Laura entran en
juego.


El problema de esa ma�ana, como en muchas
otras ocasiones, era, como digo, la intermitente presencia de los padres de los
vecinos por el jard�n, por lo que, quitando escarceos, toqueteos y calentones a
raudales, perfectamente disimulables dentro del agua, pasar a mayores iba a ser
tremendamente complicado por no decir imposible.


As� que el primer asalto comenz� en el
agua. Nos metimos los cuatro en la piscina, y empezamos a jugar con una pelota,
el cl�sico "bal�n prisionero", esto es, pasarlo de uno a otro mientras alguien,
en el centro, intenta interceptar la pelotita de marras. Esto nos ofrec�a la
posibilidad de que, por lances del juego, el que se situaba en el centro, pod�a
abalanzarse sobre el que ten�a en ese momento la pelota. Alicia se ofreci� la
primera. Tras pasarnos la pelota unas cuantas veces, cuando me lleg� a m� la
sostuve el buen rato que tard� la vecina en echarse encima m�o intentando
atraparla, cosa dif�cil pues ten�a la pelota bien sujeta detr�s de la espalda.
Comenz� a intentar saltar sobre m�, pegando bien su cuerpo y haciendo que su
intenci�n era coger la pelota, lo que hac�a que sus tetas se rebozasen en mi
cara. Aprovech� la proximidad para acariciar aqu�l co�ito reci�n depilado, met�
la mano libre dentro de la braguita del bikini tan abajo como pude y fu�
subi�ndola lentamente dejando que el dedo coraz�n fuese recorriendo su imberbe
rajita. Alicia ten�a un cl�toris bastante abultado, con unos labios carnosos
que, gracias a la ausencia total de pelitos, le sobresal�a levemente de entre la
rajita, Durante el breve, pero intenso repaso que le estaba dando en ese
momento, me detuve a estimularlo, a frotar mis dedos en su sexo, y justo antes
de sacar la mano de su braguita, volv�a utilizar el dedo coraz�n para
penetrarla, sintiendo todo el calor de su interior, tan alejado del frescor del
agua de la piscina.


Cuando not� que sus saltitos disminu�an de
intensidad, solt� la pelota y se la pas� a mi hermana. Una fugaz mirada
satisfecha de Alicia, y se volvi� para abalanzarse, esta vez, sobre Laura, de
una manera tan impetuosa que acabaron las dos debajo del agua. Con la excusa de
recuperar el bal�n, las manos de ambas recorrieron los pechos de la otra, sus
sexos, sus culitos. La excitaci�n que me estaban provocando me hizo echarle una
mirada a Manu para saber si tambi�n �l estaba tan empalmado como lo estaba yo.
La sonrisilla que me devolvi� antes de que los dos volviesemos a mirar la
"lucha" de nuestras hermanitas me dej� claro que si, en ese momento, nos
pusi�ramos los dos a nadar, levantar�amos el gres del fondo de la piscina con
las pollas. El juego se desarroll� de la misma forma durante un buen rato, todos
tuvimos nuestro momento en el centro del c�rculo que aprovechamos para tocarnos
y restregarnos siempre que alguna de las dos chicas ten�a el bal�n. Finalmente,
tod� deriv� en ahogadillas nada inocentes, Manu empez� con su hermana, yo con la
m�a y nos las cambi�bamos (o nos cambiaban ellas); debajo del agua los escarceos
eran mucho m�s evidentes, de forma que, cuando fuimos a salir del agua, nos
cercionamos de que los padres de los vecinos no estaban cerca, para que Manu y
yo pudi�semos volver a las toallas sin miedo a que nadie m�s de nuestro c�rculo
advirtiese las tremendas tiendas de campa�a que luc�amos en el ba�ador.


Manu y yo no tuvimos m�s remedio que
recostarnos sobre el c�sped y utilizar las toallas para taparnos el bulto de la
entrepierna, y cuando ya pens�bamos que aqu�llo no pod�a crecer m�s, las chicas,
con la excusa de tumbarse mejor o de coger una camiseta o las chanclas que
estaban al lado de la toalla, se pon�an a cuatro patas, se estiraban, sabiendo
que haci�ndolo nos pon�an a�n m�s cachondos.


- �Qui�n me ayuda a echarme crema?
-pregunt� con una amplia sonrisa mi hermana. Justo en el momento en el que tanto
el vecino como yo nos �bamos a lanzar literalmente encima de mi Laurita para
echarle crema o lo que buenamente pudi�semos, Alicia nos par� en seco. Su madre
hab�a aparecido en escena al ir a arreglar unas flores del jard�n, y con ella
cerca, ver c�mo uno de nosotros se sentaba encima de Laura acoplando su erecci�n
entre las sugerentes nalgas de mi hermana no iba a llevar a nada bueno. As� que
fue la propia Alicia la que se prest� a embadurnarle de crema la espalda. Del
mismo modo, el espect�culo era maravilloso. Alicia subida sobre mi hermana, su
co�ito encima del culito de Laura, la crema resbalando de entre sus manos, que
firmemente masajeaban la espalda, bajando desde los hombros hasta la braguita
del bikini, que bajaba un par de cent�metros, los justos para dejar ver el
inicio del culete de mi hermana. La visi�n me hac�a apretar cada vez m�s la
toalla contra mi paquete, c�mo me hubiera gustado en ese momento atacarlas por
detr�s, deslizar mi polla entre el culito de una y el chochete de la otra,
embadurnarla bien de crema y restregarla entre las dos. Pero ACHTUNG, intruso,
intruso... su madre segu�a all�. En unos minutos, Laura era la que le estaba
devolviendo el favor a Alicia, que recib�a de buen agrado el protector solar con
un masaje que seguro afectaba positivamente a su l�bido. Tras eso, estuvimos
tumbados un buen rato tratando de alejar de la cabeza todo lo que tuviese que
ver con el sexo, para intentar que tanto a Manu como a m� se nos bajase la
erecci�n, pues se acercaba la hora de comer y cualquiera se levantaba de all�
dando el cante.


Quedamos con los vecinos en vernos nada
m�s terminar de comer, ya se nos ocurrir�a algo para estar entonces los cuatro a
solas para aplacar el calent�n que todos ten�amos. Tuve que contenerme de lo
lindo para no llegar a casa y follarme viva a mi hermana, cosa que a ella
tambi�n le cost�, as� que, tras una ducha fulgurante, nos dispusimos a comer
rapidito para volver a quedar con Laura y Manu lo antes posible. Mis padres se
mostraron extra�ados de que Laura y yo sali�semos seg�n acab�bamos la comida, y
mi hermana tuvo que suplicar un buen rato para que le perdonasen las horitas de
estudio, aunque finalmente consigui� librarse de los libros esa tarde. Les
dijimos que nos excusasen el postre, que hab�amos quedado con los vecinos para
tomar un helado en el bar de la urbanizaci�n, as� que, con la excusa perfecta,
nos fuimos. Cuando llegamos a casa de Manu y Laura, pusimos la misma excusa a
sus padres y salimos a dar una vuelta por la urbanizaci�n.


- Pod�amos ir al chalet que est�n
construyendo al lado de la rotonda de la calle de arriba -suger� para poder
estar a solas lejos de las miradas de curiosos.


- �No estar�n los alba�iles? -pregunt�
Manu.


- �Hoy domingo? Vamos, no me jodas...
inquir� dando a entender lo perfecto que era mi plan.


- Ya, �y si por un casual se pasan por
all� los due�os para ver como van las obras? -esta vez era mi hermana la que le
encontraba peros al asunto. - Imagina que estamos ah� dentro, tranquilamente y
de repente aparecen...


- Podemos subir a la �ltima planta y si se
presentan all�, como tienen que entrar con el coche dentro de la parcela,
podemos bajar por una rampa que utilizan los alba�iles para subir las
carretillas en la parte de atr�s de la casa, y desaparecer por la calle de abajo
-se�al� Alicia con una l�gica aplastane que nos dej� a todos de piedra. Joder
con la vecinita...


Como no precisamos de ning�n otro plan ni
estrategia, nos dirigimos al chalet en construcci�n. Era una casa enorme, de
tres plantas de altura, construida en piedra y ladrillo, al que le faltaba el
recubrimiento correspondiente en todas las paredes. Las obras iban muy avanzadas
pero todav�a quedaba trabajo por hacer, La estructura en s�, la
compartimentaci�n de las habitaciones estaba hecha, pero las escaleras, por
ejemplo, eran simples rampas con escalones de ladrillo, el suelo de cemento sin
pulir... pero resultaba el lugar ideal para esconderse del resto del mundo. El
�nico peligro, adem�s de poder ser sorprendidos por los due�os, era acercarse a
las ventanas de la parte delantera de la casa, ya que, si bien �sta se
encontraba bien dentro de la parcela, pod�an ser vistas desde la calle, por lo
que si alguien paseando miraba hacia el chalet, pod�a vernos sin ninguna
dificultad. Aunque a aquellas horas, en la sobremesa, con el sol picando desde
lo m�s alto, pocos se atrev�an a pasear por la urbanizaci�n. Subimos por la
parte de atr�s, por la "rampa de emergencia" seg�n la hab�a descrito Alicia. En
esa zona las ventanas, simples huecos en la pared de ladrillo, quedaban al
resguardo de unos frondosos �rboles, por lo que nadie podr�a vernos desde la
calle a la que daban.


El simple hecho de darme cuenta de que
est�bamos realmente solos hizo que una erecci�n m�s que considerable aflorara
dentro del pantal�n, lo mismo ocurr�a con Manu, que, nada m�s tener constancia
de que no hab�a por all� nadie que pudiese molestar, empez� a tocarle el culo
con ganas a mi hermana, que recib�a el gesto con agrado. Aprovech� que Alicia
estaba haciendo la �ltima comprobaci�n asomada a una de las ventanas traseras
para aproximarme a ella desde atr�s, presion�ndola con mi cuerpo contra la
pared, restregando mi paquete contra su culo, ligeramente en pompa asomada como
estaba. Era genial, mi polla a�n en el pantal�n, recorr�a la raja de su culo
tambi�n vestido, hacia arriba y volviendo a bajar. Mis manos pasaron de
agarrarla por las caderas a sujetarle firmemente desde atr�s sus pechos
perfectos, primero por encima de la camiseta, y buscando el calor y el tacto de
su piel despu�s. Con las manos dentro de la camiseta, buscando sus pezones,
pellizc�ndolos con cuidado, Alicia se dejaba hacer, peque�os jadeos escapaban de
su boca mientras mi polla segu�a describiendo el mismo camino primero
ascendente, despu�s descendente, bien pegada a ese culo maravilloso, a la vez
que la besaba el cuello y las orejas. No necesit� m�s para querer abarcar ese
culazo. Alicia segu�a en la misma posici�n, apoyada sobre sus codos en el marco
de la ventana, y aprovech� su situaci�n para arrodillarme justamente detr�s,
quit�ndole de un tir�n el pantaloncito y las bragas, prendas que quedaron
tensamente sujetas entre sus tobillos. All� la ten�a, totalmente expuesta desde
atr�s, las piernas separadas dejaban entrever su reluciente e imberbe co�ito, y
el min�sculo agujerito de su culo. Ese peque�o orificio fue el primero de mis
objetivos. Situando la cara entre sus nalgas, comenc� a lamerlo, a intentar
penetrarlo con la lengua, empujando cada vez m�s y m�s fuerte. Si bien Alicia ya
no era virgen, se me estaba presentando la ocasi�n de desvirgar ese maravilloso
ano, primero con la lengua, asestando largos y profundos lametones que se
traduc�an en suspiros ahogados de placer en el cuerpo de la vecina.


Tard� un buen rato en darme cuenta de que
sus gemidos no eran los �nicos que inundaban aquella habitaci�n vac�a y a medio
terminar. Sustituyendo la lengua por mis dedos para seguir deleitando el culito
de Alicia pude girarme para ver que mi hermana y Manu no estaban perdiendo el
tiempo. Se hab�an dado bastante prisa para desnudarse y en arreglarse para hacer
un 69. Manu estaba tendido bocarriba y mi hermana, sentada sobre la cara del
vecino, le masturbaba con ganas. En cuanto �sta me vi�, procedi� a echarse
literalmente sobre el cuerpo de aqu�l para engullirle el nabo hasta la raiz, sin
dejar de mirarme, como demostr�ndome la zorrita displicente en que se hab�a
convertido. Guiado por la necesidad extrema de las atenciones que me exig�a el
miembro, me baj� de un tir�n los pantalones y el calzoncillo y me dirig� a donde
se encontraban. Me puse exactamente sobre los pies de Manu y, agarrando a mi
hermana del pelo, le hice notar lo que necesitaba mi polla en ese momento.
Obediente, se sac� el rabo del vecino de la boca y, mientras le segu�a
masturbando se trag� el m�o, hasta el final, y empez� a mam�rmela como s�lo ella
sabe. Alicia se uni� al numerito desnud�ndose del todo, y volvi� a pegarse
contra mi cuerpo regal�ndome su boca, sus labios, su lengua en un beso que no
hac�a sino excitarme m�s. Pero estaba listo si cre�a que la vecinita s�lo iba a
participar en ese juego con sus besos. Me ayud� a quitarme la ropa que a�n ten�a
puesta, quedando por fin los cuatro en pelota viva. Sus manos se pasearon por
todo mi cuerpo, agarr�ndome la polla por la base, apret�ndola para que en todo
su esplendor apareciese y desapareciese de la boca de mi hermana, y
acarici�ndome las pelotas desde atr�s. Justo cuando pensaba que el momento no
pod�a ser m�s placentero, Alicia se peg� a m� y me susurr�.


- Ahora me toca a m�...


Pensaba que lo que quer�a era que fuese
ella la que se tragase mi rabo, pero sin tiempo a reaccionar, v� como,
poni�ndose de rodillas tras de m�, su lengua buscaba mi culo como hab�a hecho yo
con ella minutos atr�s. Si llegados a ese punto exist�a alg�n tipo de pudor, la
vecina se afan� por vencerlo, y el incre�ble placer que me brindaban las bocas
de las dos preciosidades, una por delante y la otra por detr�s, hizo desaparecer
el reparo que, en un principio sent� por ver expuesta la �nica barrera que
quedaba por romper. Necesariamente, tuve que sac�rsela a Laura de la boca,
quer�a correrme con ganas pero antes quer�a disfrutar del sexo de las dos, y la
dedicaci�n de Alicia en mi ano unida a la mamada me har�an explotar en segundos.
Aprovech� para inclinarme un poco hacia adelante, apoy�ndome en los hombros de
mi hermana, sinti�ndo c�mo la boca de la vecina recorr�a mis interioridades,
c�mo su lengua describ�a c�rculos en torno a mi esf�nter para, de un largo
lamet�n, bajar hasta detenerse en los test�culos. Los succionaba, los besaba,
los lam�a, se los introduc�a golosa en al boca, y volv�a de nuevo al agujerito.
Me estaba volviendo loco, a punto de correrme. La detuve, me d� la vuelta y me
tumb� boca arriba proponi�ndole la postura con la que se deleitaban mi hermana y
Manu. Subiendo sobre mi cuerpo, al separar las piernas para colocarlas a los
lados de mis hombros, v� su rasurado chochito completamente abiero, y antes de
que se acomodase, sub� con el cuello dispuesto a com�rselo. Su reacci�n al notar
mi boca en su sexo, mis dientes mordiendo con cuidado su brillante cl�toris, la
hizo perder e equilibrio cayendo de bruces sobre mi empalmad�simo miembro, que
la golpe� en la cara. Menos mal que no me hizo da�o, porque en ese momento, no
poder finalizar la misi�n por un accidente as� me hubiera arruinado la vida.


Mientras me deleitaba con largos
leng�etazos a lo largo de su co�ito, que llegaban hasta su ano, Alicia comenz� a
comerme la polla con una dulzura incre�ble. Sab�a que las caricias que hab�a
dedicado a mi esf�nter me hab�an dejado al borde del orgasmo, as� que se afan�
en hacerme una mamada lenta y profunda, apretando los labios en torno al
capullo, introduci�ndolo poco a poco en su boca, relajando los m�sculos de la
garganta para que fuese traspasada completamente. Para acompasar los
movimientos, tambi�n yo disminu� la velocidad con la que mi lengua recorr�a su
chochito, entreni�ndome con calma en su cl�toris, utilizando asimismo los dedos
para estimular el agujerito que no era objeto de mi boca en cada momento. Poco a
poco encontr� mayor facilidad para introducirle los dedos primero en su co�ito y
despu�s en ese maravilloso culo, la propia lubricaci�n de su sexo lo hac�a todo
m�s f�cil. De pronto not� c�mo empezaba a temblar, un enorme orgasmo la pose�a
mientras no dejaba de chup�rmela, lo que me hizo aumentar el ritmo de mis
caricias, y justo en el momento en el que estaba alcanzando el cl�max, met� mi
cabeza entre sus piernas con toda la presi�n que pude moviendo la lengua
fren�ticamente en lo m�s profundo de su sexo. Una serie de mitigados grititos
comenzaron a rebotar en la habitaci�n, gracias al eco. Tras un buen rato de
gemidos y temblores, Alicia se derrub� sobre mi cuerpo exhausta, se hab�a
corrido a base de bien. Los lametones que le dedicaba a mi polla eran ahora si
cabe m�s lentos, mientras ella hab�a llegado al orgasmo, a m� me hab�a hecho
recobrar fuerzas.


Los dos nos incorporamos, y vimos que Manu
se estaba follando a mi hermanita, cuyas enormes tetas se bamboleaban entre la
boca y las manos del vecino. Con Alicia en fuera de juego, recuper�ndose del
orgasmo que le hab�a hecho temblar como una posesa, una l�brica idea cruz� mi
cabeza. Acerc�ndome a Laura, que sub�a y bajaba las caderas para orde�ar con su
co�ito la polla de Manu, la incorpor� lo justo para decirle al oido:


- �Te gustar�a que te follase el culito,
hermanita?


Su respuesta fue una enorme y l�brica
sonrisa, asintiendo en�rgicamente con la cabeza, aceptando la proposici�n
peg�ndose al cuerpo del vecino y separ�ndose las nalgas con ambas manos. Viendo
aquel culito expuesto, abierto, que sub�a y bajaba al ritmo que era follada por
el vecino, me pregunt� hasta qu� punto mi hermana podr�a soportar una doble
penetraci�n. Pero sabiendo lo que pod�an dar de s� esos dos agujeritos tras a�os
masturb�ndose como una loca y teniendo en cuenta que ella iba a dejarse hacer
poniendo todo de su parte para disfrutar de la situaci�n, no me lo pens� dos
veces. Laura dej� de mover las caderas con el rabo de Manu dentro de ella, se
separ� todo lo que pudo las nalgas y recul� un poco para facilitarme el trabajo.
Coloqu� la punta del capullo en su culito y fu� apretando lentamente. Gracias a
que Laura estaba completamente empapada, la lubricaci�n de sus propios jugos
hicieron la labor menos dolorosa. Notaba el ardor de su interior conforme mi
rabo iba introduci�ndose en su ano, incluso pude notar la dureza de la polla del
vecino a trav�s de la pared que separaba ambos orificios. Tras varios y
cuidaosos intentos, mi polla entraba y sal�a del culo de mi hermana sin
problemas, provoc�ndome un intens�simo placer al sentir la estrechez del
orificio y el roce con el miembro de Manu que segu�a quieto dentro de su co�ito.
Entonces mi hermana volvi� a la carga, sus caderas empezaron a subir y a bajar,
acompasando los movimientos con los que Manu y yo, hac�amos desaparecer nuestras
pollas en su interior. Poco tardamos en alcanzar un ritmo en el que se alternaba
a la perfecci�n un pollazo en el co�o y otro en el culo, alternativamente.


Mientras tanto, Alicia, la convidada de
piedra en aquella doble penetraci�n, se hab�a colocado por detr�s de los tres y
dedicaba concienzudos lametones a nuestros culos y a nuestros test�culos, estaba
claro que la cosa no iba a durar mucho tiempo m�s. Manu se la sac� del co�ito a
mi hermana, y Alicia aprovech� su posici�n para chup�rsela. Por los gemidos de
placer del vecino, Laura y yo, que no pod�amos verlos, supimos que se hab�a
corrido, el constante traj�n que hab�a tenido con el sexo de mi hermana termin�
en la boca de la suya. A m� no me quedaba m�s tiempo, as� que cuando supe que en
breve iba a llegar al orgasmo, saqu� mi polla del culo de Laura, me incorpor� y
me d� la vuelta para encontrarme con la boca de Alicia. Ten�a toda la cara llena
de semen gracias a la corrida de su hermano, lo que me di� m�s morbo para
met�rsela de un golpe en la boca, para que se deleitase asimismo con el sabor
que le hab�a dado el culito de mi hermana. Cuando sent� que me corr�a, se la
saqu�, para que los incesantes chorros de semen que escapaban de mi rabo fuesen
directos a su cara. Alicia era un poema, la piel de su cara parec�a transl�cida
al tenerla completamente cubierta de esperma, las pesta�as pegadas a los
p�rpados, goterones de semen resbalando por sus mejillas, por la comisura de sus
labios, por su barbilla, cayendo lentamente sobre sus pechos... Y mi hermana no
iba a quedarse sin su raci�n de leche, as� que incorpor�ndose, se dirigi� hacia
la vecina, y empez� a lamerle la cara, retir�ndole los restos de semen,
trag�ndoselos y compartiendo alguno con ella, seg�n se los limpiaba se los
devolv�a, mezclados con saliva, a la boca.


Esa visi�n hizo que la erecci�n que hab�a
alcanzado taradase en remitir, y si bien si segu�an bien podriamos Manu y yo
recuperar fuerzas para seguir con otro polvo m�s, el cansancio por un lado, y la
posibilidad de que fu�semos sorprendidos all� por los due�os del chalet o de los
alba�iles por otro fueron motivos suficientes para posponer la idea. Como
pudimos, con unos cleenex esperamos a que Alicia se limpiase del todo,
eliminamos cualquier mancha de semen ca�da en el suelo, nos vestimos y bajamos a
la calle por la rampa por la que hab�amos subido.


- No se vosotros pero yo necesito beber
algo -dijo mi hermana, y tranquilamente fuimos a corroborar nuestra coartada la
bar de la urbanizaci�n.


Continuar�...


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Relato: Vacaciones en la sierra (08)
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