Relato: Trallax (21)





Relato: Trallax (21)

TR�LLAX XXI




La segunda prueba de retenci�n de orgasmos a la que fue
sometido TRALLAX en el Coliseum romano.










CAPITULO 21




El musculoso TRALLAX, nada m�s acabar con sus ejercicios de
fisioculturismo de esa jornada, apenas sus m�sculos tuvieron reposo despu�s de
los eternos tres d�as que se peg� en los urinarios, y su cuerpo expuesto para
gozo de los residentes del circo romano. Cuando apenas eran las nueve de la
ma�ana:



- �Hummm!.- en aspas sobre el suelo, con gruesas cuerdas
sujetas a sus mu�ecas y tobillos; como siempre salvajemente empalmado:



- �Preparados chicos!.- diecis�is tiarrones sujet�ndole con
ellas, cuatro en cada una de ellas:



- �Tirad con fuerza cabrones!.- iban a poner al l�mite la
elasticidad de sus m�sculos, tendones y articulaciones por orden del s�dico
TERCHELD. Que ya estaba hasta los cojones de no lograr que el cachas eyaculara.
Pero que �l para mortificarlo m�s, p�blicamente y en voz alta le ordenaba que no
lo hiciera:



- �Hummmm!:



- �S�, as�, s�, m�s fuerte!.- feliz no obstante porque tantas
pruebas estaban consiguiendo moldear la mente del poderoso culturista como �l
deseaba. Por eso con un l�tigo en una mano, igual que RUFUS y dos gladiadores
m�s, de los cuales destacaba el gigantesco YUMI. �ste, sacando pecho con
orgullo, les record�:



- �Lo veis, no he mentido as� con estos recios l�tigos
tratamos nosotros en oriente a los b�falos!. �Por eso os he tra�do estos que
guardo con tanto cari�o!, �son id�nticos a los usado en mi pa�s con esos
animales de piel tan dura!.- y a una indicaci�n de TERCHELD, aquellos s�dicos:



- �Umk!.- tirando a�n m�s de las sogas, lo alzaron por
completo del suelo:



- �Hummm!.- arranc�ndole gemidos de dolor al cachas, que se
sent�a romper. Cuando apart�ndose los latigueadores, cogiendo punter�a, (�z�mm!,
�sspl�ss!):



- �Humm!, (�z�mm!, �sspl�ss!), �humm!.- volvi� a ser
castigado cada cent�metro de su musculosa piel, siendo el dolor inenarrable y es
que segu�a sin acostumbrarse a sufrir tanto. Notando como aquellas recias
herramientas de punici�n, igual que lenguas de fuego, le iban marcando la piel
morena con extraordinaria rapidez:



- �C�mo resiste el t�o!.- chill� complacido YUMI. Que por
solo el placer de descargar su crueldad en aquellos poderosos m�sculos, dio por
buena su derrota en el coso. Motivo por el que, (�z�mm!, �sspl�ss!):



- �Humm!, (�z�mm!, �sspl�ss!), �humm!.- sus latigazos eran
hoy con diferencia los m�s potentes, los que m�s se marcaban en el f�sico
desnudo de TRALLAX y los que m�s tiras de piel arrancaban. Por eso el cachas,
entre sufriente agon�a, debajo del recio casco le miraba pidi�ndole compasi�n.
Pero ni �l ni sus compa�eros en el uso del l�tigo se apiadaron de �l. Todo lo
contrario, (�z�mm!, �sspl�ss!):



- �Humm!, (�z�mm!, �sspl�ss!), �humm!.- le castigaron a�n con
m�s potencia, empalm�ndolo m�s si cabe. Mordiendo la mole culturista el bocao
con tal intensidad que parec�a que lo iba a cortar, y es que los latigazos eran
de t�os muy machos, capaces de cortar las carnes como cuchillas por muy
musculosas y masivas que estas fueran, como las de TRALLAX. Hasta que viendo
TERCHELD que al cachas no lograban arrancarle ning�n orgasmo. Pero sobre todo
que estaba al l�mite de la p�rdida del conocimiento, orden�:



- �Parad chicos y soltadlo!.- a�adiendo:



- �Y dejadlo bien sujeto entre esas cuatro columnas!.- con la
idea de exponerlo all� durante d�as a m�s penitencias. Comentando para s�:



- �Esta vez no pienso parar hasta arrancarle un orgasmo y
despu�s el castigo!.- y con un gui�o le dijo a RUFUS que lo hab�a o�do todo:



- �Ahora dej�mosle que se recupere un poquito, la sesi�n que
le espera va a ser larga!:



- �Y nosotros a follar!, �jejeje!.- y agarrando a su esclavo
por el nabo se llev� a RUFUS a sus aposentos. Quedando all� TRALLAX cabeza gacha
pecho expandido, virilmente azotado, m�s empalmado que un elefante en una manada
de elefantas en celo.




--ooOoo--




Hab�an pasado unas cuatro horas y era la hora del almuerzo y
TRALLAX con el est�mago vac�o y el miembro viril salvajemente tieso.
Aliment�ndose igual que una bater�a a trav�s de la piel directamente del aire y
de los rayos del sol. Sistema que el elixir regenerador de c�lulas le hab�a
dotado, y que le permit�a alimentarse cuando no pod�a hacerlo de forma
tradicional, de ah� que su potencial f�sico no decreciera con tantas
penalidades. �Joder, que burros son!, gimi� cachondo, admirando extasiado cada
mil�metro de su musculosa piel, flagelada con pasi�n por sus crueles verdugos,
notando los fuertes escozores que a�n sent�a en ellos.



Por eso marcando con fuerza todos sus m�sculos, dolorosamente
contra�dos, se exhibi� a TERCHELD y RUFUS nada m�s verlos llegar. Que armados
a�n de aquellos magn�ficos l�tigos, y ahora tambi�n de martillos y largos clavos
sujetos a sus cinturones, se acercaron a �l. Pero no atrevi�ndose a mirarles,
sobre todo al hispalense, que como siempre que se encontraba frente a �l, gir�
la cabeza a un lado. En un gesto de acatamiento, que para �l tambi�n era una
se�al de su amor hacia �l. Que import�ndole un huevo que el cachas al llevar
puesto siempre el bocao, no pudiera responderle, le comunic�:



- �La sesi�n disciplinaria contin�a perro!.- y sacando pecho
aquel inmenso culturista se prepar� a darle placer a sus verdugos con su entrega
total al dolor. En especial a su master TERCHELD, que aproxim�ndose a �l,
cogi�ndole por los gordos pezoncitos, tirando de ellos:



- �Ummm!.- escap�ndosele al cachas un gemido de pasi�n, oy�
decirle a �ste:



- �Recuerda que no quiero que te corras!.- y notando como
aquel tremendo ser temblaba de excitaci�n:



- �Hummm!.- le estamp� un besazo, recorriendo con su lengua
todo el paladar de la musculosa mole, absorbi�ndole toda la humedad que el
cachas ten�a. Mientras que RUFUS por detr�s:



- �Hummm!.- mordi�ndole el cuello, le restregaba el cipote
dentro del canalillo que guardaba su m�s preciado tesoro: el dilatado potorro.
Que hambriento de amor, TRALLAX con otro intenso beso le correspondi� al �bero,
a sabiendas de lo mucho que muy pronto iba a sufrir en sus manos. Pero el amor
que sent�a por TERCHELD era aut�ntica veneraci�n:



- �No me mires puerco!.- y es que TRALLAX de tanto que lo
amaba tuvo ese atrevimiento, (�p�mm!):



- �Umk!.- y atiz�ndole TERCHELD un pu�etazo en todos los
huevos, logr� que el cachas apartara sus amorosos ojos de �l:



- �Humm!.- y con fuerza mordiera el duro metal, del que
estaba hecho el bocao:



- �Sufre puta!.- del salvaje dolor que TRALLAX sinti�. Y es
que no era el �nico que hab�a echado m�sculos sino que el hispalense tambi�n. Ya
que, mientras le entrenaba a �l, tambi�n practicaba culturismo:



- �Hoy pensaba ser algo m�s suave contigo!- mentira cochina:



- �Pero con el descaro que me has mirado, mereces un fuerte
correctivo!.- y mostr�ndole unos rollos de finos cordones de seda. TRALLAX al
instante supo que eran para atormentar sus carnosidades m�s er�genas. Las que
m�s facilitaban que �l alcanzara el cl�max, con un tratamiento estricto con
dolor. Por eso su polla se empalm� a�n con m�s bizarr�a. Y por eso mismo fue la
primera pieza de su anatom�a en ser puesta a prueba. Porque TERCHELD cogi�ndola:



- �Qu� vergota tienes condenado!.- acarici�ndola de abajo
arriba, jugando tambi�n con sus tremendos huevos, se complaci� en sentir aquel
palpitante y nervudo miembro viril entre sus manos. Cuando sujetando la argolla
que atravesaba su hermoso capullo, le at� el extremo de un sedal:



- �Umk!.- y con fuerza:



- �Hummm!.- tirando con ganas se alej� atando el otro extremo
a un tronco clavado frente al cachas:



- �Ufff!.- y tirando a�n m�s, le mantuvo la polla tensa, muy
tensa, ag�nicamente tirante. Pero aunque se la alarg� alarmantemente, �sta nunca
perdi� su tremendo grosor:



- �Fl�ggg!.- su amo le escupi� sus sudados pectorales, para
que comprendiera que se hallaba en el estrato social m�s bajo. Que el cachas
asum�a como lo m�s natural en su vida. Porque para �l se hab�a acabado la vida
de orgulloso polic�a de Ciudad Imperio, para transformarse en el esclavo
fisioculturista que era ahora. Cuando lanz�ndole un cordel a RUFUS:



- �Los huevos!.- cada uno le enlaz� un coj�n:



- �Hummmm!.- y apretando los lazos al m�ximo:



- �Hummmm!.- tirando en distintas direcciones con fuerza
hacia abajo, le alargaron el escroto secuestr�ndole salvajemente los huevos:



- �Ufff!.- pareciendo que se los iban a reventar y mientras
manten�an con una mano tensadas las sogas, con la otra, clavando a martillazos
en el suelo los largos clavos que trajeron con ellos, tirando lo indecible:



- �Hummmm!.- alargaron terriblemente el escroto muchos
cent�metros m�s, y secuestrando de esa manera tan s�dica los test�culos,
enrollando el extremo en la cabeza de los clavos, se los dejaron ag�nicamente
tensos doloridos, imposibilitado a moverse:



- �Conque mir�ndome otra vez, eh cerdo?.- pero esta vez
TERCHELD quiso darle un escarmiento a�n m�s selectivo:



- �Ahora ver�s!.- y lanzando por encima de la barra que se
hallaba sobre las dos verticales, entre las que se hallaba inmovilizado el
cachas y ensart�ndola en la argolla de la bonita nariz de TRALLAX:



- �Hummmm!.- tirando con violencia, m�s y m�s. Con lagrimones
como pu�os, le dej� el rostro mirando al cielo imposibilitado a mirar a otro
lugar y menos ser testigo directo de su tormento. Siendo despu�s sus pezones
v�ctimas de dos cordones m�s, que nada m�s enlazados:



- �Hummmm!.- fueron tensados hasta el paroxismo:



- �Hummmm!.- y tirando con crueldad infinita, estranguladas
las carnosas puntitas mamarias, alargadas tremendamente una quincena de
cent�metros, le ataron los otros extremos en el mismo madero en donde fue dejado
atado el cordel de seda que tiraba de su tremenda polla:



- �Podemos ya, amo?.- le pregunt� el musculoso romano a
TERCHELD. Que despu�s de que sonara unos fuertes truenos y rel�mpagos
anunciadores de una torrencial tormenta:






- �S�!.- comenzando a diluviar. Moj�ndose los masivos
m�sculos de los tres. No fue motivo suficiente para que los dos verdugos
abandonaran el lugar. Que mientras RUFUS sujetaba a TRALLAX por las nalgas,
consciente del brutal dolor que �ste iba a padecer; nada m�s comenzara TERCHELD
a golpearle los abdominales, tirando cruelmente no solamente de su polla, sino
peor a�n de sus pezones, huevos y nariz con lo que tanto duele, (�p�mm!):



- �Humm!, (�p�mm!), �humm!.- con recios pu�etazos en los
abdominales, le arrancaba aut�nticos resoplidos de agon�a al musculoso chico
espa�ol, que soberbiamente musculado, no pod�a remediar como sus pezones eran
alargados como �l nunca crey� posible por el s�dico traqueteo al que era
sometido su f�sico. Mientras su nariz con la vibraci�n le arrancaba goterones de
purita l�grima que el indefenso maciste revuelto con la lluvia, �l mismo se
beb�a. Siendo incapaz de observar como al pronto los finos cordeles ahorcando
por completo sus pezones, empezaron a sangrar con tantas crueldades juntas. Y su
verga incapaz ya de retener el orgasmo vibraba a punto de explotar:



- �Ahora, ahora amo!, �ya est� a punto!.- entonces gozando de
ver al cachas conque gestos obscenos mov�a sus nalgas a punto de bombear semen:



- �Hummm!.- tirando de los pezones le hicieron pasar a
TRALLAX las de Ca�n. Quien entre fuertes estertores de agon�a, cordones de los
pezones extremadamente tensos, huevos a punto de desgarrar el escroto que los
oprim�a, polla atada por la argolla, torturada lo impensable con tanto
alargamiento. TRALLAX lanzando un grito de derrota al cielo:



- Usssssss!.- comenz� a correrse patas abajo como no
recordaba, lanzando espes�simo esperma a diestro y siniestro:



- �Ahora!.- orden� TERCHELD, (�pl�ss!):



- �Humm!, (�pl�ss!), �humm!.- y con planas varas de fresnos
aquellos m�sculos fueron castigados por su desobediencia. Con los que duele esos
golpes en unos m�sculos muy mojados, por muy desarrollados que estos fueran y
estos lo eran mucho. Motivo por el que los zurriagazos lo recib�a de plano y los
hematomas muy evidentes y el terrible orgasmo era de muerte. Porque aquel
miembro viril aliment�ndose de puro dolor no paraba de escupir leche de un lado
a otro, (�pl�ss!):



- �Humm!, (�pl�ss!), �humm!.- cambiando permanentemente de
direcci�n al restallar los golpes en los inmensos m�sculos de TRALLAX. Que
forzado al mirar el relampagueante cielo negro y oscuro por los nubarrones,
indefenso como estaba, los encajaba en su f�sico amargamente. En donde lo �nico
que parec�a invicto era su eyaculador cipote que como un volc�n no paraba de
manar semen, y es que los huevos despu�s de tanto tiempo sin alcanzar el cl�max
estaban llenos a rebosar. Y sus verdugos muy crueles, sab�an disciplinar, sab�an
como tratarlo, eran ya muchos d�as juntos torturando al esclavo y aunque eran
consciente de su resistencia al sufrimiento, conoc�an al dedillo sus zonas
er�genas, sus puntos d�biles, que con el m�s m�nimo contacto lograban que
tuviera un adelanto de los padecimientos que seguramente le esperaba en los
mism�simos infiernos.



Y es que as� era TRALLAX, una mole plet�rica de m�sculos
creado para sufrir. Por eso sus movimientos p�lvicos eran m�s guarros, m�s
obscenos, cada vez que aquellos recios maderos le flagelaban sus m�sculos,
pezones, huevos y polla. Que le arrancaban gemidos que de dolor se o�an en todo
el patio, pero sobre todo los golpes que al ser tan severos se escuchaban en
todo el recinto del coliseum. Por eso aquel miembro viril, no dejaba de escupir
leche y es que los impactos eran demoledores. Hasta que logrando un orgasmo
bestial, perdiendo el conocimiento, sus padecimientos dieron por el momento a
fin:



- �Joder ese cipote sigue eyaculado amo!.- se chiv� RUFUS.
Pero TERCHELD no estaba ahora para respuestas. Porque su esclavo hab�a
conseguido por segunda vez desde que lo conoc�a que �l se masturbara:



- �Hummmm!. �Cu�nto placer me da atormentarlo!.- reconoci�
nada m�s correrse:



- �Tap�nale el conducto seminal, como ya sabes!.- y cogiendo
el romano el doloroso clavo de torcidas p�as que TRALLAX ya conoc�a:



- �Hummm!.- se lo clav� en la punta del nabo hasta el fondo:



- �Vay�monos de aqu�!.- orden� TERCHELD.




--ooOoo--




El hispalense estaba tan seguro del �xito como gladiador de
TRALLAX, que para darle m�s morbo al segundo combate:



- �Os reto a que mi esclavo desarmado luche con vuestros
gladiadores!.- lo quiso enfrentar a la vez con tres esculturales normandos:



- �Y me juego con vosotros, con cada uno, cien monedas de
oro!.- les propuso para darle m�s inter�s al combate:



- �De acuerdo!.- le respondieron los tres. Convencidos del
�xito de su tr�o de gladiadores. Pero el oro puesto en juego solo era un
pretexto, ya que realmente lo que no quer�a era que el cachas con dos mamporros
acabara con las peleas tan r�pidamente. Deseaba verle tambi�n sufrir
p�blicamente, que comprendiera que la victoria a veces le reportar�a mucho dolor
y a �l en cambio placer por verle sufrir.



Y TRALLAX lo intuy�, por eso TERCHELD cuando entr� en las
cuadras, vio al musculoso virilmente empalmado por esa raz�n. Qui�n ya se
encontraba bellamente enjaezado por RUFUS, con todos los herreajes relucientes y
sus m�sculos brillantes por el aceite. Pero nervioso como se encontraba el
esclavo alaz�n:



- �Sooo, esclavo!.- no paraba de levantar polvo del duro
suelo de tanto zapatear, bufando y gru�endo, mientras mord�a el bocao con
fiereza igual que un toro:



- �Qu�date quieto!.- le orden� RUFUS; mientras intentaba sin
lograrlo ponerle los cuchillos en las musleras:



- �Joder con el esclavo!.- coment� TERCHELD enojado por el
rebelde estado an�mico del culturista. Cuando aproxim�ndose a �l, cogi�ndole por
la argolla de la nariz:



- �Calmate esclavo!.- empez� a acariciarle el pecho,
abdominales, hasta que pasando la manos sobre sus nalgas, metiendo los dedos en
el canalillo, jugando con los labios de su ansioso potorro, logr� por fin
calmarlo:



- �Ya est�, amo!.- le dijo RUFUS nada m�s acabar de dejarle
puestas las fundas de los cuchillos:



- �Ah, se me olvidaba, qu�taselos, luchar� desarmado!.-
logrando que TRALLAX resoplara orgulloso como macho alaz�n. Excitado por la
nueva prueba a la que su master le iba a someter. Pero sobre todo altanero por
la muestra de confianza que le demostraba, por jugarse tanto oro con �l. Por eso
TRALLAX:



- �Sal fuera!.- (�z�mm!, �sspl�ss!):



- �Humm!, (�z�mm!, �sspl�ss!), �humm!.- disfrut� con cada
latigazo con que delante de tanta gente le regalaron sus amos por todo el camino
de ida. Sabedores estos que era la �nica forma de mantener a raya a la musculosa
mole. Y abusando los dos de que tanto castigo punitivo, solo lograba arrancarle
bufidos de agon�a pero que casi nunca lograban debilitarlo, fue llevado TRALLAX
al coso y a la lucha. Por eso nada m�s entrar en la arena el p�blico aplaudi� a
rabiar. Porque cubierto salvajemente de latigazos, el cachas se mostraba
altanero en busca de gresca, con ganas de machacar cabezas o pollas, solo por
complacer a sus amos. Y all� estaban los tres normandos, con largu�simas ca�as
de bamb�, �con lo que duelen!, se estremeci� el espa�ol. Pero mirando a sus
amos, meti� vientre y dej�ndolo bien fibrado, saco tetas, ofreci�ndole la agon�a
que tan descompensado enfrentamiento le iba a aportar. Y como siempre, los
cuatro mancebos se dirigieron al palco imperial, que por la fama que estaba
alcanzando TRALLAX, hoy se hallaba presidido por el mism�simo Emperador de Roma.
Un hermano gen�tico de MARCIO, casi tan guapo como �l, pero con preclaras
tendencias s�dicas:



- �Se�or, los que van a morir te saludan!.- gritaron sus
contrincantes ya que TRALLAX no pudo por ir con el bocado puesto. Siendo ya para
�l la segunda vez que pasaba por este ritual iniciador del combate:



- �Pues que as� sea esclavos!.- y dejando caer el pa�uelo de
seda que llevaba en una mano, dio comienzo el combate. Y abusando aquellos
cabrones de que estaba desarmado, se separaron y lo rodearon, (�z�mm!):



- �Umk!, (�z�mm!), �humm!.- restallando aquellas formidables
varas en sus desprotegidos pectorales. Logrando que TRALLAX sorprendido apoyara
una rodilla en el suelo. Momento que aprovecharon dos de ellos, para lanzarle
dos recio golpes en su amplia espalda, que de dolor lograron que sacara pecho,
iniciando el tercero una sarta de golpes en sus abdominales, cruz�ndolos de
marcas, dej�ndolo medio atontado. Justo cuando los otros dos, sujet�ndole por
las mu�ecas, retorci�ndole los brazos para atr�s. Comenz� a recibir su pechazo,
del tercer gladiador golpes a diestro y siniestro que le cubrieron de oscuros
hematomas:



- �TRALLAX ya!.- cuando de pronto oy� la voz protectora de su
amo TERCHELD. Se empalm� a�n m�s con el sonido de su cantarina voz. Y decidido a
complacerlo, vio al tercer normando que acababa de lanzarle otro golpe con la
dolorosa vara de bamb�. Cuando vi�ndola impactar en sus abdominales,
contray�ndolos con todas sus fuerzas, la dura ca�a al impactar se astill� en mil
partes, quedando inutilizada. Cuando tirando con todas sus fuerzas de sus
brazos, con tan solo el poder de sus m�sculos, tir� de los otros dos cabrones y
cuando lo tuvo a tiro se puso de pie y rodeando con sus musculosos brazos los
cuellos de ambos, actuando sus poderosos b�ceps de guillotina. Los fue
estrangulando poco a poco, sin dejar su vientre, ri�ones y genitales de ser
golpeados por aquellos machos. Hasta que comenzando a faltarles aire,
profundamente enajenados por el viril olor a sobacos de TRALLAX. Los dos
perdieron el conocimiento, solt�ndolos el cachas al momento, porque �l nunca
quiso matarlos, solo derrotarlos:



- �Esto lo vas a pagar, cabr�n!.- le grit� el tercero que con
la vara de uno de sus compa�eros, (z�mm!):



- �Ug!.- con la punta le golpe� la espalda. Logrando que
TRALLAX furioso por tan traicionero golpe se diera la vuelta y sin importarle
como aquel hijo puta le segu�a golpeando con el extremo y le iba dejando oscuros
y sangrantes c�rculos rojos en sus pectorales y bajo vientre. Sujetando el
extremo de la ca�a tir� de ella y acercando a al fornido normando hacia �l,
(�pl�ss!):



- �Ug!.- de una mistra con la mano abierta lo lanz� a unos
metros y agarr�ndolo all� mismo, e igual que hizo con YAMI:



- �Ohhh!, �qu� cipot�n!.- al vuelo le clav� el pene, oy�ndose
gritos de terror por las barbaridades que el gigantesco falo pod�a hacer en un
chocho tan estrecho como el de aquel joven chaval. Que con sus genitales ya al
aire, en bolas, se agarraba del cabello y de dolor y placer extremo tiraba de
�l:



- �Usss, qu� gusto!, �f�llame cabr�n!.- mientras era forzado
con reciedad, como �l nunca crey� ser posible, pero era mucha polla y el
normando de gozo comenz� a eyacular en cantidad generosa regando de semen el
reseco suelo de arena del coliseum. Hasta que sinti�ndose partir por medio:



- �Por favor, liberadme, que me mata!.- rog� por fin que
aquello acabara y agarr�ndose al pechazo de TRALLAX, supo que no podr�a sentarse
durante semanas. Pero TRALLAX no estaba por la labor de ceder a sus ruegos, y
moviendo las nalgas de arriba abajo, ensartaba el chocho con rudeza espartana,
buscando en aquel babeante potorro el placer absoluto:



- �Joder, esto es magn�fico!.- reconoci� aquella puta que se
estaba follando. Que pasando del dolor, se agarr� al musculitos y mientras se
sent�a montar, se abraz� a su torso como un pulpo. Siendo lanzando su cuerpo de
izquierda a derecha, por aquel cipote poderoso. Cuando alcanzando por segunda
vez el cl�max:



- �Ll�vame contigo a donde vayas chico!.- logr� que el
normando le rindiera pleites�a. Pero el placer sexual no estaba hecho para un
esclavo total como �l. Por eso, procedieron a encadenarle por las mu�equeras de
hierro para que diera fin su asalto anal:



- �S�cala, perro!.- y a golpes de fusta fue obligado a
extraer su poderoso nabo y siendo enganchado por otra cadena por la argolla que
lo ensortijaba por el pene. A tirones quisieron sacarlo de all�. Pero TRALLAX
quer�a seguir follando y tirando hacia atr�s se resist�a, por lo que con m�s
latigazos y encaden�ndolo tambi�n por los huevos, aunque tiraron con inaudita
violencia no lograron moverlo un mil�metro, tal era su deseo de seguir follando.
Procediendo entonces entre varios, a encadenarle por los pezones y argollas de
la nariz y aunque esta vez usaron las cadenas como l�tigos, ni a�n as� lo
lograron:



- �Alto cabrones!.- grit� TERCHELD, que acerc�ndose al
musculoso. Qued�ndose al momento �ste quieto al ver aproximarse a su adorado
amo. TERCHELD sujet�ndolo por la argolla de la nariz, tirando con fuerza,
haci�ndole mucho da�o le oblig� a bajar la cabeza. Y soltando el cachas un
suspiro de admiraci�n por lo bien que sab�a domarlo su amo, le oy� decir:



- �D�jate llevar a la cuadra, esclavo!.- y liber�ndole la
bonita nariz que ni el hierro que lo ensartaba lograba afearlo.





TRALLAX al trote y sin que tuvieran piedad de �l, lacerado
con aceradas fustas fue llevado a su lugar de confinamiento, orgulloso por su
victoria, pero sobre todo por pertenecerle a un amo tan cruel como aquel.






CONTINUARA���.





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