Llov�a a cantaros afuera. Ser�an las cinco de la tarde o algo
as�, el cielo estaba nublado y despu�s de un impresionante estruendo que avisara
un corte de luz Natalia y yo nos quedamos en silencio observando la pantalla
muerta de la televisi�n.
Hab�amos alquilado cuatro pel�culas y aquella que quedaba
justo en la mitad en ese momento era apenas la primera. Como consecuencia del
apag�n, habr�a de quedarme a dormir en casa de mi amiga para poder ver las
cuatro cintas a raz�n de que deb�an ser devueltas al d�a siguiente.
La oscuridad se apoder� de toda la casa, solo los
intermitentes rel�mpagos pintaban de violeta las paredes. Para afuera no se ve�a
nada m�s all� de los arbustos en frente del jard�n, con dificultad eran
identificables las casa al otro lado de la calle.
Me retir� de la ventana y me sent� en el sof� junto a Natalia
que jugueteaba con una pelotita que era de su hermano pas�ndosela entre los
pies.
-�Qu� hacemos?- le pregunt�.
-�Qu� quieres hacer?- respondi�.
La verdad mis ideas eran pocas. Aparte de que me gusta ver
caer la lluvia, m�s aun cuando hay aquel tipo de tempestades, la incomodidad que
me significaba guardar silencio acerca de lo que hab�a pasado entre Natalia y yo
algunos d�as atr�s en aquella fiesta, me hacia desear ocuparme en algo o
empezar�a a desesperarme.
Para los que no saben lo que hab�a ocurrido entre mi amiga y
yo pueden enterarse leyendo el relato que anteriormente publique llamado "En la
oscuridad es m�s rico".
Nos pusimos pues a hablar sobre cualquier cosa sin
importancia. Las palabras retumbaban con eco en la soledad de la casa. Toda la
familia de Natalia que se encontraba fuera, llamaron para avisar que por motivo
de la tormenta esperar�an un buen rato antes de salir de donde estaban, era
mejor evitar cualquier tipo de accidentes.
Cuando el silencio parec�a ponerse incomodo, vi que Natalia
dio un salto poni�ndose de pie y con entusiasmo me dijo: "vamos al �tico, la
�ltima vez que estuve all� arriba me encontr� unas cosas interesantes pero no
pude revisar bien"
No sab�a que pod�a ser tan interesante como para estar en un
�tico pero igual segu� a Natalia escaleras arriba. Tom� una pelotita que colgaba
de una cadena y la jal� para desprender del techo una escalera de madera que nos
dio la posibilidad de subir.
Nos detuvimos en la mitad de la escalera porque no se ve�a un
comino y fui hasta el cuarto de Natalia a conseguir una linterna.
Nunca en los siete a�os de conocer a Natalia hab�a subido al
�tico, a ambas nos daba miedo, y entonces crecimos y aparecieron las fiestas y
los chicos y el inter�s por la aventura y lo desconocido adquiri� tintes
distintos destronando el �tico como algo atractivo.
Estaba bastante limpio all� arriba para ser un �tico. Natalia
me dijo que su mam� sub�a casi todas las semanas a limpiar el polvo que se
pudiera acumular, ni las habitaciones estaban tan impecables.
Mi amiga se dirigi� sin demora a una caja encima de otras dos
cajas. Estaba medio abierta, meti� las manos en ella y sac� una pila de
fotograf�as que nos sentamos a ver de inmediato. La mayor�a pertenec�an a su
mam� en sus a�os de hippie. En cambio las pocas que hab�a de su padre lo
mostraban desde temprana edad como un hombre bien vestido, buen mozo y
trabajador como el que era.
Al descubrir que aquellas cajas no solo estaban repletas de
fotos sino de algunos otros recuerdos tambi�n, decidimos tomar una especie de
manta y colocarla enfrente de uno de los peque�os ventanales del lugar que era
azotado por la lluvia. Cargamos con las cajas y las colocamos a un lado para
inspeccionar cada una de ellas y posteriormente recoger el desorden.
La primera caja era de solo fotos. Muchas cosas pero ninguna
muy interesante. No s� por qu� pero algo me dec�a que tendr�amos que encontrar
algo realmente picante y excitante dentro de esas cajas o toda la b�squeda no
tendr�a ning�n sentido.
La segunda caja tampoco ten�a nada muy bueno, algunos
encajes, agujas, hilos, varias fotos de la abuela de Natalia.
En cambio la tercera nos dej� a ambas con la boca abierta.
Eran fotos tambi�n, en principio, pero estas eran distintas, eran fotos de
parrandas prendid�simas en las que aparec�a como atracci�n principal la madre de
Natalia. Ser�an los ochenta o algo as� seg�n lo que pod�a ver en las im�genes.
Hab�a chicos muy buenotes bailando junto a una piscina y una
sola chica entre el mont�n de tipos, y era nada m�s y nada menos que la mam� de
mi amiga que danzaba agraciadamente con una cerveza en la mano. Quien lo
pensar�a. La se�ora Gloria, la mam� de Natalia, sol�a molestarnos mucho acerca
del tipo de ropa que us�bamos y el modo de bailar y de tratar con los hombres en
estos d�as. Una fotito como aquellas en semejante bikini, aun atrevido para
nuestra �poca, tumbaba al piso todos sus reclamos.
Detr�s de las fotos encontramos algo mejor aun. Consoladores,
muchos, de distintos tama�os y colores, junto a ellos otros varios tipos de
objetos sexuales que parec�an complicad�simos de usar. Ambas nos quedamos
absortas al ver aquello.
Por �ltimo nos topamos con un �lbum de fotos en cuya portada
se escrib�a con claridad, "despedida de soltera".
De entrada lo primero fue un tipo danzando sobre una mesita
de centro con las nalgas al aire mientras enfrente la se�ora gloria, a�os atr�s
por supuesto, y otras chicas re�an colocando cara de sorprendidas viendo los
atributos del caballero que bamboleaba su cosota en sus caras.
En las dem�s fotos vimos a las chicas bebiendo mucho y a la
se�ora Gloria muy encari�ada con el stripper. Ni yo ni Natalia d�bamos cr�dito a
lo que ve�amos. "mi pap� ni debe imaginar este tipo de cosas"
Guardamos todo excepto los consoladores y los dem�s juguetes.
Algunos eran de bater�as y algunos otros no. Pero nos interesaba ver como
funcionaban aquellos el�ctricos, as� que espere sola en la soledad del �tico
mientras Natalia bajaba a conseguir unas bater�as.
Tard� un poco pero vali� la pena.
Al regresar me entreg� las bater�as. Yo se las coloqu� a un
aparatejo redondo que ten�a una manija del que lo sujet�. Al encenderlo empez� a
vibrar levemente, pero al tocar su superficie con la otra mano recib� una
vibraci�n enorme.
Nos quedamos mir�ndonos la una a la otra. Lo �nico que se o�a
eran las gotas de lluvia que no cesaban contra la ventana y el apacible zumbido
de la vibraci�n del consolador.
-�C�mo se usar�?- me pregunt� Natalia.
-No s� �lo probamos?- dije.
Se qued� en silencio y mir� hac�a el suelo y luego hacia el
resto de los consoladores a un costado de nosotras�
-bueno. Pero pru�balo t�- dijo.
Sin demora desabroch� mi pantal�n y sin levantarme del suelo
me lo baj� hasta las rodillas. Natalia se qued� mirando mi entrepierna pero
apenas se vio que me hab�a dado cuenta de ella retiro su vista.
Separ� ambas piernas y me acerqu� el consolador a la concha.
La sola situaci�n me pon�a a sudar como loca y mi coraz�n ya lat�a a mil. El
contacto me hizo gemir y Natalia se sobresalto.
Me qued� vi�ndola a los ojos y no pude evitar empezar a gemir
cuando aplicando un poco m�s de presi�n en mi �rea vaginal, la vibraci�n se
intensifico y se reg� por todo mi cuerpo llev�ndome al �xtasis.
Se sent�a delicioso, eran como millones de hormiguitas
acariciando con delicadeza y a la vez con decisi�n mi hermosa conchita que
empez� a derretirse en litros de suculento lubricante natural. Incluso mi ano
recib�a algo de la vibraci�n. Mis piernas temblaban, mis labios tambi�n, la
relajaci�n me llev� a soltar algunos peque�os gases que no me preocup� por
contener, los pezones se endurec�an y el sudor hizo que me desprendiera de mi
blusa quedando as� cubierta arriba solo con el sost�n.
Cuando volv� a detallar a Natalia, se sujetaba ambos senos
metiendo las manos por entre la blusa.
Me detuve. Retir� el consolador de mi concha y se lo ofrec�
de inmediato. Extend� mi mano entreg�ndoselo y ella lo tom� sin dudarlo a pesar
de estar mojad�simo por mis jugos.
Se baj� el pantal�n y se lo quit� por completo mand�ndolo a
volar lejos. Separ� las piernas y se coloc� el consolador entre ellas. Su
reacci�n fue casi igual a la m�a. Un suspiro y luego incontables e intensos
gemidos. Cerr� los ojos y se dej� llevar por la vibraci�n.
Desde que nos encontramos sorpresivamente el una encima de la
otra en aquella org�a ambas, sin precio acuerdo, hab�amos evitado cualquier tipo
de contacto similar, m�s por pena que por falta de deseo pienso yo. Desde
aquella ocasi�n en la fiesta todos los d�as pensaba en lo delicioso que besaba
Natalia y en lo agradable de su lengua rozando mis pezones.
Me atrev� pues tomando yo el consolador. Me lo entreg� y se
acost� boca arriba en el suelo. Presion� m�s fuerte contra su vag�na y vi como
todo su cuerpo se pensionaba. Lanz� un grito apasionante que opac� por un
segundo el potente ruido de la lluvia y algunas gotas resbalaron de entre sus
piernas cayendo sobre la manta. Tuvo un orgasmo�
Se incorpor� y nos quedamos vi�ndonos con las narices casi
roz�ndose. Nos besamos, el suave contacto de sus labios aterciopelados,
delicados como p�talos y la rigidez de su lengua babosa irrumpiendo sin permiso
en mi boca me encendieron al l�mite y le ped� que hici�ramos el amor.
-�T� crees que est� bien?- replic�.
-�Por qu� habr�a de estar mal?-
-no s�, solo digo�-
-�a ti te gusta?-
-me encanta-
Nos besamos de nuevo.
Nos sentamos m�s cerca de la otra ahora. Tom� un consolador y
ella tom� otro, el m�o era el�ctrico y el que ella ten�a era uno de esos de
goma. Medir�an ambos unos veinte cent�metros.
Posamos los consoladores en la vagina de la otra y empezamos
a movernos. Ambas gem�amos pero ella lo hac�a m�s fuerte, la vibraci�n del
aparato parec�a tener m�s efecto que el solo movimiento del pene de goma que a
pesar de todo tambi�n se sent�a delicioso.
Se dio media vuelta y me mostr� su par de hermos�simas
nalgas, un poco m�s grandes que las m�as creo yo, divinas con un peque�o
lunarcito en la nalga izquierda. Las separ� y me acerqu� lentamente a su anito.
Todos los bellitos de su cuerpo se erizaron al contacto de mi lengua.
Tom� pues los dos consoladores y le met� una por la concha y
otro por el culo. Altern� con maestr�a el movimiento y a ella le encantaba,
ped�a m�s y m�s, m�s adentro, m�s fuerte, m�s intenso, gritaba y sudaba como una
puta, a m� me lat�a todo, quer�a tener algo adentro tambi�n.
Entonces me deslic� por entre sus piernas e hicimos un
sesenta y nueve. Sus jugos sab�an delicioso, nunca un pene hab�a sabido tan rico
como sab�a su conchita rosada y delicada que parec�a de una ni�ita a pesar de ya
tener 19 a�itos de existencia.
La concha de Natalia era bastante larga pero cerrada, supongo
pues que cualquier pene que entrara por all� sentir�a la calenturienta caricia
de mi amiga que succionaba todo lo que se encontraba. Y como lo supuse tambi�n,
su boca hizo igual tarea en mi concha tal cual lo hab�a hecho en mis senos el
otro d�a. Suculento�
Luego fui yo la que acostada en el suelo se rindi� a unos
dulces besos que recorrieron todo mi cuerpo. Desde mi boca, por mi cuello, por
mis senos, mi ombligo, mi concha y mi culo hasta mis rodillas y mis pies
sintieron el roce ensalivado de mi amiga proporcion�ndome un placer que jam�s
hab�a imaginado podr�a encontrar en otra chica.
Debo confesar que incluso tiempo atr�s todo aquello de las
lesbianas me causaba un asco tremendo.
Me atendi� con dos vibradores tal cual lo hab�a hecho yo
antes. Luego dejamos los aparatos a un lado y se acost� sobre m�. Nos besamos,
nos tocamos, nos acariciamos, sus dedos entraban y sal�an de mi vagina
llen�ndose de mi cuerpo y mi pasi�n mientras nuestras lenguas se entrelazaban
sin tregua y el sudor se mezclaba desliz�ndonos la una sobre la otra.
Mientras me daba sexo oral como por quinta vez mi cuerpo
estremeci� y me corr� en un deslave de pasiones recientemente encontradas
gritando al cielo nublado un �Dios m�o! Tan fuerte que ca� rendida.
Nos acostamos juntas y nos besamos por un ratito hasta que
las bater�as de la linterna cedieron y nos quedamos completamente a oscuras. No
devolvimos los aparatos sexuales a su lugar, tomamos una bolsa y los llevamos
hasta el cuarto de Natalia en donde los escondimos cuidadosamente para futuras
ocasiones.
Nos vestimos y bajamos las escaleras para tomar un poco de
agua e hidratarnos. La luz lleg� pronto y aunque no dej� de llover, la familia
de Natalia lleg� tambi�n como a eso de las nueve y media mientras empez�bamos a
ver la segunda pel�cula. Sus padres nos saludaron y me pareci� ver a otra se�ora
Gloria que entre su maquillaje y su ropa elegante ocultaba una potencial puta de
la que estaba enterada ahora.
Diego, el hermano de Natalia que tiene quince a�os nos saludo
tambi�n y no pudo evitar lanzar sus ya acostumbradas miradas a mi escote.
Pronto la casa volvi� a estar en silencio. Ser�an las diez de
la noche y solo se o�a a Diego en el segundo piso jugando play station.
Terminamos de ver la tercera pel�cula que fue corta y mala y ya cansadas de la
televisi�n decidimos irnos a acostar, lo cual no significa dormir.
Pasamos toda la noche fornicando y probando cada uno de los
juguetitos aquellos que no pudimos probar en el �tico. Nos amamos en la ducha,
en la cama, en la mesa del computador. Al otro d�a despertamos casi a las tres
de la tarde completamente exhaustas.
Le quiero enviar un saludo a Natalia que de seguro leer�
esto. Un besote amiga�all� abajo.
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