Relato: Mini market: hiper gordo (2)





Relato: Mini market: hiper gordo (2)

MINI MARKET: HIPER GORDO (2)


CAP�TULO II: ALCOHOLIZADO.


Como acostumbro hacer un balance de mi vida cada tanto, me
pareci� que �ste era el momento m�s oportuno como para hacerlo nuevamente.


Estuve de acuerdo en que mi vida segu�a siendo un desastre,
por lo menos en la parte sentimental.


Debo reconocer que no ten�a problemas de salud. Tampoco con
mi trabajo, todo lo contrario, me iba muy bien all�.


Del mismo modo, tampoco ten�a problemas de dinero.


Pero eso no me conformaba.


Me faltaba algo y muy importante.


Amor adem�s de sexo.


Estoy seguro que si yo fuera una de esas personas que s�lo
busca tener sexo diariamente, casi con seguridad no tendr�a inconvenientes en
encontrar a alguien diferente cada noche.


Pero yo soy de los que buscan otra cosa.


La parte afectiva es muy importante para mi.


En alguna oportunidad, me he acostado con alg�n que otro
gordo ocasional, pero esa era la excepci�n que confirmaba la regla, por m�s que
yo siempre intentaba crear v�nculos afectivos con todos los gordos, que a veces
no me eran correspondidos.


Ahora espec�ficamente, tengo un amor en Espa�a, Juan, con sus
problemas de inciertas soluciones. Tengo otro, Eduardo, que por m�s que s� que
siempre puedo volver con �l, no me gustar�a comprometerlo, y mucho menos ahora
que Junior, su hijo, parece haberse dado cuenta en parte de nuestra relaci�n.
Tengo otro amor que nunca se va a extinguir por alguien que est� felizmente
casado en Argentina, Daniel, con quien nos juramos que jam�s nos volver�amos a
ver. Y tengo tambi�n un nuevo amor, Gerardo, a quien s�lo lo voy a amar como
amigo. Supongo que deber�a contar tambi�n a Edson, mi amor de Brasil, aquel, el
de mis vacaciones.


Tambi�n cuento con una relaci�n extra�a con el que a�n me
sigue llamando por tel�fono, y que ya comprob� que por lo menos no es nadie de
la familia "Gord�nez", pero por m�s que ya hasta me resulta an�nimamente
conocido, pienso sinceramente que esa relaci�n no va a prosperar, y no es porque
yo no lo desee, sino porque parece que es su decisi�n la de buscar solamente
satisfacerse con una paja mientras escucha mi voz por la l�nea del tel�fono.


Bueno, a�n sigo intentando averiguar qui�n es esa persona,
aunque ahora no puedo descartar a los hijos de dos clientes que me miran medio
extra�o cada vez que van por la tienda, y que posiblemente puedan ser los
autores de esos llamados.






En realidad no puedo siquiera pensar en tener alguna relaci�n, por m�s que
matar�a por tenerla, con Pedro, el hiperobeso, ni curiosamente tampoco con
Cristina, su mujer, a pesar de que tambi�n estaba muy apetitosa. Simplemente
porque como muchas veces me negaba a tener otra relaci�n complicada ya fuera con
gente casada o con compromisos, daba por descartado que cualquiera de estos dos
gordos entraba dentro de esa categor�a. Aunque para ser sincero nunca se me
ocurri� que pod�a sentir atracci�n por ambos miembros de una misma pareja.


En realidad si por grados de originalidad se trataran mis
relaciones, creo que si tuviera algo con ellos, �sta ganar�a con creces el
primer lugar.


Pero de acuerdo a mis experiencias, que siempre hab�an
terminado mal para m�, hasta llegu� a pensar que si tan s�lo intentaba avanzar
con cualquiera de los dos obesos del almac�n, esta historia seguramente
terminar�a tr�gicamente.


Entonces, decid� hacer lo que siempre acostumbro en estos
casos.


Sacar el lado bueno de las cosas.


En esta oportunidad no dejar de deleitarme la vista y el o�do
y si me lo permitieran tambi�n el tacto. No descartando permitirle a mi olfato
sumarse a ese placer. Realmente me qued� con las ganas de entrar a ese ba�o.


Y sobre todo decid� dejar que el destino me marcara
nuevamente los pr�ximos movimientos a seguir.


S� en forma fehaciente que estoy siendo inconscientemente
atra�do por obesos cada vez m�s gordos. Es como que cada vez quiero m�s.


Aunque eso se debe a caprichos del destino.


Realmente nunca estoy buscando gordos. Ellos son los que
desfilan como si fuera por una pasarela y yo simplemente estoy all�, en el
momento justo en el lugar apropiado para conocerlos, tratarlos y tener distintos
grados de progreso en las relaciones.


Hasta ahora todo me hab�a ido medianamente bien, salvo que
casi siempre los finales de las historias individuales me hab�an dejado un sabor
amargo tras haberse roto casi todas las relaciones en forma abrupta, o
sencillamente por habernos alejado el uno del otro.




Todas esas distintas experiencias hasta ahora hab�an tenido de parte m�a una
fuerte carga amorosa que combinada con la er�tica hac�an de esas relaciones una
bomba de tiempo que finalmente estallaba cuando cerraba la puerta del dormitorio
estando a solas en compa��a de mis gordos.


En esta ocasi�n, el comienzo mismo de la relaci�n con el
gordo de turno no hab�a sido la apropiada.


Justamente el gordo m�s gordo, el que con s�lo verlo me hizo
expulsar gran cantidad de esperma sin siquiera tocarme, me estaba evitando. Ni
siquiera me hab�a aceptado el saludo, que para m� era imprescindible para sentir
su piel y dejarme embriagar con el sacud�n que seguramente ir�a a sufrir tambi�n
en esta oportunidad, a causa de la electrocuci�n que despedir�a ese obeso tan
s�lo con su apret�n de manos.


En realidad, como ya sab�a de mi atracci�n hacia ellos, lo
que med�a con el contacto f�sico era la que ellos podr�an sentir hacia m�. Esto
era simplemente una suposici�n, pero de acuerdo a las experiencias anteriores,
nunca me hab�a fallado el p�lpito.





Ese lunes en mi trabajo no pude concentrarme en todo el d�a.
Tanto que la llamada habitual de las 6 ni siquiera me hizo tener ni la m�s leve
erecci�n. Sin embargo, mientras repasaba los stocks de algunos art�culos para
preparar los pedidos del d�a siguiente, no dej� de facilitarle la tarea.


"Si, si... C�mo me gustar�a chuparte todo... Me encantar�a
pajearte con mi mano... Quisiera lamerte el culito..." Y tras escuchar los
grititos siempre disimulados que me hac�an adivinar que ya hab�a acabado.
"Mmmmm, c�mo me gustar�a tragarme toda tu lechita... Bueno, te espero ma�ana
para hacerte otra de �stas."


Y colgu�.


No era que esta acci�n del misterioso llamado an�nimo no me
excitara m�s, pero es cuando tienes un plato m�s delicioso al lado del otro,
optas por ese en detrimento de aqu�l.


Continu� con mis notas y luego de cerrar la tienda, fui al
edificio y antes de subir al departamento, pas� por el almac�n.


MINI MARKET: HIPER GORDO.


No pod�a dejar de esbozar una sonrisa cada vez que ve�a ese
cartel.


Entr� al local y la gorda estaba de espaldas acomodando unas
latas en el estante. No vi a Pedro, pero escuch� ruidos muy fuertes que ven�an
del interior de la vivienda. Sonaban como si se estuvieran peleando un oso y un
le�n, rugiendo ambos ferozmente.


"Buenas noches, Cristina." Le dije.


"Hola." me contest� d�ndose la vuelta e impidi�ndome
deleitarme con la visi�n de ese culo gigante que gustosamente lamer�a sin
pensarlo dos veces.


"C�mo est�?" Pregunt�.


"Muy bien, gracias." Contest�. "El que no est� muy bien es
Pedro. Hoy tuvo un poco de temperatura y se fue a la cama temprano."


Hmmmmm. C�mo me gustar�a acompa�arlo por all�!


"Qu� es lo que est� viendo por televisi�n?" Pregunt� porque
la lucha entre los animales feroces no cesaba. "Por casualidad es adicto a ver
National Geographic?"


"No." Me dijo ri�ndose a carcajadas. "Mi marido est�
durmiendo y eso que escuchas son sus ronquidos."


Ay, mi Dios. Te juro que nunca m�s te voy a pedir nada, pero
por favor, lo �nico que deseo es pasar una noche con ese obeso. S�lo te pido una
noche con �l en la cama y poderme dormir con esos ronquidos salvajes al borde de
mi o�do, mientras le chupo la teta como si fuera un beb�.


Hice un esfuerzo supremo para no caerme al piso de espaldas
de la emoci�n, aunque indefectiblemente se me aflojaron las piernas. Por suerte
la gorda no se percat� de ello, sino seguramente sospechar�a que yo tendr�a
alg�n problema de salud muy serio, ya que cada vez que iba al almac�n me
descompon�a.


Su carcajada se extingui� lentamente mientras me consegu�a
mis provisiones.


Prest� atenci�n a su cara. Era agradable, en realidad muy
bonita.


Ni una pizca de maquillaje manchaba su bello rostro. Sus
cachetes gordotes no obstaculizaban para nada que se viera su casi constante
sonrisa; muy por el contrario, la realzaban.


Mi mente estaba intermitentemente deseando a ambos miembros
de la pareja de obesos. Pero no pod�a dejar de pensar en la parte moral de la
situaci�n.


Supongo que como muchas veces me suced�a con innumerables
clientes gordos, esto no pasar�a de gratos encuentros en ese local, para
despertar y encender mi imaginaci�n y miembro dormido, y volver al departamento
para pajearme salvajemente hasta extraer hasta la �ltima gota del envase.


Una y otra vez pensaba en hacer algo, pero no sab�a qu�. Y
nuevamente una y otra vez me resignaba a pensar que ello no iba a funcionar.


Nuevamente dej� todo en manos del destino y del azar.


Me desped� de Cristina con un apret�n de manos que nuevamente
casi me electrocuta y dej�ndole un saludo para Pedro, dese�ndole que se recupere
pronto de su fiebre.


El sonido de sus ronquidos me sigui� desde el almac�n hasta
el ba�o de mi casa, donde cerr� los ojos y me la sacud� hasta explotar de gozo y
semen s�lo con pensar que estaba parado al borde de la cama de Pedro,
simplemente vi�ndolo dormir emitiendo esos rugidos salvajes y por dentro de la
s�bana que lo tapaba �ntegramente pero que me permit�a distinguir el contorno de
su enorme figura.


Durante toda la semana viv� pr�cticamente la misma rutina con
algunos matices de diferencia.


Siempre era igual en mi trabajo.Gordos de distintos tama�os
que me solicitaban para ser atendidos por mi. Aunque no me quejo, ya que eso
siempre me alegraba el d�a.


Siempre la misma llamada de las 6 de la tarde. "Hola, habla
Zesna... te chupo todo... dame toda tu leche... ah, ah, ah...bueno adi�s... nos
hablamos ma�ana."


Siempre la misma visita al MINI MARKET: HIPER GORDO. Ahora
con la leve diferencia que Pedro aparec�a intermitentemente por el local como
para controlar todo y se volv�a a internar en el interior de su vivienda. No
lograba a�n que me diera ni siquiera la mano. S�lo me lanzaba cada tanto alguna
mirada de desconfianza, o por lo menos notaba que cada vez que me ve�a me
estudiaba como pregunt�ndose "Qu� mierda quiere este tipo de nosotros que viene
todos los santos d�as?"


Siempre la misma paja una vez que llegaba al departamento,
ahora con la participaci�n de la gorda en mi imaginaci�n.


Primero suponiendo estar presente mientras Pedro se la cog�a.
Estaba casi seguro que para lograrlo, el gordo deb�a estar acostado boca arriba
sobre la cama y que Cristina deber�a hacer todo el trabajo, descontando que
Pedro siempre llevaba la parte pasiva del acto.


Del mismo modo me sacaba el esperma pensando que tambi�n el
obeso culeaba a la gorda, y siempre de la misma forma. Ella tomando el corto
pero grueso pene de su marido, y ensart�ndoselo en su agujero para cabalgarlo
hasta hacerlo explotar de leche dentro de ella y lograr as� la satisfacci�n del
gordo.


Sobre el jueves, comenc� a imaginarme tambi�n que la obesa me
chupaba el miembro, y me refregaba sus inmensas tetas por los test�culos, y todo
en pos de volver a vaciar mis l�quidos.


Y eso a d�nde me estaba conduciendo?


Qu� iba a lograr con todo esto?


Nada.


Absolutamente nada.


Not� tambi�n durante toda la semana que Cristina y Pedro
comenzaron a discutir primero y pelearse despu�s, por problemas laborales.
Estaban muy preocupados por la p�rdida de clientes ya que el hipermercado de
unas cuadras m�s adelante los estaba llevando a la ruina total y ella siempre le
recriminaba a �l su hosco y antip�tico comportamiento, que perjudicaba a�n m�s
la relaci�n con los clientes.


El viernes, Cristina estaba llorando cuando llegu� al local y
Pedro nuevamente se hab�a acostado a dormir temprano. Otra vez escuchaba a la
National Geographic a todo volumen.




"Qu� te sucede, Cristina?" Ya la estaba tuteando, ya que mi visita all� era
diaria con puntualidad londinense y sin llegar a ser amigos, el vernos en forma
cotidiana nos oblig� a pedirnos por favor que no sigui�ramos trat�ndonos de
"usted".


"Nos estamos fundiendo. Cada vez tenemos menos clientes y
Pedro no reacciona. No s� qu� hacer. Estoy desesperada. Lo amo, pero est�
resignado. No quiere hacer m�s nada. Se la pasa durmiendo y comiendo." Y lanz�
el llanto tras haber compartido con alguien toda su angustia.


"Oh, Cristina. Lo siento mucho." Dije en forma muy sincera.
"Si hay algo que yo pudiera hacer, por favor, me encantar�a ayudarlos."


"No, Zesna, ni se te ocurra. Pedro no te quiere. No s� cu�l
es el motivo, pero no le ca�ste bien desde el primer momento y creo que ser�a
una p�sima idea que siquiera lo intentaras. Es que tengo miedo que se ponga
violento." Dijo sin dejar de llorar. "De todas formas te agradezco mucho.
Aprecio mucho tu preocupaci�n, pero lamentablemente no quisiera que a�n las
cosas puedan empeorar m�s. Cuando cierre el local, le voy a dar un ultim�tum.
Esto no puede seguir as�."


"Lo lamento much�simo, Cristina." Dije. "Por favor, si se te
ocurre alguna forma en que yo pueda ayudar, sinceramente me gustar�a poder
hacerlo."



Me agradeci� nuevamente y compr� m�s de lo que ten�a pensado,
s�lo por el simple hecho de dejarles m�s dinero.



Llegu� al edificio, sub� por el ascensor, esta vez mucho m�s
triste que de costumbre y al llegar al departamento, me sent� en el sof�
mientras com�a algunas frutas, y medit� sobre qu� podr�a hacer yo para ayudar a
esta pareja de obesos.


No dejaba de retumbarme lo que hab�a dicho la gorda: "Pedro
no te quiere. No s� cu�l es el motivo, pero no le ca�ste bien desde el primer
momento."


Varias l�grimas se escaparon de mis ojos.


Por qu�?


Por qu� no me quiere?





Estaba sonando el timbre del portero el�ctrico.


Me despert� sobresaltado y not� que me hab�a quedado dormido
sobre el sof� con la ropa puesta.




Mir� el reloj.


2:10:22 AM


"Qui�n?" Pregunt� a�n medio dormido.


"Zesna, soy Cristina!" Su voz la dej� en evidencia de que
estaba llorando." Perdona que te moleste, pero no tengo a nadie m�s a qui�n
acudir. Puedes bajar por favor?"


Muy asustado, demor� lo que un suspiro en bajar a la planta
baja.


Estaba lloviendo y Cristina estaba empapada.


"Pasa." El llanto no cesaba. "Por amor de Dios, qu� sucedi�?"


Mientras sub�amos por el ascensor, Cristina me cont� que
hab�a discutido con su marido y que �l hab�a comenzado a tomar alcohol hasta que
se emborrach�.


"...y en determinado momento, se puso muy violento. Se acerc�
como una fiera a donde me encontraba y levant� la mano para pegarme una
bofetada. Cerr� los ojos pidi�ndole por favor que no lo hiciera..."


"Te peg�???" Pregunt� rogando por el amor de Dios que no
tuviera que estar en medio de una acci�n de ese tipo.


"No, cuando abr� los ojos, �l se puso a llorar tan s�lo por
haber tenido el impulso de hacerlo. Zesna yo lo amo, pero no lo puedo ver as�.
Me dije que me iba para siempre de su lado, que ya no lo aguantaba m�s. Por
Dios, Zesna. Qu� le pasa a mi gordo?" Cristina estaba desesperada. Era muy
notorio el amor que sent�a por �l y que la promesa de que lo abandonaba para
siempre no hab�a sido m�s que una mera amenaza, o mejor dicho un impulso
moment�neo dicho sin pensar realmente en hacerlo realidad.


"Quieres que te acompa�e y hablamos juntos con �l?" Pregunt�.


"No, no quiero volver con �l mientras est� as�." Confes�.


"Y qu� quieres que haga? Quieres que vaya yo a hablar con
�l?" Realmente quer�a hacer algo por ellos, pero no sab�a qu�.


"No, Zesna. Ya te dije que �l no te quiere." Dijo.


"Entonces?" Pregunt� sorprendido.


"Puedo quedarme esta noche aqu�?" Me rog�. "Por favor, no
tengo adonde ir."


Esto seguramente no era lo yo que pensaba.


O s�?


"Es cierto que tu marido est� borracho?" Pregunt�.




Ella me mir� sorprendida por la pregunta.


Yo la mir� a los ojos.


Nos miramos sin parpadear.


De pronto me peg� una bofetada.


"Qu� te piensas?" Me dijo y se dispuso a irse nuevamente.
"Creo que fue un error haber venido hasta aqu�."


La tom� del brazo y le ped� perd�n, y le dije que ella era
una mujer muy atractiva y que en un momento hab�a pensado en otra cosa.


"Por favor, Cristina. Perd�name por estar pensando siempre
como un verdadero idiota." No pod�a creer que hubiera tenido siquiera esa idea.


"Oh, Zesna, lo siento. Yo amo a mi esposo. Nunca le har�a
algo as�." Confes� y se volvi� a disculpar por la cachetada.


"Puedes quedarte. Pero me gustar�a ir a ver si Pedro est�
bien y no necesita algo." Le dije.




"No Zesna, por favor." Me volvi� a rogar. "Te lo suplico. Tengo miedo que si vas
puedan a�n empeorar m�s las cosas."


"Sinceramente, no podr�a quedarme aqu� tranquilo si no
confirmo que �l est� bien y no est� necesitando algo." Dije y le pregunt� c�mo
podr�a hacer para entrar all�, y ella me entreg� las llaves del almac�n.





Llegu� a la puerta del local, abr�, entr� y volv� a pasar
llave.


Escuch� quejidos con una voz gruesa y llorosa.


"Ay...ay....ay..."


Pobre Pedro. Ya estaba arrepentido por la amenaza de su mujer
y seguramente ya hubiera surtido efecto lo que ella le hab�a dicho.


Corr� la cortina para pasar hacia la parte trasera y me
asust� al ver al obeso tirado boca abajo en el pasillo de camino al ba�o.


"Pedro? Qu� te sucedi�?" Pregunt� desesperado.


"Qui�n mierda eres t�?" Cuestion� con su voz de borracho y
a�n de cara contra el piso.


"Soy Zesna, Pedro." Dije rogando que no se violentara.




"Vete de aqu�! Vete de aqu�! No quiero que est�s aqu�!" Grit�.


"Pedro, por favor. Te quiero ayudar. Tu esposa no est�." Le
dije para decirle que no hab�a nadie m�s que yo para ayudarlo.


"C�mo sabes que no est� aqu�? Ya te la cogiste, verdad?" Me
pregunt�.


Ahora ca�a en la cuenta.


El temor de Pedro era que me acostara con su esposa.


Me vino a la mente la discusi�n que hab�a tenido con Cristina
en mi primera visita, cuando ella me ofreci� el caso con agua.


Claro, su miedo era que yo le quitara a su mujer. O en el
peor de los casos que fuera su mujer la que quisiera meterle los cuernos
conmigo.


"No Pedro. Si ese es tu temor, deber�as quedarte tranquilo."
Dije y de pronto sent� un terrible "olor a rosas".


Y esto? Se habr�a echado un pedo?


"Qu� es lo que te est� pasando, Pedro?" Dije.


"Llama a mi mujer. La necesito." Me grit�, y lo que agreg� a
continuaci�n, aunque lo hizo en voz baja, me hizo dar real cuenta de lo mucho
que necesitaba que su esposa volviera realmente. "Por favor."


"Pero qu� es lo que sucedi�, Pedro?" Volv� a preguntar
nuevamente.


"Iba hacia el ba�o y me ca�, y por m�s que lo intent� no me
pude levantar. Estaba teniendo unos retorcijones en el est�mago y no pude
resistirme y me cagu� y me orin� encima." Dijo sollozando.


Por amor de Dios.


Preso de p�nico, tom� el tubo del tel�fono sobre el mostrador
para llamar a mi departamento y pedirle a Cristina que volviera lo antes
posible.




"Por favor, no le digas que me cagu� encima. Por favor. Es que es la primera vez
que me pasa algo as�. S�lo dile que venga." Me repiti�.


"Hola, Cristina. Por favor, ven que Pedro te necesita." Dije
rog�ndole ya que no pod�a darle ninguna explicaci�n de lo ocurrido.




"No, el castigo no le vendr� nada mal. Hoy se va a tener que dormir s�lo." Dijo
y sin permitirme decir m�s, colg� la llamada dej�ndome con el tubo en la mano.



Me acerqu� a Pedro que continuaba tirado en el piso, ahora
levantando la cabeza para poder verme.


"Qu� dijo?" Pregunt� intrigado. "Vendr�?"


"No." Contest�.


Rompi� a llorar nuevamente con alaridos de oso enfurecido.


"La culpa es s�lo m�a." Reconoci�.


"S�, pero ahora debes concentrarte en solucionar esta
situaci�n." Dije.




"No puedo hacerlo s�lo." Se amarg�.


"Aqu� estoy yo!" Dije, remang�ndome las mangas y no sabiendo
si saltar de alegr�a como loco por lo que estaba a punto de hacer en forma no
planificada.


"Qu�?" Pregunt� at�nito.


"Que yo te voy a ayudar." Dije.


"Ayudarme con qu�?" Pregunt� sin salirse de su asombro.


"Con tu limpieza." Dije e intent� hacerlo ponerse de pie,
pero fue in�til.



Por supuesto que no lo pude levantar, ni mucho menos
arrastrar hasta el ba�o, por lo que improvis� una tercera opci�n.



�l segu�a neg�ndose y tratando de imped�rmelo, pero su estado
alcoholizado lo volv�a un poco torpe, por m�s que me agarraba en forma muy
fuerte, lo que igualmente me provocaba un traspaso de energ�a muy poderoso.


"Pedro, esc�chame bien. Te voy a contar un secreto y me
gustar�a que no lo divulgues. Yo no quiero a tu esposa, por lo que nunca le
tocar�a un pelo. A m� me gustan los muy gordos como t�." Dije y cuando tuve toda
su atenci�n, no sabiendo su grado de conciencia debido a su estado et�lico,
continu�. "Por lo tanto de acuerdo a tu situaci�n actual y viendo que soy la
�nica persona disponible, voy a darte toda la ayuda que t� quieras.
Absolutamente toda. Ahora, si quieres que me vaya y te deje todo meado y cagado
en el piso, me lo dices y me ir�, aunque sinceramente eso me partir�a el alma
porque no me gustar�a dejarte as�. Si por el contrario quieres que te ayude,
debes entonces colaborar conmigo para que logre hacerlo, porque ya te supondr�s
que no va a ser un trabajo f�cil de realizar."


"T� eres puto?" Fue lo �nico que me dijo.


Me caus� gracia, porque no prest� atenci�n a todo lo dem�s
que le hab�a dicho.


Se lo repet�.


No contest�, pero no volvi� a ofrecer resistencia.


Fui al ba�o para ver qu� pod�a encontrar all� que me pudiera
servir.


Volv� al pasillo con dos baldes llenos de agua, un par de
toallas, un jab�n y una esponja gigante. Claro, ninguno de ellos podr�a usar en
su ducha la esponjita diminuta que yo sol�a utilizar en la m�a.


Me par� delante de �l, que ahora me miraba fijamente.


Le ped� que se diera la vuelta para quedar boca arriba. Lo
intent� pero no lo pudo hacer sin mi ayuda, por lo que lo empuj� para hacerlo
girar.


Me mord� el labio inferior y me agach� para desatarle el nudo
de la cuerda que llevaba sosteniendo sus pantalones.


Le desaboton� el bot�n superior de la bragueta, y luego los
siguientes.


Fui por sus zapatos. Era la primera vez que me deten�a en
ellos. Deb�an ser de talla 47 por lo menos, pero al quit�rselos, vi que sus pies
no eran tan grandes sino que los ten�a extremadamente gruesos.


Le saqu� las medias, que aunque no era estrictamente
necesario hacerlo, s� lo era para m�.


Le acarici� el pie gordo desnudo con ambas manos, y lo bes�.


"Qu� est�s haciendo?" Me pregunt� sorprendido.


"Te dije que me gustaban los muy gordos, as� que no perder�
la oportunidad de disfrutar de esto." Le confes� y sonre�.


Sacudi� su pie para soltarlo de mis manos.




Me volv� a agachar y tom� sus pantalones por los bajos y los empec� a tironear
pidi�ndole que levantara el culo del piso para dejarme quit�rselos.


Lo hizo aunque con bastante dificultad.


Mi Dios.


Nunca hab�a visto unas piernas m�s hermosas. Sus rodillas
eran m�s grandes que dos balones de f�tbol y sus muslos me derret�an todo, y
casi me voy al piso con �l.


Sus calzoncillos estaban todos rotos, aunque sus tremendos
rollos me imped�an verle m�s all� de ellos.


Sus pantalones estaban terriblemente pesados y muy mojados
adem�s de sucio en toda la parte trasera.


"Pedro, lo que pase hoy aqu� vamos a mantenerlo en secreto,
verdad?" Pregunt� sin esperar una respuesta que nunca sali� de su boca.
"Preferir�a que ni siquiera tu esposa se enterara."


Del mismo modo, le termin� bajando tambi�n sus calzoncillos
mientras continuaba sin quitarme la vista de mis ojos.


"Date la vuelta, por favor." Le ped�, y otra vez lo intent�
pero tambi�n necesit� de mi ayuda para lograrlo.


Nuevamente se la di.


Tom� la esponja, la embeb� con agua y comenc� a limpiar.


El panorama parec�a como si hubiera estallado una bomba
at�mica por all�. Barro y escombros por todos lados; y a mi que me gustaba
sentir un aroma "a jard�n de rosas" cada vez que un obeso as� estaba cerca de
m�, esto era lisa y llanamente un aut�ntico "rosedal."


Lo curioso fue que en vez de darme n�useas, como ya daba por
descontado que no me ocurrir�a, tampoco me excit� pensando en lo sexual por
estar limpi�ndole el culo a un obeso de algo m�s de 300 kilos de peso. Muy por
el contrario y para mi sorpresa total, estaba emocionado hasta las l�grimas por
estar ayudando de alguna forma a este hombre, por qui�n hab�a sentido algo muy
fuerte por �l desde que lo vi por primera vez y sin siquiera haberle dado nunca
la mano para confirmar los grados de atracci�n que pudi�ramos sentir el uno por
el otro.


Eso era muy fuerte.


En ese momento no pensaba en nada m�s que prestarle toda la
ayuda posible que fuera capaz.


Perd� la cuenta todas las veces que fui al ba�o a volcar el
agua sucia de los baldes, enjuagarlos y volverlos a llenar.


Cada vez que parec�a que hab�a quedado limpia una zona,
tocaba con el dedo y se mov�a un rollo que conten�a m�s suciedad en su interior.


Parec�a como que nunca ir�a a terminar y eso en realidad me
ten�a sin cuidado. No me importaba en absoluto mientras siguiera con �l
dej�ndose limpiar por m�.


"Esto te pasa muy seguido?" Pregunt� para tan solo escuchar
su voz que me pon�a la piel de gallina. "Siempre te limpia tu mujer cuando te
sucede?"


"No. En realidad esta es la primera vez que me cago encima.
Nunca antes ni siquiera me hab�a emborrachado." Me dijo. "No me hubiera pasado
si no me hubiera ca�do. Es que no me pude levantar, y simplemente sucedi�."


Sonre�, por ser la primera persona en el mundo en haberle
limpiado el culo a este gordo amoroso.


No me quitaba los vista de encima. Cada vez que le miraba al
rostro, �l me estaba viendo directamente a los ojos.


"Por qu� est�s haciendo esto?" Me pregunt� de repente.


"Porque lo necesitas." Contest�.


"Pero, por qu�? Apenas me conoces y para ser sincero, yo no
me he portado muy bien contigo." Dijo de su comportamiento anterior
reconoci�ndolo por cierto bastante antip�tico.


"Eso me tiene sin cuidado, en realidad no es de importancia.
Lo �nico que lo es en este momento, es que yo estoy aqu� para ayudarte en todo
lo que necesites. Me alegro mucho por haberme decidido a venir." Dije con total
sinceridad.


"Estoy muy avergonzado." Dijo un poco apenado, y agreg�. "No
s� como agradecerte por esto."


"No necesitas estar avergonzado conmigo. En cuanto a la forma
de agradec�rmelo..." Hice una pausa. "...ya encontraremos una forma de que lo
hagas."



Casi una hora despu�s, sus nalgas, raja y agujero estaban
relucientes. Como nuevos, dir�a yo. Bueno, lo que quiero decir es que estaba
todo limpio y me tuve que contener para evitar zambullirme para que mi lengua se
diera un fest�n.


Todo limpio, aunque no totalmente.


A�n faltaba la parte delantera.


"Quieres darte la vuelta nuevamente?" Le pregunt� y fui a
brindarle mi ayuda porque daba por descontado que tampoco en esta oportunidad lo
lograr�a �l s�lo.


Una vez que qued� nuevamente boca arriba y despu�s que
retorn� al ba�o para traer m�s agua limpia, met� la esponja en el balde, le pas�
el jab�n y con mi mano le alc� el vientre. No alcanz� con eso y tuve que
levantar dos grandes rollos m�s para poder acceder a sus test�culos enormes del
tama�o de los de un toro. En el lugar de su miembro, s�lo hab�a un agujerito con
piel arrugada alrededor. Tambi�n toda esa zona ten�a gran parte de su propio
excremento.


Mi erecci�n comenz� a aparecer lentamente, mientras Pedro
segu�a sin quitarme los ojos de encima.


Pas� la esponja suavemente.


Not� que el gordo se puso en tensi�n, pero no dijo nada. S�lo
segu�a vi�ndome a los ojos cada vez que yo le miraba el rostro, como para
estudiar mis reacciones.


Limpi� cuidadosamente cada pulgada de su entrepierna con la
esponja y tuve que acompa�ar el trabajo con mi mano libre, mientras le ped�a que
�l mismo se sostuviera la panza.


Mi pene ya estaba duro como la roca, y mis dedos le alzaban
esas bolas tremendas para permitir un correcto aseo.


En determinado momento, cuando mov� los test�culos para un
lado, y luego para el otro, Pedro comenz� a sacudirse espasm�dicamente por tres
veces consecutivas.


"Qu� te sucede?" Pregunt� mir�ndolo a los ojos, ya que
parec�a que era v�ctima de una ataque o algo as�.


No tuve que esperar su respuesta ya que algo caliente comenz�
a ba�arme la mano con la que le estaba sosteniendo los test�culos.


Mir� sorprendido y del agujero por encima de sus bolas,
brotaba un chorro tremendo de esperma.


No pude salir de mi asombro.



CONCLUIR�.


Me gustar�a que pusieran m�s comentarios a mis relatos.


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Relato: Mini market: hiper gordo (2)
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