Relato: Un fin de semana (4)





Relato: Un fin de semana (4)


Fin de semana IV




Est�bamos desnudas Mercedes y yo, arrodilladas frente a Roc�o
y Marta. Lo primero que tuvimos que hacer fue lamerles todo el sexo y el ano,
posteriormente Marta se me� en mi boca Roc�o en la de Mercedes. Nos mandaron
lavar y que esper�semos arrodilladas frente a la mesa de Roc�o. As� lo hicimos,
ellas se fueron un momento y volvieron con la ropa para ponernos. Para mercedes
un collar de perra con una corbata de cuero, una chaqueta azul marino, la cual
apenas tapaba sus tetas estando abrochada y una minifalda de color azul marino
que apenas le tapa su sexo ni sus nalgas, adem�s tiene unos cortes laterales,
anteriores y posteriores que al moverse un poco ense�an todo lo que hay debajo.
Para mi otra chaqueta roja que se abrocha mediante unos ganchos interiores a las
argollas de mis tetas y ning�n cierre m�s por lo que al moverse un poco se
descubre todo mi vientre y parte de mis tetas. En la parte inferior una falda
como la de Mercedes de color rojo y casi transparente. No pod�a faltar la
corbata para mi collar de perra que era de cuero rojo con la inscripci�n en
negro "Perra Susana" en la parte inferior. A las dos nos pusieron zapatos con
tac�n de unos 15 cm. Y unas peque�as tiras de piel encima atadas por encima de
los tobillos con un peque�o candado, como es natural la llave se la quedaron
Roc�o y Marta. El color era igual al traje respectivo.


Nos estuvieron observando un buen rato comentando lo bien que
hab�amos quedado, nos pusieron una enfrente de la otra y nos dieron varios
bofetones hasta que sangraron los labios, aprovecharon para lamernos la sangre y
nos besaron en la boca. Acto seguido nos apoyaron con los pechos sobre la mesa
nos subieron las faldas, bueno lo poco de tela que hab�a y empezaron a poner
nuestras nalgas a tono. Cuando acabaron me dieron la fusta y me hicieron darle
50 golpes por donde quisiera a Mercedes, si no lo hac�a ella me daba 100, por lo
cual no puse reparo ninguno por las represalias.


Me volvieron a apoyar sobre la mesa y nos introdujeron un
consolador en el ano a cada una, no pude verlo, pero le costaba bastante entrar
y me desgarr� un poco ya que Marta le dijo a Roc�o que estaba sangrando un poco
a lo que Roc�o contest� que Mercedes tambi�n, que para esto los hab�an comprado
de este tama�o y que esto no era nada con las funciones que ten�an, adem�s
estaban conectados a la misma frecuencia por lo que con un solo mando tendr�a
para las dos. Cosa que comprobamos al instante, pues nos empez� a dar descargas
el�ctricas por m�s de diez minutos hasta que ca�mos al suelo, primero Mercedes y
despu�s yo retorci�ndonos del dolor que nos produc�a.


Nos levantamos del suelo y nos mandaron a trabajar, lo que
hicimos toda la ma�ana hasta que sobre las 12 del medio d�a lleg� un cliente del
Bufete, me pregunt� por Roc�o la abogada, me levant�, fui a ver a Roc�o y le
dije que el Sr. Almagro quer�a verle. Me dijo que le hiciera pasar, lo cual
hice. El Sr. Almagro no paraba de mirar mis piernas, pero lo que m�s le llamaba
la atenci�n era la chaqueta, o mejor dicho lo que hab�a debajo. Cuando lo dej�
en la oficina me volv� al trabajo. Estuvieron hablando hasta casi la hora de
cerrar cuando Mercedes y yo dimos un salto de la silla por la descarga producida
por el consolador, entonces, ambas, fuimos a ver a Roc�o.


El Sr. Almagro nos ha invitado este fin de semana, es decir,
esta noche hasta el lunes por la ma�ana a una fiesta en su finca y vamos a ir.
Quiere examinaros a fondo pues vosotras formareis parte de dicha fiesta.


Roc�o llama a Marta, esta viene enseguida y Roc�o le dice
�Ens��ale nuestras putas al Sr. Almagro! Marta empieza por mi d�ndome un tir�n
de la chaqueta, que no se solt� pues estaba muy bien abrochada a mis tetas, pero
si solt� un chillido de dolor que se vio recompensado con dos bofetadas a
diestro y siniestro. �Perdone Sr. Almagro por la indiscreci�n de la puta Susana,
pero sabe que no tiene derecho a quejarse y menos para chillar! No se preocupe,
esta noche ser� castigada por ello, dijo el Sr. Almagro. Solt� los cierres de
las argollas de mis tetas y me quito la chaqueta, tir�ndola al suelo. De un
tir�n me arranc� la falda y me dejo con la corbata que pon�a "Puta Susana" y los
zapatos que me dol�an horrores. Continu� con mercedes, pero a ella le hizo
desnudarse por si misma, se puso sonrojada y tambi�n se qued� con la corbata y
los zapatos, no se si le dol�an, pero cojeaba algo cuando andaba. Nos hicieron
dar varias vueltas enfrente del Sr. Almagro, abrirnos de piernas, mostrar
nuestro ano y una vez agachadas nos hicieron masturbar delante de �l, pero sin
levantarnos. Antes de corrernos nos hicieron parar y ponernos las manos en la
espalda. Nos quedamos en esta postura un buen rato hasta que tocaron el timbre.
Marta abri� y dijo si era el Bufete de la Sr. Rocio, al confirmarlo dijeron que
tra�an unos paquetes para ellas y que ten�an que llev�rselos de nuevo cuando se
lo ordenaran. Entraron los paquetes, en la sala donde est�bamos y salieron.


Desembalaron dichos los paquetes y eran dos cajas de madera
con una tapadera. Al abrirlos nos hicieron meter dentro y con las piernas
abiertas nos sentaron encima de una barra con un saliente que nos introdujeron
en la vagina, giraron como una especie de tuerca y se introdujo a�n m�s hasta
que chillamos del dolor que nos produc�a al apretar el fondo de nuestro sexo.
Nos pasaron una argolla de hierro que estaba sujeta a la caja y la cerraron, en
la boca nos pusieron una mordaza inchable, la cual incharon al m�ximo, cosa que,
por lo menos a m�, me produc�a un dolor casi insoportable en los maxilares. Una
argolla en cada mano, tambi�n sujetas a la caja y otras en los pies. Pensaba que
hab�an acabado de sujetarme pero todav�a faltaba un ancho cintur�n que ten�a una
especie de p�as que se clavaban en la piel de mi vientre, no estaban muy
afiladas pero poco a poco iban dejando su huella con su correspondiente dolor.
Cerraron las cajas y qued� completamente a oscuras sin poder moverme ni
articular palabra. Not� que se tumbaba la caja y que se mov�a, volv�a a ponerse
de pie y de nuevo se tumbaba, otra vez lo mismo, un ruido como si la estuvieran
sujetando y un lejano ruido de un motor, pues desde dentro de la caja apenas se
o�a nada. La caja se mov�a al ritmo de los acelerones y no tengo ni idea del
tiempo que pas� dentro de ella.


El hierro que ten�a dentro de mi vagina me estaba apretando
con fuerza y cada vez que aceleraban o frenaban el dolor se hac�a insoportable,
las mand�bulas cada vez estaban m�s doloridas y ni que decir del cintur�n de mi
vientre que estaba casi adormilado por la presi�n de las p�as. El silencio y la
inc�gnita hac�a que mi cerebro no dejara de pensar en lo que vendr�a despu�s del
viaje. Por el pasaba de todo, desde todo lo ocurrido durante toda la semana
hasta cualquier cosa que podr�a pasar en adelante y ahora ya �ramos dos juguetes
en manos de Roc�o y Marta. �ramos de su propiedad y pod�an hacer cualquier cosa
con nosotras, adem�s, �qu� nos pasar�a en dicha fiesta con el Sr. Almagro? Todo
pasaba por mi cabeza, pero seguro que nada de lo que pensase se parecer�a a la
realidad.


Estaba toda sudada, la boca, aparte de dolorida, tambi�n
estaba seca y no hab�a probado bocado desde la asquerosa mini ensalada del d�a
anterior. Ni tan siquiera me hab�a podido tragar el semen de los camareros, pues
Mercedes no dej� que se corrieran dentro de mi boca, mejor dicho, ni que se
corrieran, simplemente los humill�. Antes de empezar todo esto mi cuerpo era
casi perfecto pero en una semana empezaba a notar que mis huesos estaban
empujando la piel not�ndose como si de una radiograf�a se tratara, los labios
empezaban a estar cortados de los golpes que recib�an y mi piel, si bien apenas
le quedaban marcas, estaba toda roja. Mi vagina, aparte de la tortura del hierro
que llevaba dentro estaba tan dolorida que apenas notaba que los labios de ella
se hab�an estirado, tanto del peso del candado como del aspirador que tuve que
llevar varias horas hasta acabar de limpiar la oficina, por ende, mis pezones,
aparte de doloridos, se hab�an alargado de los tirones y pesos colgados de
ellos. El cuello me empezaba a picar, pues en toda la semana no me lo hab�a
podido quitar, pues las llaves del candado las ten�an Roc�o y Marta, adem�s
estaba tan apretado que si pasaba los dedos por dentro, cuando ten�a las manos
sueltas, casi me ahogaba.


Volvi� a tumbarse la caja y empez� a temblar por el rodar de
la carretilla por alg�n suelo irregular. Se par� el movimiento y por bastante
tiempo nadie abri� la caja, por lo que mi mente segu�a divagando y tortur�ndome.


Mucho tiempo m�s tarde, no se cuanto, abrieron la caja y una
luz cegadora, deb�a ser un foco, enfocaba mis ojos, que al estar tanto tiempo en
oscuras, tuve que cerrar, me colocaron un antifaz y segu� a oscuras. Me soltaron
de todos los anclajes, el cintur�n y me sacaron el hierro de mi vagina, lo que
fue un fuerte alivio, pero dur� poco, de pronto empezaron las descargas en mi
ano lo que hac�an retorcerme me cogieron del pelo y not� como empezaba a
faltarme el aire, la mordaza que llevaba tambi�n regulaba el aire que respiraba,
el p�nico se apoder� de mi, pero al poco rato volvi� a entrar aire y segu�
respirando, esta vez intentando llenar los pulmones al m�ximo desesperadamente,
cuando volvieron a cerrar el aire de nuevo, desesperada y sin poder respirar
empec� a llorar y cuando por debajo del antifaz vieron que las l�grimas sal�an,
eso creo, volvieron a abrir la entrada de aire. Aflojaron la mordaza y me la
quitaron. Mis doloridas mand�bulas lo agradecieron, recuperando poco a poco su
forma habitual.


Me pusieron como si fueran dos correas por los muslos, me
ataron las manos que despu�s estiraron hasta provocarme un fuerte dolor en los
hombros, lo mismo hicieron con los pies, los cuales se fueron elevando y
abriendo hacia fuera hasta que di un chillido de dolor por la abertura que les
estaban dando, mis muslos tambi�n se elevaron, quedando con los brazos
estirados, mis piernas abiertas y aguantada por las correas de mis muslos, la
cabeza me colgaba hacia atr�s. No me ve�a pero ten�a la sensaci�n de que todo mi
cuerpo estaba expuesto para lo que se quisiera y para quien quisiera.


Me quitaron el antifaz (venda) y vi que mercedes estaba en la
misma posici�n que yo, a ella le estaban agujereando los pezones y coloc�ndole
unas argollas como las m�as, despu�s empezaron a colocarle las anillas en su
sexo, pero s�lo se las colocaron en sus labios mayores. Acto seguido le
anillaron la lengua, al igual que a m�, con una anilla con cadena a cada lado de
la misma, sin esperar a que cicatrizaran las heridas colocaron unas cadenas
desde las anillas de su lengua a la m�a, de sus pezones a los m�os y de las
anillas de su vagina a las anillas de la m�a. La empujaron hacia m� y cuando
retrocedi� sent� un fuerte tir�n en cada una de mis anillas con su irresistible
dolor.


Se apagaron las luces y nos dejaron bastante tiempo en esta
posici�n, yo me dorm� y cuando despert� estaba rodeada de gente bebiendo y
comiendo aperitivos que unas camareras y camareros, desnudos todos ellos,
simplemente, tanto ellos como ellas con una cofia en la cabeza y un lazo rojo en
el cuello.


De vez en cuando los invitados pasaban sus manos por todo mi
cuerpo y tambi�n por el de Mercedes, otras veces nos daban un empuj�n a una o a
la otra para ver como nos dol�an los tirones de las cadenas. Una invitada, con
un pelo rubio hasta media espalda noto que el sexo de Mercedes no estaba
afeitado y que al m�o le faltaba un repaso, se lo dijo al Sr. Almagro, adem�s le
coment� en viva voz que una esclava tiene que tener la cabeza afeitada, al
escucharlo sent� un fuerte escalofr�o por todo mi cuerpo, siempre me ha gustado
el pelo largo y llevaba bastante tiempo para conseguir que me llegara a la
cintura. Se me escap� �El pelo, no por favor, no me lo corten! Tonta de mi. La
se�ora se enfureci� conmigo, me cogi� del pelo tirando hacia atr�s y me dijo,
empezaremos por el tuyo y servir� para hacer un l�tigo para azotarte, pero le
pondremos unas bolas con puntas de acero en las puntas para que se te claven en
la carne y te hagan sangrar y retorcer de dolor. Me solt� escupiendo en mi boca.
Se fue hacia Mercedes, empez� a acariciarle el pelo y darle besos en los labios
dici�ndole al o�do, con el tuyo no te voy a pegar pero lo cortar� a trocitos
para que te lo comas. Hasta que no te los haya acabado no comer�s otra cosa.
Empez� a llorar de miedo, pero no le sirvi� de nada. Una camarera hab�a llegado
con cera de depilar caliente y le embadurno todo si sexo, lo dejo secar un buen
rato, mientras un camarero hab�a tra�do una maquinilla de barbero el�ctrica y
empez� abriendo paso por todo el centro de su cabeza, le puso un espejo delante,
que despu�s sujeto otra camarera, y sigui� su labor de rapado de cabeza. Iba
colocando el pelo en una bandeja hasta que acabo con todo.


La camarera solt� el espejo y le puso cera de depilar
caliente por toda la cabeza. La dejo all� que se enfriara.


Se acerco la se�ora de pelo rubio, me agarr� del pelo otra
vez, me bes� en la boca y cogiendo la cadena que sujetaba mis anillas con los
dientes tir� fuertemente hasta que la tuve bien fuera, agarro una aguja larga y
me la atraves� por todo el centro de la lengua y la dej� all� para que no
pudiera meterla dentro de la boca, empezaba a estar desesperada por no pode
meter la lengua y lubricarla.


At� mi pelo con una cinta y con la maquinilla el�ctrica
empez� de adelante hacia atr�s a cortarlo todo, mientras tanto una camarera
aguantaba un espejo para que pudiera verme, no pod�a creerme que me estaba
quedando calva de aquella manera. Termin� y me unto de cera al igual que a
Mercedes, acto seguido sigui� con mi co�ito, sin importarle los anillos que
llevaba, pues la cera tambi�n se pegaba a ellos. La dejo enfriar y se fue a
Mercedes ala cual le arranc� de un tir�n toda la cera de su co�o, llorando del
da�o que le izo, sigui� por la cabeza la cual se quedo al rojo vivo.


Se volvi� hacia mi y empez� por la cabeza, lo cual me doli�
bastante, despu�s sent� un fuerte tir�n en mi sexo y me desmay�.


No se cuando tiempo estuve sin sentido, pero empec� a sentir
algo muy fr�o que recorr�a todo mi cuerpo, abr� los ajos y vi como estaban
vaciando una botella de cava helada encima m�a. Pod�a meter la lengua pero son
cerrar la boca, me hab�an quitado la aguja que me la sujetaba, entr� un poco de
cava, cosa que agradec�, pues estaba muerta de sed, Aunque s�lo me sirvi� para
tener m�s sed.


Levant� la cabeza y vi como le introduc�an mechones de
cabello en la boca de Mercedes y se lo hac�an tragar con agua, pero mucho agua,
cuando la vi ya ten�a el vientre un poco abultado, seguro que era por lo que le
hab�an hecho beber, por cierto, por lo que alcanc� a ver ya no le quedaba
demasiado pelo en la bandeja. Pero cada vez que se resist�a yo notaba un fuerte
tir�n en mis anillas que todav�a estaban enganchadas a las suyas. Todos los
invitados segu�an alrededor nuestra observando y disfrutando de todo lo que nos
estaban haciendo, se apart� toda la gente un momento y empezaron las descargas
en nuestros anos, a�n llev�bamos los consoladores, y empezamos a retorcernos son
poder movernos demasiado, pero lo suficiente para que los tirones de anillas nos
fueran da�ando todas nuestras partes con las correspondientes quemaduras
interiores de nuestro recto. As� estuvimos un buen rato y se pararon las
descargas, acto seguido nos quitaron los consoladores y las cadenas, nos
hicieron limpiarlos a fondo con nuestras lenguas doloridas, nos enchufaron unas
mangueras en nuestros anos y empezaron a llenarnos de agua caliente hasta que
parec�a que est�bamos pre�adas, a mi me daba la sensaci�n de que iba a reventar
en mil pedazos. Roc�o se subi� encima de mi vientre aumentando el dolor que ya
ten�a y Marta sobre el de Mercedes, as� estuvieron un buen rato, tiempo en el
que no pararon de jugar con nuestras anillas y de cabalgar como si lo estuvieran
haciendo sobre un caballo.


No se como lo hicieron, pero de pronto todo lo que ten�a en
mi vientre se fue otra vez por la manguera volviendo a la posici�n normal, si no
fuera por la presi�n que ejerc�a Roc�o sobre m�. El alivio fue enorme, pero mis
extremidades estaban a punto de soltarse del tronco.


Nos soltaron de la posici�n que ten�amos, nos juntaron, a
Mercedes y a mi, espalda contra espalda y empezaron a liarnos con papel de
celof�n, pierna con pierna, tronco con tronco y brazo con brazo, siguieron con
las cabezas, a las cuales, casi cuando ya no nos quedaba aire, nos hicieron un
agujero en la zona de la boca, lo cual aprovech� para llenar los pulmones de
nuevo. Nos ataron por la cintura a cuatro columnas y nos dejaron de esta forma.
Se fueron a comer o cenar, la verdad no ten�a noci�n del tiempo pasado, un par
de camareros nos enchufaron unos focos de alta potencia y a corta distancia,
all� nos dejaron.


El calor se hac�a insoportable, el sudor estaba llenando el
pl�stico en el que est�bamos envueltas y la sed hac�a mella en nuestras bocas.


La mujer de pelo rubio vino a venos y me ense�� el l�tigo que
hab�a trenzado con mi pelo, estaba hecho con unas trenzas finas y al final de
ellas unas diminutas bolas con p�as afiladas, todo el pelo iba sujeto a una
especie de pene gigante con un glande tan pronunciado que si entraba en
cualquier agujero deb�a ser una gran tortura el que te lo sacaran. Cogi� el
l�tigo por el pene, me acarici� con el por todo el cuerpo terminando con unos
cuantos azotes en las tetas, me meti� el gran pene en la boca y al ver que me
estaba asfixiando me abri� unos agujeros en el pl�stico que cubr�a la nariz y
as� me dejo.


Estaba notando un cierto cosquilleo por la zona donde hab�an
dado las bolas del l�tigo como si me sangraran.......


Continuar�...


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