Como empezar esta historia sin que los recuerdos se agolpen
en mi mente, haciendo que no sepa muy bien por d�nde empezar, si por las
sensaciones placenteras o por el dolor que causan algunos amores noveles. Creo
que empezar� por contarla sin m�s, tal cu�l, como si la estuviera viviendo de
nuevo, y con la perspectiva de los a�os, creo que el dolor ser� un sentimiento
lejano y entra�able.
Con diecis�is a�os, todas las chicas son bomboncitos
apetecibles para cualquier hombre que se precie de ser un buen catador de
delicattessen, y yo, por supuesto, tambi�n lo era a mi manera. A pesar de mi
juventud, sab�a muy bien como potenciar mis armas, que no eran otras que un
car�cter extrovertido, unos ojos color aceituna y dos grandes y bonitas tetas,
con las que, de alguna manera, siempre ten�a asegurado un buen rollo, por lo
menos de una noche.
Junto a m�, por supuesto, mi mejor amiga, Elena. �ramos
inseparables. A pesar de nuestras diferencias f�sicas, que no eran muchas, la
gente incluso afirmaba que �ramos hermanas y por supuesto jam�s lo negamos.
Ten�amos los mismos gustos con respecto a bebidas, ropa, drogas y en ocasiones,
hombres. S�, y digo hombres porque siempre nos fij�bamos en chicos que, por lo
menos tuvieran entre ocho y diez a�os m�s que nosotras.
Sal�amos los fines de semana por la zona de copas habitual y
visit�bamos los bares de costumbre, unas noches con mejor suerte que otra,
aunque no siempre sal�amos " de caza ". A veces sal�amos solas a beber, fumar y
si nos junt�bamos con algunos amigos m�s, por que no, a drogarnos. Ese siempre
era un buen plan.
Conocimos uno de los pubs de la zona y nos hicimos asiduas,
incluso en d�as de diario. Hicimos amistad con el due�o del lugar y, como no,
con los camareros. Elena se fij� en Fernando y emprendi� su cruzada particular
por conseguirle. Yo, en cambio, pos� mis ojos en Marcos. �Que puedo decir!.
Ahora, con el tiempo, tampoco me parece tan espectacular como entonces.
Entonces, para m�, era perfecto, con un atractivo sexual incre�ble, cari�oso,
atento y con ese punto malvado que vuelve locas a las mujeres. Claro, me atrap�.
Sin saberlo, me atrap� y yo dej� que me atrapara, con sus sonrisas, sus miradas,
sus frases p�caras en mi o�do argumentando que la m�sica estaba demasiado alta.
No s� cuanto tiempo pudimos estar as�. Llegue incluso a enga�ar a mis padres, y
me iba hasta tarde, los d�as de clase, s�lo para poder estar cerca de �l, para
sentirle cuando nos salud�bamos y me besaba las mejillas, y yo aspiraba su
perfume y quer�a, s�lo quer�a, que alg�n d�a los besos se fueran acercando cada
vez m�s a mis sedienta boca y �l calmara mi sed. Fueron mucho meses de tonteos,
miradas furtivas y caricias sensuales incluso delante de su novia. Si, su novia,
una chica a la que yo por supuesto no soportaba y no creo que le aportara
demasiados beneficios sexuales. O esa era la imagen que proyectaba hacia los
dem�s.
Cierto d�a, siendo las fiestas de nuestra ciudad, salimos un
buen n�mero de amigas y pasamos muchas horas bailando y bebiendo, como s�lo
nosotras sab�amos hacerlo. No est�bamos cerca del pub de Marcos, pero mi cuerpo,
mi mente y mi alma necesitaban verle y unas copas de m�s siempre te ayudan a
tomar decisiones con m�s fervor, as� que les ped� el favor a mis amigas y me
acompa�aron hasta all�. Al entrar todo estaba vac�o, pero nosotras lo llenamos
enseguida y comenzaron los juegos. Marcos quiso darme celos y salud� a todas mis
amigas con besos en la boca, mientras que a m� me los daba cerca de los labios,
nunca en ellos. Incluso hizo varias rondas de saludos y siempre de la misma
forma, hasta que yo, vencida por los celos, empez� a beber tequilas y a forzar
la situaci�n. Cada vez m�s sensual, el escote m�s bajo, los bailes m�s obscenos,
los labios m�s h�medos� Y por fin lleg� mi oportunidad y no la iba a dejar pasar
por nada del mundo. Marcos sali� de la barra y se dirigi� hacia el ba�o.
Me mir� y, sin m�s le pregunt� si pod�a acompa�arle. Asinti�.
Mi cuerpo temblaba de pies a cabeza, pero estaba dispuesta a todo. Entr� con �l
y me apoy� en la pared observando como se la sacaba lentamente mientras me
miraba. Yo mord�a con rapidez y nerviosismo una pajita. Era la �nica forma de
mantener la compostura, ya que lo que estaba viendo y viviendo era del todo
incre�ble para m�. Se dio la vuelta, me agarr� por las mu�ecas y peg� mis brazos
contra la pared, bes�ndome desesperadamente, los labios el cuello, mi
pronunciado escote� Era el para�so. Por un momento no pude ni devolverle los
besos y mucho menos las caricias, ya que me ten�a totalmente aprisionada, pero
recuper� la compostura y nos besamos. Su h�meda lengua hac�a cosas incre�bles
dentro de mi boca y, como si me conociera de siempre supo encontrar enseguida mi
punto m�s d�bil, mis hombros y mi cuello. Empez� a morderlos y ara�arlos con los
dientes. Me estaba poniendo a mil, y por la manera de restregar su abultado
paquete contra m�, creo que �l tambi�n lo estaba. La pasi�n era fren�tica, pero
de repente fren�. Me dijo que no pod�amos hacerlo all�, que nos estaba bien, ese
era su trabajo y deb�a mantenerlo. Tendr�a que ser en otra ocasi�n... Y sali�
del ba�o dej�ndome caliente, emocionada y, m�s enamorada que nunca.
Sal� del ba�o y la cara de mis amigas era el reflejo de la
m�a propia. Por supuesto hab�an imaginado lo ocurrido y adem�s, acerc�ndose un
poco a la puerta hab�an escuchado los leves gemidos que salieron de mis labios.
As� que empezaron a reir y no dejaban de preguntarme que es lo que hab�a
ocurrido. Yo no sab�a muy bien si estaba contenta o desilusionada, pero opt� por
estar alerta, tomarle la palabra y esperar. Esperar a que surgiera de nuevo la
oportunidad y esa vez, no dejarle escapar�