Relato: El Burrito (1)





Relato: El Burrito (1)

El Burrito 1



Me considero un tipo con suerte. Soy adinerado y tengo un
vida c�moda sin preocupaciones. Y a pesar de mi poca agraciada presencia, estoy
rodado de mujeres dispuestas a saciarme hasta morir. �Para qu� negarlo?, soy
feo, pero feo con f may�scula. Mido 1.65 (no soy ni alto), soy de piel blanca
deste�ida, pura papa sin sal; ojos caf�s, nariz�n. Para rematar soy seco como
una rama, pareciera que no tengo m�sculos, y lampi�o� la cosa es que no soy
bonito, pero mi personalidad y mi atuendo lo arreglan un poco. Lo que si tengo
muy bien es la verga, un grotesco palo de 23 cm y 6 de ancho, raz�n por la que
en el colegio me apodaron "Burro". Me humillaban mucho por eso, y yo sin saber
que era pura envidia. Tengo 33 a�os actualmente.



Todo lo que tengo es fruto de un trabajo duro y arduo� y de
la amargura. Como ver�n, no es que yo sea un s�per hombre, lo que hice fue
proponerme metas altas y trabajar hasta caerme casi muerto por ellas. Si tengo
varias y exitosas empresas ahora, es porque me mat� trabajando por conseguirlas,
pues siempre fui un adolescente reprimido y sin amigos, ten�a mucho que
demostrar, especialmente a mi. Si tengo muchas mujeres atadas a mi voluntad es
porque quise dominarlas, vali�ndome de cualquier m�todo, pues nunca fui capaz de
conseguirlas por mis propios m�ritos.



�Quieren o�r mi historia? Claro que quieren, si no yo no
estar�a escribiendo esto y ustedes no se encontrar�an ley�ndolo.




Don Rodolfo, ya me retiro, �puedo hacer algo por usted
antes?


Si Carlita, por favor, comun�queme con Irene por favor�


C�mo no licenciado� � menos de 30 segundos despu�s, Carlita
me la comunic� � Don Rodolfo, la Licenciada Mendiz�bal lo esperan el l�nea�


Gracias Carlita, pod�s retirarte ya, te miro el lunes�


Que tenga buen fin de semana Licenciado.


Tu tambi�n Carlita� �Irene? � dije por el auricular,
dirigi�ndome a mi Gerente General.


Si amor� �quer�as algo?


Si� a ti� �puedo esperarte como dentro de una media hora? -
�ja!, como si tuviera opci�n.


Si claro, en medio hora llego mi vida� �limpita?


Si mi amor, limpita.




Cortamos la comunicaci�n y me sent� a esperar su llegada. Se
preguntar�n a qu� se refer�a con eso de "limpita", pues bien, se refiere a que
quiero que se lave el culito muy bien, que no le queden ni rastros de pop�.



Irene Mendiz�bal era una vieja conocida m�a, que cierto d�a
supe se hallaba desempleada. Y dada su gran capacidad como Administradora de
Empresas y a su prestancia f�sica, decid� contratarla para poner en orden mi
vida profesional y para ser mi primera esclava. Estaba en el momento indicado y
con la necesidad justa, reci�n se hab�a divorciado y andaba aun muy herida,
adem�s, ella fue una de las tantas que en un momento de mi vida me rechaz� por
ser chaparro y feo.



Todo lo contrario de Carlita, ella era una buena amiga m�a,
del tipo de mujer tierna y muy correcta, ella siempre trat� de ayudarme, as� que
cuando la vi en la calle, con un beb� a cuestas, no dud� en ofrecerle trabajo
como mi secretaria. Juro que con ella nunca he tratado, ni intentar�, nada, creo
que algo de moral debo conservar.



Sal� al balc�n de mi oficina, en todas mis empresas siempre
me reservo los espacios m�s agradables, y aquel no era la excepci�n. Era un
balc�n grande, como de 10 x 12, jardinizado y con techo de cristal reforzado, lo
hab�a acomodado a modo de vivero, las plantas son una de mis grandes pasiones.
Ten�a all� numerosas plantas de macetas, grandes y frondosas, yo usaba ese lugar
cuando necesitaba relajarme y pensar o para armas mis org�as y fiestas privadas.



En un rinc�n ten�a instalado una peque�a salita, con muebles
de madera y una tremenda vista al bosque que se extiendo por un lado de aquel
parque comercial, tambi�n me daba una vista muy buena de los edificios vecinos�
y a ellos de nosotros.



Justo en ese momento entra Irene a mi oficina, de lejos la
veo desvestirse, dejando su elegante traje sastre de ejecutiva debidamente
doblado sobre una silla, me encanta su forma de ser tan detallista y minuciosa.
Vistiendo ya tan solo sus zapatos de tac�n alto, de tiras y descubiertos
totalmente por arriba, medias negras con liguero, una tanga negra de hilo dental
y un sujetador de media copa que levantaba sus bien dotados pechos y que apenas
lograban ocultarlos. Sus largos cabellos casta�os, atado en una deslucida cola
de caballo ser�a lo �nico que desentonar�a en esa atractiva, madura y elegante
yegua medio empelotada.



Irene es una de esas mujeres a las que llamo diamantes en
bruto, due�as de una sensualidad innata y de una rara belleza, pero que
desconocen casi por completo. No podr�a decir que su rostro es muy hermoso, no,
es m�s bien normal�n, del tipo que necesita de algunos retoques por las ma�anas.
Su rasgo facial m�s favorecido son sus labios gruesos, apetitosos. Luego, m�s
abajo, la cosa mejoraba notablemente. Sus senos son grandes, no gigantes como
aparecen en las fotos de muchas modelos pornogr�ficas, habl� de un par de
chiches bien grandes que cuelgan con gracia y sin ser fl�cidas; un culo redondo
y bien formado, de nalgas grandes y paraditas, pero que necesitan, ya por la
edad (38 a�os), de ejercitaci�n en un buen gimnasio; piernas largas, torneadas e
inacabables, hermosas, y una cintura mediada, poderosamente formada. Todo eso en
un cuerpo de mujer madura, de piel morena clara y de 1.73 de altura.



Buenos d�as mi vida, � me salud� � �qu� tal tu d�a?


Cansado como siempre� gracias a Dios es viernes ya.


�Ay si, que bueno!




Se qued� parada a unos 2 metros de donde yo me encontraba,
con las piernas ligeramente abiertas y las manos en las caderas, en una pose
desafiante que a ella le queda muy bien, estaba esperando mis �rdenes.



Con un dedo le indiqu� que se acercara, ella obedece de
inmediato y yo empiezo a manosearla. Pongo mis manos primero sobre sus bien
equilibrados y a�n levantados gl�teos. Meto mi dedo por debajo de la tanguita y
le froto los labios menores con vigor, ya la siento toda mojada, como
corresponde seg�n su adiestramiento. Ver�n, yo soy mercad�logo, pero para poder
llevar a cabo mi plan de convertirme en un amo, me met� a recibir cursos de
hipnosis, e ingres� a asociaciones de estudios� �mierda, qu� mierda con este mi
vocabulario! �Y no tengo ni un puto amansaburros (diccionario) cerca!�
�Esot�ricos, estudios esot�ricos!



Eran asociaciones de corte new age que poco me importaban,
pero en las que encontr� muchas herramientas para poder llevar a cabo mi plan.
Entre ellas, adem�s de la hipnosis, todos los conocimientos necesarios para
identificar y poder utilizar una serie de plantas somn�feras. Igualmente me
inform� debidamente acerca de drogas hipn�ticas (tales como el Rohypnol) que yo
mismo vendo en mi pa�s por medio de una de mis empresas. As�, mediante un muy
lento, pero constante, proceso, logr� crear un estructura interna, a nivel
inconsciente, dentro de las mentes de mis 5 esclavas, y mojarse de la excitaci�n
al nom�s verme es parte de esa estructura.



Con mis dedos tom� el delgado aro que le mand� poner en el
cl�toris hace alg�n tiempo. Me siento especialmente orgulloso de este, pues
representa el alto nivel de sometimiento que ella siente por mi. Miren, se
preguntar�n que si yo soy un amo, �por qu� no simplemente la mando a ponerse
todo eso y ya? Ese tipo de dominio no tiene ning�n atractivo para mi, es
simplemente comportarse como un animal, y eso es demasiado prosaico para alguien
como yo.



Lo que me excita es el viaje, no tanto el destino. Ordenar es
f�cil, convencer es dif�cil y tiene mucho m�s m�rito. Por supuesto que si le
ordenara hacer algo a Irene, ella lo har�a inmediatamente, es uno de los
alcances de su entrenamiento. Pero eso no tiene ning�n chiste, me gusta mucho
m�s convencerla despacio a hacer cosas que, por su educaci�n estricta y muy
conservadora, jam�s siquiera pens�. Creo que una mejor descripci�n de ello es
decir que yo manipulo su inconsciente.



Por ejemplo, ella, a pesar e haber hecho a estas alturas
algunas de las perradas m�s sucias que se puedan imaginar, no es ninguna puta,
de hecho, ni siquiera una mujer indecente. �C�mo es eso posible? Simple, logr�
condicionar su conciencia a tal profundidad, que nada de lo que yo le pida lo
considerar� obsceno o malo, en el peor de los casos, un sacrificio.



As� soy yo, me gusta jugar con las mentes normales de
personas normales y libres, que en medio de su propia libertad deciden
entregarme las riendas de su vida sin estar concientes de ello. Irene cree que
llegar�a al fin del mundo por mi y lo har�a por su propia cuenta. Cree que toda
esa gama de reacciones inducidas que ella tiene es producto del inmenso amor que
me profesa, y nunca por efecto de un largo entrenamiento que ha hecho estando
hipnotizada, porque eso si, ninguna de mis esclavas sospecha siquiera que las he
hipnotizado.



Pero bueno, mejor volvamos a la acci�n de esa tarde�



Empiezo a jugar con ese peque�o aro, mientras ella se saca
las chiches de su estrecho sost�n, ofreci�ndolas a la gula de mi lengua. Capturo
sus pezones, los chupo y los lamo, juego con ellos un momento, jalone�ndolos y
mordi�ndolos suavemente.



Me pongo de pi� y la agarr� del pelo, se lo jalo hacia atr�s
despacio, eso provoca un efecto de excitatorio y de sumisi�n en ella, como una
reacci�n involuntaria, que, pr�cticamente, la deja desarmada. La beso
largamente, en esa inc�moda posici�n para ella, con el cuerpo muy arqueado hacia
atr�s, y luego me separo, dej�ndola. Meto mis manos en mis bolsillos, sacando 2
pulseras de cuero, negras y con 4 aritos.



Irene las mira un momento, titubea un poco y luego se acerca
a mi. Las toma y se las pone sin decir ni pensar (creo yo) nada y se arrodilla
en el suelo mir�ndome con una fuert�sima excitaci�n. Ese es otra reacci�n
autom�tica, parte de su condicionamiento ante las acciones de su amo.



Agarr�ndola del pelo la pongo de pi� y hago que se siente
sobre la mesita de centro, ella abre de inmediato los muslos todo lo que puede,
apoyando los pies sobre la mesita y sosteni�ndose sobre esta con las manos. Yo
me arrodillo frente a ese delicioso sexo abierto, con el vello p�bico
cuidadosamente recortado, formando una V sobre la vulva.



Le meto el dedo mayor en la h�meda gruta profundizando lo que
el largo de mi dedo da. Los suculentos labios vaginales de esa yegua, brillantes
de sus jugos, parecieran suplicarme que me la coja ya, pero todav�a quiero hacer
algunas cosas m�s. Recojo un poco de su n�ctar con un dedo y se lo ofrezco, ella
acude de inmediato a chuparme el dedito mojado, saboreando sus propios jugos.
Luego hundo la cara en medio de su pubis y me pongo a chupar como un
desesperado.



Mis manos exploran sus frondosas nalgas y hurgan dentro de su
ano, ella empieza a resoplar, a respirar aceleradamente, en menos de un minutos
estalla en un fuerte orgasmo, eso tambi�n es por su condicionamiento, a ella la
he vuelto multiorg�smica. En ese momento suelto a Irene que se queda en la misma
posici�n. Me desvisto frente a ella, despacio y sin prisas, quiero que vea mi
cuerpo, que lo desee. Ella me ve caliente, no sonr�e, ella casi nunca sonr�e
mientras est� excitada (eso es cosa de ella). Le encanta verme desnudo, por
antiest�tica que pueda ser mi desnudez, as� la tengo amaestrada. Pero sobre
todo, le gusta ver esa tremenda verga que la naturaleza me regal�, en un extra�o
y prematuro acto de generosidad hacia mi que no vi el resto de mi ni�ez y
juventud.



Mi largo y grues�simo falo de 23 cm y 6 de di�metro, se
bambolea frente a su casa, e inmediatamente ella salta al suelo hinc�ndose, toma
mi pene entre sus muy bien cuidadas manos y me lo devora. Por su adiestramiento,
ella no puede dejar de ver una verga sin tener tremendos deseos de lanzarse
encima. Eso fue especialmente gracioso un a�o en que la llev� a una playa
nudista, je, je, je.



Con un adem�n le indico que quiero dirigirme hacia una mesa
que tengo en el centro del balc�n. Ella me agarra la verga suavemente y camina
hacia la dichosa mesa. Cualquiera nos podr�a ver desde los pisos de arriba, dado
el techo de cristal reforzado, pero ya no le importa� bueno, en realidad se
aguanta la verg�enza. Eso es lo bueno de mi sistema, mis hembras terminan
haciendo voluntaria y alegremente cosas que en realidad consideran malas.



Irene avanza sin el menor pudor, meneando orgullosa sus
carnes, que muchas jovencitas quisieran tener. Se vuelve hacia mi y me ofrece
sus tetas en sus manos para que se las chupe, obviamente le doy gusto.



Hago que se arrodille, ofreci�ndole mi falo para que me lo
chupe, cosa que hace sin el menor reparo. Se lo mete cuanto puede lo m�s
profundo que le es posible, sac�ndolo despacio y succionando fuerte. Despu�s se
pasa a mis test�culos, lami�ndolo como paletas de dulce, para regresar de nuevo
a mi verga. Mi Irene querida se ha convertido en una experta mamadora, a base de
mucho practicar, se puede meter mi talega casi hasta la garganta sin que le
produzca arcadas. Y pensar que cuando empec� con ella eso le daba asco�



Junto a la mesa hay una silla de metal, que yo mismo mand�
hacer y que es uno de nuestros juguetes habituales en la oficina. La tomo del
pelo y me siento sobre la silla, empiezo a darle de suaves nalgadas, dici�ndole
que es una ni�a mala, que se ha portado mal y otras tonter�as. Esto no es m�s
que un juego, pues la nalgadas, si bien no son suaves, distan mucho de ser un
castigo. As� es como la debo tratar, con fuerza y firmeza, pero con suavidad a
la vez.



Decido hacer uso de la silla met�lica, coloco a Irene con las
piernas en el respaldo y la cabeza colgando en el borde del asiento. Enganch�
los aros de sus mu�equeras a un par de ganchitos a los costados del asiento para
que se sostuviera. Aquella posici�n la dejaba completamente pasiva, debiendo
limitarse �nicamente a abrir la boca y dejarse coger por all�. Igual no ten�a
opci�n.



En cuanto le met� la paloma dentro de su boca exageradamente
abierta, su saliva comenz� a manar. La tomaba de la nuca y la penetraba hasta el
fondo, manteni�ndola en su garganta hasta que su cuerpo tr�mulo me indicaba su
necesidad de aire. Y mientras tanto jugueteaba con sus otros agujeros,
meti�ndole varios dedos dentro de su vagina y en su ano, sobando y pellizcando
sus chiches ca�das hacia los lados.



Irene termina en fuertes y agudos berridos, amortiguados por
la presencia de mi inmenso pene dentro de su boca. Entonces la saco de la silla
y la tumbo boca arriba sobre la mesa. Prontamente se abre totalmente de piernas,
tom�ndola con las manos, y las abre lo que puede para dejarme c�modo acceso a su
monte de Venus.



Apunto con mi verga y la penetro sin tenerle miramientos,
hasta donde mi paloma topa. Empiezo entonces a cog�rmela duro, r�pido,
acarici�ndole y amas�ndole las tetas, ella se toma de los bordes de la mesa y
empieza a berrear como un demente.



����AAAGGGGGHHHH!!!! ����AAAGGGGGHHHH!!!!
����AAAGGGGGHHHH!!!!�


�Est�s gozando Irene, gozas como una cualquiera, como una
perra callejera!


����SIIIIIIIIIII!!!!� ����GOZO COMO UNA
PERRRRRAAAAAGGGGHHHH!!!!


�Es as� como te gusta que te cojan, con violencia, si no,
no sent�a ni mierda!


�����MAS DURO, MAS DURO, MAS DURO, MAS DURO!!!!!�
�����COGETE DURO A ESTA PEEEERRRRRRRRAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!




Y nuevamente Irene estalla en un poderoso y fren�tico
orgasmo. Volteo hacia arriba y veo a lo lejos algunas cabezas que salen de los
pisos superiores, je, je, je. Aquello me encanta, es un secreto a voces en la
oficina que a mi Irene me la cojo a cada rato, d�ndole duro y que ella se vuelve
casi un animal, una perra en celo.



Entonces yo, luego de varios minutos y sintiendo mi orgasmo
acercarse, se la saco y ella, sin necesitar de �rdenes, se arrodilla frente a mi
con la boca abierta y me empieza a sobar ya jalonear con violencia la verga,
enloquecida, buscando con ansias poderse tragar mi semen. Este sale al momento,
cay�ndole dentro de la boca y embadurn�ndole la cara. Tambi�n poseo un par de
huevos del tama�o de bolas de billar que son capaces de expulsar cantidades
extremadas de semen. No solo rebalso su boca, sino que le embadurno la cara
entera.



Y all� queda mi Irene, arrodillada a mis pies, saboreando mi
semen como un ida, dejando que mucho de este se la caiga por la comisura de sus
labios y tragando todo lo que puede. Y all� la dejo, yo me voy al ba�o de mi
oficina, caminando triunfante y como que si nada. Me aseo y salgo de nuevo,
busco mi ropa y me la pongo, ella aun est� arrodillada, ya se limpi� toda la
cara y se trag� mi semen, est� sumida en un estado pre-hipn�tico, todav�a no ha
recuperado la conciencia.



La tom� de la mano suavemente, la pongo de pi�, le quito las
mu�equeras y la conduzco hasta el ba�o, en medio de besos, arrumacos y palabras
dulces, que sirven precisamente para irla sacando de ese estado poco a poco. Yo
mismo la visto, llen�ndola de atenciones, le digo que es la mejor, que la amo y
que me hace tremendamente feliz, eso la va trayendo poco a poco de regreso,
dibuj�ndosele una amplia sonrisa en los labios.



Esa es parte de su programaci�n, con ella no uso rudeza, no
le va, es sumamente sensible. Y a pesar de que me lo permitir�a, eso comenzar�a
a formar en su interior una herida que crecer�a con el tiempo, y tarde o
temprano me dar�a problemas que intervendr�an con su adiestramiento.



Ver�n, la hipnosis es caprichosa, y funciona diferente en
cada persona, todo depende de la personalidad. Existe una ley, algo que todo
buen hipnotista no puede dejar pasar por alto: existen ideas, creencias y/o
valores tan profundamente arraigados en la mente de las personas, que si son
puestos en entredicho o tratados de erradicar, la persona entra en un profunda
crisis. El problema es que dichas crisis pueden desencadenar distintas
reacciones, como la salida s�bita de un profundo estado de trance. En el mejor
de los casos entorpece irremediablemente un buen adiestramiento. Por eso yo
intento no ir en contra de esas creencias, m�s bien de manipularlas a mi favor.



Por lo mismo, a ella la condicion� para responder a 2 tipos
de est�mulos: primero, un est�mulo de agresi�n er�tica (jalarla del pelo,
llevarla del cuello, darle de nalgadas y ponerle mu�equeras) provocar� en ella
una creciente excitaci�n, la cual a su vez, la har� perder la conciencia poco a
poco, hasta hacerla caer en un estado hipn�tico, en el cual pr�cticamente se
dejar� hacer cualquier cosa. Claro, su le hago algo que no deseo que guarde en
su memoria, le ordeno que lo olvide, pero en general siempre recuerda todo lo
que hacemos. Segundo, Irene responde a los est�mulos de afecto (como los mimos y
las palabras dulces) saliendo poco a poco de su estado. Lo mejor de todo es que
no se da cuenta de que la hipnotizo, ella piensa que esa forma de sometimiento
que me ofrece nace de ella misma, del amor que siente por mi. Por lo tanto, lo
acepta, aunque en el fondo, siente verg�enza.



M�s adelante les seguir� hablando de c�mo fue que la logr�
someter, a ella y a mis otras 4 hermosas esclavas. Mientras tanto, escr�banme a
mi correo electr�nico, quiero saber sus opiniones, lo que piensan de mi relato,
soy de mente muy abierta. Gracias por su atenci�n.



Gran Jaguar


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