Supongo que la gente que se sabe al borde de cierta miseria
termina por perderle el miedo a gran n�mero de cosas, como si volar muy bajo
fuese un aliciente interno a atreverse a hacer acciones que no har�as de
ordinario.
Recuerdo que en mi juventud me prendi� poderosamente la
pel�cula porno titulada "New Wave Hookers", que era algo as� como un �lbum de
perversiones veniales. La chica que se empina sobre unos patines mientras Jamie
Gillis la barrena por detr�s era algo que le par� el pito a todos aquellos
adolescentes que, como yo, ya ten�amos suficiente con ver a Linda Blair en los
patines y cortos de "Roller Boogie" para casc�rnsola alegremente pensando en los
grititos de pose�da que lanzar�a al verse totalmente empalada. "New Wave
Hookers" era mucho m�s que ver a la putita de los patines que despu�s quisieron
imitar en la peli de "Boogie Nights", pod�as ver a Ginger Lynn comi�ndose un
doblete de pichas sin siquiera despeinarse, y sobre todo, pod�as ver una escena
en que unos payasos hac�an de las suyas con el cuerpo de una chica.
Mentir�a si dijera que esa pel�cula fue la que me motiv� a
dedicarme a la honesta profesi�n de payaso de fiestas infantiles, y menos aun
podr�a asegurar que tal condici�n de payaso me hiciera siquiera imaginar que
alg�n d�a me follar�a a una mujer vestido de overol, con carita pintada y nariz
de bolita roja, poco importa, lo cierto es que fui payaso y que en esa facha
tuve la aventura sexual m�s hilarante de mi vida.
Ver�n, trabajaba de auxiliar en una peque�a empresa y ganaba
una miseria, mi segunda fuente de ingresos era amenizando fiestas infantiles con
un grupo compuesto de dos amigos y yo, juntos form�bamos un grupo esc�nico que
se hac�a llamar "Los payasos cachiporras", qu� nombre tan atinado.
Cuando llegamos a aquella fiesta de un tal Manuelito, ya
ven�amos de dar una presentaci�n anterior, ven�amos cansados, no muy
presentables, cada uno de nosotros pensaba ya en acabar con este sufrimiento que
era hacerle al est�pido ante una horda de ni�os. �bamos de mala gana porque el
se�or que nos contrat� lo hizo seguro de que �ramos los peores payasos de la
ciudad, adem�s de los m�s baratos. Cuando llegamos, �l sujeto nos recibi� con
asco verdadero. Nos pas� y llam� a su esposa:
Ven cari�o, aqu� est�n los payasos que contrat�. Dijo con una
mueca burlona, seguro que por dentro se cagaba de risa s�lo de vernos.
La mujer se acerc� rob�ndonos el aliento, pues era una hembra
hecha y derecha, alta, blanca, de cabello pelirrojo, con nariz de zorra y unos
ojazos que fulminaban. Sus caderas eran amplias y las piernas luc�an fuertes
como las de una yegua, aun y cuando estaban cubiertas por su falda larga. Tanto
el culo como las tetas hicieron corto circuito en nosotros tres. El aliento que
nos rob� lo hizo adem�s a�icos con su cara diciendo:
�Y a eso le llamas payasos? Pero si estos ga�anes dan m�s
miedo que risa. Son los payasos m�s feos que he visto. Sus labios carnosos se
mov�an como los de una vaca en celo mientras soltaba toda esa arenga de lo feos
que est�bamos. Lo bueno era que su discurso sobreactuado iba acompa�ado de
movimientos de brazos que le hac�an brincar los pechos en una forma deliciosa.
Por un momento me enoj� de lo que dec�a, me daban ganas de decirle "Mire Do�a
Culo Rico, estamos feos pero tenemos un coraz�n y una dignidad que merecen
afecto y respeto", pero vamos, pintado tan feo como estaba, con una pinche
lagrimita mal delineada bajo los ojos, era sumamente dif�cil que alguien me
creyera el cuento de mi dignidad. Me tragu� las ofensas.
El marido la abraz� por la cadera y le dijo con aires de
superioridad. Manuelito s�lo tiene cuatro a�os, ni recordar� a estos infelices,
perd�n muchachos, les pagar� cada desprecio que reciban.
Yo no perd�a de vista a la esposa Mam� de Manuelito. Se mov�a
provocando a todos los invitados. Era una afrenta, pues a las fiestas infantiles
van los hombres con actitud mojigata, siempre acompa�ados de sus esposas, en
plan familiar. Imposible verle el culo a la Mam� del cumplea�ero con el descaro
acostumbrado.
A lo largo de la fiesta fuimos motivos de algunos desprecios
y chistes a costilla nuestra; est�bamos hartos. A tal forma que a Raul mi amigo,
es decir, Cachiporro, se le ocurri� una idea fant�stica que nos har�a cobrarnos
cada insulto recibido. Cachiparro entendi� la parte del plan que le tocaba y a
mi, Cachiperro, me tocaba la m�s crucial, que era lavarle el cerebro a la
multitud para que no se dieran cuenta de nuestra trampa.
Estaba colocada al fondo del sal�n un inmenso armatoste de
madera corriente pero muy maciza, cubierta de terciopelo, en cuyo frente hab�an
tres agujeros, uno para sacar la cabeza, uno para sacar la mano izquierda y otro
para la derecha. Al fondo estaba bastante amplio, pues se supon�a que met�amos a
alguien en ese inmenso caj�n y luego lo traspas�bamos con veinte espadas (que
eran de madera), para luego cerrar el acto abriendo el caj�n sacando a la
"v�ctima" ilesa.
Nos pusimos de acuerdo. Comenzamos cuando abr� la
expectaci�n:
Se�oras y se�ores, van a presenciar un acto de alta magia, un
acto milenario heredado s�lo a los iniciados...
"�No seas mam�n!" grit� alguien del p�blico causando una
carcajada general, yo continu�:
Donde una dama, una princesa, habr� de ser sometida al peor
tormento de su vida, pero a cambio obtendr� el gusto de vencer a la muerte. La
colocaremos aqu� sacando cabeza y manos, mientras que mi amigo Cachiporro
insertar� veinte, veinte espadas mortales. Les ruego su respeto y comprensi�n,
pues el acto que habr�n de ver lo filmaremos a fin de documentar la maravilla, y
por ello necesitamos est�n en orden hasta que termine. De premio les regalaremos
el video que contenga la memoria de la haza�a, la cual podr�n presumir a toda su
descendencia. Necesitamos una mujer alta, de preferencia pelirroja, a ver, la
Mam� del ni�o.
Por m�s que la Mam� de Manuelito se quej�, no pudo evitar
pasar al frente. Ya en corto le dije: Tendr� que ponerle esto en la boca.
Ni lo pienses, contest�, es cinta de embalaje que me
arrancar� los labios cuando me la quites.
De ninguna forma, repliqu�, es una cinta especial que parece
cinta de embalaje, pero se quita con gran facilidad.
Desde luego era cinta para embalaje rudo.
Con la boca callada, la colocamos en el artefacto de madera y
aprisionamos bien las manos y la cabeza, la cual cubrimos con una funda de tela
negra. Lo que los espectadores ve�an era una enorme caja de madera de la que
sal�an una cabeza encapuchada y dos manos.
A nadie le despert� sospechas que fuera de la fiesta
estuviera encendida nuestra camioneta, que nos hubi�ramos quitado los zapatos de
payaso y traj�ramos tenis, que hubi�ramos recogido todos nuestros utensilios
excepto el equipo necesario para las espadas. El volumen estaba muy fuerte.
Cachiporro empez� a clavar con gran parsimonia las espadas, Cachiparro tra�a al
hombro la c�mara de video en "record", y yo, yo estaba dentro de la caja con el
inmenso culo de la anfitriona a menos de treinta cent�metros.
Cuando le levant� la falda, separ� los muslos y tir� de un
jal�n el calz�n, ella se enter� que el truco de magia iba a ser m�s estridente
de lo que pensaba. Pataleo y se estremeci� completa, pero nadie dijo nada, pues
era la supuesta reacci�n a la penetraci�n de las espadas. Lo real es que mir�
sus nalgas blanqu�simas y las grab� en mi mente, y en uso de tiempo la penetr�
de un solo empuj�n. La se�ora ten�a el chocho m�s caliente que hubiera probado,
casi se me derrite el miembro en esa caldera. Las paradas que daba como toro
s�lo agregaban emoci�n a mis embistes. La sujetaba de las caderas y hac�a chocar
aquellas nalgas voluminosas contra mi verga de payaso. De ratito supo que era
in�til luchar y sencillamente no cooper�, pero no hac�a falta.
En ratos Cachiparro se iba detr�s para filmarme mientras la
follaba con mucha prisa. Por fin me corr�, con una eyaculaci�n muy veloz, como
si supiera que no habr�a m�s all�. Me re�a como el payaso que era. Cachiparro me
pas� la c�mara, yo me cerr� la bragueta y di paso para que �l hiciera lo propio.
Cachiparro es bajo de estatura, pero grande en sus dimensiones vergales, as� que
la Mam� de Manuelito empez� a patalear de nuevo cuando not� el cambio de tama�o.
Yo filmaba la forma en que Cachiparro se jod�a las caderas impersonales que
aparec�an ah� como un gran obsequio, a la vez que le met�a su dedo anular en el
cerrado culo. Cachiparro nunca ha sentido ascos para meter un dedo en un culo,
sacarlo, chuparlo, culo, sacarlo, chuparlo, culo, y as�, siempre que sirva para
habilitar un culito qu� joder.
Sal� a filmar lo de afuera y para mi sorpresa Cachiporro
apenas llevaba nueve espadas, tambi�n me sorprendi� que el marido estaba feliz
de ver como dejaban a su mujer como alfiletero, mientras el resto del p�blico
sent�a cierto morbo de ver c�mo atraves�bamos a la engre�da Mam� de Manuelito,
sin saber que la verdadera penetraci�n estaba sucediendo tras bambalinas. Otra
cosa que me sorprendi� es que la muy puta no daba se�a alguna de que le
ocurriera algo extra�o, sino que el movimiento de cabeza y manos era como quien
coopera amablemente con el truco. Filmaba eso cuando la cabeza dio un giro muy
extra�o, as� que decid� ir a ver que pasaba detr�s, y si era interesante
filmarlo tambi�n.
En efecto, el giro violento se deb�a a que Cachiparro ya se
hab�a metido en aquel culo, mismo que abrazaba el palo de mi amigo como si fuese
un empaque impermeable. Cachiparro se corri� tambi�n. Se subi� la bragueta y
tom� la c�mara de nuevo, mientras yo le fui a hacer el relevo a Cachiporro con
las cinco espadas que faltaban. Ignoro lo que pas� atr�s, pues en menos de un
minuto, faltando cuatro espadas todav�a, me indicaban mis amigos que todo estaba
listo.
Los muy imb�ciles salieron corriendo y me dejaron ah�. Puse
las espadas faltantes a toda prisa y lanc� al suelo, vayan ustedes a creer, una
bombilla de humo. Es mentira que estas bombillas te encubren, pero la acci�n fue
tan velos, y tan inesperada, que ver salir corriendo al payaso sin decir adi�s y
sin cobrar, hac�a presumir que todo era parte del show. Mientras ellos esperaban
m�s acci�n, nosotros nos trep�bamos a la camioneta y nos d�bamos a la fuga.
Lo informal de nuestra empresa payas�stica hizo que no
pudieran ubicarnos, tal vez la Mam� de Manuelito no quiso acusar, m�s por el
esc�ndalo que ello traer�a que por agradecimiento al polvo realizado. Hubiera
pagado lo que sea por ver el momento en que la multitud se daba cuenta que ya no
hab�a payasos, que como broma aquello era de muy mal gusto, ver la cara del
marido cuando desatara a su mujer, que hasta eso, el considerado de Cachiporro
le hab�a limpiado con su traje el desastroso co�o, y le hab�a bajado la falda,
es decir, nadie lo notar�a si no viesen los calzones arrancados que qui�n sabe
d�nde fui a tirar y no identificaran el olor a semen y jugos femeninos que
tambi�n solt� a montones. Dar�a lo que fuere por ver la cara de ella cuando le
quitaran la capucha y le tuvieran que arrancar de un jal�n la cinta de embalaje.
En el pecado va la penitencia, me hubiese gustado conocer a
ese co�o en circunstancias m�s favorables, acabar�a haci�ndome adicto a �l. Pero
no fue as�, me toc� ser un simple payaso.