Obediencia Absoluta (Primera Parte)
por Hypnoman
Mar�a es llevada a un restaurant, donde ser� drogada e
hipnotizada, y conducida hacia una completa sumisi�n.
El restaurant estaba practicamente vac�o. Hab�a solo una
pareja comiendo en las mesas. Mar�a estaba sorprendida. Durante semanas,
Roberto, su novio, la hab�a cansado habl�ndole de este restaurant. Si hasta
parec�a que era de lo �nico que hablaba. If el restaurant es tan grandioso,
entonces �c�mo puede ser que no haya nadie? Mar�a hubiese deseado que
estuviese atestado de gente, as� encontraba el motivo para romper con �l sin
que pueda hacerle ninguna escena. Oh, bien, esta noche podr�a haberse sacado
el problema de encima. Ella hab�a estado dilatando esa decisi�n durante mucho
tiempo.
La recepcionista los salud�. Aunque ella estaba vestida m�s
como mesera. Ten�a puesto un vestido con un profundo escote, que dejaba sus
hombros al descubierto, con una pollera corta, muy corta. Parec�a pertenecer
m�s a un sal�n donde se realizan despedidas de soltero que a un prestigioso
restaurant, como se supon�a que era este. Mar�a entend�a ahora porque Roberto
estaba tan excitado por venir aqu�. T�pico.
La mujer les sonri�, insulsamente, y les dijo:
- Buenas noches. �Tienen reserva?
- �Reserva? -se burl� Mar�a- No hay nadie aqu�. �Para qu�
necesitamos una reserva?
- No puedo atenderlos si no han reservado mesa.
- �Me est�s tomando el pelo?
- �Podr�as dejarlo pasar, Mar�a? -dijo Roberto- Yo tengo
hecha una reserva. Est� a nombre de Roberto Flores.
La cara de la chica se ilumin�:
- �Oh, s�!, se�or Flores. �Est�bamos esper�ndolo! Por
favor, por aqu�.
Los condujo hacia una mesa en una esquina poco iluminada,
justo sobre el lado opuesto donde se encontraba la otra pareja que estaba
cenando. Mar�a se sent� y entonces la muchacha acerc� una silla para Roberto.
Cuando �l se sent�, ella se inclin� realmente muy cerca de �l, sacando a
relucir su escote y le dijo:
- S� hay algo que pueda hacer por usted esta noche,
cualquier cosa, por favor h�gamelo saber.
Mar�a se qued� sorprendida y se pregunt� si a esa chica le
pagaban extra por flirtear con los clientes hombres. Roberto no dijo nada,
hab�a estado sorpresivamente callado durante toda la noche. Mar�a observ� el
men�. No ten�a precios. Se alegr� de que no tuviese que pagar. Si estaba por
romper con �l, bien podr�a hacerlo gastar de m�s esa noche, por todo lo que
tuvo que soportarlo ese �ltimo tiempo.
La mesera se acerc�. No fue sorpresa que ella tuviese
puesta a�n menos ropa que la recepcionista. Era una versi�n m�s abreviada de
la ropa que usaba la otra muchacha, pero sin ning�n tipo de pollera. Parec�a
como si el vestido se lo hubiesen cosido sobre el cuerpo de tan ajustado. La
muchacha coloc� una extra�a y brillante bebida de colores frente a Mar�a.
- �Qu� es esto? Yo no ped� ninguna bebida -dijo Mar�a.
- Es una atenci�n de la casa, madam -dijo la muchacha- Hoy
es noche de damas.
Mar�a levant� el raro brevaje y lo oli�. Su olor le pareci�
extra�amente familiar.
- �Qu� es? -pregunt�.
- Es una especialidad de la casa. Realmente no tiene nombre
- �Podr�a cambiarlo por vino blanco?
- Lo siento, es la �nica bebida que se ofrece como
atenci�n. Cualquier otra habr�a que abonarla.
- No importa.
- Bueno, como guste. La bebida es una atenci�n, de todas
maneras, as� que la dejar� en la mesa por si cambia de parecer.
- Como quiera...
Cuando la mesera se retir�, Mar�a se dio cuenta como
Roberto le miraba la cola. El conjunto ajustado no dejaba lugar para la
imaginaci�n.
- Todo lo que ella necesita es un par de orejas, un rabo
peludo y su equipo estar�a completo -se burl� Mar�a
- �Qu� me est�s queriendo decir? -pregunt� Roberto
- Es obvio porqu� quisiste que vini�semos aqu�, tan
insistentemente.
- Yo s�lo quer�a llevarte a alg�n lugar bonito. Se supone
que ibamos a celebrar tu ascenso.
- �Bonito? �T� llamas bonito a este lugar? Es vulgar y
ordinario. Apuesto a que si tu exhibes un billete de veinte frente a esa
chica, ella bailar�a en tu falda.
Roberto suspir� y enterr� su cara en el men�, aplic�ndo
otra vez la t�cnica del silencio. Hubiese sido un buen momento para que Mar�a
pudiese descargar sus verdaderos sentimientos hacia �l, pero no pudo decir
nada. Mar�a estudi� el men� nuevamente. Not� que ten�a problemas para
concentrarse. Cada vez que llegaba al final del men�, olvidaba lo que hab�a
le�do y ten�a que comenzar nuevamente.
Despu�s de un rato, Roberto finalmente rompi� el silencio.
- Esa bebida huele bastante bien, �no es cierto?
- �Por qu� no te olvidas de esa condenada bebida? Hay algo
importante que necesito decirte -dijo Mar�a pensando que ese era el momento y
que ya nada la har�a retroceder.
- Bien, adelante, dime -Roberto volvi� a poner el men�
sobre la mesa y mir� a Mar�a directamente a los ojos.
- Estaba pensando que es hora de que t� y yo..... t� y
yo.....-nuevamente Mar�a encontr� dificultades para concentrarse. A ella la
distra�a la manera en que Roberto la miraba y el aroma. El aroma de esa bebida
hab�a invadido su conciencia, y le hac�a dificultoso pensar en alguna otra
cosa.
- Yo pienso que es hora de que t� y yo paremos de
olernos... -Mar�a dej� de hablar y clav� la vista en Roberto.
Roberto repiti�, como si Mar�a nunca hubiese dicho nada:
- Esa bebida huele bastante bien, �no es cierto?
Sin dejar de mirarlo, Mar�a estir� la mano, levant� el vaso
y volvi� a olerlo.
- Parece que s� -dijo.
- Realmente huele bien, muy bien, �no es as�?
Mar�a le alcanz� el vaso.
- �Quieres?
- Oh, no -�l dijo. El comportamiento de Roberto era
extra�o, pero sin pensarlo, ella acerc� el vaso a su nariz nuevamente e inhal�
profundamente. Su mente comenz� a nublarse y le resultaba a�n m�s dificultoso
concentrarse. Tambi�n not� que era imposible alejar la vista de la penetrante
mirada de Roberto.
- Huele bien, realmente bien, �no es cierto? -�l repiti�
- S� -ella respondi�
Mar�a respir� profundamente e inhal� una y otra vez. Los
vapores del alcohol flu�an directamente hacia su nariz.
- �Por qu� no intentas probarlo? Apuesto a que sabe tan
bien como huele -dijo Roberto.
La mano de Mar�a pareci� actuar por cuenta propia. Llev� el
vaso a sus labios y tom� un sorbo. Era muy fuerte, y muy dulce.
- Sabe muy pero muy bien -dijo Roberto, m�s como una
afirmaci�n que como una pregunta.
- S�, sabe muy bien -repiti� Mar�a.
Una sonrisa se form� en sus labios. Ella estaba aturdida
por todos esos maravillosos sabores que estaban danzando por su boca.
- Vamos, bebe -incit� Roberto.
Mar�a tom� un gran trago, pero se asque� por el alcohol
fuerte.
- Contin�a -dijo Roberto
Mar�a tom� otro trago y esta vez lo trag� lentamente. Tom�
otro y otro. La hac�a sentir muy c�lida. Se dio cuenta que ya no hab�a m�s
l�quido en el vaso. Lo sostuvo inclinado sobre su boca para tratar de beber
hasta la �ltima gota.
- Ahora no puedes parar de beber.
Distra�damente, Mar�a dej� que el vaso se deslizara de su
mano y cayera al piso. Con una sonrisa desvariada sobre sus labios, Mar�a
coloc� sus manos sobre su falda y volvi� a mirar a Roberto a los ojos.
Realmente ten�a los ojos m�s magn�ficos que haya visto. �Por qu� no se hab�a
dado cuenta antes?
- �Hab�a algo que t� quer�as decirme? -pregunt� Roberto
- Realmente tiene un sabor muy rico -dijo Mar�a feliz.
- �No quer�as decirme algo m�s?
- Uhmmm....No, creo que no....No recuerdo....
Un hombre obeso, vestido con ropa costosa, se acerc� a la
mesa pr�xima a la de Roberto. Ven�a abrazando por la cintura a una de las
meseras que parec�a estar disfrutando de su compa��a.
- Bien, Se�or Flores -dijo- �Va todo de acuerdo a lo
planificado?
- Oh, s� -dijo Roberto- La droga funcion� exactamente como
usted hab�a dicho.
- �Droga? -dijo Mar�a- �Yo he sido drogada?
- Tiene que tener mucho cuidado de lo que dice enfrente de
ella -dijo el hombre- Est� en un estado muy sugestible.
La mir� y le dijo:
- Mar�a, m�rame.
Ella fue de los ojos de Roberto, directamente a los ojos de
la otra persona
- T� no has tomado ninguna droga. �Has entendido?
Mar�a lentamente movi� su cabeza asintiendo.
- Muy bien -le dijo- Lo que Roberto y yo estemos hablando a
t� no te interesa.
Mar�a asinti� nuevamente. �l y Roberto continuaron
conversando, pero esta vez, Mar�a no le prestaba ninguna atenci�n a lo que
estaban diciendo. No era para nada importante.
Pacientemente, esper� que Roberto y el hombre terminaran de
conversar. Ech� una mirada al sal�n. Algo extra�o estaba sucediendo con la
pareja que se encontraba en la otra esquina. La mujer se estaba quitando la
ropa. Mar�a realmente deb�a decir algo acerca de eso. No era correcto
desnudarse de esa forma en ese lugar. Pero a nadie pareci� importarle. Todas
las meseras continuaban haciendo su trabajo normalmente, ignorando a la mujer.
Y la misma mujer parec�a estar disfrut�ndolo. Oh, bien, probablemente no hab�a
por que meterse.
La mesera que hab�a llegado con el hombre estaba parada al
lado de Mar�a. Ella tambi�n estaba esperando tranquilamente que los dos
hombres terminaran de hablar. Se inclin� y susurr� al oido de Mar�a:
- �Tu novio es magn�fico! Debes sentirte muy afortunada.
Mar�a volvi� a mirar a Roberto. Era como si lo estuviese
mirando por primera vez. Nunca antes se hab�a dado cuenta de los hombros tan
anchos que �l ten�a. Y la mand�bula cuadrada. Y la mirada penetrante. Mar�a
sinti� una especie de calor por dentro:
- �l es tan magn�fico.... -repiti�.
Finalmente, Roberto y el hombre finalizaron su
conversaci�n. Roberto gir� hacia Mar�a y dijo:
- Mar�a, �C�mo te sientes?
- Me siento un poco confundida -dijo. Su voz se arrastraba
un poco- Yo no he sido drogada, pienso.
- Por supuesto que no -Roberto respondi�- Lo que pasa es
que est�s muy cansada, y necesitas reposar.
Mar�a de pronto encontr� que estaba teniendo problemas en
mantenerse erguida. Su cabeza comenz� a oscilar atr�s y adelante.
- Cansada....deber�a descansar....
- Si vas con Susan, ella puede llevarte a un lindo y blando
sof� para que tu puedas descansar. �Qu� te parece?
- Sof� blando.....Descansar......
Susan, la mesera, ayud� a Mar�a a incorporarse. La sujet� y
le dijo:
- Acomp��ame...
Tom� a Mar�a de la mano y la llev� al fondo del restaurant.
En el camino, Mar�a observ� a la otra pareja. La mujer, todav�a desnuda,
estaba parada calmadamente mientras el hombre se encontraba frente a ella y
acariciaba sus pechos. Mar�a pens� que ella deb�a decir algo, pero estaba
demasiado cansada. Realmente necesitaba acostarse y descansar.
Mar�a fue conducida a una peque�a habitaci�n en los fondos.
Como le fue prometido, hab�a un sof� contra la pared. Mar�a r�pidamente se
dej� caer sobre �l y lanz� un placentero suspiro. El sof� era lindo y blando.
Realmente necesitaba reposar. Cerr� sus ojos y se dej� conducir al sue�o.
Alg�n rato despu�s, Mar�a fue interrumpida de su dichoso
sue�o. Sinti� una mano que cari�osamente palmeaba su mejilla. Abri� los ojos y
vi� la hermosa cara de Roberto mir�ndola. Dej� escapar una suave risita sin
motivo.
- �Qui�n soy? -el pregunt�
- Eres t� -dijo Mar�a- �Eres tan maravilloso! -dijo con
felicidad.
- �C�mo te sientes?
- Nunca me sent� mejor en mi vida -dijo y parec�a ser
sincera.
- T� y yo vamos a charlar un ratito. �Qu� te parece?
- �Ok! -Mar�a disfrutaba el escuchar el sonido de la voz de
Roberto. Por alguna raz�n su voz parec�a resonar dentro de su cabeza y cada
cosa que dec�a parec�a extremadamente profunda.
- Mar�a, es muy importante que siempre me digas la verdad
�No piensas lo mismo?
- Mmmmm Hmmm -dijo, asintiendo con la cabeza.
- As� que si yo te pregunto algo, �me contestar�s con la
pura verdad?
- Por supuesto.
- Mar�a, �Es verdad que estabas a punto de romper conmigo
esta noche?
Mar�a de pronto se sinti� avergonzada.
- Bueno, ehhhh -su cara se puso roja.
- Mar�a, esc�chame. �Te gusta sentirte relajada?
- Oh, s�. Se siente muy bien estar relajada.
- Si t� te guardas la verdad dentro tuyo y no la sacas, eso
te har� sentir muy tensa.
- Tensa...-repiti� Mar�a. Sinti� que su cuerpo comenzaba a
endurecerse.
- Cuanto m�s tiempo guardes la verdad dentro tuyo, m�s
tensa te sentir�s.
- Tan tensa..... -Mar�a sinti� un nudo en la boca del
est�mago.
- La �nica manera de liberar la tensi�n es haciendo salir
la verdad.
- Debe salir la verdad .....
- �Estabas planeando romper conmigo esta noche Mar�a?
- S� -Mar�a dej� escapar un suspiro y sinti� una oleada de
relajaci�n cubriendo su cuerpo. Se sent�a tan bien estar relajada.
- �Por qu� estabas planeando romper conmigo?
Mar�a se sinti� como flotando fuera de su cuerpo y que era
otra la persona que estaba hablando.
- Realmente nunca me hab�as gustado. Yo estaba saliendo
contigo solamente porque eres rico.
Eso era algo que ella nunca hab�a admitido antes, ni
siquiera para s� misma. Pero tan pronto como ella se escuch�, supo que era la
verdad. Y se sinti� tan bien al poder decirlo finalmente.
Roberto se qued� en silencio un largo rato. Finalmente se
dio vuelta y le dijo algo al otro hombre, a quien Mar�a finalmente not� en la
habitaci�n. A ella no le import� que Roberto estuviese hablando con el otro
hombre. Se sent�a maravillosamente, m�s relajada que nunca, ahora que
finalmente admit�a la verdad. Se hundi� a�n m�s en el blando sof�.
Mar�a debi� haberse quedado dormida nuevamente porque
escuch� la voz de Roberto que le dec�a:
- Mar�a, abre los ojos.
Los abri� y nuevamente su mirada se clav� en los magn�ficos
ojos de Roberto.
- Quiero que te olvides totalmente de eso de romper
conmigo. Es muy da�ino eso de querer romper conmigo.
Mar�a asinti�, �l era incre�blemente atractivo. �Por qu�
iba ella a romper con �l?
- Te sientes muy bien ahora -Roberto segu�a habl�ndole
suavemente, pero ahora hab�a una nueva intensidad detr�s de su voz que Mar�a
encontr� m�s dif�cil de resistir.
- Mmmmm, hmmmm -coincidi� mientras le sonre�a.
Roberto volvi� a acarciar con su mano la mejilla de Maria.
- Tan relajada.....Tan suave.....Tan femenina....
Mar�a dej� escapar otro suspiro.
- Te encanta cuando te hago sentir de esta manera.
Nuevamente Mar�a asinti�. Era tan feliz cuando Roberto la
hac�a sentir de esa manera. �l era tan bueno con ella.
Roberto desliz� sus dedos por el cabello de ella, lo que le
hizo sentir un escalofr�o bajando por su columna.
- Tan suave......Tan sumisa.....
�Sumisa? �S�, por supuesto! La palabra encajaba
perfectamente en como ella se sent�a.
- Sumisa..... -repiti�
Mar�a y Roberto sonrieron. �l ten�a una sonrisa
encantadora.
- Te gustar� cuando te haga sentir sumisa
- Mmmm.. -ronrone� Mar�a. Ella estaba en los cielos ahora,
mientras permanec�a recostada en ese grande y suave sof�. Se sent�a
maravillosamente, tan suave, tan sumisa. Estaba muy feliz que Roberto la haga
sentir de esa manera.
- Dilo para m�, Mar�a. Dime como te gusta cuando yo te hago
sentir sumisa.
- Me gusta cuando me haces sentir sumisa -Mar�a se escuch�
decir.
- Amas cuando te hago sentir sumisa.
- Amo cuando me haces sentir sumisa.
- Quieres someterte a m�.
- Quiero someterme a t�.
- Quieres hacer lo que yo te diga que hagas.
- Quiero hacer lo que me digas que haga.
Roberto le sonri� nuevamente.
- Eso est� muy bien Mar�a. Deber�as estar muy orgullosa de
t�. Eres una muy buena chica.
�Mar�a estaba extasiada! Ella era tan buena chica, tan
suave, tan femenina, tan sumisa.
- Duerme ahora, Mar�a -dijo Roberto. Dejando escapar un
�ltimo suspiro, Mar�a cerr� los ojos, se acomod� en el grande y suave sof� y
se dej� conducir a un profundo, muy profundo sue�o.
Mar�a estaba paseando en coche con Roberto. Ten�a una gran
sonrisa sobre su cara. Estaba como aturdida, casi entre burbujas.
- Estoy tan contenta que me hayas tra�do a ese restaurant.
La pas� tan bien.
- Sab�a que te iba a gustar -�l dijo.
Cuando Mar�a se sent� en el asiento del auto, not� que no
pod�a quitar sus ojos de Roberto. Era tan incre�blemente maravilloso que ella
estaba muy afortunada de que sea su novio. Y parec�a tan diferente a ella de
alg�n modo. Parec�a tener un aura que lo envolv�a. Parec�a tan digno de
confianza, tan poderoso.
Cuando arribaron a su casa, Mar�a observ� el reloj.
- �Oh, mi Dios! �Son las dos y media de la ma�ana! �C�mo
pudo hacerse tan tarde?
- �Hay alg�n problema?
- Mierda, me tengo que levantar temprano. Hoy comienzo en
el nuevo puesto. �Por qu� no me dijiste que era tan tarde?
- Lo siento. Pens� que te hab�as dado cuenta.
Mar�a salt� del coche, dio la vuelta hacia el lado del
conductor y meti� la cabeza por la ventanilla abierta. Le dio a Roberto un
pico en la mejilla y le dijo:
- Lo siento, no puedes entrar esta noche. Pronto lo
haremos, �Ok?
Se dio vuelta como para alejarse pero Roberto la tom� del
brazo y la detuvo.
- Yo voy a entrar contigo -le dijo.
Mar�a estaba retenida por la fuerza de Roberto. Eso era tan
inusual en �l.
- Mira, yo quiero que entres conmigo, pero no esta noche.
Cualquier otra noche pero no esta.
Roberto ignor� lo que Mar�a dec�a. La mir� directamente a
los ojos y repiti�:
- Yo voy a entrar contigo.
El tiempo pareci� detenerse para Mar�a. De pronto se sinti�
muy nerviosa. Pod�a sentir su coraz�n latir a cientos de kil�metros por hora.
Sinti� un nudo en la garganta. Desesperadamente trat� de pensar la manera de
decirle que "NO", pero no pod�a. No pod�a decirle nada. Lentamente,
silenciosamente, dio un paso atr�s y abri� la puerta del automovil. Se sinti�
muy reconfortada.
El camino hacia la puerta pareci� una eternidad. �Por qu�
estaba haciendo esto? Todav�a pod�a revertir la situaci�n. Pod�a llevarlo
hacia la puerta, darle un buen beso y luego decirle que se marche. �l podr�a
estar un poco "hambriento" pero deber�a entenderlo. �Por qu� le resultaba tan
dif�cil?
Mar�a lleg� hasta la puerta y sac� las llaves. Se detuvo y
lo bes�. Volvi� a las llaves. Se detuvo y lo bes� nuevamente. Pero ya era
demasiado tarde. Mar�a ya hab�a abierto la puerta y hab�a dejado entrar a
Roberto.
Roberto se quit� el saco y la corbata y las arroj� al piso
y se acomod� en el sof� como si se preparara para observar un espect�culo.
Mar�a nunca lo hab�a visto actuar de esa manera. Estaba un poco asustada, pero
tambi�n un poco exitada.
- Desv�stete -�l dijo
- �Qu�?
- Me escuchaste.
Mar�a volvi� a sentir el nudo en la garganta. Se qued� como
congelada en el lugar. No pod�a mover sus piernas. S�lo pod�a mover sus brazos
mientras se quitaba el vestido por sobre su cabeza. Qued� frente a Roberto en
ropa interior.
- Contin�a -�l dijo.
Esto era una locura. Ella ten�a que parar ahora. Mar�a se
quit� los zapatos. Roberto est� loco si piensa....Mar�a levant� la vista y
observ� la mirada de Roberto, su penetrante mirada, y sus pensamientos se
esfumaron. Desabroch� su sost�n y lo dej� caer al piso.
No, las bragas no. Esto ten�a que parar ahora. Cualquier
cosa menos las bragas. Las manos de Mar�a alcanzaron las bragas y comenzaron a
bajarlas hasta quit�rselas, pero en un supremo acto de fuerza de voluntad,
Mar�a llev� sus brazos hasta sus pechos y los cubri�. Se mantuvo as�
momentaneamente con una sonrisa de triunfo en su cara, pero la victoria de
Mar�a dur� muy poco. Una vez m�s clav� sus ojos en la penetrante mirada de
Roberto y un escalofr�o le corri� por el cuerpo. Mar�a ya no pod�a pensar m�s,
solo pod�a sentir. Sinti� un retorcijon en su vientre, un sentimiento de
vac�o, de algo incompleto. Sinti� la necesidad de finalizar con lo que hab�a
comenzado, la necesidad de obedecer.
Finalmente, sucumbi� a la necesidad. Mientras terminaba de
quitarse sus medias sinti� una oleada de satisfacci�n que la cubri� por
completo. Sinti� a continuaci�n una oleada de lujuria pero se sinti� nerviosa
al verse observada, totalmente desnuda, por Roberto. Not� como la humedad
bajaba por sus muslos.
Roberto se incorpor� y camin� hacia Mar�a. Ella pens� que
�l iba a besarla, sin embargo �l la carg� y la llev� hacia el dormitorio.
Mientras estaba sobre sus brazos, Mar�a se sinti� completamente segura. Se
sent�a como una ni�ita peque�a. Roberto la recost� sobre la cama y la bes�,
apasionadamente. Salvajemente, parec�a un animal al momento de hacerle el
amor.
Fue la mejor cojida que ella haya tenido en su vida.
Continuar�.....