Hac�a un para de d�as ya que nos encontr�bamos de vacaciones,
junto a mi esposa e hijos, con un matrimonio de amigos, Dante y Leila, y sus
hijas tambi�n. Form�bamos un grupo alegre, y estando ya acostumbrados a salir
juntos todos los a�os, conoc�amos nuestras virtudes y defectos, tratando siempre
de realzar los primeros y minimizar los segundos.
Dante era mi mejor amigo desde mucho antes de conocer yo a mi
se�ora, y a trav�s de lo a�os, nuestra amistad nos hac�a ver como hermanos. Su
mujer, origen del conflicto, es una mujer que sin ser hermosa, es llamativa, y
se encarga de acentuar sus atractivos vistiendo siempre las prendas ajustadas y
sutiles.
Con el pasar de los a�os, y aunque nunca dejaba de exhibirse,
fundamentalmente ante mi, la situaci�n ya era una cosa familiar. Pero ese verano
en particular, me llam� la atenci�n que no perd�a oportunidad de rozarme con su
culo o con si peque�os senos. Al principio me parecieron roces comunes de gente
que vive en un mismo sitio, pero luego, cada contarlo iba acompa�ado de una
sugestiva mirada.
Me encontraba confundido, y molesto por la situaci�n. No voy
a negar que muchas veces hubiera fantaseado con poseerla, pero siendo quien era
y que representaba, jam�s se me ocurri� materializar esas fantas�as.
Par�bamos en una localidad a poco m�s de cien kil�metros de
Mar del Plata, ciudad de veranero por excelencia por estos lares. Mal
acostumbrados, nuestros hijos, a�n peque�os, lograban siempre sus caprichos, y
uno de estos era ver un espect�culo teatral sobre el programa infantil de moda
en la televisi�n. Pero para esto hab�a que recorrer esa larga distancia, y
perder una larga tarde de nuestras siempre cortas vacaciones. Era yo el m�s
intransigente a sus pedidos, por lo cual, si bien no me negaba, ni atado
lograr�an llevarme a ve ese espect�culo. Ambas mujeres se encargar�an del viaje,
pero ante una repentina indisposici�n de Leila, fueron mi mujer y mi amigo los
encargados de llevar a los p�rvulos a tan pobre espect�culo.
Luego e almorzar, Leila se disculp� diciendo que se ir�a a
acostar por no sentirse bien, mientras entre todos los dem�s hac�amos tiempo
para la hora de salida. Cuando lleg� el momento, me alegr� el silencio
imperante, y decid� ponerme a leer un libro cuya lectura llevaba muchas
postergaciones.
Me hallaba en ese cometido cuando Leila me sorprende
dici�ndome que iba a tomar un caf�, y preguntando si yo quer�a uno. Ensimismado
en mi lectura, le di un signo de afirmaci�n con la cabeza. Al poco rato, ella
apareci� portando des tazas de la humeante bebida, y para colocarlos sobre la
mesita del living, se agach� dejando su culo a escasos cent�metros de mi cara.
Ten�a todo el lugar del mundo para dicha maniobra, pero as� la realiz� y en esa
misma posici�n se qued�.
Tras dudar un instante, y sin haberlo pensado mucho, apret�
su dura nalga con mi mano, al tiempo que ella mov�a su trasero. Con mi otra mano
rode� su cintura y la atraje hasta sentarla sobre m�.
No hab�a aclarado que lo m�s llamativo de ella era su breve
cintura, sus anchas caderas y su culo grande y parado, de los mejores que hab�a
visto. Mientras Leila frotaba sus nalgas contra mi sexo, endureci�ndolo, yo
magreaba sus peque�os senos, besando su nuca, y pregunt�ndole al o�do, el porqu�
de esta situaci�n.
Con voz entrecortada, me confes� que hac�a mucho tiempo que
deseaba estar conmigo, y que como nunca yo le hab�a dado esperanzas, decidi�
este a�o forzar la situaci�n. Excitado, comenc� a torcerle sus pezoncitos sobre
el tenue albornoz que la cubr�a. Ella gimi� de dolor, y despacio se levant�,
dejando caer su �nica prenda, para darme una vista estupenda de todo su trasero.
Se gir�, y agach�ndose comenz� a sacarme el short deportivo que llevaba. Mi pene
salt� como un resorte, y ella lo atrap� con sus dulces labios, para besarlo con
delicadeza. Luego meti� solo el grande dentro de su boca, mientras acariciaba
con la lengua el prepucio y tomaba entre sus manos, delicadamente mis huevos. De
a poco fue devorando cada vez m�s longitud, mojando con su boca toda la
extensi�n de mi pene, para ir retir�ndose despacio, succionando. La velocidad
iba en aumento y su boca ya se tragaba todo mi miembro, sintiendo yo como tocaba
hasta el fondo de su garganta. No resistir�a mucho tiempo as�, y tom�ndola por
los brazos, trat� de que se levantase, pero se neg� aumentando ya el fren�tico
ritmo de su mamada. Ahora torc�a un poco su cabeza, y me miraba a los ojos con
lascivia. Ver su cara empapada, con su boca en pico, su vista fija en m�,
metiendo y sacando mi miembro de ella me llevaron a descargar todo mi semen en
un orgasmo de primera. No dej� escapar ni una gota, y sigui� su faena hasta que
mi pene comenz� a perder fuerza.
Recost� su cabeza sobre mi muslo, mientras yo se la
acariciaba tratando de recuperar el aliento. Subi� por i cuerpo, besando cada
parte, hasta que una vez erguida, me extendi� su mano gui�ndome a su dormitorio.
Nos acostamos juntos, acariciando nuestros cuerpos, hasta que decid�
corresponder sus atenciones. Bes�, chupe y mord� delicadamente cada unos de sus
senos, tomando el tiempo suficiente para que mi mano comience a acariciar su
vagina. La penetr� con un dedo, luego con dos, movi�ndolos, gir�ndolos,
sintiendo la humedad y la calidez de tan hermoso lugar. Sin Sacar mis dedos,
acerqu� mi boca, y con los labios empec� tomar su cl�toris, ha chuparlo. Le
sobrevino un orgasmo brutal. Arqueaba su espalda y con sus manos trataba de
hundir mi cara dentro de su sexo, al tiempo que gritaba mi nombre.