Relato: Mi noche con la esposa de mi mejor amigo Mi noche con la esposa
de mi mejor amigo
por Clarke.
Esto era todo lo que yo necesitaba.
Ella estaba m�s caliente que cualquier mujer que yo hubiera tocado hasta
entonces.
El
�ltimo verano, durante una licencia obligatoria en la empresa donde trabajo, que
se encontraba en serios problemas, un amigo me ofreci� un puesto en su compa��a.
�ste buen amigo vive y trabaja en Tucum�n y eso signific� que tuviera que
separarme de mi familia en Bah�a Blanca.
Como necesitaba el dinero y previendo que finalmente quedar�a sin trabajo -no
tard� mucho en enterarme que la empresa termin� presentado quiebra-, viaj� y
durante tres meses viv� en casa de mi amigo y su esposa, Alejandra.
Una de las cosas que m�s extra�aba era el sexo, de manera que al cabo del primer
mes me encontraba bastante desesperado por no tener cerca a mi esposa. Alejandra
y Juan Jos� llevaban una vida sexual muy activa. Como estabamos en un
departamento, yo los o�a a trav�s de la pared de mi cuarto todas las noches y me
masturbaba mientras mi amigo encend�a los fogosos gemidos de Alejandra.
Si bien ella es una belleza, yo nunca habr�a intentado ponerle una mano encima a
la esposa de mi amigo. Esto podr� sonar bastante tonto despu�s que les cuente lo
que sucedi�, pero era cierto en aquel momento.
Yo estaba en un constante estado de excitaci�n y no ten�a perspectivas cercanas
de conseguir trabajo nuevamente en Bah�a Blanca. Lleg� un momento en que la mano
no me era suficiente, deseaba desesperadamente acostarme con mi esposa y pensaba
gastar el dinero que no ten�a para viajar y pasar un fin de semana de regreso en
casa.
En estos pensamientos estaba cuando Alejandra se par� detr�s de mi silla y
comenz� a acariciarme el cuello. Sus manos suaves y calientes lanzaron oleadas
de placer por mi columna vertebral, que acabaron directamente en mi miembro.
Estoy seguro que ella no quiso significar con esa caricia una invitaci�n sexual.
Juanjo tambi�n estaba en la sala en ese momento y ella acababa de estar
acarici�ndolo a �l. Me sent� culpable por la lujuria que me inspiraba la esposa
de mi amigo, pero no hab�a nada que yo pudiera hacer para evitarlo.
Y tambi�n creo estar seguro de que todo no hubiera pasado de un ligero masaje si
el tel�fono no hubiese sonado justo mientras ella me tocaba. Hab�a un problema
urgente en la planta y requer�an all� la presencia de Juan Jos�.
Me ofrec� a acompa�arlo, pero �l insisti� en que pod�a arregl�rselas solo. Baj�
y poco despu�s pude sentir su auto picando velozmente y alej�ndose. Sent�a que
todo el cuerpo se me relajaba, excepto mi verga.
--�Qu� lindo que lo hac�s! --le dije.
--Si te acost�s en el suelo, podr� hacerlo mejor --me murmur�.
Quiz� estuve un poco ingenuo, pero en principio no pens� que hab�a algo sexual
en su propuesta.
--Sac�te la camisa --me dijo mientras me paraba.
Hice lo que me pidi� y me acost� sobre mi est�mago, con la cara de costado
apoyada sobre mis brazos en la alfombra. Me las arregl� con mis movimientos para
que no notara el bulto ya instalado en la bragueta de mis pantalones.
Alejandra me mont� en las caderas y coloc� los muslos a los costados de mis
lados desnudos. Luego puso las manos sobre mis hombros y comenz� a sobarme los
m�sculos tensos.
--Relajate --me dec�a continuamente.
Me quer�a re�r. C�mo har�a para relajarme sintiendo el calor que sus genitales
irradiaban contra mi espalda, mientras sus manos me estaban volviendo loco. Me
mord� los labios para mantener la boca cerrada. Un mal movimiento y mi amigo
corr�a el riesgo de dejar de serlo.
Mientras las manos de Alejandra descend�an por mi espalda, ella deslizaba
lentamente su cuerpo hasta que su dulce y caliente entrepierna qued� contra la
parte posterior de mis muslos.
Yo llevaba unos jeans cortados como shorts, de modo que pude sentir la humedad
en su vagina. Estuve a punto de correrme en mis pantalones.
--Quiz� tengamos que detenernos --dije d�bilmente.
--No hasta que te masajee de frente --me respondi�. Hab�a un tono nuevo,
profundo y sexy, en su voz--. Date vuelta --me pidi� con una voz que tembl�
mientras hablaba. Y no pude hacer otra cosa que cumplir con esa orden.
Cerr� los ojos al voltearme, esperando su reacci�n cuando descubriera mi
erecci�n. Lo que yo no hab�a previsto era que mientras estaba acostado de cara
al suelo, mi verga se hab�a ubicado contra mi muslo y ahora el glande
semidescubierto era visible por debajo de los shorts.
Cuando Alejandra toc� la punta de mi sexo, me sent�.
--�Mucha espera, verdad? --me dijo ella mientras su mano me empujaba suavemente
en el pecho, forz�ndome a acostarme una vez m�s.
Y a continuaci�n levant� la pierna del short hasta dejar el miembro totalmente
visible, luego lo envolvi� con los dedos y bes� la punta. Su lengua c�lida y
h�meda lami� las gotas de l�quido lubricante que ya estaba generando
abundantemente.
Yo sab�a que la situaci�n no era la m�s tranquilizadora, pero Alejandra me
produc�a tales sensaciones que no atin� a detenerla. Adem�s, pensaba que todo
terminar�a cuando yo le disparara unos lechazos en la mano. Y a la velocidad que
iba ella, eso pasar�a pronto.
Mientras Alejandra estaba arrodillada a mi lado lamiendo mi estaca palpitante,
su culo s�lo estaba a pocos cent�metros de mi cara. Llevaba una calza corta y
el�stica que se le met�a en la hendidura de las nalgas. Sin pensarlo, alargu� la
mano e hice correr un dedo por sus piernas separadas. Ella gimi� y movi� ese
culo hermoso y opulento.
Esto era todo lo que yo necesitaba. Deslic� dos dedos por debajo del borde de la
pierna y los llev� hasta su vulva jugosa. Ella estaba m�s caliente que cualquier
mujer que yo hubiera tocado hasta entonces.
--S�, s�, s� --murmuraba con la boca entrecerrada sobre mi miembro mientras
llevaba la cabeza hacia arriba y abajo.
Estaba listo para llenarle la boca con mi semen caliente cuando repentinamente
ella se apart� y me sonri�. Mi verga se balanceaba enorme y tiesa en el aire,
a�n brillando con su saliva.
Antes de que pudiera hablarle, ella se pon�a de pie y me miraba hambrienta.
--Sacame las calzas --murmur�.
Me sent�. La posici�n hizo que mi cara quedase a cent�metros de su excitada
raja. Le baj� la prenda junto con su bikini hacia los tobillos, recorriendo sus
piernas largas y torneadas. Antes de que con ese movimiento llegara a los
tobillos, sent� sus manos en mi nuca, haciendo que mi cara se inclinara
acerc�ndose a su entrepierna invitante.
Sab�a lo que ella deseaba y estaba loco por probarla. Deseaba gustar ese
interior perfecto, rosado. Tom� sus nalgas y hund� la lengua profundamente en su
vagina. Ella grit� y comenz� a temblar. Yo entraba y sal�a con la lengua
mientras ella empujaba la pelvis contra mi rostro.
Cuando termin�, cay� de rodillas. En esa nueva posici�n puso ahora su hendidura
directamente sobre mi miembro, duro como el acero.
--�Sab�s que pienso en vos muchas veces mientras hacemos el amor con Juanjo?
--me murmur� haciendo girar la cadera contra mi sexo.
Un gemido ronco fue la �nica respuesta que pude brindarle.
--�Nos o�s cuando tenemos sexo? --suspir�, mientras abr�a la blusa y me llenaba
la boca con uno de sus pechos.
Asent� y ella sonri� mientras yo le chupaba un pez�n y luego el otro hasta que
ambos quedaron morados y erectos.
--�Jug�s con tu cosa cuando nos escuch�s?
--S�, muchas veces --admit�.
--Pens� que as� suceder�a --murmur� mientras elevaba la pelvis y dejaba que la
cabeza de mi pija penetrara la abertura h�meda entre sus muslos.
--�Lo sent�s tan lindo como imaginabas? --gimi� mientras los primeros
cent�metros de mi sexo entraban en su vagina.
--�Ahh!. . . Mucho mejor --le respond�, al sentir sus m�sculos tensarse
alrededor de mi estaca palpitante.
--La ten�s m�s grande que la de Juanjo --murmur�.
--No es grande, est� muy hinchada --le dije--. No lo he hecho desde hace casi un
mes --met� otro par de cent�metros en su interior. Deseaba meterla hasta el
fondo y ba�ar su interior con abundantes lechazos calientes, pero al mismo
tiempo quer�a que esto no terminara m�s.
--Veamos cu�nto lo podemos hacer durar --coment�, como si pudiera leer mi mente.
--�Cu�l es el r�cord a batir? --le pregunt� con una sonrisa, para hacer una
broma.
Ella se detuvo y me mir� muy seria. Se qued� en silencio durante unos segundos.
--Diez minutos --me respondi�, quebrando ese silencio.
--Ya lo hemos estado haciendo durante casi ese tiempo --contest�.
--Quiero que me digas cosas vulgares. Me gusta eso y Juanjo nunca lo hace --me
pidi� enrojeciendo cuando hablaba.
Su inocencia s�lo serv�a para calentarme m�s. C�mo no complacerla con todo lo
que su cuerpo me inspiraba, despu�s de mi forzada abstinencia. Mir� sus ojos
casta�os y enormes asombrados por las otras habilidades de mi lengua.
--�Te gustar�a hac�rmelo todos los d�as? --me pregunt�--. �Hay muchas
oportunidades en que Juan Jos� no est� aqu� y podr�amos hacerlo!
No sab�a si hablaba en serio o si era s�lo parte del juego.
--Me gustar�a llegar en tu garganta --le dije, elevando la cadera salvajemente
contra su concha empapada.
Alejandra abri� la boca mientras agitaba la cabeza de un lado al otro y dec�a:
--�Echala adentro! �Mojame toda adentro!
Empujaba con fuerza su pubis contra el m�o y se estremeci� con el segundo
orgasmo. Los m�sculos de su canal orde�aban mi miembro palpitante. Nunca hab�a
imaginado que pudiera haber aguantado tanto tiempo, pero lo acababa de lograr.
Cuando ella se recuper�, ten�a una cara de total descreimiento. Se inclin� y
cubri� mis labios con los suyos.
--�Estuvo delicioso! --dijo entre jadeos--. Es de lo mejor que he vivido.
--No se lo digas a Juanjo --le ped� sinti�ndome repentinamente como un verdadero
semental.
--�Y vos cu�ndo. . . --me pregunt� entre largos y h�medos besos-- cu�ndo vas a
llegar?
--Cuando vos lo desees --le respond� no tan seguro de poder controlarme por
mucho tiempo m�s.
--�Cuanto tiempo ha pasado? --me pregunt� sent�ndose y apretando el t�nel
caliente y resbaladizo alrededor de mi verga.
--Unos veinte minutos tal vez --le respond�, y ella comenz� a subir y bajar de
mi estaca con ritmo sostenido.
--Quiz� todav�a est�s cogi�ndome cuando Juanjo vuelva. . . --murmur� mientras
las yemas de sus dedos jugaban con sus tetillas y ella aumentaba la velocidad de
su cabalgata.
--�Qu�? --gru��, sintiendo la leche hirviente a punto de explotar.
--No te preocupes. Estoy segura de que tenemos, al menos, una hora m�s. Podemos
hacerlo hasta entonces si vos quer�s. Me vuelve loca tener tu verga gruesa y
dura en todo mi interior, llen�ndome.
Para ese momento yo balbuceaba como un idiota, totalmente concentrado en mi
urgente necesidad de vaciarme.
--De acuerdo --murmur� mientras apretaba su breve cintura y elevaba su cola del
suelo.
Alejandra grit� cuando su cuerpo comenz� a estremecerse.
--�Ahora? --grit� cuando mi l�quido salt� de mi miembro.
--�S�! --me respondi�--. �Llename con tu semen caliente! �D�melo todo, cabr�n!
El primer chorro de leche se eyect� de mi verga y estall� contra las paredes de
su vagina, el resto fue succionado por ese canal hambriento. Era como si mi pija
hubiera sido atrapada por una m�quina orde�adora. Todo lo que ped�a era quedarme
ah� quieto gozando de la emoci�n que me corr�a por la columna vertebral mientras
mi insospechada amante me dejaba los test�culos totalmente vac�os.
Eran m�s de las dos de la madrugada cuando Juan Jos� regres� al departamento.
Para ese momento, Alejandra y yo estabamos cada uno acostado en su respectiva
cama. En realidad, ahora he comenzado a preguntarme si quiero realmente volver
con mi esposa. Aunque tarde o temprano deber�a regresar a Bah�a Blanca,
Alejandra es la mujer que mejor me ha cogido de todas las que he conocido, �y me
brinda todo lo que deseo! Y a�n as�, Juanjo sigue siendo mi mejor amigo. . .
***
Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .
Número de votos: 5
Media de votos: 9.60
Relato: Mi noche con la esposa de mi mejor amigo
Leida: 4811veces
Tiempo de lectura: 7minuto/s
|