EL PUTO
Hemos terminado
satisfactoriamente lo que hab�amos iniciado hace casi una hora. Nuestros
cuerpos, despu�s de haberse besado, abrazado, acariciado, lamido y follado,
exhaustos y sudorosos despu�s de la entrega mutua de nuestra hombr�a, porque nos
hemos corrido a la vez, descansan extendidos y derrengados sobre la abierta y
revuelta cama de mi habitaci�n.
Hemos quedado, vaciados nuestros test�culos, boca arriba,
silenciosos, mirando al techo. Estoy a�n jadeante porque el acto que acabamos de
desarrollar ha sido terriblemente excitante, pero tambi�n muy cansado para m�.
He notado en esta ocasi�n en Fidel una entrega, un deseo de sexo y un ansia de
tomar mi cuerpo, no de entregar solamente el suyo, como no le hab�a sentido
nunca anteriormente. Se que pon�a siempre de su parte lo que de �l depend�a para
que yo quedase satisfecho, pero lo de hoy creo ha sido diferente,
Para corresponderle y notase que tambi�n quer�a disfrutase de
nuestra cogida, he hecho un superior esfuerzo, he arqueado m�s mi espalda para
introducir mi verga en �ngulo m�s directo en su cuerpo y me he movido de una
forma r�pida y desaforada durante la consumaci�n del coito, de manera que la
follada, a mis cuarenta y tres a�os, me ha supuesto un cansancio superior al de
otras ocasiones.
Pero no ha sido el placer de la uni�n que hoy hemos realizado
lo que ahora rememora mi mente, sino algo que he sentido mientras
intercambi�bamos nuestros jugos, una sensaci�n que me ha causado miedo y que ha
dejado un aviso en mi cerebro, que intento analizar ahora durante estos
instantes de descanso.
- � Has notado, por su parte, algo parecido al amor? -
pregunta mi mente.
La forma en que me dio sus besos y recibi� los m�os, la
manera que me abraz�, sus culebrinos movimientos de cuerpo cuando mi verga
penetraba por el ano y le atravesaba sus entra�as, la cara de placer que mostr�
cuando mi semen penetraba a borbotones, que le ha hecho sentir y correrse al
un�sono, sin necesidad de frotar posteriormente su polla, como siempre he tenido
que hacer en otras ocasiones, denotaban algo especial. Su piel me ha transmitido
calores diferentes a los de otras tardes, hab�a entre nosotros una
compenetraci�n que solo la complacencia amorosa puede conseguir y las
sensaciones que me hizo sentir, al poseer de nuevo su cuerpo, adem�s de
placenteras por especiales, me han asustado y puesto a mi cerebro sobre aviso.
Mientras las pulsaciones del coraz�n y la frecuencia de la
respiraci�n me est�n volviendo a la normalidad, noto que Fidel a mi lado,
repuesto mucho antes del folleteo por la juventud de sus diecinueve a�os,
tendido sobre la cama, se voltea hacia m�. Se queda mir�ndome, parece dudoso de
comunicarme lo que ocupa su pensamiento, por fin tensa su desnudo, esmirriado,
delgado y escu�lido cuerpo, que en este momento, seguro por el esfuerzo que le
ha supuesto follar, ha adquirido un color entre ros�ceo y morado y comienza a
soltar palabras.
-No aguanto m�s, me voy a ir de mi casa - las escupe
con rabia y enfado infinitos y en su cara puedo leer el odio que las motiva.
No le contesto, no me atrevo, no deseo verme metido en sus
problemas, no puedo hacerlo. Me coloco en guardia porque intuyo no son consejos
lo que desea o�r de mis labios. Me parece piensa escuchar alguna cosa diferente,
una propuesta que no puedo ofrecerle.
Conozco a Fidel hace m�s de un a�o y me he acostado con �l
varias veces durante este tiempo y puedo asegurar sin temor a equivocarme, que
aunque no es bello ni atrayente, es el chico m�s bondadoso, sensible y cari�oso
que he conocido.
- Hay un hombre que me han presentado, tiene varias
discotecas para gays, �l les llama club de baile, me ofrece la posibilidad de
irme a Sevilla, donde me dar�a trabajo en uno de ellas, porque a pesar de mi
falta de atractivo f�sico, del que soy consciente, cree puedo bailar con los
parroquianos y ayudar en la barra del bar - comienza a contarme en voz baja.
No puedo decirle que es una ratonera lo que le ofrece ese
hombre. Es vender el cuerpo por su medio, sin cobrar nada, tenerle semi esclavo,
explotarle, exprimir su breve y d�bil juventud y las pocas fuerzas que posee,
hasta que no d� m�s o sea capaz de huir.
�Qu� puedo ofrecerle yo? - me pregunto y al contestarme
interiormente - nada, no le puedes ofertar nada - callo, miro hacia otro
lado y solamente le acaricio su espalda marcada por las costillas que sobresalen
en la delgadez de su desnudo cuerpo.
- - - o o o - - -
Conoc� a Fidel una
tarde desapacible y ventosa, en la que el firmamento gris y oscuro amenazaba
lluvia. Una enorme boina negra se hab�a colocado sobre el cielo y hasta que no
descargase toda el agua que conten�a, no parec�a alejarse. Cuando el tiempo est�
as� de triste y desangelado, mi fuerza espiritual decae y entonces salen a la
luz mis vicios, los fuertes deseos sexuales que tengo escondidos en mi interior
y que pienso mantengo bien amarrados se sueltan y me piden les deje actuar.
El estado de nerviosismo y excitaci�n en que me encontraba
desde la ma�ana, llevaba resistiendo mucho tiempo sin descargar mis test�culos
con alg�n ser masculino como yo, no me hab�an permitido dejar de pensar en cosas
sucias, camas revueltas, revolcones sexuales y corridas escandalosas durante la
celebraci�n de mis deberes diarios y preparar otro alimento al mediod�a, que un
bote de legumbres abierto, calentado y tragado de manera apresurada.
Despu�s me hab�a sentado-recostado, como hac�a por las
tardes, en una vieja y c�moda butaca de cuero brillante por el uso, intentando
dar una cabezada reparadora porque, adem�s que me levantaba siempre muy
temprano, hab�a mantenido ese d�a una lucha interior agotadora para no ceder a
las tentaciones que solicitaba cierta parte de mi cuerpo. Al notar me era
imposible permanecer quieto y encerrado en casa, decid� salir a la calle.
Para los desplazamientos por el barrio y la ciudad utilizo
una motocicleta marca Guzzi, bastante vieja, pero que a base de cuidados y
reparaciones a�n me sirve suficientemente. Estaba como siempre apoyada en el
borde de la acera, frente a la puerta de la casa en que vivo, una pobre planta
baja situada en un estrecho y maloliente callej�n sin salida, tras la iglesia
parroquial del barrio. Mont� en ella, la puse en marcha y sin rumbo fijo me
dirig� hacia el centro de la villa.
Miento al escribir sin rumbo fijo, eso era lo que me dec�a
"in mente", para justificarme, pero en el fondo de mi cerebro sab�a bien que me
enga�aba, conoc�a hacia donde iba encaminado y cual era la finalidad de aquel
viaje.
La ciudad tiene, casi en su centro geom�trico, un bonito y
extenso parque. Hay una parte de �l, en uno de sus laterales, el que orienta al
sur, en el que grandes, altos y frondosos �rboles centenarios, crecen entre
descuidada vegetaci�n. Entre ellos existen zonas, casi escondidas, con el suelo
de verde y jugosa hierba, que permiten echarse y que, por estar en sombra y en
semioscuridad pues el sol no llega hasta ellas, en cuanto el d�a empieza a
declinar, se desarrolla, escondido de las vista de transe�ntes o paseantes, el
comercio del sexo gay.
Mi motocicleta, como llevada por unas manos invisibles, se
dirigi� directamente hacia ese lugar. No por casualidad, los bancos que la
bordean, los que dan a la carretera que la lindea, son los que suelen estar
ocupados por los muchachos que venden su cuerpo, saben que desde all� pueden
encontrar f�cilmente clientes para marchar con ellos o para adentrarse en la
espesura y efectuar ardorosos all� mismo, tendidos entre la densa vegetaci�n, el
urgente negocio carnal.
Despu�s de resistir en abstinencia el tiempo que puedo,
cuando mis fuerzas siempre flaqueantes ceden, porque los deseos sexuales que se
desarrollan en las partes bajas de mi cuerpo, salen vencedoras de las producidas
en el cerebro, que me indica debo ser fuerte y no caer en la tentaci�n de
comprar sexo, me suelo acercar por all�.
Busco alguno de los chicos que pasean por la acera o est�n
sentados, haci�ndose los despistados, pero muy atentos a las se�ales de los
paseantes y sobre todo de los que pasan lentamente en un veh�culo, acuerdo con
�l el precio, le monto atr�s en mi motocicleta y ya en mi semi escondida casa,
satisfago y apago el fuego sexual de mi interior para una temporada, hasta que
los rescoldos, que siempre permanecen encendidos, vuelven con el tiempo a
levantar peque�as llamas, que al convertirse en hoguera imparable, me obligan a
regresar al lugar y repetir la operaci�n.
Aquella tarde, quien estaba sentado, solitario, en uno de los
bancos, era un chaval moreno, poca cosa, m�s bien delgado, que a simple vista no
aparec�a especialmente atractivo, que en vez de mirar de reojo, como hacen
siempre todos los que buscan all� comercio carnal, me dirigi� una mirada
penetrante, en la que pude leer la necesidad de que alguien le contratase y
llevase con �l.
No s� por qu�, pues su aspecto miserable y desamparado no me
hab�a atra�do f�sicamente, le hice una se�a invit�ndole a montar en el libre
asiento trasero. Se levant�, sin decir nada y casi sin mirarme, mont� tras de
m�, se agarr� a mis costados, esper� arrancase la moto y nos march�semos del
lugar. Ya en mi casa, sabiendo perfectamente lo que iba a solicitar de �l, en
cuanto penetr� en mi habitaci�n, se comenz� a desnudar en silencio mirando hacia
el suelo.
Al contemplarle de nuevo mientras cerraba la puerta de
entrada y descolgaba el tel�fono para no ser interrumpido, y ante la actitud tan
d�cil, de tanta entrega que mostraba, me hizo pensar que, en esta ocasi�n, no
hab�a hecho una buena elecci�n.
Imagin� que el chico era uno de esos viciosos, que con tal de
satisfacer los deseos de su cuerpo, se dejan follar por quien sea, si cobran
dinero mejor o que sabiendo que su sino era �ste, venderse por la causa que
fuere, no ten�a fuerzas para quejarse o luchar y lo hac�a y se entregaba con la
mansedumbre y aceptaci�n que me estaba demostrando.
Adem�s era la primera vez que un chico de los que vend�an su
cuerpo, que tra�a a mi casa para apagar mis llamas sexuales, no me hab�a dicho
lo que cobraba, me hubiera pedido el dinero por adelantado y esperado a tenerlo
a resguardo para comenzar a desnudarse y preguntarme lo que me gustaba m�s
hici�ramos. Indudablemente sab�a lo que se pod�a pagar por el servicio, pues ya
he dicho no era la primera vez que ejecutaba aquella operaci�n, pero su actitud
me extra��.
Me tranquilic� al pensar que, al no ser lo que se puede decir
un joven apuesto y deseable, me sigui� pareciendo realmente feo, ante la
competencia que hab�a en el lugar, aceptaba lo que le quisieran dar los clientes
despu�s de terminado el servicio.
Esta conclusi�n se afianz� cuando contempl� su cuerpo que
estaba desnudando. Al quitarse los gruesos deportivos que calzaba, comprob� era
demasiado bajo para su edad. Sus atributos sexuales, en consonancia con el
desarrollo de su cuerpo, escondidos entre una rizada y breve pelambrera negra,
ser�an considerados demasiado peque�os para muchos que le contrataran. Como soy
activo y casi no los iba a utilizar, solo para acariciarlos, chuparlos y al
final frotarlos, intent� despreocuparme de ellos.
Las nalgas que formaban su culo no eran excesivamente
carnosas m�s bien aparec�an un poco duras, faltas de carne, daba la impresi�n de
hambre y necesidad y no ofrec�a un aspecto que pudi�ramos denominar muy sensual
aunque para no desazonarme demasiado intent� imaginar que, si sab�a mover bien
su esquel�tico cuerpo, podr�a obtener al follarle suficientes satisfacciones.
Al verle esperando delante de m�, ya totalmente en cueros,
delgado, desnutrido, se le marcaban todos los huesos del cuerpo, no sent� el
calentamiento y deseo sexual que ejercieron otros chicos en el mismo lugar, hizo
se creara una prevenci�n o desilusi�n antes de iniciar el folleteo aunque al
terminar aquella primera sesi�n, puedo decir se port� bien, a pesar que su
cuerpo no era el mejor deseable, respondi� a mis caricias, intent� ser agradable
y que me sintiera a gusto mientras le follaba.
Lo mejor que recuerdo de aquel d�a fue que no mostr� esa
prisa por terminar, que suelen tener todos los "putos" o "chaperos", como se les
llama tambi�n por estos lares, al ejercer el sexo con desconocidos, sin sentir
ganas ni amor, que calculan el tiempo a dedicar seg�n el pago cobrado, y cuando
notan que el cliente se ha corrido, se pajean r�pidamente a escondidas, para
hacerlo ellos pronto y poder marcharse cuanto antes, salvo hayas contratado por
tiempo o concertado dos o m�s polvos durante la sesi�n.
Lo poco que me cont� aquel d�a fue que se llamaba Fidel y
deber�a estar en su casa a una hora determinada si no quer�a tener disgustos,
por ello me dijo, cuando le encontr� estaba ansioso de contratar un cliente pues
no hab�a tenido ninguno aquella tarde.
En atenci�n a su comportamiento, que me pareci� honesto, me
ofrec� a acercarle donde me dijera, para que llegase a la hora que ten�a marcado
retirarse. Lo dej� en una plaza que me se�al� y para cumplir, pero sin intenci�n
de hacerlo, qued� le llamar�a nuevamente para lo que le ped� su tel�fono.
- No lo uso, puedes encontrarme en el mismo lugar todas las
tardes - me propuso.
�Por qu� fui en su busca posteriormente? No sabr�a
explicarlo. A pesar de todas las consideraciones que me hice en contra, volv� a
su encuentro y le llev� de nuevo a mi casa. Quiz� sent� por �l, m�s que deseo
carnal, pena y conmiseraci�n.
Despu�s me acostumbr� a su cuerpo, me llen� y gust� lo
suficiente para gozar del encuentro y volverle a llamar de nuevo junto a m� en
varias ocasiones. Fui conoci�ndole mejor y comprob� que como persona era dulce,
d�cil y cari�oso. Se le notaba incapaz de hacer ning�n mal y mostraba mucha
falta de cari�o porque agradec�a enormemente cualquier detalle cari�oso que se
le prodigase.
Con el tiempo me explic� la raz�n de tener que ir tan pronto
a casa, era por no encontrarse con su padre. Si hubiese hecho lo que �ste le
hab�a ordenado, no hubiera podido asistir a las clases del instituto, que se
impart�an por la ma�ana. Ahora estudiaba el segundo curso de bachiller, rama
humanidades, pues deseaba continuar sus estudios haciendo una carrera que le
permitiese dedicar a la ense�anza.
Por contra su padre quiso dejase de estudiar cuando termin�
la ense�anza obligatoria y recibi� el diploma justificativo que le permit�a
iniciar su vida de trabajo, Quer�a lo hiciese en cualquier cosa y lugar y le
hab�a obligado a entregar semanalmente, en el domicilio, una cantidad fija de
dinero que consider� ganar�a por su edad.
Le hab�a amenazado.
- Desde ahora ganaras dinero para poder vivir aqu�. Tienes
diecisiete a�os, edad de trabajar y traer dinero a esta casa. Si no quieres
verte las caras conmigo, sabes lo que debes de hacer.. . .
- Las amenazas de mi padre se cumplen siempre - me dijo.
Me cont� que para resolver el problema se coloc� de recadista
en una tienda de comestibles. Nada m�s terminar al mediod�a las clases del
instituto, sin parar siquiera a comer, comenzaba a llevar pedidos a domicilio.
La cantidad que le pagaban por viaje efectuado, a pesar de
dedicarse toda la tarde a correr, para hacer los m�s posibles y recibir alguna
propina, no alcanzaba a reunir la cantidad que le solicitaba entregase su
progenitor, por lo que hab�an empezado los golpes y palizas, al pensar su padre
que gastaba parte del dinero que ganaba trabajando, como a �l le hab�a hecho
ver.
Cuando desesperaba de solucionar su problema, oy� de un
conocido dedicado a hacer "chapas", lo f�cil que era ganar dinero de esa forma y
al ser gay, me lo confes� la segunda vez que estuvimos juntos, le pareci� le
costar�a menos estar con hombres, pero hab�a sufrido mucho al principio.
Vender el cuerpo y follar con gente a la que no amas cuesta
demasiado. Adem�s, habiendo cerca chicos m�s agraciados que yo, me ha tocado
acompa�ar a las personas m�s viejas y desagradables, los que ellos no aceptan
- me coment�.
Despu�s, si quer�a ganar el dinero necesario para poder
seguir en el instituto, se hab�a tenido que acostumbrar, dejar de lado todos los
sue�os que ten�a sobre el amor para cuando encontrase su persona af�n.
No siempre he tenido la suerte de que me traten bien los que
acompa�o, algunos son mala gente que ha intentado no pagarme lo que he ganado
con mi cuerpo e incluso viciosos golpearme para satisfacer sus deseos carnales u
obligarme a hacer cosas que mi mente rechazaba.
No es la vida que hubiese elegido, pero me confesaba
necesitaba pasase el tiempo, terminar los estudios y poder marcharse de su casa.
- Puedo, de esta manera, asistir a mis clases, estudiar,
hacer los trabajos que me ponen en el instituto y entregar a mi padre el dinero
exigido, como si estuviera trabajando, que es lo que cree.
Llegu� a saber todo de su vida. Su madre hab�a muerto y su
padre se hab�a casado en segundas nupcias con una mujer que aport� al matrimonio
un chico de un a�o menor que �l. Lo curioso de la actual familia de Fidel, era
que quien le defend�a y ayudaba en lo que estaba en su mano, era su madrastra.
Cierro la puerta de mi habitaci�n para parecer estar dormido
cuando mi padre y el hijo de mi madrasta llegan, alrededor de las once por la
noche, mi padre toma unos vinos despu�s de trabajar y Javier sale de paseo con
su cuadrilla todos los d�as. Ella les dice que ya estoy hace tiempo en la cama.
Me evita, de esta forma, crueles burlas, golpes y malos tratos.
El hijo de Marga, nunca le o� decir mi hermano, hac�a causa
con su padre y juntos le maltrataban, se burlaban de �l, imitaban su voz
infantil, que dec�an de chica y sus maneras de andar. Aunque intentaba disimular
lo posible ante ellos, Fidel mostraba algo de pluma homosexual.
Le escuchaba atento y deseoso de ayudarle moralmente. Le fui
tomando mucho cari�o y tem�, lo confieso, que me encontrase tan atra�do por �l,
que me plantease cambiar el actual rumbo que llevaba mi vida.
Supe que el hermanastro not� r�pidamente que, cuanto m�s
"macho" se mostrase, m�s pod�a ascender en el estatus familiar y para ello
martiriz�, afe�, imit� burl�ndose y hasta lleg� a pegar a Fidel delante de su
padre, que no dijo, ni hizo absolutamente nada por evitarlo, sino quiz�
alentarlo.
- El hijo de mi madrastra ha comenzado a pegarme y mi padre
le deja que lo haga. La �nica que es buena conmigo es Marga - me dijo uno de
los d�as.
- No te dejes - le contest�, aunque sab�a que el consejo
no serv�a para nada.
Al contemplar su delgado y d�bil cuerpo, que se hab�a pegado
al m�o buscando calor, desnudo a mi lado, porque siempre ten�a su piel fr�a,
pens�.
- �� Qu� dif�cil lo tienes !! - y para cambiar el rumbo
de la conversaci�n.
-�Qu� tal se porta con tu nueva madre? - no quise
utilizar la palabra madrastra.
Con ella bien, aunque no la deja tome ninguna iniciativa.
Solo es malo conmigo y no s� las causas.
No pod�a decirle que seguramente su padre ve�a en �l lo que
quiz� el mismo temi� ser siempre. Suele pasar muchas veces, que personas que en
alg�n momento se han sentido algo homosexuales, no admiten que su hijo lo sea,
porque no piensen que es de su semilla gay de la que naci� el v�stago. Por ello,
para negar su parte femenina, muestran ante los dem�s odio a su descendiente,
intentan demostrar su machismo y hombr�a ante el mundo, apart�ndole de su lado y
mostr�ndole que no es querido.
Sab�a el lugar donde Fidel hac�a sus trabajos del instituto,
sol�a sentarse, cuando hac�a buen tiempo, en el borde de piedra de una de las
arcadas de la plaza porticada de la iglesia del Coraz�n de Mar�a, cerca del
instituto donde recib�a las clases si hac�a fr�o o lluvia. O dentro, tras la
cristalera, en una de las mesas de la cafeter�a donde compraba y com�a el
bocadillo de tortilla de patatas del mediod�a y comenc� a ir a buscarle all�
cuando ten�a deseos de disfrutar de su cuerpo en vez de acercarme hasta el
parque donde se iba despu�s a buscar clientes.
Cuando esto suced�a, sab�a iba a ser yo su �nico acompa�ante
y despu�s de descargar los test�culos, al no tener prisa hasta la hora de
marchar, segu�a llev�ndole, en mi motocicleta, hasta la misma plaza de la vez
primera, notaba le gustaba quedar pegado su cuerpo al m�o y mientras recib�a
caricias por mi parte y le peinaba con mis dedos su pelo, negro, largo y sedoso,
me hablaba de la vida en su mal llamado hogar, los pocos amigos que ten�a, sus
estudios, sus miedos, anhelos y deseos para el futuro.
Para que pudiese quedarse en esos casos tranquilamente metido
en mi cama, con su cabeza apoyada en mi pecho desnudo, caliente y sentirse amado
y cuidado, le pagaba el doble de la cantidad que ten�a por costumbre.
Yo era feliz a su lado y notaba que Fidel tambi�n lo era
porque a veces le o�a murmurar en voz baja.
- �� Si pudiera. . .!!, �� si alguna vez tuviese seguro un
sitio as� !!
Cuando le o�a decir frases como estas, no me atrev�a a
contestarle, simplemente me hac�a el sordo, sonre�a, le segu�a acariciando y si
pod�a le daba m�s dinero.
No, dame lo de siempre - rechazaba mi mano - me puedo
arreglar - pero tomaba contento, ante mi insistencia, todo lo ofrecido.
Descansaba en m� de tal forma sus pensamientos, desnudaba
talmente su alma, confiaba en m� tanto y le fui sintiendo tan cerca del coraz�n,
que llegu� a tener miedo de enamorarme locamente de �l.
Una de las �ltimas veces que me hab�a hecho feliz, durante el
descanso que sigui�, se peg� como de costumbre al calor de mi cuerpo y me pidi�
perd�n antes de comenzar a hablarme.
Siempre te estoy contando mis penas, pero eres la �nica
persona a la que puedo confiarme, anoche o� una conversaci�n entre mi padre y
Javier. No s� si te he dicho que mi padre es fontanero, trabaja por su cuenta,
tiene abierto un peque�o taller y s� que le va bien. Le promet�a al hijo de
Marga llevarle consigo y ense�arle su oficio en cuanto terminase el curso, para
que se hiciera cargo de �l en un futuro. Javier se lo agradec�a con grandes
signos de alegr�a y de pronto le pregunt�.
- �Y Fidel?
Ese que deje su trabajo actual y le llevaremos de ayudante
para que se haga un hombre porque no lo es. A esta frase siguieron grandes
risotadas de los dos.
Not� en su pegado cuerpo, mientras me lo contaba, un
escalofr�o de miedo, al pensar en lo que se le avecinaba.
Por eso hoy me he asustado cuando he notado que Fidel me
estaba demostrando amor cuando foll�bamos, y m�s despu�s por la manera que me ha
comunicado la marcha de su casa. No sab�a si lo que hac�a era una declaraci�n
amorosa, me solicitaba cobijo o era una manera de despedirse.
Entiendo que vivir all� tiene que ser un martirio y lo que se
le presenta en un futuro un terrible suplicio, pero me digo que no soy nada para
�l, solo alguien que le paga el uso de su cuerpo y trata bien, tendr� fuerzas
para verle marchar.
No me queda otra alternativa que aceptar lo que me ofrece ese
hombre - continu� a�adiendo mientras sus ojos se llenaban de l�grimas.
Mi coraz�n se puso a crecer en mi pecho y pugnaba por salirse
de �l, mientras Fidel segu�a desgranando sus miserias.
Un chico de mi barrio me ha dicho que el hijo de mi madrastra
le ha preguntado si pod�a confirmarle que soy un "chapero". Veo lo ha
averiguado. Esta noche se lo dir� a mi padre y probablemente terminar� en el
hospital, ser� la confirmaci�n de todos los insultos y golpes que hasta ahora he
recibido por ser lo que llama "un asqueroso maric�n de mierda que averg�enza a
la familia".
Prefiero la vida que me espera en ese lugar de Sevilla, me
ofrece escondite, posibilidad de poder seguir estudiando en mis horas libres. Se
que dejar� gocen de mi cuerpo los que desee mi protector pero continuar aqu�
solamente me espera dejar de estudiar, golpes, vejaciones y tener que estar bajo
el yugo de esos malvados durante todo el d�a.
Al no recibir contestaci�n salt� de la cama y desalentado se
visti�, mientras yo permanec�a acostado mir�ndole, sin hablar. Cuando termin�,
se acerc� y me dio un beso. Not� en �l toda la entrega, todo lo que sent�a por
m�, lo que me estaba pidiendo sin palabras, pero no reaccion�, recib� el beso
como una despedida, un hasta nunca y vuelto de espaldas, sali� despacio de mi
habitaci�n.
- - - o o o - - -
Solamente puedo decir en mi
disculpa que soy sacerdote y p�rroco del barrio donde est� la casa en que se ha
desarrollado todo lo narrado y que, por lo que me obliga mi religi�n, pienso
debo cuidar no solo del alma de Fidel, sino la de todos los dem�s feligreses que
me han sido confiados por Dios.
Aunque me pregunto.
- �Entender� el Eterno mi silencio, ante la clara petici�n de
Fidel?
- - - o o o - - -
Nunca
he pedido opiniones en los relatos que he enviado a esa Web, pero en este caso
quisiera, ante la decisi�n que he tomado, que los que lo deseen me escriban
d�ndomela.