Una noche de incesto (continuaci�n de "Un d�a de incesto")
Atardec�a. Yo reci�n llegaba de mi reuni�n extraordinaria de negocios, cuando
escucho en la puerta a Marta, Sebasti�n y David, que volv�an de un largo
recorrido por la ciudad.
Visitaron los lugares que antes les eran cotidianos y que ahora, gatillaban
muchos recuerdos, casi todos llenos de nostalgia y melancol�a.
Hac�a un par de horas que Crist�bal y yo, nos hab�amos "puesto al d�a" en
nuestra relaci�n de t�a y sobrino. Y, tal como le dije, ten�a planes para esta
noche. Sus padres ir�an al Casino a disfrutar de la velada, David se quedar�a en
casa de unos primos y supuestamente, Crist�bal ir�a a ver a sus antiguos
compa�eros de curso. En verdad, ganas no le faltaban. Despu�s de descargar toda
su juventud en mi vagina, culo y boca, llam� a los que fueron sus compa�eros
para fijar la hora y el lugar en el que se ver�an. Precavido, fij� una hora
ligeramente tard�a para la cita. "�No crees que es un poco tarde para salir a
esa hora?" le pregunt� Marta.
El muchacho le explic� que es a esa hora cuando comienzan las salidas de fin
de semana, lo que era cierto. Le dije que ten�a raz�n, que no hab�a motivo para
preocuparse. Crist�bal la calm�, dici�ndole que sus amigos ten�an auto, dinero y
celulares para cualquier emergencia. "Marta, el muchacho ya es grande, deja que
se divierta" le dijo Sebasti�n, en un tono reposado y que denunciaba sabidur�a.
A pesar de que no habla mucho con su hijo, Sebasti�n le tiene confianza.
Seguro que le recuerda a �l cuando joven. "Y si es as�, entonces el pap� debe
ser una maquina sexual". La lujuria recorre mis pensamientos, pero no importa
que tan pecaminosa pueda ser, no voy a ser yo qui�n acabe con el matrimonio de
mi hermana. Aunque apenas se separe, me preocupar� de consolar a Sebasti�n.
Dios, ese hombre ha mejorado mucho desde que lo conoc�.
El movimiento en mi departamento es acelerado. Marta quer�a lucir espl�ndida
esta noche. Me cont� que despu�s del casino y del baile, ella y Sebasti�n ir�an
a un motel para ponerle la guinda al pastel. Me alegr� por ellos y le dije que
todo iba a resultar bi�n. David ya estaba listo para irse a casa de sus primos,
los hijos de un hermano de Sebasti�n. Crist�bal hac�a el papel de "no tengo nada
mejor que hacer que ver tele hasta que llegue la hora de salir" y aunque su
actuaci�n era convincente, yo sab�a perfectamente que lo �nico que sonaba en su
cabeza eran mis gemidos y lo �nico que ve�a, era mi cuerpo desnudo.
Al cabo de media hora, David se va. Luego, a eso de las 22:40, mi hermana y
su marido se despiden. Crist�bal les desea que pasen una buena noche y les
recalca que sus amigos lo vendr�n a buscar al filo de las 00:00 horas. La pareja
se va tranquila, sin sospechar que su hijo tendr�a m�s placer que el que ellos
planearon para s� mismos.
Ni bi�n se cierra la puerta y Crist�bal se dirige raudo a mi cuarto. Al
llegar a la puerta, le digo que se detenga. Yo estaba en la ventana,
despidi�ndome de sus padres. "Si ven algo raro, sospechar�n. No te muevas hasta
que yo te avise" le susurr�.
Vi que Marta y Sebasti�n se subieron al auto que hab�an arrendado, se
marcharon y cuando los perd� de vista, le dije a Crist�bal que ya pod�a entrar.
Lleg� hasta m� y comenz� a abrazarme y besarme apasionadamente el cuello y a
lamerle las orejas. Lo detuve. "Si�ntate" le dije, indic�ndole la cama. Accedi�.
"Mira, quiero estar contigo hasta que tengas que irte con tus amigos, pero no
quiero repetir lo de esta tarde. Quiero algo diferente. �Alguna idea?". Mir� al
piso, luego a la ventana y, de pronto, me mir� directo a los ojos. "�Tienes
llave de la azotea?" me pregunt�. No ten�a que decir m�s palabras.
Hab�a Luna Nueva, el d�a fue caluroso y la noche se mostraba refrescante. Mi
departamento ten�a una preciosa vista desde el techo y era uno de los m�s altos
del barrio. Y ning�n conocido viv�a en los edificios cercanos. Era perfecto. Le
dije que fuera al closet y que sacara la silla de playa de madera que ten�a al
fondo, detr�s de los abrigos. Por mientras, me dirig� a la cocina y saqu� un par
de botellas de champagne del refrigerador. Tom� un par de vasos que ten�a secos
y sin guardar, cuando vi que Crist�bal ya estaba listo con la silla. Nos
encaminamos a la puerta, �l la abri� sigilosamente y subimos por las escaleras
hasta el �ltimo piso, tres niveles sobre el m�o. Llegamos a la puerta que da a
la azotea y, dejando las botellas en el piso moment�neamente, saco la llave y la
abro, preocup�ndome de no provocar ning�n ruido. Luego de esto, nos instalamos
en medio del techo del edificio. Sebasti�n arma la silla de playa y se recuesta
sobre ella. Lo veo tendido mirando al cielo y a pesar de la poca luz que hab�a,
alcanzo a percatarme que su miembro ya estaba por rajar sus pantalones. Me
siento sobre �l y comienzo a besarlo. "En una hora vienen tus amigos, as� que
aprovechemos el tiempo".
Le desabrocho su camisa, abro una de las botellas de champagne y vierto un
poco de su contenido sobre su pecho y sus labios. �l abre la boca y la bebe,
record�ndome la forma en que sabore� su semen en la ducha. Comienzo a lamer su
pecho y a besarlo con �mpetu, recorriendo con mi lengua cada parte alcanzada por
el licor. Mientras hac�a esto, Crist�bal acariciaba mi cabeza y mis hombros y
brazos. En ese instante, decid� ir de 0 a 100. Me volv� a sentar sobre �l y le
desabroch� el pantal�n. "�Me creer�s que bajo el vestido, no tengo ropa
interior?" le dije. No le di tiempo para pensar, cuando agarro su miembro y lo
ensarto en m�. Sin parpadear siquiera, comienzo a mover mis caderas. Pongo mis
manos sobre sus hombros y acelero mi meneo, al mismo tiempo que lo hago m�s
intenso, cada vez m�s exagerado. �l reacciona y toma mis caderas con sus manos,
d�ndome impulso para penetrarme profundo. Yo ya estaba jadeando como gata en
celo. Enderec� mi espalda y me dejaba caer con todo mi cuerpo sobre su gran
pene, duro y erecto. En verdad, no era tan grande, pero cumpl�a con su cometido.
Con la suma de mis movimientos y sus manos que agregaban fuerza a mi ir y venir,
pr�cticamente estaba saltando sobre �l. Pod�a sentir como su miembro recorr�a mi
vagina de principio a fin, desde los labios hasta el principio de mi �tero.
Entre tanto jadeo, alcanzo a advertir que Crist�bal llega al cl�max. A m� me
faltaba solo un poco, pero me doy cuenta que el muchacho dif�cilmente podr�
aguantar tanto desgaste f�sico. La sesi�n de la tarde fue extenuante. Sin darle
previo aviso, me separo de �l y con un r�pido movimiento, coloco mi rostro sobre
su carne y mi monte de venus sobre su cara. "Ya sabes qu� hacer" le dije con
aliento entrecortado. Su lengua comenz� a lamer mis labios y recorrer mi
cl�toris.
Yo hac�a lo mismo con su miembro. En medio de tanto placer, agarro la botella
de champagne y vierto un poco de licor sobre mi culo, haciendo que roc�e todo mi
sexo y el rostro de Crist�bal. �l bebe y comienza a lamer m�s r�pido. Su lengua
cobraba vida propia. Luego, derramo otro poco de champagne sobre su pene y
comienzo chuparlo con frenes� y sin sosiego, como si mi vida dependiera de ello.
Pasan unos breves instantes y ambos alcanzamos el orgasmo al un�sono. Al igual
que con el champagne, bebo todo su l�quido. Nos quedamos quietos unos momentos y
luego, doy un giro sobre el vientre de mi sobrino, para quedar mir�ndolo a los
ojos. �l me penetra sin dificultad, pero ninguno de los dos ten�a fuerzas para
seguir fornicando.
Me qued� recostada sobre �l unos minutos y cuando su erecci�n comenzaba a
disminuir, nos separamos y arreglamos todo para volver a mi departamento. "A�n
nos queda una botella de champagne" le dije con tono picaresco. "Mejor gu�rdala
para otra ocasi�n" me dijo, demostrando con su voz que ya tuvo suficiente sexo
por el resto de la semana. L�stima que el Lunes, �l y su familia emprendan viaje
al interior del pa�s. Pero ya me imagino los comentarios que dir� cuando llegue
a la universidad: "por supuesto, conoc� las bellezas naturales de Chile... a
fondo". Se dio una r�pida ducha y justo antes que llegaran sus amigos, le dije
que venga a visitarme cuando termine sus estudios. "No te olvides que aqu� se
quiere al amigo cuando es forastero".
Para m�, hacer patria siempre es un placer.