Relato: La primera aventura de mi esposa





Relato: La primera aventura de mi esposa


LA PRIMERA AVENTURA DE MI ESPOSA




Un saludo a los amigos de esta p�gina en todo el mundo.
Quisiera compartir con ustedes una historia que estoy viviendo con la mujer que
amo y que me tiene sumido en la indecisi�n. Espero que me ayuden con su consejo
o que me den su opini�n. Primero que todo debo describir a mi esposa. Ella se
llama Clara y es una morena de buen porte, 1.60 de estatura, ojos grises y
hermosos, sonrisa agradable, un cuerpo bien proporcionado, con un culo parado y
redondito, aunque no muy grande. Ella tiene 35 a�os y llevamos 10 a�os de
casados, durante los cuales hemos tenido algunas peleas, pero nada que no
hayamos podido solucionar. Ella trabaja en ventas en una importante compa��a
multinacional y casi siempre llega temprano a la casa, aunque en algunas
temporadas, especialmente a final de a�o, debe atender grandes clientes de todo
el pa�s que incrementan los pedidos de ropa infantil, que es la l�nea que le
corresponde vender y promocionar principalmente.



Hace unos dos meses lleg� una tarde a la casa muy emocionada,
dici�ndome que la compa��a la hab�a seleccionado con otras dos de sus compa�eras
para asistir a un seminario que se realizar�a en una ciudad de la costa norte
del pa�s, durante el cual se presentar�a la l�nea de ropa para fin de a�o y
adem�s, se dictar�a un curso de actualizaci�n en t�cnicas de ventas. El evento
durar�a tres d�as, de mi�rcoles a viernes con regreso el s�bado, con la
posibilidad de extender el regreso hasta el domingo. Me pidi� que la acompa�ara
y aprovech�ramos para tomarnos unos d�as de vacaciones, teniendo en cuenta que
hac�a m�s de un a�o que no sal�amos de paseo. Le respond� que desafortunadamente
por la �poca de mitad de a�o no pod�a ausentarme de la oficina, debido a que era
una temporada en que algunos compa�eros estaban en vacaciones, por lo cual deb�a
cubrir algunas vacantes e incluso realizar el trabajo de quienes faltaban. Sin
embargo, la impuls� a que fuera dici�ndole que aprovechara que iba con todos los
gastos pagos, aparte de que luego de cinco a�os de arduo trabajo en la compa��a,
me parec�a muy merecido este reconocimiento.



Los d�as previos al viaje mi esposa alistaba emocionada las
cosas de llevar y me hac�a mil recomendaciones, que no fuera a aprovechar que
quedaba solo, etc. etc. La �ltima noche antes del viaje hicimos el amor con
mucho �mpetu, como para que ninguno de los dos tuviera deseos de tener alguna
aventura. El d�a del viaje la acompa�� al aeropuerto y nos despedimos como dos
enamorados que se separan por una larga temporada, aunque solo iba a ser por
cuatro d�as, ya que finalmente mi esposa decidi� extender su regreso hasta el
domingo, teniendo en cuenta que de mi�rcoles a viernes no iba a tener tiempo de
ir al mar por estar recibiendo la capacitaci�n.



Durante los cuatro d�as no me ocurri� nada especial,
aprovech� para ver algunas pel�culas que desde hac�a un tiempo quer�a ver, pero
en t�rminos generales no me ocurri� nada digno de contar. Todos los d�as hablaba
con mi esposa en las noches y me contaba que hab�a conocido muchas personas de
otras ciudades e incluso de otros pa�ses, ya que se trataba de un congreso al
cual la compa��a hab�a invitado vendedores de todas las regiones y
conferencistas extranjeros. Me contaba que el horario era muy pesado y que al
hotel escasamente llegaban a dormir, completamente agotadas. Me anunci� que en
la clausura del evento, que ser�a el viernes, pensaba desquitarse, ya que hab�a
sido programada una fiesta ofrecida por el Gerente General de la compa��a, en la
cual pensaba bailar mucho. En todo caso tendr�a s�bado y domingo para descansar
y broncearse.



Para acortar la historia, digamos que conforme a lo previsto
el domingo en la noche sal� a esperarla al aeropuerto y casi no la reconozco
cuando la vi. Ven�a con un bronceado espectacular y una gran sonrisa en su
rostro. Me tra�a muchos regalos y me daba besos y abrazos como si hiciera meses
que no nos vi�ramos. Al llegar a la casa me dijo que tomar�a un ba�o y yo le
pregunt� si pod�a acompa�arla, pues estaba loco por verla de cuerpo entero y
hacerle el amor. Not� que no se emocion� como esperaba, pero r�pidamente arregl�
la situaci�n diciendo que no, que prefer�a ba�arse sola y descansar esa noche,
ya que no resist�a las quemaduras producidas por el sol y que si la tocaba eso
le producir�a mucho ardor.



Como a los quince minutos sali� del ba�o envuelta en una
toalla y comenz� a secarse el cabello. Yo me desesper� y la llam�, pero ella
segu�a pein�ndose con toda la calma del mundo. Me levant� y la abrac�, pero ella
me rechaz� un poco al hacer contacto con sus hombros. Entonces perd� la
paciencia y me acost�. A los pocos minutos la sent� acostarse lentamente a mi
lado y le pregunt� que si le ocurr�a algo. Ella comenz� a gemir y entonces yo la
abrac� y la acarici�, me dijo que no pod�a ocult�rmelo, que la perdonara, que me
hab�a sido infiel y que lo que m�s le remord�a era que lo hab�a disfrutado. Me
qued� helado, con la boca abierta y sin saber qu� decir. Ella me bes� y yo me
apart� un poco, con algo de malestar. Me ped�a insistentemente que la perdonara
y que la escuchara antes de juzgarla. Debo decir que siempre he sido una persona
muy calmada y adem�s, en el fondo no dejaba de causarme cierto morbo y
excitaci�n conocer los detalles, por lo cual le dije que se sentara y me contara
todos los detalles, para no ir a hacer un juicio apresurado.





Poco a poco empez� a calmarse y entonces comenz� su relato,
que voy a reproducir lo m�s fielmente posible, con algunos comentarios de mi
autor�a para mayor ilustraci�n de los lectores.





"Los primeros d�as del evento no hice sino escuchar
conferencias y conferencias y permanecer todo el tiempo con mis amigas Patricia
y Mar�a Elena, las compa�eras de oficina, quienes compart�an conmigo el cuarto
del hotel. El viernes nos pusimos lo m�s sexy de nuestro vestuario y nos fuimos
a la fiesta de clausura. En la fiesta hicimos un grupo m�s o menos numeroso con
los colegas de la Regional Oriente y especialmente con Samuel, Alberto y Mario,
quienes se convirtieron en nuestras parejas de baile, aunque inicialmente
bail�bamos indistintamente con otros compa�eros de la mesa. Con la emoci�n de la
fiesta, las rifas y el licor, que corr�a abundantemente de mesa en mesa, nos
fuimos acercando cada vez m�s a nuestros amigos. Notaba c�mo Alberto y Mario no
descuidaban ni por un momento a Patricia y a Mar�a Elena respectivamente,
mientras que yo era atendida galantemente por Samuel. Samuel era un excelente
bailar�n, simp�tico y agradable. Seg�n me cont�, ten�a 25 a�os, era casado y su
esposa no hab�a podido acompa�arlo ya que acababan de tener su primer hijo,
med�a unos 1.80, era trigue�o, de ojos negros y expresivos y ten�a un cuerpo
bien proporcionado, producto de largas horas de gimnasio, su pasatiempo
favorito. Esa noche bailamos y nos divertimos hasta el amanecer. Casi con las
primeras luces del amanecer Alberto, Mario y Samuel, como perfectos caballeros
nos acompa�aron hasta la puerta de nuestra habitaci�n y se despidieron, quedando
en que nos ve�amos a la hora del desayuno, ya que tambi�n estaban hospedados en
el mismo hotel, cada uno en una habitaci�n doble, por si hac�an alg�n levante
como nos lo dijeron riendo.



"Efectivamente, como a las 10 de la ma�ana nos encontramos
las tres parejas en el restaurante del hotel y tomamos el desayuno comentando
los incidentes de la fiesta. Al terminar de desayunar fuimos a nuestras
habitaciones y quedamos de encontrarnos en media hora en el lobby del hotel,
para ir a la playa. As� lo hicimos y pasamos todo el d�a juntos, disfrutando del
mar y de la playa como buenos amigos. Al comenzar a oscurecer nos invitaron a
salir en la noche a ir a bailar en una discoteca que estaba de moda en esa
ciudad. Yo estaba muy cansada por la amanecida de ese d�a por lo cual me negu�,
pero Patricia y Mar�a Elena me rogaban que fuera, que al fin y al cabo todav�a
quedaba el domingo para descansar, ya que el vuelo de regreso era corto y solo
sal�a hasta las primeras horas de la noche del domingo. Pensando en que pocas
veces ten�a la oportunidad de bailar, ya que a ti no te gusta llevarme a hacerlo
aunque sabes que me encanta, y pensando en lo buen bailar�n que era Samuel, me
decid� a ir. Quedamos de encontrarnos todos en el bar del hotel a las 9 de la
noche.



"Subimos a la habitaci�n, descansamos un rato, pedimos algo
ligero de comer y nos arreglamos con unas pintas bien sugestivas, especialmente
Patricia y Mar�a Elena, quienes seg�n me contaron quer�an terminar de una vez
por todas de conquistar a Alberto y a Mario. Cuando nos vieron comenzaron a
lanzarnos unos bellos piropos que nos hicieron sonrojar. Tomamos dos taxis y nos
fuimos a un sitio que quedaba cerca del hotel y que desde esa hora ya estaba
bastante concurrido, afortunadamente ellos se hab�an encargado de hacer la
reserva. Nos asignaron una mesa en un rinc�n, un poco alejada de la pista, pero
no hab�a forma de cambiarla. El sitio era espectacular, un poco oscuro para mi
gusto y para felicidad de nuestras parejas, pero la m�sica era tan bien escogida
que no hab�a forma de sentarse. Como a las dos horas hicimos el primer receso
del baile y nos fuimos a sentar. Aprovechamos para consumir unos inmensos vasos
de un coctel que ten�a un sabor delicioso, pero deb�a estar muy cargado de
licor, ya que muy pronto comenc� a sentirme euf�rica y un poco mareada. Agrego
que mi esposa se desinhibe completamente cuando se pasa de tragos.



"Nuevamente salimos a bailar, pero esta vez notaba que en las
vueltas que d�bamos Samuel aprovechaba para pegarme el bulto que se hab�a
formado bajo su pantal�n a las nalgas y que discretamente me amacizaba y me
colocaba una mano muy cerca del culo. Cuando nos peg�bamos, pod�a sentir el
largo y grueso bulto entre sus piernas, que frotaba lo m�s que pod�a contra mi
pelvis y mis caderas. A todas estas el calor, el ambiente oscuro y lleno de
humo, el cansancio por la trasnocha y el licor que hab�a consumido hab�an
comenzado a hacer sus efectos. Me sent�a excitada y entonces comenc� a notar que
mis pezones se paraban y que la peque��sima tanga que llevaba puesta se
comenzaba a humedecer. En esas comenz� a sonar una tanda de m�sica rom�ntica y
en lugar de irnos a sentar continuamos bailando, mucho m�s pegados. Samuel,
quien tambi�n se notaba un poco bebido, aunque se conservaba l�cido, dej� de
lado su caballerosidad y comenz� a enterrarme pr�cticamente su parada verga
entre la concha, al tiempo que colocaba sus dos manos sobre mis nalgas,
aprovechando la oscuridad del lugar. Esto me hizo excitar a�n m�s, al punto que
comenc� a sentir que por las piernas comenzaba a escurrirme un hilillo de
l�quidos. En esas vi a Patricia primero y luego a Mar�a Elena bes�ndose en un
rinc�n con Alberto y Mario, mientras ellos les ten�an pr�cticamente metidas sus
manos debajo de la falda. Lo que vi me hizo vencer la poca resistencia que me
quedaba y entonces comenc� a besar a Samuel, meti�ndole la lengua en la boca,
mientras �l me acariciaba los vellos de la concha, metiendo los dedos por los
bordes de la tanguita.



"Luego de un largo y caliente beso que me ten�a al borde del
orgasmo, se separ� de m� y se llev� los dedos a la boca dici�ndome lo rica que
estaba. En ese momento no pude resistir m�s y entonces le dije que para evitar
el esc�ndalo p�blico mejor me llevara al hotel, a su habitaci�n. Nos acercamos a
Patricia y a Mar�a Elena y a sus respectivas parejas y les avisamos que nos
�bamos para el hotel. Ellos, que estaban en las mismas que nosotros, decidieron
salir tambi�n y entonces, luego de pagar la cuenta, nos fuimos cada uno con su
respectiva pareja a concluir lo que hab�amos empezado.



"Al entrar a la habitaci�n de Samuel me abalanc� sobre �l
bes�ndolo por todo el cuerpo, al tiempo que nos �bamos desvistiendo
aceleradamente. Cuando est�bamos completamente desnudos me emocion� al ver el
pene de Samuel: f�cilmente llegaba a los 20 cent�metros y goteaba l�quidos en
abundancia. No pude contenerme y casi sin darme cuenta ca� de rodillas a sus
pies buscando ese bello pedazo de palpitante carne, para met�rmelo en la boca.
Pese al esfuerzo, solo la cabeza entr� en mi paladar. Lo masturb� con las dos
manos mientras �l se quedaba quietecito. Mientras lo chupaba lo miraba a la cara
y vi que experimentaba un placer enorme. Ahora, mientras le apoyaba una mano en
su trasero sostuve el falo con mi boca y con la otra libre me comenc� a
masturbar. Cerr� los ojos y segu� chupando, sintiendo c�mo crec�a su falo cada
vez m�s.



"Cuando abr� los ojos observ� que los test�culos de Samuel
eran inmensos, como jam�s los hab�a visto en hombre alguno. Le agarr� su tronco
por la base y con la punta de mi nariz comenc� a subir por aquel hermoso miembro
roz�ndole muy suavemente desde los huevos hasta el glande. Ech� su piel hacia
atr�s y le di un besito en la punta. Samuel dio un peque�o gemido y me agarr� la
cabeza enterr�ndome nuevamente el pene hasta la garganta, entonces sent� un
chorrito de crema hirviendo y antes de que pudiera reaccionar, una verdadera
catarata de semen espeso y pegajoso me inund� la boca. Como �l no me soltaba la
cabeza no me qued� otra alternativa que comenzar a tragar para no ahogarme, pero
era tal la cantidad y la fuerza con que sal�a que la leche empez� a salirme por
la comisura de los labios moj�ndome el cuello y resbal�ndome hasta las tetas.
Cuando termin� de venirse me pidi� perd�n por no haberme avisado, pero me dijo
que llevaba f�cilmente seis meses sin hacer el amor debido a que su esposa
recientemente hab�a tenido un beb�. Adem�s, me confes� que desde la noche
anterior lo ten�a completamente excitado al punto que si no hubiera aceptado
estar con �l le habr�a tocado masturbarse. Debo reconocer que aunque hac�a mucho
tiempo no recib�a una venida en la boca, ya que no se lo permito a mi esposo, me
hab�a encantado su sabor a macho, la fuerza y abundancia de su venida y adem�s,
me halagaron sus comentarios. Sin embargo, segu�a con una calentura enorme, ya
que no hab�a logrado alcanzar el orgasmo y sent�a mi concha hinchada y
escurriendo l�quidos.



"Entonces le dije: te perdono por lo de tu venida, pero ahora
me toca a m� y por favor apres�rate que no aguanto m�s. Con toda la calma Samuel
me fue acostando mientras me acariciaba y finalmente se arrodill� ante m�, se
acerc� y puso la cara a unos cent�metros de mi h�medo sexo. Se qued� un buen
rato mir�ndolo, observando cada cent�metro, explorando cada curva. Mientras
acariciaba mis senos, con la lengua recorr�a lentamente una de mis piernas,
desde el tobillo hasta el muslo, volviendo a bajar por la otra pierna en sentido
contrario, luego volv�a a la otra.




"�Mmmmmmmm!, �qu� gusto!, �qu� rico!, gem�a yo.




"Fue todo muy r�pido, pero no dej� de chuparme y de
acariciarme por todo el cuerpo, sus manos pasaban por mis muslos, por las tetas,
por mis caderas y por mi cara. Su lengua se enredaba en mi tupido pero recortado
bosque de pelos de la concha, chupaba los labios mayores lamiendo la abundante
crema acumulada en ellos y finalmente se incrustaba hasta el m�ximo en la
vagina, sacando en cada metida una gran cantidad de l�quidos. Al mismo tiempo no
dejaba de lanzarme frases de admiraci�n. Todo aquello me provoc� un orgasmo
impresionante. En el instante final atenac� su cabeza con mis piernas,
empap�ndole por completo la cara con la copiosa venida y quit�ndole el aire casi
hasta ahogarlo. Se qued� con los ojos cerrados durante un rato.



"Ya menos agitados, Samuel se levant� y trajo un par de
cervezas, que era lo �nico de licor que hab�a en el mini bar de la habitaci�n.
Puso m�sica rom�ntica en el radio y continu� acarici�ndome, mientras hac�a
brindis con largos tragos de cerveza a cada rato, seg�n dijo para que no
perdi�ramos el entusiasmo producido por la bebida que hab�amos consumido hasta
entonces. Poco a poco nos fuimos poniendo en ambiente y excit�ndonos nuevamente
con largos besos y caricias. Adem�s, no pod�a dejar de pensar en que faltaba la
prueba m�s importante y seguramente la m�s placentera, que era meterme el
tremendo aparato de Samuel en lo m�s profundo de la concha. Poco a poco fui
haci�ndole parar el pene a punta de caricias, hasta que sin poder resistir un
minuto m�s me qued� mir�ndolo con los ojos casi desorbitados por la excitaci�n.
Pens� que sin duda Samuel estaba muy bueno, con un cuerpo bien proporcionado.
All� estaba, tumbado sobre la cama, completamente a mi merced y esperando que yo
actuase. Entonces me sub� a la cama y me puse de pie, me contone� acariciando
mis caderas y apretando mis pechos entre mis manos al tiempo que mojaba mis
labios. Aquel espect�culo le gustaba y empez� a masturbarse. Me agach� y cambi�
su mano por la m�a haci�ndole un lento masaje en la piel de su pene. Le abr� las
piernas y con mis tetas empec� a rozar sus pies, sus muslos, roc� suavemente su
verga y sub� con mis pezones dibujando su cuerpo hasta ponerle las tetas en la
cara. Despu�s saqu� mi lengua y, empezando por la frente, fui de vuelta hacia
abajo lamiendo su cara, sus labios, su cuello, su pecho, su ombligo, el interior
de sus muslos hasta llegar a sus tobillos, de regreso a sus huevos que lam�
suavemente y recorr� aquel falo con mi lengua hasta llegar al frenillo donde mi
lengua dio unos golpecitos y mis labios besaron su cabez�n. Despu�s rode� la
cabeza de su verga, abriendo mi boca al m�ximo, con mis labios apretados fui
bajando lentamente hasta tenerla casi hasta la mitad dentro de mi boca. Su
cabeza me llegaba hasta la garganta y me quitaba el aire, por lo cual me la
sacaba lentamente. Sub�a y bajaba mis labios observando su cara que era todo un
poema pues, con los ojos cerrados, se retorc�a, gem�a y hac�a muecas de todo
tipo.



"Parec�a estar disfrutando intensamente de mi mamada, ya que
sus jugos preseminales eran muy abundantes. De vez en cuando yo sacaba el falo
de mi boca, absolutamente embarrado de saliva y jugos mezclados, los cuales le
llegaban hasta los huevos, y lo pasaba entre mis pechos, volviendo despu�s a la
operaci�n de chuparla lentamente, con ganas, con ternura. Estaba muy excitado y
su cuerpo se tambaleaba. Cuando observ� que estaba muy cerca del orgasmo, par�
por completo todas mis operaciones separ�ndome de �l, poni�ndome en pie de
nuevo. No estaba dispuesta a que se vaciara por fuera de mi concha, ya que
sent�a un deseo enorme de sentirla hasta el fondo, de probar c�mo se sent�a
disparando en lo m�s profundo de mi vagina.




"�Qu� haces?, me pregunt� alarmado.


"�Chssssss!, le contest� llevando mi dedo �ndice a los
labios.




"Me coloqu� de pie con las piernas abiertas y comenc� a
hacerle un baile sensual agach�ndome hasta casi rozar su aparato, pero sin
tocarlo, cosa que le volv�a loco, pues estaba deseoso de clavarme su estaca.
Sudaba y temblaba con una enorme excitaci�n. Me coloqu� en cuclillas sobre �l,
le agarr� por la base del pene y con la punta hice dibujos entre mis muslos. �l
cerraba los ojos y me suplicaba que lo dejara penetrarme. Lo hice aguantar un
poco m�s y volv� a levantarme. Me di la vuelta y, con las piernas abiertas como
antes, baj� ofreci�ndole mi espalda y con mi culo roc� su verga. Con mis
afiladas u�as ara�aba suavemente sus muslos. Yo me iba calentando m�s y m�s. Me
volv� de nuevo sobre �l y lentamente acerqu� la enorme cabeza de su pene a mi
concha... Era el momento de la penetraci�n, pues Samuel estaba desesperado y su
cuerpo se arqueaba. Su cara y sus palabras lo suplicaban, me repet�a una y otra
vez que se iba a morir del dolor en los huevos. Puse su tenso miembro, que
ard�a, a la entrada de mi empapada raja y lentamente, arrodill�ndome con
suavidad, me la fui introduciendo por completo, sintiendo c�mo ese precioso
falo, que quemaba como una brasa, iba dilatando al m�ximo mi vagina. Parec�a que
no iba a llegar a su fin y empec� a palidecer del placer y cierto temor, cuando
en esas sent� c�mo su cabeza me empujaba el �tero y sus inmensos huevos chocaban
contra mi culo. Me qued� quieta, esperando que mi vagina se acoplara al invasor,
dejando que mis jugos lo ba�aran por completo para facilitar lo que ven�a.
Despu�s de un largo descanso, durante el cual sent�a c�mo palpitaba su miembro
en lo m�s profundo de mi cueva, tom� aire, puse mis manos sobre sus hombros y,
flexionando las caderas con suavidad, empec� a meter y a sacar aquella hermosa
barra dentro de m�.



- "�Qu� verga, qu� enorme, qu� gusto...!, dec�a yo una y otra
vez.



"El solo alcanzaba a abrir los ojos de vez en cuando para ver
c�mo su miembro se colaba en mi h�medo co�o y sal�a embarrado hasta los huevos
de mi crema mezclada con sus abundantes l�quidos, previos a una venida que se
adivinaba iba a ser descomunal. Mis tetas botaban al comp�s de aquel magn�fico
polvo...



"Moj� mis labios, pues mi garganta se quedaba sin saliva. El
ritmo se fue acelerando poco a poco. Su cabeza casi sal�a por completo de mi
sexo y de repente volv�a a entrar hasta el fondo. Mi culo chocaba contra sus
muslos. Nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos y su verga entraba y sal�a
con un ritmo m�s acelerado dentro de mi concha. Ya los vellos de mi pubis
estaban completamente empapados y los jugos me corr�an libremente por la ingle y
los muslos. De pronto nos dimos la vuelta, poni�ndome yo debajo de �l. Le abrac�
la cintura con mis piernas y �l volvi� a empujar, perfor�ndome de nuevo. Me
aterraba que a pesar de su calentura lograra aguantar su venida. No recuerdo
cu�ntos orgasmos tuve, pero recuerdo que cuando ya no pod�a m�s me dijo al o�do
que se iba a venir, que me preparara. Me clav� una estocada final hasta el fondo
de la vagina y pude sentir en mi culo c�mo se comprim�an sus huevos y c�mo se
hinchaba su enorme aparato de la base a la cabeza, al arrojar el primer chorro,
el cual me quem� como el fuego y me inund� completamente la vagina. Pero ese era
solo el primero� Sus huevos segu�an revolvi�ndose y su verga soltaba y soltaba
potentes chorros de leche, uno tras otro.



"Notaba como sal�a y sal�a semen y no pod�a creerlo. Su semen
hirviendo chocaba contra las paredes de mi vagina rebos�ndola por completo.
Empec� a sentir como sal�a a borbotones de mi concha y me mojaba los muslos, la
ingle, el culo y se depositaba en el cubrelecho de la cama. Aquello parec�a no
tener fin, chorro tras chorro segu�an saliendo sin parar. Jam�s en mi vida un
hombre se hab�a venido de una manera tan abundante dentro de mi vagina. Luego
del intenso orgasmo, nos quedamos abrazados unos minutos y unidos, hasta que su
pene se desinfl� por completo y sus gigantescas bolas volvieron a colgarle
completamente fl�cidas.



"Nos quedamos dormidos un rato y al despertarme me sent�
sobresaltada, mir� la hora y eran las 3 de la ma�ana. Le dije que ten�a que irme
a la habitaci�n, que me sent�a mareada y que no resist�a el dolor de cabeza. Me
dijo que �l me acompa�ar�a, pero que nos duch�ramos primero. As� lo hicimos, el
muy bandido se aprovech� de mi estado y me acarici� las tetas, el culo y la
concha hasta encenderme nuevamente, tras lo cual con el cuerpo completamente
enjabonado me hizo agachar y comenz� a pasarme la verga por la concha hasta que
estuvo completamente embarrada de crema y entonces cuando pens� que me la iba a
meter por la vagina nuevamente, me lo comenz� a ensartar por el culo, algo que
no le hab�a permitido ni a mi esposo. Yo pegu� un grito de dolor, pero Samuel no
me solt� y por el contrario se afirm� mejor y logr� met�rmela por completo,
luego de lo cual inici� a meterla y a sacarla con mayor velocidad. Poco a poco
el dolor desapareci� dando lugar a unas oleadas de placer que me hicieron
desfallecer, en un orgasmo m�ltiple que me hizo perder el sentido
moment�neamente. Calculo que me estuvo empalando por el culo unos 15 minutos
hasta que no pudo aguantar m�s y entonces se vino dentro de m� culo en un corto
pero intenso orgasmo.



"Luego de descansar una media hora nos vestimos y �l me
acompa�� hasta la habitaci�n, donde pude observar que ni Patricia ni Mar�a Elena
hab�an llegado a�n. Abr� mis ojos cerca del medio d�a y luego de despertar a mis
bandidas compa�eras de cuarto, nos pusimos a contarnos la aventura que hab�amos
vivido, que desde luego fue muy similar en todos los casos. Toda la tarde lo
pasamos en la playa bronce�ndonos para no despertar sospechas de nuestros
esposos, sin querer saber nada de nuestros ocasionales amantes, a quienes no
volvimos a ver. Yo llegu� tan adolorida, que casi no me pod�a sentarme, y con
muchos remordimientos, ya que te amo profundamente y solamente quiero estar
contigo".



Hasta aqu� la historia de mi esposa. Amigos y amigas que han
le�do este relato, les pido su opini�n, la cual pueden enviarme al e.mail
registrado. No s� que hacer, si dejar a m� esposa o perdonarla. Les ofrezco
excusas si fui muy expl�cito en el relato y si exager� en algunos de los
detalles que me cont� mi esposa, pero lo hice para que los lectores, y
especialmente las lectoras, comprendan que lo m�s dif�cil de perdonar es que mi
esposa haya hecho con Samuel cosas que nunca me permiti� a m�, a su esposo a
quien tanto dice amar.


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Relato: La primera aventura de mi esposa
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