Relato: Regalos





Relato: Regalos

REGALOS



Por Alphax


Traducido por Sigma



Parte 1: Dianne



Cansadamente Dianne extrajo su blanca y enmediada pierna del
carro, dejando caer una de sus conservadoras y planas zapatillas color crema en
el piso del garaje, par� para mirar fijamente su zapato ca�do que se mec�a en el
negro asfalto. Su despido hab�a llegado hoy finalmente y hab�a manejado a casa
solo por h�bito. Una vez que el familiar ritual del viaje del trabajo termin�,
la realidad empez� a plantarse y se sinti� demasiado agotada para salir de su
auto. Por fin, se decidi� a salir extendi�ndose a su delgado y atl�tico 1.65 m.



Dianne se hab�a sentido bien esa ma�ana por lo que hab�a
llevado su chaqueta ejecutiva color crema favorita con falda hasta las rodillas
a juego, y lo hab�a acentuado con una blusa de seda esmeralda que resaltaba sus
ojos verdes. Con un suspiro de determinaci�n libr� su largo cabello color rubio
rojizo del mo�o hairdini. Tras hacerse sentir un poco mejor, alz� la cabeza y
r�pidamente camin� a su apartamento.



Vio el regalo, del tama�o de una caja de zapatos, colocado en
el umbral y al instante estaba tanto deleitada como confundida porque no pod�a
recordar haber ordenado algo por correo. La caja era negra y brillante, estaba
atada con una cinta de sat�n ancha y blanca que se un�a en un gran y flamante
mo�o en la tapa. Recogi� la caja y ley� la simple etiqueta blanca adjunta que no
ten�a otra marca que:


"Para mi Dianne,"


en escritura rizada y negra. El contenido era ligero y cambi�
de lugar suavemente cuando agit� la caja. Despu�s de unos segundos pensando
quien lo puede haber enviado o incluso por que, decidi� que hab�a tenido
bastante de este misterio y una larga ducha caliente sonaba como su mejor
opci�n. Busc� las llaves dentro de su bolso negro de charol y entr�. Ech� la
caja misteriosa sobre su cama, se desvisti� cuidadosamente, colg� su ropa del
trabajo y, lenta y decididamente, enjuag� las miserias del d�a.



Dianne emergi� de la ducha desnuda, con su cabeza inclinada
hacia adelante, caminando mientras se secaba el cabello que colgaba en hilos
mojados delante de ella. Lo lanz� hacia atr�s donde fluy� m�s all� de sus lisos
y elegantes hombros. Cuando daba golpecitos con la toalla sobre las gotas de
agua, que el cabello hab�a rociado sobre su cuerpo, la frot� contra su sexo por
casualidad e instintivamente empez� a tocarse. Ruborizada de verg�enza, detuvo
su mano despu�s de unas cuantas caricias.



Decidi� empezar por lo primero que era el paquete misterioso
que estaba en su cama. Ech� la tarjeta enigm�tica a un lado y el flamante y
perfecto mo�o se deshizo f�cilmente. Entonces abri� la tapa de la brillante caja
y contempl� el confuso interior.



Dianne extrajo una cosa negra, brillante y gelatinosa de los
arrugados papeles de empacar y la mir� fijamente en sus manos. Estaba hecha de
una tela pl�stica, negra, el�stica, reflejante, cuya superficie f�cilmente
resbal� sobre s� misma mientras sus manos jugaban con ella. Ca�a de un lado a
otro haciendo ruidos l�quidos mientras ella vert�a el sensual material de una
mano a otra. Eventualmente descubri� que eran unas pantaletas pero con una
diferencia sorprendente, �como si el extra�o material no fuera suficiente! En el
interior presentaba dos grandes consoladores intrincadamente estampados que
correspond�an a donde su co�o y su culo estar�an. Retrocedi� asqueada y dej�
caer la cosa ante tal revelaci�n, pero su lujuria insatisfecha la atrap� ante
esa vulgaridad.



Sus ojos se arrastraron de vuelta a las extra�as pantaletas.
Lentamente extendi� una mano hacia estas y cautelosamente las recogi�. Sus manos
acariciaron y palparon la obscena y carnosa suavidad de las pantaletas. Su mente
ya se hab�a decidido, pero se contuvo mientras reun�a el valor para pon�rselas.



Dianne se puso de pie a lado de la cama y meti� sus piernas
en las pantaletas una a la vez. Se estremeci� nerviosamente mientras sent�a la
fresca negrura en su piel y los dos miembros carnosos de las pantaletas
mene�ndose entre sus piernas mientras se las pon�a. Su cara estaba ruborizada de
anticipaci�n. Se subi� en su cama, abri� las rodillas y gui� el consolador
delantero, m�s grande, hacia su co�o con las manos. Su brillante y lisa negrura
as� como su propia lubricaci�n r�pidamente deslizaron al gelatinoso miembro
dentro de ella.



Cuando empuj� suavemente al consolador dentro, sinti� una
agradable plenitud entrando por su h�medo agujero, que sigui� llen�ndola m�s y
m�s profundamente hasta que pens� que estallar�a. Justo cuando sinti� que no
pod�a soportar m�s, sus labios exteriores sintieron el fresco y liso toque de
las pantaletas unidas a la base del consolador. Cuando se relaj� y se acostumbr�
a la firme sensaci�n l�quida llenando su sexo, pens�, "C�modo, hecho a la
medida..." tir� del cintur�n de las pantaletas encima de su cintura y sinti� el
el�stico material escurrir fr�amente cuando se asent� sobre sus c�lidas caderas.
Se apoy� hacia adelante, apretando la intrusi�n con sus m�sculos de la
entrepierna, y sorprendentemente le respondi� con una agradable palpitaci�n.



Abri� la boca sorprendida, cuando se sent� hacia atr�s sobre
sus talones, sinti� algo tras ella, y se dio cuenta de que era el consolador
trasero saliendo por uno de los agujeros para las piernas. Dianne nunca hab�a
sido penetrada analmente y brevemente se pregunt� si podr�a dejarlo all� por
ahora, pero estando muy complacida con los resultados del frente, r�pidamente
desliz� una mano hacia las pantaletas, asi� el err�neamente colocado consolador
posterior, dirigi� la punta a su agujero trasero e inclin� su cuerpo adelante,
descansando en su otra mano. Pens� brevemente en lubricarlo pero su excitaci�n,
m�s su fe en el liso consolador pl�stico, anul� sus miedos. En efecto, en cuanto
se relaj�, la fuerza de las el�sticas y brillantes pantaletas negras fue todo
que necesit� para empujar la punta del resbaladizo consolador en su trasero.
Sinti� sus suaves ondas ampliar su ano mientras se deslizaba dentro por su
propio poder, llen�ndola con sensaciones nuevas y ex�ticas (�y culpa!). Su dedo
empuj� el intruso anal a su m�ximo, y como su contraparte estremeci�ndose en su
co�o, dio un inesperado pero igualmente placentero latido.



Dianne dio un delicado suspiro de deleite cuando su frente y
su trasero empezaron a pulsar con placer y sensibilidad creciente. Se derrumbo
sobre su espalda y junt� sus rodillas para aumentar la presi�n en sus
deliciosamente palpitantes co�o y trasero. Retorci�ndose incontrolablemente en
�xtasis, acarici� sus senos, pellizcando sus erectos pezones. Sus manos pasearon
sobre su cuerpo, acarici�ndolo suavemente, de vez en cuando bajando y sintiendo
la suavidad de sus pantaletas del placer, pero r�pidamente siguieron adelante,
pues no hab�a m�s placer que sus dedos pudieran a�adir a su incontrolable y
pulsante entrepierna.



El placer la tortur�, aumentando siempre tan despacio, pero
justo lo bastante r�pido para mantenerla retorci�ndose y gimiendo indefensa en
anticipaci�n. Entonces, justo antes de que se viniera, retroced�a lo bastante
para mantenerla gru�endo de frustraci�n, y empezar el ciclo de nuevo.



Dianne perdi� la noci�n de tiempo mientras entraba en trance,
el de un camino lento y serpenteante, pero inevitable, hacia el �xtasis. Sus
s�banas y almohadas se humedecieron con el sudor y sinti� el aire de su alcoba
caluroso y espeso con su humedad que nublaba las ventanas y el espejo, pero en
ese punto no era capaz de preocuparse de nada que no fuera su placer. Vio, pero
no le import�, el ocaso convirti�ndose en crep�sculo a trav�s de su nebulosa
ventana.



De repente, empez� a empujar sus caderas adelante y atr�s,
m�s y m�s r�pido, como con un amante fantasma. Poco a poco su cabeza empez� a
lanzarse adelante y atr�s, golpeando el colch�n, y rebotando hacia adelante con
m�s fuerza. Mir� abajo y vio c�mo su entrepierna estaba ahora encerrada en
perfecta y brillante negrura. Vio c�mo su co�o ahora era una depresi�n estrecha,
poco profunda, en una perfecta suavidad y eso la impact�.



Dianne dio un peque�o chillido de liberaci�n con su femenina
garganta cuando se sobrecarg� de placer. Sus caderas saltaban ferozmente
mientras ella se azotaba y giraba, con la acariciante sensaci�n de las suaves
almohadas y la colcha. Sus largos mechones rubios volaron salvajemente,
latigueando su pecho, sus hombros y espalda.



Con un gru�ido final de placer Dianne se dej� caer en su
ahora desarreglada cama, apenas sent�a los hilos de sudor que le bajaban por la
cara. Se qued� quieta, respirando profundamente y saboreando las contracciones
de su co�o mientras orde�aba el consolador el�stico por su semen imaginario.



Dianne gru�� de sorpresa cuando otra ola de placer inflam� su
co�o. Su mente se volvi� completamente animal mientras rodaba y se acariciaba
entre sus sabanas h�medas de saliva y sudor hasta que se vino de nuevo.



Una y otra vez, fue llevada al orgasmo, cada vez su mente
quedaba m�s nublada. Los orgasmos continuaron hasta que estaba tan cansada que
su cuerpo apenas se mov�a y su mente ten�a largo tiempo perdida. Finalmente se
desmay� por el agotamiento absoluto, y s�lo durmi� all� desnuda (salvo por las
pantaletas, por supuesto) con sus piernas extendidas y bien abiertas.




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Se despert� sorprendida. Fuera estaba oscuro. Mir� su
radio-reloj y se desanim� al leer: 3:09 AM. Su garganta estaba reseca. Dianne se
levant� y dando tumbos fue a la cocina donde se bebi� dos vasos de agua fresca.
�Entonces se dio cuenta de que todav�a ten�a puestas las pantaletas del placer!
"Guau, esta cosa es realmente muy c�moda," exclam� calladamente para si misma,
mientras acariciaba sus negras y brillantes caderas y notaba lo suavemente que
los bordes de las pantaletas del placer se encontraban con su piel. De repente
sinti� la necesidad de orinar.



Camin� a su ba�o buscando la cintura de las pantaletas del
placer y estaba ya preparada para sentarse en el excusado �cuando se dio cuenta
de que no pod�a meter los dedos entre ella y las pantaletas! �Sus bordes se
fund�an invisibles con toda su cintura! Prob� el hueco de la pierna sin ning�n
�xito. �Las malditas pantaletas se hab�an adherido totalmente a ella! Sinti� su
trasero. �La lisa superficie se hab�a adaptado perfectamente a la redondez de
sus nalgas! Sinti� los dos globos de su trasero deslizarse obscenamente uno
contra el otro cuando trat� de frotar la negra brillantez fuera de su cintura en
vano. �Se rindi�, pero se dio cuenta de que todav�a ten�a que orinar! No quer�a
ensuciar el suelo as� que se subi�, sollozando, a su ducha donde se hab�a dado
un ba�o normal solo unas horas antes. �Se sent� en cuclillas, se relaj� y se
sorprendi� al ver un hilo dorado salir de donde normalmente lo har�a, excepto
por supuesto que sal�a por un agujero en alguna parte de las condenadas
pantaletas! Despu�s de terminar de desahogarse, sinti� el �rea, y hab�a de
hecho, un hueco peque�o donde su "agujero de orinar" (a falta de palabras
mejores) deber�a estar. Explor� su parte trasera y encontr� un hoyo enmarcado
por una delgada dona de pl�stico del tama�o de un bot�n grande en donde su
"agujero trasero" (de nuevo, a falta de palabras m�s gentiles) estar�a.



Maldijo las pantaletas y as� misma por ser tan est�pida de
pon�rselas en primer lugar. Dianne, cansada por su rabia, se dej� caer sobre el
asiento del excusado y mir� fijamente a su negra y brillante entrepierna.



De repente Dianne se dio cuenta de que otra vez estaba
excit�ndose sexualmente. "�NOOOO!" grit�, cuando los irremovibles consoladores
delantero y trasero realizaban magia en su sexo. Despu�s de unos minutos estaba
jugando con sus senos. Dentro de su trance er�tico, se dio cuenta de que si se
mov�a en cierta direcci�n, el est�mulo se hac�a m�s fuerte. Fue llevada fuera
del ba�o, fuera de su alcoba, y se arrastr� ebriamente hacia la puerta
principal. All� se detuvo por miedo, mientras su entrepierna le promet�a mayores
deleites si sal�a. El miedo se plant� como una piedra en su vientre mientras su
deseo crec�a con cada momento que pasaba.



Empez� a acariciar la puerta, sintiendo su dura y blanca
superficie mientras intentaba apartar sus ojos de la manija de la puerta. Frot�
su cuerpo contra la puerta, gimiendo a cada fri� y duro toque. Entonces sus ojos
se movieron hacia la manija de la puerta y saliv�. Inconscientemente una mano
serpente� extendi�ndose, acariciando su redondeada dureza de bronce. Sac� su
lengua para saborear su metal. Sabi�ndose vencida, se rindi� a su deseo, gir� la
perilla y abri� la puerta estando de rodillas.



Afuera estaba otro regalo, brillante, negro con una ancha
cinta blanca, justo como el primero, pero esta caja era aproximadamente de medio
metro de alto y otro tanto de ancho. Desesperada, Dianne hab�a abandonado toda
resistencia y permiti� que su entrepierna le dijera esta nueva caja era su nuevo
objeto de sexo. Apresuradamente arrastr� la caja (que era mucho m�s pesada que
la primera) dentro, r�pidamente cerr� la puerta y puso el cerrojo. Con sus
piernas rode� la caja y abraz� su cuerpo a esta, lami�ndola, y saboreando su
frialdad contra sus pechos.



Deshizo el mo�o apresuradamente, y arroj� la tapa a un lado,
revelando una bandeja negra de sat�n con un negro y brillante collar en medio.
No pudo resistir el impulso de colocarlo alrededor de su cuello y deslizar su
extremo dentro del pesado y plateado broche que quedaba detr�s de ella. Oy� un
ronroneo, sinti� el collar ajust�ndose alrededor de su cuello y entonces escuch�
un ruido zumbante. Por un momento se recuper� y puso sus manos en el cuello para
arrancar el collar. Pero este "regalo" era mucho m�s duro que sus ahora
permanentes pantaletas, tanto el collar como el broche no se pod�an mover y
pronto ser�an parte de ella. Golpe� con los pu�os su alfombra, y l�grimas
escurr�an por su rostro mientras sollozaba.



De repente, Dianne se sinti� muy relajada, incluso contenta
con lo que le hab�a pasado. Se levant� de un salto del suelo y casi bail� en su
camino al espejo de cuerpo entero. Las Pantaletas del Placer eran bellas, as�
como el Collar de la Obediencia, pero ella quer�a m�s. Levant� la Primera
Bandeja que hab�a sostenido su Collar y encontr� el Cors� con ligueros, las
Medias, los botines de tac�n de 15 cent�metros y los Guantes cortos, �estos
ten�an correas con broches para cada tobillo y mu�eca! �Y todo estaba hecho de
la lisa y negra brillantez que ahora amaba! Recogi� el Cors� y lo cerr�
alrededor de ella. Sinti� como sus lados apretaban m�s y m�s su cintura cuando
introdujo cada una de las correas del Cors� en sus pesados broches cromados.
�Excitada introdujo la �ltima hebilla, y con ronroneos y zumbidos el Cors� se
ajust� as� mismo alrededor de su cintura permanentemente! �Movi� sus manos sobre
sus nuevas curvas de reloj de arena, temblando de emoci�n! Se le dio el
conocimiento de que el Cors� se apretar�a gradualmente durante los meses
siguientes �hasta qu� su cintura midiera unos perfectos 50 cent�metros!



Cubri� y alis� las brillantes Medias negras sobre sus
cremosas pantorrillas y firmes muslos, deteni�ndose solo a menos de tres
cent�metros de su pulsante y cautiva feminidad, estas transformaron sus bien
formadas y esbeltas piernas en columnas de sexo l�quido. A estas medias at� las
ocho cintas verde esmeralda del liguero de su Cors�, �que estaba adornado en el
mismo color a juego! Verde esmeralda era el color favorito de su Yo
pre-esclavitud y aqu� estaba en las l�neas definiendo su cintura cruelmente
apretada, �dominada en un mar de lisa y negra brillantez! �Los Botines y Guantes
se deslizaron sobre ella para un ajuste perfecto y sus pesados brazaletes negros
pronto se sellaron en ella para siempre!



Cuando se mir� en el espejo, Dianne estaba muy contenta por
como luc�a ahora: �su nueva figura de reloj de arena, sus piernas y manos
selladas en lisa y negra brillantez, sus pies amoldados en botines estilizados,
bonitos y brillantes, con esos sensuales tacones altos! �Estaba brillante y
bella en todo sitio que pudiera querer, y adem�s permanentemente! Pero aun
quer�a m�s.



Fue al Segundo Regalo y quit� la Segunda Bandeja, y la bes�
amorosamente antes de dejarla a un lado suavemente. �Al fondo del Segundo Regalo
estaba su Uniforme de doncella! Mujerzuela/Esclava Dianne chill� en un
er�ticamente reforzado deleite cuando ceremoniosamente levant� el Uniforme de la
caja, y sostuvo su lisa y negra frescura contra ella. Trot� hasta su espejo de
cuerpo entero donde lo sostuvo contra ella de nuevo. Hipnotizada admir� su
humillante dise�o de encaje y volantes en el espejo.



Un latido de su adolorida entrepierna la sac� de su embeleso
y se puso el traje. Sus mangas largas, brillantes y negras fluyeron sobre sus
brazos, y empuj� sus manos enguantadas a trav�s de las mangas rematadas con
volantes de encaje. Su garganta estaba rodeada tambi�n por un cuello alto de
volantes de encaje, medias copas estrat�gicamente colocadas forzaban sus pechos
a estar juntos, mientras una abertura triangular reforzada se hund�a desde su
cuello, revelando las medias copas y descubriendo su mejorado escote. El corpi�o
se fund�a perfectamente sobre su encorsetada cintura abri�ndose para formar su
falda que apenas cubr�a la entrepierna, revelando la mayor parte de sus piernas
brillantes, resbaladizas y negras. Dio una vuelta frente al espejo, admir�ndose
y excit�ndose por su humillante disfraz. Unas maravillosamente almidonadas
enaguas con volantes se arremolinaron y rozaron gentilmente sus muslos.



La imagen de su nuevo yo en el espejo fue demasiado para la
Mujerzuela/Esclava Dianne, quien supo que era el momento para su Gran Premio por
completar su auto-esclavitud, sin problemas. Sinti� la satisfacci�n y el placer
creciendo dentro de ella mientras las Pantaletas del Placer y el Collar de la
Obediencia enviaban se�ales y mensajes que no pod�a ignorar. Sus Guantes
pasearon sobre su cubierto y violado cuerpo, acariciando el Collar y las
Pantaletas y el hueco de su escote. Sus rodillas se volvieron gelatina bajo
ella, forz�ndola a caer sobre sus manos, donde comenz� a mecer sus caderas de un
lado a otro, atr�s y adelante. Meti� el pulgar negro y brillante en su boca y
baj� para apoyarse en un codo, mientras su otra mano jugaba a con sus
apretadamente envueltos pechos.



Quit� su dedo pulgar de la boca, y empez� a acariciar su
entrepierna, mientras Mujerzuela/ Esclava Dianne entonaba,



"�S�lo amo a mi Ama!",



"�Voluntaria y amorosamente sirvo y obedezco a mi Ama!",



"�La adoro s�lo a Ella, pues Ella es la Diosa Suprema!",



una y otra vez.



El significado de esas frases se apoderaba m�s de su realidad
mientras entonaba, gem�a, se retorc�a y empujaba sus caderas en placer puro.
Nada m�s importaba mientras la nueva Esclava de Placer se sacud�a violentamente
de orgasmo en orgasmo mejorado mientras su mente era destruida.


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