UNA NOCHE CUALQUIERA...
Las 11 de la noche, una hermosa noche para caminar. Sal� a la
calle decidida a pasear, solo a eso. Hab�a tenido una tarde agotadora, hab�a
recibido a 5 tipos y si bien mi cartera ten�a unos pesos, m�s mi culito ped�a un
descansito. Sin siquiera maquillarme, me calc� unos jean elastizados, una remera
algo suelta sin corpi�o siquiera, total, con la camperita suelta, y a la noche a
quien llamar�a la atenci�n?, es m�s no ten�a ganas de estar con nadie. Por m�s
puta que fuera, por m�s que la verga me llame tanto, solo ten�a ganas de caminar
y despejarme.
Los taquitos de las botas, retumbaban en las baldosas
silenciosas de la calle, la verdad no pensaba en nada, solo caminaba respirando
y sintiendo los olores de la noche. En el umbral de una puerta, una voz,
interrumpe mi silencio, --� Me dar�as fuego preciosa?--, instintivamente, sin
decir ni a, saqu� el encendedor del bolsillo de la campera y se lo ofrec�,
--�Paseando, solita a estas horas?-- me dijo mientras devolv�a el encendedor a
mi mano extendida. -- Si, sola y paseando, �por?...-- contest�, tengo que
reconocer, de mala manera...--No, disculpame, solo dec�a... si
quer�s...caminamos juntos...--
Ah� me percat� de que mi interlocutor, era un muchacho de no
m�s de 20 a�os, alto, de pelo casta�o, ni largo ni corto, linda figura, que se
yo... lindo tipo, pens�.
--Si es para caminar, no me molesta la compa��a...-- y le
agregu�, mientras el flaco ya segu�a mis pasos, --�sab�s que no soy lo que
parezco?-- como para que la cosa quedara claro de entrada,--soy travesti...--
--Mir� vos, que bonita que sos, no me importa-- como a la
media cuadra, me pregunta--�c�mo te llam�s?, yo soy Roberto--, --Aldana,
encantada.-- seguimos caminando juntos, intercambiando palabras, solo eso. La
verdad, su compa��a, no se por que decirlo, me hac�a bien. Cuando llegamos a la
plaza, nos sentamos en un banco, mirando las estrellas, su brazo se pos� sobre
mis hombros, instintivamente mi cabeza, se pos� en su brazo y sin prisa pero
seguro, Roberto complet� el abrazo y nos besamos, besos largos y muy dulces.
Estuvimos as�, abrazados, bes�ndosnos, d�ndonos caricias, un rato largo.
--�Volvemos...?-- dije, mientras me levantaba y caminaba
estiraba mi mano como dici�ndole, �vamos?. La verdad, la situaci�n me encantaba,
un tipo, salido de la nada, trat�ndome como a una piba del barrio, acostumbrada
a tratar con tipos que solo piden sexo a cambio de unos pesos (cosa que no me
desagrada para nada), pero esta situaci�n, la verdad, me encantaba, me sent�a
realmente atra�da por Roberto, por eso mi mano extendida...
Emprendimos la vuelta, abrazados como novios, hasta nos
paramos en un pared�n a besarnos y ah� si, la verdad, la atracci�n mutua se
explay� totalmente, sus manos aferraron mi culo y me colgu� con ganas de su
cuello, sent�a su bulto apretado contra mi vientre y las caricias se apoderaron
de mis pechos sin corpi�o, mis pezones, duros, reclamaban atenci�n y sus dedos,
recib�an el mensaje y como m�sica para mis o�dos escuch�, el esperado,--a mi
casa o a la tuya...--
Entramos a mi casa, casi a los empujones, la ropa de ambos
vol� y qued� esparciada por el piso, en mi dormitorio, nos dejamos caer en la
cama mientras nos bes�bamos apasionadamente, Roberto, tumbado hacia arriba, dej�
expuesta su pija apuntando al techo, una hermosa masa de carne de unos 22 cm
duros y gruesos que mis labios fueron succionando hasta hacerlos perder en los
fondos de mis fauces, sus huevos, duros como duraznos, eran masajeados con
dulzura. Sus dedos, de a uno se fueron perdiendo en mi culo. Dej� de chupar un
rato su hermosa poronga y mientras recorr�a con mis manos toda la arquitectura
venosa de su verga, mi lengua saboreaban sus pelotas hinchadas, vov� a devorar
su pistola, no pod�a contenerme sin chuparla. Dura, derechita y caliente, dej�
un hilo de baba como colgando, cuando me la saqu� de la boca. Me incorpor� y me
puse en cuatro, ofreci�ndole mi orto, ya dilatado con sus dedos, la cabezota de
su pija se apoy� en mi ojete y firmemente me fue penetrando, mentir�a si digo
que me doli�, solo sent�a toda la superficie de su pija, enterrarse hasta el
fondo y sus huevos hacer tope con mis nalgas.
Comenz� un pistoneo suave y r�tmico que me volv�a loca, su
poronga entraba y sal�a como si toda la vida hubi�ramos hecho lo mismo, como si
mi culo y su pija fueran un mecanismo de relojer�a perfectamente sincronizado.
Por momentos la sacaba entera y antes de que mi ojete se cerrara, volv�a a
penetrarme hasta el fondo. Ahhh!, que placer, mis tetas bailaban al comp�s del
pistoneo que Roberto me propinaba, de pronto la dejaba clavada hasta el fondo y
empezaba a moverla en redondo, como revolviendo un guiso con un cuchar�n y de
golpe, otra vez, el bombeo de mete y saca cada vez m�s r�pido, estaba en la
gloria, que bien me estaba cojiendo este tipo. Despu�s de cojerme de esa manera
por m�s de veinte minutos, la sac� y se sent� sobre sus piernas y me hizo
subirme sobre su choto, a esta altura dur�simo, con m is piernas abiertas,
obviamente como mi culo, me ensart� solita en su choto.
Colgada de sus hombros sus manos en mi cintura, me marcaban
el ritmos de penetraci�n, mientras sus labios besaban mis tetas duras como
piedras. Hac�a mucho tiempo que no me daban tanto placer en una cojida, como la
que me estaba dando Roberto, mi pijita cada tanto, dejaba rastros de lechita, no
se cuantas veces me hizo acabar. Mientras, Roberto segu�a d�ndome sin descanso,
luego sin soltarme de la cintura y sin sac�rmela, me acost� boca arriba y con
mis piernas sobre sus hombros, comenz� a pistonear cada vez m�s r�pido y yo a
sentir su dura herramienta, cada vez m�s dura y gorda que entraba y sal�a cada
vez m�s r�pido, as�, entre gemidos, comenz� a largar espesos chorros de leche en
mi orto, hasta que la sac� y me la meti� en la boca, d�ndome los �ltimos
disparos de esa calentita y espesa crema, los cuales fui devorando golosamente.
Chup� su pija hasta que dej� de acabar y se fue poni�ndose fl�xida entre mis
labios.
Quedamos planchados y tirados en la cama, y entre caricias,
nos dormimos.
Unos rayitos de sol, que se filtraban en la habitaci�n,
dieron en mis ojos y me despertaron, a mi lado Roberto, me miraba y al verme
despertar, me bes� en la boca se puso sobre mi cuerpo, mis muslos atraparon su
pija caliente y dura, sin mediar palabra, mis piernas envolvieron su cintura y
la almohada fue a parar abajo de mis caderas, dejando mi orto a su disposici�n.
Otra vez, su choto me penetr� sin contemplaci�n, pese al dolor inicial, me sent�
en la gloria ensartada nuevamente, sus gloriosos movimientos sacud�an todo mi
cuerpo. Esta vez, la que gem�a, gritaba y lloraba era yo. Me transportaba a la
gloria, me estaban cojiendo en una forma bestial y dulce a la vez. Mi macho, me
hac�a sentir m�s hembra que nunca, su pija entraba y sal�a sin resistencia de mi
ojete, era suya, completamente suya y con mis besos se lo hac�a saber, sent�
cada uno de sus lechazos inundar mi culo...
Nos ba�amos entre caricias y besos, desyunamos juntos y lo
acompa�� hasta la puerta de casa, un beso largo nos despidi�. Con la promesa de
volvernos a ver.
Todav�a, despu�s de varios meses de pasado esto que les
relato, con Roberto, nos seguimos viendo y teniendo este mismo sexo, que nos
vuelve locos a los dos.
Un besito a todos, Aldana.