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Victoria en la hoguera
El tribunal ante el que le hab�an llevado pronunci� su
sentencia. Hasta entonces Victoria hab�a soportado con dignidad el juicio. En
pie , ante el tribunal y ante los espectadores, con las manos atadas a la
espalda y vestida �nicamente con una t�nica blanca corta se hab�a mantenido con
la cabeza bien alta sin pronunciar palabra. Los gritos de los asistentes
aparentemente no le hab�an afectado. Solo aparentemente porque disimulaba con
entereza las injurias que le dirig�an. En efecto, su hermoso cuerpo les
excitaba. La t�nica que le ce��a dejaba notar sus firmes pechos y sus suaves
caderas. Su t�nica transparentaba las breves bragas que vest�a debajo. Mantuvo
su rostro sereno. Sin ser bell�sima tenia una cierta belleza. "�Desnudadla,
desnudadla �"- dec�an. "�azotadla mientras la juzg�is"- a�ad�an.
"�Que reciba la sentencia en la cruz!" . Aquella ultima frase si la hizo
estremecer, pero se mantuvo entera. Pens�. "Cualquier cosa menos el fuego y la
cruz".
Pero ahora, el tribunal pronuncio la sentencia: "Victoria,
por bruja, por rebelde, ser�s llevada al quemadero". Entonces Victoria se
quebr�. � Era el fuego!. Comenz� temblar y decir musitando: "No, eso no, al
quemadero no", para continuar cada vez mas fuerte y con temblores mas
evidentes: "Al quemadero no, por piedad, al quemadero no". Los asistentes
rieron de alegr�a y daban gritos de j�bilo: "Magnifico, que sea quemada viva,
es perfecto para el cuerpo que tiene". Un fort�simo latigazo en sus nalgas
le hizo darse cuenta de que estaba condenada y que la llevar�an sin piedad al
infierno. "Adelante, avanza, vas a ser asada en vivo", le lanz� el
guardi�n d�ndole un nuevo latigazo.
La condujeron al lugar llevada por los dos guardianes
que no cesaban de azotarla por detr�s mientras caminaba. Los espectadores iban
detr�s animando a los verdugos: "Dadle mas azote, contadle como va a ser el
suplicio, que llegue sabiendo lo que es ". No hacia falta que se lo dijesen.
Ya sabia como era el quemadero porque habia oido hablar de �l. Sab�a que
llevaban alli a las condenadas de dos en dos. A la primera la empezaban a
someter al suplicio del fuego mientras que a la segunda la hac�an esperar viendo
el tormento de la primera, sabiendo que inmediatamente despu�s ser�a su turno. Y
el suplicio era�.� ser quemada viva lentamente�. Ella estar�a viendo cerca, en
el cuerpo de la otra, lo que le suceder�a despu�s. Hab�a o�do que el tormento
del quemadero duraba largas horas porque aplicaban el asamiento muy lentamente y
hab�a o�do el caso de chicas fuertes que hab�an soportado ser abrasadas hasta un
d�a entero. Y ella era fuerte, tenia buenos pechos, fuertes piernas, anchos
muslos y un buen culo, y quemarla viva toda sus carnes, poco a poco, durar�a un
tiempo que seria eterno
Lleg� al lugar. La desnudaron por completo. Y la ataron a una
columna de manera que podia ver frente a ella el foso del quemadero. El verdugo
cuando la amarraba le dijo: Lo siento por ti muchacha, eres fuerte de cuerpo,
vas a durarme mucho en la tortura"No pudo m�s , se puso a gritar como loca
tratando de desatarse y retorci�ndose: " � El fuego no, el fuego no, hacedme
cualquier cosa menos eso �. �Crucificadme, estiradme en el potro semanas
enteras, empaladme si quer�is, pero el fuego no. � � No quiero ser abrasada
viva, piedad, piedad, el fuego lento no �. Dejo de hablar porque empez� a
recibir una cruel flagelaci�n en su cuerpo desnudo. Lo que no sab�a era que
mientras esperaba su turno, siendo espectadora de la primera, la ir�an azotando
todo el tiempo.
Entre los dur�simos azotes vio como llevaban a la primera al
quemadero. Tambi�n le hab�an azotado mucho. En el foso del quemadero, ten�an
dispuesta una barra horizontal alta. All� colgaron a la chica con los brazos y
piernas abiertas de manera que todo el cuerpo estaba expuesto y no habr�a ni un
solo rinc�n que no estuviese a la merced del fuego que lamer�a su cuerpo de mil
horrendas formas.
Comenz� el tormento de la primera muchacha. Empezaron
aplic�ndole cuatro hierros encendidos, uno en cada nalga, uno en cada pecho. El
alarido fue espantoso y largo. Inmediatamente la aplicaron una antorcha al co�o.
Otro alarido. Se lo retiraron pronto. Quer�an que la chica durase mucho.
Trajeron dos tenazas encendidas que ci�eron completamente sus ingles�estas si
las dejaron largo tiempo. Entre rugidos de dolor apenas podia moverse tal como
estaba amarrada. Solo agitaba la cabeza y elevaba el pecho. Luego le pusieron ls
antorcha donde antes los hierros y el hierro candente donde antes la antorcha.
Dos nuevos hierros lamieron sus brazos estirados. De nuevo los retiraban. Con
este procedimiento durar�a el suplicio eternamente. Un hierro atroz la hizo
gritar m�s aun: se trataba de un tenedor candente que le clavaban en el co�o. .
Durante el resto del suplicio lo tendr�a all� ensartado. Victoria lo ve�a
espantada pensando que no pod�a imaginarse algo mas cruel, �y despu�s seria para
ella aquel tenedor infernal� Y grito , como si se lo hiciesen a ella.
Victoria mientras era azotada sin piedad contemplando el
suplicio que le tocar�a a ella despu�s. "Tu vas a durar mas"-le dec�a el
verdugo entre latigazo y latigazo " Yo pondr� mas tiempo la barra encendida
en tu co�o"- o�a entre latigazos. " El fuego duele mas en tu cuerpo
azotado,� lo sab�as?. "En tus pechos me voy a recrear as�ndote con lentitud"
"�te gusta lo que van a hacerte?", "�Que otro tormento preferir�as en
lugar de este?" le preguntaba el verdugo sin cesar de azotarla. "Todas
las torturas, todas, todas, �pero eso no, eso no" Gritaba entre
flagelaciones. "te voy a hacer un favor".- le dijo el verdugo. "Cuando
vayas al quemadero tendr�s las bragas puestas�" "Pero- continu�- �
estar�n impregnadas de aceite�". El grito de Victoria imaginando que arder�a
por el sexo con ello, coincidi� con un nuevo latigazo.
Lleg� la noche. Solo se ve�an los fulgores del foso.
Terminaron con la primera y cesaron de flagelar a Victoria. "Ahora es tu
turno".-oy� espantosamente Victoria. le bajaron al foso del quemadero donde
iba a ser asada viva. El verdugo le hab�a ce�ido, como prometido, un peque�o
tanga rojo, empapado de aceite. Gimi� mientras se lo pon�a. Le ataron con los
brazos piernas abiertas. Iba a comenzar su atroz tortura.. Victoria lloraba y
gritaba pidiendo clemencia pero la orden lleg� sin perd�n: "Quemadla viva,
ya". El verdugo tomo dos pinzas candentes del horno y las acerco despacio a
sus pechos. Victoria no pod�a mover el cuerpo, amarrada como estaba, solo sus
pechos se estremecieron, riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing.
Las ocho menos cuarto. "Que man�a mas tonta tengo de
ponerme el despertador siempre un cuarto de hora antes de que lo necesite".-
dijo Victoria.