Relato: Tatiana





Relato: Tatiana

Entr� en casa con las llaves. Al cerrar la puerta la vi all�,
en mitad del pasillo, desnuda, de rodillas y con la cara pegada al suelo,
parec�a un ovillo. A�n se le notaba en la espalda las marcas de la paliza que el
otro d�a le propin� mam� con la correa. Mam� est� �ltimamente muy irritable y no
le pasa ni una. A la pobre Tatiana se la ve muy nerviosa, como con mucho miedo.


Cerr� la puerta con cuidado.



"�Es �sta la mucama de la que me has hablado? �De verdad es
como una esclava? � me interrog� Laura, mi mejor amiga y a quien no hab�a podido
resistir contarle que ten�amos una esclava en casa."



"S�, es �sta. Ya lo ver�s."



Me acerqu� con parsimonia, haciendo que los peque�os tacones
de mis escarpines del colegio sonaran contra las relucientes baldosas. Me detuve
justo frente a la cabeza de Tatiana.


Laura se puso a mi lado, un poco apartada, mirando
expectante.


Tatiana levant� lo justo la cabeza y sin mirarme a la cara me
bes� los zapatos. Yo dej� caer mis libros sobre su cabeza y la delgada
chaquetilla azul marino que formaba parte del uniforme del colegio y que se pos�
sobre su cabeza.



"Prep�ranos la merienda, y date prisa si no quieres llevarte
una paliza � le orden� al tiempo que pasaba sobre su espalda pis�ndosela y me
dirig�a al sal�n."



Laura me sigui�. No le ve�a la cara pero sab�a que estaba
at�nita ante mi exhibici�n de poder.



Nos acomodamos en los sillones del sal�n y al cabo de diez
minutos entraba Tatiana.


Laura no dejaba mirar el cuerpo desnudo de la esclava.
Tatiana ten�a 19 a�os y era una muchacha menuda pero muy bien proporcionada, con
unos pechos firmes, no muy grandes pero muy redondeados, apetitosos. En su
desnuda piel pod�an verse marcas muy evidentes, de correazos, de quemaduras
producidas con un cigarrillo, de golpes dados con objetos contundentes, como por
ejemplo con el tac�n de aguja de un zapato de sal�n. Laura no daba cr�dito a lo
que ve�a.


Tatiana se arrodill� entre ambas con la bandeja en la mano.
Yo mir� mi reloj con gesto de fastidio.



"S�came un zapato, esclava � le dije a Tatiana."



"S�, se�orita Blanca � dijo haciendo intenci�n de dejar la
pesada bandeja sobre la mesita de centro."



"Qui�n te ha dado permiso para dejar la bandeja. S�came el
zapato, esa ha sido mi orden."



"S� se�orita Blanca, perd�neme se�orita Blanca."



Tatiana hizo verdaderos esfuerzos y equilibrios para sostener
la pesada bandeja con una sola mano mientras que con la otra, casi a tientas,
intentaba sacarme el zapato del pie que manten�a cruzado sobre una pierna,
balance�ndolo lentamente y sin facilitarle para nada la labor. La mucama lo
consigui� y me lo tendi�.



"Baja la mirada... no me mires, idiota... � le ladr� mientras
ya sosten�a mi propio zapato entre las manos, pas�ndomelo de una a la otra y
dandome golpecitos con el tac�n en la palma."



"Perd�n se�orita Blanca, no volver� a ocurrir."



"Has tardado demasiado en traernos la merienda y me has
mirado a la cara sin permiso. Acerca un poco la cara, para que pueda pegarte."



�TOOOOOOOCCCCCCC! �TOOOOOOOCCCCCCC! � sonaron los dos
taconazos que le solt� en la cara, uno en la frente y el otro en un p�mulo.



El alarido que solt� Tatiana hel� la sangre de mi amiga
Laura, que no por ello dej� de poner cara de morbo ante lo que ve�a.


Tatiana, tras los dos taconazos se puso a llorar, como una
ni�a peque�a. La bandeja hab�a temblado en su precario equilibrio pero se
manten�a en su sitio.



"Ya puedes ponerme el zapato."



"S� se�orita Blanca, gracias por corregirme se�orita Blanca."



"Increible, te juro que me lo contabas y no me lo cre�a, me
dec�a, esta t�a est� como una chota, se lo inventa. Jooooodeeeeeeer, qu� fuerte
t�a... qu� fuerte � babe� Laura mientras la pobre Tatiana intentaba calzarme el
zapato manteniendo la bandeja con una sola mano."



Cuando termin� se puso en medio de los dos sillones y con las
dos manos sujet� la bandeja para que Laura y yo comi�ramos. Hab�a de todo, tacos
de jam�n, de queso, tostadas de pan, refrescos de cola, snacks de todo tipo,
aceitunas... en fin... aquella bandeja deb�a pesar lo suyo y estuvo cerca de
media hora sosteni�ndola a pulso mientras Laura y yo com�amos con verdadero
apetito.



"Recoge las cosas y vuelve inmediatamente � le orden� a la
esclava."



Tatiana se levant� y se llev� la bandeja. En el suelo, a
nuestros pies hab�a multitud de restos de comida, trozos de pan, de queso,
patatas fritas... un poco de todo. La pobre muchacha regres� un minuto despu�s y
se arrodill� a mis pies.



"�Has visto c�mo has dejado el suelo? Sucia, que eres una
sucia... cochina... eso es lo que eres, una guarra. Venga, l�mpialo todo,
deprisa... � hice una breve pausa para a�adir � ...con la lengua."



Los ojos de Laura no se daban tregua. Miraba sin acabar de
creerse lo que ve�a y en su rostro hab�a una luminosidad especial.



El curso pasado, al terminar tercero de ESO me vacil� de que
en su casa ten�an una f�mula filipina, una de esas muchachitas sin papeles que
trabajan por apenas la comida como quien dice y me contaba que la ten�a
aterrorizada y que se pasaba el d�a humill�ndola, que si la re��a por nada, que
la hac�a que le lustrara los zapatos varias veces seguidas objetando que hab�a
polvo cuando en realidad reluc�an como espejos, que si la hac�a enjabonarla
cuando tomaba un ba�o, que si la obligaba a no mirarla a la cara... en fin...
menudencias comparado con el chollo que ten�amos en casa.


Este verano mam� se trajo a Tatiana a casa una noche. Me
cont� que la hab�a conocido en un bar de ambiente, de esos que frecuentan los
gays y lesbianas en la zona conocida como la "milla canalla". Desde la muerte de
pap�, mi madre, que es una mujer de muy buen ver, una aut�ntica se�ora de apenas
35 a�os capaz de quitarle el hipo al m�s gilipollas, le hab�a aflorado una vena
de lo m�s canalla. Sab�a que hab�a tenido algunos escarceos y algunas
aventurillas de tipo l�sbico y a m� eso me divert�a en lugar de escandalizarme.
El d�a que trajo a casa a Tatiana me cont� una historia sobre que ten�a que
esconderla de la mafia rusa y no s� cuantas chorradas m�s. Me dijo que la pobre
no ten�a papeles y que si iba a comisar�a ser�a deportada al momento. Que la
rusita, en pago por el enorme favor de ayudarla que nos servir�a en casa como
doncella, como mucama "full time".


Yo estaba un tanto amoscada. Mam� se comportaba como una
aut�ntica d�spota y la muchacha cada vez se la ve�a m�s sumisa. Un par de
semanas despu�s de que se viniera a vivir a casa descubr� el peque�o secreto de
mam� y Tatiana. Una tarde que no ten�a clase y mam� no lo sab�a, regres� a casa
antes de la hora habitual. Entr� con mis llaves, siempre llamo pero ese d�a no
lo hice. La puerta de la habitaci�n de mam� estaba entornada.



"De rodillas, puta... vas a limpiarme las botas con la
lengua, sucia rusa... vas a aprender a obedecer las �rdenes de tu ama,
esclava... � o� claramente la voz de mam�."



Me acerqu� sin hacer ruido y mir� por el resquicio de la
puerta. Mam� estaba desnuda, s�lo calzaba unas altas botas negras hasta las
rodillas. En la mano ten�a un l�tigo de una sola tralla, largo y flexible, como
una negra serpiente. Tatiana estaba arrodillada a sus pies y le pasaba la lengua
por las botas. De vez en cuando un l�tigazo en la espalda. Me qued� pasmada.



Cuando le expliqu� a mam� que sab�a lo que hac�an ella y la
rusa no se lo recrimin�, sencillamente le dije que yo tambi�n quer�a gozar de
tener una esclava. Desde ese d�a Tatiana es nuestra esclava y a la muy puta
adem�s le gusta.




Tatiana recogi� del suelo los restos de la merienda, con la
lengua. Estuvo un buen rato, hasta que no qued� ni una miga en el suelo.



"Joder Blanca, qu� fuerte... no s� qu� decir..."



"Pues eso no es todo � le contest� � espera y ver�s..."



Tatiana hab�a dado por terminada la recolecci�n de migas del
suelo y se hab�a quedado de rodillas en el suelo, hecha un ovillo. Yo segu�a
teniendo las piernas cruzadas y uno de mis pies lo balanceaba ligeramente. El
escarp�n se aguantaba en mis dedos y danzaba al ritmo del movimiento de mi pie.



"Te parece que mis zapatos brillan lo suficiente, puta?"



Tatiana se incorpor� lo justo para acercar su cara a mis
pies. Sin mirarme neg� con la cabeza.



"C�mo tienes que contestarme?"



"No est�n bastante brillantes, se�orita Blanca, perd�neme
se�orita Blanca."



"Desc�lzame el zapato y d�melo � le orden�."



"Oh... no... no... se�orita Blanca... se lo suplico... con el
zapato no..."



"Calla puta... qui�n te ha dado permiso para hablar. Dame el
zapato. Pensaba pegarte tres taconazos, ahora ser�n cinco."



Tatiana call�. Gimote� casi en silencio y tras descalzarme el
zapato que colgaba de mi pie me lo tendi�. Acto seguido se incorpor� sobre sus
rodillas y tras poner las manos a la espalda acerc� la cara a m� cuanto pudo.


Tom� mi propio escarp�n por la suela y el empeine y le pegu�
con el tac�n en la frente. Tatiana rompi� a llorar.



"No me mires a la cara, idiota... c�mo tengo que dec�rtelo.
Acerca m�s la cara."



De nuevo le solt� un taconazo. Esta vez le pegu� en el mismo
p�mulo sobre el que hac�a media hora le hab�a pegado. El alarido de Tatiana fue
muy agudo. Volv� a pegarle, ahora en el otro p�mulo. La rusa lloraba y gritaba
desesperada. Segu� golpe�ndola espaciadamente hasta que termin� de darle los
cinco taconazos m�s uno por haberme mirado sin permiso.


Cuando termin� la esclava lloraba amargamente. Arroj� el
zapato al suelo.



"Vuelve a pon�rmelo y comienza a limpiarme los zapatos � le
orden�."



"Por favor, Blanca... dime c�mo has conseguido este
chollazo... d�melo..."



En breves palabras le expliqu� la breve historia de Tatiana y
madre, de c�mo descubr� su secreto y de c�mo me inmiscu� en la relaci�n mientras
Tatiana, arrodillada a mis pies, me pasaba la lengua una y otra vez por los
escarpines.


El zapato que colgaba de los dedos de mi pie fue el que m�s
le cost� de limpiar ya que al pasar la lengua por �l lo empujaba y el zapato se
mov�a. No pod�a ca�rsele so pena de ser nuevamente castigada.



"Ahora ve a preguntarle a la se�orita Laura si quiere que le
limpies los zapatos, venga perra, a qu� esperas � le dije cuando termin� de
abrillantarme los m�os."



Tatiana rept� hasta donde estaba sentada Laura. Sin mirarla,
arrodillada a sus pies, le hizo la pregunta.



"Perd�neme se�orita Laura, querr�a la se�orita Laura que le
abrillantara los zapatos?"



Laura no dud� ni un segundo. Contemplamos ambas c�mo Tatiana
le lam�a con devoci�n los escarpines de sal�n de mi amiga.


Me encantaba tener sometida a la rusa. Dos ni�atas, de apenas
15 a�os reci�n cumplidos, humillando a toda una mujercita de casi 20. Me volv�a
loca.



Cuando Tatiana termin� de limpiarle los zapatos a mi amiga
decid� ense�arle a �sta las fotos de este pasado verano. Nos fuimos solas a mi
habitaci�n. Sentadas en mi cama comenzamos a mirar fotos y m�s fotos. Nos
re�amos de los chicos que hab�a conocido en Cadaqu�s y nos explicamos nuestras
aventurillas. A m� me gustaba Laura. Poco a poco me fui acercando a ella hasta
rozar mi mejilla con la suya. En un movimiento r�pido gir� el rostro y roc� sus
labios con los m�os. Laura me mir� alucinada. Yo esperaba una reacci�n violenta.
Seguro que hab�a ido demasiado lejos, pero no. Laura se pas� la lengua por los
labios y me sonri�. Volvi� a apoyar su mejilla contra la m�a y seguimos mirando
el �lbum de fotos.Casi sin disimulo apoy� mi mano m�s cercana a ella sobre su
muslo. Laura no dijo nada, ni hizo adem�n de que la molestara. Con extrema
lentitud pero de manera harto evidente fui subiendo la mano por su muslo,
apartando a mi paso la falda del uniforme del colegio hasta llegar a su
braguita. �Estaba h�meda! Dios m�o, estaba h�meda, le estaba gustando. Yo no
ten�a conciencia de ser lesbiana y creo que ella tampoco. Por mi parte el
conocimiento del comportamiento sexual de mi madre me hab�a hecho llamar
poderosamente la atenci�n sobre los misterios del amor entre dos adolescentes.



"Te apetece estar descalza? Estar�amos m�s c�modas... � le
suger� en un susurro."



"S�... buena idea."



Cuando iba a descalzarse la detuve con un gesto de la mano y
una sonrisa.



"Espera amor m�o � le dije mientras alargaba la mano para
coger la campanilla que ten�a encima de la mesilla de noche lo que me oblig� a
rozarle el pecho por encima del uniforme del colegio."



Toqu� la campanilla y comenc� a desabrocharle la blusa
blanca. Laura se medio recost� sobre la almohada. Entr� Tatiana de rodillas.



"Desc�lzanos � le orden� sin mirarla, entretenida como estaba
en ir desabrochando los botones de su camisa."



Tatiana nos sac� los zapatos y se qued� con ellos entre las
manos, arrodillada y con la cabeza gacha.



Laura ya estaba totalmente estirada sobre la cama y yo casi
estaba encima de ella. Mi mano accedi� a su pecho. Era firme, terso, c�lido.
Agach� un poco la cabeza hasta que mis labios encontraron los suyos
entreabiertos. Nuestras lenguas comenzaron a buscarse. La bes� dulcemente sin
dejar de amasarle un pecho, luego el otro pecho y m�s encuentros de labios y
lenguas.


Separ� ligeramente los labios de su jugosa boca para dar una
orden a mi esclava.



"Tatiana, cielo... l�menos los pies..."



Me excitaba el contacto f�sico con mi amiga pero a�n m�s lo
hac�a saber que Tatiana ten�a que estar oliendo nuestros pies que por haber
pasado el d�a encerrados en los zapatos cerrados ten�an que oler muy fuerte.



"No te olvides de pasar la lengua entre los dedos de los
pies, perra � le dije a Tatiana mientras miraba a los ojos de Laura que parec�a
transportada al s�ptimo cielo."



Poco a poco empezamos a tocarnos por todo el cuerpo. La una a
la otra nos arrancamos las molestas ropas que nos imped�an disfrutar de nuestras
j�venes carnes. Acabamos hechas un amasijo, apareadas buscando con nuestras
lenguas los flujos y humores del cuerpo de la otra. Tatiana, que segu�a
sosteniendo en las manos nuestros zapatos se las ve�a y deseaba para poder
seguir lamiendo nuestros pies ya que no par�bamos de movernos en busca de la
postura con la que mayor placer pudi�ramos obtener la una de la otra.


Terminamos gritando, sudando y fundidas mientras un �nico y
conjunto orgasmo nos arrebat� a ambas hasta el �ltimo aliento.


Ambas acabamos estiradas una al lado de la otra, boca arriba
a lo largo de la ancha cama. Ahora s� Tatiana pod�a lamer nuestros pies sin
necesidad de ir de un lado para otro.



"Prep�ranos el ba�o � le orden� a Tatiana cuando me hube
recuperado del ardor del orgasmo."



Cuando la rusa vino a comunicarnos que el ba�o estaba listo
nos fuimos descalzas. Al llegar al aseo y ver la ba�era llena de agua con espuma
me entraron ganas de mear.



"Al suelo, esclava... boca arriba � le orden� a Tatiana."



Le puse un pie a cada lado de la cara y me acuclill�.



"Abre bien la boca."



"Qu� vas a hacer, Blanca? � me pregunt� llev�ndose una mano a
la boca."



"Orinar, qu� crees que voy a hacer en esa posici�n... � me
re�, y a�ad� � de momento a�n no me he cagado en su boca, pero ya lo har�. Creo
que mam� ya lo ha hecho..."



Laura baj� la tapa del inodoro y se sent� para observar. Yo
baj� un poco m�s mi h�medo co�o y tras esperar unos segundos empez� a salir un
poderoso chorro de orina que en un principio se estrell� contra cualquier punto
de su rostro menos dentro de la boca. Tuve que moverme un poco para que el
surtidor penetrara en su boca. El ruido sordo de la orina llen�ndole el buche me
hizo saber que la direcci�n era la correcta. Cuando por el mismo ruido supe que
le hab�a llenado la boca, cerrando el esf�nter cort� la meada. O� el ruido del
traguear de la rusa.



"A�n no domina ir tragando mientras voy meando y por eso paro
un momento � le expliqu� a Laura que estaba totalmente alucinada."



Cuando me pareci� que le hab�a dado tiempo suficiente volv� a
aflojar el esf�nter y de nuevo cay� la orina en su boca. Esta vez fue
suficiente. Sal�a menos cantidad y con menor presi�n y casi pudo trag�rsela toda
a medida que le iba llenando la boca. Al terminar not� un movimiento en mis
tripas, un ruido y una conocida sensaci�n. Los gases acumulados en el intestino
buscaban una salida. Baj� m�s el culo hasta que not� su nariz rozarme el ano. No
hizo mucho ruido, solo un poco, pero el interminable pedo que le tir� en la boca
llen� con su apestoso olor el ambiente del aseo.



Laura y yo nos re�mos largamente mientras sin necesidad de
hacer fuerza volv� a dejar escapar una f�tida ventosidad que impact� de nuevo en
la cara de Tatiana.



Me levant� finalmente de su cara y me met� en la ba�era.



"Mea antes de entrar en la ba�era, �te parece, Laura?"



Laura no se cort�. Hizo lo mismo que yo. Se acuclill� sobre
el rostro de la esclava y le orin� en la boca. Al igual que conmigo Tatiana se
comi� dos sonoros pedos de Laura, aunque ciertamente olieron menos que los m�os.



Tatiana nos enjabon� lentamente todo el cuerpo mientras
nosotras nos dedic�bamos a tocarnos suavemente en los pechos, en el culo, en la
vulva. Nos besamos de nuevo nos frotamos nuestros cuerpos mientras Tatiana no
paraba de enjabonarnos. Fue un ba�o delicioso.



Dos horas m�s tarde, despu�s de que Tatiana nos hubiera
lavado, nos hubiera secado � hicimos que nos secara los pies con el largo
cabello que mam� le permit�a lucir � y nos vistiera, est�bamos recostadas en el
sof�, comentando lo que hab�amos hecho, hablando para no sentirnos mal, para
aceptar que lo que hab�amos hecho hab�a sido consecuencia de nuestros propios
deseos.


Est�bamos muy juntas, nuestras manos entrelazadas, las
piernas estiradas y los pies desnudos apoyados sobre la espalda de Tatiana que
estaba frente a nosotros a cuatro patas con la cabeza apoyada en el suelo
delante de nuestros zapatos.



"Antes de irme � me dijo Laura � me gustar�a una cosa..."



"P�deme lo que quieras � le respond�."



"Quiero que le hagas da�o a la esclava, en mi honor."



"Eso es f�cil � le dije."



"Ya lo s�, pero quiero que sea mucho el dolor que sufra."



"C�lzanos y ve a buscar el l�tigo con el que te azota mam�...
� antes de que Tatiana alcanzara de rodillas la puerta del sal�n a�ad� � ...y
trae tambi�n las tijeras."



El rostro de la esclava demud�. Creo que hizo un movimiento
con los labios, como para ir a suplicar, a protestar, pero se lo pens� mejor.
Desapareci� y al poco regres� con el l�tigo y con unas tijeras. Me levant�, tom�
las tijeras que me ofrec�a y se las di a Laura. Cog� el l�tigo y le hice una
se�a a Tatiana de que fuera a cogerse a los brazos de un sill�n.


Su cuerpo qued� medio doblado, ofreci�ndome su espalda llena
de cicatrices.



La azot� con crueldad. Diez latigazos. A cada trallazo la
serpiente de cuero destrozaba el aire haci�ndolo silbar y al estrellarse contra
su piel su carne se abr�a como una sand�a madura salpicando su fruto rojo por
todas partes. La esclava bram� con cada uno de los brutales latigazos. Cuando
termin� la pobre estaba estirada en el suelo.


Arroj� el l�tigo al suelo al restallar en la espalda de
Tatiana el d�cimo latigazo. Estaba un poco arrebolada por el esfuerzo. Laura
hab�a contemplado el cruel castigo embelesada. Me acerqu� a ella para que me
diera las tijeras.



"Qu� vas a hacer con las tijeras? � me pregunt�."



"Me has pedido mucho dolor. Ahora ver�s c�mo va a gritar..."



"No. No, por favor... es suficiente. Ni siquiera la has
atado. Es conmovedora su absoluta entrega. No le hagas m�s da�o. Estoy
satisfecha..."



Arroj� las tijeras sobre el sof�. Laura estaba de pie junto a
m�. Nos abrazamos y nos besamos larga y d�lcemente. Mientras nuestras bocas se
buscaban con ardor y pasi�n notamos algo a nuestros pies. Era Tatiana. La rusa
hab�a reptado como hab�a podido y se hab�a abrazado a nuestras piernas. Su cara
estaba enterrada entre nuestros zapatos. Mov�a la cabeza a un lado y a otro
besando nuestros pies.



"Espero que mam� no se enfade mucho cuando vea el estado de
Tatiana."





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