Relato: Mis -tres primeras- veces (3 y final)



Relato: Mis -tres primeras- veces (3 y final)

La primera semana pas� como un sue�o. Dorm�amos los tres
juntos, en la inmensa cama de nuestros padres, y probamos la mayor parte de las
posturas que aparec�an en una p�gina Web que nos mostr� Thelma. Algunas las
hubimos de abandonar, entre risas, porque solo un contorsionista podr�a haberlas
mantenido. Pero siempre consegu�a (cosas de la poca edad) follarme a las dos,
mientras la que no estaba encima, debajo, o a un costado de m�, era atendida
convenientemente por la boca y las manos de los dos que est�bamos enlazados
haciendo el amor.


La rutina era siempre m�s o menos la misma: conect�bamos el
despertador a las ocho. Cuando sonaba, hac�amos r�pidamente la cama entre los
tres, y nos �bamos muy modositos a nuestras respectivas habitaciones, de modo
que cuando llegaba la asistenta, nos encontraba a cada cual en su dormitorio,
con la ropa de noche puesta, y fingiendo que acab�bamos de despertarnos.


El resto de la ma�ana era un suplicio: le�amos o mir�bamos
tv, ech�bamos una mano en las cosas de la casa, y est�bamos esperando con ansia
el momento en que la mujer, despu�s de recoger la loza de la comida y conectar
el lavavajillas, sustitu�a su bata por la ropa de calle. Cuando al fin se
marchaba, nos agolp�bamos ante la ventana hasta verla desaparecer por la
esquina, y entonces nos desnud�bamos unos a otros con gran algarab�a,
meti�ndonos mano a placer.


La mujer deb�a haber notado algo extra�o, y nos dirig�a de
vez en cuando miradas especulativas. No era el hecho de que en el desayuno mis
hermanas se sentaran solo cubiertas por sus breves camisas de dormir, con las
braguitas al aire, no. La mujer ya estaba curada de espantos en ese terreno,
despu�s de tres a�os en nuestra casa. Pero, sin duda, hab�a percibido algo raro
en el ambiente. Quiz�, que Natalia ya no estaba de continuo haci�ndome objeto de
sus pullas, como de costumbre. O puede que en alguna ocasi�n hubiera sorprendido
una de las breves caricias intercambiadas a hurtadillas. No s�, pero el caso es
que pudimos darnos cuenta de que parec�a sospechar algo. Aunque tambi�n pod�a
ser nuestro leve sentimiento de culpabilidad, que nos hac�a ver cosas que no
exist�an.


El s�bado y el domingo eran sus d�as libres, lo cual nos
dejaba en absoluta libertad, aunque con el inconveniente de que ten�amos que
encargarnos de las tareas dom�sticas. Descubr� enseguida que fregar el suelo era
menos desagradable si, mientras lo estaba haciendo, ten�a ante mi vista el
co�ito de Natalia, que mostraba ya despreocupadamente mientras limpiaba el polvo
de los muebles, pongo por caso.


Despu�s de la comida del s�bado (preferimos cocinar algo
ligero a salir, para no tener que vestirnos) Thelma puso una pel�cula XXX en el
DVD, y la miramos hasta que la excitaci�n subi� de punto, y terminamos de nuevo
los tres en la cama.


No salimos de casa en todo el fin de semana. Com�amos cuando
ten�amos hambre, y follamos mientras los cuerpos aguantaron. Cuando yo no pod�a
m�s, ellas se montaban un 69, o se masturbaban una a la otra, hasta caer tambi�n
rendidas. (Despu�s de aquello, Natalia me dijo que en aquellos dos d�as hab�a
perdido la cuenta de sus orgasmos cuando iba por el n�mero seis). Y ninguno de
los tres quer�a pensar en que aquello se iba a acabar de forma inminente, con la
llegada de nuestros padres.


Cuando amanec� el domingo, me sorprendi� de nuevo una
erecci�n matutina, despu�s de lo que hab�a "llovido" la noche anterior. Natalia
dorm�a tendida boca abajo, con los muslos muy juntos. Thelma reposaba de
costado, con las rodillas ligeramente flexionadas. No ve�a el sexo de la
peque�a, pero el de la mayor aparec�a como una raya cerrada ante mis ojos de
nuevo hambrientos. Muy despacio, levant� su pierna, tom�ndola por la corva. Me
pegu� completamente a ella, y conduje mi pene hasta el v�rtice inferior de la
ranura, ahora ligeramente m�s abierta por la postura. Empuj� ligeramente, hasta
penetrarla todo lo profundamente que permit�a la posici�n. Pas� un brazo bajo su
cabeza, muy despacio, para no despertarla, y aferr� sus espl�ndidos pechos con
ambas manos. Segu� foll�ndola despacio durante unos segundos. El sonido de su
respiraci�n cambi�, y una de sus manos fue a mi cadera, que acarici� suavemente.
Poco despu�s estaba jadeando, y murmurando bajito algo que sonaba como "sigue,
sigue"� Me corr�, sintiendo un placer incre�ble, mientras mi hermana comenzaba a
balancear tambi�n la pelvis adelante y atr�s, hasta explotar en un convulsivo
orgasmo. Luego se dio la vuelta, puso sus manos en mis mejillas, y me bes� en
los labios suavemente. Nos sorprendi� la voz de Natalia, a mi espalda:


Pero� �ya est�is "liados" otra vez? �ri� bajito-. Cre� que
despu�s de lo de anoche, tendr�ais bastante por unas horas al menos�


Me ech� sobre ella, que fing�a resistirse a que la tumbara
boca arriba, entre risas y chillidos. Thelma se uni� al revuelo de cuerpos que
se debat�an y, finalmente, la "peque" qued� inmovilizada de cara al techo, con
las piernas separadas. Me la habr�a follado de buena gana� si hubiera podido.
Pero ahora s� que era cierto lo del "colgajo", como ella hab�a llamado
humor�sticamente a mi pene, y no cre�a que en las pr�ximas horas pudiera estar
en disposici�n de cumplir con su agradable misi�n. De modo que entre Thelma y yo
le hicimos un trabajito oral, hasta dejarla rendida despu�s de su segundo
orgasmo.


Poco despu�s, Thelma mir� el reloj de la mesilla, y se
levant� como picada por un bicho:


- �Las nueve!. �Levantaos r�pido y vamos a arreglar este
desastre, que el barco de pap� y mam� llega a las once!.




Las semanas siguientes fueron un aut�ntico tormento. Thelma
no quiso ni o�r hablar de esperar alguna noche a que mis padres se durmieran
para ir de puntillas a otra habitaci�n, ya me entend�is�


- �Os imagin�is si nos "pillan"?. No quiero ni pensarlo� No,
de ning�n modo �sentenci�-.


Y mi padre ten�a vacaciones hasta fin de mes, de modo que nos
tuvimos que contentar con hacer vida familiar� Eso de ir al cine o a comer los
cinco juntos, una lata. Y a m�, que cuando por las ma�anas aparec�a alguna �o
las dos- a desayunar con las braguitas al aire, me costaba un mont�n disimular
lo que crec�a entre mis piernas sin que pudiera hacer nada por evitarlo.


Me masturb� un par de veces en aquellos d�as, cuando ya no
pod�a soportar m�s la tensi�n, pero aquello no me satisfac�a ya. Lo que yo
quer�a era tener a las dos desnudas entre mis brazos de nuevo, pero� ni modo.




Por fin, el �ltimo viernes de asueto de mi padre, nos
anunciaron en la comida que se iban a pasar el fin de semana en casa de otra
pareja que hab�an conocido en el crucero. Tuve que contener mis ganas de saltar
y chillar. �Por fin!. El s�bado tampoco estaba la asistenta, y de seguro que
habr�a "fiesta". Casi ni dorm� aquella noche, anticipando lo que suceder�a el
d�a siguiente�


Cuando vimos desde la ventana el auto alejarse por la calle
adelante, fue como al inicio: nos fuimos corriendo a la cama, y nos desnudamos
con gran algarab�a, meti�ndonos mano por todas partes. Pens� que me iba a
desquitar por todos aquellos d�as de abstinencia�


Pero en aquella ocasi�n hubo un cambio: me permitieron tocar
y lamer cuanto quise, hasta que las dos hubieron alcanzado al menos dos o tres
orgasmos. Pero, a pesar de mis s�plicas, ninguna de ellas consinti� que la
penetrara, aunque s� se turnaron con las bocas en mi pene, hasta que
consiguieron aliviar mi calentura. Y sus risitas y miradas c�mplices, delataban
que guardaban un secreto del que me hab�an excluido. Aunque no dur� mucho el
misterio. Yo estaba tendido entre las dos, aparentemente satisfechas de momento.
Estaba muy cabreado, porque ninguna de ellas se hab�a prestado a follar conmigo.
Entonces, Thelma me lo cont�:


- He invitado a merendar esta tarde a un compa�ero de clase,
que se ha quedado sin vacaciones por haber suspendido dos asignaturas.


Me sent� fastidiado:


- �Joder!, no s�lo no me hab�is dejado hacerlo con ninguna
despu�s de todos estos d�as sin catarlo, sino que adem�s, tendremos que
vestirnos, y hasta probablemente querr�is que le haga buena cara al t�o�


- Pues espera antes de mosquearte, que a�n no te lo hemos
contado todo� -terci� Natalia, con gesto de picard�a.


Thelma puso su mano en una de mis mejillas, antes de explicar
el resto.


- Tienes que echarnos una manita. Mira, va a venir acompa�ado
de su hermana, de modo que t� la entretienes, y mientras nosotras�


- Nosotras nos follamos a Joan �termin� Natalia.


Me sent� dolido, frustrado, y enormemente celoso. No quer�a
responder, porque me estaba temblando la barbilla, y no deseaba por nada que se
me quebrara la voz.


Thelma atrajo mi cabeza hacia ella, hasta que mi mejilla
qued� en contacto con uno de sus pechos desnudos.


- Mira, Alex �comenz�-. La experiencia de estos d�as ha sido
maravillosa, y creo que los tres tendremos de ella un recuerdo imborrable. Por
lo que a m� respecta, no podr� olvidar nunca nuestra "primera vez" compartida
entre los tres, y nadie, nunca, podr� conocer lo que t� has disfrutado. Pero�


Hizo una pausa, y lo pens� unos segundos antes de continuar.


- Tienes que tener presente que esto no puede ni debe durar
por siempre: somos hermanos, y tarde o temprano, todos nosotros encontraremos
una pareja. De modo que esta ser� como una prueba para los tres, -me estaba
acariciando el pelo, lo cual me hac�a sentir infantil.


- No quiero decir que, pase lo que pase esta tarde,
-prosigui�-, no vayamos a tener sexo de nuevo entre nosotros. Pero tienes que ir
pensando en buscarte t� tambi�n una chica, y tener otras experiencias�


- Por cierto, que si te lo montas bien, a lo mejor Eva, la
hermana de Joan y t�� -insinu� Natalia.


��Lo que faltaba!. Nada m�s y nada menos que Eva, "La
Estrecha", como la apod�bamos en clase�.


- �Est�s gilipollas, o qu�? �respond�, dejando traslucir la
ira y el despecho que me consum�an-. �Pero si "La Estrecha" ni siquiera sale con
chicos!. Para vosotras es muy f�cil: no ten�is m�s que ense�arle el co�ito, y el
t�o estar� babeando de gusto, pero para un hombre� Adem�s, �se os ha ocurrido
que pensar� Joan de vosotras, si os lo mont�is con �l?. �Y las dos a la vez!. De
seguro que en cuanto comiencen las clases, se enterar� todo el curso� �Es eso lo
que quer�is?.


- �Va, Alex!, no te lo tomes por la tremenda, -de nuevo,
Thelma estaba enredando sus dedos en mis cabellos, en un gesto que en esos d�as
me hab�a parecido de lo m�s tierno, pero que ahora me molestaba�


Natalia me arrim� tambi�n su cuerpo desnudo, y comenz� a
acariciarme:


- No nos ir�s a montar un numerito, �eh?. Anda, enano, ya te
ha dicho Thelma que es como una prueba que tenemos que pasar�


Me levant� de la cama, y me fui a mi habitaci�n, golpeando
las puertas. Me sent�a traicionado, y ten�a unas enormes ganas de llorar, pero
no les iba a dar el gustazo a las muy� Adem�s, estaba por ver que consiguieran
"llevarse al huerto" a Joan, delante de las narices de "La Estrecha"�




El tiempo que transcurri� hasta que sent� el timbre de la
puerta, fue para m� un calvario. Finalmente, consegu� convencerme de que todo
hab�a sido una broma, que no ten�an verdaderamente la intenci�n�


Rememor� la preciosa cara y el incre�ble cuerpo de Eva, que
aparentaba ser m�s mayor de sus diecis�is a�os, mi misma edad, aunque hab�a
nacido unos meses despu�s que yo. Todo el Instituto hab�a intentado algo con
ella, pero Eva sonre�a, y siempre dec�a que no. Durante unos meses fue mi sue�o
inalcanzable, hasta que un buen d�a me arm� de valor, y ech� mano de mi hucha,
decidido a invitarla al cine. Consegu� charlar con ella durante m�s de media
hora sobre pel�culas y m�sica, pero al final no me atrev� a proponerle nada, y
volv� a casa maldici�ndome a m� mismo por mi cobard�a. Luego� no lo hab�a vuelto
a intentar, convencido como estaba de que no iba a hacer conmigo una excepci�n�


Sal� al sal�n, vestido �nicamente con un pantal�n corto.
Thelma y Natalia se hab�an puesto de punta en blanco, y estaban preciosas. Con
una nueva punzada de celos, pens� que no lo hab�an hecho para m�, sino para
aquel� Joan, como su hermana, era el blanco de todas las miradas y todos los
deseos femeninos, por lo que hab�a o�do decir a las chicas� El s� que hab�a
tenido un par de "rollos" de poca duraci�n. Pero, como "La Estrecha", no se
compromet�a con ninguna, y nadie sab�a que hac�a los fines de semana.


Eva estaba tambi�n que quitaba el aliento. Llevaba una blusa
blanca abotonada por delante, y una falda cortita, sin exageraci�n. Sus cabellos
rubios en dos tonos estaban recogidos en la nuca con una cinta, y me dirigi� una
sonrisa que me derriti�. Y cuando me salud� con dos besos en las mejillas�
�Dioses!, ol�a� no s� como explicarlo. Habr�a dado en aquel momento cualquier
cosa, s�lo por que me sonriera de nuevo. Aunque, bien mirado, no hac�a falta dar
nada, porque segu�a sonriendo, y mir�ndome con sus incre�bles ojos de un verde
m�s claro que los m�os� �Vaya!, que hasta me olvid� por unos momentos de lo que
Thelma y Natalia maquinaban.


(Y las zorritas de mis hermanas me miraban con cara ir�nica.
�Tan transparente era la impresi�n que me produc�a la cercan�a de Eva?). Porque
Joan y mis hermanas hab�an ocupado el sof� de tres plazas, y nos hab�an dejado a
Eva y a m� el de dos.


Minutos despu�s, me hab�a olvidado de los otros tres, y ni
escuchaba su conversaci�n, pendiente como estaba de los labios rellenitos de
Eva, de su piel perfecta, de sus ojos� Durante un rato, estuvimos charlando
sobre nader�as, y contando an�cdotas del Instituto, de los profesores� Bueno, a
decir verdad, Eva hizo la mayor parte del gasto de la conversaci�n, porque yo
ten�a suficiente con sumergirme en el verde aguamarina de sus ojos, que me
devolv�an la mirada sin reticencias.


- �Fuiste al fin a ver aquella pel�cula de la que me
hablaste? �Eva me estaba dirigiendo una pregunta directa, y tuve que hacer un
esfuerzo para salir del embobamiento que me produc�a su cercan�a.


- S�, pero ahora mismo ni recuerdo�


Eva dej� o�r su risa cristalina, y sus ojos chispearon
maliciosos:


- Yo me qued� al fin sin verla. Hab�a esperado que alguien me
acompa�ara, pero nadie se decidi�


��Ser�a posible?. �Me estaba quiz� intentando decir que si yo
se lo hubiera planteado�?. No, no pod�a ser. Ella hab�a dado calabazas a medio
Instituto��.


- Bueno, si lo hubiera sabido, yo te habr�a acompa�ado con
mucho gusto� -acert� a balbucear.


- Pens� que ibas a pedirme que fuera contigo, pero no lo
hiciste�


- Y si lo hubiera hecho, �qu� habr�as respondido? �quise
saber.


Nueva sonrisa de las que me calaban hasta lo m�s profundo.


- Bueno, tengo mucho inter�s en ver una de ciencia-ficci�n
que acaban de estrenar� -la insinuaci�n qued� flotando en el aire.


- �Te parece que vayamos ma�ana domingo? �pregunt� con el
coraz�n batiendo como un tambor.


- Bueno, podemos ir a la sesi�n de las siete�


Mis hermanas se hab�an llevado a Joan hacia el interior de la
casa en alg�n momento, y agradec� en el alma que no estuvieran para ver la cara
de gilipollas que deb� poner. �Ah� es nada!. �Hab�a conseguido una cita con Eva
"La Estrecha"!. �No, mejor a�n!. �Hab�a sido la propia Eva la que me hab�a
empujado a que la invitara!. �Acaso�?. No me atrev�a a pensar en las
implicaciones de aquello.


Al fondo �probablemente en el dormitorio de Thelma- se
escucharon risitas femeninas, acompa�adas de la voz m�s grave de Joan, aunque no
entend�amos lo que dec�an. Eva mir� en aquella direcci�n, y se puso
repentinamente muy seria.


- �Te apetece otra "cola"? �pregunt� para distraer su
atenci�n.


- S�, gracias.


Mientras destapaba la botella en la cocina, pude escuchar uno
de los inconfundibles suspiros de satisfacci�n de Thelma, que me produjo una
nueva punzada de celos. �Verdaderamente, lo de follarse a Joan no hab�a sido una
broma!.


Encontr� a Eva en pi�, mirando hacia el pasillo con un gesto
de indecisi�n.


- Quiz� deber�amos ir con ellos �insinu�.


No pod�a consentirlo de ning�n modo.


- �Bah!, no s� qu� les o� decir de buscar unos apuntes en
Internet para Joan �insinu�.


Eva volvi� a sentarse, pero se qued� muy callada, dirigiendo
de vez en cuando miradas de soslayo hacia la puerta que comunicaba con el
pasillo, de donde segu�an llegando las voces de nuestros hermanos� Finalmente,
se puso de nuevo en pie:


- Creo que voy a ir a ver� -y dej� la frase en el aire,
indecisa.


La tom� de un brazo.


- Es mejor que no lo hagas�


Eva me mir� con los ojos h�medos. Lo dud� un instante, y
quiz� habr�a vuelto de nuevo a sentarse, pero en aquel momento nos lleg� la voz
apagada de Thelma:


- ���Mmmmmmmmm, Joan!!!�


- Tengo que ir� -musit� con la voz quebrada.


- D�jales, Eva �rogu� suavemente.


- T� no lo entiendes�


Y entonces, como un mazazo, me lleg� la revelaci�n: �Eva y
Joan eran amantes!.


La chica se desasi� de mi brazo, y comenz� a caminar hacia el
lugar de donde part�an lo que ahora eran gemidos ahogados. A�n intent�
detenerla. La tom� por la cintura:


- De veras, Eva, es mejor que no vayas.


Me mir� de frente. Dos l�grimas como pu�os corr�an por sus
mejillas, y ten�a una expresi�n de dolor sin l�mites. La segu�, sin hacer ning�n
otro intento de imped�rselo.


Desde la puerta entornada de la habitaci�n de mi hermana
mayor, pudimos contemplar a los tres, completamente desnudos sobre la cama.
Natalia estaba sentada con la espalda apoyada en la cabecera. Thelma, en cuatro,
ten�a la cabeza enterrada entre sus muslos. Y Joan la hab�a penetrado desde
atr�s, y estaba aferrado a sus caderas, foll�ndola r�pidamente. Sent� como una
pu�alada que me traspasaba el pecho. A pesar de todo, me hab�a quedado un
resquicio de esperanza de que finalmente no llevar�an a cabo sus prop�sitos.


Eva huy� hacia el sal�n, y se dirigi� a una ventana, d�ndome
la espalda. No ve�a su rostro, pero sus hombros se contra�an en espasmos
producidos por sollozos silenciosos. Sin saber muy bien qu� hacer, me acerqu�,
la tom� de un hombro y la obligu� con suavidad a ponerse frente a m�. Su llanto
se hizo ahora audible, y enterr� la cabeza en mi pecho. Not� perfectamente la
humedad de sus l�grimas sobre mi piel desnuda, y sent� una ternura sin l�mites.
Me olvid� de la escena que ambos acab�bamos de presenciar, y la abrac�
estrechamente.


- �C�mo ha podido hacerme esto? �se pregunt� a s� misma,
hipando.


Mi mano fue a acariciar su pelo.


- Eva, cielo, tienes que entender que sois hermanos, que una
relaci�n como la vuestra no puede durar para siempre, y que lo natural es que
ambos con el tiempo encontr�is a otra persona �estaba repitiendo casi palabra
por palabra los argumentos de Thelma de unas horas antes.


Eva alz� la cara ahora hacia m�, con los ojos enrojecidos e
hinchados por el llanto, y una expresi�n de horror en su precioso rostro:


- �C�mo sabes�?.


Nos miramos fijamente durante muchos segundos. Ella debi�
contemplar mis ojos humedecidos, y mis facciones desencajadas. Y al fin, la
revelaci�n se abri� paso en su interior:


- Vosotros tambi�n� -murmur� casi como para s�-. Entonces t�,
Alex�


Pas� sus brazos en torno a mi espalda, y me abraz�
estrechamente.


- �Pobre Alex! �murmur� en mi o�do-. T� est�s pasando lo
mismo que yo�


Me mir� de nuevo, con el rostro a pocos cent�metros del m�o,
y nos mantuvimos as�, con los ojos prendidos en los otros ojos durante mucho
tiempo. No s� de qui�n fue la iniciativa, pero nuestros labios se encontraron en
un largo beso, y ya solo �ramos Eva y yo, olvidados de todo lo que no fuera la
incre�ble sensaci�n de nuestros cuerpos estrechamente unidos en un abrazo con el
que quer�amos infundir al otro consuelo y amor.


Cuando finalmente nos separamos, mis dedos desabrocharon
lentamente los botones superiores de su blusa, y Eva, despu�s de un intento
inicial de apartarse, sonri� con tristeza y me dej� hacer. Bes� el hueco de su
cuello, y el inicio de uno de sus pechos. Y entonces vi en su rostro un gesto de
determinaci�n, que m�s adelante tendr�a otras muchas ocasiones de contemplar.


- Ll�vame a tu habitaci�n, Alex �murmur� con la voz quebrada.


- As� no, Eva. No quiero que lo hagas por simple despecho�


Me sonri� de nuevo, mientras ella misma acababa de
desabrochar su blusa.


- Eres un tonto de lo m�s encantador, �sabes?. T� mismo lo
has dicho hace unos instantes: tenemos que vivir otras experiencias, con otras
personas�


��Dioses, los pechos de Eva!. Altos y firmes, desnudos bajo
la blusa abierta, con peque�as ar�olas rosadas coronadas por dos botoncitos
enhiestos�.


T�midamente, con miedo, recorr� suavemente con la punta de
los dedos aquellas maravillas de dureza y suavidad. Eva acept� la caricia con
los ojos entornados. Ya no hab�a dolor en su rostro, sino expectaci�n y� casi no
me atrev�a a creerlo, tambi�n deseo. Sus manos fueron a mis tetillas, y amas�
mis propios pezones entre sus dedos �ndice y pulgar.


Yo estaba como en trance, sin terminar de creer que aquello
no fuera uno de mis sue�os h�medos. �Estaba a punto de hacer el amor con Eva "La
Estrecha"!, el objeto de todos los deseos, de seguro la inspiradora de cientos
de masturbaciones de mis frustrados compa�eros de clase.


La pasi�n se desbord� en ambos. Estrechamente abrazados, nos
mord�amos m�s que besarnos, mientras la conduc�a a peque�os pasos hacia mi
habitaci�n. Sent�a en mi pecho la presi�n de sus senos, y mis manos recorr�an la
tersura de la piel de su espalda.


Se sent� en mi cama, mientras yo me despojaba a tirones de mi
pantal�n corto, �nica prenda que llevaba encima. La tom� de una mano, para
ponerla en pie. La blusa se desliz� por sus hombros, y ella estir� los brazos,
dej�ndola caer al suelo, a su espalda. Con dedos temblorosos, desabroch� el
corchete y descorr� la peque�a cremallera en la parte trasera de su cintura, con
lo que la falda qued� arrugada a sus pies. Debajo, un m�nimo pantaloncito de
encaje blanco, que sigui� r�pidamente el mismo camino que el resto de su ropa.
Eva se abraz� de nuevo a mi cuerpo, ruborizada:


- No me mires, por favor. Me da mucha verg�enza�


Ahora, la totalidad de su cuerpo estaba disponible para mis
manos ansiosas, que lo recorrieron en su integridad. Sus nalgas como de seda.
Sus caderas. De nuevo sus pechos enhiestos, ahora con los pezones muy abultados,
fueron el objetivo para las palmas de mis manos abiertas. El maravilloso cuerpo
de Eva temblaba entre mis brazos, recorrido por peque�os escalofr�os.


Ahora fui yo el que se sent� en la cama, atray�ndola hacia
m�. Por primera vez, me fue dado contemplar su vientre plano, y su pubis
cubierto de un vello cort�simo, rubio como sus cabellos. Ella me tap� los ojos
con una mano, mientras se acomodaba sentada a horcajadas en mis muslos. Mi
erecci�n qued� oprimida bajo su sexo, y sent� perfectamente la humedad de su
excitaci�n.


Inclin�ndome, atrap� uno de sus pezones entre mis labios, y
recorr� la enhiesta rugosidad de su pez�n con mi lengua. Eva ten�a las manos en
mi nuca, y la cabeza ligeramente echada hacia atr�s. Y gem�a suavemente, sin
duda embargada por el mismo deseo que me estaba consumiendo ya.


A�n me demor� no s� cuanto tiempo, besando su cuello, el
hueco tras sus orejas, el inicio de su pecho� y sus labios, que se entreabrieron
permiti�ndome saborear la miel de su saliva, con nuestras lenguas enredadas.


Cuando introduje la mano entre nuestros dos cuerpos, asiendo
mi erecci�n, Eva levant� el trasero ligeramente, para facilitar mi penetraci�n.
Mi pene se introdujo en su cuerpo con absoluta facilidad, hasta el fondo, como
si no fuera la primera vez que nuestros cuerpos desnudos se encontraban.


De modo inmediato, comenz� a oscilar levemente su pelvis
adelante y atr�s, mientras sus labios mord�an indoloramente mis mejillas, mi
frente, mi nariz, mis hombros� Sus gemidos se convirtieron en leves quejidos de
placer, y se estremeci� en las primeras contracciones de su orgasmo. Sus
movimientos se hicieron m�s r�pidos, elevando y bajando su culito cada vez m�s
deprisa. Su boca entreabierta exhalaba ya peque�os chillidos r�tmicos, que
segu�an los impulsos de su pelvis, que oscilaba ya descontroladamente.


Finalmente, con un largo gemido, empuj� fuertemente con sus
caderas haciendo la penetraci�n a�n m�s profunda, y luego se quedo muy quieta,
jadeante.


Yo no me hab�a corrido a�n, pero estaba en el mismo l�mite.
Me qued� quieto, sin embargo, disfrutando del abrazo de Eva, de su maravillosa
sonrisa de satisfacci�n, de la sensaci�n de mi pene oprimido por su estrecha
vagina�




- �Qu� est�is haciendo? �tron� la voz de Joan desde el quicio
de la puerta.


�Inteligente pregunta �pens� ir�nicamente-. Un chico y una
chica desnudos y abrazados sobre una cama� Esperando el autob�s, sin duda�.


Alc� la vista. Joan, con cara de ira, nos miraba flanqueado
por mis dos hermanas, y los tres continuaban completamente desnudos. Durante
unos segundos, nadie se movi� ni habl�. Advert� que Joan, aunque unos pocos
cent�metros m�s alto, era menos musculoso que yo, y ten�a los hombros algo m�s
estrechos. Y otra cosa: �su "minga" era m�s corta que la m�a!.


En una situaci�n as�, lo propio habr�a sido que mi erecci�n
disminuyera. Pero sucedi� exactamente lo contrario. Un espasmo de placer se
extendi� desde mis test�culos por todo mi cuerpo.


��Oh no dioses, ahora no!. �Voy a correrme delante de ese
energ�meno!�.


Trat� desesperadamente de pensar en otra cosa, para evitar lo
que parec�a inevitable ya. Quiz� lo habr�a conseguido, o quiz� no, pero no hubo
caso: otra vez, el rostro de Eva adopt� un gesto de desaf�o, con los labios
fruncidos y la barbilla adelantada, la vista fija en su hermano. Se dej� caer
hacia atr�s, sosteni�ndose con los brazos extendidos a su espalda. Se apoy� en
los talones, flexionando las piernas, y comenz� a elevar y bajar su culito. Como
los tres espectadores, contempl� por primera vez su sexo, el anillo de carne de
la entrada de su vagina abrazado a mi pene, que entraba y sal�a al impulso de
sus empujones.


Al segundo impulso, mi eyaculaci�n brot� imparable. Y Eva
comenz� otra vez a gemir, experimentando de nuevo un intenso y largo orgasmo.


Nos quedamos muy quietos. La cara de Joan era un poema, rojo
de ira, y con la barbilla temblorosa de pura rabia.


�Ahora es cuando me arrima dos hostias �pens�-�.


Efectivamente, hizo un intento de avanzar hacia nosotros, con
los pu�os apretados, pero Thelma le sujet� por la cintura, suave pero
firmemente:


- Ven, Joan �susurr�-. Deja a los chicos, y volvamos a mi
habitaci�n�


A�n se volvi� desde el quicio de la puerta, dirigiendo hacia
m� una mirada rencorosa, pero finalmente se dej� llevar. Natalia se demor� unos
segundos, mir�ndonos con expresi�n indescifrable. Luego, dio media vuelta y nos
dej� solos.




Durante mucho tiempo, Eva y yo nos mantuvimos estrechamente
abrazados, tendidos de costado en la cama. Yo no me cansaba de besar todo su
rostro, a�n incr�dulo de tenerla as�, desnuda a mi lado.


En un instante determinado, ella introdujo una mano entre
nuestros dos cuerpos, y asi� mi pene, con el que juguete� entre los dedos,
mientras me miraba con una expresi�n� �Joder!, yo hab�a visto la lujuria y el
deseo satisfecho en los rostros de mis hermanas, pero aquello era otra cosa.
Casi no me atrev�a a pensarlo pero, si no era amor lo que ve�a� No, era
imposible. Yo hab�a sido para ella uno m�s de la clase hasta aquel d�a. Seguro
que no me hab�a dirigido dos miradas seguidas siquiera. Deposit� un suave beso
en uno de sus o�dos.


- �Sabes que durante mucho tiempo te he deseado, sin
atreverme nunca a hablarte? �musit�.


Ella me mir� con los ojos brillantes:


- �Sabes que habr�a dado algo porque aquella ma�ana te
hubieras atrevido a proponerme salir contigo?.


Me sent� a�n m�s est�pido que hac�a un rato.


- Pero� balbuce�. T� has rechazado cualquier intento de los
otros chicos� Yo pens�


Se puso seria, y su rostro fue por unos instantes como cuando
una nube tapa el sol.


- Calla, y hazme el amor�


Advert� con sorpresa que mi pene se hab�a endurecido de nuevo
entre sus dedos, preparado para un nuevo encuentro. Eva se tendi� boca arriba,
mostr�ndome ahora sin reticencias su sexo entre las piernas muy abiertas. La
penetr�, y de nuevo experiment� la dicha de su entrega, y sent� un infinito
placer mientras Eva "La Ardiente" se debat�a debajo de m�, en un nuevo orgasmo
que se prolong� mucho tiempo�





La se�al que indicaba que est�bamos entrando en Platja D�Or,
el pueblo en el que �bamos a disfrutar de 15 d�as de vacaciones de sol y playa,
me sac� de mi enso�aci�n.


En contra de lo que cab�a suponer, -dada la edad que ten�amos
cuando ocurri� lo que acababa de rememorar-, aquello fue solo el inicio de algo
que a�n se manten�a. Thelma termin� cas�ndose con Joan, y un par de a�os despu�s
que ellos, Eva y yo tambi�n contrajimos matrimonio. S�lo Natalia se manten�a
soltera, aunque hab�a tenido un corto romance hac�a tiempo, adem�s de los dos
a�os de tempestuosa relaci�n con Luis, del que se hab�a separado definitivamente
hac�a unos d�as.


�Jajaja!, a�n de vez en cuando recordamos el silencio que se
hizo en el aula cuando, al inicio del curso siguiente, aparecimos Eva y yo
tomados de la mano. En cierto modo me convert� en una especie de h�roe, aunque
las miradas envidiosas de los chicos no me dejaron ninguna duda acerca de lo que
pensaban del "mono" �ese era mi apodo- que hab�a conseguido lo que ninguno
antes: hacerse novio de "La Estrecha". �Las chicas?. Se me disputaron desde
aquel d�a, y hubiera podido -de haberlo querido- follarme a cualquiera de ellas
(a pesar de la risue�a advertencia de Eva: "si yo me entero de que te has
acostado con alguna de esas pelanduscas, �te la corto!").


(Bueno, s� me foll� a Olivia y a Nines, pero aquello fue casi
una violaci�n, en la que yo fui el violado. Y es que, �a ver si alguno de
vosotros se habr�a resistido, con Eva de vacaciones familiares, si dos bellezas
como aquellas te llevan a sus casas y, a modo de aperitivo, se quitan las
braguitas y te las ponen en la mano �Olivia- o se desnudan ante ti sin
"cortarse" para nada �Nines-!).


Las relaciones entre hermanos no se interrumpieron despu�s de
aquello. Antes al contrario, insensiblemente fueron derivando hacia otra cosa, y
finalmente, se hicieron habituales las sesiones de sexo en las que
particip�bamos los cinco juntos, a poco que encontr�ramos la ocasi�n �que,
cuando Joan y Thelma tuvieron su propia casa, no hab�a que buscar demasiado-.


Estoy profundamente enamorado de Eva, pero ello no es
obst�culo para que no sienta reparo alguno en contemplarla desnuda entre los
brazos de su hermano, mientras Thelma a su vez hace el amor conmigo de la forma
ardiente que le es habitual. Y Natalia �que humor�sticamente se denomina a s�
misma "la hermana comod�n"- folla indistintamente con Joan y conmigo, aunque
parece tener preferencia por m�. Y ello me preocupa, sobre todo desde el d�a en
que, en tono de broma, dijo que yo era su �nico amor. Pero su rostro me hizo
dudar de si verdaderamente lo dec�a en serio. Eso, sin contar con el hecho de
que no parece "cuajar" ninguna relaci�n estable.


A Eva le cost� un poco aceptar los avances de mis hermanas, a
las que sigue gustando practicar el sexo entre ellas. Pero una vez vencidos sus
reparos iniciales, se ha aficionado tambi�n a permitir que Thelma, Natalia, o
las dos a la vez, le "den lengua" a modo. Y Eva no se queda manca, porque, en
palabras de la desvergonzada de Natalia, "hace unas comidas de co�o divinas".


Los �nicos que a�n nos resistimos somos los varones, aunque
un d�a se pusieron cabezotas, y al final nos retrataron desnudos y abrazados. A
los dos nos da mucho reparo �m�s a m�, porque no me gusta en absoluto lo del
sexo anal, ni siquiera con una mujer, aunque a Joan no parece importarle tanto;
de hecho, Thelma nos ha pedido en alguna ocasi�n una doble penetraci�n, en la
que es siempre su marido el que "entra por la puerta de atr�s"-. Pero no
descarto que alg�n d�a, si las chicas insisten mucho� No s�, no s�.


Thelma me sonr�e desde el asiento del conductor, en el que me
relev� hace como 200 km. Joan y su hermana ocupan las plazas traseras, y Eva
est� dormida, con la cabeza recostada en su hombro.


Thelma frena ante la agencia inmobiliaria, donde
milagrosamente hay hueco para estacionar. Introduzco una mano entre sus muslos,
y la acaricio unos instantes. Una pareja de ancianos que pasaba ha visto la
maniobra, nos miran escandalizados, y se alejan moviendo la cabeza con
reprobaci�n. �Y eso que no saben!...


Estoy impaciente por ver a Natalia. Ella ha viajado
directamente desde Le�n, donde ha vivido los dos �ltimos a�os, y qued� en
esperarnos en la agencia. Nada m�s entrar, se levanta chillando del sof� donde
estaba sentada, y se abraza a m�, llorando y riendo a la vez. Est� preciosa,
aunque un poco m�s delgada de c�mo la recordaba. Me besa en la boca, sin
molestarse lo m�s m�nimo por la mirada de los empleados. Luego, saluda a los
dem�s, aunque ahora s�, se "corta" y los besos son en las mejillas.


Lleva un vestido gris de una pieza, con escote cuadrado que
s�lo permite vislumbrar el inicio del canal entre sus senos (ahora los tiene m�s
grandes que ninguna de las otras dos chicas) y cerrado a la espalda �donde el
escote es m�s pronunciado- por una botonadura que lo recorre de arriba abajo.


Ahora me siento atr�s, entre Thelma y Natalia, que sigue
abrazada a mi cuerpo, cotorreando por los codos. Eva conduce, y Joan ocupa la
otra plaza delantera. La mujer de la agencia nos precede en su utilitario, para
mostrarnos el camino.


Ya dentro del apartamento, la se�ora nos acompa�a en un
recorrido por todas las habitaciones, mir�ndonos con suspicacia. Y es que no es
para menos. En los pocos minutos que lleva con nosotros, ya ha visto como se
formaban lo que yo llamo en broma "parejas fluctuantes", y no sabe a qu� carta
quedarse. Joan (que siempre act�a de "hermano mayor") le ha presentado a Thelma
como su esposa, pero unos segundos despu�s, era Eva la que estaba abrazada a su
cintura.


La empleada est� en la cocina, comprobando el inventario de
loza y cristaler�a ante Joan y Thelma. Natalia se ha quedado en el quicio de la
puerta, y yo tras ella. Desabrocho un par de botones a la altura de sus nalgas,
e introduzco la mano por la abertura. �Sorpresa!. Mi hermana sabe que me "pone"
enormemente la consciencia de que una mujer est� desnuda bajo el vestido, y no
lleva ropa interior. Mis dedos recorren su vulva ya h�meda y �nueva sorpresa!,
completamente depilada.


Eva nos hace un gesto de reconvenci�n, y se coloca ante
Natalia, de modo que la mujer no pueda ver lo que sucede a la entrada de la
cocina. Por fin se marcha, y mi hermana se separa de m�. Tiene todos los botones
desabrochados de cintura abajo, y por la abertura muestra sus nalgas redonditas
y elevadas.


Cuando Joan y yo terminamos de acarrear las maletas de los
cinco �demasiada ropa, teniendo en cuenta que con toda seguridad andaremos los
cinco desnudos por la casa en los pr�ximos quince d�as-, no veo a Natalia por
ninguna parte. Estoy muy empalmado, y deseando hacerle el amor. Veo el vestido
gris tirado en el suelo, a la puerta del dormitorio que tiene dos camas gemelas,
y entro. Natalia est� desnuda sobre una de las camas, abierta de piernas, y
frot�ndose el sexo con una mano, mientras que con la otra se acaricia los senos.


Me desnudo r�pidamente, me tiendo sobre ella, y la penetro
inmediatamente. Tengo verdadera ansia de su cuerpo, que hace casi dos a�os que
no he podido disfrutar, y me doy cuenta de que no voy a durar mucho.


Hay un revuelo a nuestro lado, en la otra cama. Eva y Joan se
est�n desnudando mutuamente, con urgencia. El hombre se sienta en el borde del
lecho, y su hermana se pone a horcajadas sobre �l. No he visto en qu� momento la
ha penetrado, pero cuando se tumban, ella encima, contemplo como el pene de mi
cu�ado �que sigue siendo m�s peque�o que el m�o, aun en erecci�n- entra y sale
r�pidamente de la vagina de Eva.


Thelma contempla la escena, y finalmente se encoge de
hombros. Se quita la camiseta, los pantalones cortos, y se sube sobre la cama
donde estamos follando Natalia y yo, "vestida" �nicamente con un tanga negro
min�sculo. Con cara de malicia, la desliza muy despacio hacia abajo por sus
piernas, y contemplo de nuevo la maravilla de su sexo tapizado de un vello
oscuro muy cortito, inexistente en las ingles. Apoya su trasero sobre la
cabecera de la cama, con una exageradamente c�mica expresi�n de lujuria en su
rostro, y separa sus labios mayores con dos dedos. Elevo mi tronco apoyado sobre
las manos, mientras contin�o foll�ndome a Natalia, que ya comienza a debatirse
debajo de m�, gimiendo a un paso del orgasmo.


Mis labios se cierran sobre el cl�toris de Thelma, que acoge
la caricia con uno de sus largos suspiros. Me estoy corriendo, mientras Natalia
chilla sin control, estirando y flexionando espasm�dicamente las piernas en lo
que parece un cl�max intens�simo. Introduzco la lengua en la vagina de Thelma,
que recibe la caricia con un estremecimiento de todo su cuerpo. Natalia se ha
quedado muy quieta, moment�neamente saciado su deseo, y ahora puedo dedicarme
por entero al sexo de nuestra hermana. Me sostengo con las manos aferradas a sus
nalgas, mientras mi lengua recorre la totalidad de su abertura, insistiendo en
el cl�toris inflamado.


Y, mientras Thelma comienza a gemir en los estertores de su
orgasmo, escucho indistintamente a mi lado los peque�os chillidos r�tmicos de
Eva, y los gru�idos de placer de su hermano Joan�




Dentro de poco tendremos que tomar alguna precauci�n, porque
Thelma y Joan han decidido tener un hijo, y digo yo que querr�n estar seguros
acerca de qui�n es el padre. Aunque, como dijo humor�sticamente mi hermana
cuando hablamos de ello, "en realidad no importar�a demasiado que en lugar de
Joan Jr. fuera Alex II, porque al fin y a la postre, todo quedar�a en familia"�


F I N




A.V. Septiembre de 2004


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