LA BODA
Aquel d�a se celebraba la boda de mi prima y me hab�a
comprado para la ocasi�n un precioso vestido largo de seda con la espalda
descubierta al completo. Mis pechos eran redondos y turgentes y no necesitaba
usar sujetador. El vestido marcaba mi atractiva silueta y era de un color verde
pistacho que resaltaba mi bronceado.
Hac�a tiempo que esperaba este acontecimiento. Iba a venir
familia desde diferentes rincones de la pen�nsula y estaba ansiosa por
saludarles a todos. Llevaba a�os sin ver a algunos de mis t�os y de mis primos,
incluso a algunos de ellos pr�cticamente no les conoc�a.
La �ltima vez que vi a mi primo Ra�l yo ten�a aproximadamente
12 a�os y �l ten�a dos menos que yo. Fue en unas vacaciones en que nos juntamos
las dos familias en el pueblo de nuestros abuelos. Le recuerdo como un ni�o
menudo, con unos ojos verdes inmensos y el pelo rubio ensortijado. Entre �l y yo
surgi� una bonita complicidad que dio paso a un intercambio de correspondencia y
que ha durado hasta el d�a de hoy.
Siempre nos hemos escrito largas cartas en las que nos
cont�bamos todo sin rodeos, sin embargo, curiosamente nunca hablamos por
tel�fono ni nos enviamos fotos. Por este motivo estaba muy impaciente por verle.
Sab�a todos los pormenores de su vida, pero sin embargo no hab�a escuchado nunca
su voz de hombre ni hab�a visto su cara de adulto.
Cuando llegamos a la ceremonia no hac�a otra cosa que mirar a
un lado y a otro. Salud� a infinidad de familiares, pero nadie respond�a a su
nombre. Empec� a pensar mil cosas, quiz�s no hab�a venido, o su avi�n hab�a
llegado con retraso, o quien sabe si hab�a demasiada gente y aparecer�a en
cualquier momento!
La ceremonia se me hizo eterna. Mi cabeza daba vueltas y
vueltas pensando en lo que pod�a haber pasado. No hac�a m�s que mirar a todas
partes provocando el consiguiente malestar de mi madre. Cuando salimos de all�
fuimos todos juntos a tomar algo antes de ir al restaurante. Ra�l segu�a sin
aparecer y por alg�n motivo que no alcanzaba a comprender no quer�a preguntar a
nadie por el motivo de su ausencia.
La cena se celebraba en un amplio restaurante donde
habitualmente se ofrecen este tipo de banquetes. Al fondo del comedor se
encontraba la mesa presidencial decorada con flores y las mesas de los invitados
se extend�an a lo largo del comedor. Cada una de ellas estaba destinada a 10
comensales dispuestos uno enfrente de otro y estaban decoradas con centros
florales y manteles blandos hasta el suelo.
Al ver mi mesa observ� con asombro que el lugar que Ra�l
deb�a ocupar era en otra mesa que se encontraba justo enfrente de la m�a y esto
me permitir�a verle sin ninguna dificultad. Pero todav�a no hab�a llegado.
Comenz� la cena y cuando ya est�bamos degustando el segundo
plato llegaron tres personas con retraso. Eran Ra�l y sus padres profundamente
disgustados y disculp�ndose ante todo el mundo. Su avi�n hab�a sufrido un
important�simo retraso y les hab�a sido imposible llegar a la hora.
Observ� a Ra�l silenciosamente durante toda la velada.
Manten�a la expresi�n infantil de sus ojos verdes, sin embargo su cabello se
mostraba m�s lacio y oscurecido. Su cuerpo se hab�a desarrollado y bajo la
chaqueta se adivinaban unos hombros anchos y fuertes. Al momento me result� un
hombre francamente atractivo y, por lo que pude ver, con una fluida
conversaci�n.
Estaba deseando acercarme a saludarle, pero al mismo tiempo
disfrutaba observ�ndole desde la distancia. Un instante me pareci� que detuvo su
vista en m� �Acaso me hab�a reconocido? �Se sentir�a de la misma manera que yo
por nuestro reencuentro?
Una vez saboreados todos los platos aparecieron dos camareros
con una tarta gigante de varios pisos cubierta de merengue. Los novios
procedieron a los rituales oportunos y comenz� el baile. Fue en ese momento
cuando Ra�l se acerc� a m�. Nos miramos directamente a los ojos y no supimos que
decirnos. Al verle de cerca me di cuenta de que era el hombre m�s atractivo que
hab�a visto en mi vida. Comenzamos a bailar el vals inicial sin mediar palabra.
Sent� su cuerpo pegado al m�o produciendo en m� una extra�a sensaci�n.
No nos separamos en toda la noche. Todos los invitados se
mostraban animados bailando cualquier tipo de m�sica que les pusieran, cantando
a coro y riendo. Sin embargo, daba igual la m�sica que sonara que nuestros
cuerpos permanec�an tan pegados como al principio.
Poco a poco empec� a notar que Ra�l me empujaba hacia un
lugar m�s alejado y yo me dejaba guiar. As� llegamos a una amplia terraza desde
donde se escuchaba la m�sica y el ruido de la gente y donde continuamos bailando
durante largo rato. De esta manera goz�bamos de m�s intimidad a pesar de que
algunos de los invitados hab�an salido a conversar o a tomar el aire.
Ra�l comenz� a abrazarme con m�s fuerza. Yo no pod�a creer lo
que estaba pasando, era mi primo y sin embargo me encantaba la manera en que me
miraba y me abrazaba. Yo no pod�a quitar mis ojos de los suyos y adivinaba en �l
una extra�a expresi�n. Poco a poco comenz� a acariciar mi espalda y a acercar
sus labios a mi cuello roz�ndolo ligeramente. Mi cabeza me dec�a que me ten�a
que ir de all�. Aquello era un acto prohibido y cualquiera nos pod�a ver! Pero
una fuerza indescriptible me imped�a marcharme.
Abrac� a Ra�l por detr�s del cuello y acerqu� mis labios a
los suyos hasta el punto de que pude sentir su aliento. �l continuaba
acariciando mi espalda e iba bajando sus manos poco a poco hasta llegar al lugar
exacto donde terminaba mi pronunciado escote trasero. Comenz� a acariciarme con
la punta de sus dedos por el contorno del vestido y poco a su mano fue entrando
por debajo de la seda. Sent� todo el recorrido hasta llegar a uno de mis prietos
y redondos gl�teos donde se detuvo durante largo rato.
Mientras tanto su otra mano acariciaba mi cuello y me
manten�a a escasos cent�metros de sus labios. Yo sent�a su erecci�n a la altura
de mi vientre. Con una mano le acariciaba la espalda con la otra introduc�a los
dedos por entre los botones de su camisa intentando descubrir algo nuevo. Los
dos sud�bamos copiosamente y pude notar c�mo su camisa blanca y mi vestido de
seda hab�an quedado adheridos a nuestros cuerpos excitados.
Ahora �l jugaba con mis pezones y yo lam�a su cuello. Hac�a
un buen rato que nos hab�amos olvidado de la m�sica y del resto de los
invitados. Ambos nos hab�amos concentrado sin preocuparnos de miradas
indiscretas.
De repente Ra�l me agarr� la cara con las dos manos y me dio
una largo y c�lido beso. Sent� su lengua entrar dentro de mi boca y recorrer
todos los recovecos. La punta de mi lengua jugaba con la suya y mis manos
sujetaban sus manos impidiendo que aquello no terminara nunca. Acto seguido me
agarr� de la mano y me llev� hacia el comedor.
Pens� que todo hab�a terminado! Tan solo hab�a sido un bonito
y sensual encuentro entre dos primos que se ten�an un inmenso cari�o. La m�sica
segu�a sonando a tope y los invitados segu�an bailando y riendo. Ra�l me llev�
hacia una de las mesas al final del comedor y ante mi asombro vi como se met�a
debajo y tiraba con fuerza de mi brazo con una sonrisa p�cara en los labios. No
lo pod�a creer! De pronto estaba con mi primo debajo de una mesa cubierta por un
mantel y rodeados de toda nuestra familia completamente ajena a lo que estaba
pasando.
Nos miramos a los ojos y comenzamos a besarnos como dos
animales. Nuestras lenguas jugaban animosamente entre s� mientras
mordisque�bamos nuestros labios sin parar y nuestras manos comenzaban a palpar
sin control el cuerpo del otro. La situaci�n era extra�a, no sab�amos en qu�
postura ponernos, pero aquello no nos imped�a seguir con nuestra actividad.
Mi primo levant� mi vestido hasta la cintura y dej� al
descubierto mis bonitas y torneadas piernas y mi peque�a braguita roja de sat�n
que tan solo cubr�a mi concha. Yo desabrochaba su camisa mientras mis labios
besaban primero su pecho, luego su abdomen y iban descendiendo a medida que iba
desabrochando botones hasta que consegu� desprenderle de su camisa. Para
entonces sus dedos hab�an retirado mis bragas y acariciaban mi pubis rasurado.
Yo inconscientemente abr�a mis piernas todo lo que pod�a y sent�a arder mis
entra�as. Separ� mis labios vaginales con ambas manos de manera que mi co�o en
forma de flor qued� completamente abierto y a su disposici�n. En ese momento
puso su cabeza entre mis piernas, sac� su lengua y comenz� a lamerlo
apresuradamente. Yo segu�a manteniendo mis labios abiertos para aumentar la
sensaci�n de placer. Ve�a los pies de invitados y camareros por debajo del
mantel, pero era como si no los viera. Estaba disfrutando como una loca del
momento m�s er�tico de mi vida y incluso el hecho de follar rodeada de mi
familia me excitaba a�n m�s.
Ra�l literalmente se estaba comiendo mi co�o mientras uno de
sus dedos entraba y sal�a r�tmicamente de mi cueva y el otro acariciaba mis
tetas. Yo sujetaba su cabeza y gem�a hist�ricamente quedando mis gritos ahogados
por el estruendo de la m�sica.
Me despoj� por completo de mi vestido y una vez que Ra�l hubo
finalizado con mi co�o le quit� los pantalones y toda su ropa interior y pude
ver ante mis ojos la polla m�s grande que hab�a visto en mi vida. Ra�l se sent�
con las piernas abiertas y yo a cuatro patas la met� en mi boca y comenc� a
lamer su capullo mientras �l trataba de empujar y yo palpaba ansiosamente sus
huevos. Sent�a su sabor salado y su polla era tan grande que casi me llegaba
hasta la garganta. Mi cabeza se mov�a r�tmicamente y ahora era �l quien gem�a
con los ojos cerrados mientras con el brazo estirado sobaba mi culo.
Lleg� un momento en que pens� que Ra�l se iba a correr, pero
fue entonces cuando retir� la polla de mi boca y me ayud� a tumbarme en aquel
espacio tan reducido. Hac�a un calor insoportable y el olor de nuestros cuerpos
a sudor nos volv�a todav�a m�s lujuriosos.
Ante mi asombro sac� medio cuerpo de la mesa y reapareci� con
dos enormes trozos de tarta que alg�n invitado hab�a dejado sin probar. Comenz�
a restregar los dos trozos de tarta por todo mi cuerpo y una vez que estuve
completamente cubierta de nata se puso a cuatro patas con sus piernas a ambos
lados de m� y comenz� a chupar mi cuerpo fren�ticamente mientras tres de sus
dedos entraban y sal�an de mi vagina. Yo cerr� los ojos y me dej� sentir. De vez
en cuando met�a sus dedos cubiertos de nata en mi boca para que yo la saboreara.
Primero sabore� mi cuello, despu�s fue bajando y parec�a
disfrutar especialmente con mis pezones endurecidos, acariciaba mis tetas con
gran placer mientras segu�a disfrutando del sabor dulce sobre mi estomago y
despu�s sobre mi vientre. Continu� hasta que dej� mi cuerpo completamente libre
de nata dejando mi co�o para el final, donde hab�a depositado una gran cantidad.
Una vez se la hubo comido toda meti� su polla con fuerza
dentro de m�. Sus embestidas eran fuertes y mis jugos comenzaron a salir de una
manera tan copiosa que los notaba recorrer mis piernas. Su cara estaba
completamente pegada a la m�a y entre el ruido consegu�a escuchar sus gemidos
r�tmicos. Mis manos recorr�an sus gl�teos y su espalda y mordisqueaba sus labios
sensuales con ansiedad.
Cuando yo estaba al borde de estallar Ra�l sac� su polla y me
volte� hasta ponerme boca abajo. Agarr� mis caderas con sus manos y las elev�
hasta ponerme a cuatro patas. Comenz� a recorrer con la punta de sus dedos el
trayecto que va desde la fuente de mis jugos hasta el ano y introdujo su dedo
ligeramente dentro del orificio. Una vez que este estuvo bien lubricado con mis
propios l�quidos se inclin� sobre m� de manera que yo sent�a su aliento sobre mi
nuca y meti� ligeramente la punta de su polla en mi culo. Una vez ensartada las
embestidas se hac�an paulatinamente m�s fuertes hasta que sent� todo su enorme
miembro dentro de m� y sus manos sujetando mis caderas. El placer era inmenso,
yo me sent�a como una gata en celo y �l me penetraba de una manera tan salvaje
que me hac�a enloquecer. Los dos gritamos como energ�menos hasta que nuestros
cuerpos estallaron de placer y sent� su leche caliente recorrer mi interior.
Los dos nos quedamos extenuados casi sin poder hablar. Nos
mir�bamos y trat�bamos de recuperar el ritmo normal de nuestra respiraci�n
mientras la m�sica continuaba y nuestra familia se divert�a a escasos metros de
donde nosotros acab�bamos de consumar un acto prohibido. De repente, cuando
empezaba a volver en m�, sent� un tierno beso en la mejilla y una voz que nunca
antes hab�a escuchado me dijo: "Me alegro de volver a verte, Raquel".