Relato: Mam� y los chicos Despu�s de mucho tiempo he decido contarles como fue
evolucionando mi espionaje sobre la vida sexual de mi madre. Quienes hayan le�do
mis anteriores relatos sabr�n que durante mi adolescencia descubr� la vida
sexual de mi madre y la complacencia de mi padre al entregar a mam� a los
placeres de otros hombres y, a veces presenciar, �l mismo el sometimiento de
ella a otros se�ores.
Segu� espiando a mi madre hasta cumplir los veinticinco a�os.
En esos casi diez a�os observe la transformaci�n f�sica de mi madre, que dejo
atr�s ese atractivo look juvenil para convertirse en una muy atractiva se�ora de
cuarenta y algo?? Esto era lo que siempre disparaba comentarios elogiosos sobre
su figura ya que si bien sab�an que ya no era tan joven tampoco pod�an creer
(nadie, o mejor dicho todos) que tuviera m�s de cuatro d�cadas.
A�n despu�s del fallecimiento de pap� sigui� desarrollando
sus actividades sexuales en una suerte de clandestinidad ya que el personaje que
hab�a creado de viuda de buen pasar, se�ora de su casa y madre ejemplar, era
fundamental para sus relaciones comerciales y, como me confi� con lo a�os,
constitu�a un atractivo especial para sus eventuales amantes quienes tomaban una
especie de reto al intentar montarse a una mujer de esa actitud.
Como les dec�a, en esos a�os esp�e a mi madre siendo
penetrada por todos los orificios de su cuerpo, la vi masturbarse con distintos
objetos, la escuche pedir a los gritos "m�s pija" , presenci� encuentros
l�sbicos, juegos con mi padre y con amigos, me masturb� hasta la extenuaci�n
recordando como hab�a sido penetrada por pijas, dedos, lenguas, la observ�
deleitarse al tragar las leches de cuanto hombre pod�a, la segu� en sus devaneos
buscando ofrecerse con lascivia, entregarse a humillaciones a manos de perfectos
extra�os. El frenes� que alcanzaba durante mis evocaciones era de tal magnitud
que me llev� demasiado tiempo descubrir cual era la esencia de mi placer; el
recuerdo de las im�genes de ella ocupaban el centro de mi mente, imaginar que
era yo quien la somet�a y penetraba, que eran mis leches las que tragaba fue
durante mucho tiempo fantas�a m�s querida.
La �ltima vez que disfrut� de espiar a mi madre cogiendo
desaforadamente, fue a pocos d�as de mi cumplea�os (el veinticinco) cuando se
supon�a que yo estaba en el piso de Buenos Aires, ya que ella hab�a quedado a
pasar el fin de semana en la quinta (que a�n conservamos) en la pcia de Buenos
Aires. Suponiendo que su permanencia "sola" respond�a al encuentro con alg�n
amante, volv� con toda discreci�n sobre el fin de la tarde y me escabull� en la
casilla de las herramientas a esperar la oportunidad para mirar.
Al cabo de un rato, cuando se encendieron las luces
autom�ticas del jard�n, decid� acercarme a la ventana posterior para
"investigar" y lo �nico que pude ver fue a mi madre que avanzaba hacia la
heladera y retiraba algunas botellas de cerveza, lo cual me extra�o sobremanera
ya que ella no beb�a. Con las precauciones del caso fui rodeando la casa hasta
ubicarme bajo un gran helecho que estaba junto a los ventanales del sal�n
principal, y desde all� espiando a trav�s de los pliegues de un cortinado de
encajes los vi. Se trataba de cinco adolescentes, no tendr�an m�s de dieciocho
a�os ninguno de ellos, no s� d�nde los habr�a conocido, pero era sin duda una de
sus m�s atrevidas aventuras en mucho tiempo. Para ellos eran las cervezas.
Mientras las fue repartiendo pude ver las miradas de los muchachos, estaban muy
excitados, sin duda para ellos era tambi�n una especie de sue�o, no la miraban
con pasi�n sino, m�s bien con morbosidad; mientras repart�a las botellas mi
madre hac�a alg�n comentario e incluso alguna caricia nada inocente hacia
alguno, ellos a su vez comentaban cosas entre s�, hac�an algunos gestos obscenos
cuando mam� no los miraba, uno llego a acariciar su culo cuando ella se inclino
para dejar una botella en el suelo junto a otro joven, su respuesta fue justo la
que yo imaginaba...gir� sobre sus pasos, y tomando al muchacho del miembro (por
sobre sus pantalones) lo bes� intensamente, luego se aparto, hizo un adem�n con
sus manos y subi� las escaleras rumbo a los dormitorios. Hubo algunos
comentarios y risas de los muchachos, que por mi ubicaci�n no pude escuchar y
luego de un momento, empezaron a quitarse las ropas. Fue un flash, ver a esos
cinco j�venes desnudos me excit� de tal forma que me provoco una dolorosa
erecci�n.
Mi fantas�a volaba y mi coraz�n parec�a querer escapar de mi
pecho; aunque siempre tuve fantas�a homosexuales, mis pajas estaban concentradas
en el sexo de mi madre y con mi madre, y de pronto en ese estado de confusi�n la
vi bajar ...completamente desnuda y maquillada de forma m�s que llamativa. Como
ustedes imaginaran los j�venes se lanzaron sobre ella en torpe jaur�a. La
tomaron en sus brazos y sin dejar de tocarla en todas partes, la llevaron en el
aire hasta ocupar el centro de la estancia sobre un alfombrado muy mullido de
oveja. Los minutos (horas???) siguientes fueron de total desenfreno, la
excitaci�n inicial hizo que la trataran con torpeza, todos la quer�an tocar,
besar, lamer, ella a su vez re�a honestamente, disfrutando del efecto que
causaba, besaba algunos mientras sosten�a los miembros de otros, se frotaba
contra un tercero que la abrazaba de costado, era una masa indistinguible de
carne humana gozando del sexo. Las primeras eyaculaciones cayeron sobre la
alfombra, o sobre el cuerpo de alg�n integrante de ese amasijo. La experiencia
jugaba a favor de mam� que, luego del primer impulso comenz� a conducir las
acciones a su antojo. Disfrut� de todas las caricias, beso fren�ticamente cada
rinc�n de esos muchachos, la vi recorrer con su lengua cada una de esas vergas
con deleite y cuando se aplacaron los primeros aradores, comenz� a gozarlos en
forma m�s ordenada disfrutando de ellos y no siendo objeto del disfrute de los
j�venes.
Cada uno de los cinco tuvo su tiempo, cada uno pudo recorrer
su cuerpo, a cada uno le ense�� los secretos del goce femenino, de cada uno
bebi� sus jugos, recib�a placer tanto del cuerpo que ten�a sobre ella como de la
mirada afiebrada de los dem�s. Todos gozaron de ella, todos la penetraron
infinitas veces; ya sobre la medianoche, cuando ya hab�a perdido la cuenta de
las veces que hab�a cambiado de pose y de amante, mi madre qued� de frente a la
ventana en donde yo me escond�a, con un muchacho delgado y lampi�o arrodillado
detr�s que obviamente la estaba sodomizando, y pude ver su rostro, estaba
radiante, disfrutando de la vitalidad y la inexperiencia de esos hombres que
probablemente no volver�a a ver, disfrutando de la vida en su forma m�s
ext�tica, disfrutando de una buena cogida.
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Relato: Mam� y los chicos
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