Desvistiendo tus encantos
Muy lentamente, como siguiendo una r�tmica melod�a, el
pantal�n de mezclilla ajustado que usabas esa ma�ana de Diciembre, se desliz�
desde tus caderas hasta el suelo como si �l mismo fuera acariciando tus piernas,
adivinando mis deseos.
Mov�as tus caderas sugestivamente como si nunca quisieras
acabar el ritual er�tico de quitarte tus prendas ante el dios f�lico de mi
universo sur.
Poco a poco se fueron presentando ante m� tus muslos tersos y
tus piernas de ensue�o, hasta que al final quedaste solo en esa tanga roja que
llevabas puesta, pero a�n con la blusa roja ajustada que hac�a juego con tu
tanga. Tus piernas luc�an espectaculares y el tri�ngulo de tu pubis se dibujaba
entre ellas cubierto �nicamente por un rojo pedazo de tela del cual sent�
envidia por tenerte tan cerca.
Me diste tu espalda y pude contemplar emocionado la redondez
de tus nalgas. Giovanna, �qu� nalgas m�s deliciosas!, paraditas y bien redondas.
Me hubiera quedado toda una eternidad contempl�ndolas y apreciando como el hilo
de tu tanga se met�a entre ellas. Hubiera querido que fueran mis dedos y mi
lengua los que recorrieran la hendidura de tus nalgas y poder masajear
salvajemente con mis manos la redondez de tu trasero.
As�, de espaldas a m�, te fuiste quitando la blusa. Nunca
imagin� lo que vendr�a a continuaci�n. Una vez que deslizaste tu blusa por los
hombros y esta cay� al suelo pude darme cuenta que tus senos volaban libres por
la ausencia del sost�n. Lo �nico que ansiaba en eso momento era que te voltearas
de frente a m� para poder contemplar tus senos manifiestos. Pero decidiste
tomarte m�s tiempo. Todav�a de espaldas a m�, te sacaste la tanga y estabas
completamente desnuda ante mis ojos sedientos y anhelantes de tus formas y tus
misterios. R�tmicamente te fuiste dando la vuelta y el contorno de tus ricos
senos fue apareciendo.
En un momento estabas de frente a m� y pude apreciar la
redondez de tus senos firmes. Oh, Giovanna, qu� delicia, que senos tan redondos,
tan provocativos. Se presentaron ante m� como dos montones de trigo de color
canela, tostados por el sol. La espiga oscura del pez�n parado dibujaba su
dureza en el trigo de tu pecho. Mis miradas no se cansaban de recorrerte entera.
Te besaba con mis ojos, me com�a el trigo de tus pechos y la espiga oscura se
envolv�a entre mis labios. Recorr� la planicie de tu vientre y llegu� a tu
pubis. El musgo oscuro cubr�a la entrada y dese� abrirme paso hasta llegar
profundamente a la calidez de tu entrada.
Giovanna, abr�game con el calor de tu sexo, d�jame probarte
entera y envolverme en uno contigo. Quiero comerme el trigo fresco de tus
pechos, quiero la espiga de tus pezones juveniles. Quiero comerme el musgo
triangular y oscuro de tu pubis y llegar a lo m�s profundo de tu esencia
femenina. Abre la flor de tus pasiones y con el aroma apasionado de tus p�talos
ardientes envuelve el unicornio duro y enrojecido que se esconde m�s abajo de mi
ombligo.