Relato: Mi Turno





Relato: Mi Turno

Nuevamente gracias a todos aquellos que me han escrito para
darme su opini�n. Creo que gracias a eso he empezado unas buenas amistades por
correo. Quien lea esto y no haya le�do mis anteriores relatos, puede hacerlo
para comprender mejor �ste, aunque no es indispensable.


Despu�s de mi primera vez con Juan Jos�, mi vida empez� a
cambiar poco a poco en algunos aspectos. Mis padres no hubieran permitido jam�s
un noviazgo de su ni�a de 13 a�os con un muchacho tan mayor como Juan Jos�. Es
por eso que empec� a mentir: inventaba salidas pretextando tareas, fiestas de
grupo inexistentes, partidos de basket ball con amigos...todo para poder ver a
Juan Jos� a escondidas. Despu�s de probar sus caricias y su forma de coger,
sent�a que ya no pod�a estar sin �l. Me gustaba su forma tan autoritaria de
tomarme, tan brusca y sensual. Las primeras semanas literalmente pensaba en �l
todo el d�a...el recuerdo de Juan, mi anterior novio, ya estaba muy lejano.


Sin embargo, sin importar lo caliente que yo era ya a esa
edad, ni la experiencia que estaba adquiriendo en el aspecto sexual, yo era a�n
una ni�a mentalmente. Juan Jos� me excitaba con el s�lo recuerdo de su dura
verga, pero no estaba yo enamorada de �l. En cambio, hab�a en mi clase un chico
llamado Daniel, que era el que empezaba a gustarme. Era de los primeros de la
clase, usaba anteojos y era guapo y simp�tico. Me gustaba mucho platicar con �l
porque siempre ten�a una ocurrencia en la punta de la lengua, pero sab�a
escuchar y escrib�a poemas. La verdad era que me sent�a identificada y atra�da
por �l. S�lo que Daniel era algo t�mido. Yo lo ve�a a veces y no pod�a evitar
compararlo conmigo: yo hab�a dejado de ser se�orita, sab�a lo que era sentir un
hombre dentro de m� y lo que a un hombre le gusta que una le haga. Daniel, en
cambio, era el t�pico ni�o bien portado y estudioso, que platicaba de futbol y
videojuegos con sus amigos, y que nunca hab�a tenido novia, ni besado a una
mujer que no fuera su mam�. Muy a mi pesar, me sent�a superior a �l, como si yo
fuera ya toda una adulta y �l un ni�o.


Para no hacer la historia tan larga, dir� que Daniel y yo nos
hicimos muy amigos, pero no novios. Todo mundo nos dec�a que s� lo �ramos, por
lo cercanos que nos hicimos. Un d�a viernes, mientras sal�amos de la escuela,
�bamos platicando �l y yo, y toda la bola de amigos nos empezaron a gritar, en
son de broma, que �ramos novios. La verdad es que ni a Daniel ni a m� nos
desagradaba esa carrilla, pero no lo admit�amos. En eso est�bamos cuando v� a
Juan Jos� esper�ndome en una esquina. Iba por m� dos o tres veces a la semana,
seg�n tuviera ganas, y ese d�a se le hab�a ocurrido recogerme. No me despegaba
la vista y ten�a cara de pocos amigos. Me desped� de Daniel y me acerqu� a �l.


- Hola -le dije.


- Hola -me contest�. Y, sin despegar la vista de Daniel (que
se alejaba, pero me ve�a de reojo), me bes� en la boca, como para demostrarle
que yo era suya. Era evidente que Juan Jos� estaba celoso.


- Aqu� no, ya sabes -le dije en voz baja, haciendo un d�bil
intento de medio apartarlo. Era un trato no escrito el no besarnos en p�blico,
para evitar problemas y que empezaran las murmuraciones. Sin embargo, esta vez
no le import�, y, para subrayar que �l era quien mandaba, me bes� una vez m�s,
esta vez haci�ndome abrir la boca y metiendo su lengua, abraz�ndome fuertemente.
No pude evitar corresponderle, era el tipo de cosas que me excitaban, pero al
mismo tiempo me entristec�a un poco el saber que Daniel nos estaba observando.
Juan Jos� no dijo nada y me condujo a su autom�vil. Una vez dentro, empez� a
manejar en silencio.


- �Est�s enojado? -le pregunt� t�midamente. �l ni siquiera me
mir�, hizo una mueca de disgusto y s�lo dijo :


- Mmmhhhh...


- �A poco te da celos el que platique con mis amigos?


Por fin me mir� y, con evidente molestia de macho ofendido,
me pregunt�:


- �Qui�n es ese g�ey con el que estabas platicando?


- Un amigo...


- �Y por qu� les daban carrilla de que eran novios? �Andas
con �l?


- No, nom�s somos amigos...


- �Te gusta ese pendejo?


- No...


- Pobre de t� si me entero que andas con �l. A m� nadie me ve
la cara de idiota, menos un par de babosos escuincles...�C�mo se llama?


- Daniel.


- �Y ese tal Daniel puede darte �sto? -y se toc� el miembro,
que se adivinaba semi erecto bajo el pantal�n. As� como a m� me gustaba ser
tratada como �l quer�a, a �l le excitaba el demostrar que era el macho, el jefe,
el dominante. No respond�, pero no pude apartar la vista de aquel bulto. Casi
involuntariamente, como hipnotizada, lo acarici� levemente con una mano. Juan
Jos� sab�a que necesitaba muy poco para encenderme, pero en aquel momento me
sent�a confundida. Por un lado, el deseo me empezaba a invadir al sentir aquel
garrote que tanto placer me daba; y, por otra parte, la imagen de Daniel
vi�ndonos al besarnos me acongojaba un poco. Pero, a final de cuentas y como
casi siempre, mi impulso sexual fu� m�s fuerte. Juan Jos� me llev� a su casa y
ah� me cogi� una vez m�s a su antojo. Mientras lo hac�a, me hizo repetir una y
otra vez que yo era suya. Incluso me hizo insultar a Daniel al momento del
orgasmo. Estuvimos en su casa unas tres horas, en las que me cogi� varias veces,
siempre reafirmando que yo le pertenec�a y que Daniel era un pobre pendejo.


El lunes siguiente, en la escuela, notaba a Daniel algo serio
y distante. No hace falta ser un genio para saber que era por lo que hab�a visto
el viernes anterior. La realidad era que me sent�a un poco mal por �l. Daniel,
pensaba yo, estaba enamorado de m�, y eso hab�a sido un duro golpe a su orgullo.
Se ve�a triste y desvalido.


- Te noto serio -le dije al final de clases-. �Te pasa algo?


- No, nada.


- �Quieres caminar un poco? Sirve que me cuentas lo que te
pasa.


- No, puede venir tu novio y capaz que me pega.


No pude evitar un sobresalto al escuchar eso, pero lo
disimul�.


- No es mi novio. Yo no tengo novio. Juan Jos� es s�lo un
amigo.


- �No es tu novio? Pues es un amigo con muchos derechos -dijo
con evidente iron�a-. Los vi bes�ndose.


- Lo que pasa es que �l quiere conmigo y se puso celoso al
ver la carrilla que nos estaban dando. Seguido quiere besarme, pero no lo dejo.
La vez pasada me agarr� por sorpresa.


As� continuamos caminando un buen rato. Daniel se tranquiliz�
con mis mentiras, y por un momento fu� como si nada hubiera pasado. Ten�amos
pendiente un trabajo en equipo, y quedamos en empezarlo al d�a siguiente en su
casa. Era como fumar la pipa de la paz. Daniel me gustaba. Era de mi edad, y eso
hac�a que tuvi�ramos afinidad en varias cosas.


Esa noche pens� en �l como la jovencita que era yo. Me
ilusionaba que le resultara atractiva y que me elogiara disimuladamente, con
timidez. Sin embargo, toda esa inocente ilusi�n se ve�a continuamente y, contra
mi voluntad, obsesivamente profanada por el aspecto sexual...�de qu� tama�o
tendr�a la verga? �Se masturbar�a pensando en m�? �C�mo ser�a cogiendo? �Cu�nto
tardar�a en venirse si se la mamaba? Al ser mi mente invadida por estos
pensamientos, fu� inevitable que, por primera vez, me masturbara pensando en �l.
En mi fantas�a Daniel era �l mismo, pero con el car�cter y la experiencia de
Juan Jos�. Creo que dur� m�s de una hora tocando mis pechos y metiendo mis dedos
en mi h�medo sexo, disfrutando mi fantas�a.


Al d�a siguiente, nos encontramos en su casa como hab�amos
convenido. Yo iba a�n con el uniforme de la escuela: falda a la rodilla y blusa
blanca de botones, zapatos de piso negros y calcetas blancas. Daniel ya estaba
con camiseta, zapatos tenis y pantaloncillo corto. Se ve�a bastante guapo. Iba
yo presa de una extra�a excitaci�n, al saber que estar�amos solos �l y yo; la
misma excitaci�n que siente cualquier adolescente al estar a solas con el
muchacho que le gusta.


Los pap�s de �l trabajaban los dos, y su �nico hermano sali�
a jugar a la calle a los pocos minutos que llegu�. Daniel y yo empezamos a
trabajar en nuestra tarea. Est�bamos frente a frente, separados por una peque�a
mesa. A veces ten�amos que estar inclinados sobre el mapa que colore�bamos, de
modo que nuestros rostros estaban a unos cuantos cent�metros. Yo notaba la
turbaci�n de que era presa Daniel cuando est�bamos tan cerca: bajaba la vista y
sonre�a nerviosamente. Hicimos una pausa para descansar; nos sentamos un rato en
el sof� de la sala a tomar un refresco y escuchar m�sica. Platic�bamos tonter�as
propias de la edad, pero en un momento dado, y como algo que los dos
esper�bamos, la conversaci�n deriv� al viernes anterior.


- Ya en serio, Marta, ��se g�ey no es tu novio? -me pregunt�
con seriedad.


- De veras...es un amigo nada m�s. El beso que viste que me
di� es el primero...me agarr� descuidada -ment�. Se hizo un silencio inc�modo
que se prolong� varios segundos. Mi coraz�n ya palpitaba aceleradamente. Quer�a
que me cortejara, que se acercara, que se animara a darme un beso. Vi su
indecisi�n y decid� tomar la iniciativa. Ya mi temperatura empezaba a subir;
nunca hab�a estado en esa situaci�n, deseando ser seducida por alguien que no
fuera Juan Jos�. La amenaza de Juan Jos� hizo que mi excitaci�n aumentara, pues
lo sab�a perfectamente capaz de hacer una tonter�a si se enteraba de esto.


- Daniel...�qu� piensas de m�?


�l levant� la vista, sorprendido por la pregunta. Repet� la
pregunta. Visiblemente nervioso, me contest�.


- T� sabes que me gustas...me gustas mucho, Marta -me dijo,
mientras me miraba a los ojos. Al ver que yo s�lo lo miraba fijamente, tom�
valor y sigui�:


- La verdad es que me puse muy celoso el viernes
pasado...pienso que eres muy bonita...me gustas, creo que estoy enamorado de t�.
Y me di� mucho coraje ver que te besaba.


Era algo nuevo para m� esa sensaci�n de amor juvenil, ternura
y deseo mezclados. Me acerqu� a �l, de manera que mi muslo tocaba el suyo y pude
tomarle una mano. Para nadie es un secreto que a esa edad se necesita mucho
menos que eso para hacer que a un jovencito se le pare la verga, y Daniel no fu�
la excepci�n. un peque�o bulto se form� bajo la tela de sus shorts, seguido de
una leve mancha de humedad.


- �Te gustar�a besarme? -le pregunt� en un susurro, apretando
su mano. Incr�dulo, tard� un poco en contestar.


- S-s�...s� me gustar�a -me dijo, pero no se acerc�, tal vez
dudando de lo que deb�a hacer.


- Pues b�same -susurr� una vez m�s, entrecerrando mis ojos y
abriendo un poco mis labios, ofreci�ndoselos -b�same, Daniel.


Se acerc� y me bes� con la boca cerrada, t�midamente. Al
sentir sus labios, la calentura me subi� hasta las nubes. Apret� mis labios
contra los suyos, hasta que hice que abriera la boca. M�s tard� �l en hacerlo
que yo en meter mi lengua, buscando la suya. Solt� su mano y lo abrac�; y �l, a
su vez, me abraz� tambi�n. Fu� un beso largo y apasionado, el primero para �l.
Lo prolongu� deliberadamente para forzar el intercambio de saliva. Quer�a probar
la suya y que �l bebiera la m�a, tal y como me hab�a ense�ado Juan Jos�. Daniel
acariciaba mi espalda con la torpeza propia de la inexperiencia, pero me
gustaba; por primera vez yo ten�a control de la situaci�n, por primera vez
estaba yo en posici�n de ense�ar y no de ser instru�da. As�, medio recostados en
el sof�, continuamos bes�ndonos un buen rato, disfrutando nuestros labios. Pero
yo necesitaba m�s que eso. Juan hab�a sido mi primer hombre...ahora yo quer�a
ser la primera mujer de Daniel. Daniel estaba ya como pose�do: besaba mis labios
una y otra vez, dici�ndome cu�nto me quer�a y acariciando mis hombros y espalda.
Como pude, saf� un brazo y le acarici� el pecho, metiendo ocasionalmente mi mano
por el cuello de su camiseta. Su verga la sent�a dura contra mi cadera, y notaba
c�mo la restregaba contra mi cuerpo cuando mi mano acariciaba su piel desnuda.


Sin dejar de besarnos, le quit� la camiseta, ante la mirada
excitada e incr�dula de �l. En sus ojos se ve�a la lujuria juvenil, pero tambi�n
miedo. El miedo de la inminente primera vez, el miedo de ver lo que se hab�a
desatado, el miedo de saber que ya no pod�a echarse para atr�s sin ser tachado
de cobarde.


Lo recost� en el sof� y bes� sus labios, acariciando su pecho
con mis manos, sintiendo su estremecimiento a cada caricia m�a. Su respiraci�n
era agitada, como la m�a, y me miraba casi desconoci�ndome. Tal vez nunca me
imagin� as� de cachonda. Me separ� de �l en silencio y, sin dejar de mirarlo, me
desaboton� la blusa, la abr� y me la quit�. Desabroch� mi sujetador y dej� mis
entonces peque�os pechos al aire. Su mirada se clav� en ellos, como hipnotizado.
Me mont� sobre �l, sintiendo c�mo nuestros ardientes sexos se tocaban a trav�s
de la ropa. Acarici� sus brazos, tensos, recorri�ndolos lentamente desde los
hombros hasta sus manos. Las tom�, sin despegar la vista de sus ojos, y las
llev� hasta mis senos, como hab�a visto en varias de las pel�culas que Juan Jos�
me hab�a mostrado. Sus manos estaban calientes, casi temblorosas. Cerr� los
ojos, disfrutando c�mo me acariciaba mis endurecidos pezones. Yo sujetaba sus
manos sobre mis pechos, haciendo que me los apretara m�s y m�s fuerte; se podr�a
decir que me masturbaba con sus manos. Ech� la cabeza hacia atr�s, extasiada. El
contacto simult�neo de sus manos en mis senos y su verga en mi panocha, era
sublime. Me inclin� hacia adelante, buscando su boca con la m�a, bes�ndolo como
loca, metiendo mi lengua tan profundo como pod�a, iniciando un nuevo intercambio
de saliva. Poco a poco busqu� su oreja derecha, pasando mi lengua por ella,
suspirando. Not� c�mo a Daniel se le erizaron los vellos al contacto. Mi lengua
en su oreja, mis senos contra su pecho, mi cuerpo sobre el suyo...not� c�mo
estaba a punto de venirse sin penetrarme a�n. Pero yo ya no pod�a contenerme;
con voz entrecortada por los jadeos, le pregunt� al o�do:


- �Quieres met�rmela?


No contest�, se limit� a abrazarme m�s fuerte, restregando
todo su cuerpo contra el m�o, besando mi cuello. Sin separarme, con una mano
acarici� su miembro aprisionado en su pantaloncillo h�medo, apret�ndolo una y
otra vez.


- �Quieres cogerme, Daniel? -le pregunt� con voz a�n m�s
baja.


- ...S�... -me contest� entre gemidos, casi inaudiblemente.
Al escuchar aquello, bes� su cuello, su pecho, su est�mago.... Me puse de pie y
me desnud� por completo. Permanec� de as� de pie, desnuda, un instante,
dej�ndolo admirar a su antojo mi cuerpo. Intent� acariciar mis muslos, pero no
se lo permit�. Me sent� en el sof� e hice que se pusiera de pie; con algo de
pena intent� cubrirse la completa erecci�n de su verga.


- No...d�jame verla...ens��amela -susurr� excitad�sima-.
Qu�tate la ropa...anda, hazlo.


Me recost� de espaldas sobre el sof�, con las piernas
separadas apenas unos cuantos cent�metros. Daniel se quit� el resto de su ropa.
Todo su cuerpo ol�a a jab�n, reci�n ba�ado, excepto su verga, que ya estaba
babeante, completamente mojada y brillante y olorosa por el l�quido preseminal,
en un aroma que me encantaba. Era un pene bastante atractivo, de regular tama�o
y bien formado. Con la vista clavada en su verga, la tom� y con el pulgar
extend� su l�quido sobre la enrojecida cabeza, ante el estremecimiento de
Daniel. Lo masturb� un poco y, acercando mi rostro, le d� dos o tres besos,
sacando un poco la lengua para probar aquel lubricante...eso era algo que le
encantaba a Juan Jos�. Me recost� nuevamente, guiando a Daniel sobre m�. Con mi
mano coloqu� su verga en la entrada de mi panocha. �l estaba casi paralizado,
presa de los nervios. Necesitaba sentirlo dentro de m�, ya no pod�a m�s.


- Anda, Daniel...c�geme...m�temela... por favor... -le rogu�
al o�do, mientras colocaba una mano en su trasero, presion�ndolo, urgi�ndolo a
que me clavara.


- Oh, Marta...Martita...chiquitita... -murmuraba Daniel
mientras empezaba a empujar su verga dentro de m�. Yo estaba completamente
mojada en mi sexo, por lo que su pene entraba con facilidad, aunque lentamente.
Y esa lentitud era lo que lo hac�a m�s placentero. Sent�a esa verga
penetr�ndome, adentr�ndose en mi cuerpo cent�metro a cent�metro...
dura...fuerte...deliciosa. Cruc� mis piernas sobre su cintura, aprision�ndolo.
Lo v� apretando sus p�rpados y dientes, empujando con fuerza su cadera contra la
m�a. Mi excitaci�n ya estaba al l�mite; sentir esa verga virgen dentro de m�,
entrando y saliendo, limando las paredes de mi vagina, convirti�ndome en la
primera mujer de Daniel, siendo yo la que lo convert�a en hombre...eso me llev�
al orgasmo. Enmedio de un ligero estremecimiento, abrac� con fuerza a Daniel,
ech� la cabeza hacia atr�s y gem� con fuerza...mientras un orgasmo delicioso
sacud�a mi cuerpo. Unos segundos despu�s, sent� la eyaculaci�n de Daniel dentro
de m�. Danny bufaba como un animal, casi inm�vil a excepci�n de los espasmos de
su cadera mientras eyaculaba dentro de m�. Fu� algo maravilloso.


Se separ� de m� y se dej� caer de espaldas a mi lado, con los
ojos cerrados, respirando casi con dificultad. Mir� su verga a�n parada, aunque
ya perdiendo su dureza, cubierta de sus propios mecos, escurriendo a lo largo de
su tronco hasta los huevos. Sent� el impulso de acercar mis labios a ella y
mamarla, limpiar esa leche con mi boca y mi lengua, como le gustaba a Juan Jos�
que hiciera (y que a m� ya empezaba a gustarme), y hacer que se parara de nuevo,
pero me contuve. No quer�a que Danny pensara que era yo una puta. Bastante hab�a
hecho ya con haberme entregado a �l como para demostrarle de buenas a primeras
todo de lo que era yo ya capaz. Me conform� con agarrarla con una mano y
masturbarlo un poco. �l me mir� y me sonri�.


- Nunca pens�... -me quiso decir, pero lo interrump�.


- Sssshhhh...no digas nada. Va a ser un secreto entre t� y
yo...


- Te amo, Marta... -me dijo al cabo de unos segundos. Yo lo
mir� y sonre�...una mara�a de pensamientos contradictorios poblaban mi mente. Al
fin dije:


- Y yo a t�, Danny...yo tambi�n te amo.


Nos abrazamos un rato y, al cabo de un rato, nos vestimos.


Y ese fu� el inicio de una de las etapas m�s vergonzosas de
mi vida. La etapa en que me iniciaba en la costumbre de utilizar a las personas
que amo para mi coveniencia.


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