Me imagino que la mayor�a de Uds. ley� mi primer relato as�
que est�n preparados para el que viene, recuerdan a Guillermo, el due�o de la
agencia de viajes que me viol� con su amigo? Pues la historia no queda all�.
Saben que despu�s de todo lo que ocurri� renuncie a mi
trabajo, pues bien, consegu� un trabajo como promotora pero en locales
nocturnos, saben? De esas muchachas que promocionan los licores en las
discotecas, mi uniforme era una maya sumamente pegada de color blanco,
obviamente no pod�a usar pantys ya que se notar�an, la espalda era descotada
casi hasta el termino de mi columna vertebral, y la parte del pecho tenia un
hueco en el que se ve�a la uni�n de mis senos, realmente era un vestuario muy
insinuante, pero debo admitir tambi�n que me quedaba espectacular, claro, era
necesario que las promotoras se vistieran as� para que los caballeros compraran
m�s bebidas y debo confesarles, la propina era muy buena, hice much�simos amigos
y m�s que un trabajo se convirti� en una diversi�n. Despu�s del trabajo me
quedaba en la disco bailando y tomando con los amigos que hacia noche a noche.
Siempre ven�a alguien de la agencia a supervisar que las
chicas estuvi�ramos bien y al terminar el turno se iban, siempre ofrec�an
llevarnos a la casa, pero la mayor�a de las veces nos qued�bamos para seguir la
fiesta. Ah� conoc� a Dayana, otra de las promotoras, era una chica sumamente
sexy, con grandes senos y un cuerpo envidiable, poco a poco nos fuimos haciendo
muy amigas, sal�amos juntas de compras, nos cont�bamos nuestras intimidades y la
verdad, hasta nos intercambi�bamos chicos, o sea, cuando una se cansaba de un
chico se la pasaba a la otra, eran buenos tiempos, en fin, nuestra relaci�n fue
creciendo cada vez m�s hasta que un d�a me confes� que ella hab�a tenido
relaciones con otras mujeres, realmente yo qued� impactada, pero la escuche, me
dijo que en la universidad hab�a experimentado con mujeres y que le hab�a
gustado, me dijo que las mujeres �ramos mas suaves, mas sutiles, mas fr�giles,
que ella amaba a los hombres, pero que variar no era mala idea
- A ver, por que no probamos? Me dijo en plena discoteca
- Pero, Dayana, no se, a mi como que no me parece-
- Mira- me agarr� de la mano y me llevo a un sitio oscuro
cerca de los ba�os- Vamos a probar y si no te gusta te dejo tranquila y aqu� no
ha pasado nada, te parece?
Yo titube�, pero acced�, total, iba a ser una experiencia y
adem�s me excitaba mucho la idea. En el rinc�n Dayana aparto el cabello que ca�a
en mi rostro, me beso las mejillas muy suavemente y se deslizo hasta mi cuello,
sent� su lengua caliente lamerme y sus labios carnosos y suaves mordisquear mi
cuello, le agarre la cabeza con las manos y pas� mi lengua por sus labios,
mmmmmmmm, que bien ol�a, su cabello era suave y sedosos y su piel era
indescriptible, met� mi lengua en su boca y nuestros cuerpos se acercaron a�n
mas, pod�a sentir sus tetas contra las m�as y sus manos sobando mi culo ansioso
por sentirla, no pod�a resistirme, era un deseo descontrolado, mis manos fueron
subiendo por su cintura hasta llegar a sus tetas divinas, llegu� a su pez�n y lo
pellizque muy suavemente, yo me olvid� de todo, de la m�sica, de los tragos, de
la gente, solo estabamos ella y yo, pero no era as�, teniamos espectadores, pero
no nos hab�amos dado cuenta.
- Vamonos de aqu�, a�n tengo mucho que mostrarte- me dijo
picandome un ojo
Nos re�mos y nos fuimos tomadas de la mano hacia la salida de
la disco
- Vamos a tomar un taxi y nos vamos para mi casa- me dijo
Dayana sonri�ndome
Nos paramos en la acera frente a la disco a esperar el taxi,
mientras esper�bamos dos chicos salieron de la discoteca y se pararon junto a
nosotras.
- Esperando taxi?- dijo uno de ellos
Si- respond� vi�ndolo de reojo, claro, esa noche no quer�a
nada con hombres, s�lo quer�a estar con Dayana y descubrir todo lo que alguien
como ella me podr�a ense�ar.
Los chicos insistieron en que nos fu�ramos con ellos, que
ellos nos daban un avent�n hasta donde fu�ramos, pero nosotras nos rehus�bamos.
El m�s alto le dijo a su compa�ero - Mira Edgar, las ni�as no
se quieren ir con nosotros, que ser�? Ser� que quieren gozar ellas solitas?- Y
solt� una carcajada.
Yo lo mir� como si quisiera matarlo
No mamita, no me mires as�, que creen? Que no vimos lo que
estaban haciendo Uds. dos all� adentro? � solt� otra carcajada y se agarr� el
bulto que se le hacia en los pantalones- y debo decirles que me pusieron, muy,
pero que muy caliente-
Mire a Dayana y le dije que fu�ramos caminando que mas
adelante encontrar�amos un taxi, todo para alejarnos de esos babosos. Empezamos
a caminar siempre mirando hacia atr�s para confirmar que no nos estuvieran
siguiendo. Al fin encontramos un taxi y nos dirigimos a casa de Dayana,
bes�ndonos y toc�ndonos era imposible darnos cuenta que en realidad un carro
hab�a estado sigui�ndonos, pero nosotras continu�bamos con nuestra excitaci�n
casi empa��ndole los vidrios del taxi al taxista. Llegamos a casa de Daya
entrelazadas, bes�ndonos en la puerta antes de que ella siquiera metiera la
llave en el cerrojo, nos re�amos y nos toc�bamos casi al punto de desvestirnos
all� en frente.
- Ya va Vane- me dijo ella acarici�ndome el cabello � ya
vamos a entrar, esto es peligroso aqu� afuera � en cuanto meti� la llave en la
cerradura dos hombres se abalanzaron sobre nosotras, eran ellos, eran los de la
discoteca, nos taparon la boca y nos introdujeron dentro de la casa, yo gem�a y
pataleaba al aire tratando de soltarme al igual que Dayana que me miraba con los
ojos llenos de terror.
- Bueno chiquitas, les dije que nos hab�an puesto muy
calientes, esas cosas que Uds. hicieron no se hacen en frente de gente grande,
lo sab�an? Ahora a las ni�as que se portan mal hay que castigarlas y eso es
precisamente lo que vamos a hacer con Uds.
Eran dos hombres, uno de ellos era alto, moreno, musculoso y
se llamaba Edgar, el otro, que se ve�a que era el l�der, se llamaba Humberto,
(lo se porque eran muy asiduos a la discoteca), tambi�n era alto pero no muy
atractivo, tenia cejas gruesas y siempre usaba cadenas de oro muy vistosas y
grandes anillos, como queriendo llamar siempre la atenci�n.
Nos acostaron a las dos en el piso de la sala y Humberto se
abalanz� sobre mi tap�ndome la boca, se acerco a 2 cms. De mi cara y me la
lami�.
Mis gritos se ahogaban por su mano que me tapaba la boca
mientras sent�a como su bulto crec�a entre mis piernas.
A ver Edgar, g�zate a la putita, mira que esta noche nos
vamos a divertir en grande- le dec�a a su compa�ero que ya estaba amordazando a
Dayana � y a ti, - me dijo quit�ndome la mano de la boca- no sabes lo que te
espera, Edgar! Tr�eme algo para amarrarle las manos a esta, mira que no quiero
terminar con ara�azos por todas partes- Edgar termin� de amarrar a Dayana y vino
hacia mi con unas cuerdas.
Me amarraron las manos por encima de mi cabeza a la pata del
sof� de la sala, sac� un cuchillo de su bolso y procedi� a cortarme la ropa.
-Vaya, vaya, mira lo que tenemos aqu� que te parece esto
Edgar? No trae nada puesto, quien lo iba a decir.
- D�jame a mi primero- dijo Edgar visiblemente excitado
- Ya va, ya va, sabes que lo bueno se hace esperar, estas
ven�an para hacer sus cosas entre ellas no es as�? Pues que yo sepa ninguna de
las dos tiene huevo o algo que se les parezca as� que vamos a darles lo que
ven�an a buscar.
- Tr�eme aquella botella, vamos a divertirnos un ratito y
tr�ete a la otra puta para ac�- acercaron a Dayana a mi lado y la amarraron
igual que a mi.
Nos abrieron las piernas a las dos mientras luch�bamos por
soltarnos.
- G�zate esto mamita a ver si te gusta- entre los dos
abrieron mis piernas y me introdujeron la punta de botella por mi concha, le
daban vueltas dentro de mi, mientras Edgar met�a sus dedos en el co�o de Dayana,
los sacaba, los lam�a y los volv�a a introducir. Humberto se abr�a el pantal�n
mientras empujaba mas adentro la botella, la sacaba y la met�a, cada vez mas
r�pido, yo no soportaba el dolor, lloraba y rogaba que todo eso se terminara,
Dayana yac�a casi inconsciente a mi lado, dej�ndose tocar por Edgar que la
manoseaba como si nunca hubiera visto una mujer. Agarraba sus tetas grandes y
firmes y pellizcaba sus deliciosos pezones rosados y parados, pasaba su lengua
por su abdomen como queriendo memorizar el sabor, sac� los dedos de su concha y
los meti� en la boca de Dayana mientras se abr�a el pantal�n y sacaba su
poderoso miembro de entre una selva de pelo y lo acercaba a la boca de Dayana
que sin mucha resistencia abr�a la boca para recibirlo.
Lo �nico que pod�a a hacer era ver lo que Edgar le hacia a
Dayana tratando de olvidarme de mi propio dolor, de sentir el vidrio fr�o de la
botella deslizarse dentro de mi co�o. Solo ve�a a Dayana, solo ve�a como ese
hombre gozaba al introducir cada vez mas profundo su miembro en la boca de ella,
como simulaba cogersela como si se estuviera cogiendo su co�o, pero Humberto me
sac� de mi trance apunt�ndome con su miembro erecto a punto de estallar, sin
sacarme la botella de entre mis piernas me pas� su huevo por mis labios y me
desamarr�, me volte� en fracci�n de segundos, me puso en cuatro y sumergi� su
cara entre mis nalgas lamiendo mi raja e introduciendo su lengua en mi ano
lubric�ndolo, se incorpor� y me meti� sus dedos por mi ano, tratando de que este
cediera, los saco y sin sacar la botella de mi concha me embisti� por el culo,
al principio costo un poco porque mi ano no se ajustaba al gran tama�o de su
huevo y el dolor fue terrible, tanto que solt� un grito entre todas las l�grimas
que ya hab�a llorado, era terrible lo que sent�a pero a la vez era una sensaci�n
extra�a sentirme penetrada por los dos lados al mismo tiempo y empec� a
excitarme, sin darme cuenta gem�a, gozaba su pedazo de carne incrustado en mi
culo, entrando y saliendo cada vez con mas rapidez y demencia, sent�a sus dedos
clavarse en mi carne separando mis nalgas para hacer mas profunda su
penetraci�n, yo cada vez me mov�a m�s a merced de este hombre que me cog�a por
la fuerza, empec� a gritar pero esta vez de gozo, sentirlo entrar y salir de mi
culo era demasiado para mi, era una excitaci�n que no pod�a controlar, con mi
mano empujaba m�s la botella, mientras dejaba que el se introdujera mas en mi
culo, ya no exist�a Dayana, ya no me ocupaba de ella, ahora solo gozaba.