Mi primera vez con un marica
Fue el a�o pasado, a finales de febrero, en el parador de
Turismo situado junto al mar, cerca de Moj�car. El sol estaba radiante y la
temperatura templada, impropia del invierno. Sin embargo, quiz� por las fechas,
hab�a muy poca gente, algunas parejas de edad, y pens� que mi peque�a escapada
no iba a ofrecerme muchas aventuras. Hab�a llegado al parador por la noche,
solo, tras dejar a mi mujer y mis hijos en Madrid con pretexto de un viaje de
trabajo. Ten�a ganas de una aventurilla y siempre he tenido suerte para ligar en
los viajes, unas veces con mujeres igualmente ansiosas de un buen revolc�n, en
otras ocasiones, claro, con la cartera por medio. Me llamo Enrique, tengo 54
a�os, un f�sico muy viril, algo grueso por mi afici�n a la buena mesa, y
conservo una musculatura envidiable, fruto de mis a�os j�venes como maestro de
obras y luego, desde que la buena fortuna me permiti� tener mi propia
constructora, del gimnasio y la pr�ctica intensa del tenis. Mi cuerpo fuerte y
velludo, y cierta agresividad en mis gestos, tiene �xito con las mujeres.
Aquella ma�ana me levant� un poco tarde y despu�s de
desayunar decid� tomar un poco el sol en la zona de la piscina. Aqu� y all�, muy
repartidas por el amplio espacio que rodea la piscina, tres o cuatro parejas
mayores. Si quer�a aventura, iba a tener que buscarla en alguno de los bares de
alterne de la zona. Escog� una tumbona bien situada, me quit� el albornoz y en
ba�ador me puse a disfrutar del tibio sol almeriense, qued�ndome algo
adormecido.
Un rato despu�s, el ruido de alguien que se acomodaba cerca
me hizo abrir los ojos. En una tumbona a tres o cuatro metros de la m�a acababa
de sentarse un tipo curioso, que ahora se daba crema bronceadora por el cuerpo y
las piernas, con movimientos lentos y suaves. El hombre estar�a m�s cerca de los
50 que de los 40 a�os, pero ten�a un cuerpo delgado, terso, muy moldeado, de
aspecto incre�blemente juvenil, cintura breve, piernas muy femeninas y de muslos
torneados, vientre plano... y ni rastro de vello sobre una piel lisa y dorada.
Por toda ropa llevaba un reducid�simo tanga que dejaba al descubierto sus ingles
igualmente depiladas... y que solo pod�a tapar un aparato genital bien peque�o.
Era sin duda un marica muy femenino, de facciones suaves, muy
ligeramente maquillado en los ojos y los labios, y completaba su atuendo con una
esclava de finos eslabones dorados en el tobillo derecho y una fin�sima cadena
de oro en la cintura. Los cabellos, de largos rizos a mechas rubias y casta�as,
me dieron la impresi�n de que eran una bonita peluca colocada sobre su propio
pelo, seguramente menos insinuante. Mientras le observaba, termin� de darse la
crema y se estir� l�nguidamente boca arriba en su tumbona, sobre una toalla de
color rosa intenso, en una postura muy de mujer, de objeto sexual ofreci�ndose.
Como todos los hombres, yo me tirado de vez en cuando alg�n
travesti de grandes tetas de silicona y trasero bien desarrollado por las
hormonas, pero nunca se me hab�a pasado por la cabeza la idea de montar un
marica delicado como el que ten�a delante. Bueno, una vez, hace a�os, not� que
se me excitaban los huevos y se me endurec�a la polla al ver un marica que
atend�a en una gasolinera con unos shorts peque��simos y ajustados y mov�a el
trasero como una puta, pero iba con la familia y tuve que pasarlo por alto. Esta
vez, la vista del marica acarici�ndose para darse la crema solar me hab�a
producido el mismo efecto, notaba mis huevos excitados y la polla
endureci�ndose, sobre todo, cuando se acarici� las nalgas, peque�as pero tersas
y redonditas. En la cama, pens�, debe moverse como una golfa.
En esas, gir� la cabeza hacia mi y sus ojos recorrieron mi
cuerpo de arriba abajo, brillando en una sonrisa al ver el bulto pronunciado de
mi ba�ador. Entreabri� ligeramente los labios en un gesto tan insinuante que
not� c�mo se acentuaba el endurecimiento de mi pene. Entonces, muy despacio, se
dio la vuelta y se puso boca abajo, con las nalgas desnudas en una postura que
era toda una exhibici�n. Incluso entreabri� un poquito los muslos, dejando ver
la fina cinta del tanga que se perd�a entre las nalgas brillantes por la crema.
Yo estaba ya francamente empalmado, luchando entre mi voluntad de irme de all� y
la excitaci�n que me invitaba a probar una novedad tan femenina y tan tentadora.
Se dio cuenta de que yo no iba a decir nada y tom� la iniciativa.
- Que d�a tan bueno �verdad? El sol es una caricia.
Su voz me lleg� acariciadora, insinuante. Me di cuenta de que
deseaba montarle y follarle, usarle como la mujer que se mostraba. Procur�
mantener cierta frialdad.
- S�, hace un sol muy agradable. Pero tu ya est�s bien
bronceado... por todas partes �dije, sin poder evitar la insinuaci�n morbosa.
- Bueno �contest� sonriente mientras acentuaba el gesto de
levantar las nalgas y entreabrir los muslos� es que me gusta estar siempre
bronceado, me hace m�s atractivo el cuerpo, por lo menos es lo que me dicen mis
amigos.
No se cortaba un pelo. La insinuaci�n era ya descarada. Not�
que se acentuaba la excitaci�n de mis genitales y el deseo de hacerle sentir a
ese marica tan hembra lo que es un buen macho. Mir� a nuestro alrededor. Nadie
estaba suficientemente cerca como para o�r lo que habl�ramos. As� que decid�
pasar a la ofensiva en plan directo y grosero.
- Pues con ese cuerpo como te cojan unos camioneros calientes
te van a dejar el culo como una charca de patos.
Se ech� a reir alegemente.
- Ya me lo han hecho muchas veces, claro. La semana pasada
seis camioneros me estuvieron follando durante casi toda la noche en Aguadulce.
Ni se la de veces que se corrieron en mi culo y en mi boca �hizo una pausa,
observ�ndome�. Se te ve muy macho. �No te has follado nunca una mariquita como
yo?
- No, la verdad es que no. �Te apetece que te monte como a
una yegua? Te advierto que tengo un palmo de polla bien gruesa.
- Ya he visto que tienes un buen paquete. Al rev�s que yo,
mira �y volviendo el cuerpo hacia mi se baj� la parte delantera del tanga,
ense��ndome un pene y unos huevos peque�itos�. �Ves? Casi nada, me puedes usar
como a una mujercita. Claro que me apetece que me montes, aunque me hagas da�o
con tu poll�n. Y te voy a gustar, ya ver�s.
A esas alturas yo estaba ya empalmado por completo. As� que
le propuse subir a mi habitaci�n y acept�. Tuve que recolocarme la polla en el
ba�ador y hacer un esfuerzo para que bajara un poco. Me puse el albornoz, y �l
se levant�, sac� un ligero y estrecho pareo del bolsillo de su toalla y se lo
coloc� femeninamente alrededor de las caderas. Era tan trasparente que se ve�an
perfectamente las nalgas y el escueto tanga. Me dio un poco de corte ir a su
lado por el recinto, pero pronto estuvimos en el pasillo de las habitaciones y
dej� caer el pareo para caminar s�lo con el tanga y con un movimiento sensual,
moviendo las caderas. Cuando entramos a mi habitaci�n, yo iba otra vez
totalmente empalmado.
Nada m�s entrar en la habitaci�n, sin poderme contener lo
cog� por la cintura, lo apret� contra m� y le di un beso profundo, intenso y
prolongado, a torniquete, mientras bajaba las manos a sus nalgas y las apretaba
con todas mis fuerzas. Gimi� un poco, pero se dej� hacer con estremecimientos de
placer. Me quit� r�pidamente el ba�ador y el palmo largo de mi polla tiesa luci�
espl�ndido. La cogi� con las dos manos, temblando de excitaci�n.
- Joder, me vas a destrozar �dijo�. Es gruesa como mi mu�eca.
A esas alturas yo no pod�a aguantarme m�s. Toda mi potencia y
agresividad de macho estaba a flor de piel. Le cog� por las caderas y empuj�
hacia abajo.
- Ponte de rodillas puta. Hazme una buena mamada.
No se lo hizo repetir. Se dej� caer de rodillas y meti� mi
polla tiesa en su boca. Not� su lengua ansiosa lamiendo mi glande, mientras que
abr�a al m�ximo la boca para que el gran cilindro de mi polla pudiese entrar en
la poca. Pronto not� que hab�a llegado a su garganta, mientras m�s de la mitad
de la polla segu�a fuera. Su lengua hab�a enloquecido y se mov�a sin parar en
torno a mi polla, mientras sus labios h�medos la rodeaban ansiosos. Cog� los dos
pezones del marica entre mis dedos y los estruj� con fuerza, excit�ndome con sus
estremecimientos de dolor. Not� que me iba a correr en su boca, pero se que yo
puedo echar tres y cuatro polvos seguidos, as� que decid� que se tragara los
primeros chorros de semen. Le cog� por la cabeza, para mantenerlo inm�vil y
empec� a bombear cada vez m�s r�pido en su boca, golpeando con la polla su
garganta. No pude aguantar m�s la excitaci�n y los chorros de semen salieron
r�pidos e intensos, dos, tres, cuatro, cinco chorros que tragaba entre
estremecimientos.
Cuando saqu� la polla de su boca, todav�a con hilillos de
semen que quedaban en sus labios, no se movi� y qued� jadeante, arrodillado a
mis pies. Le orden� que me lamiera bien la polla para limpiar los restos de
semen y lo hizo una y otra vez, recorri�ndola con su lengua y tragando hasta la
�ltima gota. Tuve que apartarle, porque not� que me empezaba a excitar de nuevo.
Lo levant� y llev� hasta la cama. De un empuj�n le tir� sobre ella y de un tir�n
le arranqu� el tanga, que se rompi� por una cinta.
- �Boca abajo, puta! Quiero ver tus nalgas bien levantadas.
Sab�a colocarse el muy maric�n, porque nada m�s ponerse boca
abajo, con las nalgas en alto y los muslos ligeramente entreabiertos, ense�ando
el agujero del culo tambi�n entreabierto, not� otra vez mi polla empalmada a
tope. En esa postura, mov�a ligeramente el trasero de una manera excitante. Fui
al armario y cog� un cintur�n de cuero. �l se percat� de lo que ven�a y acentu�
el movimiento de su trasero. "No me hagas mucho da�o", musit�.
Su sumisi�n me excitaba a�n m�s. Con ganas y fuerza hice
restallar el cintur�n de cuero sobre sus nalgas, una vez, dos, tres... El sonido
del cuero al golpear las nalgas, y sus gemidos de dolor, me pon�an todav�a m�s
caliente. Las nalgas se pusieron rojas como tomates y aparecieron en ellas las
trazas de los latigazos de la correa. Yo me sent�a a punto de explotar, tir� la
correa y me puse tras �l, le cog� fuerte por las caderas, escup� varias veces en
su agujero, coloqu� la punta de mi polla tiesa y empuj� con toda mi fuerza, de
forma que la polla entr� de una vez, bruscamente, y mientras �l lanzaba un grito
de dolor, le sujet� con fuerza las caderas y empuj� hasta golpear su trasero con
mis huevos.
Fue una penetraci�n r�pida y violenta, sus gemidos y l�grimas
me pon�an a mil y bombe� con todas mis ganas, hasta notar como los chorros de mi
semen entraban ardientes en sus intestinos. Qued� inm�vil y yo me dej� caer
sobre �l sin sacar la polla de su culo, notando con placer los estremecimientos
de sus esf�nteres. Durante un buen rato le mord� y chup� el cuello y los
hombros, mientras el gem�a de dolor y placer.
Yo segu�a excitado, as� que saqu� la polla, me levant� y le
orden� una nueva postura.
- �Date la vuelta, put�n! Ahora te quiero boca arriba, que
voy a hacerte hembra del todo.
Se puso boca arriba. De nuevo estaba tembloroso y ansioso.
Era tan insaciable como yo y deb�a reconocer que se comportaba como mujer m�s
que muchas mujeres. Me molest� ver su peque�a polla. Agarr� su polla y sus
huevos con una mano y los retorc�, calent�ndome con sus gritos de dolor.
- �Esto te sobra, maric�n! �Te lo voy a arrancar! �me
excitaba darme cuenta de su sumisi�n completa y de c�mo aceptaba el dolor como
una parte de su entrega a m�.
Cog� sus tobillos y levant� sus piernas bien abiertas. De
nuevo se ofrec�a ante m� el agujero del culo, cada vez m�s dilatado, y yo ten�a
de nuevo la polla completamente tiesa. Me puse encima, pas� sus piernas por
encima de sus hombros y sin ninguna preparaci�n penetr� de nuevo, con toda la
violencia que fui capaz, aquel agujero tembloroso, mientras agarraba sus pezones
y los retorc�a con fuerza, para que el dolor le llegase al mismo tiempo por m�s
sitios. Sus ojos estaban arrasados en l�grimas, pero mov�a sus caderas y las
proyectaba hacia m� para favorecer la profundidad de la penetraci�n. En aquel
momento me parec�a totalmente una mujer y mientras met�a y sacaba mi polla en su
culo le escup� un par de veces en la cara y le grit� que la iba a pre�ar. Los
estremecimientos de su vientre mostraban la intensidad de su placer, y
nuevamente me vaci� en su interior, sinti�ndole totalmente como si fuera una
mujer y adem�s una mujer put�sima. Me parec�a incre�ble que un hombre ya de edad
pareciese tan excitante y femenino, como un aut�ntico Dorian Grey.
Saqu� la polla chorreando, fui r�pido a la mesilla a por una
c�mara digital de fotos que ten�a all� y empec� a hacerle fotos. No s�lo no se
neg�, sino que empez� a poner todo tipo de posturas sexy y provocadoras. Cuando
ya ten�a muchas fotos, le levant� de la cama y le llev� a la terraza. Nadie
parec�a mirar hacia all�. Le hice ponerse de rodillas, le orden� abrir la boca y
empec� a mear en su cara. Mientras el chorro dorado romp�a contra su cara y
resbalaba por su cuerpo, segu� haciendo fotos, apunt� bien a su boca y no la
cerr� mientras el chorro penetraba en ella.
As� fue la primera vez que me tir� a un marica y la verdad es
que disfrut� como pocas veces y me sent� tan hombre como siempre. A�n conservo
las fotos y debo confesar que m�s de una paja me he hecho contempl�ndolas y
recordando aquella ma�ana de febrero. Agotado ya, le di unos azotes cari�osos en
el trasero y le dije que se fuera. D�cilmente rode� sus caderas con el pareo y
sonriendo me dijo: "gracias". Y sali� de la habitaci�n con su paso afeminado y
ondulante.
A �ltima hora de la tarde le encontr� en el bar del Parador.
Estaba impecable, vestido con un elegante atuendo marinero, camisa entreabierta
y pantal�n, zapatos n�uticos con borlas y un jersey azul sobre los hombros. Sus
rizos a mechas hab�an desaparecido, efectivamente eran una peluca que le sentaba
de cine, muy bien hecha. Su pelo real era negro y lo llevaba muy corto, sin
duda, casi rapado, para facilitar la buena colocaci�n de las pelucas. Me salud�
con la mano y me acerqu�. Me invit� a un whisky, que acept�. Le coment� lo bien
que lo hab�a pasado y que era mi primera experiencia con un marica. Sonriendo,
me dijo que a �l no le gustaban los maricas �"para mariquita y mujer, yo"� sino
los hombres muy viriles como yo.
- Perdona, pero �qu� edad tienes? �le pregunt�.
- �Te sorprende, verdad? Pues, mira, 51 a�os.
- Es incre�ble, te mueves y te comportas como un joven, tu
cuerpo y tu piel son tersos y excitantes. �C�mo lo has conseguido?
- Dicen que los mariquitas muy femeninos nos conservamos
mejor. Quiz� sea porque siempre me han acariciado y usado desde muy peque�o.
Me cont� un poco sus a�os infantiles, lo que le gustaba que
los dem�s ni�os le vieran desnudo y le tocaran, y su "iniciaci�n" a los trece
a�os, en unos billares, donde compa�eros del colegio tres o cuatro a�os mayores
le usaron plenamente como mujer por primera vez. Luego me dijo que ten�a que
irse del Parador y me dej� su tel�fono "por si quieres repetir". Poco despu�s
bajo con una maleta que coloc� en un elegante descapotable y se march�, mientras
yo daba vueltas al papelito blanco donde me hab�a escrito su tel�fono m�vil y
una breve frase: "Me has follado de cine, soy tuya, repite".
Y la verdad es que luego he repetido varios encuentros con
�l, y aparte de disfrutarle a tope, hemos hecho amistad y he ido conociendo su
vida, sus aventuras, las ra�ces de su feminidad. Es una historia muy excitante,
para contar poco a poco. Prometo hacerlo.