EL PODER DE LA MENTE SOBRE EL TEJIDO II
Juana ha desaparecido sin dejar rastro, han pasado semanas,
ya es p�blica la noticia. En el banco se ha cometido un desfalco y extra�amente
se ha confesado autor un modesto cajero sin acceso a las claves de la caja
principal. Su apartamento est� vacio, parece que se la ha tragado la tierra,
medito en soledad sobre mis poderes, sentado desde el suelo intento encender una
vela con la mirada pero tengo que levantarme y buscar un encendedor, solo
funciona en mi caso si imagino la vela con cuerpo de mujer y magreo sus
contornos.
-Ya lo tengo!.
Acudo r�pidamente al mismo paseo donde compr� el libro,
atolondradamente aparto peatones con mis prisas, elevo mi cuello por encima de
la muchedumbre. Todos los negros se parecen, todos venden discos piratas, �como
he podido ser tan imbecil y dejarme robar esa maravilla?. Extra�amente una mano
invisible entra bajo mi pantal�n y pretende acariciarme los huevos. me ordena
"Si�ntate, busca un sitio apartado", obedezco, Juana me habla.
Busco un banco apartado en el parque, en un claro oscuro de
madreselvas al amparo de otras parejas que se besan, cruzo las piernas y murmuro
telep�ticamente :
-�Que quieres Juana?.
-Escucha y obedece.
-No seas grosera, sabes que tengo el mismo poder mental que
t�, el libro es mio y me pertenece.
Entonces la mano aprieta mis huevos cruelmente, me los
retuerce y no puedo evitar gritar en el parque y pedir piedad. Las parejas de
enamorados que me rodean murmuran, se levantan mirando de reojo mis piernas
torsionadas sobre la gravilla, se levantan y huyen a toda prisa. Obedezco a
Juana de forma sumisa con tal de que termine aquella manipulaci�n sobre mis
pelotas, ella prosigue :
-No busques m�s el libro, d�jame en paz, olvida que algun dia
lo leiste. El conocimiento de sus p�ginas no esta hecho para tu cerebro de
burro.
Extra�amente la comunicaci�n telep�tica se pierde, algo la
interfiere, no es tan poderosa como supon�a, y m�s providencialmente aun cruza
en la lejan�a del paseo el negro al que compr� el libro, puedo reconocerlo, es
el �nico negro bajito de todo el rastro. Un rid�culo e inconfundible bonete de
lana multicolor decolorido de rojos rosas y verdes azulados tapados por la
suciedad lo delata.
Salto a su encuentro, lo invito a comer, es mi salvaci�n,
necesito explicarle doce veces que no soy homosexual pero que por favor me diga
donde consigui� ese libro. El negro devora patatas fritas entre el tenedor y el
filete, intenta recordar y confiesa que no tiene m�s de ese tipo, solo cuando le
pago el postre se anima, su memoria est� motivada, en la casa de un muerto.
Un dia salt� una ventana y rob� algunas cosas, el observa los
funerales pacientemente, a los pocos dias si no hay luz en la casa entra y toma
lo que puede llevarse. Acepta una propina y decide mostrarme la casa, ahora ya
hay luz, esperamos en la puerta, un coche de policia entra despacio por la
calle, disimulamos y nos abrazamos, simulamos ser amantes y besarnos en la
oscuridad, la policia se marcha, yo vomito sobre la acera.
Han pasado meses, intento escribir torpemente en apuntes lo
que recuerdo del libro, abandono desesperado, solo consigo que las hojas se
vuelvan amarillas y se retuerzan. Tomo caf� despistadamente, tanto esfuerzo
mental me tiene agotado, el hemisferio derecho de mi cerebro hundido y las
facturas acumuladas, entonces un tipo toca mi hombro en una llamada grosera de
atenci�n, sin girar la cabeza comprendo que es mi casero, pero un enano chino me
sorprende.
La situaci�n en mi vida es desesperada, no solo dia tras dia
no puedo recordar nada del libro sino que sospecho que Juana evita a toda costa
que prosperen mis ejercicios. El chino enano me habla con una copa de ginebra en
la mano y una c�mica naricilla roja, canturrea algo de flamenco por Juanito
Valderrama :
-Son las mujeres tan malas, maaalas, lerelereeeeeee. que ni
el sabio en la higuera se bajaaaa ayyyy.
El due�o del establecimiento le rega�a, amenaza con largarnos
a los dos a la calle si no callo a aquel tap�n de humanidad de inmediato.
Entonces �l con la mirada vuelta y los p�rpados caidos me dice "observa", noto
repentinamente un dedo extra�o en mi monedero y una voz sublime que me ordena
telep�ticamente "Inv�tame a otra copa". Entonces �l habla :
-Me eduqu� en una lamaser�a del Tibet, y decid� un dia venir
a tu pais para poder comprar un frigor�fico para los monjes, adoran los
electrodom�sticos occidentales como puro objeto de contemplaci�n zen. Como
entender�s en el Tibet y a cincuenta grados bajo cero maldita la falta que hace
un refrigerador, pero ellos me encomendaron esta misi�n y yo fracas�.
Las leyes del karma un dia que viajaba astralmente con la
botella de an�s la castellana me pusieron en el camino de una pareja extra�a que
se amaba entre pellizcos retorcidos de genitales, y pude reconocerte a t�.
Quiero ayudarte, eso me permitir� purgar parte de mi pena, y decirte que pienses
solo esto, �que har�as tu y a donde ir�as si fueras Juana?. Necesitas llevarte
aquel humilde negro a vivir contigo a tu casa si quieres que los dolores de
cabeza terminen de una vez para siempre. !Hip!.
Aquella sabidur�a milenaria me abri� los ojos, desconcertado
y absorto mientras pon�a cuatro euros sobre la barra y ped�a dos copas de
chinch�n, con vehemencia agradec� sus palabras :
-Noble y sabio anciano, eres la luz que me guia. A cambio de
tu secreto te dir� que en almacenes Martinez tienen los mejores frigor�ficos de
oferta.
Localic� de nuevo al negro que fu� el instrumento del cielo
para mi conocimiento y lo llev� a vivir a casa tras jurarle y perjurarle que no
era homosexual, a rega�adientes y mientras yo portaba sus pesadas cajas y
trapajos decidi� venirse al menos y probar una temporada. El cambio fu�
espectacular, apenas aquel hombre entr� en mi vida la casa pareci� iluminarse,
entonces sent�ndome en el sofa de manera c�moda y llev�ndome las manos a las
sienes comenc� a sobar las tetas de Juana, dulcemente al principio, con alevosia
despu�s. Por la hora con un poco de suerte estar�a en la calle, quer�a arrojarla
contra algun sem�foro y estrangularla de verguenza, pod�a percibir claramente
como estaba excitad�sima, muy loca y excitada pero parec�a estar entre
colchones. Rapidamente baj� la mano a su sexo cuando not� algo extra�o y
parecido a un falo enorme y duro, aquella zorra en aquel momento estaba
follando.
-Maldita perra de mierda!.
Mi amigo negro me mir� con gesto asustado y dijo en un t�mido
espa�ol "Creo que mejor me marcho".
(continuar�)