Me hubiera quedado durmiendo hasta el fin de la eternidad.
Los sue�os que me produjo el uso de la m�quina fueron del mayor erotismo y,
sumida en ellos, sus efectos fueron acusados por la humedad que ten�an las
s�banas bajo mi pelvis.
Salimos para el sal�n de belleza donde mam� hab�a conseguido
hora gracias a sus contactos, ya que normalmente era imposible conseguirla con
tan poca antelaci�n. Mam� se introdujo en el co�o unas gruesas bolas ligadas
entre si con un cord�n y dejando salir por el agujero vaginal otro para
sacarlas. Las llam� bolas chinas y me dio otro par de ellas a mi, que me las
met� con un poco de aprensi�n.
Durante el trayecto not� el efecto de las bolas que se
manifest� en un total empapado de mis bragas.
En el sal�n, despu�s de ver varias fotos mam� me recomend� un
corte de pelo cortito.
- Le ir� muy bien �dijo la peluquera- con esa carita ... (de
puta, dilo, de puta) tan redondita resultar� muy salada y atractiva.
Decidi� que me lacasen las u�as en un tono nacarado que dijo
quedaba muy bien sobre un monte de Venus depilado, sin importale un r�bano la
presencia de la peluquera y la manicura y ante mi profundo rubor y bochorno.
Antes de pasar a la sala de depilaci�n quise ir al ba�o con
la excusa de orinar, pero mam�, sabiendo que quer�a sacarme las bolas chinas me
lo impidi�. �Perversa vieja!. Me sometieron a una larga sesi�n l�ser como
consecuencia de la cual no qued� un pelo sobre mi piel salvo las cejas y las
pesta�as.
La mujer de la depilaci�n, despu�s de espantarse de la
pelambrera que llevaba en el co�o y librarse de ella de inmediato, alab� los
gordos labios mayores de mi chumino y lo bien cerraditos que estaban bajo mi
prominente monte de Venus. No mencion� para nada el cordoncito que sal�a de mi
agujero, pero yo, muerta de verg�enza, sab�a que me calificaba de puta y
exhibicionista.
- Este monte est� precioso querida, as�, sin la pelambre,
destaca m�s su abultamiento y suavidad muy acorde con tu carita .. (de puta) ..
redonda.
Me aplic� una crema refrescante que le agrad� mucho a mi
pelada ingle y pas� a una sesi�n de rayos UVA sin m�s desaz�n por mi parte.
Salimos por fin, con gran alivio m�o, cerca de la hora de comer, que lo hicimos
en un restaurante, ya que mam� quer�a comprarme ropa nueva, sobre todo la
interior.
Le pregunt� a mam� por qu� me hab�a humillado con las
empleadas mencionando ante la peluquera y la manicura lo de mis dedos sobre el
co�o pelado y por no dejarme sacar las bolas chinas para que las viera bien la
depiladora.
- Mira cari�o, te repito que tienes que desprenderte de tu
pacater�a. Ahora, cuando vuelvas al sal�n no tendr�s que disimular nada. Si tu
co�o est� inflamado de tanto follar o tu culo demasiado abierto, nadie har�
conjeturas. Todas saben que eres una golfa y punto. M�s f�cil sin disimulos ni
rubores ni bochornos.
- Yo no soy una golfa. Solo quiero follar.
- Pues eso, una golfa. Como yo, y como muchas.
- Para ti la perra gorda.
Despu�s de comer nos lanzamos a la compra de ropa donde sufr�
verg�enza a raudales. Si de aquella no se me pasaban los sofocos y la timidez,
es que no se me pasar�a jam�s. Durante la compra de la ropa interior hizo
comentarios ante las dependientes similares a los del sal�n de belleza. Todas
nos miraban con cara de desprecio. Como a unas zorras. Termin� provista de un
mont�n de tangas a cual m�s peque�o y sujetadores por los que desbordaban mis
pechos. Tampoco tapaban nada los deshabill�s que me compr�, m�s val�a ir
desnuda.
En una joyer�a remat� la faena. Un dependiente vino a
atendernos y mam� le condujo a un expositor, tirando de mi, donde se exhib�an
determinadas joyas por las que mi progenitora se interes�.
- Se�ora, si me permite, esto es bisuter�a barata. No es para
ustedes.
- �Por qu� no?.
- Bueno, estos dise�os .. eeerr, ... ver�, es que son los
demandados por ..... eeeer ... no se si me entiende. Mire bien los dise�os.
- No veo nada raro.
Yo si lo ve�a. Anillos muy anchos con corazones, calaveras,
con argollitas, en fin. Muy �especiales?.
- Pues se�ora .... como decirle. Son los que compran mujeres
... eeer .. de vida ..... como decir ... si ... ya, de vida un poco disoluta.
�Me entiende?
- Ah ya, acab�ramos. Y �quien le dice a usted que mi hija no
es mujer de vida disoluta?. � No ve su cara de puta?.
El hombre se march� y envi� a otro a atendernos que nos
miraba con cara de desprecio. Mam� seleccion� varios anillos y pendientes, entre
aquellos uno de los anchos con una argollita enganchad en un c�ncamo y otros que
me prob� en los pulgares diciendo que era lo que llevaban ahora las mujeres
atractivas. De vida disoluta, pens� yo. Las putas. Y yo tengo cara de puta.
Y bien que lo o� cuando sal�amos.
- �Has visto la cara de puta de la m�s joven?
- No puede ocultarlo.
- Pues al principio no te diste cuenta.
Pero el colmo fue cuando entramos en un sex shop. No me
advert� qu� lugar era hasta que no estuvimos dentro, si no no hubiera entrado ni
a patadas.
Mi madre tom� una cesta donde fue colocando cosas que yo no
identificaba en su mayor�a, pero casi mejor, porque las que identifiqu� hac�an
que un color se me fuese y otro me viniese. Vaya sofoquina. Yo pensaba que todo
el mundo nos miraba pero cuando me atrev� a alzar la vista comprob� que
pas�bamos desapercibidas y eso me consol�. Hasta que mam� se dirigi� a un
dependiente.
- Oiga joven. D�nde est�n los vestuarios?. Mi hija se quiere
probar algunas cosas.
Nos lo indic� y mam� me dio algunas prendas para probarme. Me
hab�a puesto ya un traje de l�tex negro parecido a un ba�ador de cuerpo entero
que dejaba las tetas al aire pero ten�a mangas. Tambi�n quedaba al aire la
vulva, cercada por unas tiras que apretaban los labios exteriores cerrando el
agujero casi herm�ticamente pero, al mismo tiempo, al comprimir los labios en su
base, las crestas se abr�an ense�ando la encarnada raja descaradamente. Se
complementaba con un delgado collar de acero forrado parcialmente � el interior-
de cuero muy suave y que ten�a una argolla. Un chisme t�pico de fetichistas. A
juego iban unos zapatos de aguja tambi�n muy fetichistas, aunque no estaba tan
ilustrada en ello para afirmarlo categ�ricamente.
Lo que si puedo afirmar es que estaba vestida como una ramera
de lo m�s vicioso e indecoroso. Y lo peor, dadas mis carnes un poquito sobradas,
me ve�a totalmente rid�cula. Iba a quitarme todo cuando mam� llam� a la puerta
para verme y darme su opini�n.
No me hubiera importado ser tragada por la tierra cuando abr�
la puerta y entr� mam� seguida del dependiente.
- Hija, este chico tan agradable, Juli�n se llama, tambi�n
quiere verte. Su opini�n es experta. Ha visto mucho.
- Por Dios, mam�, no me hagas esto.
- Ay hija, otra vez con tus �o�er�as. Juli�n ha visto mucho
como para escandalizarse de ver una mujer con el co�o al aire.
- Tiene raz�n su se�ora madre. Si supiera usted lo que se
encuentra uno en este lugar ... sin ir m�s lejos, en la cabina siete hay una
se�ora casada que come pollas que salen por un agujero de la pared todos los
d�as de 11 a 12 de la ma�ana. Y saca buenos euros. El negocio se lleva el 20% de
la recaudaci�n.
- A ver, nena. Que te vea Juli�n.
- No, esto me sienta fatal y me est� peque�o.
- No se�ora, le cae muy bien, lo que ocurre es que no est�
usted acostumbrada.
- No pienso llevarme esto.
- Claro que si nena. No haga caso Juli�n, en casa cambiar� de
opini�n.
- Ni hablar.
- Bueno nena, d�jate de tus escr�pulos de ama de casa y vamos
a probar como entra.
Ni corta ni perezosa sac� de la cesta de los otros objetos un
consolador y lo lami�. Repentinamente, con destreza, antes de darme tiempo a
reaccionar me lo enchuf� en el co�o.
- �C�mo lo sientes hija?. Ha entrado muy bien y eso quiere
decir que una polla tampoco encontrar� obst�culo. Gusta mucho a los hombres
porque oprime muy bien el miembro.
- Mamaaaa. Por favor, est�s loca. Delante de este hombre.
- Juli�n ya ha visto muchas putas. No se asombra.
- Si se�ora. Pero perm�tame decirle que ninguna tiene esa
cara de usted de ..
- �De zorra?. D�galo, no se corte, ya puestos ...
- Bueno, no era mi intenci�n ofenderla. Pero s� es cierto que
tiene una cara de viciosilla que levanta cualquier instrumento masculino. Con
todos mis respetos.
- Es usted muy simp�tico Julian. Es una l�stima que ande por
ah� su jefe, podr�a hacerle un favor a mi hija, como le he contado, no la han
follado debidamente en dos a�os. Bueno, ni debida ni indebidamente.
- Mamaaa. Por Dios ,calla ya de una vez y v�monos.
Agitada, indignada y fuera de mi no dud� en quitarme delante
del tal Juli�n todo el equipo ftichista y vestirme de persona.
Sal� a la calle a fumar un cigarrillo mientras mi madre
pagaba. Sali� ella acompa�ada del dependiente y se morrearon descaradamente ante
la puerta entornada.
- Hasta otro d�a pues. Ll�mame Juli�n, ya la convencer�. � o�
a mi madre.
No le dirig� la palabra hasta llegar a casa donde mont� una
escena.
- Bueno hija, si te pones as� lo dejamos. Que te folle un
pez. Hab�a pensado esta noche darte otra sesi�n con mi m�quina. Esta vez
conjunta entre las dos. Pero lo mejor es que te vayas a tu casa a meterte por el
chumino el palo de la escoba.
El recuerdo de la m�quina el�ctrica me hizo recapacitar y
pedir perd�n por mis modales. Mam� me perdon� y me anunci� que ten�amos que
trabajar mi culo antes de la m�quina. Solt� un gemido de resignaci�n.
Por supuesto, antes de empezar la tarea de adiestrar mi culo
tuve que sufrir un enema. Despu�s me unt� el ojete con una crema que hab�a
comprado en el sex shop y comenz� la ya conocida t�ctica de un dedo ... dos
dedos ... con el tercero sent�a mucho dolor y ped�a compasi�n, pero sigui�
imperturbable. Hac�a movimientos giratorios, intentaba separar los dedos,
penetraba m�s, volv�a a sacarlos, lo met�a desde abajo, despu�s desde arriba,
giraba la mano, unas veces palma abajo y otras palma arriba. Aditaba m�s crema.
Repentinamente los retir� pero me calz� dentro un tap�n anal m�s grueso que el
que hab�a utilizado para retener los enemas hasta que hicieran el debido efecto.
Me meti� tambi�n las bolas chinas en la vagina y, en
sorprendente cambio de actividad, se puso a hacer la cena mientras me mandaba
poner la mesa. Para mi fue una pesadilla la actividad. Por un lado estaba a
rabiar de caliente por las bolas y por otro sent�a el ardor de mi esf�nter
trasero brutalmente dilatado.
Poco sab�a yo a esas horas del calificativo brutalmente
dilatado. Sentarme a la mesa a comer fue a�n peor porque el tap�n hacia
estragos por su gruesa base comprimida contra el orificio. Terminada la cena
puso en el video una pel�cula porno que me hizo ver a cuatro patas mientras
retomaba la tarea de mi culo.
La pel�cula trataba de sodomizaci�n de mujeres. Las escenas
que v� eran inenarrables pero me consolaron. Si los culos pueden abrirse como
los que v�, a mi me quedaba a�n bastante margen antes de que se rasgase el
delicado tejido del m�o.
Mam� ya me trabajaba con cuatro dedos. Bajo mi se hab�a
formado un charco de sudor. Como no me hab�a sacado las bolas chinas, el agitado
manejo en mi ano provocaba que se entrechocasen entre si provocando que las
otras bolas que deb�a haber en el interior de las visibles tuviesen un extra�o
efecto de vibraci�n en mis paredes vaginales que me provocaba una sensaci�n
agridulce de placer y dolor. Eso deb�a ser lo que sent�an los masoquistas.
Pero lo m�s asombroso para mi es que sent�a otra agradable
sensaci�n al pensar que estaba sometida lascivamente a mi propia madre. Aquello
era lesbianismo incestuoso. Y sent�a un inexplicable placer en ser protagonista
de tal demencia.
Esas sensaciones hac�an que mi vagina fabricase buena
cantidad de jugos que, bombeados hacia abajo por el movimiento de las bolas
sal�an por el agujero. Pero esos fluidos no ca�an al suelo con mi sudor. Mam�
los recog�a con la otra mano y se los llevaba a la boca. No desperdiciaba el
n�ctar como yo hab�a hecho con ella.
La pauta del trabajo de mam� con mi culo volvi� a cambiar. Me
sac� los dedos ye me orden� ira al ba�o para cagar y orinar si quer�a. Mientras
ella sac� la fregona para limpiar el charco que yo hab�a dejado.
Regres� sin cagar ni mear.
- �Ya te has estirado los m�sculos?. Pues ponte otra vez.
Con un gemido lo hice.
El culo que v� esta vez en el televisor respond�a a los
movimientos del m�o. Mam� hab�a colocado una videoc�mara que firmaba mi culo
para que yo viese las labores que requer�a. Me introdujo un examinador cl�nico
que yo conoc�a de las visitas al ginec�logo y empez� a manipular la tuerca de
apertura hasta que mi agujero lleg� a un ensanchamiento descomunal que me llev�
a las l�grimas. Pero ella, imperturbable, no me hizo ni caso.
Se coloc� tumbada debajo de mi y comenz� a comer mi pelado
co�o mientras me ped�a hacer lo rec�proco con el suyo, no menos insolentemente
desnudo de cualquier pelillo.
As� pues nos pusimos al 69, aunque yo dejaba mucho que desear
en tal trabajo porque no paraba de levantar la vista al televisor subyugada por
la visi�n de la lengua de mam� en mi trasquilado pubis y el aparato en lo alto
abriendo mi ano.
Poco tard� en obtener un soberbio orgasmo, m�s inducido por
el espect�culo del televisor que por la experta boca de mam�. Ella tard� algo
m�s en obtener su premio aflorando sus caldos, que esta vez no desperdici�
bebi�ndome hasta la �ltima gota. Qu� dulces los n�ctares de mam�. Yo pensaba que
por su edad ser�an agrios. Pero no.
Como lo prometido es deuda, despu�s de ducharnos y descansar
viendo una pel�cula de drama y sano llorar juntas, nos fuimos a la cama a
disfrutar de su m�quina. Como la otra vez, me aloj� en mis agujeros los
electrodos, pero no me coloc� los de los pezones porque no hab�a disponibles m�s
que cuatro y los otros dos eran para sus cavidades. Manej� los mandos y nos
sumimos en los extra�os e imprevisibles orgasmos que facilitaba aquella sat�nica
m�quina.
Ella se encarg� de desconectarla. Yo solamente se que tuve
tres prodigiosos y quim�ricos orgasmos que me dejaron para el arrastre. Mam� me
cont� al d�a siguiente que la m�quina dejaba secuelas como cualquier droga y no
se deb�a utilizar con frecuencia.
CONTINUAR� en los pr�ximos d�as.
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