Relato: Los chicos del colegio





Relato: Los chicos del colegio

Los chicos del colegio



Era muy de madrugada cuando escuch� el tel�fono. Siempre lo
contesto sea la hora que sea. Pero la sorpresa fue may�scula cuando oigo una voz
infantil al otro lado de la l�nea.




Al�


Al�, ...... �Se encuentra Ren�?


Si, soy yo, �Qui�n habla?


Soy Gaspar, �Te acuerdas? � �Por supuesto que me
acordaba!


No me acuerdo bien, �De donde eres? �ment� mientras me
repon�a de la impresi�n.


El otro d�a en el estero, cuando nos est�bamos pajeando
�Te acuerdas? �al otro lado de la l�nea se escuchaban algunas voces
infantiles


Ahora s�, s� me acuerdo. �Y c�mo est�s?


Bien, aqu� estoy en Vicu�a Mackenna con unos amigos que
quieren conocerte. �Te acuerdas de los que quer�an que te devolvieras ese
d�a?


Si, los que estaban en pelotas. Oye �Y Nicol�s? �C�mo
est�?


Bi�n, est� aqu� al lado m�o. �Quieres hablar con el?
Esp�rate


Alo, �Ren�? Hola.


Hola, c�mo est�s...


Bien. Oye, estamos con unos amigos y les contamos lo del
otro d�a. Quieren conocerte.


�Ahora?


Si, estamos aqu� en la Plaza Italia. �bamos a una fiesta
y te llamamos a ti primero. Queremos ir a tu casa mejor.


�Y que hora es?


Son las once y media reci�n �Quieres conocerlos? Tenemos
toda la noche todav�a..Y los chiquillos est�n calientes.


Chutas, �Cu�ntos son tus amigos?


Somos siete �Te los nombro?


No, no es necesario. Oye �Y que edad tienen?


Somos todos de la misma edad, menos Crist�bal y Mat�as
que son m�s grandes. �Cu�ntos a�os tienes tu Mat�as? �preguntaba el ni�o a
sus amigos


�Qu� edad tienen?


Crist�bal tiene 16 y Mat�as tiene 15. Bueno, �nos vienes
a buscar o no?




En cinco minutos ya estaba arriba de mi Jeep Cherokee viejita
y a los veinte minutos llegaba a la Plaza Italia. Ellos no conoc�an mi
camioneta, as� es que les ment� acerca del color, para poder acercarme a ellos
en forma discreta. Quer�a ver primero si efectivamente estaban solos o si era
una posible trampa.


Cuando los ubiqu� en las cercan�as de la Fuente Alemana,
primero les observ� desde lejos, luego me acerqu� discreto. Nicol�s fue el
primero en reconocerme, pero le hice un gesto de que permaneciera callado. El
chico reaccion� enseguida, se acerc� a su amigo Gaspar y le dijo algo al o�do.


Cuando me volte� ambos me segu�an solos. Les esper� a la
vuelta de una esquina.




Hola Ren� �Qu� pasa? �pregunt� Gaspar intrigado


Hola �Qu� le dijeron a sus amigos?


Nada, que �bamos a comprar cigarrillos.


�Y vinieron solos?


Si pues. �Ah! Tu pensaste que era mentira lo que te
dijimos �intervino Nicol�s


Claro, yo pens� que ustedes estaban inventando �me
tranquilic�. Los ni�os verdaderamente estaban solos, lo cual es muy com�n en
Chile.


�Entonces? No me digas que viniste a pie...


No, no. Tengo el Jeep estacionado all� en el Parque.
Vamos a buscar a sus amigos entonces.


�Listo! Venimos al tiro �y ambos amigos salieron
corriendo en busca de los dem�s.




Cuando aparecieron todos, era para no creerlo. El grupo
estaba compuesto en total de ocho preciosos adolescentes, no siete como me
hab�an dicho. Todos bastante altos, algunos me superaban en estatura, pero sus
edades eran, tal como me lo hab�a informado Nicol�s, catorce a diecis�is a�os.
La verdad es que me sent� algo atemorizado. Eran unos muchachitos verdaderamente
hermosos, pero no est�bamos en el campo. Ahora el encuentro era en la ciudad.
Exist�a un riesgo mayor, ya que todos eran menores de edad.




Ya pues, vamos. Ya son las doce �apur� Nicol�s


�No eran siete? �pregunt� yo


Si, es que llamamos a �talo para que viniera. Como estaba
solo y vive cerca. �Te lo presento? �dijo Gaspar


No, en la casa me los presentas a todos. Salgamos de aqu�
que es algo peligroso a esta hora.


�Tienes un Jeep? �dijo emocionado uno de los ni�os del
grupo cuando llegamos al estacionamiento.


Si �Te gustan?


���Si!!! Mi t�o tiene uno y es mortal...


Yo me siento adelante �dijo Gaspar.




Nos acomodamos como mejor pudimos, dici�ndoles a los chicos
que yo ser�a el t�o de Gaspar si nos paraban los Carabineros por alg�n control
nocturno. Cuando todos estuvieron acomodados, nos dirigimos directamente a mi
casa, donde me esperaba la primera noche de una serie que luego proseguir�a por
muchos a�os.


Llegamos a la casa pasadas las doce y media de la madrugada.
Les ped� que bajaran en silencio para evitar despertar a los vecinos, aunque
ellos estaban algo acostumbrados a ver llegar adolescentes a mi casa.


Lamento desilusionarlos quiz�s, pero mi casa no era ninguna
maravilla como la de otros relatos. Estaba ubicada en un barrio popular, cerca
de un sector indistrial. Mi piscina era la manguera del jard�n, la sala era de
tres por cuatro metros y el dormitorio algo m�s peque�o. No ten�a whisky para
servir ni tampoco el televisor era de plasma. El ba�o era peque�o, carec�a de
jacuzzi y mi equipo de sonido era un Sony de 30 watts por canal. O sea, era la
casa de un profesional de clase media, educado en colegio p�blico, universidad
estatal y con padres obreros. Ninguna cosa para asombrarse, pero lo
suficientemente acogedora como para sentirse c�modo.


�Ah! Yo tampoco soy ninguna maravilla. De hecho jam�s he
pisado un gimnasio. A esas alturas ten�a algunos rollitos en el abdomen y uso
lentes �pticos. Casi soy parecido al Woody Allen, pero tengo un magnetismo
especial para los adolescentes, a los cuales seduzco con relativa facilidad pero
jam�s con enga�os. Mi pene erecto mide alrededor de normales diecis�is
cent�metros, por lo que quienes esperaban un irreal de 22 se sentir�n
desilusionados. Finalmente en ese entonces ten�a 28 a�os.


Sin embargo a los ni�os eso no parec�a importarles. Al
parecer era su primera aventura solitaria de adolescentes por decirlo de alguna
manera. Se les notaba no solo excitados, sino que entusiasmados por estar en un
lugar que sus padres desconoc�an por completo.


Los dej� acomodarse como pudieran en mi reducido espacio
mientras iba a la cocina en busca de cervezas para ofrecerles. No ten�a ninguna
intenci�n de embriagarles. De hecho evito que los menores con los cuales tengo
aventuras se encuentren inconscientes, drogados o borrachos. Todos mis
encuentros son con plena luz, despiertos y totalmente voluntarios. La cerveza la
tengo siempre disponible porque en mi pa�s es el trago de los jovencitos, con lo
que se "calienta la m�quina". Tambi�n aprovech� mi permanencia en la cocina para
preparar unos panes con jam�n y eso, para que los chicos comieran algo. A lo
mejor tengo alma de "pap�".


Estaba en eso, cuando aparece en la puerta de la cocina uno
de los menores a los cuales no conoc�a. Era �talo, un larguirucho pecoso de poco
menos de 1,70, cabello liso en melena, de piel blanca, completamente desnudo y
con una sonrisa simp�tica en los labios.




Hola, �Qu� est�s haciendo? Te estamos esperando en el
living �Algo turbado ente la vista de tan hermoso efebo, le respond�
confundido.


Estaba prepar�ndoles algo para que coman. Deben tener
hambre �Y no pude evitar dirigir mi mirada al falo infantil que el peque�o
mostraba entre sus piernas y parec�a exhibir orgulloso entre una mata
interesante de pendejos.


�Te molestaste porque me met� a la cocina? �pregunt�
p�caramente el chico, mientras pon�a un rostro de seducci�n inconfundible.


No, no. Es que no pens� que ibas a quitarte la ropa
enseguida.


Si quieres me voy a vestir


No, est� bien. Tienes el cuerpo muy bonito. �Dicho esto
dej� lo que estaba haciendo, me acerqu� al ni�o y le apret� suavemente sus
genitales.


�Te gusta? �pregunt� maliciosamente el chico.


Si, mucho. Lo tienes lindo �recalqu�, al tiempo que
masajeaba un pene en inmediato crecimiento, que cuando alcanz� su m�ximo
esplendor lleg� a los 15 cms.


�Vamos al living? Los chiquillos te est�n esperando




Tom� una bandeja en la cual puse los s�ndwich reci�n
preparados y ped� a �talo que llevara las botellas de cerveza. Ten�a un cuerpo
fenomenal, con un trasero muy bien formado, sin una pizca de imperfecci�n, una
piel cubierta de un vello fin�simo y en proporciones exactas.


Cuando llegu� al living, el espect�culo era enloquecedor.
Todos los ni�os, absolutamente todos, estaban desnudos, con sus penes entre
erectos y a medio erectar y con una aspecto de calientes que no pod�an ocultar.




�Que buena onda! Pancito con jam�n.


Si yo tengo hambre. �Qu� hora es? �eran casi la una y
media de la madrugada.


�Podimos poner la tele? �pidi� Tob�as. Yo le dije que si.


Gracias Ren�. �Te podimos decir Ren�? �pregunt� Lorenzo,
un morenito algo m�s bajo que yo, que luc�a una erecci�n completa de un pene
de unos 13 cms. arqueado hacia abajo.


Si, por supuesto. �Y me puedo sacar la ropa tambi�n?


���Si!!! �respondieron al un�sono varios chicos.


�Tienes una pel�cula porno? �pregunt� mi ya conocido
Gaspar.


Si, la traigo enseguida.


Pres�ntenme a sus amigos ahora �ped� a Gaspar y Nicol�s,
mientras insertaba una porno en el video grabador.


A ver, empecemos por ...




Ignacio; era un rubiecito oscuro, de aspecto robusto (no
gordo), algo m�s alto que yo. Ten�a un peinado en que sus cabellos quedaban en
punta y que le daba un aspecto muy varonil. Lampi�o como todos sus amigos, entre
sus piernas se ergu�a un m�stil de unos 14 cms., doblado hacia un costado, con
un prepucio algo estrecho, pero que igual dejaba asomar un prometedor glande
rosado. Ten�a una voz propia de adolescente, entre femenina y masculina, tan
propia de la etapa que estaba pasando.


Enseguida me presentaron a Crist�bal, el mayor del grupo, de
16 a�os. Con un cuerpo casi de hombre dada su estatura algo superior a 1,70,
usaba frenillos, lo cual le daba un aspecto muy singular. Su piel era de un tono
bronceado. Su abdomen mostraba los m�sculos muy marcados y ni una fibra de su
cuerpo parec�a estar fuera de lugar. Una cicatriz en la ingle, que me indic� era
por una apendicitis, no consegu�a afectar su belleza juvenil. Su falo lleg� a
medir alrededor de 16 cms. cuando se le par�, aunque en esta presentaci�n s�lo
lo ten�a en posici�n de "atenci�n".


Luego lleg� el turno a Mat�as, un moreno con aspecto de
seductor italiano, el segundo mayor del grupo, de 15 a�os. M�s bajo que yo,
ten�a un cuerpo muy bien proporcionado. Su cabello le ca�a desordenadamente
sobre su frente, d�ndole una apariencia de travieso inconfundible. Su pene,
cuando alcanz� la erecci�n completa, med�a 14 cms., ten�a forma arqueada hacia
arriba y su glande quedaba totalmente descubierto. Una abundante mata de
pendejos se advert�a en su ingle, haci�ndole aparentar un poco m�s de edad,
aunque su rostro de ni�o lo desment�a.


�talo era el m�s desinhibido del grupo. Me salud� con un
apret�n de manos y luego, sin soltarme, la acerc� a su erguido miembro
present�ndomelo tambi�n. Como ya le hab�a descrito antes prosigo.


Lorenzo parec�a el peque��n del grupo, aunque igual de
extrovertido que el resto. De estatura peque�a, quiz�s 1,50, ten�a una
apariencia oriental. De piel blanca, se alcanzaban a distinguir sus costillas.
Un pene de 12 cms. no consegu�a hacerle desistir de intentar seducirme con su
p�cara mirada. No ten�a pendejos visibles, s�lo cuando me acerqu� logr�
distinguir que reci�n estaban haciendo su aparici�n.


Por �ltimo estaba Tob�as, un muchachito alto, de 1,72, de
cuerpo atl�tico. Parec�a un poco mayor que sus compa�eros de colegio aunque
ten�a los mismos catorce a�os de los dem�s. Su pene era el m�s grande del grupo
con sus 16 cms. en plena erecci�n. Arqueado hacia su vientre, quedaba casi
paralelo a su cuerpo cuando alcanz� la m�xima tensi�n. Con el cabello largo algo
desordenado, en su aspecto me recordaba a alguno de mis antiguos compa�eros de
curso de principios de la secundaria.


Hechas las presentaciones, los chicos se acomodaron algo
apretujados en los sillones de la sala, mientras yo me dirig�a al dormitorio a
quitarme la ropa. A�n no acababa de sacarme el pantal�n cuando apareci� en la
puerta �talo, con su pene en completa erecci�n entre sus dedos.




�Este es tu dormitorio? �pregunt� al mismo tiempo que se
sentaba en un extremo de la cama.


Si, este es �respond� terminando de sacar mi pantal�n.


Es chiquitito. �Tienes otra tele? �Y otro video?


Si, para mirar pel�culas en la noche �contest� quedando
s�lo con mi zunga puesta.


�Podemos poner una pel�cula aqu� adentro?


�Y tus amigos?


No te preocupes; esos son piolas. Nos dejan tranquilos.
Si ya les dije que iba a empezar primero �asegur� el chico mientras se
acomodaba cuan largo era encima de la cama


Voy a buscar una pel�cula


A mi me gustan esos trajes de ba�o que usas tu �dijo
�talo refiri�ndose a la zunga que a�n vest�a ��Tienes otro para probarme?


Si, claro. Toma esta. Te va a quedar bien � le pas� una
que reci�n hab�a sacado de un caj�n donde tambi�n ten�a los videos.


Est� rica, pero con el pico parado cuesta acomodarla �me
explic� el chico, mientras intentaba vanamente acomodar su magnifico miembro
en el interior de la min�scula prenda.




Entonces me acerqu� e intent� arreglar su verga, pero por el
estado en que se encontraba fue imposible. El muchacho ten�a una erecci�n
fabulosa y en ese estado iba a resultar imposible alojar ese monstruo. Ya para
ese momento los dados estaban echados.


�talo acomod� su cuerpo sobre las almohadas y me invit� a
tomar posesi�n de su virilidad. Acomod� mi cabeza en su abdomen, aprision� su
pene entre mis labios y comenc� el m�s placentero trabajo que conozco. �con que
ansiedad me encontraba esa noche! Siempre mis lolitos hab�an sido de condici�n
humilde, pero esta noche ten�a a un grupo de adolescentes de otra clase social,
plenamente conscientes de lo que estaban haciendo. Aqu� era yo el dominado y no
me importaba serlo.


�talo hab�a apoyado ambas manos en mi cabeza y me la
acariciaba con ternura. Miraba extasiado las escenas de la pel�cula que hab�a
puesto, casi sin volumen para no atraer demasiado la atenci�n de los otros
peque�ines.


Su cuerpo ol�a a limpieza, a perfume, a varoncito en
crecimiento. Mis manos sent�an la suavidad de una piel sana, virginal, pura. Mis
labios saboreaban ese pene jam�s tocado, jam�s chupado. Mi lengua recorr�a cada
pliegue del prepucio, del glande, del cuerpo, del frenillo. Mis labios
apretujaban con delicadeza el nervio de la base y se aventuraban a las
exquisitas bolsas del muchachito.


Sus caricias en mi cabello me se�alaban el tremendo placer
que estaba experimentando el chico. Pronto sus dedos se atrevieron a m�s. Sent�
que una de sus manos se deslizaba por mis hombros, los apretaba, para luego
seguir camino por mi espalda suavemente. Se entretuvo largo rato en mi baja
espalda para enseguida tratar de encontrar mis nalgas. Ah� yo le ayud� arqueando
levemente mi cuerpo.


Sus dedos pronto encontraron mis gl�teos, que comenzaron a
acariciar con maravillosa delicia. Mis labios, mi lengua y mi boca se encargaron
de comunicar al chicuelo que pod�a proseguir cuanto quisiera con su exploraci�n,
en tanto mis propias manos iniciaban la b�squeda de los centros del placer del
jovenzuelo. Primero puse mi mano entre sus muslos, oblig�ndolo a separarlos
ligeramente; luego introduje un dedo bajo sus bolsas aproxim�ndome lentamente
hacia su orificio. Al llegar al lugar, pas� repetidamente el extremo de mi dedo
en la entrada de su agujero, sin embargo, cuando pretend�a comenzar a
explorarlo, el muchachito movi� ligera pero en�rgicamente su pierna, avis�ndome
que esa era zona prohibida.


No soy de los que insisten en exceso. Como la se�al fue
clara, retir� mi dedo de las cercan�as del centro del placer, pero continu�
acariciando la zona bajo los huevos, lo que provocaba evidentes estremecimientos
del menor.


La mano de �talo ya estaba completamente alojada en mi culo.
All� se esforzaba por rascar la entrada, tarea que le era favorecida por el
paulatino cambio en mi posici�n, que dejaba cada vez m�s mi cuerpo en direcci�n
contraria al de �l.


Mis labios estaban entretenidos en apretujar el prepucio del
chico y �ste ya estaba a punto de alcanzar mi miembro, cuando fuimos
interrumpidos por una alegre voz:




�Ah! Los pill� a los cochinos �Qu� est�n haciendo? �sin
perder la compostura aunque sintiendo como �talo retiraba discretamente su
mano de las cercan�as de mi verga, le respond� al reci�n llegado


Lo que est�s viendo


�Tienes una tele aqu� tambi�n? �pregunt� obviamente
Tob�as


Si loco. Y estamos viendo una pel�cula tambi�n �contest�
�talo


�Puedo quedarme aqu�? En el living estamos muy estrechos
y los chiquillos se est�n pajeando.


Diles que me dejen la lechecita a mi porfa... �solicit�


�Chiquillos! Dice el Ren� que no se vayan cortados,
porque primero tienen que pasar para ac� �grit� alegremente Tob�as


Gracias amigo �respond�, para inmediatamente proseguir
con mi tarea y reponer la posici�n al costado de las piernas de �talo.




Tob�as permaneci� unos instantes de pie con su magn�fico pene
erguido, mirando indistintamente la pel�cula que estaba puesta y lo que hac�amos
nosotros. Ante un gesto m�o de que se acostara a nuestro lado, m�s bien a mi
lado, r�pidamente acomod� su atl�tico cuerpo junto al m�o. Sentir la tibieza del
muchacho, me provoc� un escalofr�o de placer.


Sin decir nada, Tob�as fue aproximando su cuerpo. Pronto su
piel entr� en contacto con la m�a. Mi espalda fue la primera en sentir que un
cuerpo r�gido y candente se deslizaba por la parte baja de mi espalda en busca
de un refugio, mientras unos dedos suaves y tiernos me apretaban los muslos y
gl�teos.


Antes que el ariete encontrara el rumbo, sent� que el chico
apoyaba su pecho en mi espalda y me dec�a en un susurro casi inaudible "�Te lo
meto?". Mi respuesta no se hizo esperar; deslic� una mano hacia atr�s, tom� el
pene, lo masturb� unos momentos y luego lo fui dirigiendo lentamente hacia la
entrada posterior. Ni siquiera me ensaliv�, ya que el ni�o ten�a tan h�meda de
jugos su herramienta que lo consider� innecesario. Adem�s quer�a sentir la
penetraci�n, no deseaba que fuera sencilla ni f�cil, quer�a que me forzara un
poco, necesitaba sentir esa fuerza juvenil.


No estoy hablando de que me hiciera da�o, es lo que menos me
gusta, se trataba de sentir el roce de esa piel juvenil, virgen. Pronto el
chicuelo ten�a apoyada su carne en mi ano y estaba presionando con fuerza para
abrir la primera compuerta. Al comienzo no fue f�cil, pero con un poco de
colaboraci�n de mi parte, que no perd�a el control del otro menor, consigui�
ingresar la poderosa cabeza, permaneciendo quieto por algunos segundos.


Luego intent� penetrar m�s, pero un poco de dolor me hizo
empujarlo con mi mano. Entonces el jovencito, tiernamente pregunt� "�Te doli�?"
e hizo adem�n de retirarse. Pero yo no estaba dispuesto a renunciar, adem�s que
normalmente ocurre as�. Entonces nuevamente le tom� el pene y le gui� para que
luego de retirarlo volviera a insistir.


Esta vez ya ten�a lubricada la entrada, por lo que fue
penetr�ndome paulatinamente, caus�ndome un leve dolor, pero que yo sab�a ten�a
un final placentero. As�, saliendo y entrando un poquito cada vez, pronto sent�
que los pendejos del chico me hac�an agradables cosquillas en mi culo.


�talo hab�a seguido todos nuestros movimientos veladamente,
lo que por cierto hab�a ocasionado sus consecuencias. En efecto, advert� que su
pene estaba m�s duro que al comienzo. Parec�a un trozo de madera por su rigidez,
pero la piel de un bebe por su suavidad. Sus manos volvieron a activarse y
comenzaron a dirigir movimientos r�tmicos en mi cabeza, en tanto su pelvis se
mov�a acompasadamente, de manera s�lo perceptible para m�.


El chico acept� sin reparos que de nuevo le acariciara su
agujero, en tanto era obvio que se acercaba el momento del cl�max por la
aceleraci�n de sus movimientos.


Por atr�s parec�a que Tob�as era incapaz de soportar mucho
tiempo m�s, a pesar que hab�an transcurrido tan solo algunos minutos. Sus
movimientos eran bastante en�rgicos, aunque no violentos.




Me voy a ir �inform� �talo en voz muy baja.


Esp�rate, v�monos juntos (se refiere al orgasmo, es un
chilenismo)


Ya me falta poquito Tobi �le susurr� �talo a su amigo




As�, todo en susurro, sent� que me atacaban en dos frentes
simult�neamente. Yo estaba en la gloria. Nada hay m�s fant�stico para mi que
seducir a unos peque�os y que luego ellos me usen para satisfacer sus deseos
sexuales.


Entonces �talo se qued� en silencio, penetr� mi boca unas
cuantas veces, permaneci� quieto, totalmente quieto durante unos segundos y
empez� a dejar salir su c�lida leche. Era un mocoso, por lo que ni me golpe� el
paladar ni me inund� la boca, pero fue lo suficientemente sabrosa como para que
esa noche me diera de mamar por lo menos otras cuatro veces m�s. Bueno, cosas de
juventud.


Por su parte Tob�as me manten�a aprisionado entre sus brazos
y la pel�cula hab�a dejado de ser el centro de su inter�s. S�lo sacaba y met�a
su pene una y otra vez, cada vez m�s fuerte, cada vez con m�s pasi�n. Cuando ya
sent� que estaba a punto, poco despu�s de la orde�a de �talo, levant� mi pierna,
la abraz� con fuerza y dej� salir su tierna descarga.


Los suspiros, quejidos y risitas que lanz� el chico fueron
tan intensos, que se escucharon en la sala, lo que produjo la natural curiosidad
de los dem�s chicos, que en alocada carrera al dormitorio, pronto estaban
disfrutando del primer espect�culo de sexo en vivo de sus vidas.


Ah� estaba yo, con el pene a�n erguido de �talo en mi boca y
alojando el de Tob�as en mi culo, mientras seis pares de ojos observaban
asombrados el panorama.




�Se fueron? �Se fueron? �preguntaban atolondradamente los
peque�os


Si locos, es genial �respondieron casi al un�sono los
amigos


Ahora les toca a ustedes �agregaron luego, comenzando a
retirarse lentamente de sus lugares.




Yo decid� que ellos ten�an que organizarse para saber quienes
segu�an. No ser�a yo quien les dir�a que hacer.


Despu�s de unos instantes de turbaci�n, decidieron que el m�s
peque�o, Lorenzo, fuera el siguiente. A pesar de su aspecto infantil, en su
rostro se advert�a claramente la pasi�n por experimentar por primera vez el
instante supremo. Y nadie le estaba obligando; todo era absolutamente
voluntario.




Ren� �pregunt� �talo a�n desnudo y con su verga ya en
reposo ��podemos ba�arnos?


Por supuesto �respond� y luego les pas� una toalla a cada
uno.


Nosotros vamos al living a seguir viendo la pel�cula.
�Tienes otras? �pregunt� Ignacio mientras acariciaba su tula a medio erguir.


Cuando terminen de ver esa, les paso otra, total es
temprano �respond�


Listo, �se van a quedar aqu�? �pregunt� Ignacio
dirigi�ndose a Gaspar y Nicol�s que permanec�an meciendo sus erguidas
pichulas.


Si, vamos a acompa�ar a Lorenzo �respondi� Nicol�s
mientras se acomodaba en la cama �vayan al living ustedes no m�s, de ah� les
avisamos.


Ya, pero avisen, que nosotros tambi�n queremos




Me acost� entre Gaspar que estaba a mi espalda y Lorenzo, que
qued� frente a m�. En el otro extremo se ubic� Nicol�s, al lado de Lorenzo. La
pel�cula atrajo la inmediata atenci�n de los tres jovenzuelos, provocando
inmediatas erecciones en todos ellos. Sin embargo mi atenci�n estaba centrada en
Lorenzo, que aunque parec�a sereno, sus manos cruzadas sobre su pecho, me
indicaban cierto grado de tensi�n, la que consider� natural dada la situaci�n
inusual que estaba viviendo.


Su cuerpo me pareci� muy atractivo, ya que a pesar de su baja
estatura, estaba muy bien proporcionado. El pene, aunque peque�o, ten�a una
apetitosa forma. Su glande, absolutamente al descubierto, se mov�a
acompasadamente al ritmo de las palpitaciones del coraz�n. Lo primero que hice
fue contemplarlo en toda su hermosura, para luego masturbarle delicadamente.
Poco a poco Lorenzo se fue relajando. A medida que mis dedos le acariciaban su
barriguita, los muslos, las entrepiernas, la ingle y jugaban con sus huevos, el
chiquit�n separ� sus brazos, pos� una mano sobre mi nuca y me dirigi� a lo que
parece que tanto anhel�bamos ambos: un buen mam�n.


No le hice esperar m�s. Dej� reposar mi mejilla sobre su
vientre y cog� su dura herramienta entre mis labios. Fue una experiencia
extraordinaria. Su cuerpo ol�a a crema, a leche, a ni�o. Su piel, suav�sima, se
deslizaba entre mis labios provoc�ndome espasmos de placer. Entretanto mis dedos
acariciaban sus piernas desde las pantorrillas hasta el interior de sus muslos.
El chico ahora ya no prestaba tanta atenci�n a la pel�cula, sino que trataba de
observar los movimientos que le hac�a en su �rgano.


Ello me oblig� a modificar un poco mi postura, a fin que
pudiera observar mis movimientos. Estos cambios no pasaron inadvertidos para
Gaspar, quien aprovechando la situaci�n, tom� mi cintura con ambas manos, la
coloc� en posici�n y me embisti� con una precisi�n de experto. Como el camino ya
hab�a sido recorrido poco antes, la penetraci�n fue sencilla, pero igualmente
placentera. La diferencia de temperatura entre el pene del chico y mi ano, me
provoc� una instant�nea reacci�n: brindarle una mam�n de antolog�a a mi virgen
reci�n conocido Lorenzo.,


La cara suplicante de Nicol�s, por otra parte, me se�al� que
a�n pod�a hacer un esfuerzo para brindarlo placer a los tres chicos
simult�neamente, por lo que estirando mi mano agarr� el tieso miembro del
muchacho y le empec� a acariciar de la mejor forma que s�.


Ahora el espect�culo volvi� a comenzar. Gaspar me penetraba
espl�ndidamente. Lo hac�a de una manera muy suave. No empleaba brusquedad
alguna, sino que empujaba una y otra y otra y otra vez, sin sacar su miembro,
logrando producir un sonido de succi�n altamente excitante, que los otros dos
chicos tambi�n escuchaban y les sacaban sendas sonrisas.


Lorenzo aguant� muy poco mis caricias y cuando iba a acabar,
intent� separarse de m�, pero yo adivinando la raz�n, me aferr� a�n m�s a su
m�stil y logr� extraerle sus jugos apenas perceptibles. Pero el chico no estaba
decidido a abandonar la batalla. Por el contrario, expresando que pensaba que yo
me molestar�a por eyacular en mi boca, ahora quer�a volver a hacerlo, pero iba
esperar hasta el final.


Gaspar taladraba mi ano con una pericia extraordinaria. Me
rozaba con sus �speros pendejos, como adivinando que era algo que me fascina. Yo
le correspond�a apretando mi esf�nter tanto como pod�a, aprisionando su verga en
mi culo e impidi�ndole moverse. Ambos goz�bamos de la ocurrencia, lo que el me
correspond�a con peque�as palmaditas en mis nalgas y frases halagadoras.


Nicol�s segu�a los pormenores con mucha atenci�n, lo que se
manifestaba en continuos endurecimientos de su verga y constantes salidas de
lubricante. Lorenzo observaba esto con gestos de admiraci�n, ya que ve�a como yo
repart�a la viscosa sustancia por toda la superficie de la palpitante p�a de
Nico. Esto, por cierto, provoc� una segunda eyaculaci�n del chiquito, la que,
extra�amente, fue algo m�s copiosa que la anterior, pero que ocasion� su partida
inmediata al ba�o para orinar.


Esto lo aprovech� Nicol�s para ocupar el sitio vac�o, gesto
que correspond� brind�ndole enseguida una espectacular mamada. Esta fue
acompa�ada por en�rgicos masajes a sus dem�s zonas �ntimas, tales como sus
tetillas, entrepiernas, huevos y, especialmente, alrededores del ano. El
muchachito, ante la mirada atenta de Gaspar, me permiti� acariciar su orificio
por largos momentos, el que se contra�a una y otra vez ante cada acercamiento de
mi dedo.


Nuevamente la pel�cula pas� a un segundo plano. El grado de
excitaci�n ya no requer�a de ayudas extras, por lo que todos decidimos ponernos
a trabajar al un�sono. Estaba tan absorto en la tarea, que no advert� que
Crist�bal hac�a ya rato estaba filmando toda la escena, con el consentimiento
expl�cito de los dos pilluelos. Hab�a olvidado guardar mi c�mara de video.
Cuando me di cuenta, el coraz�n me dio un vuelco, pero ante mi reacci�n,
inmediatamente Crist�bal me tranquiliz� dici�ndome que esta pel�cula era para
mi, para que me hiciera la paja cuando no estuvieran.


Cre� de inmediato en sus palabras. No se si por calentura o
por exceso de confianza, pero lo cierto es que el hecho de ser grabado, me
excit� a�n m�s, por lo que mi ano se puso a trabajar a�n de mejor manera,
provocando los quejidos inmediatos de Gaspar, que no pudiendo soportar tal
ritmo, me embisti� aceleradamente unas pocas veces y descarg� toda su leche
sobre mi espalda para que Crist�bal pudiera filmar toda la escena.


Pero Nicol�s no se pod�a quedar atr�s. Me hizo poner de
rodillas, el se puso de pie en la cama, al tiempo que se masturbaba
en�rgicamente, no dejando que le tocara, lanz�ndome una fant�stica serie de
descargas de esperma que me dejaron el rostro ba�ado en leche. Nuevamente
Crist�bal guard� una imagen f�lmica de tan maravillosa escena.


Mat�as e Ignacio que estaban observando con sus penes
erectos, me pidieron que me fuera a lavar, ya que ellos tambi�n quer�an ser
filmados, pero no deseaban penetrarme. Crist�bal permaneci� filmando toda la
escena, siempre con su verga en posici�n firme, como esperando su turno cuando
los m�s peque�os se cansaran.


Cuando los siete enanos ya estaban satisfechos, despu�s de
haberles mamado la verga una o dos veces m�s en la sala mientras miraban
pel�culas, se dispusieron a descansar hasta que llegara el d�a siguiente, pero
el rostro ardiente de Crist�bal me se�alaba que el todav�a esperaba su turno.
Alrededor de las cinco de la ma�ana, los siete enanos fueron vencidos por el
sue�o uno por uno. Ese era el momento que esperaba Crist�bal.


Ante su sonrisa c�mplice, me acompa�� en silencio al
dormitorio sin separarse de la c�mara de video. De com�n acuerdo, la instalamos
en un tr�pode y nos dispusimos a filmar todo lo que aconteciera.


Lo primero que hice fue recostarme en su vientre y comenzar a
acariciarlo entre sus piernas, sin acercarme siquiera a su estupendo miembro.
Recorr� con mis dedos sus entrepiernas tironeando suavemente los pelos que por
all� hab�a. Su olor era ya de un adolescente mayor. Todo su cuerpo mostraba las
cercan�as hacia la juventud. En sus bolas, cubiertas de pendejos, se ol�a la
marca inconfundible del macho excitado, intensa, fuerte, viril.


Aspir� profundamente todos esos intensos aromas, hasta
hartarme de ellos. Crist�bal estaba ansioso. Tom� mi cabeza y la empuj� en
direcci�n a su humedecida tula. Volv� a aspirar el olor inconfundible del
adolescente y me tragu� de un solo bocado su extraordinaria verga. El muchacho
se estremeci� al sentir el tibio y h�medo calor de mi boca, Con una mano inici�
un suave masaje de mi nuca, mientras con la otra se acariciaba sus test�culos
una y otra vez.


Mis manos se pusieron en acci�n enseguida. Sin encontrar
resistencia de su parte, separ� sus piernas y baj� lentamente mi cabeza entre
ellas, mientras mi lengua lam�a una y otra vez el recorrido que va desde la base
del pene hasta el ano. Nuevamente el olor a adolescente en celo invadi� mis
fosas nasales. Los huevos colgaban largos, mostr�ndome el nivel de excitaci�n en
que se encontraba mi amante. Pero el camino no terminaba all�. Mi boca lleg� al
preciado tesoro y comenz� a hurguetear con delicia cada cent�metro del agujero.


Crist�bal junt� sus piernas y aprision� con pasi�n mi cabeza
entre ellas. Luego alz� su cuerpo y le sent� buscar mi cintura, donde se
entretuvo acarici�ndome la parte baja de la espalda sin alcanzar mis nalgas, que
al parecer era su objetivo final.




Ponte para el otro lado �me pidi� en un susurro.


�C�mo?


As�, mira �y acompa�� las palabras con tiernos
movimientos para que me pusiera con mis pies en direcci�n a su propia
cabeza.




Acomodados en esa postura, Crist�bal baj� su cuerpo hasta que
su siempre erguido pene qued� a la altura de mi rostro. Nuevamente separ� mis
labios alojando tan solo su precioso capullo entre ellos.


Crist�bal no pudo evitar un largo y profundo suspiro, al
tiempo que sus manos se apropiaban otra vez de mi cabeza comenzando una
exquisita caricia, especialmente en el �rea de mi nuca. Sus dedos jugueteaban
con mis cabellos, caricias que correspond�a con peque�os apretones de su tula y
masajes a sus sudorosas entrepiernas.


Inesperadamente el chico retir� sus manos, se levant� a
corregir la c�mara de video y, sin decir palabra, volvi� a acomodarse en la
posici�n anterior. Volv� a apoderarme de su herramienta, pero mientras mis
labios y mi lengua succionaban y saboreaban la exquisita piel, sent� que
Crist�bal estaba masajeando mi pene con una devoci�n exquisita. Sus dedos se
apoderaron de mis huevos y su mano me hac�a una paja que me hizo soltar su pene
y dirigirme lentamente a su ano.


�l respondi� de una manera inesperada. Mientras yo jugueteaba
con mi lengua en su orificio, se apoder� de mi verga, la introdujo en su boca y
comenz� a succionar de una manera inexperta pero audaz. Sent�a pasar
ocasionalmente sus dientes por el glande, pero lo soportaba, dada la extrema
pasi�n que pon�a en las caricias siguientes.


No limit�ndose a succionar mi verga, Crist�bal logr�
encontrar mi agujero comenzando a intentar una penetraci�n con su dedo medio que
no le fue dif�cil dados los juegos anteriores con los dem�s chicos. All� se
entretuvo largo rato, metiendo y sacando con singular habilidad, lo cual varias
veces me hizo casi perder la conciencia


Estando as�, lo dem�s fue un juego interminable de caricias
por parte de ambos. Sus manos se aferraban a mis piernas y las recorr�an desde
la raja hasta mis hombros, una y otra vez, apretujando aqu� y all� con una
maestr�a propia de quien aprende el sexo entre hombres por primera vez.


Entremedio de la acci�n, le ense�� a mamar sin pasar los
dientes y el me ense�� a mordisquear las entrepiernas para provocar los mayores
placeres. Sent�a como su lengua humedec�a mi ano, al tiempo que sus labios se
apoderaban de mis huevos cuando avanzaba hasta ellos.


Amanec�a cuando sent� que el adolescente aceleraba sus
movimientos y se aferraba con m�s fuerza a mis piernas. Lentamente su cuerpo se
fue tensando y cada uno de sus m�sculos se fue endureciendo poco a poco. Sent�
como Crist�bal succionaba con pasi�n mi verga y apretujaba deliciosamente mis
gl�teos. Su pelvis se mec�a r�tmicamente haciendo entrar y casi salir su tula de
mi boca, en donde yo le estimulaba a�n m�s roz�ndole con mi lengua,
mordisque�ndole con mis dientes o apret�ndole con mis labios.


El muchacho tiritaba de lo excitado que estaba y sus gemidos
me hac�an experimentar las m�s extraordinarias sensaciones. El ruido de mi boca
al succionar su verga, parec�a aumentar su pasi�n, ya que cuando sent�a el
sonido caracter�stico, aceleraba sus movimientos corporales y su pene ya no
pod�a endurecerse m�s.


Pero todo proceso tiene su inicio y su fin. El camino del
placer se fue inflamando lentamente y los movimientos del chico fueron
disminuyendo en cantidad pero aumentando en intensidad. Hacia el final, el
lolito se meci� unas cinco veces, penetrando con fuerza mi boca; luego con una
de sus manos me hizo que mantuviera mi dedo en su ano y con un movimiento
supremo, lanz� un suspiro profundo y alcanz� el orgasmo.


La descarga lleg� incontenible una, dos y hasta doce veces.
En esta ocasi�n s� que sent� mi boca atragantada por el esperma. Pero no lo
tragu� enseguida; primero lo degust� en mi boca, hasta impregnar mis cavidades
de su sabor especial. Luego fui yo quien eyacul�, avis�ndole antes seg�n el me
hab�a pedido, pero el chico fue incapaz de tragar mi leche, s�lo esper� hasta el
�ltimo momento y cuando la sinti� venir, dej� que hasta la �ltima gota cayera
sobre su pecho y las s�banas donde juguete� largo rato con ella.


Igualmente cuando quise darle un beso me pidi� que no, que
a�n no estaba preparado. Pero cuando le invit� a visitarme otra vez, se mostr�
altamente entusiasmado. Incluso me pregunt� mis horarios y si pod�a "hacer la
cimarra" en mi casa cuando yo estuviera desocupado por la ma�ana. Mi respuesta
fue obvia, adem�s que pronto llegar�an las vacaciones y todo ser�a m�s f�cil.


Antes de ponernos a dormir un rato, revisamos brevemente la
grabaci�n del acontecimiento, lo que nos excit� nuevamente, pero fuimos
incapaces de llegar m�s all� de una paja mutua. Guard� las dos cintas en un
lugar seguro y luego me cogi� el sue�o abrazando el tierno cuerpo de Crist�bal.


Dormimos hasta alrededor de las 11 de la ma�ana, cuando los
ruidos de los dem�s chiquilines, me despertaron. Prepar� un suculento desayuno
para todos y yo aprovech� de degustar leche al pie de la verga una vez m�s de
algunos de ellos, que a�n ten�an energ�a como buenos adolescentes en la plenitud
de su vida.


Afortunadamente ninguno pareci� experimentar la t�pica
sensaci�n de culpa que se sufre cuando uno es muchacho y pasa una experiencia de
este tipo. Todos se ve�an relajados y totalmente dispuestos a continuar
visit�ndome en sucesivas oportunidades.


Reci�n ah� me enter� que pertenec�an al Colegio Benalc�zar,
que queda en el sector poniente de Santiago. Cuando les pregunt� por qu�
entonces estaban en la Plaza Italia, me comentaron que hab�a sido s�lo para
despistar a sus pap�s, que los hab�an ido a dejar all� a algunos de ellos como
sitio de reuni�n.


Esta fue la primera visita de una serie que se extendi� por
varios a�os, siempre en circunstancias parecidas. Es decir, los fines de semana
eran una secuencia de mamones y penetraciones. Yo siempre en el papel pasivo, lo
que no me averg�enza en lo absoluto.


Con Crist�bal las cosas fueron diferentes. Muchos fines de
semana por muchos a�os se qued� a dormir conmigo, y lo que pas� ...es otra
historia que prefiero guardar para mi patrimonio personal. Se que ustedes me
sabr�n disculpar.




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Relato: Los chicos del colegio
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