Hace un par de a�os Candela, una sobrina de mi esposa, vive
con nosotros. Vino a Buenos Aires a estudiar, ya que, en la ciudad donde vive,
no hay universidades. Lleg� para el mes de febrero, el DIA antes que tenia que
inscribirse.
Se quedar�a ya directamente hasta el final de las clases,
aprovechando algunos d�as libres para recorrer la ciudad. Candela tiene un lindo
cuerpo, nada extraordinario, pero s� atractivo. Lo que m�s me llamaba la
atenci�n de ella es su forma de vestir, siempre con pantalones muy ajustados y
camisita, en general blanca, bastante transparente.
Pasaron los d�as, normales, cruzando alguna conversaci�n
sobre ella y su adaptaci�n a la ciudad.
Un d�a, mi esposa sale con sus amigas, a festejar el
cumplea�os de una de ellas, qued�ndonos Candela y yo, solos en la casa. Nos
quedamos viendo en televisi�n una serie t�pica de la noche, a veces entretenida,
a veces bastante repetitiva. Charl�bamos de nada, mientras la miraba
normalmente, sin intenciones de nada. Estaba adem�s el control remoto en el
espacio que quedaba entre ambos. Como estaba muy cansada, se acuesta de costado,
apoyado su cabeza en mis piernas y dejando ver su culo con pantalones muy
ajustados, que se le met�an en la cola.
Para estar c�modo, apoy� una de mis manos en el cuerpo de
ella, a la altura de la cintura. La verdad es que ese culito me estaba tentando:
quer�a acariciarlo. Poco a poco fui llevando mi mano a ese lugar, sin que
Candela dijera algo.
Empec� a acariciarlo con toda mi palma y mi sobrina no
amagaba reacci�n. Mi erecci�n a trav�s del pantal�n era indisimulable: a medida
que m�s manoseaba a mi sobrina, mas dura y grande la tenia. Obviamente, al estar
apoyada con su cabeza sobre mis piernas, Candela se dio cuenta. Gir� la cabeza,
abri� el cierre de mi pantal�n, corri� mi calzoncillo e incre�blemente me la
empez� a chupar como verdadera experta.
Se acomodo encima m�o, con las piernas abiertas y nos
desvestimos mutuamente. No resist� la tentaci�n de manosear sus tetas, mientras
nos bes�bamos con mucha lengua.
En cierto instante, me acost� en el sof� donde suced�a todo
esto. Se puso encima m�o y se llevo mi pija a sus tetas, haci�ndome una paja
espectacular. Cuando mi pene estaba ya mas duro que varias piedras juntas, se
dio vuelta, se lo meti� en la conchita y cogimos a mas no poder, ambos jadeando
y gimiendo, mezclando gritos de placer y lujuria, palabras fuertes, manoseos.
Intercambiamos quien estaba arriba varias veces, la llene de leche un par de
veces, ella tuvo sus merecidos orgasmos. Una muy buena sesi�n de sexo.
Al terminar, nos dimos un ba�o, juntos, d�ndonos mimos,
agradeci�ndonos mutuamente el placer que nos dimos. Nos acostamos, cada uno en
su cuarto, pensando en el otro.
Al rato, lleg� mi esposa, su t�a. No sospech� nada.