Relato: Prisionero de un -hacker- morboso (3)





Relato: Prisionero de un -hacker- morboso (3)

Mario se desnud� por completo y entr� conmigo a las duchas
mientras los cinco del grupo segu�an bebiendo whisky y nos miraban a trav�s de
las mamparas trasparentes. Me hizo ponerme en un sitio y gir� un mando de gran
tama�o que estaba sobre los dem�s de la dicha. Sent� como si cientos de agujas
se clavasen en mis nalgas, mis huevos, mi vientre y mis pechos. El agua sal�a a
una enorme presi�n en muchas direcciones y alturas,y me produc�a un intenso
placer en las nalgas, los muslos y el vientre, mientras sufr�a el dolor de las
flechas en los huevos y los pezones. Mario empez� a enjabonarme con una pastilla
de fuerte aroma de flores y se deleit� especialmente entre mis nalgas, casi
meti�ndome el jab�n por el agujero, mientras apretaba con fuerza mis pezones
entre sus dedos. Su polla se hab�a vuelto a poner tiesa, me dio la vuelta y
volvi� a clav�rmela en el culo y empez� a bombearme con fuerza hasta correrse de
nuevo dentro de mi. Luego sigui� lav�ndome todo el cuerpo y tras salir de la
ducha me cubri� con una enorme toalla para secarme.


- Bueno �dijo, mientras terminaba de secarme y volv�a a
dejarme completamente desnudo�, ya has disfrutado un buen rato mamando pollas.
Ahora te toca sufrir de nuevo para que disfrutemos los dem�s.


Me estremec�. �Qu� nuevos dolores, a�n peores que el alcohol
en los latigazos y las corrientes el�ctricas, me esperaban para excitaci�n de
los que hab�an comprado mi cuerpo? Mario me llev� junto al potro de gimnasia,
que llegaba muy poquito por debajo de mis ingles. Me hizo doblarme sobre el
potro, apoyando el pecho y junt� mis mu�ecas por debajo del potro, espos�ndome.
As� doblado ten�a las nalgas levantadas y me hizo separar los pies para mostrar
bien mi agujero, dilatado y abierto. Cogi� la bolsa que hab�an tra�do los
colombianos, la abri� y sac� un polvo blanco.


- No te quejar�s nenaza, te voy a untar bien el a�o con coca
y saliva. �Sabes el efecto? Tu agujerito se va a contraer, se va a quedar m�s
peque�o. As� estos se�ores van a disfrutar mucho m�s al follarte, va a ser como
si te violaran. Cada penetraci�n te va a doler como si te metieran el pu�o por
el culo.


Puso una buena raci�n del polvo blanco en mi agujero, escupi�
y empez� a frotarme el ano con la saliva. Not� como el esf�nter se contra�a y
cerraba, incluso el dedo ten�a que hacer fuerza para penetrarme. Los colombianos
se hab�an levantado y estaban a nuestro alrededor, de nuevo con las pollas
tiesas fuera de los pantalones. Mario se retir� y uno de ellos se coloc� detr�s
de mi para penetrarme. Not� la polla apoyada en mi ano, sus manos sujet�ndome
con fuerza las caderas y de pronto un dolor desgarrador cuando, de un violento
empuj�n, insert� toda su polla en mi culo contra�do por la coca. Me saltaron las
l�grimas y no pod�a parar de gritar mientras el t�o sacaba y met�a a gran
rapidez su pene en mis entra�as. Hipersensible por la coca, not� con m�s
intensidad la llegada de su orgasmo y los chorros de semen que penetraban en mi
interior.


Uno tras otro, los cinco fueron penetr�ndome, sin que dejara
de sentir el mismo tremendo dolor. Mi agujero no se dilataba, permanec�a
contra�do y el dolor de las penetraciones era terrible. Mientras gritaba de
dolor, mis huevos y mi pene colgaban fl�cidos y del pene sal�a a cada empuj�n un
hilito de orina mezcla con l�quido blanco, que volv�a a formar un charco a mis
pies. Mario volvi� a acercarse, se puso una crema lubricante en su mano derecha,
la cerr�, y antes de que pudiera pensar lo que iba a hacerme, empuj� brutalmente
su pu�o contra mi ano, lo forz� y me lo meti� hasta m�s arriba de la mu�eca. A�n
me doli� m�s al sacarlo, pero a pesar de la coca, o porque hubieran pasado sus
efectos, mi ano qued� bien abierto. Uno de los t�os se puso detr�s de m�, sac�
su verga y empez� a mear directo al agujero. El chorro de orina entraba bastante
dentro de m� y not� que me ard�an las entra�as, probablemente llenas de heridas
por las violaciones y la penetraci�n del pu�o.


Volv� a desmayarme de dolor y cuando me despert� estaba de
nuevo tendido boca abajo sobre la cama, pero esta vez sin grilletes. Los cinco
colombianos se hab�an arreglado la ropa y sal�an un poco tambaleantes por la
cantidad de whisky que hab�an bebido. El gordo que primero me hab�a sobado las
nalgas se despidi�: "Hasta la noche Mario, y prepara todo para marcarle como una
ternera". "�Qu� hierro preparo?". "Le marcamos en la nalga derecha el s�mbolo de
hembra, el circulito con una cruz hacia abajo. �Lo tenemos?". "Claro que s� �no
te acuerdas que se lo marcamos al murciano rubio de hace dos semanas?".


Yo les escuchaba aterrado. Por lo noche me iban a marcar la
nalga como a una ternera, con un hierro al rojo. El dolor ser�a espantoso. Volv�
a llorar. �Qu� m�s barbaridades pensar�an hacerme? Mario se dispuso a salir tras
los colombianos.


- Te dejo sin atar para que no te quejes, pero no hagas
tonter�as. La puerta es segura y aqu� no hay tel�fonos ni nada de eso. Descansa
para esta noche, que es la parte buena del asunto. Despu�s de marcarte el culo
te van a torturar todos ellos, y les gusta y les pone salidos. As� que
prep�rate, que te vas a quedar ronco de gritar.


Cuando Mario se march� y o� los cerrojos de la puerta qued�
inm�vil sobre la cama, dolorido por todas partes y llorando. Sab�a que estaba
preso y que nada pod�a hacer para impedir la nueva sesi�n de torturas por la
noche y la terrible cosa de que me marcasen para siempre la nalga con un hierro
al rojo. As� que �ste era el negocio de Alberto. El h�bil "hacker" sacaba
partido de sus habilidades inform�ticas, para reclutar y tener un grupo de
esclavos sexuales bajo chantaje, que alquilaba a tipos perversos y violentos.


Me acord� nuevamente de Luis. Era el �nico que podr�a sacarme
de esta trampa y se su tel�fono de memoria, pero �de qu� me serv�a all�,
encerrado e incomunicado? Ten�a que escapar de alguna manera, antes de que
volvieran �pero c�mo? Mir� hacia la ventana, que era un panel de vidrio sin
mecanismo de apertura. Pod�a romper el cristal y salir a la peque�a plataforma
exterior, menos de un metro, sin protecci�n �y en un piso catorce! Adem�s de
peligroso, no pod�a ir a ning�n sitio puesto que era el �nico piso de la planta.
�O hab�a alguna ventana en el descansillo? No me acordaba.


Me decid�, al fin y al cabo no ten�a otra opci�n y no me
pod�an hacer mucho m�s en "castigo" por romper la ventana. Me lav� un poco en la
ducha, me sequ�, me puse el top y los shorts, cog� una cadena de la mesa y la
golpe� contra el vidrio. No era un cristal de seguridad como hab�a temido y se
rompi� con estr�pito. Los cristales rotos quedaron en la repisa exterior, sin
caer a la calle. Ahora ven�a lo peor. Quit� con cuidado los trozos de cristales
que pod�an da�arme y sal� a la repisa, conteniendo el v�rtigo. Apoyado en la
pared y muy despacio empec� a recorrer la repisa y de pronto, a la vuelta de una
esquina encontr� otro lienzo de cristal, que romp� con otro golpe de la cadena.
Salt� al interior. �Estaba en el descansillo del ascensor! Nadie en el edificio
parec�a haber o�do los estr�pitos. Tom� el ascensor y descalzo, vestido s�lo con
los shorts y el tanga, en un par de minutos me encontr� en la calle. En los
shorts a�n estaba la llave de mi casa y el dinero que cog� al salir.


Iba escandalosa, pero no pod�a perder tiempo. Par� un taxi y
el conductor titube� antes de dejarme subir, pero finalmente se encogi� de
hombros. Ir a mi casa era un peligro, porque Alberto la conoc�a y pod�a enviar a
Mario o a otros a buscarme. No estaba en condiciones de subir vestido as� a casa
de Luis, pero pod�a llamarle desde alg�n lugar cercano. Di al taxista la
direcci�n y cuando llegamos vi que hab�a un tel�fono p�blico muy cerca. Ped�
cambio al taxista, que pareci� aliviado cuando le pagu� y me baj�. Fui al
tel�fono p�blico y llam� a Luis. El coraz�n me dio un vuelco. �Estaba en su
casa!


- �Qui�n es?


- Luis, soy Dani, estoy aqu� en un tel�fono al lado de tu
casa.


- �Por qu� no subes?


- Es que... ya sabes... voy hecho un cuadro, casi desnudo y
descalzo. Y tengo un problema grav�simo.


- No te preocupes, estoy solo, sube.


A los pocos minutos estaba en casa de Luis, sin haberme
cruzado con nadie en el portal ni en el ascensor. Me ech� en sus brazos
llorando. Luego, entre sollozos, le cont� todo lo sucedido, desde que ligu� con
Alberto, la org�a en el edificio en construcci�n, la entrada del sonriente
"hacker" en mi ordenador, y la terrible experiencia de esta ma�ana. "Dani, eres
tan golfa que te tienen que pasar estas cosas. No puedes ver una polla sin
ponerte cachonda". Me encanta esa forma de hablarme Luis, en femenino, como si
yo fuera del todo una mujer. Y lo r�pido y decidido que es. Ya me hab�a sacado
de otros apuros. Anda, mira en mi armario y ponte algo decente, y por lo menos
unos tenis, golfa. Tenemos que actuar a toda prisa para que te puedas ir de
vacaciones y poner unas semanas de tierra por medio.


Fuimos primero al edificio donde me hab�an torturado. Arriba,
Luis pas� con agilidad por la ventana rota y yo le segu� con miedo, no s�lo por
la altura, sino por temor a que hubiese alguien en el piso. Todo estaba a�n como
yo lo hab�a dejado cosa de una hora antes. Luis fue directo a la c�mara de
v�deo, la desmont� del tr�pode y grab� la mesa de los l�tigos y cadenas, la
bolsa de coca, el aparato el�ctrico de tortura y una panor�mica general de la
habitaci�n. Sac� la cinta de v�deo, se la ech� al bolsillo y volvi� a colocar la
c�mara en el tr�pode. "Vamos, r�pido, que hay mucho que hacer". De nuevo en la
calle, Luis condujo r�pido hacia Vallecas y par� cerca del sitio de mis
encuentros con Alberto. "Vamos, tenemos que encontrarle". Dimos varias vueltas
sin �xito.


Estaba anocheciendo. Luis me hizo subir de nuevo al coche y
volvimos al edificio. De la guantera sac� una c�mara de fotos digital. "Menos
mal que llevo esto aqu�. Vamos a sacar unas fotos a los juerguistas. Ind�camelos
cuando los veas". No tuvimos que esperar mucho. Los cinco colombianos ven�an
caminando, acompa�ados por Mario. Me escond� en un portal cercano, mientras Luis
ajustaba su c�mara y les sacaba una serie de fotos, sin que ellos se dieran
cuenta, hasta que se metieron en el portal del edificio. Devolvi� la c�mara a la
guantera de su coche y puso all� tambi�n la cinta de video. Luego, vino a
reunirse conmigo, tan sereno como siempre. No hab�an pasado ni diez minutos
cuando el grupo de colombianos, muy agitados, sali� de nuevo a la calle y se
fueron con gran rapidez. "Espera", me dijo secamente Luis, "ahora viene lo
importante".


Mario se hab�a quedado en el piso. Apenas media hora despu�s,
Alberto apareci� al volante de la vieja furgoneta en la que me hab�an tra�do por
la ma�ana, par� bruscamente y se meti� corriendo en el edificio, con un
ordenador port�til bajo el brazo. "Vamos, nenita, ha llegado la hora de dar la
cara" �me dijo Luis. Me temblaban las piernas mientras sub�amos en el ascensor y
not� que no pod�a respirar cuando Luis llam� a la puerta del piso. Fue el propio
Alberto el que abri�, me mir� con rabia y not� que miraba a Luis con inquietud.
Mario apareci� tras Alberto.


- "�Puta, te voy a dar una paliza de muerte!" �estaba
desencajado, fuera de s�. Tanto como yo asustado. S�lo Luis y Alberto parec�an
tranquilos, observ�ndose mutuamente. Fue Luis el primero que habl�.


- A ver, Alberto, a mi me traen sin cuidado tus negocios,
pero quiero que dejes en paz para siempre a esta mujercita. As� que dile a su
amigo que cierre la boca y vamos a hacer un arreglo tranquilo.


Alberto se volvi� hacia Mario: "Anda, c�llate y limpia la
terraza y el descansillo de cristales". Mario desapareci� en el interior del
piso. Alberto me mir� con sorna, recuperada su sonrisa de siempre: "Zorra,
puedes revolcarte un poco en la cama y divertirnos con un espect�culo sexy a tu
amigo y a mi mientras hablamos". Pas� a la habitaci�n grande, seguido por Luis y
por m�. Me apart� un poco de ellos. Con su sorprendente tranquilidad de siempre,
Luis se dirigi� a la mesa y cogi� una de las cadenas m�s gruesas.
Instintivamente, Alberto se ech� hacia atr�s, pensando que iba a golpearle, pero
Luis descarg� con tremenda fuerza un golpe, y luego otro y otro, contra el
ordenador port�til que Alberto hab�a dejado en una esquina de la mesa y que
salt� hecho pedazos.


- �Joder! �Alberto hab�a perdido de nuevo la sonrisa y se le
ve�a un poco asustado.


Con la cadena en la mano y con voz tranquila, Luis no le dej�
seguir. "Ver�s, el arreglo es el siguiente. La mujercita se marcha de
vacaciones, se olvida de ti y tu te olvidas de ella. Para siempre, los dos. Y
mientras no le molestes, yo olvidar� que tengo a buen recaudo la cinta de este
v�deo �con la otra mano abri� la c�mara para mostrarle que estaba vac�a� y una
deliciosa colecci�n de primeros planos de tus clientes, que a lo mejor no les
gusta".


Con cierto esfuerzo, Alberto volvi� a lucir su encantadora
sonrisa: "Tu ganas. Vale el arreglo, pero �crees que no tengo el ordenador
duplicado?". "Bueno, mejor para ti si lo tienes. Si es as�, borra en el
duplicado hasta el �ltimo dato o imagen que tenga que ver con Dani, para
evitarte tentaciones que te traer�an alg�n disgusto. Ya sabes que los
colombianos son bastante violentos". Por vez primera Luis esboz� una sonrisa:
"Yo que tu no les dejar�a as� a medias, insatisfechos, creo que si te ofreces
para ocupar el lugar de Dani en la fiestecita de esta noche les gustar�a
mucho... y una nalga marcada con un hierro al rojo seguro que har�a tu culito
a�n m�s excitante." Alberto se ech� a reir: "Bueno, no te preocupes, me sobran
nenazas para ofrecerles, tan buenas y putas con Dani, y que no tienen un
protector como tu. Descuida, se cuando he perdido, puedes estar tranquilo". Me
mir�: "Dani, putita, me quedo con las ganas de verte la nalga marcada y darte
otro buen revolc�n".


Luis me llev� a casa. "La cinta y las fotos las guardar� yo",
me dijo, "porque tu, en cuanto un t�o te toca el culo pierdes el sentido". Me
sonri� y me dio un ligero beso en los labios. "Anda, descansa y prep�rate para
tus vacaciones en Lisboa, zorrita".


(seguir�)


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