Me llamo Elisa, tengo 35 a�os y les voy a contar la
experiencia que he tenido hace muy poco tiempo. Soy profesora en un Centro de
Estudios de Zaragoza, y tras 5 a�os de duro trabajo he conseguido un gran
respeto por todos los docentes y compa�eros de profesi�n. Tambi�n como ayuda a
los alumnos menos estudiosos y para ganarme un dinerillo extra, suelo dar clases
de matem�ticas para todos los que necesitan un empujoncito en la materia.
Antes de empezar debo decirles que no me fue nada f�cil
conseguir la plaza de profesora en el Instituto, pero si tuve la inesperada
ayuda de mi antiguo vecino en la carrera de magisterio, pues se ofreci� a
pasarme las preguntas de cada uno de los ex�menes finales de la licenciatura, ya
que formaba parte de los docentes que impart�an la materia. En su momento me
quede estupefacta pero no rechac� la propuesta, incluso el d�a que consegu� el
t�tulo le escrib� una carta agradeci�ndole de coraz�n lo que hab�a hecho por m�.
Ahora todo ello estaba olvidado y s�lo me importaba impartir
las clases lo mejor posible, sobre todo daba importancia a las clases
particulares donde el reto de ense�ar a chicos con dificultades me hac�a
superarme d�a a d�a.
Una ma�ana cuando menos me lo pod�a imaginar apareci� por mi
despacho aquel vecino que os he comentado, Ram�n. El tiempo hab�a hecho mella en
�l y estaba canoso y rellenito. Al parecer su hijo era alumno m�o y quer�a que
le ayudase en matem�ticas, por lo que qued� con ellos para la tarde del d�a
siguiente.
Llegado el d�a, nada mas dar las 6, puntualmente llamaron a
mi puerta. Era Ram�n que ven�a s�lo, con gesto serio y parec�a contrariado. Nos
sentamos a hablar y me dejo helada con sus comentarios y peticiones. A parte de
ense�ar a su hijo la asignatura, me exigi� que le ensa�ase algo mas, no me lo
pod�a creer. Me coment� que su hijo era virgen y que como yo le deb�a a �l un
favor, era el momento de satisfacerlo. Me exig�a algo que jam�s hubiera
imaginado en �l, no me contuve y le dije que se marchase ya que me hab�a
ofendido. Ram�n me orden� que me sentara y escuchase todo lo que ten�a que
decir. Me asegur� que iba a desvelar a todos los profesores del Instituto
pruebas inequ�vocas que me har�an caer bastante bajo, incluso aquella carta
firmada por mi pu�o y letra donde daba las gracias por la ayuda prestada. Estaba
contra la espada en la pared y el respeto laboral que tan dif�cil es de
conseguir se tambaleaba ante mis ojos. Sin apenas tiempo para rebatir volvieron
a llamar a la puerta. Abr� y me encontr� con Izan, el hijo de Ram�n, era muy
joven, de unos 16 a�os, estatura media, cara de mal bicho y pelo despeinado en
forma de corta melena. Para mi sonrojo, su propio padre le invit� a entrar.
Ram�n le dio dos besos a su hijo, le coment� que se ten�a que
marchar y se despidi� de �l con dos palmaditas en el hombro que me sentaron como
un tiro.
Estaba en el mayor aprieto de mi vida, y sin casi tiempo para
sopesar lo que hab�a acontecido me present� a Izan. Le coment� que iba a
ayudarle en matem�ticas, pero aquel muchacho no parec�a interesarle lo m�s
m�nimo, ya que no paraba de quitarme el ojo de encima como si me estuviera
escaneando. Es l�gico, soy una mujer bastante guapa, tengo el pelo largo, liso y
casta�o, labios muy mulliditos, ojos verde oscuro y mi pecho que es bastante
grande le ten�a hipnotizado.
Me sent� al lado suya, estaba temblorosa por la extra�a y
desagradable situaci�n. Me acerqu� el primer bloc de notas que encontr� en la
mesa y cuando me dispon�a a escribir, Izan alz� la voz y me dijo que me dejase
de chorradas. Me agarr� de la cintura con firmeza con su mano derecha, me acerc�
y me empez� a besar con brusquedad. Sent� en ese instante que con la otra mano
buscaba el bot�n de mi blusa, el cual le cost� muy poco encontrar para
desabrocharla. Estaba petrificada, me dejaba llevar pues bien que me conven�a.
Si alguien se enteraba de que hab�a hecho trampas ser�a el hazme re�r del
Instituto y acabar�a con mi trabajo. A Izan se le ca�a la baba sobando mis
enormes tetas que eran estrujadas a su antojo.
Me oblig� a desnudarme por completo delante suya, lo hice sin
rechistar mientras el tambi�n se quitaba los pantalones. Cuando me quede sin
nada, el muy cabr�n me dijo que me arrodillase para que se la chupara. Me
acerqu� a �l y me puse a cuatro patas, cog� con mi mano su polla que estaba
totalmente dura y ten�a un tama�o considerable para su corta edad y no tuve otro
remedio que llev�rmela a la boca. Ol�a mal y el sabor mejor no lo describo, le
lam� el capullo sin querer mirarle a la cara por la verg�enza que me daba, hasta
que me agarr� de la cabeza y me aprision� contra su verga pues yo solo le
chupaba la puntita y el no se qued� a gusto hasta comprobar como todo su falo se
perd�a dentro de mi. Tanto me la meti� que sus huevos chocaron con mis labios.
Me daban arcadas debido a la profundidad a la que llegaba su poll�n, me manejaba
a su antojo como si mis pobres labios fueran una vagina. Me arm� de valor y alc�
un poco la vista, pudiendo observar como Izan babeaba de gusto. Pasados apenas 3
minutos eyacul� con fuerza dentro de mi boca, no teniendo otro remedio que
tragarme todo su semen mientras tos�a.
Seg�n me hab�a contado su padre, el chico era virgen, pero
debido a la forma en la que me trataba no lo parec�a. No ve�a ning�n rastro de
timidez en sus gestos y acciones, mas bien, se comportaba como un adulto
capullo, duro y agresivo.
Debido a su edad, no estaba nada agotado de la mamada y ten�a
la polla de nuevo r�gida. Esta vez me dio la vuelta y me ech� sobre la mesa
donde se supone �bamos a dar la clase de mates. Cuando esperaba que me iba a
follar el co�o, de nuevo me sorprendi� desagradablemente apuntando su enorme
pene a mi culo. Se me revolvieron las tripas del susto, y le suplique que no lo
hiciera, pues para ello se necesitan ganas y un buen lubricante, pero hizo caso
omiso a mis quejas. Con fuerza me envisti� y me meti� el capullo dentro del ano,
saco un poco y volvi� con fuerza a penetrarme hasta que me la clav� hasta la
mitad. Yo intentaba zafarme de �l mostrando toda la resistencia posible, pero
sin ning�n �xito.
Debido a la mamada de antes, su polla estaba algo lubricada,
lo que facilitaba la penetraci�n. Me empez� a follar el culo, yo gritaba debido
al fuerte dolor que me produc�a, a pesar de que me met�a la verga s�lo hasta la
mitad, pero, como no, el ni�o se cans�, y de una fort�sima envestida me la clavo
hasta los cojones. Me temblaron las piernas y el dolor ya era casi insoportable.
Sigui� con un mete-saca durante un buen rato, el cr�o me reventaba el culo como
si le fuera la vida en ello. Al rato me hizo cambiar de posici�n, porque seg�n
el, me quer�a tocar los tetones. Izan se recost� boca arriba y yo me sent� a
horcajadas encima de �l, pens� que ya se hab�a acabado lo peor, pero no era as�,
pues me exigi� que fuese tambi�n sexo anal. Me meti� de nuevo la polla que
estaba a reventar por mi dolorido agujero, y estuvimos follando durante 5
minutos. Estaba destrozada del cansancio y ya no mostraba ning�n tipo de
resistencia, dej�ndome encular al antojo de aquel muchacho que me met�a y sacaba
la polla por mi enrojecido ano, seg�n le daba la gana. El joven gimi� con fuerza
y baje la vista para ver como se le sal�an los ojos en el momento en que explot�
dentro de mi, llen�ndome el culo de leche. Era un cerdo y bien que hab�a
disfrutado de mi, que contrastaba con mi rostro desencajado por las duras
embestidas que hab�a tenido que soportar.
Izan me hizo arrodillarme delante de su polla, y me oblig� a
que se la limpiase con mi lengua, teniendo que tragarme todos los restos de
aquel polvo. Fue terrible comprobar como aquel muchacho se fue con la polla mas
limpia que cuando la trajo, a pesar de hab�rmela metido por el culo.
El cr�o se visti� esborozando una sonrisa y me record� que su
padre ten�a pruebas para hundirme en caso de que lo acontecido saliese de
aquella salita. Izan se dirigi� a la puerta y se marcho. Con bastante
dificultad, pues ten�a el culo reventado, me acerqu� al ba�o y me duch�, sin
apenas enlazar alg�n pensamiento coherente. Esa noche no pude dormir, me sent�a
humillada y sin escapatoria posible.
Continuar�... : )
Autor: Eduardo Casta�o