El Estero 2
Mis primeras conquistas
Una vez se fueron los chicos (Francisco y Chelo), me recost�
en el mismo lugar en que hab�a disfrutado de esos maravillosos momentos. Ya eran
alrededor de las 11 de la ma�ana y los gritos de los chicos pescadores se hab�an
alejado aguas arriba. Creo que sin darme cuenta me qued� dormido y, cuando
despert�, ya el sol estaba en lo alto con un temperatura bastante alta; calculo
hab�a unos 30�.
Fui a buscar mi mochila, donde ten�a algunos alimentos y
bebidas, para luego protegerme bajos unos �rboles y almorzar. Cuando estaba en
esos menesteres, escuch� risas y voces de muchachos que se acercaban. Resulta
curioso, pero s�lo escuchando las voces, uno puede calcular la edad de las
personas. Y cuando eso me ocurre, todas mis hormonas se me revuelven y la sangre
se me agolpa en mi sexo. Y eso me estaba ocurriendo ahora, cuando lentamente las
voces se iban acercando precisamente hacia el lugar en el cual me encontraba.
Ocult� adecuadamente mi mochila nuevamente y trat� de
tropezar con los chicos que hab�a escuchado momentos antes. Lo que hice fue
dirigirme a las orillas de estero, a la poza en la cual hab�an estado pescando
los chicos por la ma�ana.
A medida que me acercaba, las voces iban aumentando en
volumen, a�n cuando proven�an de una direcci�n contraria al rumbo que yo segu�a.
Calcul� que eran m�s de tres chicos, por lo que por precauci�n, me ubiqu� en el
extremo de la playa y cerca de unos espesos arbustos, por si era necesario
escabullirse con rapidez. Bueno, nunca est� de m�s ser cauteloso.
Me introduje en el agua y esper� a que los ni�os se acercaran
a esta poza precisamente. Pronto las voces fueron suficientemente cercanas como
para advertirme que ya estaban llegando al lugar. Siempre dentro del agua,
acomod� mi zunga de tal manera que la tela que cubr�a mis nalgas se metiera un
poco en mi raja, de modo tal que actuara de est�mulo para los mocosos si era
necesario.
Efectivamente los chicos llegaron por donde yo supon�a. Eran
7 adolescentes de entre 12 y 16 a�os aproximadamente. Varios de ellos vest�an
solamente short, mientras el resto a�n conservaba las camisetas puestas. Cuando
advirtieron mi presencia, uno de ellos alcanz� a exclamar en voz baja:
�Putas! Hay un viejo ba��ndose. No vamos a poder ba�arnos
en pelota cabros.
�Qui�n iba a correrse la paja? �Dijo otro en tono de
broma y todos largaron a reir.
�Ah! Yo me ba�o en pelota igual. �Cierto caballero que no
le importa que nos ba�emos en pelotas? �grit� uno de los ni�os
No, no importa �respond� yo a la distancia- total aqu�
estamos solos, �Cierto?
En realidad el estero en un lugar muy cercano a la ciudad de
Santiago de Chile, pero curiosamente, es poca la cantidad de personas que va de
paseo alli. Digo, en relaci�n a la cantidad de habitantes de Santiago. Adem�s,
el curso de agua da vueltas y revueltas, dando lugar a la aparici�n de
innumerables sitios como aquel en el que me encontraba. Tan especial resulta el
sitio, que m�s de alguna vez he estado con dos tres chicos y, a escasos cinco
metros, detr�s de los matorrales, hay una familia, que ni siquiera se da cuenta
de lo que ocurre m�s atr�s. En fin, el sitio es ideal para tener aventuras
Y all� estaba yo, en compa��a de siete jovencitos en la
plenitud de su vitalidad, ninguno de los cuales se atrev�a a despojarse de toda
su ropa y s�lo se atrev�an a ba�arse en calzoncillo.
Vista la situaci�n, sal� del agua un poco m�s cerca de donde
hab�a dejado mis sandalias y me exhib� lo suficiente como para que advirtieran
parte de mis nalgas al descubierto. Adem�s, la zunga no es una prenda de ba�o
muy com�n en el campo, por lo que aparte de ver parte de mi anatom�a, los chicos
se burlaron p�caramente de lo diminuta de mi prenda.
Acomod� la zunga como correspond�a y me acerqu� al grupo de
ni�os, los cuales tambi�n se acercaron para saludarme. Por lo menos cuatro o
cinco de ellos fijaron abiertamente su mirada en mi paquete, lo cual provoc� que
lentamente mi pene empezara a erguirse. Uno de ellos advirti� el movimiento de
la tela y le dijo algo al o�do a otro. A los pocos momentos todos los chicos
lanzaban miradas p�caras a mis genitales y se dec�an cosas entre ellos.
Esta era la ocasi�n que yo esperaba. Mientras segu�a
conversando trivialidades con ellos y algunos se zambull�an por momentos en el
agua, introduje mi mano en el interior y acomod� mi pene, el cual se encontraba
plenamente erecto. Los chicos advirtieron mi movimiento y se miraron sonriendo
entre ellos. Uno de ellos, de unos 14 a�os, llev� aparte al que parec�a mayor,
de unos 16 a�os y le dijo algo. Luego se fueron algo lejos de nosotros y cuando
creyeron que nadie les miraba, se bajaron la parte delantera de sus short y se
mostraron mutuamente los penes. Aparentemente se les hab�a "parado" su carne.
Yo no me perd� detalle y nuevamente llev� mi mano al interior
de mi zunga, pero esta vez la dej� all� mientras segu�a observ�ndoles jugar.
Varios de ellos se hablaban entre si mientras me dirig�an miradas furtivas.
Pronto me di cuenta que dos o tres estaban excitados. Uno de ellos, Javier, de
unos 15 a�os, mostraba una erecci�n fabulosa. Con un cuerpo delgado, sin ser
flaco, mostraba una piel morena clara. Sin pelos en el cuerpo ni bigote o algo
parecido, usaba un calzoncillo relativamente peque�o, en donde se destacaba un
bulto acomodado hacia arriba y un lado, el cual el ni�o se esmeraba en ocultar a
mi vista pero exhibir orgulloso a sus amigos.
Yo me alej� un poco de ellos, pero s�lo lo suficiente como
para escuchar lo que conversaban entre si y darles privacidad. Entretanto segu�a
con mi juego de aparente masturbaci�n enfrente de ellos, mientras los chicos se
excitaban m�s a cada momento y se hac�an un poco m�s osados, al bajarse los
pantalones o el calzoncillo cuando supon�an que yo no les miraba.
Caballero �Usted se corre la paja? �Grit� el m�s
temerario, para luego salir corriendo hacia el agua y zambullirse como
avergonzado.
�Ja, ja ja! �re� y mov� la cabeza afirmativamente.
�En serio? Los cabros quieren ver como tiene el pico
�grit� otro y tambi�n corri� a esconderse en el agua.
�Mire, el Sa�l lo tiene parado igual que usted! -se�al�
otro, mientras indicaba la entrepierna del m�s peque�o del grupo, un pecoso
de 12 a�os, pero con un cuerpo espectacular dada la perfecci�n de sus
proporciones. En su calzoncillo se marcaba perfectamente la forma de su pene
infantil, dado que la prenda se encontraba h�meda por el ba�o que se hab�a
dado el chico momentos antes.
Yo re� con sinceridad aumentando los movimientos de mi mano,
al tiempo que bajaba levemente mi zunga dejando ver los vellos p�bicos y la
punta de mi verga. Acto seguido me acerqu� al grupo y en un acto de arroj�, sin
previo aviso, me baj� la prenda de ba�o y les mostr� mi virilidad a los que all�
se encontraban en ese momento, que eran tres, Pablo, Cristian y Claudio, de 13 y
14 a�os aproximadamente. Luego volv� a guardar mi miembro.
Los chicos rieron con cara de asombro, ante lo cual los otros
cuatro salieron del agua y preguntaron que qu� pasaba. Los tres chicos les
contaron lo que yo hab�a hecho y pronto ten�a a los siete enfrente m�o, varios
de los cuales mostraban evidentes signos de excitaci�n y se acariciaban
desvergonzadamente su sexo. Yo no hice m�s que re�r y, ante la insistencia, les
dije que les mostraba mi pene si ellos hac�an lo mismo.
Supuse que esto iba a ser dif�cil, pero no bien pasaron dos o
tres segundos cuando Jos�, el mayor, de unos 16 a�os, baj� de un solo movimiento
su calzoncillo , dejando ver un pene de forma recta, muy grueso y con un glande
rosado claro, que brillaba con la luz del mediod�a. El chico era alto, de 1,70
m. Delgado, con los abdominales marcados levemente, pesaba unos 60 k., y en la
base de su verga, mostraba dos bolsas preciosas y una mata de pelo muy abundante
que formaba una especie de tri�ngulo, sin camino al ombligo.
Los dem�s chicos miraban sorprendidos a Jos�, pero este, como
respuesta, empez� a acariciarse el sexo y se los mostraba a los dem�s, alz�ndolo
en direcci�n a su ombligo. En ese momento qued� en evidencia que unas gotas de
lubricante se hab�an pegado en su ingle, demostrando que ya hace alg�n rato,
Jos� estaba excitado con nuestro jueguito.
Los dem�s no tardaron en imitar el gesto de Jos�, por lo que
pronto todos est�bamos exhibiendo nuestros penes, aunque el m�o y el de Jos�
eran los que m�s llamaban la atenci�n de los mocosos.
Yo me qued� en silencio observando ese ramillete de preciosos
sexos juveniles. Luego me acerqu� a Jos� sonriendo y elogi� su herramienta;
enseguida alargu� mi mano y cog� todo lo que pude con mis dedos. Estaba
extremadamente caliente y palpitaba de excitaci�n. En respuesta Jos� se baj� a�n
m�s los calzoncillos, hasta que estos cayeron en la arena. Luego se acomod� a un
costado m�o, llev� su mano izquierda a la base de su miembro y lo agit�,
mientras que su mano derecha se apoyaba en mi nalga y la apretaba con fuerza.
Enseguida me pregunt�:
�Lo quiere chupar?
No se, �Te la corro primero? �yo me hice el t�mido
No, ch�pelo mejor, los chiquillos que miren. Miren
cabros, el loco me lo va a chupar y despu�s se los va a chupar a ustedes,
�Cierto?
No se, pero que no cuenten nada eso si. Y que se bajen
los calzoncillos igual que nosotros.
Yo me saqu� la zunga y la puse en mi cuello; luego me coloqu�
de rodillas y acerque mis labios al palpitante pene de Jos�. El chico tiritaba
de emoci�n. Apoy� mis manos en sus nalgas y le presion� suavemente hacia mi.
Aprision� suavemente el glande del mozalbete y este se quej� agradablemente.
Mir� hacia arriba; Jos� ten�a inclinada su cabeza hacia atr�s, mientras apoyaba
sus manos en mis hombros. Engull� toda esa juvenil carne, la cual apenas me
cab�a en mi boca. Med�a alrededor de 18 cms. Y ten�a una circunferencia de 12
cms. a lo menos. Era un sexo fabuloso. Duro, h�medo, caliente, palpitante y
oloroso a masculinidad.
Los dem�s jovenzuelos observaban asombrados el espect�culo y
todos ya hab�an bajado sus shorts o calzoncillos dejando sus arietes al
descubierto. Jos� segu�a extasiado. Ahora inclinaba su cabeza hacia delante,
tratando de no perder detalle de mi mamada, al tiempo que me acariciaba los
hombros en un signo evidente de placer.
Pero al parecer la posici�n le resultaba inc�moda, por lo que
separ�ndome de si por un momento me dijo:
Estoy cansado y aqu� hace mucho calor. �Vamos a esa
sombrita mejor?
Ya, me parece.
Si, aqu� hace mucho calor �agregaron los dem�s.
Me incorpor�, aprovechando de observar el extraordinario
espect�culo. Ah� estaban siete hermosos y excitados muchachitos, con sus vergas
al aire, balance�ndose mientras caminaban hacia un peque�o �rbol que, dada la
hora del d�a, promet�a sombra para el resto de la calurosa tarde. Estaba Sa�l,
el peque�in de 12 a�os que, con un pene de 10 u 11 cms., esperaba ansioso
experimentar los placeres del sexo entre hombres. Cristian, de 13 preciosos
a�os, levemente gordito, de 1,60 m., unos 60 kilos de peso y con el pene
arqueado hacia abajo. Tambi�n estaba Pablo, de gloriosos 14 a�os, atl�tico, de
1,65, 60 kilos y un pene de 13 o 14 cms, arqueado hacia arriba y el lado
derecho, con vellos p�bicos en crecimiento; Javier, un jovencillo de 15 a�os,
con el pene de 16 cms. arqueado hacia arriba, moreno claro al igual que su
cuerpo, de cabello ondulado y de color claro. Estaba Claudio, un chico flaco y
peque�o, con un pene delgado pero de forma preciosa, apenas ten�a vello p�bico,
pero a sus 14 a�os, mostraba que ganas no le faltaban para mostrar su hombr�a;
Finalmente ven�a Adri�n, de 15 a�os, aparentemente el m�s t�mido, porque
manten�a su erguido y recto pene de 17 cms., oculto por una u otra mano,
sob�ndolo de vez en cuando, pero con una cuota de evidente nerviosismo.
Bueno, nos dirigimos a la sombra del �rbol y ah� Jos� se
acost� y me invit� a tomar posesi�n de su gloriosa herramienta. Ahora estaba
destilando el n�ctar del placer, el cual sabore� goloso con mi lengua, mientras
que con mi mano acariciaba los huevos levemente peludos de mi reci�n conocido
amigo. Me recost� de lado en la arena, apoy� mi cabeza en la ingle del chico.
Mientras lam�a y succionaba esta deliciosa fruta juvenil,
Adri�n, t�mido como aparec�a, pero hirviendo de calentura, se coloc� atr�s m�o y
acarici� suavemente mi nalga, luego, como pidiendo permiso, se acerc� un poco
m�s, casi rozando nuestros cuerpos, hasta que se unieron espalda con pecho.
Luego cogi� mi mano y la puso en su virilidad. Yo entend� el mensaje y comenc� a
masturbarle, pero pronto el me susurr� al o�do: "�se lo meto?"
Como respuesta levant� mi pierna derecha, dejando al
descubierto la entrada a mi agujero. Luego solt� un momento la verga de Jos�,
humedec� con saliva mi ano y, cogiendo el ariete de mi juvenil amigo, lo dirig�
presuroso a la entrada de mi agujero.
El chico no se hizo de rogar. Apoyando su mano en mi barriga
y la otra por debajo de mi cadera, se arrim� lo suficiente a mi, como para
empezar a abrirse paso en mis entra�as con su espectacular ariete de 15 REALES
cms. Dado que de su virilidad manaban copiosas gotas de lubricante, pronto sent�
como sus huevos chocaban con los m�os, provoc�ndome espasmos de placer que
transmit� a Jos� mediante chupadas, lamidas y apretones que lo hac�an tirarme el
cabello con fuerza en ocasiones.
Estando en esa posici�n, estacado por Adri�n y mam�ndole a
Jos�, los chicos se agolparon en torno nuestro a observar m�s de cerca el
espect�culo, dejando a un chico de vig�a para prevenir cualquier sorpresa
desagradable. As�, pronto Pablo se acost� al costado de Jos�, masturb�ndose con
energ�a, en una clara invitaci�n para participar de la fiesta. Estir� mi mano,
la cual lleg� justo cuando Pablo quitaba la suya, por lo cual comenc� los
movimientos propios de una gloriosa paja.
Cristian, entretanto, se acomod� como pudo enfrente de Jos� y
me invit� con una cara y sonrisa picara, a masturbarle con mi otra mano libre.
Hice lo que pude y cog� su adolescente carne, ante las risitas c�mplices de sus
amigos que ya presionaban para que Jos� acabara pronto y Adri�n les dejara el
sitio.
Ah� estaba yo, con mi cabeza recostada en el vientre de Jos�,
siendo penetrado por el m�s t�mido de los chicos y masturbando a Pablo y a
Cristian, mientras tres chicos calientes aguardaban deseosos su turno, mientras
se pajeaban con ans�as. Como sea, Jos� empez� a mover sus caderas suavemente, al
tiempo que presionaba mi cabeza contra su sexo. Alzando un poco mi rostro,
observ� que hab�a cerrado sus ojos comenzando a exclamar:
�As�, as�! �Siga siiiiii! �S..i..g..a!
�Esssssssssssssssooooo! �Oh, que rico cabros! �Es super rico! �Si p�sale la
lengua! �Tr�gatelo todo! �Eso, as�, as�, as�!
Mmmmm, mmmm,. �exclamaba yo, sintiendo el aliento c�lido
de Adri�n en mi mejilla y sus labios en mi cuello.
�Sigue chupando, ya me fal...ta po.. co!
Apriete el potito socio �me susurr� Adri�n, mientras
bombeaba con fuerza y se atrev�a a coger mi pene con su mano ante la mirada
sorprendida de los otros chicos.
�Mira est� pajeando al loco!
�Despu�s me la corris a mi Adri! �grit� otro
Ante la evidencia, Adri�n me solt� el pene, pero penetr�ndome
con fuerza, casi violentamente, sent� que aceleraba sus movimientos y los hac�a
m�s intensos. Pronto, casi sin darme cuenta, empuj� a�n m�s profundamente, dej�
su cuerpo muy quieto y sent� algo caliente que dilataba e inundaba mi ano de
juvenil leche. Acto seguido sac� aceleradamente su pene de mi interior,
arrojando tres chorros de semen en mis huevos y pene, los cuales sorprendieron a
los chicos que observaban excitad�simos todo lo que pasaba.
Adri�n se levant� masajeando su sexo y riendo de nerviosismo
y placer, Su lugar lo ocup� Sa�l, el cual no bien me hubo penetrado, vaci� su
infantil carga en menos de un minuto, pero dejo su pene en mi interior para
aparentar que a�n ten�a tiempo para acabar.
Jos� no aguant� m�s, lanzando un grito de placer, se qued�
quieto un momento, empuj� un poquito m�s y lanz� nueve o diez chorros de semen
en mi garganta, los cuales engull� goloso.
�Te fuiste, te fuiste? �preguntaron los chicos
�Siii! �exclam� Pablo y dej� caer unos chorritos de semen
en su ingle, que yo prestamente repart� en su barriga.
Antes que los chicos reaccionaran, me puse de rodillas y con
movimientos en�rgicos logr� hacer que Cristian eyaculara sus mocos infantiles en
mi cara, donde quedaron pegados a mis labios, mi nariz y mis mejillas. Ante el
espect�culo, los tres chicos que faltaban me presionaron para tomar su turno,
por lo que me coloqu� en cuatro para satisfacerlos.
Primero Sa�l se tendi� frente a mi, pidi�ndome que se lo
chupara pero que el seguir�a masturb�ndose solo. Ah� ten�a al chiquit�n, ansioso
de participar de la org�a, deseoso de experimentar su primera corrida, tratando
que yo se lo lamiera todo, no sabiendo que lo que yo m�s quer�a, era poder estar
con el en unos cuantos a�os m�s, cuando tuviera 14 o 15 a�os. Javier se ubic�
atr�s de mi y presion� r�pidamente para hundir su mojado pene en mi ano. Yo
entonces empec� a jugar con mi esf�nter, apretando y distendiendo mis m�sculos,
lo cual hizo reir al chico por los espasmos de placer que le provocaba. Luego se
recost� en mi espalda y cruzando sus brazos alrededor de mi barriga, jug� con
mis pelos p�bicos, al tiempo que bombeaba con energ�a en mi interior. Pronto
sent� que alzaba su cuerpo y mov�a su pene en forma circular, al tiempo que
retiraba su cuerpo hasta casi sacar el pene, para luego bajar y volver a hundir
su ariete en mi interior. Claudio no encontraba donde ubicarse, por lo que
despu�s de dar vueltas alrededor de nosotros, se paje� y dej� caer todo su moco
en mi espalda, al tiempo que trataba de mojar a su amigo Javier, pero sin
lograrlo.
Nuevamente los dem�s chicos, incluido el jovencito Jos�, se
encontraban alrededor de los amantes observando cada uno de sus movimientos.
Cristian, en un gesto de osad�a, pas� su mano bajo mi cuerpo, busc� mi ano,
palp� el pene de Javier y exclam�:
�Oh! �Tiene todo el pico metido adentro! A ver Javier,
empuja m�s todav�a. �Te duele loco? �Termin� por preguntarme
A ver, a ver, exclamaron otros.
�Si! �Tiene toda la pichula en el culo! -comprob� Adri�n,
qui�n sin que los dem�s se dieran cuenta, me masturb� por algunos minutos y,
gui��ndome un ojo, me sonri� de manera c�mplice.
Pero yo ya me estaba cansando, por lo que con r�pidos y
�giles movimientos de mi boca y de mi ano, consegu� que a los pocos momentos
ambos chicos depositaran su semen en mis dos cavidades, haci�ndolos suspirar de
placer y logrando la excitaci�n, nuevamente, de mis reci�n conocidos amigos que
observaban.
En efecto, el espect�culo final hab�a excitado a los dem�s
adolescentes, los cuales quer�an que nuevamente les hiciese una mamada, pero les
se�al� que deb�a encontrarme con mi familia m�s arriba y que deb�a dejarlos.
La pregunta no se hizo esperar
Socio, �Cu�ndo viene de nuevo?
�Podemos invitar a otros amigos? -Agreg� otro...
Nuevamente respond� con una sonrisa c�mplice, aunque el d�a
a�n no terminaba. Reci�n eran las 3 de la tarde de ese caluroso domingo de
verano.
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