Relato: Sentidos





Relato: Sentidos

Sentidos


La mirada


El sol golpeaba con fuerza mi mirada, a duras penas pod�a ver
la calle jalonada de altos arboles. La rutina diaria de ese caminar me advert�a
que llegaba ya a la entrada del parque. La tarde ca�a, una tarde de comienzos de
verano, donde el verdor estaba en pleno apogeo, las flores radiantes se
mostraban altivas a sabiendas que eran contempladas. Aun era temprano y decid�
cruzar el parque, junto a mi, pero no conmigo caminaba una de esas mujeres, de
las que se nos


antojan que deben llamarse Desire o Ivette o cualquier nombre
franc�s que nos desplaza al refinamiento propiamente dicho. Una media melena
negra peinada a la perfecci�n unos ojos envueltos en pesta�as interminables,
unos labios carnosos perfilados con pasi�n de un rojo intenso. Era imposible
apartar la mirada, aun a sabiendas que en cualquier momento, un mal gesto de su
parte podr�a privarme de seguir disfrutando de esa maravillosa vista. Un vestido
vaporoso negro, escotado lo suficiente para dejarme pensar en el fino encaje
negro ensalzando unas


protuberancias perfectas, formando un canalillo de v�rtigo.
Zapatos de delicado tac�n, encumbrando unos pies que los imaginaba ya como algo
exquisito. Unas piernas perfectamente torneadas, maravillosamente envueltas en
la seda mas fr�gil que pod�a ver en ese momento. En el muslo con la complicidad
de un vientecillo abriendo la falda, al amparo de mis ojos, el contraste del
encaje con la blancura de la piel. Ya no me importaba en absoluto, cruzarme con
la posible dureza de su mirada, segu�a absorto como quien contempla una obra de
arte en un museo. Me


quede parado, viendo pasar ese andar orgulloso, esas caderas
provocadoras y esas nalgas que ya sabia carnosas, �vidas de una buena caricia,
sin querer ir mas all� de mis pensamientos, que corr�an con unos azotes
gratificantes. Segu� de cerca con mi mirada y tambi�n con mis pies, ese caminar
hipnotizante. Llegue a una glorieta, donde las flores parec�an brillar muchisimo
mas, en un banco la esperaba alguien, segu� caminando decepcionado por el
descubrimiento, negando la


evidencia y por primera vez en mi vida me escond� para mirar.
Me preguntaba si le esperaba a ella o tal vez no. La excitaci�n crec�a en mi,
sin pre�mbulos se fundieron en un beso apasionado, vi como las manos recorr�an
todo su cuerpo, sin pudor, sin miramientos. Levantaba la falda, me mostraba todo
lo que mi mente ya hab�a dibujado. Mi polla estaba dura, crec�a a la par que las
nalgas quedaban al descubierto, no llevaba bragas. Vi como el hombre sacaba una
tarjeta del


bolsillo, sin dejar de besar, hacia una pelotilla y la tiraba
hacia la papelera cayendo fuera. Ya no aguantaba mas y me saque la polla comenc�
a masturbarme descuidando mi invisibilidad, en un cambio de posici�n de la mujer
nuestras miradas se cruzaron, tem� lo peor, su rostro cambio, era la viva imagen
del placer, en ese momento me corr�, y ella vio lo que hice, sonr�o, despu�s
calma. Le gusto que yo estuviese mirando y le gusto que la exhibieran aunque
fuera sin


saberlo.


El O�do


Se marcharon del lugar, busque esa mirada c�mplice que ya no
volv� a ver. Sal� a la glorieta y recog� el papelito, deshice la bola. Ansioso,
rezando que fuese un nombre, y con expectativas de algo mas. As� fue, tenia un
nombre, su nombre? y un tel�fono. Se llamaba Carla, o tal vez no era ella. Dudas
que comenzaron a roer mis pensamientos. Pasaron unos d�as envalentonado marque
el numero, el sonido sensual de la voz me cautivo, quise que fuera la de ella,
intentaba recordar la


tarde del parque, en ning�n momento escuche su voz.


- D�game.


Quise colgar, no me atrev�a a fallar, solo tendr�a esa
oportunidad y me daba miedo.


- Diga.


- Hola , buenas tardes.- Intente que mi voz sonase fuerte,
segura y a la vez c�lida, conseguirlo era mas dif�cil. - Mire, no se si me
equivoco, la verdad que busco a una persona y no se si es usted.


- D�game a quien busca y lo solucionaremos enseguida. - Quise
ver una sonrisilla, hab�a pasado el primer momento y las cartas estaban a mi
favor.


- Creo que se llama Carla, tampoco estoy muy seguro. Forc�
una risa intentando que fuese contagiosa.


- Demasiadas dudas en esta bonita tarde.- Su voz parec�a un
arrullo, un ronroneo mimoso.- Yo me llamo Carla, si.


Empece a sudar, la mente se me quedaba en blanco, como
seguir�a, esa era mi duda mas inmediata. Se prolongo el silencio, donde escuche
el palpitar de su respiraci�n, donde vi sus senos agit�ndose, e
irremediablemente la excitaci�n apareci� en mi. me decid� ir a por todas, todo
lo tenia perdido y si consegu�a algo eso me llevar�a por delante.


- Vera, no creo que me conozca. La �nica relaci�n que hemos
tenido a parte de alguna noche en vela por mi parte suspirando por unas curvas
voluptuosas y un cuerpo jugoso, han sido unas miradas cruzadas. Un fracci�n de
segundo que concentra la esencia del placer. Son� una carcajada franca sin
malicia.


- Usted es el del parque? - Volvi� a re�r.


- Si soy yo.


- Como ha conseguido mi tel�fono?


- Que importa como, lo importante es que lo tengo.


- No es as�, prefiero saber las cosas con certeza.


- Un papelito, enrollado junto a la papelera de la glorieta.


- As� que ya lo tenia decidido. - Lo dijo suave como si
hablase para ella misma.


- Como dice?


- No, nada, no va contigo - Cambio su actitud haci�ndose mas
abierta y familiar. - Gracias, necesitaba re�r, y lo has hecho. Ese d�a me dejo
la persona que estaba conmigo despu�s de ..... - Cayo de repente d�ndose cuenta
que hablaba con un extra�o. - Que mas da, despu�s de follar en un hotel conmigo.


- Si es un mal momento le llamare otro d�a, si no le importa.


- No, no es mal momento. Tampoco era tan buen amante, era
soso y aburrido, a lo que mas llegaba era a meter mano en el parque, ni tan
siquiera notaba que no llevaba ropa interior.


- Y ahora llevas? - Pase tambi�n yo a un tono mas amigable
dejando de lado los formulismos.


- Sabes me gusto, saber que alguien me miraba, eso me excito
muchisimo. Y ahora el o�r tu voz tan varonil, empieza a calentarme de nuevo.


- No me has respondido.- Tome la iniciativa envalentonado.


- Quieres saber que llevo puesto?


- Si


- Solo llevo una camiseta y unas braguitas. Cuando llego a
casa me gusta ponerme c�moda


-Est�s sola?


- Ahora si.


- Tienes un sill�n cerca del tel�fono?


- No, pero el tel�fono es inal�mbrico y lo puedo llevar donde
sea.


- Bien, si�ntate en un sill�n.- Su respiraci�n comenz� a
agitarse. De alguna forma percib� que le gustaba seguir ordenes, el juego
comenzaba a gustarle. - Cierra los ojos, el �nico nexo de uni�n con el mundo
ahora ser� mi voz. Tus manos son mis manos, se mueven por que mi voz te dicen
que se muevan. Pasa un dedo sobre tus pezones, despacio. siente como crecen,
como obedecen mi voz. - Los


gemidos no se hicieron esperar, mi excitaci�n tambi�n
aumentaba y mi polla comenzaba a crecer.- Pasa un dedo por encima de tu braga
sobre la raja, despacio, casi sin tocarte, roz�ndote solamente, siente mi voz,
sientela dentro de ti, moja esa braga para mi.


- Uuhhmmmm


- Pellizca tu pez�n derecho, mas fuerte. Sigue mi voz, unas
manos fuertes. Vuelve a pellizcar.


- Hayyy, Uhmmmmm


- Sigue, te gusta verdad? esto te gusta.


- Si, mucho estoy a mil.


- Quiero que me trates de usted.


- Como?


- No me hagas repetir las cosas, responde cuando te pregunte
y termina con


se�or. Entendido?


- Si,....... Si Se�or


- Quiero o�r el sonido de tu placer, no contengas tus
gemidos. Pero no se te ocurra correrte si no te doy permiso.


- Si se�or, mi placer es su placer.


- Pellizca tus pezones primero uno, despu�s el otro.


- Ahhhggg. Ahhhgggg. As� le gusta mi se�or?


- As� me gusta si, me gusta escuchar. Ya tienes la braga
mojada?


- Si Se�or esta empapada, hace mucho que no estaba as�.


- Separa las piernas, al m�ximo. Bien, has una tira con ella,
que quede dentro de la raja toda. Tira hacia arriba de la tela, hacia tus tetas.


- Aghhh, Aghhh. No se si podr� aguantar, d�jeme correr ya.


- No, aguanta, pellizca tu cl�toris, eso calmara tus ganas.


- Hayyy, hayyyyy. duele.


- Sigue, seguro que te gusta. - Mi polla estaba ya en la
mano, era imposible aguantar ese momento.


- Si se�or, me duele, pero me excita demasiado, Por favor
quiero correrme ya.


- No, no olvides que tu placer es mi placer. Acaricia tu
cl�toris con suavidad, despacio, muy despacio. R�zalo solamente.


- Uhhmmmm, Aghhhh, Uhmmmmm


- Mete un dedo dentro de tu co�o, despacio , hasta el fondo,
siente como mi voz entra en ti, mete otro, hasta dentro.


- Si, Si Se�or, me llena, Aghhhh, Aghhhh


- Suplica por tu placer, quieres correrte ya?


-Si, Por favor, por favor se�or deje que me corra ya.


- C�rrete, saca tus gemidos arr�ncalos de ti. Mas deprisa,
c�rrete ya, si no lo haces en un minuto no te correr�s.


- No es necesario un minuto se�or, ya, yaaaaa , yaaaaaaaaa ,
Aghhhh Aghhhhhh Aghhhhhhhh.


Acelere el ritmo de mi mano y en ese momento mi polla
estallo. quise fundirme con su ultimo grito, y al un�sono los dos acabamos.


- Deber�as decir algo no?


- No se que deba decir se�or.


- Deber�as darme las gracias, no crees?


Hubo un silencio que me pareci� eterno, cre�a que estaba
vencida pero ahora sin la excitaci�n de por medio, su mente pensaba de otra
forma.


- Gracias se�or. -Esas palabras me sonaron a triunfo, en su
lucha interna hab�a ganado la excitaci�n.- Nunca hab�a hecho nada igual, ha sido
fant�stico, nunca pense que el seguir una voz pudiese dar tanto de si.


- As� que te ha gustado?


- Si se�or.


- Ya puedes dejar de lado lo de se�or, eso era parte del
juego. Me gustar�a conocerte en persona . Oler tu celo, degustar tu sabor.


- A mi tambi�n me gustar�a conocerte.


- Te parece bien el s�bado.


- El s�bado?, el s�bado? -


Adelant�ndome a su duda.


- Quedamos a cenar en un restaurante, charlamos y despu�s ya
veremos.


- Vale, quedamos el s�bado.


- Te parece bien el " Thai Garden" Lo conoces?


- Si, esta bien


- All� a las 10


- De acuerdo.


- Un besito, cu�date y p�rtate bien. Ah que se me olvidaba
viste como en el


parque.


El olfato y el Gusto


Despu�s de recorrer lo que antiguamente fue un paso de
carruajes y tras subir unas escaleras, la primera sensaci�n, antes incluso que
admirar sorprendido el estallido de color que las inigualables orqu�deas me
mostraban, fue ese olor caracter�stico. El olor que te recibe cuando llegas al
aeropuerto de Bangok y por extensi�n a todos los dem�s. El olor penetrante
especiado que golpea tus sentidos en todo el antiguo reino de Siam, pa�s de la
eterna sonrisa. Uno olor que


inevitablemente siempre te transporta alli Me acerque a una
peque�a vitrina a admirar las joyas con piedras semipreciosas que se exhib�an.
Entable conversaci�n con una menuda muchacha, de proporciones perfectas, rostro
sonriente y ojos justamente rasgados. Su atenci�n sumisa tan caracter�stica de
la raza no me sorprendi� en absoluto, las esperaba ya. Compre un collar de
cuentas mientras esperaba, cuentas de jade, laboriosamente redondeadas, en el
cierre medir�an


alrededor de un cent�metro e iban aumentando el tama�o hacia
el lado opuesto hasta llegar a no mas de dos cent�metros. Tras la compra y
despu�s de haber vencido su prudencia y ante la insistencia de mis preguntas
termino por confirmarme que no era Thailandesa, que era Filipina. Escuche el
sonido de unos tacones subiendo por la escalera, sin girarme supe que era ella,
mi cita hab�a llegado. Casi sin hablar, tan solo con el ruido de las miradas,
entramos en el


jard�n tropical que es el restaurante, el bamb�, la madera y
las sonrisas inagotables del pr�ncipe de la casa nos acompa�aron a nuestra mesa.
Una reserva en la parte noble del local. El curry penetraba en mi sentir,
aloj�ndose dentro. Me coloque tras Carla para acercarle la silla al sentarse. Mi
nariz rozo su nuca, el suave perfume mezclado con su olor natural tiraban de mi
hacia ella. Mi lengua sali� y comenz� una h�meda caricia desde la nuca hacia el
l�bulo de su oreja, saboreando cada segundo. Me di cuenta que el primer roce
f�sico hab�a sido por medio de la lengua. Ella segu�a inm�vil, se dejaba hacer,
silenciosa, note la agitaci�n de su respiraci�n, los vellos ponerse de punta, vi
como sus piernas se separaban, y el olor del celo que sub�a, sonre�. Termin� de
acercar su silla y me sent� junto a ella. Costo romper el silencio, no la
complicidad. La comida avanzaba, deje que un poco de curry rojo corriese por mi
dedo, se lo ofrec� para que lo lamiera. Al principio no se atrev�a, despu�s
lami� con timidez, y poco a


poco lo meti� por completo en su boca supcionando. Mi polla
crec�a. Miraba su cara, los ojos cerrados, concentrada en su cometido, estaba
preciosa. Saque el dedo con un cierto disgusto por su parte. Los jugosos labios
rojos quedaban potenciados por acci�n de la humedad, eran una tentaci�n
irresistible. Invitaban a morderlos, a degustarlos con pasi�n. En los postres
abr� un rambutan, la viscosa y blanquecina fruta brillaba en mi mano, la
introduje en mi boca, acerque


su cara a la m�a, estruje contra su lengua mi lengua, el
sabor dulce , su sabor, mi sabor, el olor, todo en uno. Bese, mord� la
carnosidad de su boca. Lam� su cuello, deguste su piel salada, le susurre en su
o�do "mast�rbate" "suelta el olor de perra en celo para mi" no lo penso, ni
penso el lugar donde estabamos. Separo sus piernas, escondi� su mano entre ellas
y se corri�, me miro, su mirada dec�a para ti y por ti. Salimos de cenar y
fuimos a mi casa, las lenguas se cruzaron a la luz de las farolas, los olores
del placer nos siguieron en los vagones del metro. En casa me sent� en un
sill�n, me quite los zapatos y los calcetines y ofrec� mis pies para


que los lamiera. Lo hizo con torpeza pero con devoci�n,
notaba que le excitaba, en lo mas profundo de su ser le gustaba. le ofrec� el
pie para que frotara su co�o contra el, se corri� y volvi� a lamer lo que hab�a
ensuciado.


El Tacto


Me levante, con un pa�uelo de seda negra, vele su vista, en
cierta manera una parte de mi se negaba a ocultar la belleza de esos ojos, de
impedir esa mirada que empezaba a ser sumisa. La deje sola con sus pensamientos,
esperando que disfrutara su nueva situaci�n. Me puse c�modo y me acerque con
sigilo, la note alerta, se sobresalto al recibir mi caricia, el dorso de mi mano
rozaba su mejilla. Sus brazos colgaban a cada lado de su cuerpo. Me coloque tras
ella, mi


lengua acariciaba el l�bulo de su oreja, su nuca, el otro
l�bulo, mis manos acariciaban sus piernas, sub�an hacia arriba por las medias,
tocaban la carne limpia y volv�an a bajar. Mi polla presionaba su trasero, se
frotaba contra el, la o�a gemir. La desnudaba despacio, el vestido ca�a a sus
pies, despu�s el sujetador, tan solo las medias y los zapatos quedaron en ella.
Mis manos palpaban suavemente, se aprend�an la orograf�a de su piel. Cada
pliegue, cada hueco cada protuberancia, todo quedaba grabado en la memoria de
una caricia. Ahora eran mis dedos los que presionaban sus pezones, los que le
arrancaban peque�os grititos, los que estiraban esa delicada piel, los que los
retorc�an.


Sopesaba las tetas, las apretaba buscando su tersidad. Me
aleje un poco, magree esas nalgas turgentes, les di un peque�o azote deseado
desde el primera vez que las vi. repet� mas fuerte, articulo un peque�o quejido,
mitigado por la excitaci�n que ya reinaba. Me repet�a a mi mismo, despacio, no
la asustes quedan muchos d�as por disfrutar, que aprenda poco a poco, que sienta
despacio y aprenda a vivir con las nuevas sensaciones. Cog� el collar
recientemente comprado lo abr�, pase las bolas por las tetas, la frialdad le
asusto, no paso de un peque�o respingo, acaricie con ellas sus pezones, que
saludaron la caricia, poni�ndose tiesos. Baje, pase el collar entre sus piernas,
y sub� despacio rozando el interior de sus muslos, llegue a su co�o, segu�
subiendo las manos hasta la cintura. La bola mas gorda quedo en el centro de su
raja.


Comenc� un movimiento lento de vaiv�n, cada bola hacia la
caricia por su cuenta, y todas a la vez deb�an elevarla a las alturas, gem�a, se
retorc�a. Mi polla estaba a punto de estallar. La dirig� hacia el sof� la empuje
cayo de bruces, la deje a cuatro patas, mi polla buscaba ansiosa su co�o, entro
de un golpe sin miramientos, entraba y sal�a, entraba y sal�a, una y otra vez
hasta que vencido saque la polla y me corr� sobre su espalda. Pense, que
desperdicio de sabor perdido en esa espalda.


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