Relato: Aventura con el hijo de un embajador AVENTURA CON EL HIJO DE UN EMBAJADOR
Me da bastante gusto poder saludarles por este medio y quisiera tambi�n darles
las gracias por la oportunidad que nos brindan a todos los lectores, les env�o
estas l�neas para compartir otra de las experiencias m�s excitantes de mi vida.
Por mi trabajo tengo bastante oportunidad de relacionarme con muchas personas de
diferentes pa�ses o departamentos de nuestra Rep�blica, adem�s de profesor de
historia hablo algunos idiomas pero el que m�s practico es el ingl�s.
Aunque no soy un adonis, tengo una suerte que la quisieran muchos de cuerpo y
cara bonitos.
En el mes de Enero yo no trabajo porque estamos de vacaciones y no hay clases.
Cuando yo ten�a unos 34 a�os me llam� un amigo que trabaja en el Ministerio de
Relaciones Exteriores para que le hiciese un favor, y de paso me pod�a ganar
unos pesos.
Me pidi� que fuese gu�a tur�stico o escort de "algui�n importante", me explic�
que el hijo de un embajador iba a estar una semana en nuesto pa�s y que �l hab�a
sido designado para ser su escolta, pero como su esposa en cualquier momento iba
a dar a luz no quer�a separarse mucho tiempo de ella.
Total yo no ten�a nada que hacer y unos pesos no me ven�an nada mal, por lo cual
acept�.
Cuando llegu� al hotel vi a un joven asi�tico, el m�s hermoso que hasta la fecha
recuerdo, con unos brazos fabulosos, cintura min�scula, pectorales grandes y
soberbios, carita de �ngel, ojos rasgados y vestido con un traje occidental. Era
el hijo de un embajador de su pa�s, al abordar el auto que pusieron a nuestra
disposici�n pude apreciar unos muslos "boccatto di cardinale".
Hablaba poco espa�ol, pero un buen ingl�s por lo que el idioma no fue obst�culo
para entablar conversaci�n. Era muy presumido, por l�gicas razones, no hablaba
m�s que lo necesario.
Al llevarlo a un restaurante, baj� solo, sin invitarme a almorzar con �l. Me
sent� mal, pero no hice comentario a lo ocurrido. A los pocos minutos me habl�
por la ventana y me invit� a entrar con �l.
En una servilleta de papel que hab�a en ese restaurant le hice un bosquejo de su
rostro y una flor, escribi�ndole que era muy hermoso, sonri� y despu�s de comer,
nos fuimos a visitar el Cerro de Montevideo para que viese desde esa altura toda
nuestra ciudad con la bah�a.
Al regreso paramos en un boliche, quise que probase una bebida t�pica del
Uruguay, tomamos unos tragos de ca�a con pitanga y nos pusimos algo alegres.
De regreso pasamos por el centro de la ciudad y nos fuimos a cenar a un discrero
restaurant de esos que hay en Pocitos, no hab�a m�s personas y ordenamos.
Intent� besarlo y �l no se opuso, es m�s a los cinco minutos estaba debajo de la
mesa d�ndome una riqu�sima mamada, hasta que acab� en su boquita, no nos import�
que el mesero se diera cuenta de aquello. Por supuesto fuimos "invitados" a
salir del lugar.
De ah� nos fuimos a su hotel, el chofer nos pregunt� si lo �bamos a necesitar
por m�s tiempo. Nos miramos a la cara y sonriendo muy picarescamente le
contestamos que no.
Entramos a su habitaci�n en donde disfrut� de las delicias de su hermoso cuerpo.
Bes� y lami cada cent�metro de ese cuerpo p�lido y musculoso y al mismo tiempo
mi cuerpo recbi� igual tratamiento.
No s� si ser� cierto lo que �l me dijo, pero qued� admirado por el tama�o de mi
pene. Lo besaba y acariciaba dici�ndome que los orientales que �l hab�a
conocido, lo ten�an muy chico y el m�o era fabuloso.
Nuevamante mi pija recibi� los agasajos de su boca y de sus manos, que agarraban
mi m�stil muy suavemente, corr�a el prepucio hacia abajo y cuando el glande
quedaba totalmente al descubierto lo lam�a tan suavemente como se lame un
helado. La punta de su lengua lam�a el agujero uretral y se deslizaba hacia
abajo rodeando el frenillo con movimientos circulares que me hac�a estremecer y
gritar: -Metela toda en tu boca, yaaa......! Claro, yo gritaba en castellano por
lo tanto �l no entend�a ni una palabara de lo que yo gritaba.
Fue bajando su lengua y mi verga se fue introduciendo en su boca tan lentamente
como bajaba su lengua en busca de m�s carne que lamer.
Su mano la ten�a en la base, apretando como si se tratase de un anillo
gigantesco que oprim�a mi verga de tal manera que me vinieron unas tremendas
ganas de eyacular, �l lo percibi� porque mi pija dentro de su boca lat�a
demasiado, por lo que dej� de apretar y sac� mi pija de su boca.
Descanzamos un poco mientras yo apreciaba su peque�a verga p�lida y los lacios
pelos negros que la cubr�an, no conforme con contemplar su desnudez, acerqu� mi
mano para tocar sus perfectas y min�sculas bolas cubiertas por un escroto de ese
mismo color amarillo p�lido.
La tentaci�n y la novedad del color de esa carne desconocida hasta esos
instantes pudieron m�s y me puse a lamer muy calmadamente esa bolsa que cubr�a
los test�culos de mi nuevo amigo.
El gem�a muy bajito como queriendo no demostrar el placer que estaba recibiendo
su cuerpo, mientras mi lengua se acercaba a la base posterior de su verga sent�
sus dedos que muy suavemente me acariciaban el cabello muy cerca de la nuca.
Baj� m�s la lengua hasta llegu� al lugar donde terminaba todo su aparato genital
a un lugar entre este y el ano, mi lengua no pod�a ir m�s all� por lo qu� le
levant� las piernas y as� pude llegar a visitar su ano con mi lengua.
Era un lugar muy suave y muy apretado, no me atrev� a preguntarle si era virgen,
pero con cada embestida de mi lengua el contra�a su esf�nter y se cerraba cada
vez m�s.
No pude lograr dilataci�n, mi dedo no pod�a entrar porque �l se pon�a cada vez
mas tenso, su test�culos comenzaron a subir y a bajar hasta que su verga tuvo
los espasmos suficientes que le permitieron expulsar un l�quido blanquecino
sobre su est�mago.
Qued� muy feliz porque hab�a gozado tan pac�ficamente, pero al notar que yo
segu� de verga dura, volvi� a hacerme el trabajo manual y bucal que hab�a
suspendido hasta que logr� extraer con su boquita todo el jugo que aun quedaba
dentro de mis reservas.
Nos besamos con besos muy lentos y prolongados hasta que el cansancio nos venci�
y nos dorm�mos muy abrazados.
El chofer era un tipo cercano a los cincuenta, no era muy hablador como �l iba
sentado adelante y nosotros hablabamos siempre en ingl�s el tipo ni se enteraba
de lo que nosotros nos dec�amos. Solamente se ocupaba de su trabajo, de conducir
y de vez en cuando nos preguntaba alguna cosa sobre el camino que quer�amos
tomar o el sitio donde quer�amos que nos llevase.
Nos fu�mos a Punta del Este a pasar el fin de semana y nos quedamos en un hotel
tres d�as con sus noches, �l ha sido el �nico hombre al que no tuve que hacer
penetraci�n anal para sentirme satisfecho, a pesar de ser un adicto al sexo
anal.
No pude convencerlo de que se dejase penetrar, ten�a miedo de que mi pene lo
lastimase, en cambio era un experto en sexo oral y masturbaciones, pr�cticas a
las que me someti�, d�ndome un placer indescriptible.
Por desgracia �l se fue; pero de esa hermosa aventura me queda un bello recuerdo
y un hermoso amigo, que me escrib�a desde esas lejanas tierras de Nagoya.
Me escrib�a, dije bien porque ahora me escribe desde un pa�s Europeo donde
trabaja como agregado cultural de su pa�s en una embajada.
Por razones burocr�ticas y de estado se cas� con la hija de un diplom�tico y
tienen dos ni�as, pero el tiene su pareja paralela que es su secretario privado
y lo lleva a todas las embajadas donde lo designan.
OMAR
Como siempre espero comentarios en
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Relato: Aventura con el hijo de un embajador
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