Relato: Amor gitano Ves una sombra pasar por la puerta de tu cuarto. Es tu primo.
Son las doce y media de la noche y tu primo sigue despierto. Lleva dos semanas
as�. Sombra, fantasma, esp�ritu errante. Todo empez� hace quince d�as. �l
conduc�a, y fue el otro coche el que se meti� en direcci�n prohibida, pero sigue
triste. �l conduc�a el coche y sus padres murieron en �l. Un gran accidente,
tres muertos. Su padre, su madre y el conductor del otro coche. �l no tuvo la
culpa, pero eso no lo hace sentir mejor. A veces piensas que quiz� hubiera
preferido morir en el accidente, como sus padres, y no lucir esas cicatrices que
cubr�an su cuello, su espalda y su coraz�n
Ya hace dos semanas y �l no mejora. Su cuerpo est�
perfectamente, pero le duele el alma. Lo ves volver a su cuarto, pero no tarda
ni cinco minutos en volver a salir. Avanza como un muerto viviente por el
pasillo. Se sienta en el balc�n y le dice a la Luna todo lo que no le dice a
nadie m�s. Sin embargo, la Luna, est�pida, es incapaz de sentirse agradecida por
que tu primo le cuente sus penas. La Luna se calla y se queda all� arriba,
sonriendo como una imb�cil.
Sales al pasillo, y lo ves alejarse. Lleva el torso desnudo,
sus espaldas anchas son una mole que ocupa el estrecho pasillo. Tiene diecinueve
a�os y ya est� cansado de vivir. Ha visto demasiado. La familia es la mejor
posesi�n de un gitano, y �l la ha perdido. �l se para en la ventana, mira al
cielo y comprueba que la luna est� escondida. Se queda all� de pie, de espaldas
a ti, sin saber que lo est�s observando.
Su cuerpo musculoso se refleja con la luz de las farolas. Son
casi veinte a�os de belleza cal�, pero tiene el coraz�n moribundo. Te sorprendes
meti�ndote una mano en la vagina. Tu primo te excita. De repente gira por el
recodo del pasillo y se pierde de tu vista. No lo sigues, sabes a d�nde va. Se
va al balc�n, a llorarle a la noche. Y t� sabes que llorar no lo hace menos
hombre. Es un joven muy atractivo, con la piel tostada por los genes. T� tambi�n
eres bastante morena de piel. No en vano eres medio gitana. Medio paya y medio
gitana. Siempre ser�s una gitana para los payos y una paya para los gitanos.
Chapera. Sin embargo, para tu primo has sido siempre Luc�a, su peque�a prima
Luc�a. �l siempre jugaba contigo, siempre ten�a tres a�os m�s que t�, y siempre
lo sab�a todo. Sab�a todo lo que hay que saber para sobrevivir. No en vano se ha
criado en la mejor escuela, la calle. A �l no le importaba que te hubieras
criado como una paya. Ni que no quisieras llegar virgen al matrimonio, al
contrario de las costumbres gitanas. �l siempre te ha querido como una prima, y
siempre te ha escuchado cuando ten�as algo que contar. Si no quer�as que nadie
se enterase de algo se lo contabas a tu primo. Siempre estaba all�, donde y
cuando lo necesitaras.
Te vas a su habitaci�n, y all� lo esperas. Necesitas que deje
de llorar, por que si �l llora t� lloras. Por dentro, pero lloras. Te sacas el
pijama y te quedas en ropa interior. Te tumbas en la cama y esperas que venga.
Esperas, esperas, esperas... A la media hora caes dormida en su cama, debajo de
sus s�banas. Sue�as con �l. Sue�as que te despierta con un beso y que te hace el
amor salvajemente, pero en silencio, para que tus padres no se enteren. Sue�as
con su cuerpo moreno, con su pelo negro y sus ojos oscuros. Sue�as que te quita
las bragas de un estir�n y que te introduce su sexo. Y t� gimes. Y �l sigue. Y
t� gritas. Pero s�lo es eso, un sue�o, a�n tienes las bragas puestas y mojadas.
Tu primo te excita. Lo has descubierto esta noche y te gusta. Te acaricias los
pechos, bajas tu mano por el vientre, la introduces en tu sexo... No sabes si
a�n est�s durmiendo, pero la masturbaci�n no es un sue�o. Llegas al orgasmo y te
relajas otra vez en la cama. Te quedas otra vez tumbada, boca arriba, sudorosa y
excitada, pero te vuelves a dormir. Lo �ltimo que ves antes de dormirte es el
reloj digital: 3:15.
Vuelves a so�ar con �l. Lo ves salir del coche, dolorido,
ensangrentado y da�ado. El cintur�n le salv� la vida. Sus padres, tus t�os,
aunque tambi�n lo llevaban puesto, no corrieron la misma suerte. El otro
conductor est� tirado en el asfalto de la autopista, a varios metros de los
coches. Sangre, dolor, pena y rabia. Las puertas del peque�o Seat no se abren.
Puede o�r a�n los quejidos de su madre. Su padre no dice nada, ya nunca dir�
nada. Alguien para su coche y llama a una ambulancia. Tu primo a�n intenta
vencer al metal y abrir la puerta de atr�s del turismo siniestrado, empotrado
contra el frontal de un BMW. Su madre muri� all�.
Notas algo acarici�ndote la cara, es un dedo de tu primo.
Pasa su mano por tus mejillas acarici�ndote con el dorso del dedo. Te mira
fijamente. Sus ojos negros se clavan en los tuyos. No sonr�e, no est� enfadado,
s�lo te acaricia. De repente, tus labios se abren. Sab�as que ten�as que decir
algo, que lo tra�as preparado pero no te acuerdas. Te has perdido en la mirada
de tu primo. �l no te mira los pechos, ni el sexo, parcialmente protegido por
tus braguitas h�medas. �l te mira a los ojos y sus ojos no invocan lujuria, sino
amor. De repente abres las s�banas y le ense�as su cama. Le ense�as vuestra
cama. Por que por lo menos esa noche, esa cama es de los dos.
- �Te ayudo a olvidar?- dices, y �l sonr�e. Por primera vez
en dos semanas �l sonr�e.
Se mete contigo en la cama, te besa en la boca, te acaricia
el cuerpo. Pero notas que en sus movimientos, no hay lujuria, s�lo pasi�n. Te
desnuda, le desnudas. El amanecer puede esperar, y si no, os encontrar�
abrazados, como dos amantes que acaban de conocer el amor en el cuerpo del otro.
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Relato: Amor gitano
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