Sabe m�s el viejo...
Soy una hembra de 22 a�os y mi esposo tiene 20. Nos casamos
hace un a�o y sent�a que mi vida sexual era un fracaso, pues nunca obten�a un
s�lo orgasmo, porque �l no aguanta mucho tiempo.
Tarda menos de 8 minutos y me deja bien prendida; as� lo
hagamos 3 � 4 veces, siempre es lo mismo y tengo que masturbarme a escondidas
para quedar un poco satisfecha. He hablado con �l de mi situaci�n y le he pedido
que vea a un especialista para que nos aconseje, pero le da mucha pena.
Mi esposo y yo acordamos no tener familia hasta los 25 � 30
a�os. �l trabaja en una armadora de carros y rola turnos; yo soy taquillera en
una l�nea de autobuses, en donde he tenido muchos pretendientes, pero a todos
les digo que soy casada y no quiero problemas.
Un se�or de 46 anos: me estuvo pretendiendo desde hace como 6
meses. Le dije que estaba casada y aunque era muy respetuoso, segu�a
insistiendo. Es atento y cari�oso, y siempre me lleva alg�n presente. No le
hacia caso por temor a que se diera cuenta mi marido, pero sent�a el deseo de
estar con un hombre que me hiciera suya hasta el delirio, que me reventara el
culo y que me hiciera derramar a c�ntaros; lo que mi marido no hab�a podido
lograr. Sent�a la necesidad de macho, ya que no soy alguien que pase
desapercibida; soy atractiva, de bonito cuerpo, destac�ndose (sea la ropa que
sea) mis abultadas tetas y mi redondo culo.
Hace apenas unos meses, tuvimos nuestra primera relaci�n, fue
en un hotel. �l lleg� primero y alquil� una habitaci�n y me llam� por tel�fono
para darme el n�mero. Llegu� muy nerviosa, con miedo de que alguien me viera.
Cuando entr� a la habitaci�n, me estuvo acariciando, nos besamos y me empez� a
desvestir poco a poco, con unas caricias muy tiernas. Cuando iba a la mitad, se
quit� la ropa, dej�ndose nada m�s la trusa. Sigui� desvisti�ndome y bes�ndome
hasta las plantas de los pies; subi� por mis piernas hasta llegar a la vagina y
me meti� la lengua. Sent� como un toque el�ctrico, pues nunca me hab�an hecho
eso.
Mi vagina estaba muy mojada y yo muy caliente cuando me
empez� a mamar. �Ay, papacito, vi su enorme verga bien parada, que emoci�n!...
Me retorc�a como una lombriz.
�Qu� rico, papito!... -, le dec�a y clavaba mis u�as en
su cabeza, para empujarlo.
Le dec�a muchas cosas majaderas y �l estaba muy emocionado.
Yo estaba viviendo una experiencia �nica. Despu�s levant� mis piernas y pas� su
lengua varias veces por mi ano y la meti� lo m�s que pudo, mientras introduc�a
su nariz en mi panochita. Me hizo gritar de placer, pues sent� que mi cuerpo
temblaba; ve�a luces de colores, pues me estaba viniendo por primera vez.
�Ayyy, papacito!... �Mi rey!... -, exclamaba yo,
desesperada.
Se quit� la trusa y vi su falo bien parado y escurriendo
l�quidos de lubricaci�n. Se me hizo muy grande y grueso, en comparaci�n con el
de mi marido. Lo puso entre mis senos y empez� a tallarlo, despu�s lo acerc� a
mi boca y me pidi� que se la mamara; nunca hab�a mamado una verga, pero le
empec� a dar lengua. Sus l�quidos sab�an como a clara de huevo y se la estuve
mamando un buen rato. De repente sent� que me ahogaba, pues su macana me llegaba
hasta la garganta, pero estaba yo muy caliente, as� que me puso bocarriba y me
la fue metiendo poco a poco, muy despacio.
Yo sent�a c�mo mi vagina se iba estirando para darle cabida y
cuando ya la ten�a bien ensartada, se empez� a mover muy suavecito; nos
acoplamos a un ritmo muy rico. Estaba tan caliente, que no me importaba si su
enorme verga me part�a en dos. Rodeaba su espalda con mi brazos y mis piernas,
le enterraba las u�as y fundiendo mi boca con la suya, le mord�a con
desesperaci�n los labios y la lengua que se restregaba y enredaba con la m�a, yo
aullaba de placer.
�Qu� rico es esto, papacito!...-, gem�a. -�Dame m�s, mi
rey, no te detengas por favor!... �M�temela toda, toda; aghhh!... �
Lanc� un grito al estremecerme en otro orgasmo. Rodamos sobre
la cama y yo qued� encima de �l que, de esta manera, al mismo tiempo que me
clavaba la verga en la papaya, mamaba los pechos y con la manos bajo mi cuerpo,
me acariciaba las nalgas y el culo. Moj� uno de sus dedos en mi encharcada cueva
que escurr�a miel y me lo enterr� en el culo. Sent� que me desmayaba, y no
dejaba de gemir y sollozar de placer.
Note que su fierro crec�a y se pon�a m�s duro en mi interior,
se empez� a venir en lo mas profundo de mis entra�as y tuve otro orgasmo, tan
abundante que pens� que me estaba orinando. Mis sienes estaban a punto de
estallar, mi boca reseca, mi respiraci�n a todo tren y un vaho sexual invad�a la
habitaci�n.
�Papito, me muero!... -, solloc�, jadeante y ca� sin
fuerzas, entre sus brazos.
Permanecimos quietos unos minutos, y cuando recuper� las
fuerzas, me desensarte de su arma. De mi vagina escurr�an sus jugos y los m�os.
Fui al ba�o, evacu�, me lav� y regrese a la cama. Mientras platic�bamos, me
acariciaba tiernamente y me besaba. Un rato despu�s, se le volvi� a parar. Me
empin� en la orilla de la cama con la cabeza entre los brazos, apoyada en el
colch�n, de modo que mi redondo culo qued� bien levantado. �l se par� en el
piso, me dio unas nalgadas con la punta de su garrote y de un solo fregadazo me
la dej� ir toda; aull� como perra en brama.
Sus brazos rodeaban mi cintura y sus manos apretaban mis
senos. El movimiento de mete y saca era r�tmico y delicioso. Sus test�culos
chocaban con mis nalgas. Yo mord�a la s�bana para no gritar.
Cambiamos de posici�n. El se sent� en la orilla de la cama y
me acomod� sobre sus piernas, de frente a �l, apoyando sus manos en mis ancas,
para hundirme su rojo y achocolatado caramelo. Nos fundimos en un apasionado
beso, restregando nuestras lenguas. Se levant� carg�ndome, sin sacarlo y empez�
a caminar por el cuarto. As� se volvi� a derramar, y me vine al mismo tiempo que
�l.
Despu�s de esa vez, nos seguimos viendo en su departamento,
ya que es divorciado y vive solo. Jam�s entramos o salimos juntos, cogemos como
locos dos o tres veces cada semana. Me lo ha hecho en infinidad de posiciones, a
cual m�s placentera y me ha ense�ado mucho sobre el sexo. Con �l soy feliz, como
no lo he sido jam�s con mi marido. Estoy enamorada de �l y �l, de m�. Quiere que
me divorcie y nos casemos. La verdad es que ya no quiero a mi esposo, pues sigue
igual que antes. Es una nulidad en la cama. Yo he cambiado en todo. Me arreglo
mejor y me veo m�s buenota. Me he vuelto muy platicadora y me siento dichosa,
con muchos �nimos.
El problema es que no s� c�mo pedirle el divorcio a mi
marido, pues s� que no me lo dar�; pero en cuanto qued� libre, me unir� de por
vida a este hombre, que me rob� el coraz�n.
Alicia
M�xico, D. F.