Pasi�n y luego un balde de agua fr�a
12-05-2003
Mi nombre es Gerardo. Soy profesor universitario. Tengo 32
a�os, casado y un ni�o. He trabajado en esa instituci�n por mas de diez a�os.
Soy un tipo de contextura mediana. 1,70 de estatura, piel canela y seg�n dicen
las chicas unas pesta�as encantadoras. La historia que compartir� con Uds. se
remonta exactamente al inicio del a�o de 1998. He sido profesor de Ingl�s por
varios a�os y en mi clase hab�an varias chicas a las cuales no les era
indiferente. Bueno como casi siempre sucede, no falt� la ni�a a quien le gustaba
rpovocarme y llamar mi atenci�n. A mi tampoco me era indiferente, y ella
frecuentemente se insinuaba coqueta y provocativa.
Esta chica, a quien llamar� Soledad, ten�a los ojos m�s
lindos y expresivos que haya visto en mi vida. Era un poquit�n m�s alta que yo,
como de 1,73 y un cuerpo muy bien formado. Cabello casta�o obscuro, piel blanca
y una sonrisa que invitaba al pecado. Sus caderas se insinuaban muy provocativas
por encima de sus jeans, pero lo que m�s me cautivaba era su forma de ser,
especialmente cuando se encontraba frente a mi. Resultaba dif�cil no llamar mi
atenci�n.
Transcurri� aquel semestre con toda normalidad, claro siempre
enviando y recibiendo mensajes muy provocativos a trav�s de esas miradas muy
tentadoras, y result� que esta chica hab�a estado comprometida en matrimonio y
se cas�.
El siguiente semestre no continu� sus estudios, pero retorn�
al siguiente. Mi sorpresa fue may�scula al verla embarazada. Ella se percat� de
mi asombro y solo salud�bamos como dos conocidos. Me sonre�a como siempre yo a
cambio le devolv�a miradas de dulzura y afecto. A pesar de estar embarazada se
ve�a la mujer m�s atractiva de su grupo. No hab�a perdido ese encanto y esa
forma tan dulce de decir mi nombre. Esta vez me hab�a prometido a mi mismo que
si alguna vez enga�o a mi esposa ser�a con una mujer como ella.
Pas� el tiempo, dos a�os y seis meses, y result� que
coincidimos nuevamente en una clase. Durante todo este tiempo hab�amos saludado
pocas veces ya que seg�n me enter� luego hab�a tomado materias sueltas, por tal
raz�n no frecuentaba con regularidad la universidad.
En el semestre que inici� a mitad del 2001 la vi en todo su
esplendor. Esta vez se mostraba muy juvenil con sus 24 a�os y desbordaba
sensualidad, a pesar de haber sido madre hace apenas dos a�os. Era de ese tipo
de mujer que atrae las miradas de los hombres y te estremece con solo su
presencia. Estaba muy bien. Pero en su mirada not� una sombra de tristeza. Cada
vez que cruz�bamos la mirada notaba esa tristeza escondida muy adentro.
Mis clases han sido siempre del tipo cero aburrimiento, mucho
movimiento y sobre todo divertidas. Soy el tipo de maestro que le gusta invertir
tiempo en la preparaci�n de sus clases es por eso que las hago muy divertidas.
Esto por cierto provoc� que Soledad se sintiera muy a gusto en mi clase y era de
las alumnas que casi nuca faltaba a su clase de ingl�s.
Una noche me encontraba solo en mi oficina y se present�
Soledad. Con su sonrisa coqueta me regal� un "Buenas noches Teacher",
inmediatamente me levant� y me dirig� a la puerta, saludamos con un beso en la
mejilla. La invite a tomar asiento y le pregunt� por el motivo de su visita.
Ella con esa ingenuidad sensual, muy propia de si, me dijo que venia a visitarme
y quer�a conversar conmigo.
Usaba una chaqueta de cuero color negro, una blusa escotada
pegada a su cuerpo la cual hacia resaltar sus atributos f�sicos, le formaba una
cintura muy provocativa y resaltaban sus pechos como dos condenados que deseaban
escapar de aquella prisi�n. La conduje a la salita de profesores, contigua a mi
oficina, y tras de mi cerr� la puerta y nos sentamos muy cerca, cara a cara.
Conversamos de muchas cosas, de sus estudios, de sus amigos, de la primera vez
que nos conocimos, de su matrimonio forzado y de su relaci�n, que por cierto,
seg�n me confes�, no era la mejor, acompa�ada siempre de palabras expresiones
hirientes, reclamos y una que otra maldici�n.
Parece que buscaba no solo un amigo sino un confidente y un
c�mplice que hiciera realidad algunos de sus sue�os frustrados, alguien que la
hiciera sentirse viva. Esto lo menciono por que bast� el roce de una mano y una
mirada penetrante para que se desplomara toda esa barrera que nos separaba como
maestro y alumna. Inmediatamente le dije lo mucho que me gustaba, que me hab�a
sentido atra�do a ella desde el primer d�a que la vi, y que aun embarazada yo la
admiraba y la amaba en silencio.
Mis ojos recorr�an sus pupilas fijamente y luego de un corto
silencio me acerqu� a sus labios y la bes�. Sent� como se estremeci�, nos
pusimos de pie y empezamos a acariciarnos y besarnos apasionadamente. Mis labios
saboreaban sus labios, mord�a su lengua. Mis labios recorr�an su cuello con
vehemencia y con cada peque�o mordisco que le obsequiaba ella lanzaba suaves
gemidos de seducci�n. Parec�a que me encontraba en un sue�o. Acariciaba su
espalda, su cintura y mis manos bajaron hasta tomar fuertemente sus gl�teos.
Esos dos pedazos de carne firme y deliciosa que se contra�an
en espasmos de pasi�n. A cambio, sus manos recorr�an fren�ticos mi pecho como
buscando el coraz�n que tanto la amaba, la deseaba. Desaboton� mi camisa,
desanud� mi corbata, y yo instintivamente tom� su cintura y en un acto de
lujuria me lanc� a desabrochar el cintur�n que rodeaba sus jeans. Result� un
poco dif�cil bajar sus jeans puesto que eran de aquellos que se ajustan al
cuerpo.
Luego de varios intentos se mostraron ante mi unas braguitas
hermosas, sensuales, color gris que provocativamente cubr�an su sexo. Met� mis
manos por debajo de sus braguitas y empec� a acariciar su contorno, sus suaves
nalgas, grandes y redondas y luego mis dedos se introdujeron en sus labios
vaginales en busca de ese bot�n m�gico que la hac�a vibrar de placer. Su
respiraci�n se agit�, se mord�a los labios de placer, tomaba mis manos como
dirigiendo mis dedos al lugar apropiado. Yo pod�a notar que su co�o se inundaba
con aquellos deliciosos jugos de la excitaci�n extrema. Su cuerpo se contorneaba
de placer, gem�a dulcemente y dec�a: "Ahhh... que delicia, sigue, no pares amor,
quiero sentirte dentro..."
El morbo de ser pillados en esa habitaci�n y en plena acci�n
nos excitaba tremendamente a ambos pero no pod�amos parar, no quer�amos detener
esa pasi�n por tanto tiempo reprimida. Sus manos recorr�an fren�ticamente mi
espalda y mis gl�teos. Se posaron de repente en mi bulto y con desesperaci�n
desabroch� mi cintur�n y baj� mis pantalones. Se apoder� de mi falo y empez� un
vaiv�n suave mientras me besaba la boca y mordisqueaba mi lengua. Yo a cambio
continuaba jugando con su cl�toris y su raja que para entonces ya se encontraba
completamente h�meda. Introduc�a uno, dos y hasta tres dedos en esa deliciosa y
candente cueva viciosa que al son de sus movimientos marcaban el ritmo de la
pasi�n golosa de Soledad. Nos encontr�bamos de pie y la acerqu� hacia mi y me
propuse penetrarla. Primero suavemente como queriendo que durara este instante,
intentando prolongar la sensaci�n de mareos y vaivenes. De pronto se detuvo.
Reaccion� diciendo: "No. Debemos detenernos. Aqu� es muy peligroso." Su reacci�n
me dej� mudo y con la expresi�n en mi rostro de "Exijo una explicaci�n".
Se visti� r�pidamente, me dio un beso en la mejilla y se
despidi�. Susurr� en mi o�do "La pr�xima vez..." Yo aun sin salir de mi asombro
y con mis piernas aun temblando me sent� en mi sill�n. No pod�a concentrarme en
nada y empec� a hacer una recapitulaci�n de lo que hab�a sucedido aquella noche.
�Fue un sue�o? O tal vez �Un espejismo?