Relato: Secuelas (01)



Relato: Secuelas (01)

Secuelas (01)


La Historia ha Empezado...


La mesa estaba ubicada en el medio de la habitaci�n. El clima
era bochornoso, sobre todo al entrar en una habitaci�n tan peque�a, en donde,
muchos cigarrillos consumidos en el cenicero de plata, s�lo dejaba respirar ese
humo inaguantable, m�s en una habitaci�n cerrada.


A un lado de la mesa, redonda, cabe aclarar, estaba sentado
un sujeto. Al sentarse no se pod�a ver bien si era realmente de estatura baja o
mediana, sin embargo al pararse se pod�a notar a un hombre musculoso y realmente
alto. Hac�a dos minutos que puso la colilla del cigarrillo extinguido en el
cenicero, cuando ya prendi� otro nuevamente. No se podr�a decir que estaba
nervioso, porque era verdad que ya hab�a pasado por esta situaci�n montones de
veces.


La persona que estaba sentada del otro lado, miraba al sujeto
leer unos papeles que hab�a tra�do hace unos instantes. Rele�a sin parar
tratando de comprender de lo que se trataba. �sta persona no se quiso dar a
conocer, s�lo era un cliente an�nimo. Su cara estaba oculta entre su gorro y sus
bufandas. Hac�a fr�o afuera, y, aunque no se haya puesto todo eso, de todos
modos no se ver�a su rostro, porque la luz era tan diminuta, que nunca entendi�
como aquel hombre pod�a leer.


- �As� que �sta es la lista? - pregunt� el musculoso, despu�s
de un rato. - �S�lo estos dos?


- As� es. - repuso la persona de identidad an�nima. - Estoy
averiguando mucho, y por ahora s�lo saqu� estos dos nombres, o sea, los dos que
ya son confirmados. Sin embargo, pronto descubrir� m�s cosas y te traer� m�s
trabajo.


- Me parece mejor.


- Bien, �cu�ndo crees que puedes empezar?


- No lo s�. Dentro de unos d�as. Por lo que veo, uno reci�n
se est� recuperando de un golpe en la cabeza.


- S�. Lamentablemente ayer sali� de la cl�nica y se est�
rehabilitando en su casa.


- Ha estado en coma.


- Ya lo s�.


- De acuerdo. - dijo, entonces la persona musculosa. - Dentro
de unos d�as te enterar�s de las cosas terribles que les pas� a estas personas,
si es que te las cuentan. Y todo ser� por m� cuenta, as� que no involucrar� a
nadie m�s en esto.


- Quiero que les revientes el culo!


- Ummm... - dijo en tono pensativo la otra persona. -
Entonces tal vez utilice a unos amigos m�s.


- Mucho mejor. - contest� la persona. - Ahora me ir�. Adi�s.


*


Mientras, en otro lado de la ciudad, Marcelo Snukia agarr� el
peri�dico que su padre hab�a dejado sobre la mesa. �l no estaba fijamente
interesado en leerlo a diario, nada m�s que ese d�a fue diferente. Se hab�a
enterado que la noticia que conmovi� a todo su curso, hab�a salido en el
peri�dico de hoy. Mejor dicho, su amiga, Celeste Jazz, lo hab�a llamado para
comunicarle que en la p�gina 45 de Policiales se encontraba una peque�a nota, en
donde resum�a todo lo que hab�a pasado en esta �ltima semana que fue la peor de
todas. Afortunadamente ahora todo estaba en calma y mejor. Aunque no neg� que
cuando se enter� temi� lo peor, y no s�lo �l. Todos pensaron que no se
recuperar�a, y mucho menos tan pronto, del coma en el que estaba.


Desde que regres� a su casa, ayer, ninguno de sus amigos ha
tenido la oportunidad de verlo. Ni siquiera lo han visto cuando estaba
internado, s�lo se quedaban largar horas en el pasillo, pasando el tiempo, hasta
concentr�ndose en oraciones para que se sanara.


Pero era hora de que vea lo que dec�an los periodistas sobre
el tema. Agarr� el peri�dico, busc� la p�gina que le hab�a dicho Celeste, y ley�
con los ojos bien abiertos.


JOVEN DEJA EN COMA A SU AMIGO


MIENTRAS JUGABAN BRUSCAMENTE


El caso se dio hace una semana, el domingo, para ser m�s
precisos.


Un tranquilo domingo se vio interrumpido cuando dos j�venes,
amigos de toda la vida, jugaban bruscamente en la casa del uno de ellos.


" No s� como pas� esto. - confiesa, entre l�grimas el amigo
del joven. - Est�bamos jugando a empujarnos y se dio la cabeza contra un
mueble."


Emanuel Kisgart sali� de la casa sin darse cuenta del estado
en el que se encontraba su compa�ero de juego, Alejandro Fox, cuando, minutos
despu�s regres� al lugar de los hechos y lo encontr� all� sin reacci�n.


" Al principio pens� que se trataba de una broma, pero no
reaccionaba. - dice el joven, que llora en vez de hablar. - Luego llam� a sus
padres y vinieron urgentemente."


La tragedia ya est� hecha. La familia Fox le dio sus
bendiciones al joven Kisgart y �ste, un poco mejor, se march� a su casa. El
chico estuvo luchando por su vida durante toda un semana, hasta que por fin
abri� los ojos y sali� de la internaci�n. Afortunadamente ahora se recupera muy
bien en su casa, gracias a la compa��a de sus familiares y a sus amigos que lo
estuvieron acompa�ando todo este tiempo.


Marcelo dej� de lado el peri�dico y, poniendo ambos brazos
sobre la mesa, comenz� a llorar escandalosamente. Alejandro hab�a sido un buen
amigo en los cuatro a�os ya que hizo con �l en el colegio al que iban juntos.
Hasta hace una semana hab�an compartido una fiesta en la casa de Celeste, una
chica muy hermosa, que sus padres le hab�an cedido el lugar junto con su
hermano, Javier.


Y de un d�a para el otro, estaba al borde de la muerte.


Se calm� un poco. Con una tijera recort� la peque�a nota que
hablaba del caso de su amigo y lo guard� junto con todas sus cosas de valor.
Definitivamente, dentro de poco tiempo, tendr�an mucho de que hablar.


Marcelo ten�a 18 a�os, dentro de unos meses cumplir�a los 19.
En la escuela primaria lo hab�an anotado mal, y es por esto que estaba un a�o
retrasado a comparaci�n de sus compa�eros. Aunque, claro, a nadie le importaba.


Estaba por empezar septiembre y las vacaciones de verano
estaba por llegar a su fin. Faltaba apenas una semana para que su �ltimo a�o en
una escuela secundaria terminara.


Se acost� en su cama, recordando al buen amigo que este a�o
tendr�a, y dentro de unas horas se tendr�a que levantar para ir a su casa a
verlo. Pensando en su alegr�a y en la felicidad que le proporcionaba, pens� que
al despertar a�n lo encontrar�a. Y cayendo dos l�grimas de sus ojos brillosos
como el vidrio, se durmi�, prometiendo ser esta vez m�s considerado y
aprovecharlo al m�ximo, el tiempo compartido y su amistad.


*


La ira no se hab�a detenido. Desde hac�a ya tiempo que la
ten�a, y ahora, con el estado en el que se encontraba su hermano, se le
presentaba la oportunidad perfecta para vengarse de �l.


Lucas Fox ven�a manejando su auto a gran velocidad. Se podr�a
decir que no le importaba mucho atropellar a alguien, sea perro o persona, la
bronca e incluso odio que ten�a dentro suyo superaba todas las expectativas que
ahora ten�a en su mente.


Desde tiempos muy remotos, cuando a�n habitaba su ciudad
natal, Lucas hab�a odiado completamente a Emanuel Kisgart: un adolescente y
vecino de su barrio, que hac�a ya dos a�os que hab�a hecho algo que jam�s le
podr�a perdonar, y que por el resto de la vida lo odiar�a de gran modo. Pero no
quer�a ni recordar ese tema, era mejor dejarlo de lado. Le daba asco de s�lo
imaginarse lo que unos tragos de alcohol pueden llegar a efectuar.


Lucas, o Luquitas, como le dec�a su madre desde muy joven,
era tan apuesto como su hermano, Alejandro. Siempre se hab�a cogido a todas las
chicas que hab�a querido, y su larga lista ya superaban las cincuenta. Aunque
dentro de esa lista se encontr� un pasado negro, que tambi�n era la causa de su
ira incondicional.


La noche estaba oscura, serena y desierta. A Lucas le daba la
impresi�n de que no hab�a ning�n auto en mil kil�metros a la redonda, o quiz�s
se hab�a equivocado de ruta, de lo apresurado que estaba. S�lo cuando vio las
luces de los faroles, tan familiar, supo que no estaba equivocado y que el resto
de la gente hab�a decidido no salir esta noche, ni irse, ni volver.


Estaba entrando a la ciudad cuando un polic�a bien uniformado
lo detuvo antes de ingresar a una de las entradas.


- Disculpe. - dijo el hombre de traje azul, habl�ndole muy
bien. - Pero ha superado usted el l�mite de velocidad.


Lucas mir� al sujeto como si estuviese frente a �l Emanuel.
Fue una mirada de absoluto odio, porque le daba bronca que un est�pido polic�a
le venga a decir esto justo a �l. Aunque el sujeto no se dej� intimidar.


- Voy a tener que hacerte una multa. - dijo el polic�a,
sacando una hoja y escribiendo all�. - Alg�n d�a aprender�s.


El due�o del auto se qued� callado. Era incapaz de decir
nada, porque si llegaba a abrir la boca s�lo le iba a causar problemas
incoherentes. Ley� que en la placa del tipo, dec�a claramente Steban Hock.


Cambi� de idea repentinamente y decidi� utilizar su belleza
f�sica para este caso.


Cuando el Steban le entreg� la boleta, Lucas la agarr� con
una sensualidad que acarici� la mano de aqu�l hombre, que por primera vez se
fij� en su f�sico. No ten�a lo que se podr�a decir un cuerpo bien formado, era
delgado, aunque la camisa azul lo disimulaba, se sobreentend�a que tal vez nunca
en su vida pis� un gimnasio. Y si alguna vez lo hizo, hab�a sido hace mucho
tiempo atr�s.


- No hay otra forma mejor de resolver este problema? -
pregunt�, cari�osamente, Lucas. - Como una mamada de polla?


Steban se puso nervioso al instante. Sin siquiera disimularlo
un poco, o hacerse rogar, apoy� toda la parte de su torso en la ventana abierta
del auto. Sac� un poco la cabeza, mir� la noche oscura y al ver que no ven�a
nadie a su alrededor, volvi� a introducir la parte de arriba. Se acerc� a la
boca del chico y lo comenz� a besar.


A Lucas eso le pareci� la cosa m�s asquerosa que hizo en su
vida. Sin embargo, era mejor opci�n que tener alg�n antecedente en la comisar�a.
Mientras la lengua del polic�a entraba y sal�a sin control, decidi� hacer otra
cosa mejor.


- No. - dijo, tratando de hablar, pero la boca de Steban se
lo imped�a. - Aqu� no. �Por qu� no nos encontramos en otro lado?


El uniformado dud� un segundo, hasta que finalmente sac� su
cuerpo de la ventana.


- �D�nde?


- En tu casa. - propuso Lucas.


- De acuerdo. Anota mi direcci�n.


- No, no. - se opuso Lucas. - Tengo buena memoria. D�mela.


Steban le dio la direcci�n de su casa mientras quedaron en
encontrarse al d�a siguiente, y dej� que se marchara el joven de 20 a�os que
reci�n hab�a entrado en su vida. Lucas escupi� la saliva del polic�a, por la
ventana, que hab�a tratado de no tragar. Sab�a que de todos modos jam�s ir�a a
la casa de ese polic�a puto.


Sin pensar en lo sucedido, cuando lleg� a su ciudad, fue
directamente a su casa, y ya eran cerca de la medianoche. Hab�a quedado muy
flojo no yendo a ver a su hermano menor mientras estaba en coma. Lo que pasaba
es que ten�a parciales en la facultad y no pod�a detenerse. Algo era seguro, si
su hermano llegaba a morir, nunca se lo hubiera perdonado. Ni a si mismo, ni a
Emanuel. Aunque a �ste hay muchas cosas que jam�s le podr� perdonar.


Al entrar en el acogedor living de su casa, la familia estaba
sentada, mirando la televisi�n. Vio que en sus rostros se reflejaba una calma
incre�ble. Al parecer, lo peor hab�a pasado. Se alegr� mucho al ver que su
hermano estaba sentado, mirando la televisi�n. Sin embargo, en su rostro se
reflej� una infinita cara de amargura cuando vio que Alejandro estaba sentado al
lado de su peor enemigo, Emanuel.


- Hola! - salud� su madre contenta y feliz de la vida y fue a
abrazarlo. - �C�mo est�s mi coraz�n? Al fin llegaste.


Lucas salud� mucho a los miembros de la familia, que entre
t�os, primos y dem�s cosas sumaban un total de ocho personas. Nada m�s que al
tener que saludar a Alejandro, pas� por alto la mano de Emanuel que se extendi�
para saludarlo.


- Luquitas! - le grit� la madre. - �Por qu� no saludas al
amigo de tu hermano?


- Porque este hijo de puta fue el culpable de que Alejandro
estuviera al borde de la muerte. - grit� Lucas, lleno de ira, tratando de
controlarse un poco. Pero viendo la cara con la que los miraban todos, sigui�
hablando d�ndose importancia. - Madre... no puedo entender como permites que
Alejandro se junte con esta clase de mierda. - Y sus ojos se desviaron a los de
Emanuel, que los miraban consternado y vio que se juntaban l�grimas producidas
por la humillaci�n.


- C�lmate. - dijo, tranquilamente Ale. - No fueron las cosas
as�. �No le�ste el peri�dico hoy? La nota sali�. Todo fue culpa de nosotros. La
cosa no fue adrede.


- No lo creo. - murmur� Lucas, hacia su interior.


- Luquitas. - dijo el padre, que ahora se acercaba en un tono
m�s severo, y que, despu�s de minutos de estar sorprendido, quiz�s, por la
reacci�n de su hijo, habl�. - Exijo que te disculpes con el muchacho. Es obvio
que est�s consternado por el trauma y la tensi�n de lo que pas� en esta semana.
Pero fue s�lo un susto, nada m�s. Adem�s a Emanuel fueron brindadas nuestras
bendiciones.


- No puedo creer - dijo, en seco, Lucas - que viva en una
familia llena de ciegos. Lo siento, padre y familiares, pero no le voy a pedir
disculpas y menos a esta basura.


Y dicho esto, peg� media vuelta y se fue de la habitaci�n.
Mientras sub�a las escaleras para ir al cuarto que compart�a con su hermano
(quedaba en la segunda habitaci�n), escuchaba como su familia se disculpaba con
el gay del amigo de su hermano, excus�ndose como el hecho de que estaba muy
nervioso, y la emoci�n y una sarta de pelotudeces m�s que no le import�
escuchar.


Entr� en su ex habitaci�n y se encontr� a todo como estaba
antes. Las camas cuchetas en su lugar, la computadora, el televisor, todo lo que
hab�a dejado hace tanto tiempo (m�s de medio a�o que no ven�a) estaba totalmente
como lo dej�. Estaba con tanta mezcla de sentimientos que eso casi lo hace
llorar. Sin embargo una voz lo alej� de sus pensamientos al instante.


- Nuestros padres lo pusieron as� porque sab�amos que
vendr�as.


Lucas gir� y se encontr� con su hermano. Estaba apoyado sobre
el marco de la puerta, y daba la triste sensaci�n de que no pod�a mantenerse en
pie.


- Te dije muchas veces que no quer�a que te juntes con ese
hijo de puta. - le reproch� Lucas, una vez que los dos estaban sentados en unas
sillas, y hab�an cerrado la puerta con llave, para no ser interrumpidos. - �Por
qu� no me hiciste caso?


- Saltaste con la pregunta que yo te quer�a hacer hace mucho
tiempo. - salt� Alejandro, haciendo caso omiso a lo que su hermano le pregunt�.
- �Por qu�?


Lucas titube�. No estaba seguro de querer confiarle a
Alejandro semejante cosa. Tal vez que, por su edad no le comprender�a. Pero, a
decir verdad, cuando a �l le pas� tambi�n ten�a 18 a�os.


- Porque... - dijo, trab�ndose. - porque �l te lleva dos
a�os. Tiene mi misma edad. Que haya sido un est�pido que repiti� tres a�os el
colegio, lo cual le impide estar ahora en un segundo a�os de universidad...


- No, no, no, no. - lo detuvo Ale. - No me vengas con esas
cosas. Est� bien, Emanuel podr� tener los a�os que quieras, pero s� que ese no
es el motivo. �Qu� te cuesta ser sincero conmigo? Posiblemente as� yo lo sea
contigo...


- �Qu� quieres decir?


- No te lo dir� hasta que t� me digas la verdad. Ahora me voy
a dormir, mi novia vendr� ma�ana a visitarme, junto con mis amigos, y quiero
estar bien para cuando ellos vengan - y diciendo esto se levant� de la silla
(rengueando), se subi� a la litera de arriba, dio media vuelta y se durmi�.


Lucas qued� en la mitad de la sala, pensativo. Ya que
descubri� que, posiblemente, sea el momento de confesarle a alguien el secreto
que ha estado guardando durante estos dos largos a�os.


A la noche, durmiendo en la cama de abajo, a Lucas se le
ocurri� una idea terrible. No estaba seguro a�n si quer�a hacerlo bien, pero si
realmente quer�a vengarse de Emanuel, esa idea no le pod�a fallar.


Si al d�a siguiente se dejaba penetrar por el polic�a,
tendr�a a uno de su lado. Con el tiempo podr�a convertirse en su amante, y
pedirle el favor de que lo lleve a Emanuel a la peor noche que le podr�a suceder
en su vida. Varios polic�as, y �l actuando como una puta, chupando las pijas de
todos esos hombres, de diferente tama�o, lindos o feos, gordos o flacos, y
trag�ndose el semen de todos.


La idea tan morbosa hizo que le causase una erecci�n. Sin
embargo, no le prest� atenci�n, dio media vuelta y comenz� a dormir.


*


Germ�n Luxino ven�a hasta la casa de Andrea para ver como
estaba. La noticia de que su novio, Alejandro, estaba en coma y que de golpe se
recuper� hab�a sorprendido a m�s de uno, y afect� mucho m�s a esta chica, que
pas� de llorar d�a y noche de tristeza y lamento a llorar d�a y noche de alegr�a
y emoci�n.


Sin embargo, como en todas las personas, tambi�n hab�a muchas
cosas oscuras en el legajo personal de Germ�n. Y, lo m�s reciente que ten�a, era
el peque�o rool que hab�a jugado en la vida del novio de su amiga. Se hab�a
desempe�ado hace exactamente dos semanas atr�s, cuando fue a la casa de �l a
acompa�ar a Andrea, y sin querer observ� por la ventana como Alejandro le estaba
mamando la verga al causante de todo lo sucedido, Emanuel. Nunca pens� en ver un
espect�culo as�, sin embargo no dej� pasar esa oportunidad y amenaz� a Ale con
contar toda la verdad a menos que pasara una noche con �l. Alejandro acept�, no
sab�a si por miedo o por que en verdad quer�a, pero Germ�n no volvi� a aparecer
en su vida.


- Pobre Emanuel. - dijo de pronto Andrea. Ambos estaban en la
casa de ella, sentados a la mesa, tomando un caf� para apa�ar esa noche tan fr�a
que se cern�a sobre la ciudad. - Debe de haber pasado una semana terrible. Todos
lo culpaban. - Y era cierto. No encontr� en ning�n lado a una persona que, en su
primera impresi�n, no lo haya culpado del estado de Alejandro. - Por suerte
hasta el propio Ale pudo decir la verdad, aunque todav�a no lo vi.


- Falta menos. - la calm� Germ�n. - �Quieres que te acompa�e
ma�ana a ver a Alejandro?


- Lo har�as? - pregunt� Andrea con una sonrisa.


- Por supuesto que s�. �Acaso no somos amigos?


- Cielos! Pens� que Alejandro no te cay� bien.


- No, todo lo contrario. Me parece un buen chico. Me cay�
bien. - y, cuando ella no lo escuchaba, murmur�. - M�s de lo que te imaginas.


Germ�n aguard� un tiempo m�s, hasta que se hicieron las dos
de la ma�ana. Quedaron en encontrarse al otro d�a. As� fue como el chico
abandon� la casa, se subi� a su auto, cuando, yendo por una calle desierta, el
tel�fono comenz� a sonar. Fue algo tan inesperado que se sobresalt�.


- �Hola?


- Hola, mi amor. - dijo una voz del otro lado.


La voz era masculina, y no tuvo ninguna duda de quien se
trataba.


- Maximiliano �qu� demonios quieres? - dijo, de mal modo.


- Oye - salt� Maxi, ofendido. - Encima que este a�o te
cambias de colegio, me abandonas en el �ltimo a�o que podemos estar juntos, y ni
siquiera me dices donde demonios vas a ir a parar.... �me tratas as�?


- Escucha, puta. - le contest� de mal modo. - Hoy no estoy de
humor para que me chupes la pija. As� que nos veremos en otra ocasi�n. As� que
yo te llamar�.


- �Cu�ndo?


- Tal vez ma�ana, tal vez pasado. No lo s�. M�tete un
consolador en el culo y d�jame en paz �quieres?


Y cort� el tel�fono.


Maximiliano era un amigo del curso. Quiz�s la persona m�s
puta que podr�a existir en la tierra. Y lo peor del caso, es que justo se vino a
enamorar de �l. �Por qu�? Si aunque sea fuese un chico lindo, vaya y pase, pero
era de tez morocha, bajito y horrible. Jam�s en su vida le dio un beso, porque
por el solo hecho de pensarlo, se le revolv�a el est�mago del asco.


Ahora ten�a otro objetivo en mente y se llamaba Alejandro
Fox.


*


En un primer momento vio todo borroso, sin embargo pronto un
rostro muy conocido se le hizo presente delante de �l. Como estaba en la litera
de arriba, la persona que estaba a su lado, con s�lo estar parada llegaba a la
altura de su rostro. Con un poco de entusiasmo y alegr�a reconoci� que se
trataba de Emanuel.


- �Qu� haces aqu�? - pregunt� Alejandro. - Si Lucas te llega
a ver... te mata.


- Tu hermano sali� a dar unas vueltas. - lo calm� Ema,
mientras ayudaba a su amigo a bajar de la litera de arriba. - �Por qu� diablos
no duermes abajo? - pregunt�. - Si te cuesta mucho subir y bajar.


- Esta noche le har� el cambio a mi hermano. - dijo
Alejandro. - Me prender� de tus hombros para bajar.


Puso ambas manos sobre el hombro de su amigo, y haciendo toda
la fuerza posible lo ayud� a bajarse. S�lo era un simple juego lo que hac�a
Alejandro, porque s�lo a Emanuel le quer�a dar la sensaci�n de que a�n le dol�a
todo su cuerpo por su golpe, pero no sab�a que en realidad se sent�a a cada
segundo un poco mejor. De todas formas quer�a hacerlo sentir culpable y,
descubri� con alegr�a, que hac�a muy bien su trabajo. El problema fue cuando con
un movimiento malhecho, Emanuel perdi� el equilibrio. Ambos se tambalearon un
poco, nada m�s que su amigo hizo lo posible para que el herido no se golpee, y
se tir� sobre la cama de Lucas, de modo que Alejandro qued� sobre el cuerpo de
su amigo, como una pareja de enamorados.


Ambos rostros se miraron, pero no con aire de amistad.
Ninguno de los dos sab�a como actuar, aunque los dos ten�an unas ganas tremendas
de hacer el amor all� mismo, nada m�s que nadie dijo nada, y s�lo callaron unos
minutos m�s hasta que por fin Alejandro se desprendi� de Emanuel.


- Voy a ba�arme. - dijo, par�ndose, al mismo momento en el
que Ema se sentaba en la cama, mir�ndolo desconcertado. - Supongo que ya deben
de venir a visitarme.


Eligi� la ropa, agarr� una toalla y dej� a su amante secreto
mirando televisi�n. No se dio cuenta, sino hasta que se desnud� que todo su
cuerpo temblaba. Entendi�, entonces, que a�n no se encontraba seguro de volver a
hacerlo con �l. Necesitaba tiempo, tanto para que se curen las heridas internas
como las externas. El dolor que ese chico le caus� no ten�a nombre, y eso le
record� que pod�a averiguar por medio de Ema lo que pas� con su hermano.


Nada m�s que cuando volvi� a entrar en la pieza, estaba
completamente llena de personas. Hab�an tres compa�eros de curso: Celeste Jazz,
Marcelo Snukia y Amanda Cofer. Luciana Petris, la novia de Emanuel, que se
acurrucaba a su lado y miraba a Ale con una sonrisa est�pida. Y en la otra punta
de la sala estaba su novia, Andrea, tapando un poco a una persona que miraba
hacia la ventana. Cuando gir�, descubri� con los ojos bien abiertos que se
trataba de Germ�n. Fue un momento en el que el aire se detuvo, y le costaba
respirar. Por la cara de el reci�n nombrado se le cruz� una sonrisa, algo que no
entendi�, pero peligraba mucho que ese chico estuviese all�.


Mir� de reojo a Emanuel, que le devolvi� la mirada tan
terror�fica como la que su amigo le daba. Pensar que los dos estaban en el pu�o
de Germ�n, que eran vulnerables a cada cosa o cada palabra que hac�a o dec�a ese
cristiano. Ambos ten�an miedo, pero lo mejor era disimularlo.


El tiempo parec�a pasar r�pido, afortunadamente, porque las
risas y la diversi�n hab�a llevado a todos a olvidarse que dentro de menos de
una semana empezaban las horrorosas clases, y todos deb�an de verse otra vez.
Empezar con el estudio y dejar la vagancia de lado, una vez m�s.


Dos horas despu�s era mediod�a, cada cual decidi� irse a su
casa y en un susurro Ale entendi� que Ema le dec�a que vaya despu�s de comer a
la suya, as� evitaba problemas con su hermano.


Cuando Lucas lleg� a comer, se mostr� mucho m�s sociable que
la noche anterior. Ahora se re�a y hac�a chistes sin sentidos, en cierta forma,
volv�a a ser el hermano que Alejandro siempre tuvo. Nada m�s que hab�a un
secreto que cern�a sobre la mesa y que no dejaba que comiera tranquilo. Pens�
que no era conveniente pregunt�rselo a Emanuel, y s�lo torturar�a a su hermano
con tal de que se lo diga. Nada m�s que ahora no era el momento.


*


Emanuel estaba en su casa, acostado, despu�s de una r�pida
comida esperando a que venga su amigo. Como si nunca se lo hubiese dicho, este
chico ya ten�a sus 21 a�os, y era terriblemente deprimente ser un repitente de
tres a�os. Lo que pasaba era que en la primaria lo que menos hac�a era estudiar,
a�n impulsado por el reproche de sus padres, no le importaba nada, s�lo la
televisi�n y los dibujitos. Al madurar se dio cuenta de que hab�a sido un
est�pido. Y era cierto.


En la ciudad solo le quedaban dos amigos: Anthony, un joven
de dos a�os mayor que �l, que el a�o pasado se hab�a recibido de contador y
ahora ten�a una muy buena ganancia econ�mica. Lo bueno de este cristiano era que
decidi� quedarse en su ciudad. El otro era Alejandro, si es que despu�s de todo
se lo podr�a llamar amigo. Ellos dos eran lo �nico que le quedaba, ya que los
otros se fueron yendo uno a uno a estudiar a otra ciudad, y las visitas a esos
lares se fueron haciendo cada vez m�s lentas y s�lo con uno: Francisco, era al
que recordaba como el amigo que siempre hab�a querido, como el mejor de todos.


Volvi� a concentrar su mente en Ale, el susto que el
desgraciado le hizo pegar, y que tan bueno fue la noche anterior cuando fue a
verlo. Sin embargo, lo que pas� hace unas horas era algo que se deb�a de tener
en cuenta. Record� como los ojos de los dos se cruzaron y parec�a que sus labios
quer�an besarse. Pero no, Ema nunca hab�a besado a un hombre, s�lo los hab�a
penetrado. Excepto en una ocasi�n que no val�a la pena recordarlo.


�Ahora c�mo actuar�a? Ser�a conveniente intentarlo otra vez.
Pero, que sentimiento se le cruzar�a por la cabeza si volv�a a tener sexo con su
vecinito? Mejor era esperar a que las cosas fluyeran por si solas. Estar�a
atento a cada movimiento, a cada se�al (conciente o no) que le otorgara Ale,
s�lo as� podr�a saber si a�n quer�a hacerlo con �l o no.


- Permiso. - dijo Ale, entrando a su pieza.


- Pasa. - indic�. - Tenemos que hablar con Germ�n.


- Lo s�. Aunque qu� se le puede decir? "Germ�n, por las dudas
a�n recuerdas cuando yo le estaba chupando la verga a Emanuel o ya se te
olvid�?" - dijo, sarc�sticamente. - No s� que decirle, todo suena est�pido.


- Buen punto. - opin� Ema. - �De qu� le hablar�amos?


- Tengo miedo. �l es muy amigo de Andrea.


Ambos se quedaron en silencio y se dispusieron a ver la
televisi�n. El anfitri�n se acost� en la cama, mientras que Ale se sent� en una
silla. Siguiendo la jornada, incluyendo comida de por medio, se hizo de noche y
la tele ahora adquir�a un aire interesante. Empezaron a pasar pel�culas porno y
esto hizo que a Ema se le parara. Era imposible tratar de esconder bajo sus
jeans ajustados eso que le pasaba, hasta Ale ya lo deb�a de haber notado, aunque
no quiso devolverle la mirada.


Fue entonces, cuando su amigo se levant� de la silla, en la
que a�n segu�a sentado y se acerc� a Ema. Su mano derecha fue directamente a su
paquete abultado e inici� una frotaci�n lenta y hermosa.


- �La quieres, verdad? - le pregunt�.


Su amante asinti�. Sin embargo, cuando quiso bajarse el
cierre de su bragueta, Ale le apart� la mano. Al parecer quer�a seguir con ese
juego y hacer m�s excitante esa noche. Su boca comenz� a dar besitos en torno a
su bulto y, despu�s de un tiempo as�, baj� la cremallera y el boxer juntos y
salt� a sus manos su verga. Alejandro se la meti� en la boca de prepo, y comenz�
una mamada salvaje y desesperada. Esto hac�a que todo el cuerpo de Ema tiemble,
porque era muy grato lo que produc�a una chupada as�.


- Lo siento. - dijo de pronto, dejando la verga de Ema a un
lado. - Pero no puedo hacerlo.


Ale se levant� de la cama y se pos� junto a la ventana de la
habitaci�n, en el otro extremo de donde se encontraba la cama. El anfitri�n, a�n
sin entender la reacci�n del chico, guard� su poronga en su lugar y fue hasta
donde se encontraba.


Ten�a un plan en mente y decidi� seducirlo. Apoy� lentamente
su bulto contra su trasero, sus dos manos rodearon toda su cintura y atrajo la
espalda del chico hacia su pecho.


- �Qu� es lo que pasa? - dijo, besando su cuello.


- Tengo miedo de hacerlo de nuevo y que vuelva a pasar lo
mismo que la otra vez.


La respuesta lo dej� helado. Definitivamente era lo que menos
esperaba escuchar. Ahora sab�a que este chico no basaba todo en sexo, tambi�n le
importaba un poco la amistad que los un�a. Se qued� callado un largo momento,
hasta que su amigo volvi� a hablar de nuevo.


- Lo siento, Ema. - agreg�, solt�ndose de los brazos
aterrantes que lo sujetaban. - Cuando t� decidas que va a pasar despu�s, volver�
a hacer lo mismo. Ahora no.


Y dicho esto, sali� de la pieza.


*


Anthony Jislet se encontraba caminando en direcci�n a su
auto. La noche estaba tan fr�a como la anterior. Sal�a de su trabajo (que entr�
como un buen empresario), y ya ten�a la decisi�n de la noche, ir a coger con su
novia, Yakelin. Con la ganancia que obten�a de la empresa, ya hab�a podido
conseguirse una casa para �l solo. Y ese era el lugar en donde Emanuel y �l,
muchas veces tra�an a un par de locas y juntos hac�an una hermosa org�a.


Yakelin era su novia desde hace ya tres a�os, y a pesar de
todo, no pensaba a�n en matrimonio. Quer�a salir de fiestas, muchas cosas que
a�n le esperaban antes de llegar a casarse.


Ma�ana ten�a previsto ir a visitar a Alejandro Fox, un amigo
de �l conocido por medio de Emanuel, que desde que comenz� a trabajar no ve. Y
ahora que se enter� de la pelea salvaje pero amistosa entre ambos, y del grave
estado en el que se encontraba el primero, aunque ahora haya salido, ten�a la
suma obligaci�n de ir a verlo.


Caminaba muy tranquilamente en la noche desierta, cuando de
pronto se detuvo en seco. Hab�a una trafic blanca, cerca de su auto, con los
vidrios polarizados. Fingi� no tener miedo y avanzar como un transe�nte normal.
Sin embargo, al querer entrar en su auto, dos sujetos bastante robustos, de
campera negra y remera del mismo color, con anteojos oscuros, bajaron de la
trafic y se dirigieron a �l corriendo.


Anthony no sab�a que hacer, y no reaccion� en un primer
momento. S�lo cuando los dos sujetos le golpearon en la nuca haciendo que se
desplome en el piso, supo que ten�a que haber entrado corriendo a su auto.


CONTINUAR�...


Posible publicaci�n de la 2da. Parte: A Mediados de Mes.


Continuaci�n:


* Germ�n decide cortar lazos con Maximiliano.


* Lucas ve al polic�a y le pide el favor contra Emanuel.


* La relaci�n de Alejandro y Ema se hace cada vez m�s
potente, pero a la vez se corta m�s.


* Lleg� la hora de ir a clases.




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Relato: Secuelas (01)
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Tiempo de lectura: 20minuto/s





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