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Relato: Mi mujer me pide permiso para una aventura



Relato: Mi mujer me pide permiso para una aventura

Tiempo de semillas

Hace unos seis a�os mi mujer me dio una sorpresa que se prolong� por tres meses, o, para ser m�s exactos, en lo que a m� respecta, por once fines de semana.
Luego se termin�. Y establecimos, de com�n acuerdo, ciertos c�digos: no se volver�a a hablar del tema, si se volv�a a hablar era por razones �naturales�, todo seguir�a igual que antes, am�ndonos, cuidando a nuestros chicos, viviendo, trabajando, como personas normales.
Si ahora escribo esto es porque la semana pasada sucedi�. Est�bamos en la cocina, un s�bado, desayunado temprano, cuando ella me dijo:

� �C�mo est�s con aquello?
� Bien � le dije.
� Porque me vuelve a pasar. Y quiero saber si est�s de acuerdo o no.
� Hace a�os que espero escuchar esas palabras.
� Est� bien. Lo volvemos a hacer � me dijo.

En aquellos a�os, mi mujer trabajaba en una oficina. Y me contaba las peripecias de sus compa�eros de trabajo. Pero un d�a empez� a contarme que un supervisor de mantenimiento se le tiraba lances. Me lo dijo una vez, y no le di importancia. Pero despu�s not� que siempre sacaba el mismo tema. El supervisor se llamaba Pereyra y era un morocho de unos cuarenta y cinco a�os.
Mi mujer ten�a treinta y cuatro.

� �Qu� te dice?
� Barbaridades. Todo lo que me har�a si me tuviera una noche.
� �Y vos qu� le dec�s?
� Lo cargo. Que muchos dijeron lo mismo y bla, bla, bla. Que c�mo se imagina que una mujer casada podr�a pasar una noche con �l.
� �Qu� tal es?
� Es un morocho grandote, fuerte. Un pedazo de hombre, la verdad. Yo escuch� ciertas cosas.
� �Qu� cosas?
� Que es una m�quina de coger, que es un morboso, un pervertido, un desgraciado, que la tiene m�s grande que un burro, en fin, chismes de oficina.

Me lo iba a tomar a la ligera, pero tuve una intuici�n.

� �Te gusta?
� S�. Si no estuviera casada�
� �Mucho?
� Y� Es muy macho. Se nota. Y me acosa.
� �Si no estuvieras casada�?
� Ya me lo habr�a cogido.
� Y, sin pensarlo, le tir�:
� �Te lo quer�s coger?
� Se qued� pensativa:
� No s�, tengo miedo de que guste demasiado.
Creo que hice la pregunta exacta:
� Claudia, decime la verdad, es nuestro c�digo, �ya te lo cogiste?
� No, pero ganas no me faltaron.
� �Te lo quer�s coger? Si me cont�s, no tengo problema.
� �En serio?
� S�.
� En unos d�as te respondo.
Mi mujer es muy sexy, sin ser el esteorotipo de mujer fatal. Es rellenita, rubia, de rulos, unos ojos azules espectaculares y una boca muy sensual. Todos los hombres la ven muy deseable. No es hist�rica en lo m�s m�nimo y es muy fogosa en la cama. Una particularidad encantadora: grita mucho. Pero cuando nacieron los chicos eso tuvo que desaparecer. Por eso, cada tanto, en alguna salida, �bamos a un hotel y ella pod�a gritar como cuando �ramos novios. Tiene una concha caliente, hermosa y unas tetas grandes, sin ser enormes, y bien paradas. Es una gordita para pasar la noche sin tregua y disfrutar al m�ximo.
Nunca me fue infiel, eso lo s�, aunque alguien pueda pensar que nunca se puede estar seguro. Pero yo estoy seguro. Lo que pude saber del tal Pereyra era que el tipo era un compulsivo del sexo que quer�a cogerse a todas las empleadas de la oficina y lo hab�a logrado con algunas y que esas algunas, despu�s, comentaban. Comentaban que el tipo era un degenerado, un exhibicionista, un morboso, pero que era una m�quina en la cama y que ten�a una pija que daba escalofr�os.
Me preguntaba c�mo ser�a el pensamiento femenino, ya que esas mujeres no hab�an querido continuar con Pereyra luego de un par de experiencias, y as� lo dec�an � seg�n mi mujer -, pero a la vez alababan lo que les hab�a pasado. O sea, se hab�an extralimitado, al parecer, y estaba bien una o dos veces pero m�s no se pod�a seguir.
� �Pero qu� cosas hace ese tipo?
� Cosas � me dijo, sin entra en detalles -. Cosas raras.
� �Y eso te interesa?
� No s�.
� Dame alg�n detalle.
� Uf. No s�. Parece que las hace pasearse desnudas, las exhibe. A Gachi la oblig� a tener sexo con otros tipos. No s�, cosas as�.
� Nadie te obliga a lo que no quer�s.
� Obvio.
Durante dos semanas el tema qued� en el olvido. Pero una noche, despu�s de coger, mientras fum�bamos, le pregunt� por Pereyra, si la segu�a acosando.
� S� � me dijo -. Quiero que lo conozcas.

Yo conoc�a la oficina y a alguna de las compa�eras de mi mujer. Fui al otro d�a a buscarla, a la salida. Y me dijo que esperara. Por el interno llam� a Pereyra. Al rato lleg� y mi mujer le dijo que el cable del tel�fono se enredaba. Me lo present�. El tipo era un morocho robusto, grandote, de labios gruesos y manos enormes. Me mir� sin ninguna iron�a y not� que la llamaba Lili. Nos fuimos.
� �Qu� te parece? � me pregunt�.
� - No s�. �A vos te gusta?
� Me recalienta. Despu�s hablamos.
A la noche hicimos el amor. Y yo quer�a saber qu� pensaba mi mujer. Claudia me dijo que me quer�a y que jam�s me enga�ar�a. Por eso me contaba lo de Pereyra. Me confes� que estaba re caliente con el tipo, con las cosas que le dec�a, con las cosas que hab�a escuchado y que, si no estuviera casada, ya se hubiera ido a la cama con �l hac�a rato.

� �Me est�s pidiendo permiso?
� Simplemente te estoy contando. Puedo dejarlo pasar, porque no voy a hacer nada a tus espaldas. Pero s� que me perder�a una experiencia de puta madre.
� �Te sigue invitando?
� S�. Quiere que pase la noche con �l. Me cuenta con detalles todo lo que me har�a.
� �Quer�s hacerlo?
� S�.
Yo estaba muy caliente. Cogimos de nuevo, con bastante pasi�n. No me era dif�cil imaginar a Claudia con ese Pereyra, cogiendo como una desaforada. M�s me costaba entender si ella har�a esas perversiones que el tipo propon�a. Se lo pregunt�.
� S�, las har�a. Me calienta tanto que har�a todo lo que me pidiera.
� �Conmigo tambi�n?
� Claro. Pero vos nunca me pediste cosas as�.
� Te las voy a pedir.
� Cuando quieras.
Entonces pens� que era mejor acceder.

� Est� bien, mi amor. Hacelo. Combin� y sal�.
� Est� bien. Despu�s te cuento con lujo de detalles.
En la semana fue de compras. Compr� ropa interior sexy, se compr� un vestido liviano y unos zapatos, fue a la peluquer�a y me anunci� que el s�bado Pereyra la iba a pasar a buscar. Y que iba a volver al d�a siguiente, no sab�a a qu� hora.
El s�bado se ba��, se puso crema, se prob� la ropa interior � le quedaba de maravillas, estaba muy sensual � y se despidi�. Me di cuenta de que estaba ansiosa. Yo me qued� con los chicos, les di de comer, los mand� a la cama y me entretuve mirando una pel�cula pero no pod�a dejar de pensar. Miraba el reloj y me preguntaba: �ya se la estar� cogiendo? Y as� todo el tiempo. La noche era c�lida y yo miraba a trav�s de la ventana y me imaginaba que, en alg�n lugar � Claudia me dijo que Pereyra ten�a una quintita en Pacheco � mi mujer estar�a gritando como una yegua recibiendo la enorme pija de ese pervertido y vaya uno a saber qu� otras cosas m�s. Como a las cinco de la ma�ana, despu�s de masturbarme tres veces, me qued� dormido. Me despert� el tel�fono a las nueve. Claudia, con la voz pastosa:

� �Te despert�?
� No importa. �C�mo est�s?
� Bien. Pero no vuelvo hasta la noche.
� Est� bien. �Lo pasaste bien?
� Ni te pod�s imaginar. Chau, mi amor, despu�s te cuento. Y gracias.
Lleg� a las diez de la noche y, me pareci�, exhausta. M�s tarde, despu�s de coger muy duro, me cont� con lujo de detalles. Esto es lo que me cont�, textual.

�Pereyra me esperaba en el Fairlane. Es un auto enorme, con vidrios semi polarizados. O sea que, de afuera, no se ve hacia adentro. O se ve muy poco. Entr� al auto y me empez� a franelear. No sab�s la calentura que yo ten�a. No s�, es algo raro. Yo esperaba que me pidiera cosas, estaba ansiosa por hacer lo que �l quisiera. Y me pidi� que me desnudara all� mismo. Lo hice, qued� desnuda, recaliente. No pod�a dejar de mirarlo, se me hac�a agua la boca. Pero �l me dijo que lo calentaban las mujeres sumisas. Las mujeres que se dejaban hacer de todo sin protestar, obedientes y entregadas. Le dije que s�, que yo estaba entregada, que me pidiera cualquier cosa. Arranc� el auto. Mientras manejaba me hablaba. Me dec�a cosas sucias. Me pidi� que abriera la guantera. La abr�. Hab�a un consolador grande, bastante grande. Me dijo: masturbate mientras manejo. Lo hice. Me pegu� la masturbada m�s fabulosa de mi vida. Me retorc�a, gritaba, me mov�a de un lado para otro. Cuando acab�, est�bamos saliendo de la Capital. Yo no daba m�s de la calentura, estaba mojad�sima y alzada como una yegua. Pero el hijo de puta ni me tocaba, me segu�a hablando. Me ped�a que le contara mis experiencias sexuales. Le cont� varias, con lujo de detalles mientras me segu�a masturbando. Acab� como tres veces. Llegamos a un parque enorme, no s� d�nde era, y Pereyra meti� el auto bien adentro. Me dijo que me bajara y me baj�. El tambi�n baj�. Y me llev� a caminar por el parque, as�, desnuda. A veces cruz�bamos parejitas que nos miraban. No hab�a casi nadie. �l me segu�a diciendo barbaridades. Que si nos ve�a la polic�a me iba a tener que dejar coger por los polic�as para que no nos metieran presos. Yo, a todo, le dec�a que s�. Nunca estuve tan caliente en mi vida. No daba m�s, le ped�a que me cogiera. Llegamos a un claro, junto a dos �rboles, y me hizo acostar en el pasto. Se desnud� y me la puso en la boca. Te juro, Fernando, que nunca vi una pija tan grande y tan dura. Apenas me la pod�a meter en la boca. Se la chup� como una desesperada. Le gritaba cogeme, no me hagas desear m�s. Eso le gustaba. Me dijo que me fuera a dar una vuelta. Si estaba tan caliente y ve�a a un tipo que me sacara la calentura ah� nom�s. Me daba quince minutos. Si volv�a a los quince minutos me iba a coger tanto que iba a pedir basta de rodillas. Hice lo que me pidi� tal y como me lo pidi�. Me fui a caminar, sola, desnuda y si hubiera aparecido un tipo, o dos, o m�s, me los hubiera cogido sin pensarlo. Pero no vi a nadie. Pasaron los quince minutos y volv�. No me dijo nada, me ech� en el pasto, me levant� las piernas y me la enterr� de golpe, sin piedad. La sent� hasta el est�mago, me cort� la respiraci�n. Me apret� para que no pudiera moverme y me la empuj� a�n m�s. Yo no sab�a qu� estaba haciendo pero �l me dijo que grit� como una desaforada. Despu�s empez� a cogerme dur�simo, yo sent�a dolor, me la met�a hasta el fondo, se me acalambraban las piernas pero estaba gozando como una yegua. No s� cuanto tiempo me dio as�, bien duro. Me puso de costado, despu�s boca abajo, me cogi� con tanta fuerza que yo no daba m�s. Me acab� litros de leche, yo acab� varias veces, me la meti� en la boca, com�tela toda, me gritaba, �l gritaba, me levant�, me apoy� contra un �rbol y me cogi� de nuevo, igual que antes, con furia, me entraba cada vez m�s, me levantaba las piernas, me mord�a el cuello, me dec�a que yo era una puta y que necesitaba mucha pija y que esa noche iba a tener muchas pijas para m� sola. Yo estaba desesperada, le dec�a que s�, haceme lo que quieras, con quien quieras, soy tuya, tu esclava, vendeme, ll�vame adonde te guste. Me llen� de leche y me dej� tirada all�. Se visti� y se fue. Me dijo que me esperaba en el auto. Creo que me qued� dormida unos diez minutos. Y despu�s fui caminando, por el parque, hasta que vi las luces del auto. Sub� y nos fuimos. Yo estaba m�s caliente que antes. Me dol�a la concha de los pijazos terribles que hab�a recibido. Pereyra me hablaba. Me dec�a que �l ten�a unos amigos all� en Pacheco. Que eran del club de los pijudos, todos bien dotados y muy cogedores. Me dijo que nunca una mina lo iba a hacer quedar mal delante de sus amigos. Le dije que yo lo iba a hacer quedar muy bien. Llegamos a la quinta y vi que hab�a cuatro tipos fumando. Pereyra me dijo que esperara y baj�. Salud� a los tipos y algo hablaron. Yo miraba. Despu�s vino y me dijo que los amigos no le cre�an que yo fuera tan puta, as� que hab�a que demostrarlo. Me hizo bajar, desnuda como estaba, y los amigos vinieron a saludarme. Me besaron en la boca pero no me tocaron. Entonces Pereyra me llev� junto a la puerta, me puso en cuatro, apoyada en la columna, y me penetr� hasta el fondo. Me cogi� a morir delante de sus amigos, me hizo acabar varias veces, me dijo que sus amigos me iban a romper la concha y el culo y que yo me la iba a tener que aguantar. Yo gritaba que s�, a todo. Me acab� mucho y me la sac�. Entonces se acercaron sus amigos. Me alzaron, tom�ndome de los brazos y de las piernas, y me entraron en la casa. Hab�an puesto un colch�n en el living y me acostaron all�. Se desnudaron. Todas pijas enormes. Y me empezaron a coger, uno detr�s del otro. Siempre ten�a una pija en la concha, enorme, d�ndome duro y una o dos en la boca. Yo gritaba como una yegua. Pereyra me hizo subirme a �l y me la puso. Y otro, me agarr� de atr�s, me puso vaselina en la cola y me clav� sin piedad. Me recogieron, Fernando, durante horas, sin parar, en el piso, en el sill�n, en el parque, de pie, me agarraban entre tres, me alzaban y otro me la pon�a, me metieron pepinos enormes en la concha y en el culo, me acabaron en la cara, me chuparon la concha y las tetas, trajeron a un perro y me hicieron coger por el perro, y as� hasta las ocho de la ma�ana. Despu�s se fueron, porque Pereyra dec�a que ahora yo era para �l. Ya era de d�a. Me sac� a la calle, as�, desnuda, y me oblig� a chup�rsela un buen rato. Despu�s me cogi� de nuevo, varias veces, no se le bajaba m�s. Me ard�a la concha, el culo, la boca, estaba molida pero si tra�a diez tipos m�s hubiera seguido dej�ndome romper toda todo el tiempo que quisiera. Cuando se fue a ba�ar te llam�. Me dej� dormir un rato. Cuando me despert� hab�a tres tipos distintos. Hab�a uno, en especial, Juli�n, que la ten�a m�s grande que Pereyra. A ese lo dejaron primero y el tipo me la rompi�, Fernando, te juro que me la rompi�. Me cogi� tan fuerte que yo ya no daba m�s y ped�a basta. Despu�s el tipo me dio la vuelta y me rompi� el culo, me la meti� toda, sin piedad, a pesar de que yo gritaba que me dol�a. Me dio tan duro, Fer, tan duro. Y despu�s me pasaron entre todos, hasta las seis de la tarde, sin parar. Ah� termin�. Pereyra pidi� pizza, cerveza, comimos, todos en bolas, me hicieron meterme una botella de cerveza en la concha y masturbarme y despu�s me volvieron a coger entre todos hasta que se hicieron las nueve y me trajo a casa. Le dije que vos sab�as y que te iba a contar todo. Me dijo que no hab�a problemas si vos quer�as participar. Fer, vamos el pr�ximo s�bado y quiero que vengas. Me van a hacer de todo y quiero que vos tambi�n participes�

� Por supuesto, le dije que s�.





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Relato: Mi mujer me pide permiso para una aventura
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