Relato: Jamas me hubiese imaginado (III) III PARTE
Continuamos con nuestra rutina semanal en el colegio, no nos
separ�bamos pr�cticamente para nada, aunque jam�s hicimos nada dentro del
internado salvo aquel primer contacto que ya he contado.
Nos turn�bamos los fines de semana, uno en mi casa, otro en
la suya as� durante casi un a�o. Pocas eran las veces en las que romp�amos esta
rutina, nos conform�bamos entre semana, en rozar nuestras piernas a trav�s del
pupitre, o contemplarnos cuando abandon�bamos las duchas, no quer�amos
arriesgarnos a m�s.
Los fines de semana los aprovech�bamos con ganas.
Yo hab�a asumido mi papel de pasivo, aunque disfrutaba tanto
como �l, solo una vez logre penetrarlo, fue magnifico para m�, a el le doli�
much�simo y me pon�a cualquier excusa cada vez que se lo ped�a. Yo lo aceptaba
con mucho amor, realmente disfrutaba mas sinti�ndolo dentro de m� que cualquier
otra cosa.
Un jueves por la tarde hab�amos estado haciendo actividades
diferentes, y en el momento que �bamos hacia los dormitorios, se acerco
corriendo a m� e igualando mi paso me dijo:
No aguanto mas, necesito hacerte el amor hoy mismo.
Yo tampoco aguanto mas, pero no nos queda otra
alternativa, as� que tendr�s que aguantar.
F�jate como estoy solo de verte caminar delante de m�.
No ser� para tanto.
Si, si es, te amo y te deseo como nunca lo hab�a hecho.
Sus palabras me embriagaban, pero sabia que no pod�amos hacer
nada all�. Me sent�a el ser m�s feliz de la tierra, me sent�a amado y deseado.
Pues tendr�s que esperar, ma�ana es viernes y haremos
todo lo que tu quieras.
Esta noche me meter� en tu cama
NO, no lo hagas, te lo ruego no lo eches a perder.
Bien me aguantare.
El viernes tocaba en su casa, �l viv�a con unos t�os, pues
sus padres viv�an en el interior del pa�s. Llegamos a su casa, solo estaba su
abuelo en una habitaci�n, lo fue a saludar y pregunto por su t�a, el abuelo le
dijo que hab�a salido que volver�a en una hora aproximadamente, que ten�amos
comida en la nevera si ten�amos hambre.
Tengo hambre, pero es otra cosa la que me voy a comer- me
dijo con cara de lujuria yo re� su gracia.
Vamos a la habitaci�n de mi t�a a ver una pel�cula de
video.
As� lo hicimos, nos acostamos transversalmente en la cama
cada uno con un coj�n debajo de los brazos, y empezamos a ver la pel�cula. Las
Fresas de la amargura.( La recuerdo como si la hubiese visto hoy). Yo en cuanto
pude saque mi brazo de debajo del coj�n, deslice mi mano por debajo de su pierna
en busca de su miembro, el se alzo un poco permiti�ndole paso a mi mano y la
apret� contra su duro paquete. Estuvo frot�ndose un rato mientras me met�a la
lengua en la oreja, le encantaba hacer esto y a m� me volv�a loco.
No aguanto mas, se levanto se tiro encima de m�, y se
restregaba su polla contra mis nalgas a trav�s de la ropa como un animal en celo
mientras me mord�a el cuello. Al mismo tiempo intentaba quitarme los pantalones
sin desabrocharlos, pens� que los romper�a del desespero que tenia. Le ped� que
se detuviese que me romper�a los pantalones, y que su abuelo pod�a sentirnos.
- Espera hasta la noche, lo haremos como siempre, cuando
todos duerman.
No puedo esperar, lo haremos tambi�n por la noche, de
verdad que no puedo, necesito hac�rtelo ya.
Bien, pero aqu� en la cama de tus t�os no, adem�s tu
abuelo nos puede sentir.
S�gueme- me dijo
Fuimos hasta la cocina, all� hab�a un ba�o peque�o, me tomo
por un brazo y me meti� all�. Nos besamos desesperadamente mientras �l me
quitaba los pantalones, y yo hacia lo mismo con los del. La incertidumbre de que
llegase su t�a en aquel momento, lejos de disminuir nuestros �mpetus, los
acrecentaba aun m�s. Bese sus labios y baje hacia sus pezones, mordisquee uno y
luego el otro, volv� al centro de su pecho y con la punta de la lengua fui
recorriendo el camino hacia su pubis, mientras el se retorc�a de placer. Tome
aquel maravilloso falo por la base y lam� su cabeza como quien lame un helado,
bese su prepucio y aquel lunar que me volv�a loco con desesperaci�n, me lo
introduje todo en la boca y comenc� a darle una mamada espectacular. De vez en
cuando miraba hacia arriba y contemplaba aquella cara de satisfacci�n y placer
que solo yo le produc�a. Retiro su polla de mi boca con un movimiento de cadera,
me cogi� por debajo de los brazos y me subi� hasta su rostro. Me dio media
vuelta, abri� la puerta del ba�o he hizo que me apoyara contra un mes�n que
hab�a justo a la salida del ba�o.
Estas loco nos puede ver alguien
No, nos vera nadie, adem�s mejor si nos ven.
Sin darme tiempo a nada hizo que me inclinara hacia delante
dejando mi culo hacia su vientre, y de un solo golpe me la meti� hasta los mas
profundo. Sent� aquel trozo de carne entrar, sin darme tiempo a asimilar que lo
har�amos all�, me doli�, pero no mucha mas que otras veces, sobre todo porque al
acabar los fines de semana ya estaba acostumbrado a tenerlo dentro, pero la
semana de descanso se cerraba y siempre me dol�a, aunque siempre lo hiciese con
todo el cuidado del mundo, cosa que en ese momento no hab�a sucedido. Me tomo de
las caderas y empez� un fren�tico movimiento de mete y saca, sus huevos chocaban
con mis nalgas, sent� como su pene se hinchaba, sus embestidas eran m�s fuertes
y como me inundaba por dentro con su semen, en ese mismo momento me corr�a yo
tambi�n, manchando el suelo de la cocina. Me abrazo fuertemente pasando sus
brazos por debajo de los m�os y me beso la nuca. Se separo de m�, y fue al ba�o
que tenia detr�s a buscar papel para limpiar el suelo.
Solo me dio tiempo de subirme los pantalones, cuando sent�
las llaves en la puerta, corr� a sentarme, sintiendo como de mis nalgas sal�a su
semen. Me sent� sin moverme, mientras �l cerraba la puerta del ba�o.
Llegasteis, pregunto su t�a, y yo como un ni�o bueno le
respondi� �Si estamos aqu�- Mientras me llevaba un trozo de pan a la boca,
fingiendo que merendaba, aunque realmente me hubiese alimentado por otro sitio.
Ese fin de semana hicimos el amor como dos reci�n casados,
apenas nos dorm�amos, cuando las ganas nos despertaban y lo volv�amos hacer. Yo
solo pensaba en el momento de volver a sentir su cuerpo cerca del m�o, de besar
aquel pene que me hab�a obsesionado. A sentir sus besos y sus caricias.
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Relato: Jamas me hubiese imaginado (III)
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